Ya no quiedo sed adulta.

El trabajo me come la vida, pero no mis ganas de escribir. De a poquito, pero lo hago.

.90: ¿Que es eso de Maricón Sonriente? No sé si tienen las curas a todas las enfermedades jodidas, pero las que son de origen bacterial/viral es seguro. Por eso Katrina dudaba en verlo, porque podrían no saber un carajo del tema.

La homosexualidad en los alienigenas es normal, pero la explicación del por qué va para otro capítulo.

La medicina en los 80 eran una porquería. ¿Sabías que operaban a los bebés sin anestesia porque pensaban que no sentían dolor?

Capitulo veinticuatro

My heart beat like a hammer

Well, my heart beat like a hammer

My eyes plumb full of tears

Llevar a Alex a la casa de los Tanner era más fácil decirlo que hacerlo.

Los médicos, a diferencia de muchos otros empleados, no les era necesario aprender de la cultura humana. Tan solo se les exigía saber el funcionamiento del cuerpo humano y nada más. A raíz de esto, los médicos vivían dentro de La Central y no tenían mucha interacción con el mundo exterior. Para salir, debían pedir permiso a un superior y tenían que ir acompañados por un empleado que si tuviera experiencia con la Tierra. Era por eso que no había muchos médicos dispuestos a querer trabajar. Se sentían prisioneros.

Alex, como excepción, no vivía allí. Él vivía con su novio en un departamento cercano a La Central y tenía un conocimiento más amplio del exterior que el resto de los humanos, pero aun así necesitaba un permiso para salir y tenía que ir acompañado.

El otro problema que tenían era el novio de Alex. No era un hombre celoso ni posesivo, pero era el jefe de Katrina y su destreza en el arte de la deducción presentaba un peligro inminente. Cualquier desliz en su plan de ocultamiento podría llevar al descubrimiento, poniendo en riesgo todo.

—No te preocupes por él —le dijo Alex—. Hace tiempo que me decía que debía dejar de ser tan cerrado e interactuar con gente. Tú le caes bien.

—Pero él es mi superior. ¿No creerá que hay conflicto de intereses o algo? —le preguntó Katrina.

—Nah, no lo creo. Quédate tranquila, yo me ocuparé de Jack y tú de avisarle a los humanos.

Katrina no tuvo otra opción que creerle y avisarle a los Tanner de lo que había hablado con Alex. Eso había encendido la esperanza de Willie y cierto recelo de parte de Kate.

—¿Han probado el tratamiento en humanos, cierto? —preguntó Kate.

—Si… eso creo.

—¿Eso crees?

—Todas las preguntas se las puedes hacer al doctor Fowler, sabe mucho más de medicina que yo.

Willie carraspeó.

—Dejame entender una cosa… ¿Ustedes tienen la cura de todas las enfermedades mortales que existen?

—No sé si todas, pero si varias enfermedades llamadas "incurables", como esa enfermedad nueva de la sangre…

—¿Te refieres al VIH? —preguntó Kate

—Si, hace poco se encontró la cura, aunque no sé como funciona, nunca lo pregunté.

Willie parpadeó.

—Ustedes tienen curas para esas enfermedades y las usan solo para su beneficio… —musito Kate, con un tono de voz entrecortado.

Katrina carraspeó. Debía haber visto venir ese tipo de reproches.

—La situación es mucho más compleja de lo que parece —respondió, tratando de justificarse—. No es solo una cuestión de mantenerlo en secreto por nuestro propio beneficio. Hay razones más profundas y complicadas.

Willie, aún asimilando la revelación, se volvió hacia Katrina con una mezcla de frustración y tristeza en sus ojos.

—Pero piensa en todas las personas que podrían ser salvadas, en todas las vidas que podrían cambiar. ¿Cómo pueden dormir por las noches sabiendo eso?

Katrina sintió el peso de la acusación. Ni que ella hubiera puesto las reglas.

—Aun cuando la sacáramos a la luz, tendríamos que explicar cómo lo logramos y, dado a que muchas veces se usa tecnología extraterrestre, eso no se podría hacer sin revelar la verdad —dijo, después de un segundo de vacilación. —No estoy diciendo que sea justificable mantenerlo en secreto, pero debes entender que hay consideraciones más amplias en juego —añadió Katrina con voz suave, tratando de aliviar la tensión

Willie asintió lentamente, su expresión reflejando una mezcla de frustración y resignación.

—Entiendo lo que dices, pero no puedo evitar sentir una profunda tristeza por todas las vidas que podrían haber sido salvadas.

—Lo sé, Willie, y lo siento, pero mientras no tengamos asegurada una convivencia sana entre humanos y el resto de nosotros, así se va a quedar.

Ambos humanos asintieron, pero ahora había cosas más importantes que discutir la ética y la moral de lo que estaban por hacer.

—¿Sabes que va a hacer este médico amigo tuyo conmigo? —preguntó Kate.

—Deberás preguntarle a él, pero puedes quedarte tranquila: no hubiera aceptado de saber que no es seguro. Lo único que sé es que se usa tecnología melmaciana.

—¿Del planeta de Alf? —preguntaron los dos a la vez.

—Si, de allí.

—Pero el planeta de Alf ya no existe —cuestionó Willie.

—Si, pero los planetas pertenecientes a la Unión Intergalactica comparten su tecnología, así que los avances tecnológicos no se perdieron.

—Vaya —murmuró Wilie—. ¿Qué clase de tecnología?

Katrina sonrió débilmente.

—Estaríamos aquí hasta mañana si me pongo a explicartelo ahora —respondió—. Algún día te lo explicaré con más detalle..

Willie le tomó de las manos a Katrina.

—Gracias, gracias por todo lo que estás haciendo por nosotros.

Katrina tragó saliva. No era una fanática de las muestras de afecto, pero con Willie era otra cosa. No le resultaba desagradable.

—Descuida. No es nada.


El supervisor no les hizo ningún problema cuando Katrina y Alex fueron a solicitar un permiso de salida. De hecho se veía casi feliz de que Alex saliera un poco.

—Hasta que al fin sale —murmuró, mientras le hacía firmar a ambos el permiso de salida—. Ese novio tuyo no te saca a ningún lado.

—Mucho trabajo de parte de ambos, hay días que solo llegamos a casa y dormimos —respondió Alex, terminando de firmar

—Ustedes, los médicos y los detectives… consiganse un horario normal —sonrió, tomando el papel y guardándolo en un cajón—. Diviertanse.

Katrina y Alex salieron juntos de La Central. Le pidió prestado el auto a Russell, ya que el médico detestaba las motos y necesitaba trasportar su maletín con su equipamiento médico.

—Deberías tener un auto —comentó Alex.

—Si, me lo han dicho bastante. Compraré alguno usado.

—Tienes dinero suficiente para comprarte un Ferrari si quisieras.

—Con que ande me conformo. ¿Y tu no tienes auto?

—Jack intentó enseñarme a manejar, pero al final desistió después de que no frené a tiempo en un semáforo y choqué una patrulla de policía que estaba adelante.

Alex era alguien difícil de callar. Todo el viaje se la pasó hablando de su pareja, de los avances médicos y de lo sobrecargado que estaba porque casi ningún médico quería trabajar en la Tierra y eso hacía que todo se ralentizara.

Katrina sintió alivio cuando al fin llegó. La charla de Alex (que casi fue un monólogo) le había dejado la cabeza zumbando.

—Comportate, por favor —le advirtió Katrina—. No los asustes.

—¿Cómo crees que los voy a asustar? No soy un carnicero como tú o Russell.

—Una cosa más: ellos no saben de mi trabajo. No lo menciones.

—Bien, bien.

Katrina salió del auto, con Alex siguiéndola como un perrito hiperactivo. Miró rápidamente para ver si Raquel los estaba espiando. Habría hecho algo a respecto con esa mujer, de no ser por Gordon. Lo último que necesitaba era una vecina entrometida.

Cuando entró a la casa, Willie, Kate y Lynn ya estaban en la sala. Kate y Lynn estaban juntas cosiendo, mientras que Willie estaba lustrando sus zapatos.

—Buenas noches —saludó Katrina—. Él es el doctor Alexander Fowler.

Alex se adelantó enseguida, dejando su maleta en el suelo y estrechó la mano de Willie.

—Mucho gusto, usted debe ser Willie, ¿verdad? —dijo, sacudiéndole la mano de arriba abajo como una mala mímica de un saludo, mientras que con la mano libre estaba examinándole la cara—. Tiene un poco de ojeras, ¿está durmiendo bien? ¿O tiene problemas del corazón? Porque si es así, yo…

—Alex, Willie no es un caballo para que le estés toqueteando la cara —lo retó Katrina.

—Si fuera un caballo, le estaría viendo los dientes.

Katrina tiró del cuello de la camisa de Alex para separarlo de Willie. Le dio un vistazo a Kate y Lynn, quienes se acercaron de manera cautelosa, como si estuvieran frente a un desquiciado.

—Ellas son Lynn y Kate. Kate es la paciente —agregó Katrina, aún sin soltarlo.

—Hola —saludaron con timidez.

—Hola, mucho gusto, señoritas. Iría a saludarlas como corresponde, pero Katrina me está sujetando porque cree que incomodo a todo el mundo —giró la cabeza hacia atrás—. ¿Podrías soltarme? No puedo atender a la paciente así.

Gordon entró en ese momento por la cocina y se quedó de pie un momento, observando la escena. Antes de que pudiera abrir la boca, Alex logró zafarse del agarre de Katrina.

—¡Hola! —saludó en melmaciano, agachándose para estar a su altura—. Soy el doctor Fowler, pero puedes llamarme Alex —Apoyó una mano sobre su vientre—. Está un poco duro.

Pero no por ti, no te emociones —le respondió en el mismo idioma.

—¡Gordon! —lo retó Katrina.

—Era un chiste, no seas puritana.

—Me refería a tu vientre. Tus órganos se están engrosando. No es grave por ahora, pero si sigues así…

—Ya sé, ya sé, pero yo no soy el paciente aquí —interrumpió Gordon.

—Oh, cierto, cierto, la humana —Alex se levantó, fue a tomar su maletín y se dirigió a Kate—. ¿Hay algún lugar donde pueda examinarla a solas?

—Podemos ir a mi cuarto —sugirió Kate, dubitativa.

—Excelente idea. Guieme, por favor.

Kate le señaló el camino y se fueron juntos. Gordon se sentó en el sillón de un salto.

—Hey, Willie, ¿no te molesta que un alienigena cambiaformas esté en tu habitación a solas con tu esposa?

—Oh, vamos, es solo un doctor —respondió Willie, pero miró a Katrina de reojo como si buscara apoyo.

—Además, no le interesan las mujeres —agregó Katrina.

Willie giró la cabeza hacia Katrina, asombrado, y Lynn enarcó una ceja, mientras que Gordon solo dijo un "ah" y se puso a ver la televisión. Katrina decidió imitarlo y perderse en la retransmisión de La Isla de la Fantasia que estaban pasando.

Había pasado casi una hora y todavía no salían. Willie estaba empezando a impacientarse.

—Voy a preparar café —dijo Lynn, yendo a la cocina.

—¿Estás segura que es confiable? —le preguntó a Katrina, retorciéndose las manos una vez que su hija desapareció por la puerta

—Si no lo fuera, no estaría aquí —respondió ella. El taco de su bota izquierda repiqueteaba contra el piso y era lo único que traicionaba su rostro impasible y su tono totalmente neutro—. Es un excelente médico.

—Parece como si se hubiera tomado diez tazas de café antes de venir — opinó Alf.

—Estudia medicina para cinco razas diferentes y vemos cómo te va.

La puerta de la habitación se abrió y Alex se asomó por el pasillo, acomodándose los anteojos de carey. Los tres se levantaron de sus asientos.

—Bueno, ya la revisé —dijo, aplaudiendo dos veces y hablando como un cassete acelerado y acercándose a ellos —. Disculpen la demora, pero tuve que leer los informes primero. Los papeles de los médicos humanos son una porquería, como me suponía, pero me ayudaron a orientarme un poco con lo que está pasando con ella. Tendré que volver a La Central y examinar las muestras de sangre y tejido que le saqué a la señora Tanner pero… hay un problema.

—¿Problema? —preguntaron los tres a la vez. Alex dio un salto hacia atrás, como si lo estuvieran apuntando con armas.

—B-b- bueno, no se pongan así —dijo, tartamudeando—. Voy a tener que ir y venir varias veces para ver cómo avanza la situación y Jack es detective en jefe. Puedo mantener esto en secreto, por supuesto, porque si se llegan a enterar de la verdad, nos van a matar…

—Al grano, Alex —lo apuró Katrina, poniendo los ojos en blanco.

—Si, si, por supuesto. Diré que estoy saliendo de la Central porque te estoy atendiendo a ti, pero tendría que falsificar informes, mentirle a los jefes… no puedo hacer eso, Katrina. No quiero que me despidan.

Willie sintió que su mundo se derrumbaba. Kate…

—¿No te parece un poco tarde para decir eso? —le gruñó Alf.

—Lo siento, lo siento mucho, pero es que trabajar aquí es lo mejor que me ha pasado y… ¿Qué haces?

Katrina se había ido hacia la cocina con pasos largos, decidida a algo. Escucharon la puerta del patio trasero abrirse. Lynn salió enseguida, con una bandeja y varias tazas de café que dejó sobre la mesa.

—¿Le pasa algo a Katrina? —preguntó.

—¡Oh, café! —exclamó Alex, ya tomando una taza y bebiendo un sorbo.

Katrina volvió en menos de un minuto, con una maza en una mano. Su respiración era pesada, como si el aire estuviera denso.

—Alex… si me llegara a quebrar una pierna, ¿cuánto tiempo tardaría en recuperarme? —preguntó, con un tono increíblemente lento y suave. Willie tragó saliva.

—Un mes o dos, dependiendo el daño —respondió Alex, encogiéndose de hombros.

—¿Es suficiente para que puedas justificar tus salidas de la Central?

—Claro, ya que seré yo quien tenga que decidir cuándo te darán el alta.

—¿No te preguntaran que haces con muestras humanas?

—Soy médico científico y tenemos proyectos independientes, no me dirán nada.

—Entonces está todo dicho.

Katrina se sentó y puso su pierna izquierda sobre la mesa ratona, con la otra sostenía la maza. Tenía la mirada perdida, como si ya no estuviera en la sala. El silencio pesaba como cemento en el pecho de Willie.

—Katrina, ¿que vas a hacer? —le preguntó, aunque era muy obvio lo que iba a pasar.

—Ayudando a Kate y protegiendo a Alex —respondió, como si su voz viniera de lejos.

—K-katrina, no hagas esto. Un golpe no bastará… —intentó decir Alex.

—Katrina, no… —susurró Lynn.

—Entonces tendrá que hacerlo alguien más —sus ojos se clavaron en los de Alf. Este retrajo su nariz, como hacía siempre que se asustaba —. Ambos sabemos que tienes la fuerza suficiente para esto.

—No puedo permitir que lo hagas —Willie la agarró de los hombros—. No puedo…

—Escuchaste a Alex, estaré un par de meses de baja como mucho y me seguirán pagando mi sueldo y, aunque no lo hicieran, tengo dinero suficiente para vivir sin problemas. Tu esposa no vivirá para ver crecer a sus hijos si no hago esto —le respondió Katrina, apretando los dientes—. Es mi decisión, no la tuya, así que suéltame.

—Katrina…

—¡Sueltame!

Era la primera vez que escuchaba a Katrina gritar y eso lo asustó, soltándola. Ella le clavó una mirada amenazante, antes de tenderle la maza a Alf.

—Gordon, sé que no quieres hacer esto, pero te necesito.

Alf miró a Willie, Lynn y a Alex pidiendo ayuda con la mirada, pero se quedaron en silencio. Su mirada se clavó hacia el pasillo y todos se giraron. Kate estaba mirándolos, con los ojos desencajados

—Por favor —suplicó Katrina a Alf. Luego miró a Kate—. Vuelve a la habitación y recuéstate, ¿si?

—¿Qué estás planeando?

—No te preocupes, nada irreparable. Antes de que intentes pararme, te recuerdo que de esto depende que tengas una vida plena y feliz con tu familia por varios años más.

Kate la miró con los ojos húmedos y llevandose una mano a los labios.

—Katrina…

—Luego hablamos.

Kate giró sobre sus talones y se marchó a toda prisa a su habitación.

Alf parecía más convencido ahora. Estiró la mano y agarró la maza con firmeza.

—Necesitas que alguien o algo te sostenga la pierna para que no la retires —dijo, con una voz más profunda de la que Willie estaba acostumbrado a escuchar.

—Alf, por favor… —murmuró Willie.

—No quiero que Kate se muera —dijo, cortante. Se dirigió a Katrina—. ¿No quieres algo para el dolor?

—Ya no me queda más, lo último que tenía lo usé cuando… bueno…

Willie vio un destello de culpabilidad en los ojos de Alf.

—Lo siento.

—Fui descuidada, no te disculpes.

Alf miró a Fowler.

—¿Tu no trajiste nada?

—No servirá para lo que le ella va a hacer, solo a pequeña escala.

Alf tomó la maza, pero ella hizo un gesto para que se detuviera.

—Espera un momento —le dijo ella. Se sacó el pañuelo del cuello y se lo ató en la boca como una mordaza. Lynn se sentó al lado de Katrina y tomó su mano con fuerza.

—Ustedes están locos —dijo Alex, como si estuviera por presenciar una ejecución—. No puedo ver esto, no puedo…

—Entonces vete a la cocina y prepara café —lo retó Alf de manera brusca.

Alex se quedó callado y se dio vuelta, pero no se fue.

—Tengo que quedarme para atenderla —murmuró.

Alf centró su atención en Katrina y en Wille.

—Sujetala fuerte del tobillo y no la sueltes. Lynn, apretale fuerte la mano—les dijo—. Katrina, te recomiendo que no mires. Esto no va a ser bonito.

Katrina asintió, ya que la mordaza le impedía responder, pero eso no impedía a Willie escuchar su agitada respiración, ver las gotas de sudor correrle por la frente o sentir el temblor en el tobillo que sostenía.

—A la cuenta de tres —dijo. Katrina cerró los ojos con fuerza, pero Willie no lo hizo —Uno…

Alf ni siquiera dijo "dos". Agarró la maza y la aplastó con todas sus fuerzas en la tibia de Katrina, rompiéndole el hueso en un crujido.

Ella lanzó un grito, amortiguado en parte por la mordaza que se había puesto en la boca. Se dobló en dos por el dolor y Willie la soltó para poder abrazarla, a pesar de que Lynn ya lo estaba haciendo.

—¡Katrina! —exclamó, yendo a su lado. Ella no se apartó y hundió su cabeza en el pecho de Willie, mientras temblaba y lloraba del dolor

Alex se acercó corriendo hacia ella para examinarla. Los labios le temblaban

—Dejame ver —le dijo a Katrina, tomándola muy despacio de la pierna—. Parece que está quebrada. Siempre se puede contar con la fuerza natural de un melmaciano. Usted puede alejarse, Tanner, déjeme que le atienda las heridas. Oh, Katrina, realmente estás mal de la cabeza.

Willie se levantó del sillón y se alejó unos pasos, sintiéndose abrumado por la situación. Buscó a Alf con la mirada, pero el alienígena parecía haber desaparecido sin dejar rastro. La maza olvidada sobre la mesa le recordó la violencia del momento. Sabía que tendría que abordar el tema con Alf en algún momento, pero ahora su principal preocupación era Katrina y su recuperación.


Katrina despertó poco a poco. El ambiente estaba agradablemente tibio y tenia un cobertor sobre ella. No sentía nada en la pierna izquierda.

—¿Katrina?

Era la voz de Russell.

Katrina abrió los ojos y miró a su alrededor, intentando recordar. Estaba en su habitación en la casa de los Tanner, eso era seguro. De pronto, recordó todo. Gordon le había roto la pierna, había llamado a Russell y este la había llevado al hospital de la Central. Allí le habían administrado un sedante fuerte que su amigo tenía guardado. De ahí, la habían llevado de vuelta a la casa de los Tanner.

—¿Qué hora es?

—Las ocho de la mañana. ¿Quieres agua?

—Si.

Russell ya tenía una jarra de agua y un vaso sobre la mesita de luz. Le sirvió un vaso y Katrina bebió un sorbo, sintiendo el liquido refrescante en la garganta. Su mente estaba más clara ahora.

—¿Dónde está Alex? —preguntó.

—Trabajando, creo.

—¿Crees que nuestro jefe se haya creido todo?

—No creo que se atreva a cuestionar a Alex en temas médicos. Yo creo que creyó todo… aunque me hubiera gustado que me avisaras todo esto de antemano —le reprochó lo último.

—Lo siento mucho, Russell.

Russell se sentó en la cama, visiblemente preocupado.

—Katrina… ¿No crees que se te está yendo un poco la mano con estos humanos? Entiendo que uno pueda llegar a tener simpatía con ellos, incluso ser amigos, pero lo que acabas de hacer…

Katrina hizo un gesto despreocupado con la mano.

—No me partí el cráneo, solo la pierna. Además, fue para que el hogar donde están los melmacianos siga siendo estable.

Russell negó con la cabeza.

—Sigue mintiéndote a ti misma, Katrina, pero te conozco bien, como si fueras mi propia hermana. No serías la primera ni la última en encariñarse con humanos, pero ten cuidado. No podrás mantener esto oculto para siempre y menos ahora que el pobre del doctor Fowler está involucrado.

Katrina puso los ojos en blanco.

—Gracias por preocuparte. Si llegan a condenarme a muerte por alta traición, me aseguraré de no involucrarte.

—Hablo en serio, Katrina.

—Yo también. Prometo que intentaré solucionar todo lo antes posible, pero hasta ahora no puedo hacer nada.

—Si puedes. Podrías alejarte de ellos y que se las arreglen. A los melmacianos muy probablemente no les pase nada.

—Gordon si puede estar en problemas, por la guerra de Marte. Está buscado y saben que está vivo.

—Katrina…

—Si no te gusta lo que hago, te doy una solu…

—¿Solución? —Russell terminó la frase por ella con una risotada sin humor—. Claro, lo mismo me dijiste cuando te advertí de Zarianna. Dijiste que me largara si no me gustaba.

—Russell… —Katrina no quería volver a hablar sobre ella en lo que le quedara de vida.

—Tenía razón sobre ella.

—¡No es el mismo caso! —gritó, dando un puñetazo sobre el colchón

Se escuchó unos golpes en la puerta.

—Soy Willie. ¿Puedo pasar? Tengo el desayuno listo.

Russell se levantó de la cama y abrió la puerta. Willie estaba allí, con una bandeja con comida en las manos.

—Hola, señor Tanner. Yo ya me iba.

—¿No quieres quedarte a desayunar?

—Tengo que trabajar. En otra ocasión.

Russell se marchó y Mandy se acercó a Katrina, apoyando la bandeja con un té y tostadas con huevo en la mesa de luz.

—¿Todo está bien, Katrina? —le preguntó.

—Todo bien,Willie. Solo está enojado por la manera que me rompí la pierna.

—Ah, bueno —Willie no parecía muy convencido de su explicación—. Me tengo que ir al trabajo, pero no te preocupes por nada, te atenderemos bien.

—Gracias,Willie.

Ella solo inclinó la cabeza y se marchó. Katrina cerró los ojos y se preguntó si debería llamar a Russell más tarde. Detestaba estar peleada con él.