Capítulo 17

Marty se levantó de su escritorio, cerrando el documento que leía en el ordenador para acercarse a abrir la puerta principal de la oficina y hallar a Sally ante él.

-Dichosos los ojos. Pasa. -Saludó mientras se hacía a un lado, dejándola entrar.

La morena se quitó las gafas de sol y las colgó en el cuello de su camiseta de manga corta, hablando a la vez.

-Lo siento, Marty. No debí dejar de responder a tus mensajes y eso, pero necesitaba estar sola y pensar; bueno, en realidad lo contrario. ¿Ya ha llegado Rust?

-No, aún no. Me escribió diciendo que igual se retrasaba un poco. -Agregó mientras se sentaban en la estancia principal, ante una mesa rectangular, haciendo que la joven lo imitara. -Ya me he enterado de lo que pasó, que buscast viste a Jackson. Sally, no puedes obsesionarte y hacer esto sola.

-Lo sé, en serio que sí, ya me he relajado y he vuelto a pensar con claridad. Lo siento.

-Tranquila, entiendo que debe ser muy difícil. -Agregó con suavidad, viendo que ella suspiraba, y tras un segundo de silencio volvía a hablar, sincerándose.

-Lo peor no ha sido el miedo de todo lo que ha pasado, ni verlo de nuevo siquiera. Fue escucharlo decir la verdad; que soy culpable y eso no cambiará, aunque entregue mi vida a redimirme.

-Todos hemos cometido errores de mierda, la hemos cagado, pero lo importante es esto que haces; darte cuenta y ser mejor cada día. Eres una buena persona, Sally, y estás haciendo lo correcto y más de lo que puedes incluso. Sabes que si necesitas hablar puedes hacerlo cuando quieras, estoy aquí, ¿vale?

-Gracias, en serio, Marty. -Susurró tras darle un leve apretón de mano antes de seguir. -Estoy mejor, he vuelto del bucle de tortura psicológica, y he de decir que el empujón me lo dio Rust cuando me hizo ir a verlo con una excusa. Fue muy raro verlo intentar consolarme, pero también fue bueno, para los dos.

-Joder, ya lo creo. Es una muestra de que lo está intentando de verdad, de que evoluciona al fin. ¿Sabes? Creo que tú tienes mucho que ver en eso, porque le has demostrado que se puede pensar de esa forma oscura y tirar para adelante, ser valiente. Eras lo que necesitaba encontrarse, alguien que sepa rebatirlo y hacerle pensar.

-Pues ojalá sea así y deje de ser el hombre de la tristeza perpetua, porque es buena persona y merece otra oportunidad.

Hart susurró que estaba de acuerdo, no perdiendo detalle del lenguaje corporal de Sally mientras hablaban de Cohle, y a su mente acudió una duda en cuanto recopiló escenas vividas. ¿Pudiera ser que a ella le gustara, que le atrajera más de lo que le gustaría admitir?

La pareja se vio sorprendida por la llegada de Rust, haciendo que se callaran casi de forma abrupta, algo que el recién llegado notó.

-Podéis seguir hablando de mí, tranquilos. ¿Tenéis alguna pregunta? -Se burló a la vez que llegaba ante la mesa, sentándose y sacando un cigarrillo.

-No estábamos hablando de ti, hablábamos de ella, ¿vale? -Dijo Hart con un tono cansado, pasando a levantarse para recoger una carpeta. -Bueno, ya que estamos todos, vamos al lío si os parece.

Sus interlocutores asintieron, y pudo vislumbrar de reojo como la morena parecía algo incómoda, evitando mirar a su compañero. Marty se aclaró la garganta y se centró para comenzar a informar.

-Conseguí hablar con Papania otra vez después de lo que estuvimos viendo Rust y yo de las huellas de neumáticos en otros crímenes, y me confesó que cerca de la cabaña también hallaron marcas, así que están analizándolas y van a compararlas con las que hay en los casos de Jessica, y el lago Charles. A priori también les han parecido como a nosotros, que son del mismo coche, pero tenemos que esperar para saberlo seguro y buscar un modelo concreto. Lo que si habían podido hacer ya era el examen de las coronas y las formas de ramas de la chica del lago; efectivamente no son de los mismos materiales que usaba Childress hijo, confirmando al fin que ese último crimen no era de su autoría. No obstante, no hay huellas de nuestro violador, ni ha usado nada extraño o fuera de lo que cualquier persona de este estado pudiera conseguir del entorno natural o floristería, así que por ahí se nos cierra una puerta.

-Bueno, aún nos queda el coche; podremos rascar algo por ahí.

-Disculpad, tengo que contestar. -Comentó Sally cuando su teléfono sonó, observando el nombre de su jefe en la pantalla.

La mujer se levantó de la silla y se alejó para hablar, dejando a los hombres continuar comentando sobre el mismo tema hasta que tras unos breves minutos ella regresó, guardando el móvil en el bolso oscuro que colgaba de la silla.

-¿Todo va bien? -Decidió preguntar el detective privado, contemplando como ella miraba el reloj antes de perder de vista el teléfono.

-Sí, es sólo que tendré que irme antes por el trabajo. Continúa, Marty, por favor.

-Bueno, no hay mucho más. Papania dice que me dirá si los neumáticos coinciden y eso, pero que no va a darnos más detalles de lo que sepan, ya sabéis.

-Cuando ese momento llegue, tú inténtale sonsacarle que tipo de coche es para poder hacer algo nosotros. -Intervino Rust. -De momento no tenemos nada con lo que seguir, ni una sola pista que lleve a ese tío. Sólo sabemos que debió estar cerca del club de la 10 para ver a qué chica iba a elegir. Si sabemos algo de su supuesto coche, quizás alguien pudiera decirnos algo.

-Volveremos por allí entonces, y también vamos a tener que recorrernos unos cuantos burdeles más, me temo.

-Sólo a las afueras de Baton Rouge, que yo sepa, hay otros dos. -Siguió Sally tras Hart, antes de levantarse de nuevo. -Vale, me tengo que ir ya o no llegaré a tiempo. Espero tu llamada, Marty; prometo coger el teléfono. -Sonrió de forma divertida, colgándose el bolso del hombro antes de alejarse para salir de la oficina, girándose al escuchar a Cohle.

-Intenta evitar tu innata adicción a los problemas hasta entonces, Sally.

-Tranquilo, me convenciste el otro día, Rust. De momento voy a hacerte caso.

La camarera le regaló una tímida sonrisa antes de salir, dejando solos a los dos expolicías. El mayor de los dos posó sus ojos en el rubio, quien había estado contemplando a la mujer más de lo que solía, haciendo que las dudas acudieran nuevamente a la mente de Hart al haber podido observar que Sally ya no miraba tan fijamente a Cohle como antes, parecía incómoda.

Sin poder aguantar aquella curiosidad, finalmente el detective privado se lanzó a hablar con su compañero.

-¿Te la estás tirando?

-No, Marty.

Hart no se sorprendió de que Cohle ni se inmutara ante la directa pregunta, escudriñándolo contemplar uno de los papeles del escritorio mientras su compañero se ponía en pie para ir a por el whisky de su despacho, continuando al sentarse frente a él de nuevo.

-Pues será porque tú no quieres... ¿has visto cómo te mira? Sí, claro que lo has hecho; tú te fijas en todo.

Rust finalmente alzó la vista, abandonando los informes para mirar a su compañero, quien terminó de servir la bebida en los vasos.

-¿Qué quieres decirme? Suéltalo, Marty.

-Pues que estáis solteros ambos. Que es guapa, buena gente, lista... habla casi como tú, joder, es tu tipo. Los dos estáis muy solos desde hace bastante tiempo. ¿Por qué no dejarse llevar?

-No es buena idea. Para nada lo es...

-Venga ya, ¿por qué? No insinúo que tengáis que comprometeros, ¿sabes? ni siquiera tener nada formal. ¿Acaso me he equivocado? ¿No piensas como yo al calificarla como lo he hecho? -Insistió a la vez que seguía mirándolo con fijeza. Rust bebió y de nuevo fue claro, devolviéndole la mirada.

-Sí, Marty; pienso que es guapa, buena gente, y hasta interesante por lo que dice y cómo lo dice; precisamente por todo eso no quiero terminar por hundir su vida acercándola a la mía en ningún sentido. ¿Para qué arriesgarse a que pueda enamorarse de alguien como yo? No soy bueno para las personas; las hago infelices.

El hombre rio levemente antes de responder a la par que movía al cabeza de forma negativa.

-Mira que eres arrogante; joder, no has cambiado nada. ¿Y qué pasa si te enamoras tú de ella? Esta es especial, diferente a otras.

-Eso no va a pasar, y como vas a preguntarlo, te diré que lo sé porque en los casi 19 años que han pasado desde que me divorcié, ha dado igual a qué tipo de mujer conociera; no he llegado a enamorarme de ninguna. Esa es una cualidad que he perdido para siempre.

Marty le dio vueltas a aquello unos instantes, mirándolo rellenar su vaso. Decidió vaciar de un trago lo que le quedaba del licor antes de seguir, poniéndose algo serio.

-¿Ni siquiera con Lori? Llegasteis hasta hablar de casaros; con ella parecías muy bien.

-Sí, pero no es amor como lo definimos, Marty. Nunca lo será, lo sé. No espero que lo entiendas.

-Oye, lo entiendo, tío; pero no es así, no funciona para nada así, joder. Tú te autoimpones y sugestionas para no sentir emociones y alejarte de todos, para castigarte. Pero la realidad es que las emociones verdaderas no se pueden controlar, porque no es algo lógico, fluyen y ya. Puede que no surgiera porque ninguna era lo que encaja contigo realmente, pero veo cosas entre vosotros que... joder, te he visto sonreír, Rust, puedo contar con las manos las veces que en el pasado te he visto hacerlo. Igualmente te diré algo, tío. Sólo tú puedes hacer que las cosas fluyan, y aunque ella pueda ser lo que necesitas, si sólo bloqueas, pasará de largo porque verá la puta puerta cerrada. He estado observándola, y le gustas. No te hablo de que te quiera ni esas movidas, pero hay química ahí, y al final todo empieza y se reduce a echar un polvo, coño. No hay que pensar más allá que en vivir el momento.

-No sé, Marty; no lo sé.

Rust exhaló por última vez, aplastando la colilla contra el cenicero mientras sopesaba todo aquello de forma casi inconsciente. Marty lo supo al ver su cara, y se atrevió a hacer una intervención final para tratar de que el rubio de verdad se lo planteara. Cualquier ápice de esperanza era un tesoro.

-Tú dale una vuelta, tío. Piénsalo desde mi perspectiva, en serio.

Rust emitió un leve quejido a modo de risa, haciendo que su compañero ensanchara su pícara sonrisa, alzando el vaso para brindar con él.