Buenas!

DrVenom555: Me alegro que te guste el idioma, porque se me fundió el cerebro en el intento. En cuanto a la tarta de gato... no sé, supongo que sí, si los chinos comen gato...

Capitulo ocho

Walk Away

Now you gaze toward the doorway

When the weather comes falling down

Willie creyó haber oído mal.

—¿Qué?

—Necesitan a alguien neutral para poder solucionar estos problemas de convivencia. Vivo en la Tierra hace cinco años y he vivido en Melmac por casi medio siglo. No soy humana, pero tampoco melmaciana. De paso, me sentiría más segura si puedo convivir con Kurtis y Augie.

Willie abrió y cerró la boca varias veces. Ni siquiera estaba terminando de procesar las palabras de Katrina, cuando su esposa intervino.

—Creo que ya somos demasiados en esta casa —dijo Kate, con una sonrisa tensa.

—¿Es por el dinero? Yo tengo trabajo y gano lo suficiente. Deben tener muchos problemas de dinero, teniendo en cuenta la destrucción que ha habido en esta casa y lo que come Gordon, ¿cierto? No tengo ningún inconveniente en colaborar, de todos modos Augie y Kurtis son también mi responsabilidad.

Willie se pasó la mano por la cabeza.

—Katrina, te agradezco mucho que te preocupes por nosotros…

—Me preocupo por los melmacianos —interrumpió Katrina.

Willie carraspeó.

—Es que… no tenemos un lugar.

—Tienen un cuarto de invitados, ¿no? Al menos que aún tengan espacio al lado de la lavadora —agregó con sarcasmo.

—Sé que parece horrible, pero no había opción.

—El lavadero no es un lugar seguro. Necesitan un lugar decente para dormir.

—Alf nunca se ha quejado —se defendió Kate.

—Cuando estaba solo no habrá sido un problema, pero dudo que le guste mucho que sus hermanos duerman como perros. Pueden dormir en la habitación de invitados o… —Katrina miró hacia arriba—. Ustedes tienen un ático. Si mueven algunas cosas, podría ser un excelente lugar para ellos.

—¿El desván? No podemos darles el desván —dijo Kate.

—Si, allí hay muchas cosas nuestras, recuerdos…

Katrina se quedó pensativa. Sus ojos se clavaron en Willie, poniéndolo nervioso.

—¿En que piensas? —le preguntó.

—Sé que usted tiene muchos libros de ciencias, radios, telescopios… Tiene mucha hambre de conocimiento. Yo sé lo que hay más allá de este planeta, tengo respuestas a preguntas que los humanos se han hecho por cientos de años. Si me quedo aquí… tal vez le pueda responder algunas de ellas con la condición de que jamás comparta esta información con nadie.

La mente de Willie hasta ese momento se había negado a recibir a Katrina en su casa. Después de escuchar lo que había dicho, estaba muy tentado a decirle que si. Kate pareció notarlo, porque lo tomó de la mano y dijo:

—Katrina, puedes venir aquí a visitarlos todos los días si quieres, pero no a vivir aquí.

Willie se giró hacia Kate.

—Espera… Katrina tiene trabajo, se ve igual a una humana y parece poder manejar a Alf. Lynn entrará a la universidad dentro de poco tiempo y el dinero se nos está acabando.

—Cariño, no es justo que Katrina pague por lo que hace Alf —razonó Kate con una sonrisa, pero apretando los dientes.

—El dinero no es un problema. Gano mucho más de lo que gasto —se metió Katrina.

Willie estuvo tentado de preguntarle cuanto ganaba al mes, pero era una pregunta de muy mala educación.

—Katrina, aunque ganes mucho dinero, no creo que sea suficiente…

—¿Diecisiete mil dólares al mes no es suficiente?

Los dos se quedaron mudos. Había gente que ganaba esa cantidad de dinero en un año e incluso más aún.

—¿Dieci…? —Willie ni siquiera podía pronunciar el nombre de la cifra—. ¿Cómo ganas tanto dinero?

—Es mi sueldo como agente. En mi planeta hay ciertos minerales que aquí son muy costosos pero que son muy comunes de dónde vengo. Solo hay que cambiarlo por dólares y listo.

—Oh —solo pudo murmurar Willie.

—Como dije, gano mucho más de lo que gasto. Solo en comida, el mantenimiento de mi moto, ropa y las cuentas de mi departamento de San Diego, los cuales no son muchos teniendo en cuenta de que no estoy mucho tiempo allí y vivo sola.

Kate no estaba dispuesta a rendirse todavía, a pesar de que Willie parecía dispuesto a cualquier cosa si eso significaba estabilidad financiera y emocional.

—Katrina, ¿Cómo crees que le explicaríamos a los vecinos que vives aquí?

Ella se quedó pensativa un par de segundos.

—Podría ser una hija de una prima de ustedes que está estudiando en la Universidad de Los Angeles —dijo—. Los dormitorios en el campus no son nada baratos.

Willie carraspeó.

—Oye… Es una decisión que no se puede tomar a la ligera. ¿Te parece si lo hablamos en unos días?

—Comprendo. Mientras tanto, tomen esto.

Katrina se metió la mano al bolsillo y sacó dos pequeños frascos transparentes con cápsulas en su interior de color rojo sangre. Cuando Katrina se las tendió a Willie, vio que en un frasco tenía cápsulas más grandes que en el otro.

—¿Qué es? —preguntó Willie, agarrándolos.

—Suplementos de hierro —explicó Katrina—. Estos son aptos para melmacianos. Tienen que tomarlas dos veces al día, durante el almuerzo y la cena. Es una por cada comida. Las capsulas grandes son para Gordon y las más pequeñas son para los niños. ¿Entendieron?

—Si —dijeron Kate y Willie.

—Bien, ahora, con su permiso, tengo que retirarme…

¡Trina!

La voz de Augie se escuchaba desde la cocina. La puerta se abrió y la pequeña salió corriendo para abrazarla. Detrás de ella estaba Alf, visiblemente molesto por haber sido descubierto.

—Estabamos examinando la puerta —fue todo lo que dijo.

Katrina alzó a Augie y le besó la frente.

—Tengo que irme, pero pórtate bien, ¿si?

—¡Yak! Ikso loa yut.

—Yo también. ¿Dónde está Kurtis?

Tak na kom.

—Ya veo. Ahora ve a dormir tú también.

Augie se rió y tocó la punta de la nariz contra la de ella. Una vez más, Alf pareció molesto por ese gesto.

—Ven, Augie —le dijo, con tono alegre para disimular.

Katrina la bajó y Augie fue corriendo hacia su hermano.

—Regresaré en unos días. Que tengan buenas noches.

Katrina tomó su mochila y se marchó de la casa. Alf se llevó a Augie de vuelta a la cocina. Ella murmuró algo en melmaciano y Alf le respondió:

—Creo que Willie va a dormir en el sofá esta noche —alcanzaron a escuchar antes de que la puerta se cerrara.

Kate miró a Willie, echando chispas por los ojos.

—"¿Te parece si lo hablamos en unos días?" —lo citó Kate—. ¿Cómo se te ocurre considerarlo?

—Cariño, Katrina nos puede ser de mucha ayuda —intentó tranquilizarla.

—¿Ayuda para nosotros o solo para ti?

—¿De que hablas?

Kate se rio de manera sarcástica.

—¿No la escuchaste cuando dijo que quería revelarte los secretos del universo a cambio de quedarse?

Willie la había escuchado perfectamente y era unos de los motivos por los que había declinado por Katrina, pero de ahí a admitírselo a su esposa…

—Kate, no fue por eso…

Kate lanzó un resoplido, se dio media vuelta y se dirigió a la habitación matrimonial, con paso apretado.

—¡Kate! ¡Kate!

Su esposa entró en la habitación, con Willie siguiéndola detrás. Tuvo suerte de que no le cerrara la puerta en las narices.

—Kate, escucha —dijo, sin acercarse a ella. Su esposa estaba de espaldas a él, mirando la ventana—. Hace tiempo me comentaste que necesitábamos ayuda con Alf, pero que era imposible decirle a alguien la verdad. Ahora tenemos la oportunidad perfecta.

—Esa chica no me gusta. Hay algo es ella… algo raro.

—Kate, ni siquiera la conoces.

—Ese es el punto. No la conocemos, no podemos permitir que simplemente se quede aquí, aunque sea porque está preocupada por los hermanos de Alf. Nosotros también tenemos niños, Willie, y me preocupo por ellos.

Tenía que admitirlo, tenía razón. Se acercó a su esposa y la abrazó por la espalda.

—Lo siento, cariño, no sé que se me cruzó por la cabeza.

—Creo que sé que fue lo que cruzó por tu cabeza —dijo, con tono amargo

Willie parpadeó.

—¿Qué?

Kate se giró. Parecía extrañamente insegura, pero luego le sonrió.

—Oh, nada. Voy a darme una ducha.

Kate fue al baño y Willie se sentó en la cama. No podía creer que había quedado tan ciego por la propuesta de Katrina.


Kurtis… ¡Kurtis!

Alguien lo estaba zarandeando con fuerza por el hombro. Kurtis abrió los ojos y vio en la semioscuridad a su hermanita, con los ojos llorosos.

—¿Qué pasa? —le preguntó, bostezando—. ¿Tuviste otra pesadilla?

Si —murmuró Augie, con los ojos llorosos—. Pero Gordon no está.

Kurtis se despejó del todo y miró el canasto que estaba a su lado. Estaba vacío.

Debe haber ido al baño —la tranquilizó—. Ya volverá.

Pasaron cinco minutos y Gordon aún no había regresado. Estaba empezando a preocuparse y Augie estaba llorando bajito, como para no molestar a nadie.

—Voy a buscarlo —dijo, ya levantándose.

No me dejes sola —Augie lo agarró del brazo.

Iremos juntos. Pero no hagas ruido.

Se levantaron y salieron del lavadero hasta salir por la puerta de la cocina. La sala estaba completamente a oscuras. Tanteando con una mano mientras que con la otra tomaba la de su hermanita, llegaron a la puerta del baño.

¿Gordon? —lo llamó, golpeando con suavidad la puerta. No hubo respuesta.

—Abrela —le suplicó Augie.

Kurtis se puso en puntas de pie y abrió la puerta. Estaba oscuro, pero bastó para saber que su hermano mayor no estaba allí.

Fueron de vuelta a la cocina, al patio trasero, al garaje, incluso al sótano… no había ni rastro de Gordon. ¿Dónde demonios se había metido? Los únicos lugares que no había revisado habían sido las habitaciones de los Tanner y el ático.

Quedate en la sala, Augie —le dijo a su hermanita—. Iré a ver las habitaciones.

Fue en vano. No estaba en ninguna de las tres habitaciones. Cuando regresó a la sala, Augie comenzó a llorar de manera histérica, meciéndose sobre sus pies.

¡Augie, no llores! —le dijo, abrazándola para calmarla, pero era en vano.

¡Quiero a Gordon! —sollozaba, hundiendo la cabeza en su pecho.

Kurtis también quería a Gordon. Si no estaba en la casa, ¿Dónde se había metido? Tal vez debería llamar a Katrina. Sabía que probablemente estaba durmiendo, pero era una emergencia.

Las luces de la sala se encendieron y vieron a Kate y a Willie acercándose hacia ellos, muy preocupados.

—¿Qué sucede? —preguntó Kate, ya agachándose junto con Willie.

—No encontramos a Gordon por ningún lado —respondió, intentando mantenerse tan sereno como podía. Estaba tan asustado como Augie, pero ponerse histérico no ayudaría a nadie

¿Cómo que no lo encuentran? —preguntó Willie.

Revisamos la casa entera. Simplemente no está, como si se lo hubiera tragado la tierra.

Augie sollozó más fuerte.

—Tranquila, Augie, ya aparecerá —le susurró a su hermana. Se dirigió hacia Willie, en el mismo tono de voz—. Salió de la casa y no sé si le sucedió algo. Iré a comunicarme con Katrina. Usted cuide a mi hermana, por favor.

Kurtis salió corriendo hacia el lavadero y tomó el dispositivo que estaba sobre el librero. Las manos le temblaban y tenía un nudo en la garganta que le impedía tragar, pero aún así tomó el DCU y marcó el número de Katrina.


Willie no pudo dormir.

Llegó a salir de la casa, buscándolo en cinco cuadras a la redonda y no lo encontró. Tuvo que regresar a la casa con las manos vacías y decirle a Kurtis y a Augie que no lo había encontrado.

It pa Gordon adera mak si —le dijo Augie a Kurtis, entre lágrimas. Sonó a una pregunta.

Nyur —respondió Kurtis, abrazando a su hermana.

—¿Qué dijo? —preguntó Willie

—Preguntó si Gordon nos había abandonado —respondió Kurtis, con tono amargo—. Él no haría eso. Moriría antes que abandonarnos —respiró profundamente antes de preguntar—. ¿Qué haremos?

—Apenas amanezca me iré con el auto a buscarlo otra vez —respondió Willie—. ¿Pudiste comunicarte con Katrina?

—Su DCU está apagado. Debe estar durmiendo o tal vez salió a trabajar, pero le dejé un mensaje. Me llamará apenas lo escuche y verá que hac…

La puerta de la cocina se abrió y Alf entró a la sala. Se quedó muy sorprendido al ver a Willie, Kurtis y Augie en la sala.

—¿Qué hacen aquí?—preguntó, confundido.

Augie se separó bruscamente de Kurtis y salió corriendo a su encuentro. Prácticamente lo embistió para abrazarlo.

¡Gordon! —exclamó entre lágrimas—. It pa yut ope na si.

—Solo fui a dar un paseo —respondió Alf, agachándose para abrazarla—. ¿Qué sucedió?

—¿Que qué sucedió? —Kurtis se plantó frente a él, furioso y al borde del llanto—. ¡No estabas, eso sucedió! ¡Augie estaba histérica! ¡Nos preocupaste a todos!

—No sabía que se iban a despertar a mitad de la noche —intentó excusarse Alf.

—¡Augie tuvo una pesadilla! ¡Sabes muy bien que lo primero que hace es ir contigo! ¡Pensó que la habías abandonado!

Willie quería intervenir, pero sentía que se estaba metiendo en una discusión de familia y prefirió quedarse callado.

—Jamás habría hecho eso y lo saben —dijo Alf, como si fuera lo más obvio.

—¿Entonces que rayos estabas haciendo afuera?

—Estaba caminando, es todo.

—¡Cualquiera te pudo haber visto!

—No pasó nada.

—¿Acaso pensaste…?

—¿Mamá?

Todos se giraron al pasillo. Brian estaba levantado, con el pelo revuelto y frotándose los ojos.

—¿Por qué están peleando? —preguntó.

Kate carraspeó.

—Nadie está peleando, cariño. Vamos a la cama.

Kate empujó suavemente a su hijo en el hombro y fueron a la habitación de Brian. Kurtis se adelantó un par de pasos y tomó de la mano a su hermanita.

—Vamos a dormir, Augie —le ordenó, con un resoplido.

¡Nyur! Gordon…

—Basta, Augie. A la cama.

Kurtis se llevó a su hermana casi a rastras hasta la cocina, mientras ella lloraba para volver con Alf. Cuando escucharon la puerta cerrarse, Alf se sentó en el sillón y encendió la televisión como si nada hubiera pasado. Willie se puso en medio de la pantalla.

—No eres transparente, Willie, hazte a un lado —lo retó, haciéndole un ademán con la mano para que se apartara.

—Alf, ¿Cómo se te ocurre salir afuera? —casi le gritó.

—Estaba haciendo un poco de ejercicio, es todo. Siempre me dices que no hago nada y ahora que lo hago, te enojas.

—¡Eso no significa que tengas que exponerte!

—Oye, salgo cuando todos están durmiendo y vuelvo antes de que salga el sol. Lo hago desde hace tiempo y nadie me ha visto.

—¿Hace cuanto tiempo?

—Cuatro meses.

Willie casi sintió que le iba a dar un infarto. Entonces lo hacía desde hacía poco tiempo después de llegar a la Tierra.

—¿¡Cuatro meses!?

—Si. Ahora siento mis piernas mucho más fuertes.

—¡Eres un inconsciente! ¿Acaso no piensas en lo que pasaría si te ven? ¿Lo que le pasaría a tus hermanos?

—¡POR SUPUESTO QUE LO SÉ! —gritó Alf con furia, con los puños apretados. Había pasado del total desinterés a la ira. Sus ojos llenos de furia incluso lo asustaron—. ¿Crees que me gusta que estén aquí, durmiendo en un maldito cuarto de lavado cuando tendrían que estar en su hogar, en sus habitaciones, con sus padres, preparados para ir la escuela mañana? ¿Crees que duermo tranquilo pensando que podrían venir los militares de tu planeta a hacerles vaya a saber qué?

Alf pareció darse cuenta de que Willie se había asustado porque respiró hondo y comenzó a abrir y cerrar los puños varias veces antes de hablar con un tono más tranquilo, aunque todavía con ira:

—No vuelvas a decirme que no pienso en lo que le pasaría a mis hermanos porque los llevo protegiendo desde antes de que tu nacieras.

Alf se levantó y se marchó de la sala hacia la cocina. A juzgar porque escuchó la puerta del fondo, se había ido al patio trasero, probablemente al garaje. Willie lo había visto feliz, despreocupado, triste y rara vez enojado, pero nunca lo había visto furioso. Sin contar el día que lo conoció, era la primera vez que le tuvo miedo.

Tal vez si necesitaban a Katrina después de todo.