Buenas!
TheWolftelope90:
1) Era pelea de gatas eso. ¿Sabés que pensaba hacer spin off de Katrina en su trabajo? Pero no sabría como hacerlo.
2) Quiero creer que mis fics son un intermedio entre lo "pasteloso" y lo "turbina".
Me gusta la relación de Alf y Katrina como amigos más que nada, nada de shippeos turbios esta vez.
3) ¿En serio pensaste eso por el nombre del capítulo? No me conoces para nada XD. Ah, coño, se escribe azadón, gracias.
4) Talento natural. Todos los melmacianos tienen la habilidad de imitar voces
Cuarenta años no es nada para ellos. Pueden vivir hasta los 650 lo más bien.
5) Belleza amazónica no... belleza sovietica XD. Katrina tiene aspecto más de Europa del Este. Kate en canon se ha mostrado celosa cuando le invaden el territorio.
Capítulo diecisiete
Model citizen
I'm a hostage in a city of creeps
—¿Papá?
Willy dejó el periódico a un lado y miró a su hijo más pequeño.
—¿Si, Brian?
—¿Me ayudas con mi tarea de historia? Tengo que escribir la biografía sobre Benjamin Franklin.
Willy se levantó del sillón lentamente.
—Vamos a buscar en la biblioteca.
Fueron al garaje y Willie comenzó a revisar los estantes. Habia algunos huecos entre los libros, lo que significaba que alguien los había tomado. Todos los que hablaban de historia, al parecer, porque eran todos lo que faltaban. Ni un libro de historia a la vista. ¿Quién los habría tomado? ¿Alf?
La puerta del garaje se abrió y entró Kurtis. Tarareaba una canción mientras iba directo hacia la nave de Alf.
—Kurtis, ¿sabes donde están los libros de historia? —le preguntó.
El chico torció la cabeza hacia arriba para mirarlo.
—Los debe tener Katrina.
—¿Katrina?
—Quiere ponerse al día con la historia humana, no lo sé. Desde que regresó del centro comercial con Lynn está encerrada en su habitación leyendo y no deja entrar a nadie.
—Iré a hablar con ella.
Willie se dirigió solo hacia la habitación de Katrina, dejando a su hijo con Kurtis. No podía evitar sentir curiosidad, ya que Katrina parecía interesarle poco y nada sobre la humanidad. ¿Qué haría con tantos libros?
—¿Katrina? —Willie golpeó la puerta.
—Estoy ocupada —respondió ella del otro lado.
—¿Tú tienes todos los libros de historia?
—Si.
—Brian necesita uno para la escuela.
Hubo un silencio breve del otro lado.
—Entra.
Willie entró y casi se tropezó con un libro de la Batalla de Gettysburg. Todos los libros estaban desparramados por el suelo, mientras Katrina estaba sentada en la cama, con las piernas cruzadas, leyendo Tiempos Modernos, de Paul Jonhson.
—Toma el que necesites —murmuró Katrina, sin despegar los ojos del libro.
Willie comenzó a recoger los libros del suelo, un poco molesto.
—Podrías haber dejado los libros sobre la cama.
—Ajá —murmuró Katrina de manera distraida, mientras anotaba algo en un cuaderno que tenía a su lado.
—¿Necesitas ayuda? —le preguntó.
Katrina lo miró a los ojos, con la lapicera aún en la mano. Sus ojos se entrecerraron un poco.
—Tal vez —murmuró por lo bajo, pero Willie la oyó.
—¿Qué necesitas saber?
—Lo suficiente para pasar un examen, pero lo tengo todo bajo control.
Willie apiló los libros sobre la mesa de luz.
—¿Tienes un examen en tu trabajo? —preguntó.
—Algo así. Tengo que saber lo suficiente para demostrar que soy apta para vivir en este planeta sin llamar la atención.
—Ya veo. Como un examen de ciudadanía.
Katrina parpadeó.
—¿Examen de ciudadanía? —preguntó, con interés. Willie sintió un pequeño calor en su pecho al ver sus ojos llenos de curiosidad genuina.
—Cuando un extranjero quiere hacer la residencia permanente, se les toma un examen. Si lo pasan, obtienen la ciudadanía —respondió.
Katrina bajó la vista.
—No lo había pensado —luego de unos segundos, agregó—. ¿Cómo es eso?
—Que yo sepa, hay cien preguntas que te pueden hacer y eligen diez de estas.
—¿Sabes cuales son las cien preguntas?
—Sé algunas de ellas, pero no todas.
Katrina dejó a un lado su cuaderno.
—Pregúntame.
—¿Eh?
—Que me hagas algunas de esas preguntas que sabes —insistió.
Willie hizo un esfuerzo por recordar algunas.
—¿Cuál es la ley suprema de la nación?
—La constitución —respondió Katrina sin vacilar.
—Muy bien. ¿Quién crea las leyes federales?
Katrina miró las paredes de la habitación como si esperara que le dieran la respuesta.
—¿El presidente?
Willie negó con la cabeza.
—El Congreso.
—Oh —musitó, un poco decepcionada.
—Bueno… ¿Cuál es un derecho que solo un estadounidense puede hacer?
—¿Votar?
—Eso es correcto. No vas tan mal.
—Gracias.
—¿Por qué los colonos vinieron a America?
Katrina apretó los dientes.
—Eso lo había leído… ¿Para demostrar que la Tierra era redonda?
Willie se puso a reir.
—Ese fue Cristóbal Colón.
Katrina parpadeó.
—Me preguntaste por América, no por Estados Unidos.
—América y Estados Unidos es lo mismo.
—América es un continente, no un país.
Willie carraspeó.
—Creo que tuve que ser más específico, lo siento. Reformulo: ¿Por qué los colonos vinieron a Estados Unidos?
—Para matar a los indios, robarles sus tierras y quedarse con su oro —respondió Katrina de manera monótona.
Willie se sacó los anteojos y fingió limpiarlos con sus dedos.
—La respuesta correcta es… para escapar de la persecución religiosa.
—Bueno, supongo que es la versión oficial —murmuró Katrina.
—Mira, no niego que hayan ocurrido atrocidades durante esa época contra los indios, pero escaparon por persecución religiosa.
—Humanos matándose entre ellos, no me sorprende —gruñó.
—¿En tu planeta no hubo guerras o enfrentamientos? —preguntó Willie, ya un poco harto.
—Tuvimos nuestras épocas oscuras, pero no al extremo que hacen ustedes.
—Me gustaría conocerla.
Katrina negó lentamente con la cabeza, con su cabello rubio balanceándose como una cortina.
—¿Qué sentido tiene para ti aprenderla? No podrás compartirla con nadie y nunca irás a mi planeta de todas maneras.
—He querido saber del espacio durante toda mi vida. Y prometiste que me contarías sobre ello cuando vivieras aquí.
Katrina frunció el ceño.
—Oh, había olvidado eso.
—¿Entonces?
Katrina se mordió el labio inferior, pensativo
—Puedes hacerme diez preguntas. Pero no hoy —agregó, al ver el rostro entusiasmado de Willie—. Mañana. Necesito terminar de estudiar la historia estadounidense y luego la historia mundial.
—De acuerdo. ¿Necesitas más ayuda?
—Tal vez más tarde. Quiero dormir un rato.
Willie tomó uno de los libros que tenía la información que Brian necesitaba.
—Bueno, te dejaré descansar.
Salió de la habitación y prácticamente chocó con Kate, quien estaba pasando con un canasto de ropa. El impacto la hizo soltar el canasto y ella misma habría caído al suelo de no ser porque Willy logró tomarla de los hombros para evitarlo. Curioso, parecía más liviana de lo normal.
—¡Kate, lo siento mucho! —se disculpó, mientras alzaba el canasto.
La puerta se abrió y Katrina salió de la habitación.
—¿Todo está bien? —preguntó.
—Si, no te preocupes —le respondió Willie—. Solo un pequeño accidente.
Katrina los miró durante un segundo o dos, estudiándolos a ambos y luego cerró la puerta. Kate, ya más recompuesta, le preguntó:
—¿Qué hacías en la habitación de Katrina?
—Estaba buscando un libro —señaló el que tenía en la mano—. Ella lo tenía.
Kate lo miró como si no le creyera.
—¿Desde cuándo le interesa la historia humana?
—Dijo que tenía que estudiarla más a fondo por su trabajo. Bueno, tengo que ayudar a Brian con su tarea.
Willie se alejó lo más rápido que pudo de ella. Kate no solia ser celosa, pero desde que estaba Katrina había estado un poco hostil. Entendía que ella no se sintiera cómoda, pero tarde o temprano tenía que asumir que desde que Katrina había llegado, las cosas habían cambiado para mejor
Willy comenzó a ayudar a Katrina con historia y geografía. A diferencia de Alf, quien siempre parecía no prestarle atención y las pocas veces que lo hacía se burlaba o sacaba de quicio, ella estaba pendiente de cada palabra y hasta podían debatir ciertos puntos que ella generaba en base a su desconocimiento. Era muy interesante hablar con ella. No se burlaba ni parecía que le aburría, sino todo lo contrario.
Como no quería que Kate comenzara a pensar en cosas raras, estudiaban en la cocina o en la mesa del comedor. A veces Alf se sumaba, pero lo terminaba echando por querer confundir a Katrina inventándose cosas.
—¿Estás completamente seguro que así fue la muerte de Francisco Fernando? —le preguntó Katrina, incrédula.
—Así fue —se rio Willie ante el asombro de ella.
—Si no hubiesen ido al hospital a ver a los heridos, tal vez se habría salvado él y su esposa.
—Tal vez si, tal vez no. El caso es que todo esto desencadenó la Primera Guerra Mundial.
—Comprendo —dijo Katrina, tomando un sorbo de su lata de cerveza.
—¿Cuándo será tu examen?
—En tres semanas.
—Bien… ¿Quieres que sigamos?
—No, quiero descansar un rato de todo esto. Además, tengo más cosas en las que debo concentrarme.
—¿Te puedo ayudar en eso?
Katrina lo miró de arriba abajo.
—¿Sabes algo de artes marciales? —preguntó, con una pequeña sonrisa burlona. Las pocas veces que la había visto sonreir, se veía realmente humana.
—No.
—Entonces hasta aquí llegamos.
Willie cerró el libro que estaban leyendo y se levantó para irse a guardar los libros.
—¿Quieres que te responda esas diez preguntas? —sugirió Katrina de golpe.
Willy se dio vuelta, abriendo y cerrando la boca varias veces como un pez fuera del agua.
—¿Ahora? No sé si estoy listo…
—¿No has hecho alguna lista de preguntas?
La verdad, no había hecho ninguna lista, pero tenía muchas preguntas rondándole por la cabeza.
—¿Cómo es tu planeta? —le preguntó, sentándose rápidamente a su lado
Katrina parpadeó.
—¿En que sentido?
—Quiero saber como se ve.
Katrina comenzó a apilar los libros que estaban desparramados sobre la mesa.
—Es un poco más chico que la Tierra, pero con más agua —respondió— Las masas de tierra son mas pequeñas, como islas. La más grande debe tener el tamaño de Australia. Una luna grande y dos soles pequeños.
—Ya veo —murmuró, fascinado. Quería saber más sobre Chaffers, pero también quería saber de otras cosas—. ¿Y Melmac?
—Melmac era aún más pequeño, pero más parecido a la Tierra en cuanto a la cantidad de agua y tierra. Un solo sol y dos lunas pequeñas. Era bastante frio, pero con el pelaje no se sentía mucho.
—Una vez escuché que hablaste de una Unión Intergalactica. ¿Qué es?
—Es como una especie de ONU, pero más útil. Lo conforman diez representantes, uno por cada planeta.
—¿Eso quiere decir que hay diez razas alienígenas?
—Si.
—¿Hay algún planeta de este sistema solar que esté habitado?
Katrina se quedó en silencio un par de segundos.
—No puedo responder eso.
—Entonces si los hay.
—Pregunta otra cosa —insistió Katrina—, o ya no te contestaré nada.
—De acuerdo, de acuerdo. ¿Realmente la canción que tocaba Alf en la guitarra se trataba de descuartizar a un gato?
Katrina sonrió un poco.
—No. Se trataba de una antigua leyenda melmaciana.
—¿Cuál leyenda?
—La leyenda de Arikana, una guerrera de las islas Polya—antes de que Willie pudiera formular otra pregunta, Katrina agregó—. Esta es la sexta pregunta. Te faltan cuatro.
—Si, lo sé. ¿Cómo fue que explotó Melmac exactamente?
Katrina se apretó el puente de la nariz. Le daba la impresión que ya esperaba esa pregunta.
—No puedo responder eso.
—Alf dijo que hubo una explosión nuclear.
—Cambia de pregunta. No puedo responder eso.
—Bien, bien… ¿Las naves espaciales son tan normales como los autos aquí?
Katrina levantó las cejas. Parecia estarse divirtiendo.
—No, no es tan común tener tu propia nave espacial, pero tampoco es demasiado raro. Es como… tener una lancha. Una lancha muy cara.
—¿Qué comen las otras razas?
—No conozco la gastronomía de todos los planetas. La mía se basa en la comida marina, en la de Melmac era la carne, en Bungaraya son herbívoros… No he ido a todos los planetas.
—Comprendo… ¿Qué hay de las películas y los libros? ¿También tienen eso?
—Si, tenemos entretenimientos similares a la Tierra.
—¿Y la religión?
Katrina resopló.
—Cada planeta tiene su fe. En mi caso, lo nuestro es más una mitología que una religión real.
—¿Cómo es tu religión.. o mitología?
—Ya hiciste las diez preguntas, no puedo responderte más. ¿Satisfecho?
—En realidad… solo me dieron aún más ganas de saber que hay más allá de este planeta.
Katrina lo miró en silencio unos instantes antes de levantarse y tomar los libros.
—Tal vez en otro momento te responda más, pero quiero que sepas que hay cosas de las que mejor no hay que saber. La ignorancia es una bendición, dicen por aquí. Y es una de las pocas cosas en las que concuerdo con los terrestres.
Katrina se retiró por la puerta trasera de la cocina. Willie se quedó sentado en su lugar. Tal vez tuviera razón, pero quería saber más. El único que le podría responder más preguntas seria…
Kurtis.
Katrina estaba afinando su guitarra para despejarse un poco la cabeza. Tantas fechas, nombres y lugares le estaban provocando migraña. Lo de historia y geografía le tenia sin cuidado. El problema eran más las habilidades sociales y era lo que más le preocupaba. Por suerte, la música y el agua siempre habían sido su refugio para cuando se sentía abrumada.
He hecho de todo para continuar
Tapando mis ojos para no verte
Riendome para ocultar mi tristeza
Mintiendome diciendo que todo está bien
Gordon entró a su habitación sin tocar la puerta, como de costumbre, interrumpiendo su canto.
—¿Aún tienes fuerzas para tocar eso? —se burló Gordon—. Después de escuchar los discursos de Willie, me dan ganas de dormir todo el dia.
—De hecho, fue interesante —respondió Katrina, sin dejar de tocar la guitarra.
—Eres tan aburrido como él.
—No creo que Willie sea aburrido.
Gordon se la quedó mirando fijo, con una sonrisita burlona.
—¿Qué? —preguntó Katrina.
—Lo llamaste Willie.
—Ajá.
—Siempre te refieres a él como señor Tanner o simplemente "el humano"
Katrina dejó de tocar la guitarra. No se había dado cuenta.
—Se supone que es mi tío, ¿no? Debo acostumbrarme a llamarlo así —replicó Katrina, como si fuera lo más obvio.
—Como digas.
Gordon se sentó en la cama, al lado de Katrina, empujando un par de libros para hacerse lugar. Alzó uno de los libros, mirando la portada.
—Debes pasar ese examen o tendré a tres niños llorosos que calmar —le dijo.
—¿Tres?
—Brian te admira. Cree que eres una especie de superheroina que pelea contra alienígenas malvados.
Katrina no pudo evitar reírse un poco.
—Si, claro, una superheroina.
—Y Lynn cree que eres genial.
—Lynn cree que no sé vestirme.
—Yo creo que Lynn está dudando de su sexualidad desde que te conoció.
Katrina lo miró, sorprendida. Gordon se echó a reír al haberla tomado por sorpresa.
—Era una broma, mujer. Hablando de eso. ¿Qué te interesa? ¿Hombres o mujeres?
—Nada —respondió Katrina, otra vez concentrándose en la guitarra.
—¿Nada? ¿No experimentaste ni un poco en la escuela?
—¿Por qué estás hablando de mi sexualidad?
Gordon se encogió de hombros.
—Solo intento dar conversación.
—Busca otro tema.
—¿Siempre eres así de aburrida?
—Si no te gusta, ahí está la puerta.
Gordon rodó los ojos.
—Hasta las canciones que tocas son aburridas. Presta para acá.
Gordon le sacó la guitarra de las manos y la acomodó como pudo para poder tocarla.
—¿Cuándo me comprarás una guitarra a mi medida? Esto parece un contrabajo.
—Te conseguiré una guitarra para niños si dejas de llamarme aburrida.
—Pides mucho, pero lo intentaré.
Gordon comenzó a rasgar las cuerdas en una melodía mucho más animada que la que ella estaba tocando
Yo digo que si, tu dices que no
Yo quiero avanzar, tu quieres retroceder
Cuando quiero que vayamos al cine
Tu dices que todas se ven iguales
Y que quieres quedarte en tu casa
Yo digo que corramos y tu que caminemos
¿Nunca podremos coincidir?
Yo quiero rezar, tu dices que es inútil
Ya dejé de creer en la magia
En los monstruos o en los héroes
Porque los has destruido a todos
Gordon dejó la guitarra a un costado.
—Cuando mi novia del colegio me dejó, esto fue lo primero que escribí —se rio Gordon, como si no pudiera creer que hubiera hecho eso—. Salimos por cuarenta años, pero ella simplemente era más ambiciosa y había crecido más rápido, no tenía ganas de esperar a que yo madurara un poco.
—¿La extrañas?
—Nah, creo que fue mejor así. Me sentí dolido porque en ese momento no lo vi venir. Cuando dijo que me dejaba, sentí como si una nave militar me hubiera arrollado cuando ya estaba cayendo en picada. Mirando hacia atrás, era demasiado obvio.
Las experiencias con parejas que tenía Katrina era menor a cero, así que no supo que decir.
—De todos modos no me duró mucho —continuó—. Tuve mucho apoyo de mis amigos y mi familia.
—¿Ah, si?
—Si. Soy muy carismático y me resulta fácil hacer amigos. Debe ser por mi cara bonita y mi voz de tenor.
Katrina dejó la guitarra a un lado. Una idea se le había implantado en la cabeza.
—Gordon… Si dices que tienes carisma, quiere decir que sabes actuar, ¿no?
—¿Actuar? Si hiciera una película, me llevaría hasta la estatua de decoración de los Oscar. ¿Por qué?
Odiaba pedir ayuda, realmente lo odiaba. Pero si quería permanecer en la Tierra, tenía que comenzar a ceder.
—Necesito que me hagas un favor…
