Disclaimer: Los personajes de la historia que narro a continuación pertenecen a J.K. Rowling, así como todos los derechos que provengan de ella. Escribo sin ánimo de lucro, con respeto y la única intención de entretener.

Nota: ¡Hola! Actualizo esta vez más prontito, gracias por los mensajes, me han gustado todas las ideas, en especial la de ver a Draco y Luna paseando por zona Muggle, y usaré este shot como antesala ;)

Esta semana he estado en Londres. He visitado Leavesden Studios y hecho el tour de Harry Potter. A casa conmigo se ha venido, entre otras cosas, la capa de Slytherin y la varita de Draco Malfoy. Era tanta mi emoción que he querido hacerla "protagonista" de este trocito de DRUNA.

Ojalá os guste y me dejéis más reviews, comentarios, sugerencias de secuencias y todo lo que queráis. Muchos saludos.


PRINCIPIO

El sol entraba a raudales en la habitación. La persiana ajada tenía la batalla perdida contra los potentes rayos de la mañana, que incidieron directamente sobre la cara de Draco, despertándole abruptamente de un sueño profundo.

Molesto, tanteó con la mano el busca de su varita, pero pese a sus intentos, no logró dar con ella. Incorporándose con un gruñido, Draco se giró hacia la mesita de noche y arqueó las cejas. ¿Dónde demonios estaba?

Sobre la superficie desportillada de madera, además de un jarro de agua, un viejo despertador mágico y varios informes arremolinados, no había nada más. Estaba seguro de haber dejado la varita allí la noche anterior, justo después de apagar las luces y tumbarse sobre el colchón chirriante, tratando de ignorar los ruidos de cañerías viejas, ventanas mal cerradas y el ulular del viento a su alrededor.

La casa era un completo desastre. Dos plantas que solo se mantenían en pie por encantamiento, con escaleras empinadas y estrechas, techos bajos y paredes que jamás habían estado rectas. Luna y él se habían mudado hacía casi dos años, y lo que en un principio estaba destinado a ser algo eventual, hasta que ambos encontraran un lugar en el que vivir que estuviera bien acondicionado, había terminado por dilatarse. El tiempo pasaba y su excéntrica novia parecía no darse cuenta de que aquella ratonera se caía a pedazos.

Apartando las sábanas de un puntapié, Draco se levantó desnudo. El espejo situado justo en frente le reveló como un hombre de piel blanca y ceño fruncido, con los labios apretados en una mueca huraña que habría hecho palidecer a muchos magos. El pelo rubio platino le caía desordenado sobre la frente arrugada, cubriéndole los ojos grises.

En el torso, justo en el centro, lucía una cicatriz alargada, fruto del maleficio Sectumsempra que Harry Potter le había lanzado en su sexto año en Hogwarts. Pese a la rápida intervención del Profesor Severus Snape, la marca había quedado en su cuerpo, recordándole dos cosas: su periodo de estudios más difícil, y su marcada enemistad con Potter, ahora casi en el olvido.

Bajo el pectoral derecho, Draco llevaba tatuado un cuarto creciente, y en el antebrazo izquierdo, la Marca Tenebrosa.

Volviendo al momento presente, se inclinó para recoger unos calzoncillos tipo boxers del suelo con los que cubrirse. Después, barrió la habitación con ojo clínico, pasando por la altísima cajonera de Luna, atestada de perfumes, colgantes, pendientes, pulseras, anillos y pañuelos. El aseo estaba abierto, pero salvo un par de toallas y batines de ducha, no había nada más.

⸺¿Dónde demonios…? ⸺repitió, tirando de las sábanas, sin que éstas revelaran nada más que arrugas y el calor que se escapaba tras una noche de sueño.

Emitiendo un gruñido, y rindiéndose a la evidencia de que su varita con núcleo de unicornio no estaba en la habitación, Draco tiró de la puerta con fuerza y empezó a bajar los escalones. Apenas había llegado a la mitad de la escalera cuando su cabeza chocó abruptamente contra el techo, haciéndole perder el equilibrio. Como pudo, se sostuvo de las estrechas paredes para evitar que su trasero acabara contra los escalones y miró con rencor aquel saliente bajo del techo, contra el que tantas veces había acabado tropezando.

Era un milagro que a aquellas alturas no tuviera una cicatriz que rivalizaría con la de Potter justo en el centro de la jodida frente.

⸺¡Luna! ⸺gritó, agachándose para continuar bajar. Había aromas emergiendo de la cocina, que era la habitación a la que daba la larga hilera de escaleras. Oía el remover de una olla y también… olía a té dulce. ⸺¡Luna!

Draco levantó la mano derecha justo cuando un panecillo de considerable tamaño voló en su dirección. Lo apretó, y un poco de crema de arándanos chorreó en su palma. Lo lamió despacio, degustando el sabor y apreciándolo pese a su mal humor.

⸺¿Ya estás despierto, cariño?

A pesar de la sonrisa brillante de Luna, Draco hizo un mohín y se cruzó de brazos. Ella estaba radiante, con un vestido azul compuesto por multitud de retazos de tela de distintos tonos que, de alguna manera, se ataban a su figura confiriéndole el aspecto por el que muchas modelos Muggles pagaban cientos de dólares. Draco iba a usar su sarcasmo mañanero para hacerle notar que, obviamente, si siguiera dormido estaría en la cama, pero algo en Luna llamó poderosamente su atención.

Ella se había recogido el pelo en un moño alto, enredando sus largos cabellos rubios en un rodete grueso que había sujetado en su cabeza con…

⸺Mi varita. ⸺masculló Draco, dejando el bollo sobre la exigua encimera y acercándose a ella. ⸺Llevas mi varita en el pelo.

⸺Oh… ⸺Luna se toqueteó la cabeza. Asintió. ⸺Sí, pensé que quedaría bien. ¿A qué es bonita? Y muy útil, por cierto, no me deja caer ni un solo mechón.

⸺Ya lo creo que es útil… mi instrumento para hacer magia, ni más ni menos. La varita que me escogió a mí, de entre todos los magos, para aprender hechizos y encantamientos. La que me ha salvado en muchas ocasiones. La que recuperé después de que Harry Potter me desarmara en la mansión de mi familia durante la Segunda Guerra. Esta, es la varita que me recuerda las cosas que hice mal, lo bravucón, mimado e inmaduro que era cuando la empuñaba para maldecir y maltratar a personas a las que luego aprendí a respetar. ⸺Despacio, Draco se aproximó. Como era considerablemente más alto que Luna, bajó la barbilla para mirarla. ⸺Y tú, mi amor, la llevas a modo de pasador de pelo.

Luna chasqueó la lengua, tirando de la varita y sujetándola entre los dedos. Curiosamente, su cabello siguió justo donde estaba. Con ceremonia, extendió la mano y se la tendió a Draco, que la tomó con un gesto petulante.

⸺Si no dejaras tus cosas tiradas por ahí…

⸺¿Tiradas por ahí? Estaba en mi mesilla de noche, Luna. Iba a usarla para conjurar algún tipo de… remedio para esa persiana y poder seguir durmiendo, pero no la encontré porque tu habías decidido darle una utilidad más estética.

⸺Estás siendo muy dramático Draco.

⸺¿Dramático? ⸺volvió a cruzarse de brazos, esta vez sosteniendo con firmeza aquellos veinticinco centímetros que Ollivander le había vendido tantos años atrás. ⸺Es cuestión de respeto hacia las pertenencias de un hombre, Luna. No puedes tener mi varita cada vez que se te antoje.

Con una sonrisilla pícara, Luna parpadeó, rozando con los dedos el pecho desnudo de Draco y deslizando el borde de su uña sobre el cuarto creciente.

⸺Ah, ¿no? Creí que tenía todo el derecho a hacer uso de tu varita siempre que quisiera… ya sabes lo bien que me obedece.

Draco tragó saliva, olvidando su enfado ⸺si es que había llegado a sentirlo en realidad. ⸺Su mal humor tenía un foco muy distinto que el de ver a Luna usando su varita para sujetarse el pelo. De hecho, ahora percibía su olor y eso era algo que le llenaba de placer. No… su malestar estaba en otro sitio. Concretamente… en todo aquel sitio que ambos habitaban.

Se dejó caer en la butaca y conjuró un café cargado. Recuperando el bollo que había hecho pedazos, empezó a comerlo en silencio a pequeños bocados. Luna sirvió té y untó tostadas en un cómodo y agradable silencio, removiéndose de un lado a otro sin que nada la alterara. Bajo sus pies, la madera del suelo crujió. Uno de los armarios de la cocina se quedaba siempre a medio cerrar. Los cacharros que colgaban de la pared provocaban que el espacio se redujera aún más y para colmo… la butaca de Draco cojeaba, haciéndole oscilar a un lado y a otro como la manecilla estropeada de un reloj.

No importaba cuantos arreglos intentara hacer. Aquel lugar era una pocilga.

⸺Tenemos que irnos.

Luna levantó la vista, extrañada. Observo con gracia como Draco se apuntaba a sí mismo y la varita llevaba su pelo rubio hacia atrás, en un orden perfecto.

⸺Para que luego me acuses a mí de usarla para cosas estéticas…

⸺¿Me has oído? Tenemos que mudarnos. Ahora mismo. Ya.

⸺¿Qué tiene de malo nuestra casa?

⸺¿Qué tiene de malo? ⸺Draco abrió los brazos, abarcando prácticamente toda la estancia. ⸺Para empezar, no es nuestra casa. Es un viejo vertedero que nos prestaron hasta que fuéramos capaces de decidir donde queríamos vivir. De eso hace dos años.

⸺Lo sé. ⸺Ella sonrió, soñadora. ⸺Como pasa el tiempo, ¿verdad?

⸺Necesitamos un lugar mejor, Luna. Merecemos un lugar mejor.

Y desde luego, podían permitírselo. Luna tenía un muy buen salario como periodista mágica para su revista El Quisquilloso, además del sueldo de Draco, que solo trabajaba para evitar estar ocioso. La fortuna que le correspondía por herencia era tan amplia que podría haber comprado Hogsmeade de haber querido, pero por lo visto, ni todos los galeones que poseía eran suficientes para encontrar un lugar apropiado para vivir.

⸺¿No eres feliz aquí? Creí que era feliz.

⸺Soy feliz, Luna. ⸺Draco endureció la mandíbula, después, recordó que hablaba con una mujer de extremada sensibilidad de la que estaba profunda e irrevocablemente enamorado, por lo tanto, respiró hondo y suavizó la voz. ⸺Soy feliz, amor. Lo sería en lo profundo del Bosque Prohibido si tú estuvieras ahí.

⸺Esto es mucho más cómodo que el Bosque Prohibido.

⸺Apenas. ⸺Al menos allí, los techos no amenazarían con romperle la cabeza. ⸺Luna… quiero un lugar grande y cómodo. Espacio para que tengas tu oficina, un gran salón con chimenea, un dormitorio amplio con vestidor y una bañera tan grande como la de la sala de los Prefectos. ¿Te gustaría eso, pichoncita? ¿Um? Imagina cuántos hechizos podrías hacer con mi varita bajo toda esa agua aromática y cálida…

Luna se mordió el labio, y Draco sonrió como un chacal.

⸺Estás jugando sucio.

⸺Podrías limpiarme en esa bañera tan grande.

Luna chasqueó la lengua.

⸺No veo que tiene de malo esta casa, Draco.

⸺Es ruidosa. Defectuosa. Hay goteras. Todo chirría. No tenemos espacio para muebles nuevos, y si lo hubiera, no merecería la pena siquiera intentar acomodarlos en unos espacios tan mal hechos. Las paredes tienen moho, la criatura del cuarto de la limpieza se niega a marcharse y, francamente, Luna, estoy cansado de tener que caminar agachado en cada una de las habitaciones. No tengo la culpa de medir más que los techos bajos de este lugar, y me niego a pesar el resto de mi vida mirando al suelo.

Tenía razón. Ella sabía que la tenía. Luna había soñado con un jardincito al que invitar a algunos gnomos. Cultivar sus propias verduras, plantar mandrágoras y tumbarse a mirar la puesta de sol. Le habría gustado tener una cocina más grande, con una barra americana en medio como la de la cocina Muggle de Hermione. Un salón grande con moqueta, tal vez un cuartito pequeño para poder pintar y, con el tiempo… uno para bebés.

⸺Debemos buscar en serio, querida. ⸺La mano de Draco se deslizó por su cintura, sacándola de la ensoñación de niños rollizos de brillante pelo rubio. ⸺Visitaremos la zona Muggle si quieres, recorreremos por completo el Callejón Diagon e iremos a cada barrio y calle, pero esta vez, Luna, tenemos que estar dispuestos a dar el paso.

⸺Lo sé… ⸺suspiró, dejándose caer en la butaca a su lado. Se hundió un poco, pero no le importó. ⸺Sé que tienes razón, y que es algo que debíamos haber hecho antes… pero aquí nos ha ido tan bien…

⸺También nos irá bien en un lugar más amplio. De hecho, nos irá mejor.

⸺Tengo muy buenos recuerdos de esta casa, Draco.

Él suspiró. Inclinó la cabeza y la besó despacio, con mucha suavidad.

⸺Crearemos recuerdos nuevos, cariño. Lo prometo. Sé cuánto te apegas a las cosas, lo importante que es para ti conservar aquello que te ha hecho feliz, te entiendo y lo comprendo, yo también he sido feliz aquí, cada día, contigo, alejados de todo y viviendo a nuestro propio ritmo… pero incluso si decidiéramos seguir así, Luna, llegará el momento en que las cosas cambiarán. La vida, nuestra vida… puede cambiar. Y quiero que tengamos un lugar apropiado para ello.

⸺Me dan miedo los cambios bruscos, Draco. Siempre lo han hecho.

⸺Pues no deberían, Luna. Cambiar es lo que me llevó a ti y estoy agradecido de haber visto la oportunidad para hacerlo. Nada será diferente entre nosotros, mi amor. Nos amaremos igual, haremos las mismas cosas… quizá tengamos más visitas, pero siempre podremos encantar la casa para que no sepan que estamos. ⸺Sonrió al ver a Luna sonreír. Sabía que ella nunca haría algo así. Ella disfrutaba el tiempo con sus amigos, a los que atesoraba como si valieran más que el metal más preciado del mundo. ⸺Hagamos un trato, hablaré con los dueños, les ofreceré un precio y compraré este lugar. Será nuestro, por si la nostalgia se hace demasiado dura y queremos volver. Me encargaré de que se reparen los cimientos, e intentaré hacerle un hechizo doméstico completo. Cuando la ciudad nos agobie, o el pueblo se nos haga muy ruidoso, vendremos aquí y estaremos solos.

⸺¿Lo dices en serio, Draco? ¿Comprarías esta caja de zapatos de techos bajos, donde llevas dos años tropezando? ¿Lo harías? ¿La conservarías?

Draco sonrió. Le daría mucho gusto derrumbar aquel lugar piedra a piedra, pero en los últimos tiempos, su corazón había empezado a tomar el control de ciertas situaciones. No haría nada que dañara a Luna, más bien al contrario. Si podía hacerla feliz, ni se lo pensaría.

⸺Enviaré una lechuza en cuanto terminemos de desayunar. ¿Te parece bien?

Luna asintió, esbozando una sonrisa radiante. Miró a su alrededor, frunciendo poco a poco el ceño. Un hilillo de agua se colaba por entre las piedras vistas que cubrían la pared lateral. Por lo visto volvía a llover, y aunque no era una tormenta lo que azotaba el campo fuera, la casa, que apenas se mantenía en pie, no era lo bastante hermética como para dejar fuera las gruesas gotas, que habían hecho ya un charco sobre el suelo.

⸺Has dicho un hechizo doméstico completo, ¿verdad?

⸺Usaré algunos de los trucos que mantienen la Mansión Malfoy en todo su rancio esplendor. ⸺Una sonrisa ladina adornó su rostro. ⸺Después de todo, cariño, te has enamorado de un snob.

⸺Sí que lo eres, ⸺Luna le besó la mejilla, fingiendo un fastidio que estaba lejos de sentir. ⸺Mira que querer techos lo bastante altos como para no golpearte la cabeza… niño rico.

Compartieron una sonrisa cómplice y un beso lleno de esperanzas y posibilidades.

⸺Entonces… ¿vamos en busca de nuestro nuevo principio? ⸺preguntó Draco.

⸺No me lo perdería por nada. ⸺Contestó Luna.

Más espacio, se dijo. No parecía descabellado. Cabría mucho más amor.