Hola a todos y cada uno de mis lectores, hoy vengo, como siempre, a compartirles esta historia que vive en mi mente y que cada día desde hace años la he estructurado, escrito y reescrito una y otra vez.

Se que han esperado por ella y que dentro de cada uno de ustedes se pregunta ¿Qué ha pasado con Caos? Existen muchas respuestas… más cuando ahora con la cuarentena. Supongo que todos están al tanto y que saben que es y cómo va la cosa, sobre todo las medidas de sanidad, así que no hablare de eso. En este mes… lectores han comentó su punto de vista, con respecto a sucesos de mi historia, y eso me ha dado mucho que pensar.

Así que lo resumiré en varios puntos rápidos.

El primero es el respeto; yo como escritor y persona intento ser cordial y respetar las ideas y opiniones de la gente y mis lectores, así que yo pido lo mismo. Respeto. Creo que todos lo merecemos, tanto de lectores a lectores, escritores a escritores, como de los lectores a escritores y de escritores a lectores. Aquellos que siempre respetan les estoy muy agradecido, a aquellos que no, les pido cordialmente que comenten pensando que no solo lee el escritor, si no el público en general.

Segundo punto; Intento escribir todos los días, por lo menos una hora al día. He trabajado de esta forma desde hace tres años. Ahora, en este punto, no he logrado hacer ni diez minutos al día. Mas la historia no está pausada, la trabajo todos los días y algunas noches, en mi mente, pensando cual es la mejor forma de moverla y de hacerla avanzar. Pero como se habrán dado cuenta... llegaremos a cien capítulos… más de un millón de palabras y…. el final se acerca cosa que debo meditar y pensar adecuadamente.

Dicen que los últimos minutos de una larga caminata es igual a una hora del comienzo del camino.

Y es cierto, mis tiempos de escritura cada vez se amplían más… empecé publicando cada día… luego cada semana… cada quince días y ahora es cada mes… o más. Mi punto es que al principio de este mes decidí descansar, parar un momento y respirar. Así que lamento las molestias… tal vez tarde un poco para publicarlo, pero estoy de regreso. Continuare escribiendo, solo que no se ha que ritmo. Pero esta historia tendrá un fin… un final… que ya está estructurado, escrito y publicado, solo que en mi mente.

Por ultimo y si me permiten continuar… como siempre… Lean, disfruten y comenten.

Su amigable y caótico amigo… Dazeas.


Los personajes pertenecen a J. K. Rowling


Capítulo 90.- El valor depende de cada par de ojos

- ¡CARA RAJADA... MÁTAME… SI PUEDES MATAME… AHORA! -

Harry intentaba concentrarse en donde surgía los gritos de Draco, como llegar a él y acabar su cometido. Mas el sonido del chapoteo de agua ocultaba algo su voz, también el hecho de que sus ojos y frente ardieran, no veía nada más que aquel rojo carmesí. Sentía la respiración agitada y su puño encerrado en el vidrio, destruyéndolo en pequeñas partes que se calvaron en su palma. Deseaba llegar a Draco que gritaba con tal dolor que lo hacía vibrar, mientras que el sonido de sus gritos retumbaba en sus oídos y su sangre se calentaba de forma progresiva.

-Bien… no me dejas otra…- gruño Harry mientras que su mano se adentraba en ese líquido caliente y viscoso, las pequeñas incisiones en la piel le ardieron cual hierro ardiente. Mas el tiempo se terminó Draco soltó un alarido que creo un eco en toda la oscuridad y luego solo quedo el sonido del agua chapoteando.

En ese momento se preguntó ¿Cómo es que no lograba controlarse? ¿Cómo es que Voldemort fuera capaz de provocarle tal cosa? Si tan solo esa mañana lo hubiera predicho, su decisión pudo haber sido otra, o por lo menos le hubiera dicho a Ron y tendría a alguien que lo detuviera.

Comenzó en la tarde anterior. Lo que más recordaba era que movía la pierna sin darse cuenta, estaba estresado, algo nervioso y, lo que más le pesaba, furioso. Se encontraba entrenando a los Pendragón, era su segunda sesión de entrenamiento y no lograba concentrarse en enseñarles. A pesar de que realizaban un excelente trabajo, su mente estaba en otro tema y por lo consiguiente no podía notar, o siquiera analizar, si lo realizaban de forma adecuada.

Sentado sobre esa roca, observando a Sofí correr (con dos leones voladores detrás) mientras que a su espalda los demás entrenaban en la playa, sus pensamientos no estaban sobre los Pendragón si no en un rubio que tenía ganas de golpear hasta hacerlo sangrar.

- ¿Estas bien amor? -pregunto Hermione llamando su atención. Ni se había percatado de que le observaba de frente o cuando llego a donde estaba. No contesto, solo asintió, esperando que no se notara como se sentía. -Sofí va progresando, parece mejor que la última vez-

-Es dedicada y sabe bien lo que hace, no dudo en que logre ser una de las mejores medimagas- comento Harry mirando a Hermione que lucía su sudadera empapada, seguramente de agua, y con el cabello lleno de arena- ¿Aun no lo logras? -

Los labios de Hermione realizaron una mueca, luego se sentó a su lado, tomo su mano y dejo la cabeza en su hombro. Eso calmo un poco su enojo, pero aun si no lograba quitárselo de encima desde el día anterior.

- No logro comprender del todo ¿Algo me falta? -pregunto Hermione de repente. - Intento, pero… algo se siente realmente mal-

-Ya te he dicho y enseñado la forma de hacerlo. Aun si puedo hacerlo, no es para mí - dijo Harry levantando su otra mano para acariciarle la mejilla- Como te he dicho, si alguien llevara a su máximo potencial esta magia, esa eres tú. -

Suspiro y luego le dio un beso rápido.

-Eso espero, porque… si es mi herencia…- dijo Hermione decidida-… Debo replicarla-

Se levanto y le dio otro beso más profundo para luego irse otra vez a continuar su entrenamiento. Cosa que hizo que el enfado de Harry aumentara, no por Hermione, más bien por pensar en aquello que le hizo Draco. El que supiera que fue golpeada por el rubio, lastimada y, además de eso, el que ni siquiera pareciera importarle a Draco, le estaba sacando de quicio. Deseaba sacarle no solo una disculpa al rubio hurón, también que se arrepintiera y deseara nunca haber tocado a su prometida.

Y aunque lo golpeo, sentía que aún le quedaban mucho que discutir. Se decidió y fue directo a Sofí.

- ¿Qué tan bien puedes curar a alguien en una hora? -pregunto Harry mirando a Sofí esquivar las garras de un león (Intentando levantarla de la tierra) y luego como su compañero aterrizo agazapado y le salto para inmovilizarla. Logro esquivar su ataque lanzándose a un lado y rodando por la hierba, lo que le dio tiempo para ver donde venia el siguiente ataque y poder huir- ¿Me estas prestando atención? -

- ¿CREES QUE ES MOMENTO DE HABLARME? -

- ¿No lo es? - pregunto Harry cruzado de brazos y mirándole con seriedad

No le volvió a contestar ya que salió corriendo perseguida por aquellas criaturas. Bufo y luego los alcanzo en un segundo y se interpuso entre sofí y los leones. Los miro con fuerza y estos frenaron en el aire, planearon y aterrizaron en sus cuartos traseros.

-Así está mejor, que buenos gatitos- dijo Harry acariciando el hocico de uno de ellos, mientras que la otra se acercaba pidiendo el mismo trato. -Entonces ¿Qué dices? -

- ¿Sobre la curación? - pregunto Sofí toda sudada y jadeando a lo grande- Depende de la lesión, pero si tengo lo necesario… creo que podría curar la mayoría de lesiones, incluso huesos desaparecidos-

- No fue mi culpa -dijo Harry rodando los ojos-Fue Lockhart… y no creo que pudieras hacer mucho en ese entonces-

-Ni siquiera sabía que era una bruja- contesto Sofí algo mejor en su respiración.

- ¿Por qué tuvieron que contarte eso? -pregunto Harry sobándose la cien.

-A todo esto ¿Por qué quieres saberlo? -pregunto Sofí limpiándose el sudor. - ¿Acaso alguien salió lastimado? -

-Digamos que si- dijo Harry suspirando- Vamos a ir a curarlo, ¿Necesitas algo especial para ello? -

-Primero ¿Que paso? -pregunto algo apurada y seria.

-Le dieron una golpiza de campeonato- comento Harry sin poder evitar sentirse algo mejor al ser el culpable.

- ¿Cómo a Theo? -pregunto Sofí con tal seguridad que demostró que noto su sonrisa. - O ¿Peor? -

-Supongo que… peor- contesto Harry sin poderle mentir.

-Necesito un par de cosas, Theo las tendrá- dijo Sofí suspirando largamente, para luego encaminarse a donde se encontraba el Slytherin.

En el trascurso del camino, con un movimiento de la mano, Harry le seco la ropa a Sofí y le conto un poco de lo que paso. A largos rasgos. La azabache se sorprendió de que fuera Draco a quien apaleo y su actitud cambio un poco. Por un lado, estaba algo enojada aun por lo que le hizo a Hermione, por el otro se encontraba, alegre de que estuviera algo herido.

Al llegar con Theo este se encontraba muy desaliñado, la creación de las pociones comprimidas era complicada y de alguna forma eso le estaba llevando a parecer chiflado. El pedido de Sofí se lo entrego casi de inmediato (a regañadientes luego de interrumpirlo), en cambio el aprovecho para hacerle otros pedidos, los cuales no parecieron agradar para nada a Theo.

Luego Harry tomo a Sofí de un brazo, se concentró y el mundo giro entre un borrón y un brusco movimiento. Aparecieron justo frente a la puerta del pub cabeza de puerco, el lugar seguía cerrado y por lo que se notaba no abrirían en un buen tiempo.

-Avisa- gruño Sofí mientras se movía en círculos, algo mareada.

Le sonrió como disculpa, toco con fuerza y escucho los pasos apresurados. Aberforth no se vio impresionado, más pregunto- ¿Quién casi mata al idiota de adentro? -

-Solo fue un poco- gruño Harry por la pregunta.

-Mi sonso hermano- dijo Sofí señalándolo.

- ¿Vienes a terminar tu trabajo? -pregunto al darles paso.

-No realmente- contesto Harry suspirando. - Aunque ganas no me faltan-

-Que mal… esperaba que otro hiciera el trabajo por mi- gruño Aberforth intentando no lucir decepcionado, pero sin lograrlo.

En la parte superior del bar encontraron a Malfoy, casi en la misma posición que lo dejo el anterior día. Acostado en el sofá amplio, cubierto de una vieja y pequeña cobija de piel de cabra, se quejaba y murmuraba cosas incomprensibles, parecía delirar. Miro como lo dejo: con su ojo amoratado, dos golpes en la barbilla y pómulo, además de que se tomaba las costillas con fuerza y apenas se movía se quejaba; La verdad no le importaba luego de enterarse de lo que hizo en su ausencia.

Draco abrió los ojos ante su presencia, apenas lo suficiente para soltar un gruñido, intento levantarse, pero el solo hacerlo le hizo soltar un alarido de dolor.

No paso mucho entre que Sofí lo inspeccionara y lo comenzara a curar. Mientras Harry tuvo que sentarse a tomar una cerveza de mantequilla con Aberforth el cual no paro de quejarse del rubio en la hora en que el semblante de Draco paso de pálido enfermo a su tono pálido normal. Por unos minutos Sofí exclamaba cosas como: "Si no fuera porque lo pide" o "Eso y más te mereces". Todo eso mientras le embutía en la garganta pociones, movía la varita alrededor de sus moretones en forma irregulares y le picaba las costillas con un objeto alargado y de color marrón oscuro. Si lo viera cualquiera diría que lo torturaba, ya que no lo hacía con delicadeza.

Al terminar las curaciones, Sofí estaba cansada, el uso de su magia para acelerar la curación de las heridas era algo que aún no controlaba del todo. Pero resultó tal cual lo esperaba. En menos de treinta minutos luego de que terminara, los ojos de Draco se abrieron espantados al notar a gruñona (la cabra de Aberforth), sobre su rostro. Estaba levantada en sus patas traseras, lamiendo directamente la cara del rubio y de vez en cuando mordiendo sus mechones de pelo en la cara.

- ¡Largo animal asqueroso! - rugió Draco alzándose y haciendo que gruñona se alejara balándole y dando coses de enojo.

Su cara siguió la dirección en la que corrió la cabra, llegando a Aberforth donde gruño a Draco y comenzó a acariciar al animal mientras le decía que no era asquerosa.

-Y la bella durmiente despertó- dijo Harry, con Sofí a su lado y recargada en su brazo. Se encontraba cansada, tanto que está a punto de quedarse dormida.

- ¿Bella durmiente? -pregunto Aberforth con gruñona acostada sobre sus pies.

-Cuento muggle- rio Harry al ver la cara de estupefacción de Draco y más al verlo limpiarse la baba que dejo la cabra en su rostro. -Pero eso no importa ahora... -

- Tus estupideces no tienen limite, cara rajada- Gruño Draco sentándose e inspeccionándose las costillas, soltó una leve sonrisa casi imperceptible-Veo que esa tejona me curo bien. Así que supongo quieres algo de mi-

Harry tomo un momento, aspiro y soltó aire intentando tranquilizarse, más que nada para no volverle a golpear ese pálido rostro, más ahora que tenía cosas importantes que hacer.

-Vamos a ir ahora- ordeno Harry.

Aberforth y Draco se vieron, e incluso hubieran visto a Sofí si esta no hubiera estado dormida ya en su hombro. El día anterior (corriendo de los leones), la mañana y la curación le habían dejado agotada del todo y con ese pequeño momento de descanso fue suficiente para que fuera a su mundo de los sueños.

-Eres impaciente chico- dijo Aberforth mientras se acariciaba la barba, un gesto que le pareció conocido, tal vez de su hermano. - Primero deberías revisar el lugar y hacer un plan-

-En eso le doy la razón al amante de las cabras- dijo Draco tronándose los nudillos. - Fui removido de ese lugar, pero seguro abra seguridad nueva… tipos no tan benévolos como yo-

- ¿Qué tan duro te golpee la cabeza? Me pregunto ¿Cuán tonto te abre dejado? -pregunto Harry en una leve risa malvada. - No vamos a aparecer enfrente de ellos y, ciertamente, creo que necesitas otra paliza para que entiendas que no soy el mismo Harry de entonces-

Draco le gruño y luego se sobo las manos. Asintió, pero sin ánimo.

-Supongo que no lo esperaran- gruño Draco mirándolo con una leve expresión de enojo.

Mas la mirada de Harry le regreso la mirada, para luego voltear a Aberforth el cual no parecía interesado en detenerles o incluso hacerles observaciones.

-A mí no me importa, solo espero que esa pequeña no sea tan pesada como este mocoso idiota-

- ¿Sofí? Es un ángel… incluso su apellido lo dice- rio Harry mientras la acomodaba en el sillón y se levantaba, para luego agradecerle con la vista- Dile que regresare en cuanto pueda y que puede que necesite curar al hurón de nuevo-

Miro a Draco el cual ni se movió, en su rostro se veía la conmoción que sentía, hasta tal punto que Harry se rio ufanamente.

-Si tienes miedo…- comenzó Harry.

- ¡No tengo miedo! -saltó Draco, le alcanzo en un instante. Aun si Sofí realizo su mejor trabajo, un leve dolor en su rostro indicaba que tal vez alguna parte de su cuerpo estaba aún tenía daño. - ¡Te llevare a ese lugar para verte llorar como niña, cara rajada! -

- ¿Cómo aquella vez en el bosque prohibido? -pregunto Harry mirándolo de frente y con una expresión divertida- A si… saliste corriendo y gritando como un llorica hijo de papi-

La tomo del cuello de la camisa y por un segundo se notó sus ganas de comenzar una pelea, una que tal vez terminaría en derramamiento de sangre. Luego solo le soltó, aunque el ambiente era tenso entre ambos. Cada uno de los dos arremetiendo contra el otro con la magia que expulsaba, aunque Harry realmente no estaba intentando intimidarlo, ya que eso podría dejarlo en un shock que le impediría salir de esa casa.

-Sí se van a matar… puede ser fuera de mi casa por favor- pido Aberforth tomando el hombro de cada uno, emitiendo magia también. -No quiero limpiar sus estupideces-

-El tiempo apremia- dijo Harry soltando su magia y dejando que la de Draco le llegara, la cual solo le causo un leve cosquilleo en los bellos de los brazos. - Andando-

Una vez en la calle, se volvieron a sentir a punto de atacarse.

- ¿Tienes varita? -le pregunto Harry rebuscando en su túnica.

-Si la tuviera, tú ya estarías con la boca cerrada y a mis pies- gruño Draco tronándose el cuello.

-Sigue soñando hurón- dijo Harry sacando de su túnica una de las varitas de entrenamiento y se la dio. - ¿y la tuya? -

Solo bufo, giro la mano hacia el bosque y con un silbido ensordecedor, viento y un golpe seco llego el báculo a su mano. No deseaba desvelar tan poderoso artículo ante Draco, por lo cual le envolvió en tela ocultando todo rastro del metal precioso que se incrustaba en la madera antigua.

- ¿Esa antigüedad? - pregunto Draco con una sonrisa burlona.

-Pobre alma incrédula- rio Harry colocándose el báculo a su espalda- No sabes que no importa la portada, el contenido es lo que cuenta-

Descendieron por el camino a medida que la oscuridad se acrecentaba. Olía a hierba cortada, agua del lago y humo de leña procedente de las casas alrededor. Saltaron el muro, cada uno a su propia manera, ya que Draco le costó por sus recién curadas heridas, se perdieron por caminos llenos de vegetación y barro. Costaba creer que se dirigían hacia la búsqueda de aquella cueva, a donde el peligro y amenazas eran seguras. Todo ello acompañado de su rival del colegio, Draco Malfoy, el cual simplemente avanzaba a su costado sin rechistar.

Harry se detuvo, le extendió el brazo- Sabes hacer una aparición ¿No? -

-Claro que se, no soy un asqueroso sangre sucia que …- casi creyó que su mirada dura lo detendría de decir tal grosería, pero continuo como si nada-… debe ser enseñado por inútiles del ministerio. ¿Crees que el señor tenebroso te dejaría ser un Mortifago sin saber hacer una parición? Esa cicatriz debe llegar a tu cerebro y hacerte idiota Potter-

- Oh, está bien. Entonces iremos a un lugar donde podremos ver a tus amiguitos Mortifagos cuidando la cueva- gruño Harry sintiendo un hormigueo en los dedos, era la sensación de querer utilizar el báculo en su acompañante.

-Conozco el lugar perfecto- murmuro Draco en lo que posiblemente fue una de las palabras con menos veneno que le dedico ese día.

-No creo necesario que nos alejemos más -murmuró Harry sin mirar a ningún otro lado más que enfrente, no quería reanudar las hostilidades con el rubio - Mientras nadie nos vea desaparecer… Coloca una mano sobre mi brazo. - Sin ánimo realizo la acción Draco - No creo que haga falta que quieras cortarme la circulación. No es mi cuello para que logres asfixiarme…-

-Si, una lástima- suspiro Draco, como si le hubieran arrebatado las esperanzas. - Espero que tengas una desparticion Potter-

-Si pasa espero que sea a ti Malfoy- rio un poco al pensar que seguro estaban imaginando la misma escena, pero, al contrario.

Miro a Draco de soslayo, y vio su sonrisa maniática. Supo que sus intenciones no eran nada buenas y enseguida y sin avisar Draco realizo una desaparición conjunta. Tuvo la espantosa sensación de que pasaba por un estrecho tubo de goma, vio varios lugares diferentes ante su vista. Cayeron en un callejón vacío y luego de inmediato volvieron a desaparecer, llegaron detrás de un almacén en el puerto de Londres y luego volvieron a desaparecer. Fueron unos quince o veinte lugares que visitaron antes de llegar a un pequeño pueblo costero. En medio de un camino de roca negra, con el sol pegándoles en el rostro, y el aire lleno de salitre.

Al parecer la grandiosa idea de Draco había sido probar su resistencia a las apariciones, viajando por toda bretaña, saltando de un lugar a otro, provocándole la misma sensación de presión, de no poder respirar y luego de desorientación. Mas no contaba con que el tampoco resistiría tantas apariciones en menos de diez minutos. Justo cuando Draco obtuvo un tono morado, el color antes de asfixiarse, se halló de pie en la orilla del pueblo y con el rubio jadeando como loco y temblando.

Su instinto le hubiera hecho darle un pequeña palmadita en la espalda e infundirle parte de su magia para que se aliviara. Mas solo se alejó un poco para darle su espacio, y que se recuperara.

- Eso pasa por qué hacer tantas apariciones simultaneas -dijo Harry escuchando un débil susurro de las olas y la fresca brisa le alborotaba el pelo mientras contemplaba el cielo azul y despejado.

-Bueno… creí que a la décima terminarías vomitando- murmuro Draco algo verde. - ¿Qué cosa eres cara rajada? Nadie podría…-

-Un hurón no soy -comento Harry mirando en todas direcciones, a donde fuera, no lograba divisar alguna construcción natural o no que pudiera albergar una cueva. - ¿Ahora a dónde? -

Draco le movió la mano y señalo al mar. Sin esperar al rubio, se dirigió a ver siquiera si le seguía se asomó por donde le señalo. Se hallaba sobre un altísimo acantilado, un escarpado precipicio negro y liso. En medio del mar, ahí donde las olas golpeaban, se agitaban y creaban espuma, se hallaba un afloramiento de roca negra, parecía que, en un pasado remoto, se habían desprendido del muro en que estaban en ese momento.

Escucho los pasos de Draco a su lado y luego como miraba con algo de rabia aquel lugar donde golpeaban las olas. Poniendo el dedo índice en ambos barillas de los lentes y los movió hacia sus orejas, al instante su visión se amplió hasta que parecía estar de pie en la misma roca. La cual ya no parecía tan pequeña. Noto dos cosas de inmediato, la primera era que la magia la inundaba y era una nada agradable y parecida a la que desprendía Diddy; la segunda era que por lo menos tres Mortifagos la resguardaban.

-Podemos llegar a ese lugar sin problemas… pero esos tres Mortifagos se darán cuenta de nosotros- dijo Harry regresando los lentes a su vista normal.

-En la aldea, si se puede llamar así, podríamos crear alguna clase de distracción y poder hacer que vengan mientras nos colamos. - comento Draco un poco mejor.

-No lo creo, esos Mortifagos podrían dañar a las personas en el pueblo. Y la idea es no llamar la atención - comento Harry volvió a contemplar el precipicio y luego a Draco -Improvisare … ¿Qué tan bien nadas? -

-Perfectamente, ¿Por qué? -pregunto Draco con una mirada de desconcierto.

- Tendremos que darnos un chapuzón. -

Sin decirle ni una palabra más, toco el hombro de Draco, le sello la boca con magia y lo arrojo por el acantilado. Se rio un poco mientras lo veía agitar las piernas y brazos al aire, luego salto también. Alcanzo a Draco con su vuelo, viendo pasar las salientes del acantilado como filosas dagas que con un solo rasguño le arrancarían la carne del hueso de tajo.

Le tomo de la nuca a Draco y disminuyo su velocidad antes de golpear el agua. Entraron al agua salada con un mínimo chapoteo, y aunque Harry podría haber ocupado magia para nadar a toda velocidad hasta la isla, decidió no hacerlo. Creo un "casco burbuja" para cada uno y luego en señas le indico que avanzara hacia la isla.

Para su humor Draco no mentía, nadaba cual pez en el agua, avanzando el triple de rápido que él. Algunas veces se le olvida que la magia no lo resolvía todo, como su inhabilidad para nadar o el hecho de que frente a Draco no tuviera la confianza de revelar las capacidades mágicas que le ayudaban en esos momentos.

Nadaron hasta el mismo borde de la roca, donde una serie de huecos irregulares le sirvieron de punto de apoyo para sacar la cabeza del agua e inspeccionar la zona. Cuando Draco siguió su ejemplo, por poco suelta una carcajada grande, el cabello del muchacho se le pegaba a la piel y le daba un tono espectral, más por su tono de piel.

- ¿Y ahora lento? - pregunto con un pequeño toque de burla.

-Quédate aquí, primero necesito encargarme de esos tres- dijo Harry moviendo la mano, creando unas cadenas de la nada que se aferraron a los pies y manos de Draco para luego adentrarse en a la roca negra y fundirse.

- ¡¿Cara rajada?!- Gruño Draco al mirarse encerrado.

-Precaución hurón, precaución- murmuro Harry saliendo del agua y secándose al instante, aunque recibía una constante rociada fría y salada en la cara y ropa

Oculto toda su presencia mágica y luego sin hacer ruido fue por los Mortifagos, el primero ni se percató de que le petrifico, el segundo y tercero terminaron inconscientes, pero de pie por la petrificación que les aplico luego.

Al regresar con Draco lo miro tirando de la cadera, con la varita prestada fundiendo el hierro de las cadenas, aunque con el agua y la poca movilidad que le dejo apenas y lograba calentarla. Luego de sacarlo del agua le pregunto - ¿Qué le has hecho? -

-Petrificados- comento Harry al sacarlo del agua, el sol pegaba con tanta fuerza de lado que se notaba que no tardaría en llegar el ocaso.

-Debemos apurarnos- comento Draco empapado- El cambio de turno será pronto-

-Sus memorias… debemos alterar sus memorias antes de entrar- dijo Harry haciéndole señas para que lo siguiera.

Empapado y tembloroso Draco, le siguió refunfuñando, él se concentró con todas sus fuerzas en modificar las memorias. Cada una de ellas las remplazaban con recuerdos de los días pasados, días en los que se la pasaban aburridos y vigilando el lugar. Era como si copiara un día aburrido en ese momento, no se percataría del cambio y tampoco podría Voldemort darse cuenta de algo raro, ya que el aburrimiento del sujeto no le vería importancia.

- ¿Dónde está la entrada? - Pregunto Harry moviendo la varita por la cara del ultimo sujeto e iluminando sus ojos de un color plateado.

-Yo que se- comento Draco sobándose las manos por el frio. -Solo vigilaba, no buscaba y no creo que le dijera a nadie sobre sus secretos-

-Que útil eres… muy… muy útil- murmuro Harry dejando salir su magia a raudales, buscando cualquier otro rastro de magia que le indicara donde estaba la entrada. Recordaba el relato de Kreacher, más el elfo solo le conto por encima y esos pequeños detalles no le había tomado importancia, de tal forma que no se acordaba mucho en ese momento. Luego de hacer un par de hechizos, no tardó en encontrarla- Es por aquí-

-Si claro… como no- rio Draco con satisfacción en su mirada, como si disfrutara del fracaso futuro que tendría.

Un minuto después estaban frente a un pequeño muro de roca lisa, lo más próxima hacia la pared del acantilado.

-A qui esta la entrada- dijo Harry mirando una fisura en la pared, un pequeño hueco natural, en cuyo interior se arremolinaba el agua salada- Otra vez al agua- Y dicho eso, se deslizo adentro, se zambulló y empezó a nadar sin ninguna elegancia, pero con constancia. Draco por su lago guardó la varita en el bolsillo y lo siguió.

La fisura pronto dio paso a un oscuro túnel descendente y Harry dedujo que aquel espacio debía de llenarse de agua con la marea alta. Asimismo, vio que, un poco más adelante, el túnel describía una curva hacia la izquierda en un descenso incluso mayor. Con el sonido de chapoteo, en cada movimiento que hacía, con la salinidad pegándose a la piel y algunas algas entorpeciendo su avance llegaron a una bajada estrecha, para desembocar en unas escalinatas que subieron casi sin ángulo.

Fue enseguida que su instinto se activó, aquella cueva le trasmitía tan sensación de peligro que no hablo ni cuando Draco salió debajo de él y le empujo a un lado del estrecho túnel. Era una pequeñísima cueva, que por el trayecto debía estar a cientos de metros bajo la superficie del mar.

Parados en medio de la cueva, se aseguró de poder protegerse y tal vez a Draco en caso de ser necesario.

- ¿Esto es todo? - pregunto Draco con una le risa irónica- ¿Seguro que es la entrada… o solo son tus locuras Potter? -

-Es aquí- murmuro con tal seguridad que la sonrisa del rubio se desvaneció

- ¿Cómo lo sabes? - pregunto.

-Hay huellas de magia- dijo Harry al sentir escalofríos, algo ruin y desagradable se encontraba muy cerca de ellos. -Esto sólo es la antecámara, una especie de vestíbulo -comentó como si en una clase se encontrara, inspecciono cada muro, pasando la mano sobre la superficie hasta que algo cambio, se sentía como ajugas perforaran en su piel- Detrás de este muro esta algo… Debemos cruzar los obstáculos que impuso Voldemort-

- ¿Por qué no volamos el muro? -pregunto Draco encendiendo su varita.

Harry dio un manotazo en el aire y tan pronto como Draco formo el hechizo se desvaneció.

-Podríamos… para ser rápidos, pero eso solo alertara a Voldemort y entonces sí que te cazara como a una rata- dijo Harry en tono enojado- De nada servirá venir a qui… no si este se da cuenta que este lugar ya fue invadido-

Draco bufo y gruño- Has lo que quiera cara rajada-

Inspecciono unos momentos más el lugar, luego movió la mano e inyecto magia en la pared. Un arco de luz se dibujó, revelando la puerta, pero sin que se abriera.

-Fallaste-

-Cállate Malfoy-

- ¿Si puedes o requieres ayuda? -

-Si te crees tan listo hazlo-

Con pazos seguros Draco se puso a su lado y observo ahí donde estaba la entrada. Pasaron diez minutos, en los cuales dos chicos dentro de una cueva submarina miraban a una pared, sin siquiera moverse o decir algo. De la nada Draco toco con la punta de la varita, volvió a surgir el arco de luz, mas este se desvaneció como la primera vez.

-Fallaste. -

-Me las pagaras Potter-

-Cuando quieras, te volveré a romper esa nariz…- Tal vez fue las palabras de Draco o el hecho de que con magia buscaba la clave de abrir la puerta, pero lo recordó antes de que terminara de hablar. - Admitiré algo… tu idiotez me hizo recordar-

- Si no te explicas, Granger y Weasley vendrán a llorarte aquí mismo- gruño Draco levantándole la varita.

- Es fácil. Para pasar tendremos que pagar - rio Harry poniendo la mano a centímetros del muro, puso el dedo sobre su palma como si fuera a dibujar en ella.

- ¿Pagar? se extrañó Draco- ¿Cómo qué? ¿Dinero, joyas…-

-Que superficial eres. No, lo que quiere es sangre. - dijo Harry pasando el dedo por su palma dejando un surco sangrante en ella, era una forma del hechizo cortante, solo que más reducido y en un solo unto. - La intención, como ya habrás comprendido, es que tu enemigo se debilite antes de entrar. Pobre Voldy no entiende que hay cosas mucho más terribles que el dolor físico. -

- ¿Cómo sabes lo de la sangre? -pregunto Draco alzando una ceja.

Paro un momento, recordando al viejo elfo, como Kreacher aun a su avanzada edad le conto sobre la cueva y de los horrores que aguardaban adentro. - Un viejo amigo… ya había estado aquí antes-

- ¿Viejo amigo? -

Harry no contesto, coloco la palma contra la roca, el surco de luz surgió, pero antes de que desapareciera la sangre de Harry comenzó a ser expulsada de su cuerpo, salpicando sangre en todas direcciones formando la figura del arco. Un segundo después el muro salpicado de sangre, se esfumó dejando una abertura que daba paso a una oscuridad total.

Tan pronto aparto la mano del muro, la herida creada se cerró por su magia sin dejar rastro alguno.

-y ¿Por qué yo no? Para eso me trajiste- pregunto Draco sin parecer comprender la situación. -Para probar si era de confianza-

-Te traje porque no me quedaba de otra, la ubicación no la conocía exactamente y de eso me valí, pero aun si eres tú… no hace ningún cambio. - dijo Harry dando leves pasos hacia la oscuridad-Además tienes razón, pero si me traicionas pondría en riesgo a quienes me acompañaran. Pero si me traicionas solo tengo que darte tu merecido y regresar. -

- ¿Siempre arreglas todo con golpes? - pregunto Draco siguiéndole el paso.

-No, algunas veces les hago desaparecer para siempre- murmuro Harry en un tono que hubiera erizado la piel hasta del más valiente.

Ambos callaron en cuanto surgió un espectáculo espeluznante: se hallaban al borde de un gran lago negro, tan lúgubre que Harry no alcanzó a divisar las orillas opuestas, y situado dentro de una cueva tan alta que el techo se oscurecía en la penumbra. Una luz verdosa y difusa brillaba a lo lejos, en lo que debía de ser el centro de la caverna, y se reflejaba en sus aguas, completamente quietas cual espejo.

-Lumus máxima- dijo Draco lanzando una luz, rompiendo la aterciopelada negrura, esta floto hacia el centro del lago. Pero aun la luz que proyectaba no era suficiente para iluminar el lugar, era como si las paredes y muros absorbieran toda luz que le llegara.

-Si ese viejo amigo ya estuvo aquí, sabes qué es eso del centro ¿No, cara rajada? - dijo Draco alzando la varita con otra luz en su punta, mirando el lago oscuro, esta no mostraba signos de luz.

-Y no es nada bueno, espero no mojes los pantalones - declaro Harry avanzando por la orilla- Sígueme y no toques el agua bajo ninguna circunstancia, no a menos que quieras ver en la eterna oscuridad-

Siguieron caminando, pero el paisaje no cambiaba: a uno de los lados tenían la áspera pared de la cueva; al otro, una negrura infinita, lisa y vítrea, en medio de la cual brillaba aquel misterioso resplandor verdoso. El silencio era opresivos e inquietantes.

- ¿Qué buscas Potter? -pregunto al fin de quince minutos Draco.

- En si… nada- dijo Harry levantando la mano y convocando lo que fuese que estuviera en medio del lago. -He llegado aquí con dos objetivos -

Se oyó un fuerte ruido, parecido a una explosión, y una cosa grande y metálica surgió de la oscura superficie del agua a unos seis metros de ellos. Una cadena vieja de un verde metálico, llena de algas negras y rojo oxido que bajaban lentamente al suelo, dejando motas de color oscurecidas y dando aspecto de sangre, perecía que fuera una advertencia del peligro que corrían.

-Lindo- susurro Draco con una expresión de asco- Eso sí que es una linda bienvenida-

-De las mejores que he visto en mi vida- corroboro Harry tirando de la cadena, la cadena empezó a resbalar por su puño y brazo como una serpiente y se enroscó en el suelo con un tintineo que reverberó en las paredes de roca, al mismo tiempo que tiraba de algo pesado que iba emergiendo del agua desde el fondo del lago.

El lugar de donde surgían las cadenas se forman ondas, atravesaban la oscuridad de forma espectral por la superficie, llegando a la orilla acariciando la filosa y dura superficie negra a sus pies.

-Seguro que aquí dentro hay: monstruos marinos, serpientes gigantescas, demonios, kelpies y espectros. - dijo Draco mientras se acercaba demasiado a la orilla- Espero no le temas a ser comido vivo…-

Fue entonces cuando del agua surgió algo grande, creando una onda de agua mayor a todas las anteriores. Intentaba concentrarse en tirar de la cadena sin hacer mucho movimiento, por eso, cuando Harry le prestó atención a Draco, se dio cuenta que el agua golpeo la orilla empapándole los pies y dejándoselos cubiertos hasta los tobillos.

-Demonios…- murmuro Draco sacando un pie de puro intento.

- ¡CUIDADO! - Grito Harry mas no a tiempo.

Una pisada en falso, un resbalón y Draco cayó al agua. Debía tener alguna diferencia de superficies por qué, el rubio se alzó de rodillas empapado en el agua oscura, escupiendo y maldiciendo. Algo cambio en la superficie del agua, burbujeo como en ebullición y algo blanco broto del agua a un metro del rubio. Apenas tuvo tiempo de soltar la cadena, tomar del cuello a Malfoy y regresarlo a donde estuvo, para luego crear una protección sobre ambos. Aquella en el agua se estrelló de lleno, creando una salpicadura en todas direcciones y dejando en el aire un chillido escalofriante.

- ¿Qué… era eso? -pregunto Draco respirando agitado y con la voz chillona en cuanto el agua comenzó a tranquilizarse y volver a parecer un espejo imperturbable.

-Una pequeña parte del por qué estamos aquí- gruño Harry soltando a Draco con fuerza y luego mirándole- ¡¿Qué parte de no toques el agua no entendiste?!-

- ¡La parte donde una criatura del averno me ataco, por cierto, pudiste avisar! - gruño Draco levantándose, no sabía si la palidez del chico era por la iluminación, por el susto, o de estado natural.

El coraje le subió a la cabeza, avanzo a Draco, por un momento deseo golpearlo y arrojarlo al agua. Mas se concentró, respiro y se intentó calmar, su cuerpo se movió por sí solo, tiro de la cadena con tanta fuerza que algo se acercó a gran velocidad. Ante su vista una fantasmal barca llego a la orilla con estrepito, estrellándose a la orilla, arrojando piedra y agua en todas direcciones. El salto y grito de Draco le hizo calmarse y reír. Aquella barcaza era tan verde como la cadena, con un extraño resplandor y con pequeñas cosas incrustadas en la parte de abajo. Estaca casi seguro que, si la examinaba, podría ubicar algunas partes humanas en ella. Mas solo subió y miro a Draco, esperando que subiera.

- Estas demente, si crees que subiré con esas cosas en el lago te equivocas - Dijo Draco retrocediendo. - Prefiero que me maten antes de que esas cosas me toquen-

-Como quieras- dijo Harry mirando a enfrente- Quédate solo con tus amiguitos acuáticos, espero que no resbales y caigas de nuevo-

Apenas tomo la cadena para soltarla, cuando Draco tomo la orilla de la barca, casi temeroso de que se fuera de verdad y lo dejara solo.

-No parece hecha para dos personas. ¿No nos aguantará sin hundirse? - comento algo huraño.

Harry se carcajeó con ganas. -No seas llorica y sube. Si algo pasa te prometo que te arrojare a la orilla-

-Eso me alivia tanto-murmuro, aunque en aquel lugar era como gritar.

Harry se apartó y antes de que ambos lo supieran, estaban ocupando la pequeña embarcación. Cada uno tenía que ir sentado en la orilla de la barcaza, con las piernas algo apretujadas y los brazos aferrados a la proa y popa respectivamente.

La embarcación navego con sigilo y sin rapidez hacia la pequeña isla verde. No se oía más que el susurro de la proa surcando el agua; la barca avanzaba sin ayuda, con una especie de tracateo y tirones de ella hacia la luz que brillaba.

Al contrario que él, Draco miraba la superficie del lago, con la luz de la varita iluminando las negras aguas. Las ondulaciones distorsionaban la vista, aunque lo único visible eran las cosas de blanco marmoleo al fondo, algunas de ellas se movían bajo la superficie, provocando que saliera un ruido raro de la garganta del rubio.

- ¡Eso es…- exclamo, asustado y su voz algo chillona, aunque podría ser el eco de la cueva -… Manos humanas! Son… son… ¡CUERPOS!

No contesto Harry, y tampoco se inmuto, desde el relato de Kreacher, supo que algún día estaría en esa cueva y el por qué iría. Mas en ese momento nunca pensó que Draco fuera su acompañante.

-Inferis- comento Harry sin voltearlo a ver. -Ese maldito condeno sus cuerpos a pudrirse aquí y cuidar sus porquerías…-

Fue unos instantes que miro la superficie del agua, la barca no era movida por magia o una soga mágica, múltiples manos sostenían la dura superficie y lo impulsaban hacia adelante. Cada mano con un aspecto blanco, algunas con algas o piedras incrustadas e incluso algunas que se les notaba los huesos y poca carne.

Sus ojos fueron a los de Draco, los cuales dijeron todo, ambos tenían nauseas ante tal escena. A la débil luz que emitía la varita una silueta se formó en la superficie, el rostro de un hombre, mirando sobre la superficie del agua: Le escurría agua como si recién saliera a respirar y además de que los seguía a su avance. Fue como si los hipnotizara con su semblante; sus ojos dos orbitas vacías y que soltaban dos líneas de agua negra, el cabello le flotaba cual espectro, y su boca, medio abierta, mostraba apenas dos pares de dientes podridos y verduscos.

-Deberías desearle buen día- murmuro Harry al escuchar el débil sonido de la garganta de Draco, aunque su voz tampoco parecía la suya.

- ¿Enserio? - pregunto Draco dos segundos después- ¿Cómo te aguantan tus amigos? -

-Si soy el alma de la fiesta- comento Harry dándole una mirada maligna.

Pronto vio que el rostro se hundía en el agua sin crear ni una sola ondulación. Mas no tardo en darse cuenta que a un metro por delante surgía otra cabeza, la de una mujer, de igual aspecto, pero con media cara descarnada y dejando su cuenca del ojo aún más tenebrosa.

- De momento no tenemos que preocuparnos por ellos. -comento Harry al notar que se aferraba con más fuerza, hasta dejar sus nudillos blancos.

- ¿De momento? - gimió Draco apartando la vista de la mujer que le sonreía de forma tétrica y de su boca surgía un pequeño cangrejo oscuro que avanzo por su rostro hasta su cabello.

- ¿No has visto el número de manos? Son cientos o miles… si quisieran ya hubieran volteado la embarcación… estamos, relativamente, a salvo- comento Harry mientras que esperaba con ansia llegar al centro de la cueva.

-Claro, hasta que nos ataquen los muertos y nos dejen en la oscuridad- gruño Draco mirándole con fuerza, pero él ni le veía.

-No tenemos que temer a un cadáver y menos a la oscuridad, ya que ambos solo le tememos por el significado que representan, La muerte y lo desconocido. Mas aun en la infinita oscuridad puedes encender una llama que te guie y en la muerte el inicio de una nueva aventura- comento Harry solemne- No digo que no asuste, solo que existen peores cosas-

-El viejo senil de Dumbledore te pego lo loco-gruño Draco sin ganas de discutir.

Harry no dijo nada, realmente no podía negarlo, luego de cada suceso de su vida, algo de locura existía en sus venas. Luego de que casi muriera un centenar de veces en el archipiélago arcano, de que el miedo lo embargara hasta desmayarlo y de enfrentar a una criatura peor que un cadáver, el miedo era una vieja compañera que le ayudaba a concentrarse y saber cuándo el peligro era mucho.

Tenía la impresión de que las hostilidades entre Draco y el cesarían por un rato, o por lo menos hasta salir de aquel tétrico lugar, ya que ninguno comento nada en el resto del trayecto. La luz verdosa parecía estar aumentando por fin de tamaño, y pasados unos minutos la barca se detuvo golpeando suavemente la orilla, levantó la varita Draco iluminando una pequeña isla de roca lisa en el centro del lago.

-Te recuerdo que no toques el agua- insistió Harry a pesar de que el Slytherin parecía ya entender el motivo.

La isla no era más grande que su habitación, se trataba de una extensión de piedra lisa y oscura sobre la que no había otra cosa que el origen de aquella luz verdosa, que de cerca brillaba mucho más. Harry la examinó: vio que la luz procedía de una vasija de piedra, parecida un pensadero, colocada encima de un pedestal.

Se acercó a la vasija y Draco lo siguió. Se pusieron uno al lado del otro, miraron en el interior y vieron que contenía un líquido verde esmeralda que emitía aquel resplandor fosforescente.

- ¿Eso es lo que creo? -pregunto Draco con hilo de voz.

- ¿Como voy a saber lo que piensas? No soy legeremante y aunque lo fuera no hablo tontuges.- Un tronido de dedos detrás de Harry sonó, pero no le prestó atención -Pero si se trata de algún pensamiento sobre pociones… supongo que si- comento Harry intentando tocar la superficie de la poción para examinarla. Introdujo la mano en la vasija, pero una especie de barrera invisible le impidió acercarse al líquido. Por mucho que empujara, sus dedos no encontraban otra cosa que esa barrera, invisible pero sólida.

- Que inmaduro Potter. Eso que tan celoso oculta el señor tenebroso, ¿Esta ahí dentro? -pregunto Draco mientras lo observaba con intensidad, tal vez deseoso de saber que era.

-No- comento Harry en seco-No es lo que él piensa… ni siquiera valdría un Knut para Voldemort-

-Sí, así es… vamos de regreso… ¡NO PUEDE SER, POR LA BARBA DE MERLIN! - Exclamo Draco al girarse y ver que la barca ya no estaba donde desembarcaron, en su lugar solo quedaba un espacio lleno de agua negra y tranquila. - ¿Cómo nos iremos? A menos que sepas volar sin escoba, alfombra o algún artefacto es imposible. Y dudo que lo hagas Cara rajada… tú y tus estúpidas ideas… no debí de seguirte… todo en ti acaba en muerte y…-

- ¡Cállate antes de que te golpee! - dijo Harry comenzando a exasperarse por el pánico de su acompañante. - Tenemos que seguir el juego de Voldemort… seguirlo por ahora. - regreso la mirada al tarro y comenzó a murmurar- Esto no es importante para Voldemort, pero no significa que no tenga un significado más profundo para el resto. Pero ¿cómo llegar hasta él? No podemos introducir la mano en la poción, ni hacerle un hechizo desvanecedor, ni apartarla, ni cogerla, ni trasvasarla, ni transformarla, ni hacerle ningún encantamiento, ni alterar su naturaleza por ningún otro medio. -

Comentaba en voz alta, más para sí que para Draco, intentaba cada cosa que decía y eliminando posibilidades con cada acción. No deseaba admitirlo, pero Voldemort tenía un excelente control de su magia y un conocimiento basto y poderoso. Aun si ocupaba el báculo le llevaría horas deshacer el fuerte hechizo que incluyo en la vasija, que anclo al pedestal y por último que amplifico por el poder de que cada ser en el lago, ellos se aseguraban de que si se desgataba este fuera puesto como nuevo de inmediato.

-Esto es lo único que será rápido y que nos permitirá avanzar- dijo Harry distraído mientras levantaba la mano, una copa de cristal blanco puro apareció en sus dedos. - ¿Se te antoja un trago? Yo invito -

- ¡ESTAS LOCO! - grito Draco retrocediendo- ¡No pienso beber nada de eso! -

-Pensé que como Malfoy… te gustarían los venenos. Ni modo, más para mí- murmuro Harry mirando el contenido, sintiéndose de un momento a otro un hueco doloroso en su estómago, como si se negara también.

-Te matara… no veras la luz del sol nuevamente cara rajada- dijo Draco de repente, como si le preocupara, posiblemente y más lógico era por quedarse solo en la cueva.

-Si quisiera matar… ya lo estaríamos de alguno modo, con un enterramiento en cuanto entráramos, ahogados, con los inferí del lago o… un maleficio al estar en este lugar- respondió Harry mirando la copa, con ese tamaño tan pequeño tardaría mucho en vaciar la vasija. De tal forma que aumento el tamaño, de una copa de vino al tamaño de un tarro de cerveza. -Creo que deberemos comprobarlo-

Por un momento pensó; Voldemort no mataría tan deprisa a la persona que consiguiera llegar hasta ahí, lo mantendría con vida hasta averiguar cómo consiguió burlar las defensas y, más importante aún no dejarlo vaciar y conseguir el Horrocrux.

Draco se le acerco, con la cara mirando al suelo, luego alzo el rostro y con fuerza dijo -Déjame hacerlo a mi-

La sorpresa de Harry fue grande que casi se le cae el tarro.

- ¿Por qué tan ofrecido Malfoy? ¿El miedo te rompió o qué? -

-Me trajiste porque estas probando me, pero hasta ahora solo has hecho las cosas tú y…-

-Tienes razón, te traje porque quiero saber que tanto puedo confiar en ti… más si te doy esto…- dijo Harry alzando la mirada de la vasija -… no creo que vivas más que veinticuatro horas. Sin el antídoto, claro-

- ¿Y tú no? -pregunto Draco un poco molesto.

Alzo el brazo, descubrió su brazo derecho mostrando una pequeña herida recta y con bordes irregulares. -Veneno de basilisco y lágrimas de fénix… creo que tengo practica con eso de los venenos- La ceja de Draco no espero para levantarse y mostrar duda- Podría paralizarme, hacerme olvidar para qué he venido aquí, producirme tanto dolor que no pueda continuar o incapacitarme de algún modo. - continúo comentado despejando la duda de Draco, luego suspiro- En ese caso, tú te encargarás de que yo siga bebiendo, aunque tengas que hacérmela tragar por la fuerza. ¿Entendido? -

-Qué premio cara rajada- sonrió con malicia Draco.

-También por eso te traje… no frenaras pase lo que pase- dijo Harry suspirando y dando una leve risa.

- ¿No temes que te deje aquí? -pregunto Draco un segundo después.

-Entonces te las veras con tus amigos, los inferí y con Mione… no creo que eso sea lindo- dijo Harry riéndose. - Esta es tu prueba… una prueba llena de veneno y oscuridad-

Antes de que siguiera poniendo objeciones, metió el tarro de cristal en la poción. Atravesó limpiamente la superficie, aunque tuvo que poner un poco de presión para hacerlo; cuando estuvo llena hasta el borde, Harry la alzo y susurro.

-Luego necesitare una buena cerveza de mantequilla-

La coloco en sus labios, sintiendo el frio cristal cual tempano y un leve olor acido. Y la vació, sin parar hasta el fondo y sintiendo la garganta arder en cuanto pasaba el líquido.

- ¿Qué tal? ¿Cómo te sientes? -pregunto Draco en cuanto bajo la copa y dio un leve gruñido.

-Pica cual hongo de dragón - dijo Harry mientras que sentía ya los efectos comenzar a surgir. - El problema no es cuando entra… si no cuando sale… aunque es físicamente imposible-

-No seas asqueroso Potter- dijo Draco haciendo un sonido raro.

-Es que no has probado el hongo dragón- dijo Harry llevándose la mano al estómago, este gorgoteaba y se quejaba por su contenido. Su cuerpo se estremeció, soltó aire que se sintió como acido en sus labios y fuego en la garganta. Limpio su frente perlada de sudor frio y miro a Draco que parecía imperturbable, además de borroso.

-Pues… no me mato...- comento al momento de sumergir el tarro y llenarla otra vez hasta el tope.

-Una lástima la verdad-

Rio por el comentario, al tiempo que sentía perforar su garganta, mas no se dejó llevar por el producto de la poción y bebió por segunda vez.

En silencio, bebió tres veces llegando a la mitad. Su mente daba destellos, veía la cueva y a Draco a su costado, para luego ver fuego, explosiones y de regreso a la cueva. Su cuerpo experimentaba sensaciones confusas, algunas veces como si lo desgarraran, quemaran y explotaran. Pero luego jadeaba entre sensaciones de calambres y de adormecimiento que los sobrellevaba. A pesar de beber su boca y garganta se secaba más a cada trago, al punto que estaba resoplando en busca de algún alivio ante ardor intenso.

Con los ojos cerrados, inclinado sobre la vasija y el tarro apenas sosteniéndose, de pronto sintió perder el peso del tarro de su mano. Diviso los labios de Draco moviéndose y diciendo algo, más sus oídos zumbaban y escuchaba murmullos raros en sus oídos. Intento recomponerse levantarse, pero sus manos y piernas temblaron, provocando que callera de sentón y se quedara ahí, sintiendo un dolor agudo cual lo atravesaran con una espada.

- ¡POTTER ESCUCHA! -Su vista reconoció el pedestal y de momento se concentró en la cueva, Draco sostenía el tarro ante sus labios y la suya la apartaba con temblores. -Bebe … solo tómatelo hasta el fondo- dijo Draco inclinando la opción para que la bebiera.

Su cuerpo podía estar mal, sentirse destrozar y recomponerse, pero su mente aún seguía presente por lo que murmuro- No me ordenes… hurón-

Dejo de inclinar la copa y soltó una carcajada cruel. -Verte así… me hace algo feliz, lo admito-

-Disfrútalo… mientras puedas - dijo Harry mientras que le acercó la copa a la boca y la inclinó, y se bebió sin tenerse, esperando dejar de sentir como si vidrios ardientes pasaran por su piel.

En sus oídos sonó un gemido lastimero y sin poder siquiera detenerse a sí mismo, tomo la mano de Draco y, de un manotazo, mandado lejos el tarro. Mientras que jadeaba y se inclinaba al suelo, dando arcadas, gimoteando y sintiéndose como un pequeño niño indefenso cualquiera.

Se encontró parado en medio de algún parque, no, era el lugar donde Dudley y el solían jugar. Se sentía pequeño, más pequeño de lo que alguna vez fue, sentado en el columpio, mirando a los Dursley. A Vernon llevando de la mano a Dudley, a su tía petunia del otro lado también dándole la mano, los tres riéndose y disfrutando jugando. Su corazón se estrujaba, se quebraba cual cristal, partiéndose en una araña de sentimientos dolorosos y punzantes, con preguntas que terminaban desmoronándolo, y dejando que las pequeña y filosa respuesta le provocaran el llanto.

-No, no, no… No puedo… no puedo solo, no me dejen, no quiero… no… mamá… papá- tembo en sus oídos dándole otro vistazo a la cueva. Con Draco vertiendo más poción en su garganta, su vista volvió a volverse oscura.

Como si fuera absorbido como un largo túnel y surgiera ante la vista de llamas negras, por un momento no le pareció conocido, luego se miró así mismo, un pequeño y en junto niño, con ropa tres veces su tamaño, el cabello mal cortado, la cara sucia y rastros de llanto que se marcaban. Estiro el mano desconcertado, tocando la fría y dura superficie del espejo. Luego miro su espalda, estaban sus amigos; Hermione, Ron, Daphne, Luna, Neville, Sofí, Theo, además de todos los que apreciaba y quería, desde Sirius hasta Dumbledore. Se veían tal cual los conoció, con los mismos atuendos, la misma fisonomía y casi la misma pose que los vio la primera vez.

Sonrió, pero su reflejo no lo imito, este mantenía una expresión triste, luego vio sus ojos volverse rojos por completo. Este movió la mano por el cristal rompiéndolo y dejando que cada grieta se impregnara de la sangre que brotaba de su dedo.

-Debo de protegerlos… -sollozaba una voz en la lejanía, era tan desgarradora y débil que apenas supo que era suya - Lo defenderé… no dejare que los dañes… aun si mi vida está en medio…-

Al terminar su voz, el otro lado de su espejo había roto el espejo en forma específica y en cada grieta goteaba sangre, su sangre. El mensaje decía "Tu culpa". A su espalda ya no estaba nadie, no, a sus pies estaba una pila de ceniza, huesos y cráneos humeantes.

-Continua Potter, debes continuar- murmuro agitada la voz de Draco al momento que su cuerpo giraba en oscuridad y regresaba a la cueva-Tus las cuidas y proteges… ellos son tu familia…. Y eso me hace sentir tantos celos… cara rajada… por ello continúa bebiendo-

- Detente, por favor… Ya sé que me odias, pero, por favor, detente … no me dañes y nunca más volveré a…-

-Esto no es por odio- dijo Draco con voz quebrada mientras le empujaba el sexto tarro por la boca -Lo haces por ellos-

Se encogió de miedo, sentía su cuerpo lleno de heridas sangrantes, golpes y piel quemada. Su mente le decía que Draco lo torturaba, que le estaba intentando matar.

- ¡NO LA PODRAS DAÑAR!… si la tocas… ella… ¡NO LO HARAS!... tócala y …- comenzó a forcejear, alzándose un poco y tomando el hombro de su enemigo. -… si tu…-

- ¡SI, CLARO, ¡BEBE ESTO Y YA CÁLLATE… - grito Draco asustado y tembloroso! Por un momento Harry desvió la cara evitando que sus labios volvieran a estar en contacto con tan despreciable poción, más desesperado, y con las palabras de Draco en su cabeza: abrió la boca, con los ojos fuertemente cerrados, y se estremeció de la cabeza a los pies al tomarla.

Entonces cayó, grito con tal fuerza que la cueva entera se estremeció y gruesas piedras chapotearon por la superficie del algo.

-Ya casi estamos, Potter, solo dos más… dos más…-

Su visión volvió a parpadear, encontrándose en Hogwarts, el castillo rodeado de fuego y explosiones, el cielo negro iluminado de rojo por las llamas que se alzaban por las torres hasta las estrellas. Y figura rara oculta entre el fuego, algo que no era humano, pero tampoco una bestia, algo que le helo la sangre. Su cuerpo ingrávido y doloroso se acercó lentamente, haciendo la imagen más nítida.

Una sombra con lenguas negras de fuego lamia cada tramo de su alrededor, soltaba una risa siniestra y sus ojos rojos amoratados los reconoció.

Dio un fuerte y vibrante alarido, tendido boca abajo, con las gafas torcidas, por un momento le tembló todo y su vista titilaba al abrir y cerrar los ojos.

-Estas vivo…- anuncio Draco agachándose para que lo viera, estaba algo, tal vez, aliviado. - Llegaste al final… la terminaste cara rajada-

-Un… minuto- pidió Harry con la voz ronca y adolorida.

No fue un minuto como lo dijo, tardo más, no supo cuánto, pudo ser de diez a quince minutos o más. Al final se levantó temblando, todo seguía tan quieto y silencioso, aunque le parecía que la cueva se inclinaba de un lado a otro deseando derribarlo.

- ¿Tanto por esto? -pregunto Draco luego de un rato, sostenía un guardapelo de oro entre sus dedos- ¿Es valioso? -

No contesto, se inclinó sobre la vasija; sentía tanta sed que apenas pudo gemir - ¡Aguamenti! -

Se llenó de agua fresca y cristalina; Harry metió la mano para tomar agua y aliviar su garganta, más al meter su mano la encontró llena de la anterior poción, ni un solo indicio de que su hechizo funcionara.

-Espera…- dijo Draco tomando el tarro y repitió el hechizo, se lo tendió lleno de agua cristalina. Mas al tomarla esta desapareció apenas rosaba sus labios y sin dejar ni un rastro de ello. - Bien no creo que eso funcione…-

Fue un impulso por el ardor de su garganta, se precipito al borde, lleno de pánico y ansia por agua, sin pensar siquiera en algo coherente se arrodillo a la orilla y hundió la cara. Solo fueron dos tragos grandes, lo suficiente para sentirse en el cielo y como su garganta dejaba de quemar. Un tirón surgió de su cuello, casi ahogándolo al tragar de golpe y salió solo para escucharlo enfurecido.

- ¡Maldita seas Potter, no fuiste tú el que me dijo que me alejara del agua! - gruñía Draco tirando de su gabardina, arrastrándolo, aunque el intentara impedirlo.

-… agua… agua- Gimió Harry sin darse cuenta.

Lo alzo y arrojo contra la vasija, la cual termino cayendo con un sonido sordo en la isla. Le miro con furia y por un momento lo quiso muerto. Alzo el brazo listo para golpearlo, justo antes de que lograra siquiera moverlo hacia enfrente, unos brazos blancos envolvieron en torso de Draco. Sobre su hombro vio a uno de los cadáveres blanco, sonriendo y antes de que incluso los dos se dieran cuenta el cadáver se tiro al agua con el rubio aprisionado en sus brazos. De paso tirándolo junto a la vasija; el líquido de adentro se regaba y el guardapelo estaba en medio, brillando en medio de toda esa poción.

Algo de su cordura regreso, escucho el chapoteo y forcejeo de un cuerpo contra otro, los gritos ahogados de Draco y como el agua incluso le salpicaba el rostro.

- ¡CARA RAJADA... MÁTAME… SI PUEDES MATAME… AHORA! -

Harry intentaba concentrarse en donde surgía los gritos de Draco, como llegar a él, rescatarlo y luego acabar su trabajo. Mas el sonido del chapoteo de agua ocultaba algo su voz, también el hecho de que sus ojos y frente ardieran, no veía nada más que un pequeño hilo de sangre rojo salpicar la piedra negra. Se pregunto si sería suya o de Draco. Se percato que venía de su mano, ya que sentía en su puño cerrado cortes por el vidrio de el tarro que acabada de destruir y al mover su mano estos se arrastraban por la piedra, creando un chirrido raro.

Agito su cabeza y respiro profundamente, intentando tranquilizar su respiración. Deseaba llegar a Draco que gritaba con tal dolor que lo hacía vibrar, mientras que el sonido de sus gritos retumbaba en sus oídos y su sangre se calentaba de forma progresiva.

-Bien… no me dejas otra…- gruño Harry respirando pesadamente, mirando el guardapelo y la poción, sin perder tiempo tomo el guardapelo, adentrando la mano en la poción regada, provocándole ardores fuertes.

Mas el tiempo se terminó Draco soltaba un alarido que creo un eco en toda la oscuridad y luego solo quedo el sonido del agua chapoteando. De inmediato alzo la mirada, el agua del tanque burbujeaba, y allá donde Harry miraba veía cabezas y manos blancas que emergían del agua: eran hombres, mujeres y niños con los ojos oscuros que avanzaban hacia la isla de roca, un ejército de cadáveres que se alzaba de la negrura de las aguas.

Se puso en pie como pudo, pero muchos inferí estaban trepando a la isla: se sujetaban a la resbaladiza roca con sus huesudas manos, lo miraban con ojos inexpresivos y velados y arrastraban sus empapados harapos mientras una maléfica sonrisa se les dibujaba en las cadavéricas caras.

-Créanme… sé que ustedes no pidieron esto y que han de sufrir por ello- dijo Harry sintiéndose más vulnerable que otras veces, más su magia inundaba su mente, aclarándosela y eso le ayudaba mucho. Los inferí avanzaban arrastrado los pies y dando algunos sonidos raros con la boca. Guardo el guardapelo en su gabardina, tomo el báculo de su espalda y se enderezo por completo- Así que es hora de dejarlos ir a descansar-

Envió por todo su cuerpo magia, permitiendo que fluyera del báculo a su cada parte de su ser, dejando minúsculos rastros del daño que le provocaba la poción; como leves ardores por el cuerpo y algún que otro calambre. Tal vez dejo llevarse un poco, porque antes de que cerrara el flujo de magia, sus manos se pusieron al rojo vivo. A pesar de llevar tiempo utilizándolo y de que tuviera un buen control mágico, aquel objeto continúa tanta magia que podría hacerlo arder vivo.

El primer cuerpo que se le echo encima, ni lo toco fue lanzado en el aire por una ola de magia azul que recorrió toda la caverna y reboto en cada muro creando nuevas y más pequeñas olas. Su "impedimenta" apenas sirvió, una docena de cadáveres a su alrededor eran expulsado hacia atrás y el resto se movían a una velocidad mucho menor. Pero no suficiente.

Giro el báculo en su brazo, apunto al techo de la caverna y lanzo el báculo con tal velocidad que se incrusto, creo una grieta en el techo y este lucio de color plateado por unos segundos.

Sin dilatar más, toco con su dedo el puente de sus anteojos, en un destello de magia estos eran una máscara de buceo completa y que le proporcionaba oxigeno por medio de runas mágicas; y de un salto se adentró al agua. Apenas entro en contacto con la helada agua y sintió tajos en su piel, era tan gélida que podría ser glacial.

De pronto unos brazos lo asieron por detrás y se cerraron alrededor de su torso; y esos delgados brazos sin carne, fríos como la muerte, lo aplastaron y empezaron a llevárselo al fondo del algo. Mas su magia estaba explorando cada rincón y espacio del agua, buscando una señal mágica diferente a la de los Inferí. En cuanto ubico a Draco, se agito con fuerza, y comenzó a impulsarse con magia, se movió tan rápido que chocaba con los cuerpos, las manos y caras parecían ante sí y el peso aumentaba más y más a cada tramo que avanzaba.

Y ahí cerca, de lo que podría ser el fondo, flotaba la cabellera rubia de Draco, sujeto entre los brazos del cadáver. Se le veía dar pequeños movimientos fuertes y apenas sostener su conciencia. Al alcanzarlo, sujeto los brazos del cadáver y, utilizando la magia de Utgar, lo abrió con fuerza. Aunque arranco uno de ellos en el proceso. Tomo a Draco de los hombros e intento salir a flote. Pero a su espalda y piernas tenía una centena de cuerpos que se lo impedían.

Alzo el brazo restante y sintió un tirón de la boca del estómago, con el peso extra tardo, más un segundo después se elevaban a velocidad. Golpeando cada tramo los cuerpos y arrastrándolos sin poderlo evitar.

Surgieron del agua con el sonido de una explosión a su espalda, tan pronto como llego a su rango lo sujeto fuertemente, quedando colgando del báculo sosteniendo a Draco y a sus piernas una columna de cadáveres que comenzaban a trepar y a tirar con fuerza de su cuerpo.

-No pensé que funcionara- murmuro para sí mismo, ya que había pensado que, si podía atraer el báculo, tal vez él podía ser atraído por el báculo y, de alguna forma, estaba en lo correcto. - Es hora de purificar sus alamas ¡TARTARUSFOC!-

Un grito aullador surgió de algún lugar en la caverna, los cuerpos se detuvieron y solo se escuchó el jadeo de su voz. Pero entonces el fuego surgió en la oscuridad. Una diminuta chispa a metros de Harry, creció diez veces su tamaño, giro con fuerza sobre sí misma y luego le volteo a ver. Era un cumulo de fuego de diferentes colores desde el blanco, negro, plateado y escarlata girando y revolviéndose entre ellos. Lo que más le llamo la atención a Harry fueron sus seis huecos rojos que miraron directamente, puede que lo imaginara, pero aquel fuego tenía la forma de Diddy y se le acercaba soltando fuego escarlata.

El aire se calentó a tal punto que el agua de su ropa comenzó a vaporizarse y dejarlo en una nube caliente. Los Inferís, bajo sus pies, se encendieron en llamas solo con el contacto con ese rojo fuego. Le miraba como esperando algo, fue hasta entonces que Harry lo entendió.

-Termina con esta cueva- lo dijo con firmeza.

Su visita a esa cueva era para recuperar el guardapelo y su contenido, más el primer objetivo era aquel, destruir el lago de inferís, terminar con aquella bóveda de Voldemort y reducir el número de su ejército considerablemente.

De solo imaginar, que de alguna forma fuera capaz de controlarlos, que atacaran a lado de los Mortifagos y que aumentara su poder mágico, se le helaba la sangre.

Las llamas le hicieron caso incrementaron el radio de su fuego, creando también llamas doradas y comenzó a girar como una peonza. En un minuto un tornado de llamas se disparaba en todas direcciones. Logrando que le soltaran las piernas y que pudiera patear a los restantes, los últimos perdieron el equilibro y cayeran al torbellino incandescente. Así pues, sujeto a Draco con una mano, giro su cuerpo dejando las piernas en el techo de la caverna, seguramente viéndose gracioso por su pose, tiro del báculo firme y este cedió.

Se desprendieron y comenzó a flotar, creando un "protego" lo más poderoso que pudo, a este se le agregaron otros, poniendo capa tras capa, hechizo conectado a otro hechizo y reforzándolo a tal punto que incluso se sentía a punto de desmayarse. Lo logro a tiempo antes de que el torbellino los engullera, en una furiosa y violenta corriente que los quemaría hasta las cenizas. Mas lo único que lograba era romper algunas barreras, pero estas eran recompuestas por Harry aun consciente de que no debía ceder ni un, logró ponerse en pie y, levantando la varita, miró alrededor con los ojos desorbitados.

Fueron zarandeados como una pelota de ping pong, rebotando contra todo, paredes, techo, girando sin control y llevándolos entre un mar de fuego tartárico que no pararía hasta consumir todo su objetivo. En algún punto su pequeña esfera de protección termino atorada en una columna de la cueva, miraba como incluso aquella imponente y sólida estructura era perforada por inclementes lenguas rojas y doradas.

Por unos instantes le prestó atención a Draco, el cual no respiraba, no podía dejarlo morir, no de esa forma, aun no le agradaba, pero no era esa clase de persona. No era un ser que no conocía el perdón, que se dejaba llevar por la ira y el odio, no uno que le ganara la soberbia y los celos. No, el daba lo mejor de sí cada día para no ser como Voldemort, ni como los Mortifagos, vaya ni siquiera quería ser como Dumbledore, el deseaba ser mejor en su interior. Aun si a su alrededor lo miraban como un idiota, él se sentía bien al ser tal cual.

Levanto la mano y apretó con su palma el pecho de Draco, recordando el hechizo de que Madame Pomfrey ocupo en él, saco toda el agua negra y un par de algas del interior de su cuerpo, justo al tiempo que el chico se agitaba y jadeaba en busca de aire.

Harry, cada vez se encontraba más agotado y los efectos de la poción regresaban con intensidad, tembló de pies a cabeza, se distrajo un momento, el suficiente para que su protección tronara y viera como se resquebrajaba. El cuerpo de Draco se movió reaccionando, más Harry lo sujetó y hecho al hombro para salir de la cueva. Las llamas continuaban moviéndose por sus costados, su cabeza, sus pies, contoneándose cual serpientes sobre su protección buscando aquellas fisuras que podrían atravesar.

-Ya basta- dijo Harry igual de firme que su anterior orden. - ¡DETENTE! -

De nuevo aparecieron los seis ojos hechos de flamas rojas y un segundo después el fuego se quedó estático, podían ver claramente como una de las lenguas estaba entrando a su débil protección, a solo un metro de su cuerpo, luego se retrajo y disminuyo. El fuego se comenzó a contraer primero con lentitud y luego de la nada desapareció. Ambos cayeron al suelo de una altura de tres o cuatro metros de altura, en cuanto chocaron su hechizo se desintegro y ambos terminaron siendo lanzados y jadeando de dolor por el golpe.

En todo el rato, Draco se estuvo quejando, y aunque le gustara decir que era un llorón, él no estaba tan bien y puede que se gimiera de vez en cuando por los ardores internos. En medio del vuelo miro como algo blanco cubría toda la superficie de la cueva, por un instante no lo entendido, luego supuso que el calor evaporo el agua y el fondo era sal a una temperatura alta.

No tardo saber que el tocarla sería mala idea, cerro los ojos y como pudo desaparecieron. Recordaba que Kreacher logo desaparecer dentro de la cueva y por lo que entendía Voldemort también pudo hacerlo al dejar al elfo ahí, por lo consiguiente era posible que desde adentro de la cueva la aparición fuera posible.

Un grito de dolor resonó mientras era aplastado y al salir en la casa de Aberforth y salir expulsados con tal fuerza que rompieron la mesa y golpearon la pared con brusquedad. En un principio creyó que lo lograron y luego escucho el grito ahogado de Sofí y de alguien más, solo alzo la mirada para ver como Draco se sostenía la pierna y gritaba, se retorcía y espumeaba por la boca a su costado.

Luego simplemente se desmayó.

Si hubiera estado en su cama no se hubiera sentido tan calientito, y si su almohada fuera tan reconfortante no quitaría la cabeza de ella en la mañana. Se removió y su mejilla quedo contra él las rodillas de alguien, abrió los ojos algo curioso, con algo de recelo (más que nada por querer seguir durmiendo) miro hacia quien lo tenía en sus piernas. La mano de ella acariciaba suavemente su cabellera, era tan agradable que procuro hacerse el desmayado durante un rato más.

Platicaban muy bajo, casi en susurros, escucho algunas cosas como "Auror Extraoficial" Y "Urbadralis" más su mente se negaba a recibir la información completa. No mientras quisiera seguir descansando en las piernas de Hermione.

-Buenas noches amor -dijo Hermione riéndose algo bajo, algún movimiento de su cuerpo le había delatado.

Suspiro, rodo un poco quedando boca arriba y sonrió.

-Hola- respondió y luego sintió una pequeña caricia en su pelo, aunque fue más un leve tirón. - ¿Qué ha pasado? -

Alzo la mirada Hermione, mirando a con quien hablaba antes de despertarse, luego un quejido y la voz de Sofí murmurando algo. Se levanto lo suficiente para ver a Draco, acostado en una cama, su pierna derecha tenía una iluminación violeta artificial y al mismo tiempo un ungüento alrededor de toda la rodilla. La azabache le miro ceñuda.

-Se recompondrá en poco tiempo, tal vez por un tiempo cojee- dijo Sentándose frente a ellos. -Tarde media hora… pero logre traer su pierna de regreso-

-Es bueno que Poppy te haya entrenado tan bien, no quiero ni pensar en que hubiera pasado- dijo una voz fuerte, en tono de regaño, pero sentía que era más pasa el.

Ahora que lo notaba no estaban en la casa de Aberforth, si no en la sala de menesteres en una habitación muy parecida a la suya, pero sin el toque personal que Hermione y él le daban. Esta era la genérica habitación que daba la sala de menesteres, aunque venia con un viejo y apolillado sofá que contenía a una enojada y ceñuda profesora McGonagall. No le agrada la idea de enfrentarla, más se levantó y enderezo, la mayoría de sus huesos crujieron con fuerza.

Un minuto paso en silencio y luego las vio algo curiosas y cansadas.

-Se que tienen mucho que preguntar- comenzó Harry tomando la mano de Hermione- Pero antes ¿Qué me he perdido? -

- ¡¿Qué se ha perdido?!-gruño la profesora, pero antes de que pudiera continuar un pequeño cuerpo salió de algún lado de la habitación, gruñendo y erizada.

Daira se le trepo y comenzó a rugir y chillar, asustada por verlo en tal estado. Y aunque estaba bien, podía notar como Hermione, Sofí y McGonagall aún estaban preocupadas.

- ¿¡Papá!? -rugía mientras agitaba sus alas y colas contra su pecho y piernas- ¡Estabas mal… parecías muerto… estabas helado! ¡TUVE MIEDO! -

-Tranquila, estoy bien, mírame estoy con ustedes- le consoló mientras le dejaba sobre su regazo y acariciaba sus largas alas y plumas.

En ese pequeño tiempo, su crecimiento fue bastante, paso de ser del tamaño de una mano al de una raza pequeña de perros. Luego de que le calmara y se le pegara cual lapa, comenzaron el relato.

-Al no verte llegar al Archipiélago regresamos- comenzó Hermione de forma rápida- La profesora McGonagall nos buscaba para decirnos un par de cosas… son un poco serias. Lo que paso después supongo que es a lo que te refieres, Sofí y Ginny nos dijo que estabas como muerto junto a Draco. A pesar de que intento darles los primeros auxilios ambos no reaccionaron. Luego corriéramos para ayudarla con ustedes.

-Como veras Draco solo tuvo laceraciones por el cuerpo, tenía agua en los pulmones y, lo más severo, fue una desparticion. -comento Sofí con rapidez. -En cuanto a ti- continuo con una expresión molesta que detonaba sus ojeras, la luz del cuarto las marcaba con intensidad. -Al principio creí que solo estabas desmayado y falto de magia, más cuando terminamos con Malfoy empezamos a revisarte. Vaya sorpresa y susto nos diste, encontramos que tu magia estaba siendo dañada por una opción maldita; el efecto no era mortal, pero te dejo en mal estado. Solo con la ayuda de Theo logramos realizar la poción que contrarrestaran la maldición. Pero llevamos toda la noche en vela esperando a que reacciones, di que tu magia es fuerte o hubieras terminado en San Mungo-

Mientras escuchaba la explicación, miro como Hermione le veía de verdad aliviada de que estuviera bien, como sus ojos rojos demostraban el rastro de llanto y además lo desaliñada el que lo cuidara durante cada momento. Le tomo la mejilla y se la acaricio, ella solo le tomo la mano y le apretó para que no la retirara, se sonrieron pues ambos no necesitaban nada más que eso.

-Yo buscaba a Hermione para avisarle que el profesor Dumbledore quiere hablar contigo- dijo McGonagall con los labios apretados. -Y creo que luego de esto, estará más interesado en esa reunión-

Proceso cada palabra como si él hubiera estado en el momento, aunque dudaba de algunas cosas.

-Hablare con él en cuanto pueda- comento Harry abrazando a Hermione pues esta lucia de verdad fatigada por la noche que le hizo pasar- ¿Qué hacía Ginny contigo? ¿Por qué estamos en la sala de menesteres? Y ¿No deberían estar en clases? -

- Me la encontré cuando vine a avisar a Hermione de tu estado- comento Sofí la cual se recostó a su lado - Al comentarle la situación me acompaño. Yo estaba muy alterada por ver a mi tonto hermano casi muerto y decidió no dejarme sola. -

-En cuanto a por que lo trajimos aquí- comento Hermione como si le leyera el pensamiento, cosa que tal vez si hacía, y es que no le agradaba que Draco entrara en su santuario- La profesora McGonagall nos acompañó porque se asustó también, luego al ver que ambos necesitaban atención urgente, quiso que ambos fueran trasportados a la enfermería para que Madame Pomfrey los tratara. Pero como se supone que si un Slytherin ve a Draco en Hogwarts lo matan y como estas aun muerto para el mundo mágico…-

-Ya entendí- interrumpió Harry aun irritándose al escuchar esas palabras- Por lo menos no saldrá corriendo-

-En cuanto a clases alguien debía cuidarlos…- continuo Hermione, luego tomo algo sobre la mesita y lo alzo a sus ojos, el guardapelo relució en sus colores dorado y esmeralda-… Ahora… ¿Qué hiciste ayer en la tarde? -

Comenzó contándoles cómo se fue con Draco a la cueva, lo que pasaron e hicieron, incluso sus visiones raras durante su ingesta de la poción maldita. Al decirles que Draco lo saco del agua y este fue casi ahogado, giraron los ojos al rubio, sin reaccionar y aun con los hechizos recuperando su desparticion. Al finalizar ellas se miraron y luego suspiraron.

-Entonces fuiste a la cueva para obtener este guardapelo falso- dijo la profesora McGonagall tronando la boca, al tiempo que casi estaba por gritarle.

-Y luego la destruiste para poder escapar- continuo Sofí con la mirada molesta. - ¿Solo por probar a Draco? -

-No- contesto Hermione abrazándolo y acomodándose en su pecho- ¡Eres un idiota! -

Se miraron y dieron un suave beso, a lo que Sofí rodo los ojos.

- ¡Explicación! -

Tomo el guardapelo, lo abrió y extrajo la nota de adentro, los ojos de Harry se perdieron por momentos en sus recuerdos. Mientras Hermione explicaba.

-Regulus Artur Black- comento Hermione - El hermano de Sirius perdió la vida en esa cueva, y su elfo, Kreacher, paso años intentando destruir lo que ellos recuperaron. Por sus sacrificios recuperamos algo muy importante para la batalla contra Voldemort -

Automáticamente, Harry, sin reflexionar en lo que estaba haciendo, lo desplegó y leyó:

"Para el Señor Tenebroso.

Ya sé que moriré mucho antes de que lea esto, pero quiero que sepa que fui yo quien descubrió su secreto.

He robado el auténtico y lo destruiré en cuanto pueda. Afrontaré la muerte con la esperanza de que, cuando se encuentre con la horma de su zapato, volverá a ser mortal.

R.A.B."

Sofí lucio confundida, lo cual era lógico, había quitado por completo la presencia de Horrocrux en la nota. Y luego de un momento dejo de importarle, solo mirando como Harry se encontraba taciturno.

-Le prometí a Kreacher darle el guardapelo cuando lo destruyera- dijo Harry suavemente y luego alzo la mirada con una sonrisa- Ahora puedo darle el verdadero, aunque tarde demasiado. En cuanto a la nota... es la prueba para que Sirius sepa que su hermano al final… decidió que estaba del lado de su hermano -

-Ellos no hubieran estado de acuerdo en que te pusieras en tal peligro solo por esto- dijo Hermione en voz calmada, pero denotando su preocupación en los ojos.

-No, pero Kreacher lo merece y Sirius… sabrá que su hermano y el tienen más en común de lo que creen- dijo Harry sonriéndole, para luego recordar su otro punto importante, por el cual podría no ser reprochado - Además de que destruí un lago lleno de inferís… algo que pudo haber ocupado en nuestra contra o causar estragos en el pueblito junto al que estaba-

-En eso tienes algo de razón… pero no del todo - dijo La profesora más calmada, mirándole y luego suspirando- Esto todavía va a ponerse mejor-

Extendió el periódico y se lo mostro. Leyó el contenido completo, si antes creyó un logro acabar con una posible amenaza, saber que Voldemort tenia a otra criatura increíblemente poderosa le hizo sentir que necesitaría otras dos vidas para llegar al final de esa guerra. Mas al descubrir que el ministerio había aceptado el puesto especial le lleno de emoción, de esa forma ya no tendría por qué ocultarse del todo y al mismo tiempo se aseguraría de que no exageraran su aparición y lo llevaran al nivel de resurrección.

Busco al instante la información de las pruebas, era la última página en la parte superior tenía todos los sellos del ministerio y de la oficina de Aurores, leyó en voz alta.

"Convocatoria, puesto especial de Auror especialista consultor.

Por los recientes crímenes de Mortifagos y por pedido ciudadano, el Ministerio ha aceptado a la creación de un puesto especial, el cual se encargará de buscar por cuenta propias indicios o la forma de evitar estas lamentables circunstancias. Este un puesto cuyo propósito principal será el de salva guardar el mayor posibles de vidas, por lo mismo se necesita a aquellos que cuenten con un nivel de magia avanzado, con fortaleza física y mental, que tenga una defensa contra las artes oscuras mayor que cualquiera.

Por lo consiguiente, cada Auror del ministerio será sometido a pruebas cuya finalidad es ver cuál es el mejor y darle la capacidad única de trabajar fuera de nuestros protocolos. Sin en cambio si algún ciudadano se cree capaz de ofrecer sus servicios y de poder llevar este peso, puede solicitar una prueba.

Para aquellos que estén interesados, enviar una carta a la subsecretaria del ministerio de magia: Dolores Umbridge. Presentarse el día 1 de mayo en el ministerio, regístrese como "Prueba consultor" de ahí le haremos indicaciones para llevar a cabo dichas pruebas.

Mas recuerden que este puesto, no es para aquellos que quieran ser héroes, si eso busca, solo encontrara muerte en su camino."

-Si que saben alentar- murmuro Harry con una sonrisa.

- ¿Quieres que escriba la carta por ti? -pregunto Hermione rápidamente- Recuerda que Umbridge debe conocer tu letra mejor que nadie-

- Creo que es lo más prudente- rio Harry al recordar como su letra estaba marcada en la piel de la profesora.

-Ahora, jovencito…-dijo la profesora levantándose, le abrazo y acaricio la mejilla con ternura, todo enojo parecía no existir, solo su lado maternal-… descansa y ve a ver al profesor en cuanto puedas. Me alegras que estas bien-Fue directo a la puerta la abrió y sus ojos denotaron orgullo -Eres increíble Harry- este no pudo más que ruborizarse- y un cabeza hueca-

-Eso ni lo diga- rio su hermana levantándose, para luego seguir los pasos de la profesora -Es hora de comer, me voy, regresare en algunas horas para revisarlos-

Esperaron unos minutos, luego Harry sujeto a Hermione y aunque Daira estaba en medio no impidió que ambos se besaran con pasión y que se acariciaran un poco.

- ¡Si continúan vomitare! - gruño la voz de Draco. - ¡Que asquerosa escena! -

-Lo voy a noquear- gruño Harry al verlo despierto y mirando el techo.

-Te salve la vida- volvió a gruñir con cierto toque de orgullo.

-Yo te salve antes y dos veces después- contesto Harry acariciando a Daira pues este giro a Draco y rugió como si le amenazara.

-No sabes cuánto de desprecio Potter- dijo Draco mirándolo más su mirada tenía alguna clase de complicidad.

-Y no sabes cuantas ganas tengo de tirarte esos perfectos dientes- le contesto Harry de igual forma.

Luego ambos asintieron, con sus miradas fijas en el otro y Draco se volvió a recostar.

-Siento que se llevan algo mejor- comento Hermione mirando a ambos.

- ¿Qué? No digas tonterías Granger- digo Draco de mala forma y luego les dio la espalda.

-No, la verdad aun quiero darle una golpiza- dijo Harry alzando los hombros.

Luego de asegurarse de que Draco no saliera de la sala de menesteres, llamo a los elfos para que les llevara comida a los tres, la sorpresa fue grande para Dobby al ver a su antiguo amo. Pero no hizo más que dejar la comida e irse. En cuanto Sofí llego para revisar a Draco otra vez, le dio chance de salir y entonces Dobby le dijo que mantendría a dos elfos todo el tiempo vigilándolo.

Las clases de la tarde le impidieron a Hermione ir con él, pero no lo creía necesario, después de todo era el único que le prometió entregar el guardapelo a Kreacher.

Era un lugar apacible, aun si había muchos árboles alrededor y parte del bosque se notaba oscuro, era tranquilo, cálido y rayos del sol brotaban entre las ramas.

-Lamento la tardanza- comento Harry en cuanto vio la pequeña piedra tallada con letras hermosas que recitaban "Kreacher, el héroe que salvo el futuro y la paz". – Esto siempre te perteneció-

Se arrodillo, rasco un hueco lo suficientemente hondo con las manos y grande para colocar el guardapelo adentro y que no fuera desenterrado por el clima. Una vez enterrado, con las manos llenas de tierra, y las rodillas sucias le agradeció en silencio. Paso un rato viendo el lugar, para luego retirarse de regreso.

Con la nota en mano fue a la lechuceria, a esa hora, cuando el sol ya se ocultaba, casi nadie la visitaba. De tal forma que paso unos momentos tranquilos escribiendo una carta para Sirius, donde introdujo la nota con cuidado y luego escogió una lechuza para mandarla. Su primera opción era Hedwig, pero por alguna razón no estaba.

Como aún no estaba seguro que su control mágico estaba completo, utilizo la capa de invisibilidad para colarse al castillo y viajar hasta la oficina del director. Avanzó por los pasillos con paso decidido, pero al doblar un recodo tuvo que esconderse precipitadamente detrás de una estatua porque vio a la profesora Trelawney, que iba murmurando al tiempo que mezclaba una baraja de sucias cartas que al parecer leía mientras andaba.

Al llegar pidió la contraseña el castillo y enseguida apareció en su mente -Píldoras acidas - dijo Harry.

En la puerta del despacho de Dumbledore, estaba por tocar cuando escucho dos voces, una del profesor y la otra de Snape.

- ¿Cree prudente dejar todo en manos de esos chiquillos? -pregunto Snape con un tono osco, seguramente su expresión no era nada bondadosa y por lo que se imaginaba Harry estaba escupiendo saliva en todas direcciones - ¡SOLO SON NIÑOS! -

-Severus, puede que estos "niños" sean los únicos que logren lo que nosotros no hemos podido hacer- dijo la voz de Dumbledore conciliadora, como siempre- Como sabemos, han hecho muchas cosas que se creían imposibles para alguien de su edad, también han demostrado atributos personales que solo intentamos tener y, sobre todo ello, es su tiempo. -

- ¿A qué se refiere con su tiempo? - pregunto Snape en el mismo tono. - Pendragón solo es una idea vaga de una escuela, son un capricho que ha dado algunos resultados y que a pesar de eso siguen siendo bastante jóvenes para poder ver el mundo tal cual es-

-Si- respondió Dumbledore sin ninguna emoción aparente- En parte tienes razón, solo en parte. Si vieras el mundo con mis ojos, tu mi querido Severus, te verías como un joven que aún no comprende lo complicado, caótico, destructivo y maravilloso de este mundo. Hemos cometido errores, nos levantamos y volvimos avanzar por qué teníamos un largo camino frente a nuestros ojos. Para mi ese tiempo se ha agotado, la línea final está cerca y solo me queda impulsar a aquellos que pueda, darles un poco de fuerza para que ellos continúen su camino. -

- ¿De qué habla? Usted aún tiene vida por delante - comento Snape con la voz agria.

-Solo soy un anciano Severus- continuo Dumbledore- Nada más que el recuerdo de un joven Albus, por mucho que intente… ellos me superan, si fuera veinte años más joven saltaría al peligro y lo enfrentaría sin temor, pero ahora, lo pienso dos veces antes. -

-Eso es lo que se supone que debe hacer-

-Pero ¿Cuándo salen las cosas como uno desea Severus? - inquirió el profesor mientras que sonaba el llanto de Fawkes adentro - Las cosas siempre son diferentes de como uno quisiera. Contestando a tu pregunta, no creo que tenga que dejarles todo, pero sé que de alguna forma ellos verán la forma de continuar adelante-

Un incomodo silencio se formo adentro y luego escucho pasos.

-Recuerde que si ellos mueren… será nuestra culpa, por poner tal peso en sus hombros- murmuro muy bajo Snape y luego los pasos fueron tan fuertes que se percató que se dirigía hacia él. Sin dudar, se pego a la pared, asegurándose que la capa le hiciera invisible, y cuando Snape abrió la puerta esperaba que la capa no ondeara.

Paro un minuto y miro hacia donde se encontraba, como aquella vez que amenazaba a Quirrell, mas esta vez no estiro la mano si no que dio dos pasos hacia el acorralándolo. Apenas le dio tiempo de mover un dedo y provocar que la escalera comenzara a descender, provocando que Snape mirara el movimiento y se apresurara a bajar saltando escalones como persiguiéndolo.

Ni corto ni perezoso, se abalanzo a la puerta y entro al despacho de Dumbledore, adentro miro al profesor, girando entre sus dedos uno de sus anillos, sus ojos miraban por la ventana mientras el fénix cantaba en su percha.

- Buenas noches, Profesor - saludó al entrar en el despacho del director.

Se quedo quieto, su sonrisa no tardo en aparecer y luego se levantó para mirarlo bien. - Buenas noches, Harry. Siéntate - dijo Dumbledore -Esperaba tu visita, llegas en el momento propicio, estaba reflexionando sobre ese puesto de Auror y las ventajas que puede darnos. Algunos sobre todo para que su fama no sea exagerada-

-Exacto- respondió Harry y luego de que le ofreciera asiento el profesor le miro- Pero vengo por otra razón. ¿Recuerda la cueva en que creía estaba un Horrocrux? -

-Si, claramente aun estoy pensando en ir para inspeccionarla en persona-

-Pues ya no será necesario- balbuceo mientras rodaba una de las plumas en el escritorio del profesor.

- ¿Por qué? - dijo con curiosidad.

De igual forma que con McGonagall, Hermione y Sofí, le conto toda su aventura, incluso como comprobó que no existía ningún Horrocrux. Que su visión de la cueva, durante su conexión con Voldemort, era porque creía que aún estaba en ese lugar resguardado. Mas no paro para permitir que el profesor le dijera algo, también le dijo la eliminación de los Inferis.

El despacho, de forma circular, ofrecía el mismo aspecto de siempre: los frágiles instrumentos de plata, zumbando y humeando, reposaban sobre las mesas de delgadas patas; los retratos de anteriores directores y directoras de Hogwarts dormitaban en sus marcos; y el magnífico fénix de Dumbledore, Fawkes, estaba en su percha, observando a Harry con gran interés.

- Muy bien, Harry -dijo el director con tono serio y formal- Imagino que sabrás que tengo que decirte que fue imprudente y peligroso ir de esa forma solo. - Había omitido a Draco, lo cual no era exactamente un secreto, mas no esperaba que la profesora McGonagall le dijera y nadie mas que unos pocos sabían del rubio oxigenado – Fuiste muy irresponsable, por no encontrar otra palabra. Y sin en cambio siento alivio y felicidad por verte frente a mi sano y a salvo. No puedo pedir que vengas a contarme la siguiente ves, pero si que lleves a alguien contigo, como la señorita Granger o el señor Weasley –

-Señor- dijo Harry asistiendo- Estoy seguro que lo hare. -

-Ahora lo preocupante- comenzó el profesor aclarándose la garganta. - La criatura que secuestro Voldemort-

-Profesor, aun estoy trabajando en algunas cosas- dijo Harry levantándose, la verdad tenia mucha hambre y no deseaba alargar esa charla. - He menguado un poco su poder, pero el sigue buscando más, no se hasta donde le lleve su sed, mas si se que yo tampoco desistiré. Mi meta es terminar con toda esta guerra-

-Entiendo- dijo el profesor, luego entrelazo sus dedos y sonrió. -De colega a colega, admiro su determinación director Potter-

Su mano fue a su nuca por inercia, rascándose y sintiéndose algo apenado, aun así, asintió y luego de acordar unas pequeñas cosas que necesitaba para su siguiente sesión de entrenamiento con los Pendragón, salió del despacho y se dirigió a la sala de menesteres. En su mente repasaba las palabras de Snape, la imagen que vio al beber la poción le regresaba con fuerza. De cualquier forma, su voluntad no se quebrantaría tan fácil.

Llego justo a la cena, donde algunos Pendragón ya estaban cenando y como siempre el primero era Ron. A su lado estaba Daphne con la nariz dentro de un libro muggle de anatomía humana, cosa de Hermione seguramente. Lo más raro era Ginny que comía al otro lado, sin hacerle caso a Seamus que le intentaba llamar la atención.

- Ya era hora- dijo su amigo mientras que le daba una palmada en la espalda- Me dicen que tuviste una buena aventura… y que por poco se muere Draco, debiste llevarme-

-Si te gustan los muertos andantes- dijo al sentarse a lado de Hermione.

- ¿Cómo los zompies de los que habla Dennis? -pregunto Daphne al otro lado.

-Parecidos… pero estoy seguro que es estos no comen cerebros - rio Harry sirviéndose de todo un poco en su plato. - Y estos no convierten con la mordida… tampoco es que les dejara hacerlo-

-Y… ¿Podemos confiar en Draco? -pregunto la voz de Ginny desde el otro lado.

- ¿Por qué a ti te interesa eso? - pregunto Ron mirándola serio y con entrecejo fruncido.

-No te importa, metiche-

- ¡Claro que me importa! - dijo Ron intentando levantarse, más Daphne le sostuvo y le volvió a sentar.

-Solo fue una pregunta Ronald- dijo Daphne con calma, pero con la mirada fija. - Además si Harry regreso vivo y Draco también, eso indica que en un nivel… inferior… es confiable-

No quería meterse en eso, más cuando dos hermanos peleaban, de tal forma que se concentró en masticar cien veces el bocado antes de ir por el siguiente. Y no era el único Hermione, Neville y Luna le imitaba al igual que Colin que se ocultaba tras una enorme olla llena de guisado.

-Pero quiero saber… ¿Qué te importa si ese Slytherin hizo algo? Simplemente tu no…-

- ¡Si me importa o no algo es mi problema! -Dijo Ginny antes de dejar su plato y salir de la cocina, hubiera sido seguida por Ron, mas no le permitió Daphne.

Ese y los siguientes días las peleas entre Ginny y Ron comenzaron a volverse algo frecuente, al igual que la pelirroja paseara por la sala de menesteres. Cosa algo extraña, ya que prefería pasear con sus amigas.

La siguiente semana la carta de aceptación por parte del ministerio llego, por lo que se tuvo que mentalizar y buscar alguna forma de ir a enfrentar a todo el ministerio por ese puesto. En cuanto al entrenamiento Pendragón continuaron de la misma forma, amplificando sus fuerza y magia, al tiempo que mejoraban, refinaban y especializaban sus habilidades de lucha o protección.

Según relatos de todos, la escuela era un hervidero de chismes sobre lo que ocurría en el ministerio y el ejército de bestias que armaba Voldemort.

En la semana final de febrero el tiempo no cambió mucho, aunque además de llover hacía más viento. Todos los estudiantes manifestaron indignación cuando en los tablones de anuncios de las casas apareció un letrero que informaba sobre la cancelación de la siguiente excursión a Hogsmeade, a causa de una ruptura de seguridad en los hechizos anti aparición. Causados por Harry.

Eso puso a Ron algo depresivo.

- ¡Iba a coincidir con mi cumpleaños! - exclamó mientras observaba la chimenea incendiada - ¡Me hacía mucha ilusión! ¿Qué vamos hacer ese día? ¡¿Entrenar más?¡ -

-Es una opción- comentó Harry viendo la cara de súplica de Ron soltó una carcajada, para luego darse cuenta que ese día era la prueba para el puesto especial. -Y mejor no te digo la peor parte-

- ¿De qué hablas? -pregunto Ron mirándolo con ojos felinos. Luego de que le comentara que se iría a obtener ese puesto de trabajo, este abrió la boca- Pues lo único que ahora podrá motivarme un poco es que logre aparecerme. Menudo regalo de cumpleaños…-

Las dos sesiones siguientes Harry no participo, pero por lo que escuchaba la mitad de Pendragón apenas lograba parpadear, fuera de eso algunos otros se despartieron. Mas se podía respirar un ambiente hostil en cuanto se mencionaban las tres D de Wilkie Twycross, lo cual había dado pie a varios apodos para el instructor; los más educados, Don Doctor Desgracia o Desastre. Lo cual no le parecía a Harry educado, pero tampoco podía decir nada, incluso le estaba empezando a rodar los ojos cada que alguien mencionaba las tres D.

- ¡Feliz cumpleaños, Billius! - dijo Harry el primero de marzo, saltando a la cama de Ron y cayéndole de golpe, sacándole el aire y haciendo que gruñera. Se había colado a través de la entrada bajo su cama y con cuidado encanto al nuevo ocupante mientras que reía por su fechoría -No seas bilioso y toma, tu regalo. -

Lanzó un paquete sobre la cama de su amigo, donde ya había un pequeño montón de obsequios que Harry supuso le habían dejado los elfos domésticos por la noche.

-Pudiste venir un poco más tarde -Bostezo Ron algo huraño, adormilado, y mientras desgarraba el envoltorio, - ¡Son fenomenales, hermano! ¡Muchas gracias! - exclamó Ron, agitando unos guantes de guardián nuevos, con una pequeña "R. W" en letras plateadas y encima una corona. - ¿Enserio Harry? - pregunto al notarlas.

-A Weasley vamos a coronar ¿No? - rio Harry mientras Ron continuaba abriendo paquetes y de vez en cuando soltaba una exclamación de júbilo. Como cuando vio un recambio de mango para su escoba por parte de Hermione, de una madera diez veces más fuerte.

- ¡Qué regalos me han hecho este año! - se alegró, y sostuvo en alto un pesado reloj de pulsera de oro con extraños símbolos alrededor de la esfera y diminutas estrellas móviles en lugar de manecillas - ¡Mira lo que me han enviado mis padres! ¡Es… es de acero duende… ni a Percy le dieron algo así!

- Es porque su Ro- Ro ya creció- se carcajeo Harry al ver como Ron le volteaba a ver y enseñaba el puño amenazante. - ¡Esta genial! ¡¿Lo puedo empeñar?!-

-NI LOCO- contesto Ron poniéndoselo con algo de recelo- Este es mi precioso… mi precioso-

- No le digas a Hermione que te di ese libro en lugar del de animales de todo el mundo, sabemos que seguro se molesta- dijo Harry tomando uno de los calderos de chocolate de Ron para comérselo.

- ¿Por cierto? No deberías estar preparándote para ir al ministerio- dijo Ron levantándose de la cama y comenzando a guardar sus regalos.

-Iré en la tarde… me da flojera ir temprano- comento Harry zampándose otro caldero y de paso -Además necesito la ayuda de Daphne-

- ¿En qué? -pregunto Ron despertando del todo.

-En mi cambio de estilo- sonrió Harry con algo de malicia.

Dos horas después estaban parados frente del desayuno, algunos le apuntaban con su varita y otra tenía la boca tan abierta que casi se le cae la mandíbula.

- ¿Qué tal me quedo? ¡Tremendo cambio ha dado! - dijo Daphne con una sonrisa muy maliciosa. - Mi mejor obra… sin ofender Hermi-

- ¡Concuerdo, estas… guapo! ¡Espero no sea permanente ese color! -Gimió Hermione levantándose con una mirada llena de curiosidad. - ¡Aun que el vestuario me encanta! -

-Claro que te gusta- rio Ron dándole una palmada a Harry y mirándolo. - Yo lo escogí-

Luego de buscar a Daphne y comentarle todo el asunto, tardaron en encontrar la ropa adecuada o mejor dicho que se viera bien, no fuera su estilo y que además pudiera verse imponente. Intentaron varias vestimentas; En un principio Ron le dio varias cosas de piel de dragón, Mas no podía dar dos pasos sin que su pantalón subiera y le lastimara; luego intentaron una vestimenta desordenada, pero casi no veía nada con la capucha; y al final Daphne y Ron tomar el tema muy enserio y decidieron vestirlo de forma formal.

Con una camisa blanca, corbata, un chaleco y pantalones negros. La cadena plateada le rodeaba el cuello y los anillos quedaban bajo la corbata, tres finas cadenas plateadas salían del interior de uno de los bolsillos del chaleco y terminaban adentrándose junto al cinturón: Pisa corbata, mancuernas y una de sus muñequeras bien oculta en uno de sus brazos. Hubiera llevado también la bolsa para la pierna, pero aún no se la regresaba Sofí por alguna razón que desconocía.

Lo que más miraban era su rostro, había trasformado su pelo a castaño y largo (tanto que se lo amarro con una coleta), sus ojos seguían siendo verdes, pero la pequeña cicatriz en forma de rayo no estaba y sus rasgos faciales casi no cambiaran.

- ¿Papá? -pregunto Daira girando la cabeza desconcertada en cuanto lo miro - ¿No luces como Pa? -

-Lo soy- dijo Harry acariciándola y limpiándole el hocico lleno grasa por las piernas que comía. A su lado Marlow comía también, con sus ojos atentos en él, aunque el pequeño no hablara lucia igual de desconcertado.

-Si vas solo así, seguro te reconocerán- dijo Sofí al entrar al comedor. - Necesitas un poco más de cambio en el rostro-

-Ese no es problema- dijo Harry tomando algo dentro de uno de sus bolsillos del chaleco y poniéndoselo en el rostro. Era totalmente lisa por fuera dejando un aspecto brillante y de un tono gris brillante, dejando que sus ojos verdes se proyectaran.

-Bueno… es una forma de solucionarlo- comento Neville con el cabello revuelto.

-Se ve enigmático- rio Luna leyendo el Quisquilloso. - Deberías también ponerte un tatuaje o algo parecido-

- ¿Otro? - murmuro Hermione arreglándo su corbata y sacudiendo un poco su camisa. - ¿Estas listo para ir por ese trabajo? -

-Mientras la paga sea buena- rio Harry para luego besarle- Regreso en la noche cariñ…-

Antes de que terminara un gorgoteo les llamó la atención, el hermoso plumaje blanco de Hedwig revoloteo alrededor de sus cabezas. Con una mirada ufana, un ulular de felicidad le extendió la pata para tomar las cartas que llevaban. Las tomo y leyó el contenido.

"Harry, la siguiente luna llena será pronto, ven antes del cambio. Erick está dispuesto a verte" Decía la primera con una letra rápida y desigual cosa que no encajaba con Lupin y en cambio, al inspeccionar la carta, no parecía falsa.

La otra era de Gringotts por lo que la dejo para después, guardándose la en el bolsillo.

- ¿Algo malo? -pregunto Hermione con su habitual curiosidad.

-Sera una semana ocupada- comento.

Luego de despedirse, se puso la máscara y apareció en el techo del Big Ben, mirando como la neblina fría y depresiva cubría toda la ciudad, y aumentaba con cada día que pasaba. Si estaba dispuesto a de verdad terminar esa guerra, no tenía mucho tiempo que perder.