¡Buenas!

¿Cinco reviews? Wow, es un regalo de Navidad atrasado para mi. Les agradezco el interes y el apoyo.

Intentaré publicar todos los miercoles, ya sea a la mañana o a la tarde.

DrVenom: Tal vez sea un poco arrogante y tiene sus motivos para ser como es.

Charlotte: Muchas gracias. Los OCs no suelen ser bien recibidos, así que me tranquiliza saber que gusta a los lectores.

Seogumi: Creo que nadie más que yo se imaginaba un escenario así. Tengo la manía de tratar algunos temas sensibles en mis historias. Tengo un lore propio y extenso sobre otras razas alienígenas y esas cosas.

Guest: Gracias por el halago. Intento cuidar la redacción tanto como puedo.

Aclaración importante:

En la serie, Alf dijo que tenia un dios llamado Barry. Como no me convenció el nombre, lo rebauticé como Barrick.

Capítulo tres

Stranger

Danger, there's a stranger

Intruding in your own backyard

Por el resto del día, Alf no le sacó los ojos de encima al perro. Disimuló lo más que pudo, fingiendo entusiasmo por quedársela. Mantuvo cerrada la puerta del garaje para que el perro no entrara y luego se la pasó actuando lo más normal que la paranoia y el miedo le permitían. No se sentía así desde sus tiempos sirviendo como militar, cuando se infiltraba en bases enemigas con el miedo constante de que lo descubrieran y lo fusilaran en un abrir y cerrar de ojos.

Después de la explosión de Melmac, mientras navegaba sin rumbo por las estrellas, había tenido tiempo de sobra para pensar en muchas cosas, entre ellas lo idealizada que estaba la milicia en su planeta. Eran vistos como melmacianos de bien que arriesgaban su vida todos los días por Barrick, por Melmac y el progreso. Pura basura. La mayoría ni siquiera quería estar ahí y lo único que querían era terminar los quince años de servicio obligatorio, irse y seguir con sus vidas. Los que seguían sirviendo eran porque fuera de la milicia no tenían futuro o al menos creían no tenerlo; porque realmente era su vocación (los menos, en su opinión) o porque eran unos pobres infelices que nunca habían probado un poco de poder y el uniforme los convertía en unos cretinos. Le fascinaban estos últimos. Los mismos que intimidaban a un pobre ciudadano por haberlos chocado accidentalmente en la calle, se escondían como cobardes cuando los rebeldes emergían del desierto en masa, dispuestos a matar o morir.

Si, había pasado por cosas horribles en la milicia, pero los Tanner no tenían por qué saberlo. No querían que lo vieran como un monstruo o peor, como una victima. Ese papel lo había perdido el día que había decidido continuar en la milicia en lugar de salirse.

Cuando todos finalmente se fueron a dormir, Alf tomó la pequeña linterna que guardaba bajo el canasto y la escondió dentro de su puño. Cuando salió a la cocina, vio que Flo estaba echada bajo la mesa. Se levantó de golpe al verlo.

—¿Quieres hacerme compañía en el garaje? —le preguntó a Flo. Ella no respondió, obviamente, pero fue a su encuentro. Alf lo tomó como una señal afirmativa—. Bien, sígueme. Tal vez te pueda entrenar para cazar los gatos del vecindario.

Alf fue a la cochera y encendió la luz. Cerró la puerta y fue a la mesa de trabajo donde se encontraba la máquina de escribir.

—Tienes un nombre muy bonito —dijo—. ¿Sabes? Mi madre también se llamaba así —reflexionó, mientras daba unas palmadas en su pierna para que se acercara. Flo se acercó despacio y Alf apretó la linterna en su mano derecha, mientras que con la izquierda le acariciaba la cabeza. Acercó un poco su cara a la de ella—. No debiste venir aquí.

Alf la sujetó por el cuello, encendió la linterna y la apuntó a los ojos de Flo. La perra lanzó un aullido y se zafó de su agarre, pero ya era tarde: la luz le había dado de lleno. Flo se acostó en el suelo y comenzó a deformarse de manera grotesca hasta parecerse a algo que solo podía venir del espacio.

La perra llamada Flo ya no se parecía nada a un perro u otro animal. Lo que ahora estaba en el piso era una figura humanoide de poco más de dos metros. Su piel era lisa y permeable, como la de las ranas, de un color azul vivo con manchas negras. Tenía cuatro tentáculos en la espalda que debían medir al menos poco más de un metro que en ese momento se estaban retorciendo por la falta de oxígeno. No podía verle la cara, ya que estaba encogida sobre si misma y se estaba ahogando, desesperándose por respirar.

Por un segundo, Alf consideró dejarla morir, pero cambió de opinión y fue corriendo hacia su nave a buscar la bombona de oxigeno y la máscara. Las sacó de la nave, fue hacia la criatura y le encajó la máscara en la cara. Conectó el tubo de la máscara al tanque de oxígeno y abrió la válvula.

Funcionó. La criatura comenzó a respirar y a aferrarse a la máscara para tomar todo el oxígeno que pudiera con sus manos con cuatro dedos palmeados.

—Tienes mucha suerte —le dijo alegremente—. Me sobró un par de estos en la guerra de Marte —fue a la mesa de trabajo y arrancó el arma que estaba debajo. Se volvió para apuntarle con ella en la cabeza, a una distancia prudencial—. El efecto de la luz desentransformadora pasará en cinco minutos, tiempo suficiente para preguntar qué demonios hace un chaffi aquí en mi casa.

El chaffi levantó su cabeza y lo miró con sus grandes ojos negros sin párpados, intentando hablar.

—Antes de que digas algo, no soy una delincuente —dijo, con una voz ligeramente aguda. Así que es una mujer, pensó Alf—. Soy de los Chaffis de la Tierra.

Alf chasqueó la lengua.

—Si, claro, una Chaffi de la Tierra. No te creo nada.

—Es la verdad. Vine aquí de manera extraoficial.

—Y yo soy Miss Universo.

—Hablo en serio. Si no me crees, dentro del collar tengo algo para ti.

Alf frunció la nariz.

—¿Para mi?

—Eres Gordon Shumway. Estoy aquí porque alguien te está buscando.

Alf dudó. No confiaba en ella, pero una parte de él tenía mucha curiosidad.

—Sácate el collar —le ordenó.

La chaffi obedeció y se sacó el collar con movimientos lentos.

—Yo lo abriré —le dijo ella. Tomó la medalla e hizo unos pocos movimientos con ella. Se escuchó un "clic" y luego se lo pasó con uno de los tentáculos.

Alf tomó el collar y lo abrió deslizándolo hacia un costado. Dentro estaba de color negro, a excepción del centro, que tenía una especie de una lámpara minúscula de color azul.

—Es un lector de cartas holográficas —señaló Alf.

—El mensaje ya está puesto. Solo tienes que abrirlo.

Alf sujetó la medalla en la palma de su mano.

—Escuchar mensaje —dijo.

Nada ocurrió.

—No en lenguaje humano. Tienes que decirlo en el tuyo.

—Oh, es verdad —admitió Alf. Por primera vez en meses, abrió la boca y dijo en su idioma nativo —. Escuchar mensaje.

La luz se encendió y emitió un resplandor azul. Alf dejó el arma sobre la silla y ahuecó la medalla con una mano para poder ver mejor.

La pequeña figura que se formó resultó ser un melmaciano, un niño. A pesar de que todo se veía en azul, pudo reconocerlo…Kurtis.

—¿Gordon? Soy Kurtis —era la voz de su hermano, no cabía duda—. Si estás escuchando esto, quiero que sepas que sobreviví. La que te está dando el mensaje es una Chaffi de la Tierra llamada Katrina.

Alf la miró con odio.

—Esto no es gracioso—dijo, apretando los labios.

—Por favor, sigue escuchando…

Sé que tal vez te cueste creerme, así que te diré algo que solo nosotros podríamos saber. ¿Recuerdas cuando nos cuidabas mientras mamá y papá se fueron un par de días de vacaciones y yo rompí la tubería de agua con el tanque de juguete?

Alf parpadeó, sin poder creer lo que escuchaba. Solo ellos dos sabían lo que había ocurrido, ya que jamás admitieron a sus padres lo sucedido.

—¿Y recuerdas cuando invitaste a Rhonda a cenar a casa y yo te arruiné la cita? Casi pensé que me ibas a matar esa noche.

Alf tragó saliva. Ese niño era realmente su hermano…

Te estuve buscando por casi medio universo. Me enteré que estuviste internado en un hospital en la ciudad de Daintro, en el planeta Chaffers y no mucho más. Buscando información, me comuniqué con Skip y Rhonda y me dijeron que estabas en la Tierra. Por cierto, estaban muy enojados contigo.

Alf asintió lentamente con la cabeza. Esperaba que se les fuera el enojo rápido. Tarde o temprano lo entenderían.

Vine hasta aquí, pero calculé mal las coordenadas y caí en el mar. Katrina y su amiga Claudia me rescataron y estoy viviendo en casa de Claudia desde entonces. Usaron todos sus esfuerzos en encontrarte.

"Un día mirábamos la televisión con Claudia y vimos nuestro apellido en esa novela horrible donde decían que eras guionista. Entre eso y lo divertida que se puso la novela, me di cuenta que eras tú. Así te encontramos."

Kurtis respiró hondo y se inclinó ligeramente hacia adelante. Pudo notar unas diminutas lágrimas holográficas saliendo de sus ojos que se limpió rápidamente con el brazo.

—Solo… quiero estar contigo. Te amo.

El holograma desapareció y el dispositivo se apagó. El pecho le estaba doliendo por todas las emociones comprimidas que tenía dentro. Se lo notaba mucho más serio, pero sin lugar a dudas era él. Iba a decirle algo a la chaffi llamada Katrina, pero en ese momento entró Willy.

—Alf, escuché un… —empezó a decir, pero se paralizó al ver a la extraterrestre sentada en el suelo, respirando con una máscara de oxígeno. La chaffi retrocedió un poco al verlo.

—No le voy a hacer daño —dijo Katrina, alzando una mano. Enseguida, se transformó en una humana de cabello largo y rubio muy claro, lacio como una cortina—. ¿Lo ve? —agregó, sacándose la máscara de oxígeno.

Willy desvió la vista enseguida y no era para menos: estaba completamente desnuda.

—¿Puedo usar el teléfono? —preguntó Katrina, como si estar desnuda fuera lo más normal del mundo—. Tengo que llamar a alguien.

—Claro, úsalo —respondió Alf—. Pero ponte algo de ropa, antes de que provoques un divorcio en esta casa.


Willy fue a buscar algo de ropa a la habitación. Abrió el ropero y comenzó a revolver entre las prendas. Tomó una camisa a cuadros azul y un sueter amarillo. Estaba buscando unos pantalones cuando escuchó a su esposa hablar desde la cama.

—¿Willy? —preguntó, medio dormida —. ¿Qué estás haciendo?

Willy se dio vuelta, con un pantalón de jean en la mano.

—Bu-bueno —tartamudeó—. Creo que tenemos una visita.

—¿Visita? —Kate se incorporó.

—Hay otra alienígena aquí en nuestra casa y no sé qué está haciendo aquí.

Kate se levantó de la cama bruscamente, poniéndose las pantuflas.

—¿Es un melmaciano?

—No, no lo es —Willy no sabía como explicarle porque ni él mismo entendía la situación—. Es… es otra cosa... tendré que preguntarle a Alf, los he visto hablando.

Willy salió de la habitación con la ropa y fue a la sala. Alf estaba sentado en el sillón, mirando el collar de Flo de manera muy pensativa.

—¿Dónde está? —preguntó Willy.

—Está hablando por teléfono en la cocina —respondió Alf—. ¿Vas a llevarle la ropa?

Willy tragó saliva y negó nerviosamente con la cabeza.

—N-no.

—Bien dicho —rio Alf, mirando a Kate.

—¿Nos podrías explicar que está pasando?

—Oh, nada. Es solo una chaffi.

—¿Chaffi?

Alf chasqueó la lengua.

—Una habitante del planeta Chaffers. Son unas sanguijuelas semiacuáticas…

—Oí eso.

Willy volteó hacia la puerta de la cocina y desvió inmediatamente la vista al ver que la alienígena llamada Katrina estaba parada allí.

—Aquí tienes la ropa —dijo de manera atropellada, extendiendo sus brazos con la ropa. Pudo ver el rostro impactado de Kate, quien llevaba en la mano el resto de la ropa que necesitaba, incluido unos zapatos.

—¿Están seguros… de que es una alienígena? —preguntó, hablando muy lento.

—Tenía otra forma antes… era mucho más alta… y tenía tentáculos.

—Que observador —comentó Alf—. Ya veo por qué no te dedicaste a la biología.

La alienígena le sacó la ropa de las manos. Por los ruidos que estaba escuchando, se estaba vistiendo allí mismo.

—Vendrán a buscarme en quince minutos —dijo la chica—. No les quitaré mucho de su tiempo.

—¿Regresarás? —preguntó Alf.

—Si, vendré pasado mañana a más tardar…

—Ya pueden mirar —les avisó Alf a los Tanner.

Willy miró a la chica y, juró por Dios, que pocas veces había visto a una mujer tan hermosa como ella. Al principio solo había notado su lacio y largo cabello rubio platinado, pero ahora podía notar otras cosas. Tenía ojos grises, una nariz pequeña y respingada, de labios ligeramente llenos, todo esto dentro de un rostro ovalado. Parecía ser de algún país de Europa del Este.

Alf miró a los Tanner por un segundo, suspiró y luego comenzó a hablar con Katrina en un idioma que Willy jamás había oído en su vida.

It kot mak raiko alera kot napara ornat si —le dijo, con ansiedad.

Katrina también los miró por un segundo antes de responder, en el mismo idioma:

Nyur iksa bora. Arkam na sakno yut. Oria iksa zik yut pa gika . It nyur si.

Alf hizo un gesto despectivo con la mano.

Iksa gika, iksa gika, pa ayo drapa Chaffers. It mel yut metna e nazer men yut prin si. (

Iksam prin kinir ea Bungaraya sena trien ima. (

It yut-ar si

Katrina respiró hondo y negó con la cabeza

Iksam stak e ki croma mieka ezara pira ki ima.

It tora kot arkam raiko si

Katrina miró a los Tanner con desconfianza.

It yut epika arka si.

Alf también los miró.

Yak — respondió, muy decidido.

—¿De que están hablando? —interrumpió Willy al fin. Si no había intervenido antes, era porque simplemente se sentía fascinado al escucharlos hablar en idioma alienígena.

Katrina y Alf se miraron a los ojos, como si quisieran ponerse de acuerdo sin palabras.

—Lo siento —dijo Katrina—. Creo que no nos hemos presentado formalmente. Mi nombre es Katrina y soy una alienígena de la raza chaffi. Vine hasta aquí a entregar un mensaje a Gordon.

—¿Gordon?

—Ese es mi nombre.

Era cierto. Alf nunca había mencionado su nombre real antes, que él supiera. Le sorprendió que fuera uno perfectamente humano y no uno alienígena.

El ruido de un auto lo sacó de sus pensamientos.

—En fin, ya hice lo que debía hacer —continuó Katrina, acercándose a la ventana de la sala—. Ya me han venido a buscar. Nos volveremos a ver.

Katrina puso la mano en el pomo de la puerta, pero Alf la detuvo.

—Katrina…

—Mel arko mak moka. (

Katrina se dirigió a Kate.

—Le traeré su ropa mañana. Que tengan buena noche.

Katrina abrió la puerta y se marchó. Willy miró por la ventana y la vio subirse a un auto a toda prisa antes de que arrancara y desapareciera de su vista.

—Una chica agradable. Si me disculpan, me voy a dormir…

—Alto ahí —lo detuvo Willy—. ¿Puedes explicarme que demonios acaba de pasar aquí?

—Una alienígena desnuda acaba de venir acá a darme un mensaje y ahora se fue con la ropa de Kate, ¿no estuviste prestando atención?

—Eso lo acabo de ver.

—¿Entonces para qué preguntas?

Kate se adelantó un paso.

—Lo que Willy quiere decir es, ¿por qué vino aquí? ¿Y por qué tienes el collar de Flo?

—Ella era Flo. —explicó Alf con impaciencia—. Los chaffis son cambiaformas.

—¿Y cual era ese mensaje? —preguntó Kate.

Alf los miró a ambos, con los ojos brillantes y totalmente serio. No lo había visto así desde el día que se había comunicado con Skip y Rhonda en la radio.

—Mi hermano está vivo.

El idioma melmaciano lo inventé yo misma. No son palabras al azar. Solo yo tengo las traducciones de los diálogos, pero preferí dejarlo en un misterio por ahora. ¡Nos vemos!