Capítulo 12

Rust había conseguido que la enfermera hiciera una excepción con el horario, y lo dejara bajar después de las 9 de la noche a la entrada del hospital. Aprovecharía así el momento fuera de las cuatro paredes que ya lo tenían harto, y fumaría del tabaco que Hart le había llevado aquella mañana al visitarlo.

El rubio se hallaba parado en su silla de ruedas a un lado de la entrada principal, y se dio por vencido al buscar el paquete en el asiento o entre la tela de aquella bata de hospital que llevaba; se lo había olvidado arriba, con lo que suspiró resignado, echando la cabeza hacia atrás para contemplar el cielo nocturno.

-Hey, ¿qué haces aquí solo?

La voz de Sally lo distrajo, haciendo que la mirara frente a él con una leve sonrisa.

-Iba a fumar, pero me he dejado el tabaco arriba.

La mujer rebuscó en su bolso, hablando tras encontrar el paquete precintado de Camel, pasándoselo al hombre.

-Como te prometí. ¿Nos echamos uno?

-Por favor.

La morena se posicionó tras la silla para empujarla en cuanto el hombre quitó el freno, haciendo que automáticamente se quejara de que no era un inválido.

-No seas cabezota, Rust, joder; te vas a saltar los puntos. Vi a Marty este mediodía; se pasó por mi restaurante cuando trabajaba y me dijo que te había visto por la mañana, y que el médico dice que te dará el alta en una semana o así. Es una buena noticia. ¿Te sientes mejor?

-Sí, ya puedo casi levantarme solo; algo es algo.

La chica murmuró un genial, pasando a pararse cuando estuvieron retirados de la entrada, sentándose en un banco cerca del parking, posicionándose frente a la silla de Rust. Ofreció fuego al hombre, para después encender su propio cigarro. Tras exhalar ambos, el camarero rompió el silencio.

-Me ha parecido extraño no verte por aquí estos días. Marty me dijo que le costaba contactar contigo.

-Bueno, estos días hay fiestas en la ciudad, así que hay más curro del habitual y he hecho horas extras. Traté de llamarte para ver cómo ibas, pero tienes el teléfono apagado, así que he tenido que conformarme con saber de ti a través de Marty.

-Ya, ¿y qué es lo que andas tramando, además? -Agregó antes de fumar, haciendo que la chica emitiera un leve quejido como risa, recordando que Hart había igualmente intuido que hacía algo de espaldas a ellos.

-Se nota que habéis sido polis, sí señor… He estado investigando lo de la chica del club, Elisabeth Parker. Encontré a su padre y hablé con él. Me dio un nombre de un tío con el que estuvo, uno malo que la llevó al mal camino. Quizás sepa algo que nos valga, así que en buscarlo estoy ahora, aún sin resultados. Espero que con la llegada de Marty las cosas cambien.

-Pues no pareces muy animada con la nueva pista.

-No, es genial poder seguir. Es sólo que hablar con el padre fue duro, y he estado pensando en muchas cosas por ello, nada más. -Mintió con disimulo, tomando una nueva calada antes de cambiar de tema, observando que el ex policía se veía algo decaído. -¿Qué hay de ti? Tampoco pareces el mismo desde que despertaste. Hay algo como… diferente.

-No debería estar aquí, Sally.

-Sí, ya… -Susurró ella tras una sonrisa torcida, fumando, pero perdió el gesto cuando escuchó la respuesta del hombre, ahora más serio, evitando mirarla. Enseguida se dio cuenta de que tenía los ojos vidriosos.

-No me refiero a lo del otro día. Es otra cosa.

-Puedes hablar conmigo, Rust. Cuéntamelo, puede que te haga sentir mejor.

El calló por unos segundos, tomando aire lentamente antes de comenzar el relato de forma entrecortada.

-Hubo un momento cuando estuve en la oscuridad, sin consciencia, en el cual todo se redujo a lo mínimo… pero había algo que se sentía muy claramente; algo cálido, como una sustancia. Supe que era ella, muy claro; mi hija estaba esperándome allí. La sentía, y también pude sentir una parte de mi padre. Era como si sólo se quedara una parte de lo que he amado y todo estuviera en calma. Allí estábamos y nos desvanecíamos tragados por la oscuridad. Solo tenía que dejarme llevar, y lo hice, pero… desperté. Entonces dejé de sentir su amor, y ya no estaban allí.

El rubio no pudo aguantarlo más y se echó a llorar, cubriéndose el rostro con la mano libre que tenía mientras Sally lo contemplaba con una terrible tristeza, mordiéndose un segundo el labio inferior para buscar palabras adecuadas, que no encontraba ante tal dolor, pero debía consolarlo.

-Rust… lo siento mucho, pero esto no es malo; que estés vivo no es malo.

Cohle continuaba sin mirarla, ahora dejando fluir sus lágrimas sin sollozos. La morena dejó el cigarro en el borde del banco, para después guiar su mano diestra hasta el rostro del hombre con suavidad, acariciando su mejilla y guiando sus ojos hasta los de él antes de seguir hablando.

-Ellos viven en ti, Rust; y aunque a priori sea lo más doloroso del puto universo, aceptar lo ocurrido, pensar en ellos y en todo lo que los quieres termina por curarte. Tu dolor nunca se irá, es cierto, pero esa perspectiva lo apaciguará, y llegará a conducirte a la paz. Y lo que es más importante: a poder tenerlos presentes y sonreír, y no a estar jodido eternamente. No puedes huir del mundo, ni esconderte del pasado; pero puedes encontrar un propósito, y eso te dará fuerza, poder; una oportunidad de sobrevivir al horror.

La morena apartó la mano del rostro de él, escuchando cómo susurraba tras unos instantes, volviendo a alejar la vista de ella.

-No sé si puedo vivir de otra manera. No sé si quiero sobrevivir, ¿para qué?

-Porque eso es la vida, Rust. No hay que pensarla, sólo vivirla y punto. ¿Por qué hacerlo de una forma mala si de todos modos estás aquí? No tiene sentido, y lo sabes. Igual que sabes que si puedes vivir de otra forma, sólo hay que intentarlo en serio y verás que puedes, claro que sí. No tienes por qué estar solo, ¿sabes?

Rust fijó la vista en ella cuando sintió como agarraba su mano izquierda, ahora reposando en la silla de ruedas, y no pudo evitar hablar en voz alta, con intriga.

-¿Por qué eres así con alguien como yo? ¿Por qué quieres complicarte?

-Eres buena persona, me caes bien. No puedo hacer como si nada viendo que estás tan jodido, porque sé cómo se siente estar en ese puto pozo, y no se lo desearía a nadie. Además, con Marty no puedo hablar de movidas filosóficas chungas sin que le entren escalofríos, joder. -Agregó con burla, sonriendo para aliviar tensión e intensidad, haciendo que él emitiera un quejido a modo de risa, asintiendo.

-Sí, eso es verdad.

-Claro. Ya hablamos de esto una vez; todo es egoísmo, aunque sea en una pequeña proporción. Venga, inténtalo en serio después de esto; es una señal, joder… No puedes ser el hombre de la mirada triste para siempre, Rust; es una pena que jodas así esos ojos tan bonitos que tienes. La oscuridad no gana, aunque lo parezca porque es potente. Nunca una noche venció a un amanecer.

El rubio asintió lentamente, susurrando que en eso tenía razón, para después guardar silencio de nuevo antes de centrar sus ojos en los de ella y darle las gracias.

-Quiero que me las des cuando veas que por fin estás mejor tras ponerte a trabajar en ello. Ahora vamos a fumarnos otro cigarro, pero esta vez disfrutándolo de verdad, joder.

-Me parece bien. -Respondió mientras tiraba la colilla, puesto que el pitillo se había terminado de consumir por sí solo.

Sally volvió a darle fuego, prendiendo el cigarro que colgaba de los labios del hombre, para después hacer lo mismo con el suyo y exhalar con gusto.

-Hay cosas que hacen que la vida valga la pena, aunque sean una mierda así de sencilla; dos colegas fumando bajo el cielo de una noche de verano.