Buenas!

The Wolftelope90: Si, pasa que Alf no termina de confiar en ella del todo.

No se ve la edad que pusiste en el comentario, pero para estas alturas Brian tiene siete años.

Según lo que te insinuan en la serie, fue por una explosión nuclear, aunque el propio Alf dice no estar muy seguro de lo que pasó.

Capítulo dieciocho

Social Studies

I felt a great desire to walk off with someone else's groceries

So that I could study them at length

And study their effects on me.

As though if I ate their groceries I would become that person; until I finished their groceries.

Una de las cosas que nadie de la familia se había enterado, era que Alf había formado parte de un destacamento especial cuando estaba en la milicia. Su sargento prácticamente lo había obligado a entrar (probablemente esperando a que lo mataran en la primera misión). Nunca había destacado por sus habilidades para pelear o disparar un arma (cosas que realmente no le gustaba hacer), pero su carisma, su nivel de manipulación y la resistencia a las torturas habían sido suficientes para su capitán y lo usaban cada vez que tenían que infiltrarse en algún lugar.

Nunca había creido que le tenía que enseñar esas cosas a Katrina.

—Se supone que tendrías que saber todo eso. ¿Qué clase de agente eres? —le cuestionó Alf.

—Yo solo voy, mato y ya. Pero no suelo "infiltrarme", por así decirlo, salvo algo muy básico para mezclarme en la multitud, eso es todo.

Alf se acomodó el mechón que le colgaba sobre la cara.

—Es fácil cuando observas lo que hay a tu alrededor. Tienes que ver la cultura general de un grupo en específico. Por ejemplo: ¿Cómo se comporta una adolescente de quince años? Transformate en una.

Katrina en ese momento se encogió varios centímetros y sus rasgos se volvieron más infantiles. La ropa le quedaba un poco suelta.

—¿Así?

—Bien, ya estás lista para seducir a los amigos, novios, hermanos y padres de tus compañeras de clase.

—Muy gracioso.

—En fin, piensa. ¿Cómo actuaria una adolescente?

—Como una estúpida que solo le importan los chicos, la ropa y salir de fiesta.

Alf enarcó las cejas.

—¿Algo más?

—Y odian a sus padres.

—¿Tu crees que así es Lynn?

Katrina resopló

—Solo estaba generalizando, no quise decir que Lynn fuera así.

—¿Y como crees que es ella?

—No lo sé… es… amable, supongo.

—Ajá… ¿Qué más?

—Parece bastante enamoradiza.

—¿Y?

—Eso es todo. ¿Qué quieres, arreglarnos una cita?

—Si algún dia tienes que imitar a una persona en especifico, debes estudiarlo con detalle. Si tienes que imitar a alguien del montón, estudia el grupo en general.

—¿Te enseñaron eso en la milicia? —preguntó Katrina.

—Si. Formé parte de una unidad especial antiterrorista —respondió Alf—. Rezaba todos los días para que no sonara la alarma que decía que nos necesitaban, porque eran cosas realmente… jodidas, por así decirlo. Pero eso ya lo sabías, ¿no?

—Algo.

—Oh, pero no siempre fue malo. A veces solo era un niño que no quería hacer un examen y que creyó que llamar al colegio, hacerse pasar por un rebelde y decir que iba a volar el colegio era la idea del año —se rio Alf—. Era muy gracioso cuando ubicábamos la llamada y nos presentábamos en la casa. Las caras de los padres y del niño no tenían precio.

—Supongo que en realidad no era tan gracioso.

—No para los padres, a quienes los investigaban tanto que sabían hasta a que hora iban al baño y les cobraban una multa de hasta diez mil verniks, ni para el niño, que iba a ser castigado hasta la graduación.

Alf se levantó.

—Recuerda lo que dije y lo harás bien. Empieza por rasgos generales y luego por personas más especificas.

—Lo haré.

—A propósito… me debes cien dólares. Una clase dada por un militar de alto rango no es barata.

Alf esquivó justo a tiempo la almohada que le arrojó Katrina y se alejó entre carcajadas.


Desde que era pequeña, Katrina había aprendido que, si querías lograr algo, a veces había que hacer sacrificios. En su caso, ella tendría que pasar tiempo con los humanos si quería aprender a hacer una buena imitación de ellos. Llevaba cinco años en la Tierra y nadie había sospechado nada (no que ella supiera), pero eso había sido porque había tenido perfil muy bajo.

Al dia siguiente de su charla con Gordon, Katrina fue a su trabajo. No tuvo mucho que hacer esa vez, limitándose a una corta misión donde terminó con la vida de otro infeliz en el bosque de San Diego con un rifle de francotirador. En lugar de regresar de inmediato a la casa de los Tanner, decidió usar el gimnasio que estaba dentro de las instalaciones.

La Central de California quedaba en el corazón de Los Angeles. Desde afuera, era un edifico de oficinas custodiado por un guardia de seguridad en la puerta. Por dentro era un lugar completamente diferente y moderno, equipado con la última tecnología alienígena.

Katrina fue a uno de los subsuelos, donde se encontraba el gimnasio. Por lo general, no había más de diez personas allí cuando iba, pero ahora había el doble a causa del condenado examen. Con un gruñido por estar tan rodeada de seres (aunque fueran de su propia especie), buscó alguna máquina libre y logró encontrar una cinta de correr disponible. La puso en baja velocidad, ya que solo planeaba caminar y ver cuánto había mejorado su resistencia.

Katrina nunca le habían interesado los humanos antes. Solo había venido a la Tierra porque Russell se había postulado y ya no tenía ningún lugar al cual pudiera llamar hogar desde hacía mucho tiempo. Los humanos eran, en su opinión, una especie tonta y destructiva que parecía no haberse dado cuenta que estaba cagando donde comía. A su especie, o cualquier otra, le sería muy fácil eliminarlos del mapa para tomar su planeta y cuidarlo mucho mejor que ellos, pero eliminar una especie entera no era ético, según la Unión Intergaláctica. Eso no había impedido que un par de veces se haya intentado.

Ahora que estaba conviviendo con una familia humana, no le parecía tan mal. No le agradaba Kate, pero los demás estaban bien. Brian era un chico educado y lleno de energía; Lynn parecía ser bastante amable y en cuanto a Willie… estaba un poco confundida al respecto. Era todo lo que ella creía que un ser humano no podía ser. Y sin embargo…

—¿Es tu primer examen, no?

Katrina se giró y vio a una chica que no tenía más de veinte años en la cinta de correr que estaba a su lado. Cabello rubio atado en una cola de caballo, ojos azules y con una fuerte aura de "no se atrevan a meterse conmigo". Llevaba una musculosa negra que dejaba al descubierto sus abdominales y unas bermudas azules. Al igual que ella, era asesina y muy buena en su trabajo. No tenía mucha paciencia y era conocida por numerosos roces con sus superiores e incluso con otros agentes. Era demasiado buena en su trabajo como para despedirla, así que la pasaban de un equipo al otro con la esperanza de que se pudiera adaptar a uno. Ahora trabajaban juntas desde hacía un año.

—Violet, hola —saludó Katrina—. Si, es el primero. ¿El tuyo?

—Tercero —respondió—. ¿Nerviosa?

—Un poco.

Violet sonrió.

—Mientras estés en forma y les beses el trasero a los jefes, todo estará bien —respondió—. No te dejes engañar: parte de las pruebas están hechas en forma de juego.

—Eso escuché.

Estuvieron unos minutos en silencio mientras Katrina estaba metida en sus propios pensamientos. El examen se dividía en físico, social e intelectual y había que pasar los tres, sin excepción. Si era el tercer examen de Violet, quería decir que había pasado el social dos veces.

—¿El social es muy difícil? —preguntó Katrina, intentando sonar casual.

Violet soltó una leve risotada.

—Sabía que me lo preguntarías.

Katrina se giró para verla.

—¿Por qué?

—Desde que trabajo en el equipo, nunca has tenido una misión de infiltración y las escasas veces que lo has hecho, te hiciste pasar por policía. Supuse que no era tu punto fuerte.

Katrina gruñó.

—No te culpo. Hacerte pasar por alguien que no eres desgasta mucho, especialmente si tienes que imitar a idiotas. Pero puedo ayudarte.

Katrina asintió.

—Observar. Imitar. Mantener —enumeró Violet—. Esos son los tres puntos que debes aprender si quieres ser una buena infiltrante.

"Observar quiere decir que debes embeberte en el ambiente de la persona a imitar. ¿Quieres imitar a una estudiante de secundaria hueca que ha tenido más amantes que una prostituta de cuarenta años? Frecuenta los lugares donde suelen ir. Lee revistas para adolescentes, aunque te den nauseas. Observalos desde lejos como si estuvieras en un safari y toma nota de sus gestos y personalidad. Fijate como visten. Muchas veces eso es una pista de su personalidad."

"Imitar. Cuando ya tienes lo suficiente, comienza la imitación. Si no puedes usar la misma ropa de idiota, usa una parecida. Imita sus gestos, por raros que te parezcan. Pero lo más importante es tomar la personalidad. Tienes que pensar como la persona a imitar."

"Usemos un ejemplo. Estás imitando a una chica en específico en un bar y un imbécil te tira la bebida encima. Tu impulso como Katrina es darle un golpe en la nariz, pero tú no eres Katrina, sino una persona calmada que le gusta reírse de sí misma, por lo cual tienes que reírte de la situación aunque en el fondo quieras matarlo a él y a todos los que estén a su alrededor.."

"Mantener. Si llevas mucho tiempo imitando, puede que te canses mentalmente y cometas errores. Cuando imitas a alguien, tienes que imitar todo, incluso las características negativas o cosas en las que no estés de acuerdo. Recuerda que tú ya no eres tú, excepto en la misión. Eres solo una humana idiota más."

Katrina asintió lentamente. Tenía sentido.

—Muchas gracias por el consejo, Violet.

Violet se bajó de la cinta

—No hay problema. Eres una de las pocas que me cae bien, a diferencia de estos imbéciles —hizo un gesto señalando a su alrededor—. ¿Quieres una pelea de entrenamiento? Necesito dar una paliza hoy.

Katrina se bajó de la cinta, más animada.

—Lo único que vas a hacer es recibirlas.


Russell estaba en la sala de descanso, leyendo un libro sobre tejido que había comprado recientemente. Cada vez que se llevaba uno del puesto de revistas lo miraban raro o asumían que era para su madre o su novia. ¿Por qué tejer se consideraba algo de mujeres? Era muy práctico hacer tus propios suéteres y una actividad muy relajante, sobre todo en un trabajo tan estresante como el suyo.

La sala de descanso era amplia y muy cómoda. Unos sillones mullidos, un televisor conectado via satélite para ver programas de otros planetas (apagada en ese momento), unas consolas alienígenas para jugar videojuegos con una calidad que los humanos no llegarían ni en cien años y un refrigerador con golosinas varias. Habian cinco personas más en la habitación: un hombre y una mujer que charlaban animadamente tomando café y tres chicas que estaban jugando a las cartas en silencio alrededor de una mesita ratona.

La puerta de la sala de descanso se abrió de golpe y entró un chico de piel morena a la habitación, agitado.

—¿Russell? —lo llamó. Este lo reconoció por ser uno de los limpiadores del equipo.

—¿Qué pasa?

—¡Katrina y Violet se están dando de golpes en el gimnasio! ¡Sin supervisión!

Russell se levantó como un resorte.

—¿Avisaron al jefe?

—¡Está en reunión, no podemos avisarle!

Tenía suerte de que el gimnasio quedara en el mismo piso que la sala de descanso. En menos de un minuto, ya estaba allí.

Había un montón de otros chaffis reunidos alrededor del ring, vitoreando y animando la pelea. Le costó un poco abrirse paso para ver el espectáculo.

Katrina y Violet estaban en el ring, solo protegidas con unas vendas que tenían en las manos y sin supervisión alguna. Violet tenía el ojo morado y a Katrina le goteaba sangre del labio.

Katrina intentó darle una patada giratoria a Violet en el estómago, pero esta se apartó con facilidad hacia atrás. Por desgracia, quedó arrinconada contra el ring y Katrina volvió a atacar con una patada, esta vez hacia el pecho. Violet volvió a esquivarla moviéndose a un costado y al mismo tiempo le dio una patada en el muslo interno de Katrina, provocando que trastabillara un poco hacia atrás, pero sin perder el equilibro.

Russell conocía muy bien como peleaban ambas y no estaba seguro de que su amiga ganaría la batalla. Violet era impredecible la mayor parte del tiempo, dada a su mania de cambiar bruscamente sus tácticas, pasando de una actitud pasiva a ser un huracán de golpes y viceversa en cuestión de segundos. Katrina usaba mucho las piernas que los brazos a la hora de pelear y solia ser bastante agresiva

Las dos chicas comenzaron a rondarse la una a la otra, como si fueran lobos disputándose por una hembra en celo. Katrina se mantenía seria, pero con un brillo pesado en los ojos, mientras que Violet mostraba una media sonrisa digna de un thriller. En un momento, Katrina tiró una patada bastante alta, bajándola bruscamente para golpear el hombro de Violet con el talón. Si bien la golpeó, su rival aprovechó para agarrarla del tobillo con ambas manos y encajarle una buena patada en las costillas, tirándola al piso. Antes de que Violet se le ocurriera seguirla golpeando en el suelo, subió al cuadrilátero y se puso en el medio.

—¡Basta, ustedes dos! —dijo, poniéndose de cara a Violet.

—¿Quieres una paliza también, Russell? —respondió Violet, dando unos pequeños saltos en su lugar—. Puedo con ambos.

Russell negó con la cabeza.

—¿Puedes con el jefe, Violet? Porque en cuanto se entere te va a poner en tu lugar.

La sonrisa de esta fluctuó un poco, ya que Russell sabía que era al único al que ella le tenía algo de respeto. Dio un chasquido con la lengua y se bajó del cuadrilátero.

—¡Esta queda pendiente, Katrina! —gritó Violet, mientras se marchaba.

—¡Cuando quieras! —respondió Katrina, incorporándose. Se volvió hacia Russell—. No tenías que parar la pelea —gruñó—. Me hiciste quedar mal.

Russell se giró hacia el publico, que se dispersó con rapidez al ver la mirada asesina que les lanzó.

—Te salvé de una golpiza, Katrina.

—Iba ganando —Katrina se limpió la sangre de la boca—. Me voy a dar un baño.

—¿No vas a ir al médico? Tienes las costillas magulladas y…

—No creo que sea buena idea que el doctor Fowler me vea así, ya lo conoces. Me va a gritar por una hora hablando de que el cuerpo es un templo mientras se toma la novena taza de café.

Russell suspiró.

—Está bien, pero ten cuidado. El examen está cerca y…

—No tienes que repetírmelo dos veces.

Katrina se bajó del cuadrilátero y caminó despacio a causa de los golpes. Cuando volviera a su casa, tendría que mimar y jugar con todos sus gatos para sacarse el estrés que Katrina le había provocado.


Cuando Willie llegó del trabajo, Katrina aún no había llegado. Era normal que simplemente desapareciera en cualquier momento y no apareciera por un par de días. Si se comunicaba, era con Kurtis o con Alf, pero nunca con el resto. A veces deseaba que Katrina fuera un poco más sociable, como Alf. Bueno… no tanto como él, pero apenas un poco más.

Kate estaba poniendo la mesa en el comedor. Estaba un poco más pálida y más delgada. Ella decía que probablemente era solo una anemia, pero en el fondo Willie sospechaba que tal vez fuera algo más.

—Hola, cariño —la saludó Willie, con un rápido beso en los labios.

—Hola, cariño.

—¿Todo bien en la casa?

—Si. Brian y Kurtis están jugando en su habitación, Lynn está estudiando en la suya y Alf está bañando a Augie. Prometió no inundar el baño esta vez —agregó.

—¿Y tú le crees? —dijo, mientras se sentaba en el sillón.

Kate suspiró mientras ponía el último plato sobre la mesa.

—Bueno, últimamente se está portando bien, así que decidí darle una segunda oportunidad.

La puerta del baño se abrió. Willie giró la cabeza y vio salir a Augie, envuelta en una toalla de mano, que le quedaba enorme. Detrás de ella salió Alf, quien también tenía una toalla.

—Esta es la última vez que te voy a bañar—gruñó, mientras se secaba la cabeza.

—Pa yut kreza ena luokro

—¡Esa no es excusa para tirarme dentro de la bañera!

Augie soltó una risita y corrió hacia las escaleras del desván. Más que subirlas, se trepaba por los escalones a causa de su pequeña estatura. Alf la alcanzó y la tomó de la mano para subir juntos.

—Realmente los cuida bien —comentó Willie.

—Augie lo sigue a todas partes, como si fuera un patito —sonrió Kate—. A duras penas lo deja para ir al baño algunas veces.

Kate volvió a la cocina y Willie se quedó sentado en el sofá, sin hacer nada más que descansar después de un largo día de trabajo. De vez en cuando, escuchaba las risas de Kurtis y Brian y nada más. Era reconfortante en cierto modo.

Escuchó el sonido de una moto acercándose a la casa y supo que Katrina había llegado. Momentos después, Katrina entró por la puerta. Parecia cansada.

—Hola, Katrina.

—¿Quién mató al ruiseñor? —preguntó Katrina, mirandolo fijo desde la puerta.

Willie hizo un esfuerzo para recordar la contraseña.

—El vendedor de autos —respondió.

Katrina hizo un breve gesto de asentimiento. Willie pensó que se iria a encerrar a su habitación, pero en cambio se sentó a su lado. Parecia muy tensa, a juzgar que tenía la espalda tan recta como una varilla.

—¿Está todo bien, Katrina?

—Si —respondió, ya aflojando un poco su cuerpo. Giró la cabeza hacia él—. ¿Qué tal tu dia?

Willie parpadeó, desconcertado. ¿Katrina preguntando como era su dia? Ella jamás se interesaba en la vida de nadie.

—B-bien, estuvo bien. Gracias por preguntar, Katrina.

—Creo que nunca te pregunté de que trabajabas.

—Soy asistente social.

Katrina torció un poco la cabeza.

—¿Qué es eso? —preguntó.

Parecia realmente interesada. Sus ojos grises tenían un toque de curiosidad infantil que le gustó mucho.

—Un asistente social investiga, analiza e interpreta las problemáticas sociales —explicó.

—Oh… ¿Ayudas a la gente con sus problemas?

—Es una manera muy simple de verlo. Ayudo a la gente vulnerable, de pocos recursos, para que puedan tener una vida digna.

—Creo que entiendo ahora.

—¿No existe el trabajo social en tu planeta? —preguntó Willie.

—No de la manera que tu lo planteas, al menos.

—Explicame como es allí.

Katrina pareció reflexionar, como si no supiera si contarle o no.

—Tu raza y la mia no tienen los mismos problemas sociales ni la misma manera de resolverlos. Por lo que me han enseñado, si las personas son muy pobres, se les ayuda con dinero, ¿correcto?

—Correcto.

—Nosotros no damos dinero. Ayudamos a que sean funcionales al planeta.

—¿Cómo?

—Depende del problema. Supongamos que tú no tienes empleo. El trabajador social investiga por qué no tienes uno, soluciona el problema y te ayuda a conseguir un empleo en base a tus capacidades.

—¿Y que sucede si un chaffi tiene discapacidad?

—Se le consigue un trabajo donde su discapacidad no sea un problema. No creemos que darle solamente dinero sea una solución real. ¿De que sirve eso? Solo lo convertirás en una especie de parásito social. En cambio, si le das un trabajo remunerativo, estará insertado en la sociedad.

—Eso es… maravilloso, Katrina. Parece un planeta perfecto.

—Chaffers no es un planeta perfecto. Tiene sus fallas, como todos. Solo que tu planeta está tan podrido que cualquier lugar donde se respeten todos los derechos básicos es considerado un paraíso.

Se hizo un silencio incómodo. Willie era uno de los que creía que la especie humana aún tenía esperanzas, pero Katrina los hacia sentir como si fueran simples cucarachas.

—Pero como dije, tenemos nuestros problemas. Yo no volvería a Chaffers más que de visita.

—¿Qué problemas?

Katrina iba a responder, pero en ese momento Kate entró al comedor con una fuente de puré de papas. Se detuvo un segundo al ver a Katrina y su cuerpo se puso rígido.

—Hola, Kate —saludó Katrina, haciendo una mueca que intentaba imitar una sonrisa.

—Hola —saludo Kate, también esforzándose por ser amable. Luego, alzó la voz—. ¡La comida está lista!

Kurtis y Brian fueron los primeros en llegar al comedor, corriendo entre risas. Lynn apareció unos segundos después, con cara de agotada. Alf y Augie fueron los últimos.

—¡Trina! —Augie corrió hacia Katrina y le abrazó las rodillas. Ella la levantó en brazos y la sentó en su silla alta.

Willie quería seguir conversando con Katrina sobre los problemas sociales de Chaffers, pero sabía lo difícil que era sacarle unas palabras y menos durante la hora de la comida. Por eso casi se cayó de la silla cuando ella se dirigió a Brian.

—¿Cómo te fue en la escuela? —le preguntó.

Brian parpadeó.

—¿A mi?

Katrina alzó las cejas.

—Si, a ti.

—Bueno... tú sabes… estudiar y eso. ¿En tu planeta hay escuela?

Katrina le sonrió.

—Si, hay escuelas en mi planeta.

—¿Y tú estudiaste en una?

—Si, estudié en una.

—¿Te enseñan a volar naves espaciales?

Katrina soltó una breve risa que Willie jamás le había escuchado emitir.

—No, enseñan contenido similar que la Tierra, supongo. Matemáticas, ciencias, historia…

—Hay que sacar un permiso para volar una nave —se metió Kurtis—. Gordon reprobó la primera vez porque se estrelló.

—Que sorpresa —murmuró Willie.

—¡Oye, esa nave de la escuela de conducir era de la época de la prehistoria, no fue mi culpa! —se defendió Alf—. Casi se desarmó en pleno vuelo.

—Creí que te enseñaban eso en el entrenamiento militar —comentó Katrina.

—Solo te enseñan si sigues la carrera para ser guardián de órbita, como hizo Gordon —respondió Kurtis.

—¿Cómo es un guardian de orbita? —preguntó Willie.

Alf carraspeó.

—Kurtis, se te enfria la comida —le dijo, pero este no le prestó atención.

—¡Oh, es genial! Se dedican… se dedicaban a proteger el planeta de amenazas externas. Más que nada impedir que otros alienígenas entraran ilegalmente al planeta para esconderse o cometer crímenes. También se encargaban de protegerla en caso de…

Alf pinchó la pieza de pollo de Kurtis y se lo metió en la boca.

—¡Hey! —gritó Kurtis.

—¡Alf! —lo retaron toda la familia a la vez.

—Ya que te la vas a pasar hablando en lugar de comer…

—¡No es justo!

—¿Qué quieres, que te la devuelva? Espera un par de horas y verás.

—¡Eres un…!

Kurtis se abalanzó encima de Alf para golpearlo pero Katrina, que estaba sentada al lado, lo sujetó del cuello de su playera y lo tironeó hacia atrás.

—Gordon, creo que tienes que irte al desván —le dijo Katrina—. Ya has comido más que suficiente.

Alf la miró fijo a los ojos y Willie pensó que habría otra pelea, pero él dijo:

—Yut gika gia, Katrina.

—Ya hablaremos de eso. Largo.

Alf obedeció enseguida, yendo directo hacia el desván. Solo en ese momento soltó a Kurtis.

—¿Qué pasa? —preguntó Kurtis, aún con un poco de molestia en la voz.

—Kurtis, tengo helado de chocolate para después de la cena, ¿quieres? —le dijo Katrina, apoyando una mano en su hombro.

El chico abrió muy grandes los ojos.

—Pero tu nunca compartes tu helado de chocolate.

—Esta vez haré una excepción.

—¡Iksa kiek romi! —chilló Augie desde su silla.

—Dos excepciones. No más.

—¿No le vas a dar helado a Brian? —preguntó Kurtis.

Katrina miró a Brian, quien hizo su mejor cara suplicante. Willie ya se veía venir un seco "no" de su parte. En cambio, dibujó una breve sonrisa.

—¿Quieres? —le preguntó.

—¡Si, si quiero! —Brian casi saltaba sobre su silla.

—Cuando terminen de cenar —dijo Katrina.

El resto de la cena estuvo tranquila, pero Willie notó cierta tensión en el aire que no se había ido del todo. Cuando terminó la cena, Katrina se levantó para ofrecerles helado a los niños, quienes no tardaron nada en seguirla hasta la cocina como una manada hambrienta.

—Katrina está muy rara, ¿no? —comentó Willie.

—Supongo —respondió Kate de manera lacónica, levantándose despacio. Parecia que su cuerpo pesaba el doble a pesar de que estaba aún más delgada.

—¿Estás bien?

—Si, solo estoy muy cansada —murmuró, mientras juntaba los platos.

—Yo te ayudo —Willie se levantó para terminar de recoger la mesa—. ¿Cuándo estarán listos los estudios?

—En una semana.

—Bien.

Willie llevó parte de la vajilla a la cocina. Vio a Katrina servirles helado de chocolate a los niños con la ternura de una hermana mayor y sintió una calidez en el pecho al verla tan… humana. Casi le hizo olvidar su preocupación por Kate por unos momentos. Tenía que mantenerse positivo. Probablemente es solo anemia, pensó, mientras apoyaba todo en la mesada y le daba un beso en la mejilla a su esposa. Al menos eso quería creer.


Alf se quedó en el desván, intentando leer uno de los libros de jardinería que le había dejado Katrina, pero no se podía concentrar. Sabía que estaba mal haber provocado a su hermano menor, pero no podía dejar que siguiera hablando. No con el aniversario de la guerra tan cerca.

Tiró el libro a un costado y cerró los ojos para dormir aunque sea un par de horas, pero sabía que no lo iba a lograr. Los recuerdos le rebotaban de manera muy dolorosa. Solo habían pasado unos dieciséis años humanos y los tenía tan recientes como si hubiera pasado ayer.

Las explosiones que hacían temblar la tierra.

Los gritos de agonía de los heridos.

El sonido de los disparos laser zumbando en su cabeza.

Los murmullos de los soldados rezando por las noches para que el día siguiente no fuera el último.

Casi sin darse cuenta, Alf comenzó a murmurar un rezo que no hacía desde que había regresado de la guerra:

Oh, Barrick, delante de mis ojos están nuestros enemigos

Dejame ser tu instrumento para derrotarlos

De esto depende la paz de nuestras familias

Que se haga tu voluntad.

El ruido de la puerta del desván al abrirse lo sobresaltó. Kurtis y Augie había entrado, tomados de la mano y riendo. Al ver a Alf, Kurtis se puso serio y evitó mirarlo.

—Kurtis —lo llamó Alf—. Oye, lo siento, fue una tontería.

Kurtis miró a su hermanita.

—Augie, ve abajo y haznos un dibujo, ¿si?

—Bueno —respondió Augie de forma vacilante antes de bajar despacio por las escaleras.

Una vez que quedaron solos, Kurtis se acercó un par de pasos hacia Alf.

—¿Qué demonios te pasa? —le dijo.

—Ya dije que lo sentía, no me voy a poner de rodillas.

—¡No hablo de eso! ¡Tú no eres así!

—¿Qué estás diciendo? Soy tu hermano, no un chaffi o…

—Estás muy cambiado.

Alf se encogió de hombros.

—Bueno, tu también has cambiado.

—Lo sé, pero… —sus ojitos azules brillaron—. Quiero que todo sea como antes.

Alf suspiró. El también quería lo mismo. Fue hasta su hermano y lo abrazó. Sintió un leve olor a chocolate emanar de él.

—¿Katrina te dio de su helado?

—Si.

—¿Le sobró?

—No te va a convidar.

—¿Quién dijo que le iba a pedir permiso?

Kurtis se le tiró encima y comenzó a hacerle cosquillas. Pronto los dos estaban tirados en el suelo, jugando como lo habían hecho antes de que Melmac explotara. Mejor dicho, antes de que su vida se fuera por un tubo.