Hallo mis queridos lectores. ¿Desde hace cuánto que no nos vemos? ¿Semanas? ¿Días? ¿Meses? , años seria mucho. Una disculpa tengo cosas que hacer y sinceramente después del último capítulo 15 días no pude ni tocar mi computadora, así que empecé a escribir este hace días y editarlo después, pero como saben no soy tan rápido. De todas formas les agradezco su apoyo y espero no les molestara. Este capítulo es un poco más normal, no como las 18000 palabras del anterior.

Como siempre, Lean, Disfruten y dejen sus reviews.


Todos los derechos de los personajes, son de J. K. Rowling.


Capítulo 44.- Desenfreno, terror y Conticinio a media noche.

La nieve comenzó a caer lenta y tranquila sobre los campos del colegio, dejando una capa de blanco sobre los terrenos, árboles, el lago e incluso del mismo castillo. La temperatura adentro era fría, igual que todos los años y por orden de Harry el castillo mantenía todas las chimeneas encendidas, para hacer agradables las áreas comunes. Los de primer curso miraban ansiosos las decoraciones, los de segundo salían a los terrenos a pasear y los de tercero parecían enloquecidos queriendo ir a Hogsmeade.

No tardó mucho en escuchar de Hermione y Ron que Dumbledore recibió noticias de Hagrid. Notificando que los Gigantes no estaban del lado de Voldemort. Claramente Hagrid no incluyo la información sobre su espada para ir a pelear con Golgomath y que el Clan Gigante de las Montañas del Norte, ahora era aliado de Pendragon y no con la Orden del Fénix.

Decidió no continuar con su entrenamiento hasta pasado las fiestas. Claro que era más por su salud que por sus ganas de descansar, aun quería seguir adelante y obtener el poder para derrotar a Voldemort, algo que no lograría si no se cuidaba. Su cuerpo de vez en cuando tenía repentinos espasmos y el dolor salía casi de cualquier parte de sus piernas o brazos. Tocia aun sangre, cada 3 días por lo menos. Pensó en ir con Madame Pomfrey, claro que no aria muchas preguntas, pero a como estaba no dudaría en que notificaría a McGonagall y desde lo sucedido en el partido se mantenía enojada con él. Ahora cada que entraba a clases no podía ni evitar sentirse intimidado por su mirada, no lo miraba con furia o reproche, era como si nuevamente se culpara de la forma en que se comportaba.

Y no quería pensar en lo que le diría Hermione, se veía tan feliz de pasar esos días a su lado y de que no fuera a entrenar hasta el agotamiento que incluso paso por alto una de las bromas de Fred y Gorgue a un alumno de segundo, el cual se cubrió de plumas y la lengua se le extendió al doble de su cuerpo. Por otro lado Ron se mostraba tranquilo y parecía que había vuelto a ser aquel de primer curso, solo preocupado de que darían en la cena y de ganarle en ajedrez, cosa que lograba 4 de 5 veces.

Se replanteo la posibilidad de que las palabras de Huffy tuvieran mucho más peso de lo que pensaba. "Roto" era la palabra exacta en la que se sentía. Su cuerpo dolía siempre al levantarse, sus rodillas y articulaciones tronaban y crujían cada que permanecía mucho tiempo quieto, su actividad física pasó a ser nula ya que esperaba que se curara rápidamente.

Su único alivio eran que las clases eran igual de aburridas que siempre, incluso no tenía que utilizar mucho su magia, solo de vez en cuánto. Lo extraño era que podía utilizar su magia sin problemas y que parecía mucho más fuerte que antes de utilizar la magia de Utgar al 100%.

Las clases eran igual que siempre totalmente aburridas, incluso después de que la profesora Umbridge se mostrara un odio contra Harry, más de una vez queriéndolo castigar por tonterías como; comer demasiado rápido, Hablar muy fuerte, mirar mal a los alumnos mayores y la más extraña leer en público. Harry casi tenía ganas de lanzarle un maleficio, pero se aguantó y al final simplemente se marchó sin hacer los estúpidos castigos de Umbridge. La tardo nada en enterarse la profesora McGonagall, la cual lo felicito inmediatamente por controlar su temperamento y el no pudo contener su felicidad por reivindicarse un poco con la profesora.

En clase de creaturas mágicas, la profesora Grubbly-Plank se mostraba contenta con Harry mientras que Malfoy mantenía la mayor distancia de él y sus amigos. Era mejor ya que Harry tenía las intenciones de golpearlo cuando nadie lo viera.

Las salidas a los terrenos se llenaron de diversión para Harry y Hermione, siempre jugando con la nieve, tirándose uno a otro, recostándose en la blancura de los patios, amontonándola e intentando hacer formas curiosas con la nieve. Como el Bowtruckle que construyo Hermione y que Marlow lo ataco en menos de un minuto o el dragón miniatura de Harry que seguía pensando que se parecía más a un Erumpent. O con magia encantaron sus zapatos para poder patinar en la nieve, dejándole la retaguardia adolorida a Harry del montón de veces que caía sobre él. Regresaban al castillo cuando Hermione tenía la túnica empapada hasta las rodillas y tiritaba de frio.

Diciembre llego, trayendo más nieve y una auténtica avalancha de tareas para los de quinto año. Los deberes de Ron y Hermione se volvieron aún más pesados, quitándole casi todo su tiempo libre dejando a Harry solo. El cual pasaba gran parte de su tiempo leyendo muchos tomos de la biblioteca infinita, o acompañando a Neville al invernadero, platicando con Luna y Sofí que decían locuras para divertirlo.

Hermione se encargaba de decorar el castillo cuando se acercaron las fiestas, dejándolo esplendido y muy decorativo incluso le dio un nuevo aire al catillo uno muy hogareño. A pesar de eso. No quería pasar la navidad en el castillo, si el pudiera festejaría las navidades lejos de Hogwarts y del mundo mágico. Entre estar siendo vigilado por la orden, Umbridge y su expulsión de quidditch, estaba realmente deseando no ver magia por un buen tiempo. Las únicas cosas que le ponían a pensar en otras cosas era comunicarse con Pendragon, para enseñarles nuevas cosas o incluso ayudarles con sus deberes si podía. Como con Sofí que se sentaban en la biblioteca y le ayudaba si no podía de otra forma realizaban sus deberes. Le molestaba que esa tranquilidad solo le duraría poco.

Hermione iba a esquiar con sus padres, algo que sorprendió a Ron, quien nunca había escuchado que los muggles se pusieran trozos de madera en los pies para deslizarse por una montaña. Ron, iba ir a la madriguera y pasar unas buenas Navidades con su familia.

-¡Mamá me escribió dice que te invitara a pasar las navidades!-dijo Ron cuando llego Pigwidgeon rezumbando por toda la sala común.

Hermione hizo una mueca, seguramente por no poder pasar navidad juntos. Aunque siendo completamente sinceros Harry no se sentía feliz de poder regresar a la madriguera, era verdaderamente frustrante pensar que la Orden nuevamente le mantendría vigilado y que Sirius intentara remedia lo que ocurrió en la sala de los menesteres.

-Me quedare en el castillo-aseguro Harry tomando su avena.

-¿Qué?-pregunto Ron casi horrorizado-¿Cómo puedes pensar en quedarte solo?-

-No me quedare solo, Sofí se queda también. Esperaba hacerle compañía.-dijo Harry y sus amigos se miraron un segundo.

-¿Seguro que no es para que nadie te tenga vigilado?-pregunto Ron tranquilo.

-Eso es un extra-contesto Harry acariciando la mejilla de Hermione- Y sirve que adelanto entrenamiento-

-Vamos, no te puedes perder una navidad en la madriguera. No te dejaremos Solo-dijo Ron y Harry negó con la cabeza.

-No quiero Ron-contesto Harry esperando que no lo obligaran a irse a la madriguera.

Hermione chasqueo la lengua y luego de un rato asintió.

-Bien, pero te portas bien. Nada de experimentos que puedan explotar, de entrenamientos infernales o de…-

-Nada peligroso, lo sé. –Termino Harry besándola y se dirigieron a la ultimas clases- Me la pasare bien con Sofí-

Convenció a todos los Pendragon en tener una sesión práctica antes de salir a las festividades. Llego temprano a la sala de menesteres la cual la había cambiado a lado del cuarto de baño del segundo piso donde se encontraba Myrtle la llorona. Solo asegurándose que Sirius y Lupin o cualquiera de la Orden lo ocupara.

En la tarde mientras Hermione, Rony Daphne se dirigían a sus deberes de prefectos. Sofí, Neville, Luna y todos los demás terminaban clases, se dirigió a la sala de menesteres. Tenía ganas de revisar aquel cuarto lleno de cachivaches. En cuanto entro vio todo el revoltijo de objetos, entre grandes y diminutos no tenía ni idea de donde comenzaría. Se le ocurrían formas de revisar todo, algunas que le llevarían meses, aunque si… bueno, debía funcionar, él era el dueño del castillo.

-Escuchen- dijo Harry intentando imitar la voz de mando de McGonagall, se sintió muy raro al hablarle a los objetos del castillo.- Ordenare todo esto, cosas rotas y sin magia en un montón, libros en otro, objetos mágicos en otro y objetos restantes en el último-

Esperaba un escándalo, cosas y objetos volando, revolviéndose o golpeándose entre ellos. Lo realmente sorprendente es que ningún objeto se movió.

- ¿Crees que enloquecí, Marlow?-pregunto Harry a su amigo dentro de su bolsillo. El saco las hojas y le dio un piquete con sus jarras.- Okey, okey, te dejo dormir, no te enojes-

Pensó unos momentos y luego dejo salir un suspiro largo. Y de repente el cuarto se sacudió, parecía un temblor muy pequeño, sin en cambio las cosas se sacudieron y una pata rota de lo que parecía ser una antiquísima mesa le arrojó al suelo.

-¡Ehh!-dijo Harry al saborear el suelo de la sala de menesteres.

Todo se detuvo y lo agradeció, bastante le dolían las costillas para que siguiera recibiendo golpes. Se levantó con cuidad, y se sacudió el polvo, pensando cómo resolver el pequeño problema de ordenar los objetos. Al mirar a los montones algo no era igual. Los diversos pasillos se desvanecieron, ahora solo eran cuatro, y los montones estaban acomodados en una fila interminable de objetos. En el primero veía el auto, con sillones y sillas detrás. El segundo montón era de libros y libros, sin acomodar y todos desde que parecían viejos, hasta unos muy nuevos. La siguiente era una recopilación de los objetos más extraños vistos por Harry, cráneos de metal, tubos que terminaban en colores llamativos, diversos accesorios; Mochilas raídas, platos con orillas filosas, vasos quebrados, llaves del tamaño de Harry, plumas que chorreaban tinta, gafas de colores estroboscópicos, pantalones que parecían carbonizados, cortinas que flotaban y caían como piedra endurecida, cobijas que congelaban todo a su alrededor y lo más extraño un montón de caramelos en un frasco trasparente. En el siguiente y por último, eran cosas iguales de común y que desprendían magia mucho más potente de lo que pensaba, algunas con magia oscura o eso parecía, aun no podía decir cómo se sentía realmente la magia oscura. Los oídos le zumbaban pro la caída y fue a la primera gran fila.

Uno a uno, los reviso, la mayoría eran cosas rotas y que su dueño no supo arreglar o que los elfos ocultaron por alguna extraña razón, había muchas variantes aun así ningún objeto ahí era de peligro. Los arreglo todos con la utilización de su magia y ordenándole ir objeto por objeto y reparando, al finalizar todos estaban limpios, relucientes y arreglados. Inmediatamente desaparecieron como si supieran que su lugar ya no era estar arrumbados en la sala de menesteres si no en el castillo para ser ocupados por uno de los alumnos.

El montón de libros fue, o era el más fácil. Simplemente agrego todos los libros a la biblioteca flotante, eran tantos que le tomo una media hora registrarlos y colocarlos en donde, según el reloj, era su lugar. Y el reloj le regreso un pergamino con los libros que recién se habían ingresado y de que trataban, varios interesantes y que llamarían la atención de Hermione.

El tercero era mucho más tardado, la mayoría de objetos cumplía una función y cada uno era extremadamente complicado de analizar, no solo por ser mágicos, también el tener cuidado de no caer en una trampa. Reviso la hora al décimo objeto que analizo, casi era hora de la clase práctica de los Pendragon. Lo que le alegraba era el avance realizado, la mitad de los objetos ya estaban guardados o en el castillo y eso era un avance increíble en el tan poco tiempo que estuvo ahí. Lo demás tendría que esperar a que estuviera solo en Navidad.

La sala cambio aun con el adentro mostrando lo que él conocía bien, la sala de estar, las escaleras a los dormitorios y las puertas que conducían a las zona de entrenamiento.

En la pequeña sala de estar se admiraban decoraciones navideñas, proporcionadas por el mismo cuarto, habitaciones limpias y en la sala de entrenamiento la habitación estaba repleta de todas las cosas que podían necesitar, también de un montón de esferas luminosas que flotaban por todo el lugar mientras un gran árbol de Navidad se levantaba y lucia resplandeciente en el pequeño algo y cascada que les proporcionaba la sala. No le sorprendía encontrar ahí las sillas y sillones recién reparados, así como una mesa de duelo, todo pareciendo recién salido de la tienda.

Se quitó la túnica y comenzó calentar, necesitaba que su cuerpo se interpusiera en sus actividades. Esperaba resistir todo el tiempo sin toser sangre o con los repentinos temblores que le daban. Apenas finalizo cuando luna entro, luciendo tan soñadora como siempre.

-¡Hola!-saludo mirando las decoraciones-Son maravillosas, ¿las pusiste tú?-

-No-respondió Harry sonriendo-Creo que fue la misma sala, es su forma de desearnos una feliz navidad-

-Es Hermoso el árbol -continuo Luna sonriendo y dando saltitos alrededor del árbol.

Harry se sintió como si nuevamente estuviera en esos primeros días enseñando, con mucha felicidad y claramente nervioso. En ese instante Angelina, Katie y Alicia entraron, las tres sin aliento.

-Bien-declaro Angelina, quitándose su túnica y tirándola en una esquina- Creo que al fin logramos acoplar a Dennis -

-¿Acoplar?-inquirió Harry.

-Si, en el quipo-explico ella con impaciencia-¡Ha atrapado la Snitch en medio de la nieve y ha podido seguir el juego de todos!-

-¿No podía?-pregunto Harry rápidamente.

-Bueno, sí podía, pero ahora fue fenomenal -contesto Katie.

-Es muy bueno, nada comparado contigo, de echo a tu lado es una aprendiz -Comento con una mirada de alegría -Creo que si se entrena un poco más, lograremos darle batalla a los demás equipos –

-Te lo dije, es un buen jugador- comento Harry dándole una palmadita en el hombro.

La llegada de Ron y Neville acabo con la plática y en cinco minutos, la habitación estaba lo suficientemente alborotada para seguir más de una plática, todos le hablaban y algunos querían más su atención que otros, Dennis y Sofí sobre todo que parecían querer entender que harían de entrenamiento.

Hermione no tardó en llegar unos minutos después se veía contenta aunque sus sentimientos no correspondían a lo que veía, y no era por que pudiera sentir la magia, algo dentro de Harry noto que lo estaba evitando un poco.

-Bien- Comenzó después de que todos estuvieran en la sala - Pensé que esta noche debemos repasar todo lo que han aprendido ya que será una de las pocas veces que nos veamos en este lugar-

-¿No vamos a reunirnos más seguido?-exclamo Colín junto a su Hermano.

-Yo desearía que así fuera-dijo Harry claramente mientras lo veía firme-Pero no puede ser, Por ahora no-

Nadie dijo una sola palabra, todos asentían con la cabeza, algo cabizbajos.

-Bien practicaremos en parejas-dijo Harry- Empezaremos con los hechizos inmovilizadores solo por diez minutos, luego podemos sacar los cojines e intentar los de aturdimiento-

Todos se separaron obedientemente. Tomo a Hermione de la mano, desde hacía unos minutos parecía estar en otra parte.

-¿Todo bien?-pregunto Harry tranquilamente y mirándola a los ojos.

-Sí, solo son cosas de la prefectura. Ahí un chico que me está provocando problemas-contesto Hermione mordiéndose un labio.

-¿Necesitas que te ayude?-pregunto Harry apretando su mano.

La duda apareció en ojos de Hermione, luego negó con la cabeza.

-No, yo puedo-dijo Hermione dándole un beso rápido- Solo es un niño de papi-

-No es Malfoy ¿Verdad?, porque si lo es, mañana mismo está en San Mungo-respondió Harry esperando tener la oportunidad de golpearlo.

-No es Malfoy y no te le acerques. Umbridge lo ha tomado como protegido. Pero me alegra que me cuides así-dijo Hermione juntando sus frentes.

-Tortolos-dijo Ron ya con todos colocados en parejas.- ¿Podemos empezar?-

Harry era compañero de Neville mientras Hermione era de Luna. Pronto el salón estuvo repletos de gritos de "impedimenta". Las personas se congelaban, mientras sus compañeros veían a los otros realizarla y cuando se descongelaban les tocaba lanzar el hechizo.

Neville mejoro tanto que era completamente diferente a años atrás. Después de un rato, cuando Harry se descongelo por la tercera vez, hizo que se uniera a Hermione y Luna, mientras caminaba al rededor del cuarto y observaba a los demás.

Después de los diez minutos con el hechizo inmovilizador, esparcieron los cojines por el piso y empezaron la práctica de aturdimiento. El espacio era bastante amplio para que todos practicaran al mismo tiempo pero por precaución, decidió hacerlo por mitades ya que tenía que estar atento por si alguien hacia mal el hechizo. Todos lograron progresos diferentes, pero la mayoría grandes logros.

-Lo están haciendo bien-dijo Harry cuando terminaron las practicas.-Tal vez cuando regresemos de las vacaciones podamos reunirnos de nuevo, y les enseñare algo grande... podría ser el encantamientos patronus-

Hubo un murmullo de entusiasmo. El cuarto comenzó a vaciase por parejas y tríos habituales; la mayoría le deseo a Harry una feliz navidad antes de salir... Sintiéndose alegre, recogió los cojines con Ron y Nellive, cuan ellos partieron reviso la sala, todo estaba bien.

Hermione se encontraba sentada sobre un gran cojín, viendo el árbol de navidad, con las luces multicolores, flotando alrededor del lugar. Su mano jugueteaba con una lucecita roja. Su figura, su piel, su sonrisa, sus ojos lo embriagaron obligándolo a caminar lentamente a donde estaba. No podía creer que en esos pocos años, aquella niña cambiara tanto y en ese momento fuera Hermosa.

Se colocó a su espalda y ella dejo salir una sonrisa, sus ojos le indicaba que se sentara y el obedientemente lo hizo. Lentamente se sentó detrás acomodándose con una pierna de cada lado de Hermione, sus manos cruzaron por su cintura, cerrándose encima de su vientre y dejo un suave beso en la frente de Hermione. Ella con sus manos suaves y firmes las coloco encima de las de Harry y recostó su cabeza en su hombro.

El enorme árbol de Navidad proyectaba luces alrededor de ellos, de todos los tonos y colores. El calor de la chimenea y sus cuerpos creaban un ambiente reconfortante y soñoliento. La cascada junto al árbol, fluía tranquilamente y algunas gotitas salpicaban las manos de Harry. No. Esas gotas no eran Lluvia, La respiración de Hermione y un leve movimiento de su pecho le indicaron que algo le pasaba a su novia. La miro, no decía nada y tenía apretados los labios, sin embargo las lágrimas corrían por sus mejillas.

-¿Estas…que...emm?-comenzó Harry nervioso por verla así, no sabía qué hacer. Ella estaba tomando sus brazos con mucha fuerza, mientras implemente lloraba en silencio.

-¿Mione, Estas bien?, ¿He sido yo?-

Hermione se limpió sus lágrimas, mientras negaba con la cabeza.

-Es que…nunca creí que esto estuviera pasando-contesto con la voz llorosa, acariciando más sus brazos y Harry la apretó con más fuerza.

-¿De qué hablas?-pregunto Harry confundido.

-De lo nuestro, de Voldemort, de toda esta situación-dijo Hermione-Tu eres famoso y muy importante desde que eras un bebe y yo solo soy una hija de muggles. Nunca creí que te fijarías en mí, menos que me amaras tanto.-

-Bueno, soy famoso por el amor de mi madre y el sacrificio de mi padre. Además de que como no fijarme en ti, eres inteligente, capas, fuerte, carismática y muy Hermosa-dijo Harry acariciando sus manos y dejando leves besos en su cuello y mejillas.

Se volteó para verlo mejor. Era muy linda aun cuando sus ojos rojos e hinchados. Harry le alzo en sus brazos y en unos segundos estaban sentados uno frente al otro, con Hermione sobre su piernas.

-Sé que ahora todo desde la vigilancia constante de Dumbledore, el que te quitaran tus cosas, el que fueras prisionero casi dos meses, el que todos te vean como un mentiroso y delincuente, el que ni siquiera Sirius te apoye y bueno todo lo del año te ha molestado mucho-dijo Hermione, limpiándose sus ojos con la manga-Yo quisiera arreglar todo, pero no sé cómo. Me siento tan impotente y…-

-Escucha- interrumpió Harry delicadamente, levanto sus manos y con los pulgares removió sus lágrimas, le sonrió acercando su frente a la de ella- Mientras estés a mi lado, nada de eso me importa-

-Eso no es cierto- Hermione se vio molesta, apretando los labios y frunciendo el entrecejo- Quisiera que fuera cierto y poder ayudarte. Pero no. Te sientes cansado todo el tiempo, tu cuerpo y espíritu decaen día a día y…-

- No entiendes mione. Cada cosa que he hecho no es para que sea un héroe. Es para que algún día, tengamos un mundo en paz. Para que tú y yo estemos juntos, compremos una casa y vivamos ahí. Quiero formar una familia contigo-

-Prométemelo-dijo Hermione poniendo sus brazos alrededor de su cuello.- Prométeme que cada cosa que dijiste la cumplirás-

-Te lo prometo Hermione Granger, por la memoria de mis padres-dijo Harry abrazando su cintura suavemente y pegándose más. Sintiendo el calor de su novia, su aliento, su aroma y su piel.

Del techo creció una gran mata de muérdago, tan grande que cubrió toda la sala y brillo con un tono verde esmeralda, poco a poco bajo hasta que se quedó sobre la cabeza de ambos.

-¡¿Muérdago?!-musito Hermione quedamente, mientras ambos pares de ojos veía el techo.

-Eso creo-dijo Harry embelesado por los colores.

-Debe de estar lleno de Nargles-dijo Hermione bajando su mirada y acercándose lentamente.

-¿Que son Nargles?-Pregunto Harry estremeciéndose pues Hermione rosaba sus labios contra los suyos.

-Ni idea-confeso Hermione un poco bajo y jadeante. –Luna y sus creaturas inexistentes-

Mientras hablaba su voz incitaba a Harry, avanzar para besarla, al mismo tiempo que estarse quieto para que esa sensación nunca acabara.

-Te necesito-dejo salir mientras apretaba la cintura de Hermione, ella aferraba sus manos a su cabello.- Mione-

Sus labios tocaron firmemente con los de Hermione, el ritmo fue lento, tranquilo y sin prisas. Solo disfrutando del otro mientras ella revolvía su cabello y el acariciaba sus caderas. Se separaron una fracción de segundo y nuevamente continuaron apretándose mucho más cerca. Hermione cerró las piernas apretando el torso de Harry y el jadeo al sentir como mordía su labio inferior.

-Mione, yo…-dijo Harry comenzando a sentir que no pararía, su excitación incrementaba y al mismo tiempo que sus impulsos apenas y los reprimía.

-¿Qué?-pregunto Hermione coqueta y jadeante. Eso fue todo para que el explotara.

-Olvídalo-gruño continuando con un beso más pasional, poco a poco incrementado el ritmo. Se levantó aun con Hermione en sus brazos, la recostó en el enorme cojín y él se coloca encima de ella, besando y dando pequeñas mordidas a sus labios.

-Me encantas-dejo salir Harry mientras acariciaba su espalda y subía lentamente- Estoy loco por ti-

Se separó intentando conservar su la poca cordura que le quedaba. Vio sus ojos, tan lindos con ese color ámbar y con un brillo denotando su inteligencia. Hubiera podido contenerse a no ser por la sonrisa de Hermione, eso termino con cordura, dejando un solo pensamiento en su mente, hacerla suya. La beso mientras su manos le quitaban la túnica, Hermione subiendo las suyas por su abdomen y rasguñando lentamente, eso sí lo enloqueció. Continuaron su beso mientras Hermione abría su camisa y con sus manos recorría el pecho. Bajo sus manos a sus piernas delineándolas suavemente, mientras, subiendo lentamente. Hasta que llego a la falda levantando la tela y dejando que su mano continuara su camino. Su otra mano fue al vientre de Hermione y subió lentamente, mientras el pecho de su novia subía y baja rápidamente.

Hermione intento apartarlo suavemente, no quiso ceder. Dejo de subir la falda de Hermione y tomo las manos de su novia, bruscamente las llevo encima de la cabeza de ella y las apretó.

-¡No Harry!-susurro quedamente con los ojos cerrados. El ni siquiera pareció escucharla continuo, sentía su piel firme y suave, el calor emanando de ella y como temblaba.- ¡Por favor!-

Ella iba a ser suya, nada más que suya, no dejaría que… ¿Por qué su cuello ardía como nunca?, sus maestros ardían e intentaban algo, ¿Qué?, no le importaba. Solo quería estar con Hermione y nada más.

-¡Basta Harry!-dijo Hermione con voz temblorosa y temerosa. -¡Harry por favor!-

Se separó, jadeante, enojado de que ella fuera la que interrumpiera esta vez y… ¿Por qué Hermione tenia ojos verdes?, era un verde oscuro, con la mirada enloquecida, furiosa y con las pupilas muy dilatadas y parecidas a la de las serpientes, solo una rendija. Lo extraño es que al final del iris había un anillo amoratado y difuminándose un poco de rojo. No eran los ojos de Hermione. Era el reflejo de los suyos. Y ¿Cuándo comenzó a ver rojo?

Harry se dio cuenta de lo que hacía, su cuerpo aprisionaba el de Hermione, sus manos apretaban con fuerza e incluso la chimenea se había apagado. Quito sus manos rápidamente, parpadeo intentando sacarse esa nueva sensación de su ser y gimió de dolor, la frente le ardía tanto o más que cuando se enojaba.

-Lo siento, no quería… no debí de...- comenzó cerrando con fuerza los ojos.

Se levantó y se sentó a un lado, con la cara entre las manos y clavándose las uñas en la cicatriz. ¿Qué carajos había intentado hacer con Hermione? No podía culpar a Voldemort y tampoco tenía escusa el…

-No es eso-dijo Hermione rápidamente con la respiración agitada y sentándose a un lado, un poco para ver su rostro el otro para cubrirse bien.- No sé qué nos pasó y no creo que debamos... bueno... no todavía-

-Lo siento, me deje llevar-dijo Harry acalorado mirando a lo lejos se sentía demasiado avergonzado para ver a Hermione directamente. –No quería…bueno si quería… pero no como yo…-

-Tranquilo Harry. Yo también me deje llevar-dijo Hermione tomando su rostro y jalando su rostro para mirarlo directamente. Tenía las mejillas coloradas, el cabello todo alborotado y con una sonrisa traviesa en su boca.- Y sé que no querías, si querías, no como estaba pasando-

-No te burles Mione-dijo Harry avergonzado y bajando los ojos.

-Es que fue chistoso-dijo Hermione acercándose y dándole un beso, no como los pasionales de hacia uno segundos, un beso tierno pero lleno de sus sentimientos.

La alegría regreso a Harry, por lo menos no arruino todo. Esperaron unos minutos, tranquilizando sus sentidos. Después regresaron a la sala común de Gryffindor, mucho más tarde de lo que planearon. Encontraron a Ron en los mejores sitios cerca del fuego, estaba tratando de terminar su tarea de trasfiguraciones…tratando porque parecía molesto con el libro.

-¿Que los retraso?-les pregunto Ron cuando se sentaron a un lado, tomados de las manos y muy cerca uno del otro.

Ninguno de los dos contesto, simplemente se apretaron la mano y Hermione recostándose en su pecho, mientras ambos sonreían.

-¿Están bien?-pregunto Ron, mirándolos fijamente.

Ambos se encogieron de hombros. La verdad no sabían si contarlo o no. Se daban miradas de vez en cuando. Mientras Ron terminaba su ensayo de trasfiguraciones, Harry se había quedado con la mirada fija en el fuego, deseaba que aquel sentimiento no fuera suyo y que nuevamente fuera Voldemort. Y rogaba a los poderosos magos que existieron que aquel instante de paz, tranquilidad y amor fuera para siempre. Poco a poco la sala se despejo, muy temprano para ser festividades. Al final ellos tres eran los únicos que quedaban en la sala común.

-Buenas noches-se despidió Hermione besándolo, después bostezo ampliamente mientras se encaminaba hacia las escaleras del dormitorio de las chicas.

-Descansa, amor-susurro Harry y un sentimiento de que algo ocurriría pronto.

-¿Qué paso?-pregunto Ron reclamándole a Harry cuando subían hacia su habitación.

-Nos besamos y pasamos tiempo de pareja, ¿Quieres detalles?-dijo Harry recordando cómo era el cuerpo de Hermione, su calidez, su suave aroma, su tersa piel y su aroma embriagador.

-Ni se te ocurra-dijo Ron fingiendo marearse y tener ganas de vomitar. Harry le dio un zape con una ligera sonrisa.

Ambos se quitaron la ropa y se pusieron el pijama en silencio. Harry dejo sus anteojos en su mesa de noche, mientras Marlow se acurrucaba a lado de ellos, cubierto por unas hojas que había conseguido y simulaban su nido. Se dejó caer en la cama sin cerrar las cortinas que la cubrían, aún tenía la sensación de los labios de Hermione, mientras recordaba su voz que lo enloquecía.

-Buenas noches-musito Ron en un leve gruñido, desde algún lugar a la derecha.

-Duerme bien, Ron-contesto Harry.

Debía de controlar más sus deseos, tenía que esperar hasta que ella estuviera lista. Savia que paso muchas noches durmiendo a su lado, pero nada de nada había pasado. Ella solo quería estar más preparada, supuso Harry mientras veía el techo de su cama. Era difícil entender a Hermione, pero muchas otras tan fáciles que sentía que estaba nuevamente en su mente.

No podía descansar a su mente le regresaba una y otra vez los momentos debajo del muérdago. Debía ser su falta de ejercicio o que solo pensaba en que sus planes se agotaron, los duendes cumplirían con su contrato, lo gigantes ya estaban de su parte, ¿Qué más podía hacer? Aparte de entrenarse claro. Tal vez hacerse con el Wizengamot y hacerse Ministro.

Que idea más horrible.

Ni en mil años se atrevería a hacerse Ministro y si el Wizengamot lo aceptaba sería un milagro mucho mayor que derrotar a un gigante o sobornar al jefe duende. Su mente se agotó rápidamente de los pensamientos que tenía, algunos locos y otros un tanto flojos, ninguno que sirviera para su meta final. Derrotar a Voldemort. Aunque tampoco tenía sueño. Se levantó y un recuerdo le vino a la mente.

Sería más fácil con la capa de invisibilidad, aun así salió de su habitación únicamente en pijama, bajo las escaleras y salió de la torre de Gryffindor. Camino por los corredores casi iluminados por la luz de la luna, vacíos y en silencio, y sintiendo la magia por si aparecía algún maestro o Filch. Llego a la estatua de Boris el Desconcertado, un mago con pinta de andar perdido, con los guantes colocados al revés, el derecho en la mano izquierda y viceversa. Localizo la puerta, se acercó a ella y, como si la puerta supiera quien era se abrió lenta y silenciosamente.

Se reacción inmediata fue que todos los prefectos eran unos suertudos por tener la libertad de utilizar aquel baño. Claro que los capitanes de quidditch podían, aunque el ya no lo era y con todo sus entrenamientos y ocupaciones jamás la visito antes. Estaba suavemente iluminado por una espléndida araña llena de velas, y todo era de mármol blanco, incluyendo lo que parecía una piscina vacía de forma rectangular, en el centro de la habitación. Por los bordes de la piscina había unos cien grifos de oro, cada uno de los cuales tenía en la llave una joya de diferente color. En el rincón vio un montón de toallas blancas y muy mullidas, y en la pared un único cuadro con marco dorado que representaba una sirena rubia profundamente dormida sobre una roca; el lago pelo, que le caía sobre el rostro, se agitaba cada vez que resoplaba.

Avanzo mirando a su alrededor. Si se lo hubieran dicho antes, cada vez que se bañara iría directamente a ese lugar. El eco resonaba en los muros y sus ganas de probar los grifos le ganaron, abrió el primero. Ese en especial dejaba salir un gel de baño con aroma floral, abrió otros más dejando salir distintos tipos de geles, burbujas de color azul, rosa, roja y todos los demás colores, aunque del tamaño de balones de futbol. Le encanto el grifo que dejaba salir solo espuma blanca como el hielo y tan espesa que Harry casi podía presionar su mano en la superficie y sostenerse. Algunos solo dejaban salir vapor con perfumes alucinantes. Se divirtió abriendo y cerrando los grifos, luego dejo que se llenara con uno de los grifos que dejaba salir mucho más agua que los otros. Fue por un par de toallas y se desvistió.

Se deslizo por la orilla, hasta que sus pies tocaron el fondo y se comenzó a relajar. Podría ser porque el agua era mágica o que todos los aromas le impulsaban a no pensar nada más que en eso y claro el calor que emanaba dejándolo aturdido. La espuma, burbujas y colores dejaron su mente flotar en el tiempo y espacio.

Cosquilleaban sus dedos al sentir la espuma y dejo el tiempo pasar. ¿Por qué no fue con el huevo de oro a ese lugar? Era tan relajante.

-¡Ayayay!-Dejo salir Harry con dolor.

La cicatriz ardía como nunca, salió, se secó con rapidez y se puso el pijama. Salió dando tropezones, el oscuro comedor y el dolor en su frente le costaba mirar, su magia le indicaba que nadie le seguía, aunque todo estaba borroso y distante, escuchaba sus pasos a la distancia. Sudaba, genial cuando se acababa de bañar. Ya estaba a un pasillo de la torre de Gryffindor cuando vio algo en su mente.

Una calle llena de basura, paredes llenas de grafiti y un viejo teléfono desvencijado. Un hombre a su lado.

-Sus defensas fueron deshabilitadas. Hora de que entres- dijo apuntándole con la varita.

Su mente regreso y estaba jadeante, sacudió su cabeza intentando tomar el control de su mente. Llego al retrato de la dama gorda.

-¿Qué haces afuera, querido?-pregunto la dama gorda molesta.

-Nada-gruño Harry he intento recordar la contraseña, no podía, solo sentía el dolor en su frente y lo único en que pensaba era en no desmayarse en medio de un pasillo.-Abre-

-¿Contraseña?- dijo mucho más molesta el retrato.

-MALDITA SEA -grito Harry, todo se volvió rojo su cuello tronaba y el dolor de su cicatriz atenuó.

-¿Cómo osas…-

-ABRETE, AHORA-grito Harry y el retrato dio un portazo, el marco crujió y la dama gorda grito muy asustada.

Entro dando tropiezos, camino unos pasos el ardor regreso.

{Aguanta} dijo la voz de Revé en su mente.

Avanzo intentando caminar lo más rápido que podía y tropezó finalmente, golpeándose contra un sillón y cayendo al suelo duramente.

Estaba de regreso bajo el muérdago con Hermione, mientras ella lo acusaba de llevarla ahí con engaños, le decía que le había prometido muchas ranas de chocolates si se aparecía.

-Viktor me dio montones de ranas de chocolate, mira- le decía recriminándole. Sacaba puñados de ranas de su túnica y las lanzaba al aire. Entonces las ranas se trasformaban en Snitch y volaban aprisa alrededor de ellos -Si me amas atraparas todas, me amas, ¿verdad? "dijo Hermione poniendo una sonrisa coqueta.

Harry protestaba corriendo con los brazos estirados e intentando atrapar alguna, si tan solo tuviera su Saeta o una Nimbus, maldijo a Lupin, Sirius, y pensó miles de groserías hacia Dumbledore y alunas más a Umbridge. Un sombra entro a la sala de menesteres, una escoba volando, con Krum encima de ella estaba sobre la saeta de Harry y tenía la capa de invisibilidad colgada en un hombro, sobre su cuello los anillos excalibur y los grimorios flotando a su alrededor. Como si fuera fácil, atrapo las Snitch con un par de movimientos bajo y tomo a Hermione como si fuera una pluma, ella se colocó en la parte de atrás, lanzándole besitos sarcásticos. El corrió, gritaba y rogaba que regresará Hermione, mientras ellos volaban muy rápidamente alejándose, llevándosela lejos.

La pesadilla cambio.

Su cuerpo era suave, poderoso y flexible. Se deslizaba entre barras de metal, cruzando la oscuridad, la piedra fría, estaba aplanado contra el piso, deslizándose sobre su vientre. Estaba oscuro, pero podía ver con una claridad increíble, a su alrededor había cosas brillantes, pero nada que le importara. Salió al corredor que estaba vacío...pero no... Un hombre estaba sentado en el piso más adelante, su mentón inclinado sobre su pecho, su silueta brillan en la oscuridad.

Harry saco su lengua bífida, probo la esencia del hombre en el aire, estaba vivo pero adormecido. Sentado a espaldas de una puerta de color negra como el ébano. Se estiro para morder al hombre, no debía morderlo tenía un trabajo que hacer. Era más importante que esa cálida sangre, el sabor y el aroma de la comida. Lo incitaba verdaderamente. Pero el hombre se estaba moviendo... una capa cayo de sus piernas mientras saltaba sobre sus pies, y Harry vio su silueta, vio una varita retirarse de un cinturón del hombre, no tenía elección, gracias a la magia negra. Hora de la cena.

Se levantó del suelo y con intenciones de atacar, se enrosco para lanzar una gran mordida, oh si, muy pronto el sabor de la sangre impregnaría su boca, y podría atragantarse con todo un hombre para no dejar evidencia.

{No, detente} dijo la voz de Harry dentro de su mente.

No podía morderlo, no a ese hombre, con todas sus fuerzas de Harry desvió el ataque en el último momento, golpeando su mandíbula contra la madera de la puerta soltando su preciado veneno. Mientras el hombre lanzaba un maleficio que lo golpeo, pero se deslizo de su piel como si fuera agua y sin poderlo controlar más Harry se lanzó una, dos, tres veces. Hundiendo sus colmillos profundamente en la carne del hombre, sintiendo sus costillas astillarse bajo su mandíbula, sintiendo el chorro de sangre en su boca, el sabor de la comida a punto de quedar inerte. Hora de cenar, saco su lengua y abrió su mandíbula.

{No lo hagas} dijo Harry nuevamente rogando.

Se deslizo y reviso el lugar, el calor del hombre se acababa. No tenía tiempo, su amo estaría muy molesto si no se apresuraba. La cena después de trabajar.

Sus maestros sonaron detrás de sus espaldas. Miro a Revé como en su forma corpórea, a Griffin, Huffy y un difuso Sly tomando a Harry y tirando hacia atrás. Se sintió como si lo ahogaran, la presión sobre sus pulmones y el dolor en su mente.

{Perdón, perdón… no quería, yo no quería} sollozo Harry dentro de su mente recordando la cara de terror del hombre, su dolor y sobre todo el sentimiento de que lo disfruto.

{No hay tiempo para explicar. Debes ayudarlo Harry} Dijo la voz de Griffin.

{Apúrate Harry, su vida corre riesgo} a completo la de Huffy, mientras su mente comenzaba a sentirse más ligera.

{Eres su única esperanza, cariño} dijo Revé con una voz tan lejana que parecía un susurro.

{Mi niño, sigue siendo fuerte} la voz de Sly fue el susurro más lejano que escucho alguna vez.

Abrió los ojos. Cada pulgada de su cuerpo estaba cubierta de un sudor helado, su cara adolorida por el golpe y la cicatriz seguía ardiendo. Se levantó con los brazos temblorosos, estaba aún con la mente nublada y gemía por el dolor, no podía esperar ni un minuto. Dependía una vida de el en ese momento y estaba solo. Tomo sus lentes que salieron volando cuando se golpeó, se tambaleo a la pared. Puso sus manos sobre un cuadro y sus ocupantes roncando.

-Por favor, déjame entrar a la sala de menesteres-rogo Harry y de repente atravesó la pared, un aire frio en la cara lo empezó a despertar, estaba en la sala de menesteres y por atravesar la pared de repente sus rodillas tocaron el piso. Gateando intento moverse pero era difícil.

-DOBBY, WINKY, KREACHER-grito Harry desesperadamente, sentía nauseas, el sudor bajando por sus mejillas y cuello, deslizándose lentamente por la espalda. Lo peor era el sabor de la sangre aun en su boca-¡Ayúdenme, por favor!-

Una serie de Pop's, se escucharon y parecieron los tres elfos delante.

-¿Qué?-dijo Winky con una cerveza de mantequilla en la mano e hipando.

-Winky más respeto es el amo-Gruño Dobby enojado y corrió al verlo arrodillado.

-Kreacher está a sus órdenes señor Potter-dijo el último elfo haciendo una reverencia.

-No hay tempo de explicar, ¿Pueden llevarme a algún lugar donde yo allá estado y ustedes no?-pregunto Harry tomando la mano de Dobby e intentando pararse.

-Si es posible-dijo Kreacher rápidamente ayudando a Dobby, Harry trastabillo y sus ojos se nublaron-Solo mantenga el lugar en su mente-

-Llévenme- jadeo Harry ya que no era necesario imaginar el lugar, su mente saltaba entre donde estaba la serpiente y donde él estaba realmente. Kreacher y Winky tomaban sus manos viéndose preocupados y asqueados por el otro. Kreacher mostro una cara de enojo hacia la elfina.

Con un gran tirón de su estómago, se sentía comprimir y girara sobre su eje. De un momento a otro sintió el frio piso de piedra y como el lugar ya no era la sala de menesteres, estaba en una oscuridad casi absoluta.

Una luz provino de algún lugar a la izquierda de Harry, era Kreacher de su palma apareció una esfera de luz que floto e ilumino todo el pasillo. Enseguida lo vio, el señor Weasley, recargado y con todo el peso de su cuerpo impidiendo el paso a la otra habitación e intentando hacer algo con la mano, como si fuera un hechizo aunque su varita no la veía.

Harry sintió un viento frio recorrer su espina, se mordió el labio con fuerza, necesitaba todo su concentración mental para no ceder. Corrió hacia el señor Weasley, seguido de los elfos domésticos, Dobby y Kreacher a su lado, mientras Winky hipaba atrás de ellos. Se inclinó y miro al señor Weasley cuidadosamente, la sangre salía de los lugares que recién vio que mordía, sangraba mucho toda su túnica y el rojo oscuro teñía desde su piel hasta el oscuro mármol. Lo tomo en sus brazos y el señor Weasley gimió de dolor.

-Tranquilo todo estará bien-dijo Harry con la voz más conciliadora que encontró, el señor Weasley solo lograba balbuceaba- No dejare que muera, estará bien se lo prometo-

Con la poca fuerza que le quedaba al señor Weasley abrió un poco los ojos, gimió cosas una y otra vez. Acerco su oído mientras intentaba parar el sangrado con sus manos. Intento infundirle su magia, curarlo e incluso intento hacer una conexión con su magia para que sufriera menos, sin en cambio el veneno debía ser mágico, no podía hacer nada.

-Molly…Bill…Charlie…Percy…Fred…Gorgue... Ron…Ginny…-

-Los volverá a ver, a toda su familia-dijo Harry asustándose un poco, el señor Weasley dejo caer sus parpados y su cuerpo se sintió pesado y frio. Toco su cuello sintiendo un débil pulso, poniéndolo en un estado aterrado. Lo deposito sobre los brazos de Kreacher que enseguida lo tomo con delicadeza e intento parar la hemorragia con magia, con los mismos resultados que él.

-Necesito un frasco o algo para veneno-dijo Harry desesperando inspeccionando donde había la serpiente golpeado la puerta. Como si Dobby lo supiera de antemano le pasó una frasquito diminuto. Recogió con mucho cuidado las gotas que caían por la madera, corto un poco de su pijama y limpio el orificio bien, esperando que fuera suficiente cerro el frasco y el pedazo de su pijama la envolvió bien dejándosela a Dobby.

-Kreacher ve con el señor Weasley a San Mungo. Dale este frasco a los medimagos – explico extendiéndole la botellita-Fue un ataque de serpiente, es el veneno. Winky ve con la señora Weasley y llévala explícale la situación y llévala inmediatamente a San Mungo. Quédense ahí no digan que me han visto, solo digan que sintieron que el señor Weasley corría peligro y fueron a su encuentro, encontrándolo aquí. No regresen aquí o a Hogwarts. Si hace falta dinero o cualquier cosa, envíenme inmediatamente una carta e intentare enviarlo lo antes posible ¿Entendieron?-

-Sí, señor Potter-dijo Kreacher y Winky hipo.

Ambos elfos desaparecieron con el señor Weasley dejando una fea mancha de sangre en el piso.

-Dobby limpia eso-dijo Harry mirando la mancha con asco recordando el sabor de la sangre y su cuello volvió tronar, sin percatarse que se relamía los labios. En un chasquido del elfo todo quedo limpió, tomo la capa que se le había caído al señor Weasley. Era una capa algo vieja, estaba muy degastada. Se la dio a Dobby para que se la guardara -Sígueme-

-Amo creo que no es conveniente-dijo Dobby asustado-Sera mejor que lo regrese a Hogwarts-

-Sé que la última vez no te cumplí la promesa de que si me encontraba en problemas enseguida-dijo Harry abriendo la puerta con cuidado, muchas luces brillante de esferas color Plata-Pero ahora es cierto. Estoy en problemas-

El elfo tomo su pijama y comenzaron a entrar al espacio gigante, lleno de esas esferas y luces.

-Profecías-dijo Harry quedamente, escucho un pequeño sonido y enseguida lo supo. No debía estar ahí, el corazón le latía rápidamente y seguramente Dobby estaba aterrado ya que temblaba. No podía permitirse que lo atraparan. Tomo la mano de Dobby con fuerza, salieron de la habitación.

-Cierra la puerta bien-Ordeno Harry. Dobby inéditamente chasqueo los dedos y la puerta pareció ser más sólida que nunca.

- Irrupción, ahí alguien en el Departamento de Misterios- susurro una voz y Harry sintió la magia de dos personas, podría enfrentarlas aunque eso solo provocaría muchos más problemas.

- Vámonos-dijo Harry y dejo de sentir el suelo, giraba sobre sí. Muchas otras veces cerraba los ojos para no marearse ni sentir que se aplastaba hasta la medula, aun así los abrió. Era como entrar en un torbellino dentro de un diminuto tubo, al mismo tiempo que multicolores pasaban frente a sus ojos, aterrador igual que alucinante.

Esperaba ver la sala de menesteres en su lugar vio el castillo. Alguna vez se había estrellado contra un muro o incluso contra un poste mientras corría de los abusivos en la escuela, Dudley y sus abusones, esto fue mucho más doloroso y repentino. La barrera mágica parecía echa de acero, no dejaba pasarlos, su cuerpo se aplastaba y apenas pudo pensar en abrir la barrera. La barrera cedió y ambos cayeron duramente, en dirección al piso. Abraso a su amigo y giro para protegerlo de la caída.

-Arresto momentum- Grito Harry y ambos se detuvieron lentamente antes de tocar el suelo, algo ablandado por la nieve.

Su ropa se humedeció rápidamente y el miraba el cielo, las punzadas de la cicatriz y el cuerpo no disminuían.

-¿Estas bien Dobby?-pregunto Harry mientras se levantaba y se separaba de su amigo.

-¿Por qué el amo protegió a Dobby?-pregunto el elfo con los ojos rojos- Dobby debe proteger al amo, no al revés-

-Eres mi amigo y familia Dobby, Claro que mí deber también es protegerte-contesto Harry soltándolo he intentado levantarse. –Gracias por todo Dobby. Ahora regresa al Grimmauld Place, envía una carta anónima a la Orden diciendo que se olviden de proteger la profecía, eso ya no interesa. Pero si protejan otras cosas más importantes es el ministerio-

-Amo, Dobby puede preguntar algo-dijo Dobby mirando a Harry con impaciencia.

-Si-dijo Harry tratando de controlar su dolor y preocupación por el señor Weasley.

-¿Cómo es que el amo savia que el señor Weasley estaba herido?-pregunto Dobby mirando el suelo con voz chillona.

-Por un sueño-dijo Harry acariciándole la cabeza a pesar de que siempre se mostraba como un elfo libre, a veces aún se mostraba los fantasmas de su vieja vida.-Solo lo soñé y…. no puedo mentirte. Creo que vi realmente como la serpiente de Voldemort lo atacaba en la realidad-

-Dobby quisiera que el amo ya no se metiera en líos-dijo Dobby claramente mientras veía a Harry con preocupación-No quiero que el amo salga lastimado-

-Tranquilo-dijo Harry sonriendo un poco, aunque sentía el sudor correr por su espalda, sus punzadas como clavos en la frente y la impotencia por el señor Weasley -Esto fue necesario. Salvamos una vida-

-Lo sé-dijo Dobby aun con voz chillona y pisándole la capa y el pedazo de pijama con el veneno de serpiente. Sus manos temblorosas la sostuvieron.

-Bien ahora ve a descansar. Te prometo mantenerme a salvo-dijo Harry caminando a la entrada de Hogwarts. Se escuchó un pop y Harry entro al castillo.

Tal vez la entrada en la sala de menesteres desde la torre de Gryffindor solo había sido por la preocupación, al igual que la entrada de los tres elfos, los cuales tenía prohibida y aun así entraron sin problemas. No supo que realmente había pasado, cuestionándose todo comenzó a subir las escaleras rápidamente y freno camino por los pasillos espiando que nadie estuviera y esperando no encontrarse a nadie.

Pero al llegar enfrente del retrato de la señora gorda, recordó cómo le había gritado y en ese momento no estaba. Seguramente fue a contarle a su amiga. Se disponía a abrirlo con su control del castillo, no fue necesario. Se abrió de golpe y mostró a la profesora McGonagall. Se veía preocupada, pálida, tenía un traje de noche de tartán, sus lentes encaramados y torcidos sobre su nariz. Ambos se miraron un segundo no sabiendo si lo que veían enfrente era bueno o malo.

-Buena Noche-dijo Harry alzando una mano y tragando saliva. Estaba más que muerto.

-HO POR DIO HARRY-grito la profesora con sorpresa y enojo- ¿DÓNDE DEMONIOS ESTABAS?-

¿Contarle o no contarle?, esa era la cuestión y dudaba que lo entendiera. No le creería y al enterarse de su salida estaba asegurando su boleto directo y sin retorno a azkaban.

-No sé, estaba durmiendo y desperté en los pasillos-mintió Harry esperando que se creyera la historia. Sobre todo por su voz temerosa y asustada-Inmediatamente regrese a la sala común-

Enseguida vio a Ron detrás de ella mostrándose pálido y con la boca abierta, Marlow estaba sujetado a su hombro arañándole la oreja. Se veía tan enojado como cuando lo despertaba sin querer.

-NO MIENTAS ¿DÓNDE HA ESTADO SEÑOR POTTER?-Volvió a gritar McGonagall escupiendo un poco de saliva y su rostro tan rojo que le recordaron a cuando las velas se enojaban.

Debía admitirlo estaba en problemas. Y ante esa situación solo callo, sintiendo que si hablaba seria mil veces peor. McGonagall le mando una mirada de furia que hubiera hecho a hablar a cualquiera, pero Harry savia apretó los dientes y le sostuvo la mirada, lo que hizo fue de vida o muerte.

-No he hecho nada malo-dijo Harry tratando deshacer la mirada dura de McGonagall, sin en cambio su mirada fue de furia a Preocupada y termino en una casi histérica.

-150 puntos menos para Gryffindor-

{Genial, ahora todos me odiaran como nunca antes} pensó Harry y sintió punzadas más penetrantes y logrando reprimir el gemir o llevarse una mano a la frente. Entendía el por qué la profesora le quitaba tantos puntos y el por qué estaba tan enojada, aun así no lo sentía justo. Miro alrededor de los pasillos y el casi juraría que esperaba que Umbridge apareciera y lo expulsara de Hogwarts. Lo apresuro a entrar y cerro el retrato, Ron emitió un grito y él se giró a mirarlo. No pudo hacer más ya que la profesora se colocó enfrente y lo tomo de los hombros con fuerza, tanta que Harry se preguntó si en sus días malos no se dedicaba a apalear a los alumnos.

-¿Nada malo muchachito?-dijo McGonagall con voz baja y decepcionada.- Se muy bien que no te has quedado dormido y también que saliste a hacer algo- señalo el pecho de Harry y el instintivamente miro el lugar donde apuntaba, su pijama estaba mojada, rasgada, manchada de tierra y lo peor, si antes era de un tono crema ahora era rojo, con salpicaduras por todos lados. La sangre aún se mostraba fresca y en algunos puntos resbalaba. Se quería golpear por idiota.-Entonces seguirás callando-

Harry se quedó callando y mirándola fijamente, pidiéndole perdón al mismo tiempo que intentando demostrarle que no había hecho nada malo. McGonagall resoplo y lo soltó un poco brusco.

-50 puntos menos-dijo con voz decepcionada y se dejó caer en un sillón, entrelazo sus manos con los ojos rojos y a punto de llorar. Harry se dirigió a ella queriendo contarle, pero no podía, si explicaba eso tendría que contarle sobrero que él era la serpiente y seguramente se daría cuenta que salió con anterioridad del castillo. Marlow salto del hombro de Ron con una gracia increíble y se colocó en el suyo con tanta fuerza que sintió como le cortaba un poco, eso era mucho menor a lo que aguantaba en ese momento. McGonagall lo miro y abrió la poca con los ojos rojos, pero enseguida un retrato dijo interrumpiéndola.

-El profesor Albus Dumbledore la busca maestra, le pide que lleve a Fred, George, Ron, Ginny Weasley, además de Harry Potter. Algo importante le ha sucedido a su padre-dijo el retrato mostrándose como si hubiera acabado un maratón.

-¿Qué?-pregunto Ron asustado.

La profesora vio a Harry de arriba abajo, sus ojos dejaron su furia y trago saliva. Luego miro a Ron.

-Iré por sus hermanos espérenme aquí-dijo la profesora, dejando a Ron y Harry solos.

-¿Qué te pasado Harry? ¿Sabes algo de le ha sucedido a papá?-pregunto Ron temeroso.

-Todo está bien-dijo Harry casi con algo de alegría de haberlo soñado o más bien vivido-El estará bien. No le pasara nada te lo juro-

El silencio que siguió pareció durar años.

-¿Cómo es que la profesora se dio cuenta que no estaba?-pregunto Harry queriendo romper el hielo.

-La dama Gorda -dijo Ron algo preocupado – Me comento que le dijo que te vio con dolor y entrando a la sala común muy noche. Se asustó por que le gritaste y fue corriendo a su dormitorio. No te vio salir. Y me despertó al no encontrarte en cama. Creí que estarías nuevamente entrenando así que se lo comente y… se pudo furiosa... lo siento no quería meterte en problemas-

-Tranquilo. Aceptare las consecuencias-dijo Harry sonriéndole, la verdad no podía culparlo de preocuparse, además de que era verdad pasara lo que pasara no se arrepentiría de salvar una vida.-Lo principal es que todo está bien.-

Enseguida se escucharon unos pasos bajando las escaleras. Todos los Weasley venían en pijama y con los rostros preocupados.

-Ron, ¿qué sucede?-pregunto Ginny muy asustada-La profesora dice que a papá le paso algo-

-No se preocupen -dijo Harry intentando sonreírle, lo cual era difícil cuando apenas y soportaba su frente. Entonces todos lo vieron con sorpresa, veían su pijama sucio, roto y ensangrentado.

-¿Qué paso?-pregunto Fred con la voz dura.

-Nada-dijo Harry mirando a la profesora que también bajaba-Solo es sangre-

La profesora ya no parecía tan molesta, pero apresuro a todos a salir. Siguieron a la profesora McGonagall, pasando al lado del retrato de la señora gorda que le gruño y el solo bufo en respuesta. Harry sentía que todos lo miraban aprensivos por la sangre en su pijama, a pesar de sus miradas se mantenía completamente tranquilo.

Cuando al fin estuvieron enfrente de la gárgola, cobro vida y salto hacia un lado, la pared de atrás se abrió revelando la escalera, todos subieron rápidamente, hasta que alcanzaron la puerta de roble pulido con una forma de grifo. Adentro escucharon las voces de varias personas, la profesora golpeo la puerta y las voces cesaron, la puerta se abrió por si sola y todos entraron rápidamente.

El cuarto estaba en penumbra y Harry noto los diferentes retratos de los directores saliendo de los cuadros y entrando. Y un magnifico pájaro rojo y dorado del tamaño del de un cisne dormía en su percha, con la cabeza bajo el ala. Ahí estaba Dumbledore, caminando de un lado a otro, vestía una túnica purpura y dorada encima de una camisa de dormir blanco nieve, parecía completamente asustado y más que nada nervioso. El azul de sus ojos se clavó en la profesora McGonagall.

-¿Qué bien que llegan?-dijo el profesor Dumbledore mirando a la profesora y a los Weasley pero salteándolo -Verán hace un minuto me han informado del hospital San Mungo que su padre, el señor Weasley ha sido internado por un ataque de serpiente-

-¿Cómo?-pregunto Fred asustado, haciendo que Ginny pareciera estar al borde del llanto.

-Como escucho señor Weasley, su padre, Arthur está gravemente herido-dijo Dumbledore. Los retratos de los directores estaban muy atentos con varias conversaciones entre ellos.-Afortunadamente fue encontrado por un elfo doméstico y llevado inmediatamente al hospital y con una muestra del veneno, en estos instantes lo están atendiendo-

Ron estaba gris, mientras los gemelos consolaban a Ginny que le corrían unas lágrimas por el rostro. Dumbledore hurgo dentro de su armario, saco un caldero viejo y ennegrecido, coloco con cuidado sobre su escritorio. Levanto la varita y murmuro "portus", por un instante el caldero tembló, brillando con una extraña luz azul, luego se detuvo.

-Phineas-dijo el director mirando un retrato vacío, enseguida apareció una cabeza y luego un cuerpo completo de un viejo con el cabello negro.-Necesito que vayas a tu otro retrato en Grimmauld Place, dale este mensaje a Sirius, Arthur Weasley está gravemente herido, su hijos y esposa estarán ahí en un momento ¿Entendiste?-

-Muy bien-dijo el retrato desapareciendo de nuevo.

-¿cómo iremos?-pregunto Fred temblando-¿polvos flu?-

-No- contesto Dumbledore- Viajar con polvos flu no es seguro de momento, la red está siendo vigilada. Tomaran un traslador- Señalando el caldero ennegrecido.-Solo quiero estar seguro que no pase nada en su viaje, esperar aremos a Phineas-

Enseguida un chirrido llego desde la parte del escritorio mostrando un chivatoscopio dorado y que se encendía de luces.

-Es la profesora Umbridge, ya sabe que no están en su cama. Profesora McGonagall debe hacer que se valla... invéntele cualquier historia-dijo Dumbledore tomando el chivatoscopio que se silenció y apago al momento.

Enseguida Dumbledore vio a Harry o más bien su pijama porque abrió mucho los ojos y abrió la boca.

-¿Qué te ha sucedido Harry?-pregunto el profesor mirándolo un más pálido que antes.

La habitación se volvió fría, la presión del aire aumento y todos comenzaron a temblar. Harry desde que lo vio se había mantenido callado y solo miraba a Dumbledore con una mirada de enojo. Cuando le hablo su mirada fue de odio puro, sus manos apretadas en la capa y el trozo de pijama, ardía su cara, sus manos temblaban y tuvo que mover el cuello que crujía. Un gran silencio cubrió la sala.

-¿Harry que…?-volvió a preguntar Dumbledore con voz preocupada.

-¿AHORA SI LE IMPORTA LO QUE ME PASE?-grito Harry con la voz aumentada y todo en la habitación comenzó a temblar, despertando a Fawkes Y todos alejándose.- NO FUE USTED QUIEN ME APRISIONO Y QUIEN…-

No pudo continuar el retrato de Phineas interrumpió abruptamente, entrando casi gritando.

-Mi tataratataranieto, acaba de ingresar a la casa, esta impresionado pero dice que está bien-se escuchó la voz detrás de Dumbledore.- ¿Qué sucede?- pregunto al ver la tensión en la sala.

-Nada. Vengan aquí-ordeno Dumbledore, aunque estaba pálido, observando aun la pijama de Harry sin mirarle el rostro -Y rápido, antes de que alguien se una a esta conversación-

-Nuevamente huyendo ¿verdad?-dejo salir Harry escupiendo veneno en cada palabra, nuevamente sintió la ansias de matar, de acabar con una vida.

-No es momento Harry, Arthur corre peligro y necesita a su familia-dijo Dumbledore acercando el caldero a todos.

Se colocaron alrededor del traslador y cada uno tocando una parte del caldero ennegrecido. Tenía razón, ese no era ni el momento ni el lugar de reclamarle nada y aunque sus ganas de gritar aumentaban a segundos el solo asintió con pesadez. Como un dedo en el caldero, Ginny arrimo su mano acercándose más a Gorgue.

- Bien a la cuenta de tres... uno-

Miro a todos los Weasley, cada uno sin mirarlo, pero lo sentía dentro de su magia, estaban asustados por su presencia.

-dos...-

Al instante, la cicatriz de Harry ardió, como si nuevamente tuviera a lord Voldemort delante de sus ojos. Harry sintió como el alma de Voldemort que se arremolinaba en su interior y se desespera por tomar su cuerpo, lo cual lo obligo a girar su cabeza y se encontró con los ojos de Dumbledore. Su mirada preocupada por él, sus ojos demostrándole algo que tantas veces vio, el cariño que le demostró en otros años. ¿Por qué había cambiado?

-tres...-

Harry sintió una sacudida en su ombligo, el suelo desapareció bajo sus pies por 3 vez en el día, su mano estaba pegada al caldero, chocaba contra los otros mientras todos iban velozmente dentro de un remolino de colores y de un momento a otro tocaron el piso con tal fuerza. Harry logro mantenerse en pie, el caldero resonó en el piso con estrepito, mientras todos caían al suelo, y en algo lugar una voz dijo.

-¿Están todos bien?-

Harry lanzo una mirada alrededor, estaban nuevamente en la cocina de Grimmauld place. Las velas iluminaban todo. Sirius estaba parado en el umbral, luciendo ansioso y mantenía una ropa de viaje bastante manchada de tierra.

-¿Qué fue lo que paso?-pregunto tendiendo una mano para ayudar a Ginny a pararse. -Me dijeron que Arthur ha sido herido de gravedad-

-Nadie sabe que paso-dijo Ron mirando a Harry y nuevamente llegando a su pijama ensangrentada.

Guardo silencio y volteo buscando a Kreacher en algún lugar de la cocina para saber si el ya había regresado de San Mungo o aún estaba en el hospital.

-¿Por qué traes sangre en la ropa?-pregunto Sirius con un tono preocupado y luciendo incluso más nervioso.

Nuevamente no contesto, simplemente se alejó un poco sintiendo que si les decía que había auxiliado al señor Weasley capas no lo dejarían regresar a Hogwarts o a cualquier otro lado.

Fred, George, Ginny le lanzaron miradas curiosas, como si él hubiera atacado al señor Weasley, aunque el aún se preguntaba por qué era la serpiente, hubiera querido contarles toda la verdad pero incluso en ese preciso momento Sirius parecía bastante nervioso para que le ayudara a salir de la situación.

-¿Esta mamá aquí?-pregunto Fred, girándose hacia Sirius.

-No tengo ni idea, regrese por una petición de Dumbledore-contesto Sirius sin dejar de mirar a Harry que se alejaba poco a poco sin que nadie lo notara.

-¿Regresar?-pregunto George, pálido.

-Si... he bueno, no estaba aquí-dijo Sirius, llamando la atención de todos

-Tenemos que ir a San Mungo-exclamo Ginny con urgencia mirando a sus hermanos, aunque todos tenían pijama aun-¿Sirius tendrás algo que podrías prestarnos capas o alguna cosa?-

-Creo que si-exclamo guiándolos a arriba para ir a una habitación mientras Harry se quedaba parado, Ron le lanzo una mirada antes de subir.

-¿Vienes?-dijo Ron con la voz más tranquila.

Harry negó con la cabeza, bastantes miradas de reproche le habían lanzado los gemelos y Ginny para que la señora Weasley también lo hiciera. Espero mucho tiempo parado, enseguida sintió algo que le revolvía el pelo de la nuca, al observar era Marlow, se había olvidado que tenía a su pequeño amigo en el hombro. Lo acaricio suavemente ya que era el único que le mandaba miradas de compresión, como si supiera que estaba pasando. Subió poco a poco hasta entrar en la sala y se sentó en el sillón más cercano. Escuchando los pasos apresurados en los pisos superiores. Cuando de nuevo aparecieron todos en la sala, tenían ropas nuevas y capas.

-Bien, así está mejor-dijo Sirius mirándolos- Iría con ustedes, pero no hay nadie que cuide la casa. Fred asegúrate de cuidar a Ginny y tu George de Ron-

-Si-dijo Fred y George, lanzando nuevas miradas a Harry y desaparecieron por la puerta que los conducía a la salida, escuchando el crujir de los seguros.

Segundos después apareció Sirius en el marco de la puerta. Harry tenía en las manos a Marlow y aun lo acariciaba e incluso jugaba con Marlow, no porque le apeteciera más bien para hacer algo con sus manos. Su estómago estaba tan lleno de culpa y de preocupación que no podía pronunciar palabra. Ninguno de ellos debería estar en esa situación, el señor Weasley en el hospital, mientras los demás salían de Hogwarts para estar junto a su padre. Aunque estaba más tranquilo sabiendo que el señor Weasley sobreviviría si lo atendían debidamente.

-¿Porque estas lleno de sangre Harry?-pregunto Sirius serio, el silencio se acumuló poco a poco hasta que nuevamente sintió esa mirada de reproche-¿Tiene algo que ver con lo de Arthur?-

{No tienes la culpa} dijo Revé en su mente, hace cuanto que deseaba oír esa voz platicar con ellos, comentarle sus planes y ser guiado. Se sentía muy perdido en ese momento.

{¿Yo era la serpiente?}Pregunto Harry mientras Sirius seguía haciendo más preguntas que no escuchaba.

{No, solo he de decirte que si no hubieras presenciado el momento, ahora estaría muerto} dijo Sly claramente.

Iba a seguir preguntándoles algunas cosas pero enseguida sintió como se cerraba la conexión con ellos.

-¡DI ALGO HARRY!-dijo Sirius molesto.

Harry levanto la vista, estaba Sirius sentado enfrente de él, manteniendo un tono más rojo y casi juraba que estaba pensando que se estaba volviendo demente o que simplemente estaba cruzando la línea hacia ser un mago tenebroso. Lo cual le enfureció.

- ¿Así que sigues cuidando de tu prisionero? -dijo Harry fríamente sintiendo su voz extrañamente lejana.

-¿QUÉ?-grito Sirius -¿Prisionero?-

- Por eso no fuiste con los Weasley, no hay nadie más aquí y estoy seguro que has dejado la casa sola durante mucho tiempo. No te importa cuidarla, te importa a completar tu acometido, vigilar que tu prisionero siga vigilado las 2 horas del día. Que no huya o me largue a donde nadie sepa que hago. ¿Verdad?- dijo Harry con la voz cansada, ese día estaba siendo extrañamente largo.

-Me quede para ver si estabas bien. Para cuidar de mi Ahijado-declaro Sirius molesto.

-Digamos que te creo- continuo Harry cerrando las manos y Marlow subiendo por su brazo.- ¿Por qué no me preguntas si estoy bien?, me has preguntado por qué tengo sangre, no se eso no me suena a preocupación-

Sirius apretó las manos en los reposabrazos y el silencio regreso a la habitación.

-Vi tu entrenamiento, no sería fácil provocarte tanto daño- Contesto con la voz más baja –Quiero ayudarte, pero ocultas tantas cosas que… es difícil. Y Sabes que puedes decirme lo que sea-

-¿Estás seguro?-dijo Harry serio-Me apoyaras en mis decisiones y me dejaras seguir adelante a pesar de todo. Incluso si eso rompiera todas las reglas mágicas y muggles-

Sirius pensó un momento estaba realmente pálido después salió rumbo a la cocina, con las manos revolviéndose el pelo. Dejo salir un gran suspiro y subió al desván donde aún se encontraba el pequeño cuarto, adentro todo estaba tal cual lo dejo aunque más polvoso, se acostó sin importarle. Había travesado noches enteras sin poder dormir, pero esta era la noche más larga que podía recordar. El tiempo parecía ralentizado, mantenía los ojos cerrados intentando sentir la energía mágica de alguien más en la casa, aparte de sirios, Marlow y Buckbeack. No savia si los Weasley habían llegado a tiempo a San Mungo. Le molestaba estar solo en esa habitación, con ropa sucia y llena de sangre, sin nada más para cambiarse, sin sus cosas, incluso sin su varita. ¿Por qué no la había tomado antes de salir? Ahora que recordaba, ¿No había hecho el "Arresto Momentum" sin varita?, ¿Eso era posible?, tendría que consultarlo con Hermione en cuanto la viera. Es decir al regresar a Hogwarts.

Se culpaba por no poder despedirse de Hermione, ella se iría a esquiar con sus padres sin saber donde estaba el. Las fiestas se las pasaría esperando regresar y verla, claramente le faltaría mucho su presencia, más estando en presencia de todos los ojos que lo asfixiaban y en aquella guarida lúgubre. Ni un ruido se producía solo silencio y puro, en medio de la oscuridad absoluta.

A las cinco y diez de la mañana sintió como la señora Weasley y todos los demás entraba al Grimmauld place, dio un salto y bajo corriendo todo lo rápido que podía, cuando entro en el recinto. La señora Weasley estaba extremadamente pálida, pero todos giraron a verlo. Nuevamente esa mirada acusatoria, y la señora Weasley parecía también acusarlo directamente, claramente sus hijos le contaron su estado y como había callado todo el tiempo. Quería preguntar como seguía, si el veneno fue de utilidad si los gastos ya estaban cubiertos y miles de cosas más, pero la mirada de ellos lo detuvo.

-Se va a poner bien-afirmo Ron con voz débil y cansada-Está durmiendo. Podremos verlo en tarde. Bill se quedó con él, Se tomara el día. Al parecer el veneno que llevo Kreacher fue suficiente y pudieron atenderlo rápidamente. Aún siguen analizándolo. Aseguran que si no hubiera llegado en ese momento estaría en peores condiciones o... pudo morir-

Enseguida vio como Kreacher se adentraba en la habitación traía una gran bandeja con un montón de cosas para desayunar. El elfo le lanzo una sonrisa a Harry que devolvió, enseguida la quito ya que todos se mostraron irracionalmente fríos.

En la bandeja había tostadas, tocino y te, todos tomaron algo pero Harry simplemente se limitó a tomar un poco de té, al acercar su mano a la bandeja Ginny nuevamente retiro la suya rápidamente como si le fuera hacer algún daño. Ese comportamiento lo había visto desde hace mucho en el castillo pero al sentirlo de alguien tan cercano, sintió una punzada en su pecho y se limitó a apretar las manos con fuerza y mirar el piso escuchando la conversaciones.

-No sé qué hubiera pasado sin Kreacher-dijo la señora Weasley cariñosamente- podrían no haber encontrado a Arthur por horas, y hubiera estado muerto. Está vivo gracias a él, además de que ha tomado el veneno de la creatura, eso fue de mucha ayuda. Al igual que sacarlo y decir que lo encontró en un campo desértico, eso le quito a Dumbledore los problemas con el ministerio por estar cuidando... eso...-

Kreacher trajo un plato con un par de sándwiches y una taza de té, sonriendo le a Harry y mirándolo como preguntando si debía decir algo, a lo cual negó con su cabeza, tanto a la comida como a la petición o lo que él quisiera decir.

-Por cierto Sirius, los doctores dicen que va a tener que estar allí un tiempo y será maravilloso estar más cerca... quisiera preguntarte ¿Podemos quedarnos aquí y pasar las fiestas?-pregunto la señora Weasley con la voz cansada.

-Cuantos más mejor-exclamo Sirius con alegría la señora Weasley sonrió alegremente, y enseguida todos entablaron conversaciones. Excepto Ron que miraba a Harry y solo parecía estar pensando seriamente, le agradecía a su amigo no mirarlo como los demás.

Poco a poco todos abandonaron el lugar hasta que solo quedo solo él y Ron. Lo seguía mirando fijamente, Harry quería decírselo pero su mente seguía negándose a decir que se había escapado nuevamente sin que nadie se enterara. Ron se retiró media hora después diciendo que dormiría, siguió sentado culpándose y sintiéndose terrible, hasta que Kreacher apareció nuevamente con un nuevo plato con huevos y tocino.

-El señor Potter debe comer-dijo Kreacher algo tímido.

-No tengo hambre-dijo Harry, su estómago se sentía tan mal que si comía algo seguramente vomitaría.

-Kreacher le he dejado un cambio de ropa en la habitación de arriba, Kreacher tiene que decir también que me parece injusto que todos ellos lo culpen cuando usted ha sido su salvador. Le debe la vida-dijo Kreacher teniendo un tono algo serio.

-No me debe nada Kreacher y deben seguir sin saber que yo he salido de Hogwarts-dijo Harry sonriéndole al elfo y regalándole una caricia que acepto-Recuerda que debes guardar el secreto-

-Entiendo, señor-dijo Kreacher haciendo una reverencia y dirigiéndose nuevamente a la cocina.

Harry subió a cambiarse, Marlow parecía estar menos ajusto en aquel lugar pero aun así se acomodó dentro del bolsillo de la sudadera que le había puesto Kreacher. Todos pasaron toda la mañana durmiendo en sus respectivos cuartos, él se la pasó contemplando la calle mientras la nieve se acumulaba afuera. ¿Por qué veía desde la perspectiva de la serpiente?, ¿Por qué todos lo culpaban? ¿Acaso de verdad era tan malo buscar poder? Las decoraciones afueran brillaban de todos distintos. La cicatriz hacia horas que le dejo de doler, pero de alguna forma su corazón era estrujado y aplastado. La cicatriz hacia horas que le dejo de doler, pero de alguna forma su corazón era estrujado y aplastado. No figurativamente, literalmente. Jadeaba y se tomaba el pecho un dolor punzante mientras se inclinaba en ventana. Tocio fuerte, salpicando sangre en el marco de la ventana y dejando manchas en el vidrio. Miro el reflejo del vidrio, un hilo de sangre salía de su boca. De verdad que estaba roto.