Todos los derechos de Harry Potter son de J. K. Rowling

¡Saludos! ¿Cómo les va? Lamento la demora pero estuve enfermo y después exámenes pero ya estoy de regreso. Ya sé que no me quieren a mi si no al Fic, pero antes les daré dos noticias importantes.

Primero puede que se note que ya no hay tantos errores ortográficos y en algunas partes se entienda mejor y todo es Gracias a Conny Peña, así que les pido que le agradezcan en sus Reviews. Animen la a seguir corrigiendo a este tonto escritor.

Segundo el proceso será un poco más tardado para actualizar así que les pido que sean pacientes, lo subiré de una o de otra forma pero será un poco más lento.

Por último y más importante, les agradezco su paciencia por el tiempo que tarde en poner todo en orden. Gracias.

Capítulo 28.- Desolación del alma

El día más cálido del verano, se dibujaba en un cercano y soñoliento silencio, se extendía por la calle de Privet Drive. El polvo cubría las mayoría de las casas, así como el césped que una vez fue de color verde esmeralda estaba seco y amarillento a causa de la poca agua que hubo ese verano. La única persona afuera era un adolescente recostado sobre el pasto seco y la tierra a sus lados, en la entrada del número 4.

Su pantalón estaba desgarrado y sucio, su camisa tenía cortes grandes dejando al descubierto sus brazos que tenía bien formados, y las suelas del tenis estaban casi en su totalidad desgastadas. La apariencia de Harry Potter no cautivaba a nadie que lo viera de lejos, mucho menos de cerca, aunque algunos parecían curiosos al verlo pues parecía estar herido y casi sin vida, pero nadie se atrevía a acercarse más que lo suficiente para ver que estaba extremadamente suicido y de que su pecho subía y bajaba rítmicamente.

Harry entrenó de forma ardua todo el tiempo, desde hacía un par de semanas, saliendo a correr, o simplemente haciendo los ejercicios que sus maestros le daban aunque lo dejaban desgastado totalmente, había entrenado diferentes artes marciales que dejaban a todo aquel que lo viera impresionado pero al mismo tiempo salían corriendo por la impresión de que estuviera intentando hacerles daño, le recordaba mucho a esos días en el castillo cuando nadie lo veía como un posible campeón ni siquiera como persona.

El azabache se mantenía con los ojos cerrados, pensando lo frustrado que se había sentido el verano, desde su llegada con los Dursley no podía de dejar de sentirse de esta manera, Las salidas había sido nulas, solo podía ir por los alrededores de Little Whinging por el hechizo Escher. Extrañaba A Hermione más que nunca y deseaba ir a su casa, presentarse como su novio y salir a pasear con ella, por desgracia estaba encerrado ahí.

Abrió los ojos viendo ese azul claro del cielo; de vez en cuando veía la pequeña distorsión que causaba el hechizo. El calor golpeaba su cara y sentía el aire caliente, a Harry no le molestaba era lo único que lo hacía sentirse a gusto, simplemente siguió mirando el cielo. Últimamente cada vez que quería estar solo salía a correr por horas, antes de regresar a Privet Drive más sudado que nadie y tan cansado que enseguida se acostaba a dormir. ¿Qué más podía hacer si su mente solo viajaba a lado de Hermione y sus amigos?, ¿Cuándo era un prisionero en aquel maldito lugar?

No se quejaba del todo del estar en esa casa, el trato de tía Petunia y de Dudley era mucho mejores que en otros tiempos pero extraña a sus amigos, también el hecho de que hacía un mes que no veía a Hermione lo torturaba día a día, quería tenerla en sus brazos, besarla, incluso aceptaría que le diera un regaño por salir solo hasta Liverpool.

Harry podría escuchar a tía petunia y a Vernon hablar desde ese lugar, siempre y cuando tuvieran la ventana abierta.

-Me alegra que el chico este saliendo constantemente. Le veo la cara menos ¿dónde está ahora?-Dijo la voz gruñona de Vernon Dursley.

-No lo sé-dijo tía Petunia-no está en casa-

En ese momento Harry vio que la señora Figg, una rara anciana amante de los gatos procedente de la cercana Wisteia Walk, fruncía el ceño y murmuraba para sí misma, se alegró de estar oculto por el arbusto, ya que sabía bien que ella lo estaba vigilando desde que empezó el verano. Seguramente era alguna orden o recomendación de Dumbledore, ya que casi en cualquier momento del día podía encontrársela y siempre le ofrecía un té en su casa lo cual él acepto con gusto la primera vez, sin embargo, al repetirse la escena se dio cuenta que no era natural y se vio obligado a evitarla a toda costa. Aunque no podría creer que Dumbledore olvidara que mencionó a la señora Figg, y como el ya sabía era parte de la Orden del Fénix.

-¿Dónde está Dudders?- Pregunto la voz de Vernon.

-Fue al parque con sus amigos-

Harry suprimió una sonrisa que se asomó de repente entre sus labios. Ya que Dudley había intentado ser su amigo más que nunca, incluso invitándolo a salir con todos sus amigos, pero era simplemente imposible no acordarse de todas las gamberradas que una vez le había hecho, hecho que le obligaba a decir siempre que no. Con el dinero que tenía compraba siempre el periódico muggle lo leía con cuidado para luego tirarlo o dejarlo en su habitación botado, necesitaba tener información del mundo exterior, saber que afuera de Privet Drive había más mundo.

Había varias veces intentado que Hedwing le llevara el profeta pero siempre aparecía solamente con una nota de alguien de la orden diciéndole que todo estaba bien y que no se preocupara, al principio se molestó tanto que le envió una carta a Dumbledore diciéndole que si no lo sacaba de Privet drive iría directamente al ministerio para que lo liberaran, lamentablemente no funcionó. La carta que recibió fue de Mcgonagall.

"Querido Harry:

Dumbledore recibió tu carta, sabemos que es exagerado pero te conocemos bien y que si sientes que Voldemort está cerca o que incluso está planeando algo en contra del mundo mágico, saltarías a las calles de Londres para obtener información.

No podemos darnos el lujo de ponerte en peligro fue lo que dijo Dumbledore después de recibir tu carta, he hablado con él incluso le pedí dejarte a mi completo cuidado, he ofrecido que me encierre junto a ti para que pases los días más amenos incluso que pueda enseñarte. Te he fallado Harry, y te pido tu perdón.

Lamento toda esta situación y si estás dispuesto, te ruego a que resistas y sigas esta vez las ordenes de Dumbledore, debes ser fuerte cariño. Resiste solo como tú sabes hacerlo, te prometo que el siguiente verano la pasaras conmigo así tenga que enfrentarme a duelo con Dumbledore.

Fui una estúpida al confiar en que solo serían unas semanas, pero te informo que todo está bien, el señor Weasley y Hermione estarán a salvo ellos están en las mejores manos y siendo cuidados por varios miembros de la orden.

Te quiere Minerva"

La carta lo había hecho entrar un poco en razón, pues principalmente estaba enojado con Dumbledore, pero además con Mcgonagall por llevarlo, Sirius por permitirlo, los señores Weasley por enterarse y no hacer nada, incluso permanecía enojado con él por ser tan estúpido y confiar en un viejo que lo había dejado con una familia que lo había maltratado. Pero ahora que la leía al único que le echaba la culpa era a Dumbledore, ya no sentía enojo por otros, pero su ira hacia el profesor había aumentado a decenas. No metería en problemas a los que lo vigilaban y menos a aquellos que habían sido timados por el viejo director. Aun así en cuanto saliera y le viera la cara le diría un par de cosas que las recordaría en toda su vida o el resto que le quedaba.

Los Dursley escuchaban a diario las noticias, algo que a Harry le había encantado porque podía conocer qué pasaba en el mundo muggle. Pero no era su única intención ya que buscaba atentamente algún indicio de que Voldemort estuviera afuera haciendo de las suyas y él tan tranquilo, paseándose por Little Whinging, haciendo ejercicio como un desquiciado. Si escuchaba aunque sea una sola noticia que le dijera que Voldemort estaba aterrorizando la cuidad o causando alguna cosa, destrozaría la maldito hechizo e iría a Londres y entraría al callejón Diagon para comunicarse con Dumbledore o alguien para que lo llevara de regreso al mundo mágico. Seguramente Hermione lo mataría si hiciera algo así, otra de las razones para mantenerse quieto sin hacer alboroto.

Profirió una larga y lenta exhalación mientras el brillante cielo parecía tranquilo y muy apacible. Harry se preguntaba por qué todavía no había ocurrido nada aún, pero el periódico muggle no mostraba ni una pisca de Voldemort. Suponía que el idiota de Fudge estaría encubriendo todo, eso lo molestaba más que nunca.

Enseguida se escucharon los pasos de un animal y los maullidos a la distancia, Harry se paró con un salto y sin prestar atención a lo que ocurría dentro de la ventana, cruzo el césped, salto por encima del muro del jardín y se fue andando a zancadas por la calle con las manos en los bolsillos. Anduvo apenas consciente de la ruta que estaba tomando, por esas calles que tan asiduamente había recorrido últimamente, de todas formas no tenía de otra por el Hechizo de Escher, sin pensar mucho sus pies lo llevaron por la ruta que siempre hacia muy temprano en la mañana. Cada pocos pasos volvía a mirar sobre su hombro, desde que regreso a Privet Drive había siempre vigilado su espalda sintiendo que Voldemort aparecería o algún mortífago y que lo atacaría y aun con todo y su poder mágico acumulándose agresivamente, sería un inútil sin que pudiera hacer magia.

Harry sintió un apagado presentimiento en su estómago y antes de darse cuenta, el sentimiento de desesperación que había estado importunándole todo el verano apareció nuevamente, obligándolo a sentarse, se tomó el cabello e intento que toda desesperación se fuera. Aunque poco a poco el sentimiento disminuyó él no pudo alejarlo por completo, hasta que por fin recordó que con suerte al siguiente día vendría alguna lechuza con cartas para él ya sea de Hagrid, Sirius, Ron o de Hermione la cual esperaba con más ansias, cada vez que le enviaba una a ella no podía siquiera a esperar que le contestara, Aun se preguntaba por qué no se había comprado un teléfono celular y poder hablar por teléfono con ella, aunque lo pensaba sabía que no tenía el número de su casa ni siquiera el del consultorio de sus padres, maldecía por ser tan idiota.

Tampoco esperaba que fueran muchas líneas últimamente sus contestaciones solo eran de una línea. Y Ron siempre le respondía lo mismo. "No puedo decir mucho, me lo prohíben, revisan mis cartas para que no te envié información, lo anterior enojara a mamá, pero es cierto". ¿Pero cuando iban a llevarlo a la madriguera? nadie se había referido a una fecha en concreto. Hermione había garabateado "Espero que muy pronto estemos juntos" sobre el interior de una tarjeta de cumpleaños, que para él era un nuevo tesoro y la guardaba en su cuarto. Y intentó una y otra vez comunicarse con ella mentalmente, aunque sabía que con tal distancia entre ellos era imposible, incluso por correo muggle, pero seguía sin contestar adecuadamente sus únicas respuestas eran.

"Todo bien", "Estoy bien aún me cuidan, te extraño", "Lamento que estés en esa situación, de verdad me prohíben la entrada a Surrey "aunque casi siempre que preguntaba si pasaba algo entre ellos, si aún eran novios, contestaba con un "Te amo, todo bien"

¿Y con qué estaban tan ocupados Ron y Hermione?, ¿Por qué no estaba él ocupado entrenando mágicamente?, ¿Por qué a pesar de haber estado entrenando tanto y casi con desesperación nadie aun parecía confiar en él?, ¿No había probado su capacidad de control mucho más que ellos?, ¿Había olvidado todo lo que había hecho el año anterior entre dragones, sirenas y criaturas mágicas?, ¿No había sido él quien había entrado en el cementerio y había visto morir a amiji y peleado con Voldemort salvándose por poco?.

"No pienses en eso" se dijo con mayor severidad por milésima vez en ese verano. Ya era malo tener pesadillas a diario con lo ocurrido en el cementerio, para recordarlo cuando estaba despierto era una tortura constante. Continuo caminando lentamente, pasó por el callejón donde había visto por primera vez a su padrino Sirius o más bien a su padrino con forma de perro. Sirius parecía entender cómo se sentía con respecto a todo. Hay que admitir que tenían el mismo formato que todos demás una sola línea y pocas palabras, "Sé que esto es frustrante", " No te metas en líos y todo estará bien", "Ten cuidado y no hagas nada precipitado".

La carta de Mcgonagall era la única cosa por la cual se detenía de coger su baúl y su escoba, destruir el hechizo y volar hasta la madriguera solo o salir volando hasta llegar al colegio mismo y preguntarle en persona a Dumbledore porque carajos lo había apresado en el mundo muggle y si la contestación no era de su agrado le podría incluso romper una pierna. Harry de hecho pensaba que estaba actuando mucho mejor de lo que cualquiera a comparación de los frustrado que se sentía, el enfado que le llegaba cada vez que despertaba el cuarto de Privet Drive obligado a estar pendiente de que Lord Voldemort no lo encontrara ese verano, sin saber si este estaba haciendo de las suyas, incluso podría ir por sus amigos o su novia sin siquiera que él se diera cuenta. Lo embargo sus pesadillas donde Hermione siempre era herida o lastimada por aquel ser de piel color blanquecina y despreciable.

Harry llego al parque infantil aquel parque que limitaba el área del Hechizo viéndolo a la distancia, cuando alcanzo los columpios se sentó y miró taciturno el suelo. No podía volver a la casa de los Dursley, él ya tenía una familia que amaba como nunca, tenía a los Weasley además de a Hermione. Mientras ellos estaban ocupados haciendo quien sabe qué cosa, él se pasaba los días acondicionando su cuerpo como si este fuera un gimnasta olímpico o algún físico culturista, Revé siempre lo animaba cada mañana y sus maestros le decía que hacer para luego silenciarse el resto del día como si solamente fuera una recordadora de voz. En las noches Harry tenia pesadillas del cementerio con Voldemort haciéndolo añicos antes de poder hacer algo, algunas veces lograba escapar de las pesadillas, para tener inquietantes sueños sobre pasillos obscuros, con puertas cerradas con llaves, al llegar al final de esta se encontraba seguramente con lo que sería la muerte, ya que despertaba sudoroso y con las manos apretando las sábanas, algunas veces rasgándola o clavándose las uñas dejando un rastro de sangre en ellas.

La vieja cicatriz le picaba incomodándolo, pero no había querido contárselos por carta a nadie, bastante ocupados estaban en lo que fuera para que él los interrumpiera con dolencias o diciéndoles que parecía que Voldemort estaba teniendo un mal día, incluso a veces sentía el desagrado de aquel ser sin saber cómo.

La injusticia era lo que más le dolía y enojaba a Harry, Dumbledore le había dicho un par de semanas, pero incluso aunque ya llevaba un mes nada parecía hacer que el profesor se presentara para llevarlo a la Madriguera. Si fuera por él, Viktor Krum, el buscador de Bulgaria estaría muerto sin saber qué lo golpeó, sin el sacrificio de amiji, Cedricc y Fleur estarían acompañando a su amiga y él hubiera regresado al colegio ocupando la copa. En cambio nadie parecía consiente de esos detalles y su recompensa: estar atrapado en Privet Drive, sin idea alguna de qué pasaba en ese momento.

¿Cómo podía Dumbledore olvidarse fácilmente de sus promesas?, ¿Por qué Hermione y Ron estaban juntos haciendo quién sabe qué cosas sin invitarle a él?, ¿Cuánto tiempo aguantaría a Sirius diciéndole que fuera un buen chico y se comportara?, ¿Por qué no se iba de una buena vez al mundo mágico? Se sentía desesperado quería gritar a cuatro vientos que Voldemort había vuelto y nadie hacía nada; sus furiosos pensamientos giraban una y otra vez todos los días, sin darle descanso alguno, empezaba de verdad a parecerle más psicótico, ni siquiera cuando empezó a escuchar Griffin y Revé había parecido algo tan frustrante como esto.

No sabía cuánto tiempo llevaba sentado en el columpio cuando el sonido de autos lo sacó de sus pensamientos. Las farolas de las calles empezaban a encenderse, el color naranja del cielo empezaba a ser más intenso que nunca. Un grupo del parque empezaba a caminar hacia la calle, después de un rato se separó uno del grupo dirigiéndose hacia él. Harry sabía que era su primo Dudley debía regresar al número 4 de Privet Drive antes de que tía Petunia se enojara por llegar demasiado tarde. Durante todo el año había seguido la dieta que le habían dado en la escuela así como había empezado a convertirse recientemente en el campeón junior de pesos pesados de la escuela boxeo del sureste. "Noble deporte" siempre decía Vernon cuando contaba a alguien como se había empezado a tornar más fornido, tener una mayor fuerza y agilidad.

Harry no estaba ni remotamente asustado de su primo, algo que había molestado a Vernon más de una vez, él no tenía tanto músculo incluso ni siquiera se comparaba, algo que aun principio lo molesto un poco ya que él se había matado todo el anterior curso pero enseguida se le paso, pues Dudley le quiso enseñar unos movimientos de boxeo para que Harry aprendiera, este simplemente los esquivaba fácilmente incluso se dio cuenta que los podía parar con la mano si se colocaba correctamente y ponía casi la mitad de su fuerza. Más vale maña que fuerza, le dijo Revé a la mañana siguiente.

Los niños del vecindario estaban aterrados por Harry, ya que en uno de los tantos entrenamientos con su primo, que parecía ser el único que intentaba entablar una verdadera relación con él, Harry lo tomó desprevenido y lo derribó al suelo en un grácil movimiento. Desde ese momento todos tenían menos miedo de Dudley y se aterraban por Harry Potter el que estaba siendo atendido en el centro de seguridad san bruto para criminales incurables. Dudley cada vez estaba más cerca.

{No vengas ahora. Da media vuelta y vete} pensó Harry. No quería dar rienda suelta a toda su frustración y enojo sobre su primo que tan amable se había vuelto últimamente.

A tía Petunia no parecía importarle si Harry salía, aunque si llegaba después de Dudley este siempre era reprendido por Vernon y amenazado que lo regresaría a la alacena si volvía a llegar tarde. Harry más de una vez había quebrado uno de los vasos de vidrio al enojarse, así que su primo trataba de llegar con él y evitarle un enojo algo que agradecía sinceramente pero odiaba últimamente que alguien le recordara que estaba atrapado en esa casa.

-Hola Harry ¿Qué haces aquí?-dijo Dudley estando cerca de él.

-Solo paseando un rato, ya sabes en mi límite-le respondió Harry señalando donde estaba la disposición, varias veces ya se la había mostrado a su primo; metiendo todo el odio y frustración que podía dentro de él. Harry se paró y se estiró para tratar de sentirse mejor. A continuación comenzó a caminar junto a Dudley

-Será mejor que regresemos mamá se pondrá furiosa, espero algún día me acompañes al gimnasio les encantaría a los chicos conocerte-dijo Dudley sonriendo un poco.

-No lo sé, tal vez el siguiente verano, no me siento con ánimos en este momento-dijo Harry dejando escapar un poco de sus sentimientos, la falta de utilización de magia no le afectaba pero el hecho de todo lo demás era lo que lo traía como loco.- ¿Alguien te han dado alguna paliza? o ¿Le has dado una paliza a alguien?-

-Entrenamiento básico, algo aburrido-dijo Dudley sin mucha emoción.

-Dudley de lo que hemos hablado... ¿Estás seguro que lo harás cuando llegue el momento?-dijo Harry sonriéndole un poco a su primo.

Un musculo se movió incontrolablemente en la mandíbula de Dudley. Parecía tan pensativo como las veces anteriores.

-Si...ese asesino del que hablas, aparece por aquí huiré con mi madre...seguro que no importa que...-dijo Dudley mientras giraban a la derecha por un estrecho callejón. Estaba obscuro el callejón ya que había poca luz.

-Me dejes solo con él, solo toma a tía Petunia y corre como si no hubiera un mañana. Él es un mago así que no se aparecerá en frente de grandes poblados. No por un buen tiempo por lo menos-dijo Harry asegurándose de sonar firme y sin titubeos.-Si puedes...-

-Buscaré o enviaré un mensaje a Ronald o Hermione, ellos se aseguraran de ponernos a salvo-dijo seguro de las palabras ya que Harry se las repetía cada vez que podía.

-Parecerá raro al principio pero es lo mejor que puedes hacer, no sé si Vernon los siga pero prométeme que pondrás a tu madre y a ti mismo a salvo-dijo Harry mirando a su primo.

-Ya te lo he jurado Harry, sin importar si papá me sigue iré a donde ellos me lleven-dijo Dudley asintiendo.-Espero me sigas dando unas clases de cómo golpear ya que he aprendido mucho estos días-

Harry vio la intención de Dudley de cambiar de conversación, a lo que el simplemente suspiro largamente.

-Sí, aunque no sé cuando regresen por mí- dijo Harry reconociendo el mismo tono de furia en su voz.

-Harry estoy preocupado por ti-dijo Dudley mirando de reojo a él.

-¿Por?-dijo Harry sin siquiera pensarlo.

-He escuchado lo que pasa en tu habitación en las noches-dijo Dudley tragando un poco de saliva.

-¿Qué?-preguntó Harry confundido totalmente.

-Siempre gritas nombres, Cedricc, Krum o Fleur, sin contar que dices que no maten a esa criatura que era tu amiga, luego el nombre Hermione recorre entre gritos y suplicas... luego llamas a tus padres...-dijo Dudley pareciendo pálido.

-Cállate Dudley-dijo Harry agarrándose la cabeza los recuerdos regresaban golpeando sus sentidos, el miedo le invadía como la primera vez.

Dudley retrocedió a la pared casi asustado, Harry agito su cabeza, había sacado la varita por defenderse de sus pensamientos.

-Lo siento, yo...yo...-dijo Harry casi en un susurro.

-No...im...porta, sé que has pasado cosas terribles, solo quería ayudarte-dijo Dudley temeroso.

-Lo sé, y te agradezco pero... es algo agobiante para mi estar sin saber nada, estar aquí aprisionado sin siquiera poder hacer algo, no a menos que quiera perder mi varita-dijo Harry casi inaudiblemente. Empezó a guardar la varita pero enseguida Dudley comenzó a jadear, se estremeció y se puso pálido como la leche.

Algo pasaba con la noche. Las luces ya no eran visibles a los ojos de Harry, era completamente negro y las luces desaparecieron dejándolo a obscuras con Dudley. El lejano ruido que hacían las personas se silenció y la templada noche se vivió la más fría que nunca; la oscuridad a su alrededor era totalmente impenetrable, silenciosa, como si alguien los hubiera metido en el lago negro.

Por un segundo Harry se sintió confundido, pero después comprendió lo que pasaba y se apresuró llevar a Dudley junto al muro lo protegiéndolo con su cuerpo apuntando la varita a la obscuridad absoluta.

-¿Qué pasa?-dijo Dudley su voz se escuchaba atemorizada.

-Tranquilo Dudley, yo te protegeré sin importar el qué-dijo Harry sintiendo el miedo elevarse por sus venas poco a poco.

-No puedo ver-gimió su primo

-Puedes ver. Simplemente esto es magia, te lo aseguro, pero sigue hablando-ordenó Harry

Harry volteaba en ambas direcciones intentando ver a alguien o algo acercarse a ellos.

-Harry siento lo que te he hecho, por favor páralo-la voz de Dudley demostraba que ya estaba llorando.

-No me importa lo que has hecho Dudley, te aseguro que no dejaré que nada te pase-gritó Harry a su primo. Por un segundo los jadeos de Dudley pararon.

Harry escuchó lo que más temía en ese momento. Había algo aparte de ellos en el callejón, alguien con roncos alientos, Harry sintió una enorme sacudida de su pecho y atrás de él a Dudley derrumbarse en el suelo.

-¡Por favor!, ¡Páralo!, ¡Harry!, ¡Ayúdame por favor!-gritó Dudley inconsolable.

-Aguanta Dudley solo un poco más-gritó Harry al parejo de él.

Dudley arañó a Harry en un intento de huir del lugar, pero el chico que vivió aplastó su cuerpo aún más contra el de su primo, sin dejarle paso a que él se fuera, sin siquiera dejar que se moviera un centímetro, Dudley arañaba e incluso se movía bruscamente intentando salir de la presión que hacía. -Tranquilo-gritó Harry.

La figura dominante, con capucha, estaba deslizándose suavemente hacia él, quedándose suspendido en el suelo, sin siquiera hacer un ruido.

-Ya te tengo-gritó Harry con todas sus fuerzas, pero algo lo golpeó. En su mente los recuerdos de sus padres gritando, un profesor Quirrel poseído, un basilisco, el alma de su padrino saliendo de su cuerpo, el cementerio se movían en la cabeza de Harry, Expecto patronum. Su voz sonó débil.

Una voluta de humo plateado salió y se desvaneció en el instante que salió de su varita, sintió nuevamente las manos de Dudley que empezaba a darle puñetazos a sus costados dándole un dolor en las costillas. La sombra estiro sus manos y lo tomó del cuello de su camisa, otro par de manos lo tomo de la cabeza, con la fuerza inhumana lo coloco en posición perfecta para el beso del Dementor. Una risa en el interior de su cabeza lo aterro mucho más que los mismos dementores delante de él.

{Piensa...algo feliz...} Escucho entrecortadamente a sus maestros.

Pero en ese momento no había ni una pisca de felicidad en su interior. Podía oler el pútrido y frio aroma de la muerte del Dementor llenando sus propios pulmones, ahogándolo. Los dedos del Dementor dejaron el cuello de su camisa y se colocaron en su garganta, la risa dentro de su cabeza se incrementó y siguió dándole ideas.

{Acepta la muerte, este lugar solo te hará sufrir, nunca más sentirás tristeza} Era una voz parecida a la de él. Harry por un segundo pareció aceptar la idea, pero enseguida su voz resonó en su mente.

{Cállate, jamás me rendiré}Dijo el chico mientras intentaba recordar algo, pero nada aparecía en su mente. Harry pestañeo tanto que parecía ver todo por fotogramas, si aceptaba esa idea no solo era dejar de sentir tristeza. No vería a Ron o sus amigos. Jamás podría volver a ver Hermione, no podría besarla o decirle lo mucho que la amaba, eso no lo permitiría nunca. Sus ojos surgieron de repente en su mente tan claro que parecía estar verdaderamente ahí, esos claros ojos color miel.

-Expecto patronum-

Un dragón plateado salió de la punta de la varita, sus garras se abalanzaron sobre el Dementor tomándolo de la espalda y mordiéndole la cabeza con todo su hocico, este chillo con brusquedad, con la cola arrastro al segundo Dementor hacia atrás y lo mantuvo en el aire mientras el primer Dementor empezaba a parecer más claro hasta el punto que se volvió blanco y se volvió neblina el dragón atrajo al segundo Dementor y lo mordió también, enseguida paso lo mismo que con el primero.

Enseguida Harry vio a un par de dementores mas cada uno cuidando la entrada del callejón,- ve por ellos-dijo Harry enseguida el dragón voló directo a ellos golpeándolos y haciéndolos retroceder del todo. Dudley se encontraba boca abajo y respirando profundamente atrás de él.

La luna, las estrellas y las farolas encendieron todo tan claro como nunca había pensado aunque fuera de noche. Una brisa templada barrió el callejón. Los sonidos volvieron a surgir como si alguien subiera el volumen a todo lo que se podía. Harry se cayó de espalda sintiendo el dolor en sus costillas, el dolor de cabeza que tenía al igual que de cicatriz, estaba más sudado que cuando corría. Volteó a ver a su primo parecía estar en las mismas condiciones que él.

-Dudley-dijo apenas en un susurro Harry sintió regresando todo abruptamente a la normalidad. Dudley abrió los ojos poco y parecía completamente atontado.

Enseguida su dragón se posó encima de ellos Harry sintió su magia recomponerse incluso estar más viva que en esos días. Como pudo se arrodilló y el dragón se esfumó después de unos segundos, volteó a Dudley dejándolo boca arriba. Puso su mano en su corazón.

-Tranquilo yo te ayudaré-dijo Harry sonriéndole torpemente, pues estaba mareado y su mente luchaba por no quedar inconsciente. Concentro su magia y pensó en todo lo que lo hacía feliz, y proyectó todo a su primo, quien en un segundo abrió sus ojos completamente. Parecía aturdido pero mejor.

-Harry, ¿Qué ha pasado?-dijo casi en un susurro Dudley.

Harry no tardo en conjurar una tableta de chocolate de su monedero no sabía si todavía estaba realmente buena, pero seguramente sería mejor que nada.

-Come, te sentirás mejor-dijo Harry sentándose a un lado y dejándole la tableta.

No podía creer lo que acababa de pasar. Dementores, ahí, en el mundo muggle, solo podía ser obra de Voldemort. Su primo abrió la tableta con dificultad tomo un pequeño trozo con su boca y luego cuando se lo trago, comenzó a devorar la tableta como si esta fuera su propia vida. Al terminar Harry se dio cuenta que no estaban solos, alzo la varita apuntando.

La señora Figg, su vieja chiflada vecina, se encontraba parada junto a ellos.

Harry enseguida bajó la varita pero sin tratar de ocultarla.

-¿Cómo estas Dud?-dijo Harry sin mirarlo, si giraba la cabeza le vomitaría encima.

-Mejor, gracias Harry-dijo con una voz más recompuesta.

-Creo que su vigilancia falló ¿No?-dijo Harry algo cansado a ella.

-Sí, ¡Voy a matar a Mundungus Fletcher! él tenía la guardia en lo que yo iba a comprar-dijo la señora Figg, mientras Harry notaba que llevaba unas bolsa de compra que se balanceaba en su muñeca.

-¿Quién?-dijo Harry intentando pararse, pero torpemente se resbalaba golpeándose el hombro.

-Él se fue- dijo la señora Figg, con una mirada de furia pero no dirigida a él, le puso una mano para ayudarlo-le dije que lo iba a despellejar vivo si se iba, ¡y a hora mira!, ¡dementores! Gracias a Dios que pudiste convocar un patronus, y que pudiste ayudar a este pobre chico-

-Es mi primo, debía ayudarlo-dijo Harry logrando al fin pararse, al igual que Dudley. Su primo le paso el brazo sobre sus hombros y lo hizo apoyarse en su cuerpo -Gracias- estaba un poco temeroso.

-Es lo menos que puedo hacer-dijo Dudley.

-No quiero ser grosero pero ¿Eres una squib?-dijo Harry viendo a la señora Figg.

-A no te preocupes y si lo soy. Mundungus lo sabe muy bien, ¿Cómo se supone que iba a ayudarte a luchar contra los dementores? Te dejé tirado en frente del número 4 cuando le dije que te cuidara-dijo la señora Figg comenzando a caminar.

-Sí, mejor que no se metiera estos estaban dispuestos a dar el beso sin importarle a quién fuera-dijo Harry mientras se mareaba, la señora Figg le hiso señas a Dudley para que la siguieran.

-Dejé a mi gato para que te vigilara, pero cuando vio que oscurecía corrió a avisarme, apenas llegué al callejón cuando ese dragón ahuyentaba a los otros dos... ¡¿Qué le diré a Dumbledore?!-dijo mientras Dudley le seguía el paso y Harry parecía abobado por todo.

-No creo que se disguste, me encerró aquí en Privet Drive.-dijo Harry sintiendo la ira hacia el director.

-Es increíble que puedas hacer un patronus tan magnifico, yo nunca conseguí nada más que trasfigurar una bolsa para té-dijo la señora Figg un tanto sorprendida

-Tal vez la pueda ayudar en eso, pero necesito un poco más de mi magia-dijo Harry sintiendo su magia también había sido absorbida.

-Es mejor que guardes la magia, podría volverse horrible, tendremos problemas si regresan esas cosas, sin contar lo que se vendrá a continuación ¿Qué es eso al final de la calle?...oh, es el señor Printice...ahora que estas aquí serás el único que puede pelear, soy una inútil en estos casos.-dijo la señora Figg sin detenerse ni un segundo.

-¿Por qué no me dijo que era una squib señor Figg?-preguntó Harry, jadeando sin algún chocolate que comer aun sufría de los efectos secundarios de los dementores-Todas esa veces que fui a su casa ¿Por qué no me lo dijo?-

-Dumbledore. Tenía que vigilarte pero no podía decirte nada. Lo siento, pasaste una temporada miserable, pero los Dursley jamás te hubieran dejado a mi cuidado todas esas veces si parecía que te divertías demasiado.-dijo la señora figg caminando más aprisa-¿Dónde demonios esta Mundungus?, ¿Cómo le explicaré a Dumbledore lo que ha pasado?-

-Solo dígale que por su increíble necesidad de protegerme me han atacado esta noche y que como consecuencia a Dudley, que no tenía nada que ver-dijo Harry casi inconscientemente. Dudley caminaba rápidamente a su lado pero no decía ni una palabra.

-Harry no lo entiendes, Dumbledore te protege, aparte que tiene que actuar rápidamente si no el Ministerio de Magia se enterara y se armara la gorda-dijo la señora Figg poniendo cara de temor.

-Dentro de lo que yo sé ha sido en defensa propia y como protección a un muggle que se encontraba en el lugar, a pesar de que este conoce que existe la magia así que no hay problema alguno-dijo Harry recordando todas las antiguas leyes que había estudiado.-Libro de leyes mágicas del siglo pasado, capitulo 8 defensa propia, subsección… ya no me acuerdo…menos el párrafo, "Todo alumno puede defenderse si se encuentra en peligro, algún aprieto que pueda involucrar a su familia o parientes" o algo así-la cabeza le dolía

-No sé si esas leyes sigan en rigor, pero tienes un punto a tu favor claro está-dijo la señora Figg-Mundungus Fletcher, te voy a matar. Si es que Dumbledore no lo hace antes-

Cuando al fin llegaban a Privet Drive y luego se dirigían al número cuatro.

-En caso de vengan más espero puedas apañártelas solo en lo que viene alguien-dijo la señora Figg al dejarlos en la puerta del número cuatro.-Estaré vigilando y espero ese asqueroso de Mundungus regrese rápido-

-Deje un par de gatos vigilando el vecindario creo que será lo mejor, y si supongo que ahora se cómo me vigilaban todos estos días-dijo Harry cansado y adolorido por los dementores más que por los golpes de Dudley, aunque las costillas ya no las aguantaba.-Le avisaran si vienen más o si ya estoy muerto-

-No digas eso muchacho peleaste bien esta noche-dijo dándole una sonrisa.-iré a mi casa a enviar la información concerniente quédate aquí y espera-

Antes de que se fuera Harry la detuvo con un brazo.

-Puede hacer un poco de magia ¿Verdad?-dijo Harry sintiéndose algo más que agradecido con ella era la primera que persona que había sido amable con el de niño.

-Sí, algo, ni siquiera lo suficiente-dijo algo en su mirada parecía triste.

Harry coloco su mano en su hombro y poco a poco la bajo hasta encontrar los latidos de su corazón, ella parecía confundida, cerró los ojos, sentía la magia de la mujer era casi una pizca, intento incrementarla pero esta parecía obstruida por algo, busco más adentro hasta llegar a su contenedor de magia, parecía bastante grande como el de un adulto normal pero apenas y dejaba salir magia suficiente para un Expeliarmus miserable.

-Esto le dolerá un poco-dijo Harry, proyectando toda su magia obligando a abrirse el paso por completo, sintió una sacudida de la señora Figg, Harry incrementó el flujo hasta que algo se rompió y enseguida sintió el fluir de la magia con más fuerza.

-¿Qué has hecho Harry?-dijo la señora Figg, Harry abrió los ojos, sudaba nuevamente sus parpados pesaban-siento...-

-Su magia con más fuerza-dijo Harry tambaleándose un poco, Dudley lo tomó por el brazo con más fuerza ayudándolo a mantenerse en pie.-Tenía un bloqueo de magia, no sé cómo paso, pero rompí el bloqueo ayudándola a liberarla, es una suerte que no se bloqueara completamente, si no podría ser algo muy malo tanto para usted como para los que la rodearan-

-¿De verdad?-dijo la señora Figg mirándose las manos como si nunca las hubiera visto en su vida-¿Podré hacer más magia?-

-Si-dijo Harry intentando sonar mejor de lo que se sentía-Cuando regrese a su casa tome su varita si tiene o compre una, aprenda a hacer hechizos, maleficios y de todo, ahora será más fácil-

-Gracias Harry... yo-empezó al señora Figg pero su voz se quebró y sus ojos se llenaron de lágrimas.

-No tiene que agradecerme nada, es por tanto años cuidándome, así como dándome esas deliciosas galletas, me gustan mucho-dijo Harry sonriendo torpemente.-Es mejor que se vaya, no estamos seguros afuera. Puedes ayudarme un poco más Dudley-

-Claro Harry-dijo Dudley que parecía sorprendido.

-Gracias Harry-dijo la señora Figg saliendo y caminando rápidamente. Con la ayuda de Dudley él seguía recargado en su hombro, de manera lenta entraron al pasillo que tenía la luz encendida. Harry guardo su varita si la veía Vernon seguramente le gritaría y eso era lo menos que podía aguantar en ese momento.

Dudley tocó el timbre y el contorno de tía Petunia apareció de la nada.

-Diddy, estaba ya preocupada por... ¿Qué ocurre?-dijo tía Petunia mientras abría la puerta.

Harry quitó su brazo de la cabeza de Dudley, intento dejar la fatiga y el rastro de miedo que sentía desde que los dementores aparecieron.

-¿Qué te pasa Harry?, ¿Estás bien Diddy?, ¿Qué sucedió?-dijo tía Petunia dándole paso a ambos.

Vernon llegó corriendo, resoplando estaba agitado, rápidamente ayudo a tia Petunia a revisar a Dudley aunque él les decía que estaba bien, que el más afectado era Harry, este se divertía viendo la cómica escena, mientras se apoyaba en el marco la pared del pasillo tenía ganas de vomitar pero tuvo que parar el impulso de hacerlo encima del recibidor de Vernon.

-¿Qué es hijo?, ¿Qué ha pasado?, ¿Quién ha sido?-dijo Vernon sonando casi desquiciado.

-Fueron atacados verdad ¡llamemos a la policía! Vernon-dijo tía Petunia atemorizada.

Enseguida Vernon volteó a ver a Harry con ira. Su cara estaba toda arrugada y parecía querer explotar. Tomó a Harry del cuello de la polera y lo estrello contra la pared haciendo que tuviera más ganas de vomitar.

-¿Qué le has hecho a Dudley?-grito con furia Vernon.

-Nada-gritó Harry aguantando las ganas de darle un fuerte empujón, si vomitaba lo haría en su carota.

-No me ha hecho nada papá-dijo Dudley quitando a su padre y enseguida ayudó a Harry a dirigirse al sillón en la sala.- ¿Necesitas algo Harry?-

-Chocolate-dijo Harry intentando no vaciar su estómago.

Dudley lo dejo sentado, salió a la cocina corriendo algo que tal vez Harry no podría sentir por el mareo.

-¿Qué ha pasado Harry?-dijo tía Petunia acercándose y secándole la frente con un trapo.

-Nos atacaron, unas criaturas de mi mundo, apenas las pude repeler antes de que nos quitaran el alma-dijo Harry sonriéndole un poco a tía Petunia-pero estamos bien-

-Ya ves petunia estar con este tipo de gente solo trae problemas, que hubiéramos hecho si Dudley hubiera sido dañado por esas cosas-dijo Vernon furioso.

-Cállate papá-dijo Dudley entrando con un poco de chocolate en sus manos-toma Harry-

-¿Qué ha pasado Diddy?-dijo chillonamente tía Petunia.

-Estábamos regresando-empezó a explicar Dudley mientras Harry se metía el chocolate a la boca y empezaba a dejar que se derritiera un poco antes de tragar-Cuando todo se oscureció, parecía estar todo muy frio, enseguida sentí miedo así como tristeza, Harry me protegió con su cuerpo, era casi como la muerte misma, Harry las ahuyentó, pero quedó muy mal-

-Dementores-dijo Harry tragando una gran porción del chocolate y empezando a sentir calor en su cuerpo.-Así se llaman son creaturas horribles incluso en el mundo de la magia son considerados muy horribles-

-¿Y qué demonios son esas cosas?-grito Vernon.

-Custodian la prisión de magos, Azkaban-dijo tía Petunia. Luego de la declaración, la mujer vió a Harry y luego a Vernon ambos parecían estar sorprendidos. - Lo sé porque escuché a ese odioso muchacho, decirle a Lily sobre ellos años a tras- se explicó algo nerviosa.

-¿Mamá y Papá?-dijo Harry confundido.

En ese preciso instante una lechuza entro atravesando la cocina. Esquivó al Vernon, se elevó y soltó a los pies de Harry un pergamino que llevaba en el pico, sin parar de volar dio vuelta y salió de nuevo.

-¡Lechuzas!-grito Vernon la vena de su sien latiendo furiosamente y cerró las ventanas de golpe-lechuzas otra vez-

Pero Harry rasgaba el sobre y sacaba la carta, sabía bien lo que a continuación vendría.

"Estimado Señor Potter:

Hemos recibido noticias de que usted ha invocado el hechizo patronus a las 21:33 esta tarde en la zona habitada de muggles y en presencia de uno.

La gravedad de esta infracción del decreto para la restricción razonable de magia de menores ha dado como resultado su expulsión de la escuela de magia y hechicería Hogwarts. Los representantes del ministerio llamaran en su domicilio pronto para destruir su varita.

Como usted ya ha recibido una advertencia oficial por ofensa anterior bajo sección 13 de la confederación internacional del estatuto de Warlock del secreto, lamentamos informarle que su presentica esta requerida en una audiencia disciplinaria en el ministerio de magia el día 20 de agosto, a las 9 am.

Espero que este bien

Sinceramente

Malfalda Hopkirk

Oficina de uso incorrecto de la magia

Ministerio de magia "

Harry arrugó la carta y la aventó al basurero. Mientras los Dudley tenían una plática muy acalorada de lo que había sucedido y que tenían que hacer. Harry se paró y se dirigió a su habitación, sin preocuparse por la utilización de magia atrajo sus cosas, el baúl, la jaula de hedwing y la saeta, volvió a bajar la escalera rápidamente. Si el ministerio se aparecía para destruir su varita los destruirá en un segundo antes de que hicieran algo, primero era destruir el hechizo y como ahora sería un prófugo podría destruirlo sin problemas.

-¿A Dónde crees que vas?-gritó Vernon. Pero cuando Harry no respondió, antes de que llegara a la puerta Vernon se puso enfrente.

-Quítate de en medio-dijo Harry tranquilamente.

-Te quedaras y esperaras a que destruyan esa maldita cosa-grito Vernon mostrando el pergamino que recién acababa de tirar.

-Si no sales de mi camino, el que va a terminar destruido eres tú-dijo Harry levantando la varita apuntando a la yugular.

-No puedes hacerme nada-gruñó Vernon mostrando una sonrisa de oreja a oreja y señalo la carta.

Harry rio un poco.

-Eres idiota. Verás en ella dice que me han expulsado por lo que significa que puedo hacer lo que quiera en estos momentos, podría hacerte una vil cucaracha sin que me preocupe-dijo Harry sonriéndole fríamente. Vernon palideció-Tienes 3... 2... -