Muajaja muajajaja muaa cof cof cof. Digo hola ¿Qué tal están desde el anterior capitulo? Hace mucho que no publico jajaja, y creo que ya me gusto darles u gratis y con papitas fritas. Ok no, las papitas vienen con precio adicional. Pero no se preocupen este será el segundo del día. Y Si preguntan si habrá un tercero…. La verdad no sé, van a tener que esperar y estar atentos para ver.
De cualquier forma y como verán ¿leerán? ¿comprenderán?... es un capítulo diferente, por dos razones; Primera: por que tendrá puntos de vista de diferentes personajes; Segunda: porque es para que vean que pasa de fondo y no sea todo de sopetón y sin vaselina; tercera: Porque para la guerra tendré que utilizar este formato de varios personajes si quieren ver todo y no solo el punto de Harry. Y créanme quieren ver todos los puntos posibles.
No es por tener el ego grande… aunque la mayoría lo tengo ponchado… pero va a estar bárbaro y con varias cosas sucediendo al mismo tiempo.
Les dejo la siguiente dedicatoria, mensaje y capitulo mis queridos lectores.
°~°~°~°~°~°~ Dedicó a: OsmarPonce2 y smpmagdaleno°~°~°~°~°~°~ Por participar en mi mensaje, muchas gracias me ayudo bastante.
*~*~*~*~*~*~*~*~*~ "Hay mil historias dentro de un solo momento, y mil historias pueden ser escritas de un solo momento" Dazeas Caos *~*~*~*~*~*~*~*~*~
Me dejo de rollos rolleros de la rolleridad y comencemos.
Lean, disfruten y comenten.
Capítulo 103.- Cuerno de guerra, levantando al dragón.
Lupin
Podría empezar en cualquier momento, para las sus desgracias comenzaron con un agudo dolor, un grito, colmillos llenos de sangre, una mirada gélida y llena de odio. A partir de ese día, no volvió a ser el mismo. Desde niño siempre fue serio, pero al ser maldecido por Fenrir Greyback, un licántropo loco, sus miedos aumentaron. Cada momento se cuidaba de los demás, no por lo que le pudieran hacer, si no por lo que él pudiera hacerles a ellos. No tenía amigos, tampoco familia mágica directa, su sangre mestiza también era repudiada por mucho los "puristas de la magia".
Como cualquier niño, quería jugar, divertirse, salir y poder andar con total libertad, más aquella cicatriz en su costado, esos claros huecos y la marca uniéndolos, le eran las cadenas que el impedían hacerlo. Su madre hizo lo posible por criarlo sola, luego de la mordida, un simple muggle no soporto sus cambios y se alejó. No lo culpaba, tampoco lo resentía, todo lo atribuía a su maldición.
Pronto le llevo una carta de Hogwarts, su única alegría, podría estudiar magia como cualquiera e incluso poder estar cerca de hacer cosas normales. Su madre lo pensó por mucho tiempo y hablo sobre los posibles problemas que enfrentarían. Sus trasformaciones alrededor de tantos alumnos, si se salía de control podría lastimar a muchos, e incluso maldecir a otros, como lo hicieron el. Y se dio cuenta que, por un momento de alegría, aquella oscura marca sobre su cuerpo le volvía a arrebatar algo más.
Esa misma noche en la que envió una carta, rechazando la invitación a Hogwarts, tocaron la puerta con delicadeza. Eran humildes, viviendo día al día, y poca o ninguna visita recibían; Por lo que, al ver a un mago tan poderoso, famoso y de pie en su puerta se quedó paralizado y con la boca abierta. Albus Dumbledore paso a su recinto con una cara feliz, les hablo de las medidas que tomarían para su estatus de "Hombre lobo" y que lo tomaría con calma, después de todo solo serian 10 lunas en Hogwarts en cada año. Y las dos restantes tomarían las medidas que tomaba su madre desde lo ocurrido.
Y de alguna forma, Dumbledore, le dio una vida escolar.
Su primer mes fue divertido, mirando a todos los alumnos conviviendo, como hacían sus deberes e incluso preocupado porque descubrieran su secreto. Sobre todo, dos chicos. James Potter y Sirius Black, esos chicos eran uña y mugre, aunque no sabía si le agradaban o no, siempre lo molestaban. James le insistía preguntando por qué de sus tes pálida y su cicatriz en el cuello. La que se realizó antes de entrar al colegio, y aunque explico que fue un accidente James no creyó nada. Y Sirius le buscaba siempre pelea, como si tuviera una fascinación por hacerlo enojar a propósito. Los veía como enemigos de su secreto.
Por ello la primera luna en Hogwarts se escabullo en la oscuridad fuera de la sala de Gryffindor, donde ya lo esperaba el profesor Dumbledore, quien le llevo por pasadizos y una conexión desde un sauce boxeador (que plantaron por su llegada) a una casa, la más lejos del pueblo y Hogwarts.
Recordó el lugar la primera vez que lo vio, era una casa cualquiera, amueblada y decorada, incluso estaba cuidada. Pero ventanas y puertas tapiadas. Fue una hora solo en aquel lugar antes de sentir el dolor, un dolor púnzate y conocido, el ardor del cuerpo, sus huesos expandiéndose, su sangre hirviendo en su interior, su propio grito y luego nada.
Despertó en la alfombra, estaba rasgara y el cuarto destrozado, además de que las claras marcas de garras en el muro y tablas que tapiaban el lugar. Se alegro de no dañar a nadie y que no volviera a ese lugar hasta la siguiente luna, y luego la siguiente.
Y de esa forma casi concluye con su año escolar.
Pero no estaba feliz, James cada vez estaba más sobre de él, no perdía oportunidad para aparecer de repente y Sirius le metía en problemas. Su picardía y sentido de las bromas le llevaba a ir contra suya. Mas de una vez encontrándose con grajeas de sabores horribles en su comida o con un par de calzones urticantes en su ropa. No podía evitarlo, pues los tres compartían dormitorio, ellos y un pequeño niño flacucho llamado Peter Pettigrew. El cual era lo más cercano a un amigo, no hablaba mucho, tampoco le molestaba y siempre intentaba apoyarlo contra esos dos bromistas que tenían como compañeros. Recibiendo varias bromas también.
Pero las cosas cambiaron. Después de la primera luna de su segundo curso, mientras regresaba por el pasillo que le conducía a la casa de los gritos, nombrada ese año por lo elementos y aullidos que salían de dentro cuando él estaba transformado, alguien lo esperaba al pie del sauce boxeador.
Nunca olvidaría la sonrisa que dio James, y el "lo sabía" cuando lo observo, corrió para derribarlo, para evitar que les contara a más personas intentando proteger su secreto, evitar que supieran de su maldición. Lo derribo en la tierra, giraron y forcejearon, llenándose de la suciedad de aquel hueco. Para cuando James quedo encima inmovilizándolo, supo que estaba acabado todo y pronto le contaría a Sirius y en menos de 24 horas toda la escuela. Y así paso, Sirius no tardo en saberlo, incluso Peter. Mas no lo expulsaron, nadie le miro mal, lo recluyeron o lo trataron como una bestia. Al contrario, se volvieron sus amigos, le apoyaban y ayudan en cada luna; sin siquiera pedirlo.
Su vida escolar se volvió lo mejor de sus días, aunque el pesado de Sirius siguiera haciéndole bromas o que James hablara de su estatus de hombre lobo como si fuera lo más normal, nombrándolo "Su problema peludo", lo que hizo que se levantaran sospechas de que era extremadamente velludo.
Se volvieron merodeadores, los mejores bromistas de la escuela hicieron un mapa que le ayudara a llegar al sauce boxeador sin problemas y en sus diferentes bromas escolares. Era feliz, lo único que le causaba remordimiento era Quejicus, un compañero de Slytherin que James y Sirius molestaba más que nadie. Severus Snape y Lilian Evans eran muy buenos amigos, lamentablemente Lily era la luz de James, enamorado por completo, algunas veces hasta el punto de culpar a Snape de no poderse acercar a la chica. Aunque era más porque al acercarse le temblaba la voz y comenzaba a hablar demasiado rápido o tan lento que nadie le entendía. Y su ego sobre crecido le molestaba a la chica. Era un desastre.
Lily era una chica que se daba a querer en cualquier situación, apoyaba, siempre estaba disponible para ayudar, defendía y protegía a los que no sabían cómo o eran intimidados por otros. Sobre todo, contra James y Snape. Lo que los llevo a entablar amistad, a volverse amigos muy cercanos. Incluso llegando a saber su secreto por su propia boca y como lo esperaba ella lo entendió y su amistad se fortaleció.
Claro que James le rogo que le ayudara con Lily, cosa que fue haciendo poco a poco.
En su sexto curso, entre la cuarta y quinta luna, Lily se peleó con Snape de forma tan fea que no solo Lily termino enfada, si no James por poco se mete en problemas por humillarlo frente a todo. Poco a poco Lily y James se volvieron pareja. Al final de Hogwarts estaba pensando en volverse educador o parte del personal de Hogwarts, donde podría seguir ocultando su "peluda condición".
Mas las cosas siempre dan un giro y esos años de felicidad se volvieron de peleas, batallas y sangre. Lord Voldemort, un mago oscuro poderoso señalo a sus amigos como blanco para matarlos, no entendió muy bien porque al principio, pero Dumbledore les comunico que era porque ellos tendrían un hijo tan poderoso que lo derrotaría. No comprendía como un no nato en el vientre de su amiga podría derrotar al mago tenebroso. Pero no dudo en enlistarse a la orden del Fénix y comenzar a planear e ir contra Voldemort.
El resto fue tan doloroso, que lo oculto en su interior por años, se sumió en sí mismo y se olvidó de todos. Y como no cuando sus mejores amigos murieron traicionados por otro amigo, Sirius fue a la cárcel por asesinato y perdió a todos los más cercanos, los que quería de verdad. Incluida su madre.
Solo le quedaba un rayo de felicidad que lo mantuvo vivo, Harry Potter, el hijo de James y Lily. Ese bebe que le hizo reír mientras lo tenía en brazos, que no le tenía miedo por su aspecto y le hacía pucheros de enojo cuando le daba su biberón.
Como la profecía decía, derroto a Voldemort apenas siendo un bebe de un año y sobrevivió la maldición asesina. Pero ahora estaba solo, igual que él. Y peor aún ya que no podía cuidarlo.
Le aterraba pensar en que lo tuviera junto a él en noches de luna, que le hiciera daño, que lo llegara a matar o a morder. Por eso acepto la decisión de Dumbledore de enviarlo con sus tíos y que creciera como muggle.
No sabría que ese chiquillo crecería entre la miseria, repudiado, con un sujeto que no le demostraría un ápice de humanidad. Pero de cualquier forma se volvió el chico que pensó que seria, era como ver a Lily cuando veía sus ojos, los cuales podían ver a través de las cosas, con el humor y carácter de James e incluso su curiosidad.
Ahora que lo miraba parado con esa seguridad de James, con una sonrisa cálida como la de Lily y un poder, que no lograba calcular, se sentía orgulloso. Y al mismo tiempo se sentía mal consigo mismo. Por mucho que se mantuviera informado de Harry durante su niñes y de vez en cuando fuera a mirarlo a la distancia, este había tenido que crecer solo cosa que pudo evitar. Si solo hubiera sido más valiente y no se acobardará ante su lobo interior.
Caminando entre el pequeño pueblo creado por Harry, en el archipiélago arcano, noto que le debía su felicidad actual al chico.
Durante años paso el tiempo solo, alejándose de todos por temor, el amor siempre lo vio como algo que los demás obtendrían y el solo debía dejarlo pasar. Pero apareció aquella chica, mucho más joven que él, de cabello rosa, capaz de cambiar su apariencia y esa torpeza tierna y, sin mentir, tan feroz como un tejón. Con su estatus de hombre lobo descubierto ante todos, ella se le acerco y una amistad comenzó, para luego ir aumentando y darse cuenta de que ella era el amor que creyó no encontrar. Se amilano y evitaba dañarla, nunca dejándose llevar, pues con el tiempo sabía que nunca podrían pasar nada entre ellos.
Y de nuevo llego Harry, no solo para callarle la boca, si no para demostrarle que era digno hijo de sus padres. Le libero de su maldición, volviéndola una bendición y de paso dándole la paz suficiente para poder estar con Tonks. Con la luz de plata, el lobo se fusionó con él y ahora no dolía, tampoco temía a la luna y … empezó a vivir.
Ahora se dirigía por los campos de cultivo, viendo a una chica moverse entre ellos dando órdenes y con un overol azul, una camisa llena de tierra, el cabello enmarañado y en trenzas.
La conocía bien, era Sasha la alfa de la manada más grande de Londres, ella también le ayudo, era un errante de la manda (podía quedarse o irse si quería), por lo que tenía cierta trato hacia ella. Y por ello mismo Harry le mando a entregar su mensaje.
Sasha olfateo el aire, con su nariz moviéndose bastante y giro en su dirección. Saludo con la mano desde la distancia, al llegar cerca ella estaba cruzada de brazos y esperando.
-Saludo al alfa, mi respeto señora Sasha- dijo Lupin inclinándose con respeto y la mirada abajo.
- ¿En qué te puedo ayudar, Remus? - pregunto Sasha desconcertada – Veo que hay nuevos olores en la aldea… y detecto movimiento que… me eriza-
-Vengo a entregarle un mensaje…-
- ¿Harry está bien? - pregunto de repente algo preocupada.
-Si, de echo el mensaje es de el- dijo aclarándose la garganta, aunque le agradeciera mucho, el mensaje era demasiado para él, tanto que se puso rojo - "Yo Harry James Potter, heredero de Hogwarts, ganador del torneo de los tres magos, alumno de seis hechiceros supremos, Gurg de los Gigantes, compañero de centauros, aliado de los hombres lobo, colaborador de las sirenas, socio de los duendes, amigo de los elfos, fundador de Pendragon y rey de los dragones, les llamo a un concilio. Los esperare a orillas del lago negro, en Hogwarts, a la primera luz del día"-
Giraron a la derecha, un rugido feroz gutural y que debía de provenir de los gigantes resonó en todo el lugar. La chica abrió los ojos y luego soltó una leve sonrisa, pero sus ojos se volvieron más fieros y las uñas pasaron a ser garras. Para luego mirar a la distancia y suspirar. - Reunamos a la manada, nuestro benefactor nos necesita- Su boca cambio al punto de volverse un hocico y un aullido largo sonó por todo el lugar, y de la otra punta del lugar vio un humo rojo formar un centauro.
Lupin no sabía que le deparaba el futuro, pero algo era seguro, esta vez apoyaría a Harry, aunque fuera la locura más loca que se le ocurriera. Y también debía cuidar ahora a su esposa, a su amada Tonks.
-Es hora de que protejamos nuestro territorio- dijo Sasha con pena- Esta vez, la casería será feroz y sangrienta-
Una luz surgió del bosque, blanca y pura, una llama alta que iluminaba la caída del sol. Un claro indicio de que la guerra comenzaba, pero no todo estaba en la oscuridad.
Hagrid
Los últimos días habían sido algo raros para él, pero comprendía dos cosas. La primera era que Harry estaba seguro de lo que hacía y que pronto a la guerra empezaría, pero ¿Como y cuándo? lo ignoraba. (Nota caos: igual que yo) De hecho, mucho ignoraba. Claro que no tanto como antes.
Pero al final solo quedaba ayudar al pequeño niño que encontró entre los escombros de una casa, el que le sonrió y rio mientras volaban por el cielo a pesar de que sus padres acabaran de fallecer. No conoció tan a fondo a James, pero si vio como el viejo guardián de los terrenos y secretos de Hogwarts les echaba lejos de los bosques a Sirius, James y Lupin más de una docena de veces. El observo como crecían como magos, mientras el aprendía todo sobre Hogwarts, sobre cómo hacer crecer el huerto de calabazas, que fertilizantes evitaban las babosas carnívoras, cada pasaje al exterior e incluso de criaturas mágicas que podrían aparecer en el colegio.
No se quejaba era mejor que ser expulsado y ser un mago abandonado, por lo menos pudo conservar los restos de su varita y de paso tener un par de amigos que lo visitaran. Como Arthur Weasley, quien bajaba siempre a visitarlo y platicar con él sobre sus artefactos y saberes muggles. O Lily, la madre de Harry, que era tan amable y le enseñaba un poco de magia a escondidas, e incluso por ella sabía que Severus Snape no era un mal sujeto, solo tenía un temperamento frio y que no le gustaba mucho pasar tiempo con más personas.
Le dolió dejar a Harry con sus tíos, pues sabía que el pequeño estaba solo y le recordaba el dolor de perder a toda su familia. Claro que Harry no lo sabría hasta mucho tiempo después, en ese momento era demasiado pequeño para comprender las sombras y dolores que tendría que cargar por el resto de su existencia.
Siempre supo que Hogwarts era su hogar, que viviría todo el tiempo que pudiera como guardián de los terrenos y secretos de Hogwarts, hasta que llego Harry y le comenzó a preguntar sobre el mundo mágico. Se sintió muy bien enseñándole, mostrando cosas que no sabía y en los que podía instruirle. El resto del mundo lo veía como tonto e incapaz de hacer magia, pero Harry no, el escuchaba lo que decía y lo apreciaba. De inmediato se encariño. Pronto ya no solo fue Harry, si no Ron y Hermione quienes le visitaban lo apreciaban y miraban como un amigo.
Poseía un secreto, era mitad gigante y aunque algunos sospecharan nadie lo externaba. La sociedad mágica repudiaba y separaba a los semihumanos por peligrosidad. A un semigigante no le ira tan bien, su piel resistente a la magia, con una fuerza mayor que cualquier humano y con habilidad mágica lo clasificarían y lo encerrarían o pondrían algún control sobre él. Tenía a Dumbledore de su lado ayudándolo, protegiéndolo y dándole su empleo actual, así como un techo sobre su cabeza.
No era bueno guardando secretos, demasiado complicado cuando confías en las personas de tu alrededor y tiendes a hablar lo primero que piensas. Y eso le llevo a que se revelara todo. No esperaba que Madame Maxime negara su línea sanguina, pero tampoco el revelaría esa parte suya. Solo aceptaría que estaba solo en ello. No contaba con que Harry y sus amigos le aceptaran, le ayudaran como nadie antes y que incluso le protegieran de los comentarios de las demás personas.
No solo le ayudo si no que le regreso su varita, la cual era mejor que antes, y con la magia que conocía ahora era incluso capas de poder estudiar poco a poco y terminar su educación.
La desaparición de Harry fue dura, preguntándose si pudo ayudar más, si hizo suficiente y si de alguna forma le era de ayuda. Pero si ni Dumbledore podía ayudar a Harry, ¿Qué podía realizar un semigigante? Obviamente Hermione le daba esperanzas del regreso del chico y eso era bueno, porque ellos tenían algo muy especial uniéndolos, su magia sentía que ellos estaban destinados el uno para el otro.
- ¿Me ayudaras Hagrid? - dijo Harry alcanzándolo, mirándolo con aquella misma sonrisa que de niño. -Necesito que informes de lo que te pedí-
-Iré de inmediato, no tardare mucho- dijo Hagrid palmeándole la espalda. – Firence es más lucido que el resto, pero dudo que con la batalla entrante… no cuestionen su liderazgo-
-Solo ten cuidado, recuerda que algunos aun no… nos tienen en alta estima- dijo Harry con una leve mueca. -Hermione y Lupín ya se fueron… esto debe salir bien-
Mientras caminaban a la salida, sintió que Harry no estaba seguro, que empezaba a tener esos pensamientos fatalistas que aparecen de repente. Le puso una mano en el hombro y asintió.
-Así será Harry-
Al abandonar el pasillo de portales, que eran lo suficientemente grandes para que el pasara y sospechaba que Harry lo había hecho a propósito (Los ojos se le anegaban en lágrimas por ello), le acaricio el cabello y agachándose un poco dijo -Entonces me retiro también- y marcho rumbo a las planicies del otro lado de la isla.
Volteo, pero Harry ya no estaba, solo pudo observar a Ron y Theo Guiando al grupo, e indicándole ciertas cosas de la isla. Como que no se alejaran por las criaturas que la habitaban.
Entendía por qué lo envió a él, había convivido mucho con los centauros, y tenía una relación ya formada con ellos. Con los gigantes también, pero con seguridad no quería exponer a Hermione a sus temperamentos secos y cerrados; sin contar con los arcos certeros y las flechas. Desde que Harry era Gurg del clan Pendragon, para sus amigos y familia era más seguro estar entre todos esos gigantes, que entre los centauros. Y con certeza la plática que tendría con Firence podría alterar a toda la manda.
Con su tamaño y la velocidad de sus pasos, alcanzo el lugar en poco tiempo, observo como todos estaban trotando bajo un descampado, no dio ni dos pasos cuando un par de flechas volaron en su dirección, pero sin darle. A sus pies y en un árbol se estrellaron. Espero hasta que un centauro fornido, con pelaje gris y mala cara se acercó.
- ¿Qué quieres Hagrid? - pregunto tosco.
-Vengo a hablar con Firence, no te mateas Luts- dijo Hagrid con seguridad.
- Firence no está disponible, vuelve en dos días- dijo Luts negando y bajando el arco.
-Tengo un mensaje que entregar- dijo Hagrid cruzando los brazos y poniéndose lo más estoico e imponente que podía. Aunque no se sentía así.
- ¿De quién es el mensaje? - pregunto Luts con curiosidad.
-Harry Potter- Su voz fue la más segura que nunca escucho salir de su boca.
El centauro troto con nerviosismo y sin decir nada a Hagrid dio un giro amplio y salió a todo galope hacia donde se veían el resto de los centauros. Hagrid dudo un momento antes de comenzar a caminar en la misma dirección. Pasaron 10 minutos, en los que vio al rebaño moverse y después a una decena ir en su dirección. Esperaba que no le atacaran, pero puso su varita al alcance. La sintió, era ligera, grande y con una forma que le encantaba. El mejor regalo de su vida y que le había hecho jurar que estaría para el cuándo fuera y donde fuera, aun si eso significa entregar su vida. Pues ahora él se consideraba diez veces mejor en magia que antes.
El pelaje blanco de Firence se notó de inmediato, troto al final y se paró frente a Hagrid, indicando a los demás dando unas coses a la tierra que no atacaran. O eso creyó al ver los arcos bajar, pero sin ser guardados.
-Hola Hagrid, te doy la bienvenida como amigo- dijo Firence dejando caer el arco y volteándolo, una especie de saludo centauro.
-Mucho tiempo- dijo Hagrid imitando una inclinación respetuosa.
-Escuche que tienes un mensaje de Harry- dijo Firence sin sonreír para luego ver el cielo- El firmamento se ha movido mucho en estos días, suponía que debía tener noticias del pronto. La paz se ha terminado, es momento de tomar las armas y pelear por libertad-
-Si a eso… bueno… Harry tiene un mensaje- dijo Hagrid rebuscando en su bolsillo, para luego sacar un pergamino arrugado y embarrado en comida de Fang, después de todo no se aprendió el mensaje-Aquí esta: - "Yo Harry James Potter, heredero de Hogwarts, ganador del torneo de los tres magos, alumno de seis hechiceros supremos, Gurg de los Gigantes, compañero de centauros, aliado de los hombres lobo, colaborador de las sirenas, socio de los duendes, amigo de los elfos, fundador de Pendragon y rey de los dragones, les llamo a un concilio. Los esperare a orillas del lago negro, en Hogwarts, a la primera luz del día" …. Eso es todo por ahora-
Un momento de quietud se instauro entre ellos, para luego escuchar el más fuerte y desgarrador grito, venia de donde estaban los gigantes, pero más que problemas era como un anuncio de guerra. No paso ni un minuto cuando de otro punto da la isla un aullido largo y lastimero. Firence le miro y con una mirada triste giro su carcaj, saco una flecha, era de color rojo y la apunto al cielo. Salió disparada y de un momento a otro esta lanzo un humo de color escarlata oscuro que se mostró a un centauro con espada y un arco corriendo por el lugar.
-Tenemos que prepararnos, los arcos ya no serán suficientes- dijo Firence con pena y dolor en la voz- Solo ruego a los cielos, que Harry pueda encontrar el camino con menos sangre-
-Ya somos dos amigos mío- dijo Hagrid mirando al centauro de guerra desvanecerse con lentitud.
La noche ya estaba su cabeza, pero algo sucedió una columna de luz blanca y llamas ascendió desde los bosques. Hagrid no podía creerlo, ni los centauros que la admiraron.
- ¿Es un designio malo o bueno? - pregunto Hagrid sin darse cuenta.
-La luz es luz, pero hace que las sombras se creen y que la noche no sea tan oscura- dijo Firence en ese tono sabio y sin responder nada. Ya le preguntaría a Hermione que era aquello.
Daphne
Caminaban por el bosque sin hablar y sin decir palabras, acaban de dejar a todos, pero sentían que su viaje serio eterno. Mas Daphne que no podía evitar querer molestar a Sirius, decirle algo que lo hiciera salir de esa forma tan depresiva que presentaba. En unos minutos llegarían a la zona donde podrían desaparecer y entonces directo al ministerio. Debía hacer algo.
- ¿Qué te trae con la cola entre las patas? - pregunto Daphne unos momentos después, cansándose de pensar y decidiendo ser igual de directa que siempre.
Sirius se detuvo, alzo la mirada al cielo y soltó un suspiro. - No estuve para Harry cuando más me necesito, aun hoy en día, ya siendo un hombre libre gracias a él… sigo viéndolo desde la distancia. Y ya ni siquiera puedo intentar cuidarlo, él es autosuficiente y dudo que necesite a alguien a su lado-
-Que deprimente- dijo Daphne con un tono burlón, que no era apropósito, era parte de su personalidad- Claro que no pudiste estar con él, fuiste enviado a Azkaban. Durante doce años viviste entre Dementores, sin enloquecer, lo que ya es un logro para la posteridad. Es obvio que Harry crecería y se formaría para volverse autónomo, su fuerza…- gruño recordando sus enfrentamientos, como Harry ni se esforzaba y disminuía su magia de Utgar para sus entrenamientos-… es algo alucinante. Pero te equivocas de que no te necesite-
-Peleonera, ¿De qué forma me puede necesitar? - pregunto Sirius aun con esa cara.
No aguanto más, si algo la caracterizaba no era ser tan empática y sentimental, así era Daphne, más simple y directa. Le dio un puñetazo en el hombro, sacándole un quejido y que cambiara su rostro a dolor. Se quejo mucho y eso la irrito más.
-Eres un cerebro de perro, ¿Sabes cómo se pondría Harry si te viera así? - pregunto Daphne queriendo dar otro puñetazo por quejica. - Si quieres deprimirte por algo, que sea por seguir pensando en el pasado, en tus malas decisiones y en el hecho de que no haces nada para cambiar tu futuro. Deprímete cuanto no exista remedio, mas ahora todo es posible, pues estas vivo-
-Tome muchas malas decisiones, me deje llevar demasiado, todo el tiempo- gruño Sirius aun sobándose el brazo- Yo sabía que sufriría por ello, pero… pensar que Harry también salió lastimado… eso no me lo perdonare jamás- Ahora golpeo su costado con un poco de fuerza, se dobló y gimió tanto que al levantarse tenía los ojos llenos de lágrimas - ¡DEJA DE GOLPEARME! -
- ¡ENTONCES DEJA DE DECIR TONTERÍAS! - le regreso el grito Daphne respirando para calmarse, ahora con la magia de Utgar podía ser un problema controlar su fuerza -No importa que no te perdones, Harry ya lo ha hecho- Se paro a pensar en que después de todo lo vivido, Harry Potter no era de los que guarda rencores, era claro desde la vez que bailo con él. - Si quieres victimizarte y ser un inútil a Harry es tu problema. Pero de esa forma, nunca podrás continuar con tu vida y dejar el pasado atrás… hay cosas que no podemos olvidar -menciono recordando como su padre maltrataba a su madre, mientras a Astoria y ella las trataba como estúpidas por no ser varones - … más uno no vive del pasado, si no del presente y por el futuro-
Fueron unos minutos en que Daphne espero, cuando Sirius coloco una mano en su hombro y asintió. -No me perdonare el daño causado a mi cachorro, pero tampoco me quedare gimiendo por ello, tienes razón, ahora no soy lo suficientemente bueno para protegerlo… más soy su padrino y debo de estar para el cuándo me necesite-
Se dieron una sonrisa, antes de que Daphne volviera a dar un puñetazo en el hombro de Sirius y se riera diciendo -Entonces apurémonos en entregar su mensaje, que seguro él debe estar haciendo otras cosas en que podríamos serle útiles-
- ¡¿QUIERES DEJAR DE PEGARME?!-
-No quiero-
Sin parar se encamino a la salida y luego se rio. Para hacer una desaparición conjunta, al llegar a un viejo y sucio callejón se tapó la nariz, olía a orines, basura y perro mojado. Y esta vez no era Sirius. El hedor no molesto a Sirius, con seguridad por vivir en una minúscula celda sin ningún cuidado. Se dirigieron a la tienda, con cosas llenas de polvo y algunos productos viejos y de una época diferente.
Al entrar aquel lugar no olía mejor, a caño tapado y queso oloroso, el tendero era un viejo de aspecto osco.
- ¿En qué le ayudo? - pregunto sin ganas y mirando revistas de dibujos.
-Sabe a qué venimos, ningún muggle se atrevería a entrar aquí - dijo Sirius con ese tono burlón- No a menos que quieran terminar envenenados por lo rancio y caducado de tus artículos…. Renovarlos no haría daño-
-El baño esta desocupado- repitió sin ánimo, y pasando página. - Sigan las instrucciones o serán encarcelados preventivamente-
Con seguridad fueron al baño, si afuera le dio asco, adentro tuvo un retortijón en los estómagos y se puso la mano en la boca. No era tan delicada, pero enserio que necesitaban ser más cuidadosos con las entradas al ministerio. Con mucho cuidado tiraron de la cadena, y con un giro rápido descendieron por lo que podría ser un tubo mágico. Al siguiente instante salían de una chimenea.
Miraron el lugar, para pasar una batalla estaba ya mejor, los trabajadores de reparación sí que toda la noche estuvieron en vela, ahora estaba muy normal. Lo único fuera de lugar era la fuente que estaba destrozada y una mancha negra sobre un muro, las letras eran ilegibles, pero notaba que debió ser algo provocado por los Mortifagos.
No pasaron, un Auror los esperaba le apunto con la varita para que frenaran.
-Varitas por favor ¿Qué departamento es al que pertenecen? - dijo con tono cansado.
Daphne y Sirius se movieron lentos al sacar la varita y la entregaron.
-Soy Daphne Greengrass vengo de parte del Asesor Externo y traigo un mensaje para Kingsley Shacklebolt -
El Auror levanto un pergamino con magia, había muchos nombres tachados y otros que brillaban con cierta luz roja, negó con la cabeza -Tengo la orden de no dejar ingresar a nadie que no esté registrado como trabajador o tenga un asunto de primer orden-
- ¿Primer orden? - pregunto Sirius alzando una ceja.
-Asuntos que puedan ser ataques, enfermedades contagiosas o… asuntos de guerra- dijo el Auror sacando otro listado, que suponía que era de los asuntos de primer orden.
A su derecha e izquierda magos y brujas hacían fila para entrar también, la mayoría pasaba una inspección, tanto de sus varitas como de su nombre. Ellos en especial detenían la fila. Lo pensó un momento antes de saber cómo ingresar.
-Sabemos que Albus Dumbledore esta con el Kingsley Shacklebolt, ministro temporal, que el ministro Rufus fue herido de gravedad y que anoche intentaron robar un objeto de poder desconocido del área Inefable- dijo Daphne con una sonrisa, y una voz que ocupaba al intimidar - Si nos vamos ahora publicaremos esta información en el quisquilloso y profeta, junto con la nueva información que queremos proporcionar a Kingsley… información sobre el ataque que sucedió, sobre la enfermedad de Lucius Malfoy al escaparse de San Mungo y… de la guerra-
El Auror abrió tanto los ojos y trago duro, ya no se veía cansado, más bien asustado. Asintió y con su varita lanzo un pergamino en forma de avión.
-Esperen un momento en este lado- dijo con la voz clara.
En seguida otro Auror apareció para ponerlos a un costado de la larga fila, mientras esperaban que aquel pergamino cumpliera su largo viaje. A su costado Sirius le miro y murmuro.
-Eres toda una Slytherin-
-Y tu todo un pulgoso- dijo con una leve risa- Hacer que las personas me digan cosas es mi especialidad, pero también puedo hacer cosas así…-
-Recuérdame no hablar mucho contigo- dijo Sirius aún bajo por si los escuchaban.
Daphne se rio y le miro - ¿Qué información tendrías que yo quisiera? - lo observo y vio que sus mejillas se sonrojaban un poco. Se lamio el labio inferior – Ahora me interesa más ese secreto tuyo…-
No pudo continuar, una escoba descendió con velocidad y freno de costado, los miro y la Aurora sonrió. Su cabello cambio a un tono más vivo.
-Con que eran ustedes- dijo Tonks con más tranquilidad, ya que llego algo alterada- ¿Qué hacen aquí? -
-Vinimos a entrar un mensaje de nuestro amigo común, Henry o Arny- dijo Daphne guiñándole el ojo. - Como sea que se llame-
La aurora pelirosa asintió y se aclaró la garganta. - Van a pasar, yo los escoltare a la oficina del ministro- dijo Tonks con un tono fuerte y los Aurores asistieron diciendo "si señora".
Le siguieron el paso, ella planeaba en la escoba mientras los escoltaba.
-Veo que ahora tienes más autoridad- dijo Sirius con una leve sonrisa - ¿Te ascendieron? -
Negó con la cabeza, pero una sonrisa mediana delataba su felicidad -No del todo, han decidido cambiar la forma que se manejan los Aurores- luego les regalo una sonrisa -Soy vicecapitán del segundo escuadrón-
Daphne tenía cierto conocimiento de cómo funcionaba los Aurores, por lo que entendía todos los Aurores eran comandados por el jefe Auror y de ahí comenzaba una jerarquía por logros y desempeño. Pero todos eran un solo y gran grupo. Si decidieron dividir en escuadrones a los Aurores, eso significaban que pensaban que había infiltrados en el ministerio, traidores, cosa que Harry ya les había mencionado años antes.
-Es buena estrategia- dijo Sirius poniendo las manos en su nuca -Grupos más chicos, con un jefe directo reportando al ministro-
-Eso es correcto, y otras sorpresas también-
Los tres subieron al elevador, el cual parpadeaba y sacaba chispas de un costado. Este traqueteo en el camino. Dudo un momento que llegara al final, pero solo se detuvo en seco y abrió sus puertas. Una voz de mujer salió de algún lugar, mas no se le entendió por el daño que recibió.
El pasillo estaba solitario, y las puertas estaban abiertas, pero todo el lugar estaba desocupado. Los pergaminos tinta y varias cosas más en el suelo, se notaba el apuro al dejar las instalaciones.
Al llegar Tonks toco la puerta y un "Entren" fue su pase.
Lo primero que observaron fue Kingsley y Dumbledore frente al escritorio con diferentes pergaminos y una mirada ojerosa. Del otro lado con un bastón y una cara de pocos amigos, o ninguno, estaba Ojoloco Moody. Separado a un lado de todo estaba Fudge que parecía más asqueado que inconforme.
- ¿Señorita Greengrass? - pregunto Dumbledore desconcertado.
-Muy buenos días, profesor- dijo Daphne inclinándose ante todos. – Lamento interrumpirlos así, pero tengo un mensaje para usted. -
-Y yo para ti Kingsley- dijo Sirius mirando a Ojoloco -Oye viejo, estas más viejo cada día-
-Cuidado mocoso- dijo Ojoloco con ese azul intenso girando por toda la habitación sin descanso alguno - O este viejo te dará una lección que no olvidaras jamás-
-Que gruñón- murmuro Sirius con una fina sonrisa. -Luego debemos ir a San Mungo e informar al león de Rufus-
-Te ahorrare el viaje- gimió una voz en tono bajo y ronco, Kingsley se movió a un lado revelando un hombre. - entonces canino… que mensaje nos debes dar-
Rufus levanto la vista, estaba con una escayola en el brazo, una mirada agotada y una amarillenta apariencia. Si pudiera decir algo es que el hombre estaba de pie por puro milagro y que, si no fuera por escuchar su voz, juraría que no podría hablar. El hombre gruño.
-Cálmate o te regreso a San Mungo- dijo la voz de una mujer a su costado. Sentada sobre el sofá del lugar, pasaba un periódico, la bata verde la delataba como medimaga y la mirada intensa hacia Rufus le decía que no estaba feliz con la situación.
-Doctora Emma- dijo Sirius inclinándose al igual que ella -Disculpe por no notarla-
-Tranquilo, no pasa nada… solo estoy aquí por ese viejo cascarrabias- dijo la doctora Emma con la voz enojada.
-Dejemos las tonterías para después ¿Qué sucede con su mensaje? - pregunto Ojoloco fijando un momento su ojo en ella, como si intentara leerle la mente, para luego volver a correr por el lugar con velocidad.
Daphne miro a Dumbledore, mientras Sirius a Rufus. Luego comenzaron a recitar mientras ella soltaba una leve risa por sus rostros- "Yo Harry James Potter, heredero de Hogwarts, ganador del torneo de los tres magos, alumno de seis hechiceros supremos, Gurg de los Gigantes, compañero de centauros, aliado de los hombres lobo, colaborador de las sirenas, socio de los duendes, amigo de los elfos, fundador de Pendragon y rey de los dragones, les llamo a un concilio. Los esperare a orillas del lago negro, en Hogwarts, a la primera luz del día"-
-Ese niño- gruño Rufus con una sonrisa que lo hizo parecer menos débil, luego se dejó caer en la silla. - ¿Qué piensa hacer con todas esas criaturas? -
Dumbledore se tomó el rostro con la mano y su ojo visible se notaba entre asombrado y asustado -Enserio que siempre va por todo, ¿Qué pasara por tu cabeza ahora Harry? -
Una risotada surgió de Ojoloco el cual soltó un crujido de su cuello. -Te dije que no era necesario mi reinstauración como Auror, ni la asignación de capitán del segundo escuadrón, Potter no es un pelé-
-Como Decana de San Mungo y medico de Rufus solicito estar presente para cuidar al vejestorio- dijo Emma parándose y mirándolos - Y díganle que madame Pomffrey me ha enviado una carta sobre su condición, quiero checarlo yo misma-
-De acuerdo- dijo Daphne sonriéndole. Era hora de que alguien con más experiencia revisara a Harry y le ayudara, pues Sofí era buena y muy capaz, pero le faltaba esa experiencia que da el tratar con pacientes reales. Luego miro al profesor que parecía seguir pensando sobre la situación. - Harry le manda a decir que para eso quiere el concilio, para que hablen de todo lo que sucede y como solucionarlo cara a cara. Y requiere que su segundo sea la profesora McGonagall, el avisara del concilio a la profesora y a Molpe -
Paso un momento y Dumbledore bajo la mano con aceptación en la mirada, se sacó el sombrero y se peinó para luego mirar a Kingsley.
-Entonces, ¿Acudirás al concilio que pide Harry? - pregunto Dumbledore en un tono que aseguraba que el sí asistiría.
Daphne no sabía que sucedía, ¿Por qué le preguntaba a Kingsley cuando estaba Rufus enfrente? Este se paseó por un momento.
- ¿Qué piensa señor ministro? - pregunto.
-Tu eres el ministro en este momento, en mi estado solo soy un consultor como exministro- dijo Rufus con un tono de estío -Solo puedo aconsejarte acudir, si ese chico quiere hablar… he aprendido que debes escucharlo-
-Pero estaría quebrantando las normas e incluso para acudir a un concilio con criaturas de alto peligro …- comenzó Fudge alterado y sin medir su tono de voz.
- ¡SILENCIO CORNELIUS! - dijo Kingsley con voz enojada y tal autoridad que nadie pudo decir nada -Estas aquí por ser un exministro y las leyes dictan que debes estar presente, pero no considero tu opinión como fiable y tu presencia imprescindible …-
- ¿De qué hablas? -
-…Hablo de que, para empezar, no escuchaste a Harry sobre el resurgimiento de… Vol… Voldemort. Le pusiste trabas y enviaste a Umbrige a meterse en el camino de Dumbledore y Potter. Cuando se debió hacer lo contrario, no me vengas con tonterías de las leyes, que tu rompiste la mayoría y creaste decretos estúpidos solo porque se te dio la gana. Así que guárdate tu comentario y quédate quieto, que ahora el título de ministro lo tengo yo-
Quería decir "Pumm, Tómala papá", pero aguanto. Mas Ojoloco soltó una mirada burlona y le saco la lengua de forma cómica mientras Fudge se le ponía la cara de color morado.
- ¡Iremos! Esto es de mayor importancia que la revisión del personal del ministerio- declaro Kingsley con la aceptación general de casi todos.
-De acuerdo- dijo Rufus cerrando un poco los ojos. -Y aprovecha ahora que está aquí, este chucho es difícil de encontrar-
-Sirius- dijo Kingsley se le paro enfrente y miro con fuerza, poniendo una mano en su hombro - Te quiero como comandante del tercer escuadrón de Aurores-
Sirius volteo a su espalda, notando el espacio vacío, luego regreso la mirada y se señaló - ¿Quién, yo? -
Sofía
Caminaba entre los gemelos, mirando a su derecha e izquierda, inquieta por cualquiera que pudiera seguirlos o buscar pelea. Estaba alterada y nerviosa, Harry le había dado un préstamo de mando. Y aunque no sabía que significaba al principio, en ese momento estaba aterrada. Con ese simple anillo y la orden de Harry sentía que tenía todo el peso del apellido Potter sobre sus hombros, años y años de renombre en la sociedad mágica, teniendo grandes héroes como Lily y James Potter, padres de su hermano. Sin contar con su propio Hermano que era un mago que cambiaría todo.
Cerraba el puño con fuerza, como si el anillo fuera a caer de su dedo por sus manos sudorosas y salir volando con el viento.
Fred y George le escoltaban, se sentía más segura pero no del todo. Caminaba con rapidez y esperaba que esa misión acabara lo más pronto posible.
- ¿Quieres dejar de correr? - pregunto George jadeante. - No jugamos a las carreritas-
-Tenemos que terminar esto rápido- inquirió Sofí con voz fuerte.
-Espera- dijo Fred tomándola por el hombro girándola y mirándola -Nadie a excepción de nosotros sabe que tienes en la mano, para cualquier muggle es solo un anillo y para los magos es un anillo mágico… nadie sabe con qué cuentas con la fortuna Potter…-
-Sus propiedades…-
-Recursos…-
-El castillo…-
-los diferente convenios y acuerdos…-
-Así como la amplia gama de criaturas de las que es amigo…-
- ¡NO ME AYUDAN! -grito Sofí mientras que intentaba no pensar en todo ello, aunque los gemelos ya habían implantado la semilla en su cabeza y esta crecía a una velocidad abrumadora. Pensando en que sucedería si ese anillo caía en malas manos.
-No pasa nada si lo pierdes- continuo George pasando el brazo por sus hombros. - Es un objeto mágico poderoso creado por duendes, si se pierde regresa al dueño original y si es robado simplemente el ladrón sufre una maldición para luego regresar al dueño. -
Eso la tranquilizo un poco.
-Pero tú puedes hacer lo que quieras con las cosas de Harry- dijo Fred sonriéndole. -Y podrías…-
- ¡Olviden lo que piensan! - dijo Sofí enojada- No tocare ni un knut de Harry-
- Un knut no sirve, pero que tal un vistazo a sus artículos que guarda… deben existir algunos interesantes- dijo George con una cara que le daba miedo.
-No-
-Ándale cariño, solo miraremos, no digo que retiremos algo- dijo Fred acariciando su mejilla- Solo que… nos permitas echar un vistazo rápido. Para mejorar los artículos de broma, debe de haber cosas antiguas y poder…-
Tomo la mejor medida que podía, levanto la rodilla sin fuerza, apenas lo suficiente para que se estrellara contra la entrepierna de Fred que se dobló y cayó al suelo en un leve gemido.
-Dije que no y no es no- dijo Sofí amenazante a George que retrocedió y ella comenzó a avanzar- Y apuremos que vamos retrasados-
George se inclinó a su hermano y le pico la mejilla con el dedo mientras una sonrisa burlona surgía de ella. -No la convencerás nunca, deberías olvidarlo y enfocarte en los artículos de broma-
Fred se levantó y gruño mirándola marcharse -Si, tal vez-
-Además si sucediera eso heriría a un hermano Pendragon- dijo George ya avanzando.
-Todo cambia hermano, no sabemos que pueda pasar- dijo Fred suspirando- Por ahora vayamos o se pierde de vista-
La alcanzaron pronto y en un momento a otro se encontraron lo suficientemente lejos de vista para realizar una aparición. Fred tomo su mano con cuidado y George su hombro, había hecho viajes en Portales, Thestrals, Pegaso, en chimenea, escoba e incluso en el autobús noctambulo… pero la desaparición era algo que no soportaba. No fue agradable, se mareo y sintió tan mal que termino inclinada en una esquina de la callejuela detrás del caldero chorreante, con uno de los gemelos dándole palmaditas en la espalda, siendo equilibrada y esperando a que su estómago regresara a su cuerpo.
-Gracias George- dijo Sofí al recuperarse un poco.
-Yo soy George- dijo el gemelo que estaba abriendo el pasaje. - ¿Cómo es que no lo ves? Tantos años y nada-
-Son gemelos idénticos, ¿Cómo quieren que los reconozca a la primera? - dijo Sofí algo molesta.
-Yo soy más guapo- dijeron ambos al mismo tiempo.
-Claro, háganse sueños- dijo Sofí recompuesta.
-Ahhh, no fuéramos Colin porque…- comenzó Fred con una leve sonrisa.
-Dejen a mi novio en paz- dijo Sofí suspirando al tiempo que el muro se movía.
Pensó en todo el tiempo que estaban ocupados, aquellos días en que ni se podían dirigir una palabra y lo difícil que se había vuelto mantener su relación en comunicación. Ambos tenían intereses muy distintos y que requerían diferentes tiempos. Mientras Colin se enfocaba en su fotografía, ella pasaba casi todo el día entrenando su medimagia y el restante entrenando para batalla. No habían tenido una cita desde hacía meses y el ultimo beso ni lo recordaba. Tal vez notaron su mirada, Fred la observaba mucho.
- ¿Todo bien con Colin? - pregunto George a su derecha. -Pareces taciturna-
-Déjala en paz- dijo Fred colocando las manos en los bolsillos- Es su vida privada-
-He tranquilo, solo fue curiosidad- dijo George riéndose y alzando los brazos.
-Que tontos son-
El callejón en aquel día estaba algo lleno, personas venían e iban, la mayoría con cara de espanto y con grandes cantidades de compra. Como si el mundo se fuera a acabar. El pánico se empezaba a extender y se notaba solo al notar que las tiendas comenzaban a vaciarse y que todos parecían ver o escuchar cosas donde no había. Hasta una pobre lechuza termino con una decena de varias apuntándola cuando trino y una pérdida de plumas importantes un segundo después.
-Un momento, pasaremos a la tienda- dijo Fred indicando la callejuela en la que estaban ubicados "Artículos de broma Weasley & Weasley".
La tienda estaba sin gente, o mejor dicho cerrada. Le pareció extraño, pero una vez adentro y viendo los escaparates y los contenedores supo por qué. No había ni un solo producto en la tienda.
- ¿Qué sucedió? - pregunto Sofí asombrada.
-Venta de mayoreo- dijo George pasando el mostrador- Supusimos que esto pasaría, así que dejamos de producir y solo nos dedicamos a vender. Solo reservamos lo que nos podría ser útil y también probamos nuevos artículos-
-Una vez termine esto, reabriremos- dijo Fred siguiendo a su hermano. -Tal ve pongas una sucursal en el archipiélago o… cambiemos a un giro de articulo de Quidditch-
- ¿Por qué estamos aquí? -
-Vamos al banco para una ocasión especial y eres una Potter, con un préstamo de mando en tu mano- dijo Fred sonriente y con la varita puso varios vestidos de colores pastel frente a ella- Necesitas dar presencia y jeans viejos y una sudadera verde no te van mucho con ese hermoso rostro-
-Escoge el que quieras, tenemos más-
Miro los vestidos y luego a Fred y George- No-
-Si- dijeron ambos - Debes dejarlos impresionados, como Potter que eres O ¿Quieres que piensen que los Potter no tienen presencia? -
Gruño, más una pregunta le rondaba la cabeza.
- ¿Por qué tienen tantos vestidos? - pregunto Sofí desconcertada.
George alzo los hombres y Fred comenzó a silbar.
-Por si acaso- dijo George al final- Ahora señorita, tome el que más le guste, a vestirse o… Fred te ayudara a vestirse…-
-¡Ehhhh!-
-Con magia claro- termino George con una leve risa, pues ambos le miraban. El paso la varita por su torso, el saco le cambio a uno negro, la camisa blanca y una corbata roja con dorado. Acompañado de un reloj de pulsera plateado- Se nos hace tarde chicos-
Luego de que Fred cambiara su vestuario también y de que Sofí se decidiera por un elegante vestido veraniego (de color crema), se encaminaron al banco.
El edificio, blanco como la nieve, que se alzaba sobre las tiendas y demostraba un poco de inclinado pero imponente. Delante de las puertas de bronce pulido, con un uniforme carmesí y dorado, había duendes trabajando. Atendiendo a las largas filas de magos y brujas que esperaban a acceder a sus bóvedas de oro.
Mientras subían por los escalones de piedra blanca noto que, sobre las puertas dobles, unas palabras grabadas encima rezaban:
"Entra, desconocido, pero ten cuidado
Con lo que le espera al pecado de la codicia,
Porque aquellos que cogen, pero no se lo han ganado,
Deberán pagar en cambio mucho más,
Así que si buscas por debajo de nuestro suelo
Un tesoro que nunca fue tuyo,
Ladrón, te hemos advertido, ten cuidado
De encontrar aquí algo más que un tesoro."
-Tranquila, solo un idiota con un ego enorme atacaría Gringotts- dijo Fred alzando los hombros- Voldemort tiene un ego del tamaño de su cabezota, pero no es idiota-
-Eso espero- Murmuro.
Se adelantaron por la cola y al llegar a enfrente, el duende ocupado sin mirarlos gruño -A la fila-
Sofía se claro la garganta -Vengo a ver a Apahtio y Ragnok-
Paro de mirar el papeleo de una bruja que llevaba cestas y parecía a punto de explotar por su intromisión. El duende le observo, sus ojos pasaron de abajo a arriba y luego a los gemelos, que estaban con las manos en los bolsillos.
-Haga fila, luego solicite su acceso a la bóveda y a su gerente de cuenta. El señor Ragnok no está disponible para nadie- informo continuando con dedos rápidos para despachar a la mujer.
Miro a los gemelos ellos, solo le dijeron con los ojos que fuera más contundente.
-Soy Sofia Potter L'angelo- dijo con una voz más fuerte, pero temblorosa por usar el poder que le acababa de proporcionar -Tengo un mensaje para Ragnok y Apahtio, de parte de la cabeza Potter-
Al instante hubo un murmullo general. El duende pareció no entender antes de soltar los galeones que contaba que chocaron con el suelo. De pronto se dio cuenta que había dicho, pues menciono a la cabeza de la familia Potter, que era Harry. George le miro sorprendido también, en cambio Fred solo le dio un leve codazo.
-Demuestre que es cabeza de la familia Potter- dijo el duende. - ¿Su llave? -
Su cerebro proceso lento la pregunta, pero luego de un momento solo levanto la mano con el anillo. Este resplandecía y por un momento el duende abrió los ojos, tanto que fue ridículo. Agradecido que pensara que ella era la cabeza, y no que aun Harry estaba vivo, eso no era bueno que pasara, no todavía.
- Un momento- dijo antes de bajar de su lugar y cerrar la ventanilla. Nadie dijo ni una palabra, la observaban muchos y su cara se calentó al punto que sentía que empezaría a sudar.
Minutos después, las puertas dobles abrieron una rendija, un duende bien vestido se inclinó y les indico que pasaran. Las voces a su espalda, los cuchicheos y chismes comenzaron a correr como el agua. Entraron a un amplio vestíbulo de mármol. Un centenar de duendes le miraban, sentados desde sus altos taburetes, con libros grandes en las manos o gemas preciosas. Las puertas que tapizaban un lado del vestíbulo eran tantas que no podría contarlas, el duende que los guiaba casi corría.
Los llevo al fondo, tras pasaron un gran atril y se perdió. Cruzo tantos pasillos, bajo y subió escaleras, incluso giro en algo que parecía ser en círculos para luego tener que volver a descender y subir. No sabía si ya estaba bajo tierra o sobre de ella, pero algo era seguro, aquel lugar era un laberinto.
Al final estaban en una puerta de madera tallada, con vidrios translucidos y con letras de oro, "Apahtio" decían.
Tocaron y la puerta de inmediato se abrió, el duende sonreía y parecía dispuesto a darles la mejores de las bienvenidas. En cuanto la miro, paso su vista por el duende que les guio y a los gemelos, su cara mostro enojo y bufo.
-Buenos días- dijo con respeto - ¿Dónde está el señor Potter? -
-Tenemos un mensaje de el- dijo Sofía con tono normal, aunque sentía que debía utilizar una voz más suave.
-El anillo… ¿Cómo lo obtuvieron? - pregunto de forma tosca, con ese tono acusatorio que no le agrado.
-No lo robe señor. Mi nombre es Sofia Potter L'angelo- dijo otra vez, decir tantas veces su nombre era algo extraño, más cuando incluía el Potter. -Y Harry, mi hermano, me hizo un préstamo de mando-
El duende salto y cerró los ojos con fuerza, miro al techo y murmuro algo tan bajo. Pareció un insulto a Harry.
-Señorita Potter, ¿Entiende que es un préstamo de mando? - pregunto con un tono más afable.
-Se que le preocupa señor Apahtio, y no, solo vengo a entregar un mensaje. Las bóvedas, terrenos y todo lo que maneja de mi hermano se quedara tan cual- dijo Sofía con fuerza.
-Disculpe mis modales, me tomo por sorpresa, pase- dijo Apahtio con una media sonrisa.
Adentro parecía una biblioteca, con sofás cuadros y un escritorio en medio. Solo que tenía gruesas carpetas con nombres y números de cuenta; y en el escritorio, con los pies arriba en el escritorio, fumando un habano extraño y una mirada gélida el duende más fornido que vio. De inmediato supo que era Ragnok.
-De tal forma, que el señor Potter…. Dio un préstamo de mando- dijo Ragnok con diversión -Siempre me sorprende, no sé si es cada vez más tonto, o un genio en potencia-
-Esa línea es muy delgada- dijo Sofía mirando al duende, sentía que si quitaba la mirada perdería y la tendría en su control. Tomaron asiento, pero nunca le quitaron los ojos de encima.
-Y ¿Ustedes? - pregunto a los gemelos.
-Somos sus escoltas, seguridad para llevar el mensaje- dijo George con una voz neutra.
-Aunque también tenemos una bóveda aquí- dijo Fred del otro lado.
-Sus llaves- pidió Ragnok al momento que Apahtio se sentaba a su lado y ofrecía los asientos que estaban frente al escritorio.
Sofí levanto la mano, Fred comenzó a buscar por sus bolsillos. En un chasquido de los dedos de Ragnok el anillo y la llave estaban frente a sus dedos. Por un segundo se alteró, avanzo, pero Apahtio le miro y negó, mientras que el duende revisaba de cerca su anillo, la llave solo la lanzo a un lado.
-Todo en orden. El préstamo fue echo correctamente y por el señor Potter- dijo Ragnok lanzando el anillo, que giro en el aire y por solo un por un poco Sofía lo atrapo -Y una cuenta nueva con un grafica ascendente de ingresos… podría llegar a una cuenta de bronce pronto- de igual forma lanzo la llave, pero con habilidad por el Quidditch la atrapo y guardo. -En que le puedo ayudar señorita-
-Tengo un mensaje para ustedes de parte del Harry, mi hermano- dijo Sofí tomando aire, ya que ellos esperaron. - "Yo Harry James Potter, heredero de Hogwarts, ganador del torneo de los tres magos, alumno de seis hechiceros supremos, Gurg de los Gigantes, compañero de centauros, aliado de los hombres lobo, colaborador de las sirenas, socio de los duendes, amigo de los elfos, fundador de Pendragon y rey de los dragones, les llamo a un concilio. Los esperare a orillas del lago negro, en Hogwarts, a la primera luz del día" -
Su habano estaba consumiéndose con velocidad y de un solo tirón, luego de terminarlo, tiro la colilla, tomo otro y de igual forma comenzó a fumarlo; al terminar su segundo habano subió la cara al techo y soltó solo un pequeño hilo de humo que comenzó a girar y volverse knut´s, sicklet´s y galeones.
Les sonrió al regresar la mirada, tétrica y cruel - Ya tengo un trato con el señor Potter ¿Por qué debería asistir? ¿Qué ganaría la nación duende? -
Harry ya había previsto ello con seguridad y Sofí saco las cartas, debía tener la respuesta para esa pregunta. Las coloco sobre la mesa, una enfrente de Ragnok y la otra de Apahtio. Ragnok la miro un momento, luego la hizo flotar y atraerla frente a su rostro, se rasgó y el pergamino de adentro apareció. A su costado Apahtio estaba leyendo la suya.
- ¿Segura del pedido del señor Potter? - pregunto Apahtio de repente asustándola por el tono desconfiado. - Esto …. Es raro-
-Si, él lo necesita ¿Lo conseguirá? - pregunto Sofí con la mirada en los ojos de Ragnok, pues se abrían más y más, mientras lo pasaba por cada línea de la carta. Hasta le pareció leerla más.
-Por supuesto, Gringotts siempre cumple-
Tardo, pero Ragnok, luego de un momento, sonrió como si hubiera encontrado un tesoro magnifico, brillante y único. A su costado Apahtio abrió un poco la boca.
-Si miente la ganancia…- dijo Ragnok sobándose las manos, a distancia se notaba la avaricia que expulsaba tan pequeño cuerpo.
-Señor, la carta dice...- dijo Apahtio con voz baja.
-Se lo que dice- dijo Ragnok mirando a Sofí y sonriendo, mientras leves columnas de humo salían de la comisura de su boca- Trato echo, estaremos en el concilio, si miente el señor Potter, la mitad de su bóveda será mía-
Los tres saltaron mirándose a la cara ¿Qué clase de negocio estaba escrito en esa carta?
Soltó todo el humo, mientras este se tornaba dorado y formaba el sello de Gringotts. Y el duende comenzaba a reír sin control. Ninguno leyó el pensamiento del otro, pero los tres estaban queriendo marcharse de inmediato, aquel duende estaba extasiado y eufórico.
Theo
No tenía la vida que esperaba tener, después de todo nació en una casa de Mortifagos, donde el débil era maltratado y tratado como basura. Donde su madre sufría todos los días por no tener una magia fuerte. Y donde él no podía ayudarla, donde él era abrazado por ella mientras sollozaba y le susurraba que estaría bien, que el sí sería fuerte. El maniaco que la maltrataba no merecía ser llamado por "papá", pero si no lo hacía recibía una golpiza y luego lo lanzaba a su habitación para "reflexionar".
Eran los peores días que recordaba, donde el dolor en su cuerpo no lo dejaba y sus lágrimas salían sin control. Hasta que su madre se colaba en su habitación, lo abrazaba y cantaba para dormirlo. Pidiéndole que no siguiera los pasos de su padre.
Ella era hermosa y muy buena, su voz era su oasis en esa casa. Hasta que falleció.
No recordaba cómo, solo que estaba en el suelo, pálida, con los ojos y boca abierta, mientras una capa ondeaba y se marcaba de la habitación. había estado escondido jugando, pero… no esperaba presenciar aquello, ver sus ojos mirarlo y sonreír un momento antes de soltar su último suspiro. Le cambio, se acoplo a lo que su padre le dictaba, si tenía que ser el mejor él lo hacía, si tenía que no hablar con alguien él lo hacía, y si tenía que ser fuerte, aunque lo golpeara, él lo hacía.
Luego entro al colegio de magia y hechicería, donde por 10 meses continuos podía olvidarse de su padre, ser feliz y dejar que todo su espíritu fuera libre. Ser Theo y no el hijo de del Mortifago Nott. Si el conocía bien el pasado de su padre.
Fueron cuatro años de paz y donde solo se dedicó al estudio, a divertirse y a alejarse de su hogar. Hasta que Harry Potter entro al laberinto y no regreso con los campeones. En ese momento supo que Voldemort estaba de regreso, porque la inquietud de su padre y el hecho de que le mandara más cartas intentando formar una relación con él. Pensó que cambio algo, y eso era que el señor tenebroso estaría de regreso.
Sus vacaciones, fueron una miseria, su padre idolatraba a Voldemort, si pudiera lamería el suelo que pisara y le indicaba que él debía hacer lo mismo. Fue duro pues él se resistía, no deseaba hacerlo y siempre se encontró entre no seguir los pasos de su padre o dejarse llevar. O eso pensó hasta que regreso a Hogwarts y se enteró que no era el único que no deseaba ser un Mortifago y seguir a sus familiares.
Por ello busco ayuda, todavía recordaba cómo se dirigida al despacho de Dumbledore, con una idea en mente, volverse espías y poder tener una salvación al final. Mas encontró a quienes menos esperaba, a Hermione y Ron, los cuales les indicaron otro camino que seguir y lo enviaron con Harry. Quien les tendió la mano sin compromiso, les ayudo, les entreno y se volvió algo más que solo un maestro y líder. Se volvió su familia.
Y vaya que lo traiciono, cuando no estuvo y su corazón se encontró confundido, además de roto, busco consuelo en la última persona que debió hacerlo. Le fallo, y sin en cambio no le abandono, claro que pago por ello, fue duro y le dolió bastante. Pero Harry jamás dejo que un simple beso los apartara, aunque aún había esa rivalidad entre ellos.
Ahora no reconocía su vida, pues estaba a punto de pelear contra Voldemort y sus Mortifagos, tenía habilidades que nunca creyó poseer y contaba con amigos que pelearían codo a codo con su persona.
-Theo- dijo una voz sacándolo de sus pensamientos- ¿Listo para llevarlos?
-Claro Ron, siempre estoy listo- dijo Theo serio. - Síganme y no se pierdan, este lugar puede ser peligroso si se confían-
Los llevo por el largo pasillo y se encontró en la salida, la vegetación alta y el aire de mar le lleno los pulmones. Le acordaba a su madre, que provenía de la costa. Observo a los habitantes de Camelot asombrarse, como abrían la boca, el primo, tía y tío de Harry tenían la cara más graciosa que pudiera haber hecho.
- ¡Sean bienvenidos al mi archipiélago Arcano! - dijo Theo extendiendo los brazos para desperezarse. - Propiedad de la familia Potter, Hogar de Pendragon, gigantes, centauros y hombres lobo-
- ¿Qué, esas criaturas están aquí? - pregunto la señora Weasley mirando a todos lados.
-Tranquila mamá- dijo Ron suspirando y colocando las manos en el bolsillo de su cazadora- Ellos son los que menos deben preocuparnos-
- ¿Entonces de quién? - pregunto Bill aferrada a Fleur, que miraba a todos lados curiosa.
Theo señalo al cielo y sonrió - De aquello sobre nuestras cabezas- giro a tiempo, para ver a Hermione alejarse por el pueblo, al igual que a Hagrid y Lupin. Su encomienda no era tan ostentosa como la de ellos, pero tratar con tantos y encontrarles lugar no sería pan comido, por lo que simplemente comenzó a caminar, con todos siguiéndole.
El pueblo era muy simple, y por el momento era dirigido por los profesores de Hogwarts, los cuales estaban encantados. Todo parecía funcionar como en el castillo, los directores de casa manejaban a ciertos grupos y los prefectos ayudaban a la comunicación. Nadie se aventuraba lejos, pues con gigantes, centauros y lobos alrededor, la mayoría tenían miedo de que encontrarse. Mientras Theo se los contaba observaba a Ron mirar alrededor, como esperando problemas y el al mismo tiempo también esperaba que algo saliera mal. Era un gran grupo. Si los Centauros, gigantes o hombre lobo se alteraban, no sería nada lindo.
Paso saludando a muchos, a algunas chicas e incluso a los profesores y prefectos.
-díganme que hacen con aquellos que se alejan a aventurar- dijo Madame Bones con un tono preocupado.
-No se preocupe, no los volvemos a ver- dijo Theo con un tono frio y aterrador.
-Que mentiroso- dijo Ron en una leve risa, luego de ver la cara de horror de todos- Simplemente regresan asustados, la isla fue adaptada para que ya no tuviera plantas come hombres, babosas asidas o enjambres piraña. Sean lo que sean- No supo si lo que dijo Ron fue más aterrador, pero el grupo se compacto.
Encontraron a la profesora McGonagall sentada a la luz del sol, con un escritorio y un puñado de segundo curso observando su explicación sobre convertir copas de cristal en animales y viceversa.
-Profesora, me permite un momento- dijo Ron al llegar.
La profesora miraba al sequito que llevaba, sobre todo a los Dursley, lanzo una mirada felina y con voz de orden dijo -La clase ha terminado, recuerden repasar todo en sus habitaciones, no salir del pueblo y mantenerse al pendiente siempre por cualquier orden-
Los alumnos asintieron, pasando a lado de Theo y Ron, que los reconocían y los miraban con respeto, todos se inclinaron, saludaron y salieron corriendo. Cuando el ultimo abandono el lugar, la profesora, avanzo y abrazo y sonrió a la señora Weasley a Madame Bones y los señores Granger.
-Pensé que tardarían mucho más en venir, pero veo que no es una visita social. ¿Dónde está Harry? - pregunto la profesora preocupada e intentando conservar la compostura- ¿Esta todo bien? –
-Pues si con bien se refiere a que ahora quiere ser el que ataque- dijo Ron con una leve mueca -Solo digamos que está estable, porque de salud no sabemos-
Eso no ayudo a la profesora que comenzó a notarse pálida y su mirada viajo a un lado.
-Por ahora debemos ayudar a ellos a encontrar alojamiento- dijo Theo con rapidez, antes de que la profesora comenzara a entrar en un estado aterrado. -Harry quiere también hablar con usted luego, en Hogwarts-
-Claro- dijo la profesora fulminando a Vernon, el cual comenzó a temblar – Debo tener una larga charla con Harry- murmuro.
No presagiaba nada bueno, más ya era problema de Harry y se alegraba no estar en su pellejo.
-Una cosa más, esta noche regresaremos a Hogwarts, venga con nosotros-dijo Ron para que solo ella lo escuchara -La esperaremos a la caída del sol en la sala de portales-
La profesora abrió los ojos, asintió soltando un suspiro y luego regresando a su mirada de educadora -Ese chico me ha dado más que dolores de cabeza, solo espero que sepa que está haciendo –
-Y nosotros también- dijo Theo suspirando.
El sonido de la aldea fue callado, pues un grito enorme, que resonó en cada lugar de la isla los callo, era de un gigante. Solo que no era de dolor o de enojo, era uno que parecía convocar a la guerra. No paso ni un minuto cuando un aullido lastimero y largo recorría el lugar. Todos se asustaron, salieron de las casas y comenzaron a conglomerarse en las calles. No era normal que los hombres lobo aullaran de día, y desde que Harry creo la opción de noche era rara la vez. Pero lo que más sorprendió a todos fue un enorme centauro de humo rojo, recorriendo el lugar, cargando un arco y una espada. Claramente para la guerra.
- ¿Qué es exactamente lo que Harry está planeando? - pregunto la profesora volteándolos y tomándole a Theo por los hombros con fuerza.
El murmullo era bastante y las voces de todos ocultaban las palabras de la profesora, pero en su mente se discutía si recitar el mensaje tal cual lo envió o solo decirle que estaba por atacar directamente a Voldemort.
-Mandar un mensaje a todos- dijo Ron con una leve sonrisa- La guerra ha comenzado, las piezas blancas tiran primero y luego… jugamos-
Un rayo de fuego blanco ascendió a los cielos, haciendo que las voces callaran y todos miraran, pues este ilumino un poco la noche que se alzaba. La profesora lo soltó y se puso las manos en el pecho para dar como un rezo, como si aquello pudiera cumplir su pedido. El la imito, pidiendo que cuando terminara esa guerra su familia aun estuviera unida.
Harry
El día no marchaba mal, estaba en el archipiélago arcano, paseando por la playa descalzo, con Marlow en su bolsillo y llevando a cuestas un portal. Había dormido más de medio día, comió bien, le dio una paliza a Vernon y los padres de su prometida le habían proporcionado una dotación bastante variada y enorme de pociones. No quería preguntarse que podría salir mal, no tentaría su suerte que cuando menos esperaba le daba sorpresas.
Por ello en cuanto cruzo el portal, indico a Ron y Theo que se encargaran y ellos lo hicieron siguiendo sus instrucciones. También Hermione se fue con Daira, Lupin y Hagrid a cada uno de los puntos de aquella isla.
-Creo que quedamos tú y yo, Marlow- dijo Harry acariciando su hoja, que sobresalía de su bolsillo. - ¿Respiras bajo el agua? - una garra se clavó en su pecho -Vale, entonces tendrás que obedecer o iras con tu Ron- El pequeño asintió y se volvió a meter ocultándose.
Se encamino de inmediato, adentrándose por el bosque, donde se sentía bien moverse, pues estaba acostumbrado y le era más rápido al conocer el lugar.
Sintió la magia de Hermione alejarse por el pueblo, al igual que la de Hagrid y Lupin; y en el centro de la isla un gran número de magos y brujas que ahora estaban viviendo.
Le alegraba que sus amigos supieran que debían hacer y no tomar todas las decisiones y ordenes, pero de igual forma estaba seguro de que al siguiente día seria sumamente pesado. He incluso puede que tuviera que tomar medidas drásticas, pero por ahora, era importante avisar a todos los involucrados y que comenzara con la siguiente pieza de su plan.
Se dirigió a la zona donde estaba el enorme portal por donde hicieron pasar a gigantes, centauros y Hogwarts. En aquella colina y a la salida del frondoso bosque, donde un gigante lo cuidaba, estaba sentado, dormitando.
-Hola- saludo Harry y antes de que el gigante se inclinara y provocara un escándalo continuo -Me llevare el portal, ya no tienes que cuidarlo, ve a dormir y muchas gracias-
Hablo en gigante, supuso que le entiendo, porque luego dio una inclinación y este se fue con pasos torpes y bostezando. Solo lanzo un hechizo miniaturizado y aunque el portal quedo de un tamaño normal, con la magia de Utgar no fue problema cargarlo. El problema fue pasar entre los árboles sin que se rompieran, teniendo que volar la mayoría del tramo y apurándose antes de que cualquiera lo viera.
Al llegar a la playa, se quitó los zapatos, calcetas y arremango el pantalón. Por unos minutos disfruto de la arena, el mar y la salinidad en el aire. Quería continuar el día así, ver el ocaso caer y dejarse llevar, pero en cuanto comenzó a oscurecer saco a Marlow de su bolsillo y lo llevo junto a su pernera.
-Quédate adentro, esto se pondrá muy acuático y ninguno de los dos tenemos branquias… no por ahora- dijo Harry acariciándolo al momento de hacerlo entrar a su bolsa para la pierna.
No contesto el pequeño ambos escucharon un grito proveniente del lado este, donde los gigantes habitaban; del oeste un largo aullido; y del sur surgió un humo rojo con forma de centauro que comenzó a trotar por el lugar.
-Parece que ya se han enterado, solo falta Molpe- dijo Harry suspirando, al momento de que colocaba un hechizo para mantener a su amigo sin problemas.
Tomo de nuevo el portal se adentró al mar, cuando el agua les llagaba a los hombros una burbuja de aire se creó en su cabeza y se adentró. Por el peso del portal no fue necesario tener que utilizar magia para mantenerse pegado al lecho marino y los lentes se volvieron de inmediato en una escafandra, permitiéndole observar todo bien y aun de noche. Ese regalo de Hermione le hacia la vida más fácil.
Tardo por un gran rato, casi una hora completa el encontrar un mejor lugar donde colocarlo. Descarto algunos, el primero porque era donde la tortuga gigante estaba descansando; el segundo por que constantemente se formaban remolinos; y el ultimo porque tenía un profundo abismo que no lograba mirar el fondo, no le agrado. Al final encontró un lugar, no muy debajo de la superficie, lo suficiente para que los rayos del sol penetraran y al mismo tiempo pudieran construir una civilización en aquel lugar. Era amplio con diferentes niveles y un gran lugar donde seguro podrían poner un área común. Claro que solo era una idea de él, Molpe debería escoger al final.
Dejo caer el portal y movió el hombro, le dolía un poco y notaba que el agua salada no le ayuda a su recuperación. De tal forma que simplemente regreso el portal al tamaño normal y este creció hasta volverse por lo menos de unos 6 metros de alto. Al activarse proyecto una oscuridad tenebrosa, cosa que no le preocupaba, sabía que su par estaba conectado al fondo del lago negro y siendo ya de noche en Hogwarts era seguro que no podría verse ni a la nariz. Y tal cual al atravesarlo la oscuridad era lo único que veía.
Agito la varita y su mano, creando un Lumus que creció y se dividió para rodearlo. Entonces comenzó a nadar con magia, flotando con velocidad y pasando entre algas y algún Grindylow despistado. Pronto miro la estatua de la sirena y las luces de piedras mágicas en el fondo. Tardo un momento, pero termino en el pie de la plaza, con agua oscura corriendo a su lado. En seguida lo rodearon.
- "Soy Harry Potter, vengo a hablar con su reina Molpe"- dijo en lengua de la gente del agua.
Un tritón conocido se acercó. Marcus no había mejorado su trato hacia él, le apunto con la lanza y dijo - "Mi reina no está disponible para tu clase" -
- "Vamos Marcus, ya me disculpé la última vez, no era mi intención Molpe y yo…"- Comenzó Harry queriendo que ese día terminara bien. Pero la lanza en su yugular fue suficiente para que todos los demás tritones se acercaran más y le apuntaran –"La última vez esto no termino bien"- subió las manos con lentitud y miro a Marcus –"¿Puedes informarle que es sobre la guerra que se desatara en la superficie?"-
- "Sus guerras no nos importan en lo más mínimo" -
Ya había escuchado eso antes, pensó Harry.
- "¡HARRY!" - dijo una voz chillona y una ráfaga de agua lo golpe, tan fuerte y pesada que sintió como su espalda se presionaba contra el fangoso fondo.
Hubo un momento donde pensó que estaba siendo atacado, para luego mirar a la reina Molpe, tenía una sonrisa radiante, estaba encima y sujetándole ambos brazos contra el fango.
- "Dijiste que vendrías pronto y no lo has hecho, estaba pensando que me olvidaste" - dijo Molpe agitando la cola de tal forma que movió el agua en un dos burbujeantes y oscuras olas.
- "Siento no venir antes Molpe"- Dijo Harry observando a Marcus casi quererse atravesar con su propia lanza. –"Pero mi visita es por algo más importante que socializar"-
La cara de Molpe cambio y se puso seria, se levantó de un movimiento fluido y se arregló el cabello, aquella inexpresividad le dijo que estaba tratando con su otro lado.
- "Vengo a pedirle como heredero de Hogwarts, ganador del torneo de los tres magos, alumno de seis hechiceros supremos, Gurg de los Gigantes, compañero de centauros, aliado de los hombres lobo, colaborador de las sirenas, socio de los duendes, amigo de los elfos, fundador de Pendragon y rey de los dragones, le invito a un concilio. Si acepta la esperare a orillas del lago negro, en Hogwarts, a la primera luz del día"- dijo Harry levantándose y dando una ligera inclinación.
- "¿Todas esas criaturas serán invitados?"- pregunto Molpe fría.
- "Por supuesto"- dijo Harry sacudiéndose la camisa, aunque no saco nada del fango pegado – "Es para hablar del futuro y la guerra"-
- "Como te mencione, Harry, nosotros en tierra no podemos participar"- dijo Molpe cruzando los brazos, su cara paso a expresar asco y a mover su cabello (finos tentáculos) para formar una trenza- "Y no hemos tenido una guerra hace milenios"-
- "No bien para convencerla de darme tropas acuáticas"- dijo Harry mirando a su espalda donde los tritones sostenían las lanzas con fuerza –"Si no a que me acompañe mañana junto a otros lideres y tomemos una decisión juntos del futuro y llegar a obtener paz"-
- "¡JUNTOS!"- chillo la voz de Molpe un segundo, luego cambio tan estrepitosamente que pareció un tic nervioso –"Estaré presente, mas no cuentes que yo trabaje junto a los que caminan en tierra"-
- "Que escuche y observe es todo lo que pido"- dijo Harry levantando su mano para estrecharla.
Molpe la estrecho, se sonrojo, tuvo un color rojo intenso antes de volver a su cara de desagrado y retirarla como si su piel quemara. – "Te veo mañana Harry"-
- "Así será Molpe"- Dijo Harry, para luego voltear a Marcus y agitar su mano –"Nos vemos pronto Marcus, deja de ser gruñón"- Antes de que la lanza llegara a su persona comenzó a nadar.
Le llego un chillido fino, muy parecido al de una chica cuando se emocionaban. No le prestó atención, Molpe sí que sufría por sus personalidades. Nado hasta la superficie, saliendo disparado y flotando a unos metros del agua. Se seco con magia, saco a Marlow de su bolsa (no se veía nada contento) y lo dejo descansar en su bolsillo antes de ir directo a Hogwarts donde todo estaba quieto y muy lúgubre sin luces. Era ya bastante entrada la noche, y las luces en el cielo nocturno se notaban. Noto que la única farola encendida en Hogwarts provenía de la entrada, donde justamente observaba sombras. Voló con tranquilidad, no siempre podía disfrutar de unos minutos así, donde solo se dejará llevar por lo que pasaba.
Al llegar miro como Sofí estaba hincada observando a Neville, Daphne y Hermione pasándole cosas, mientras Theo y Ron hablaban a un costado con gestos que demostraban lo acalorada de la discusión.
Algo acababa de suceder. Se apresuro todo lo que pudo llegando con estrepito y fuerza, justo al momento de que tocaba el mármol y este se estrellaba por la velocidad. Mas no le importo se apresuró por las escaleras, escuchando como sus voces se apagan por completo.
- ¿Qué pasa? - pregunto Harry apresurado.
Las miradas de todos fueron a Neville, que estaba sentado, un costado de su rostro caía sangre, su mirada estaba algo perdida y con la camisa blanca (un tono oscuro) desgarrada y el pantalón quemado. Era el mismo traje de la noche anterior de la boda. Neville se sorbio la nariz, se intentó levantar tambaleándose y le miro con miedo.
-Harry- dijo Neville con voz temblorosa -No puede llegar a tiempo… quería ayudar, pero…-
Harry no lo dejo hablar, lo abrazo con fuerza. Se notaba que paso por grandes dificultades, pero solo se logró salir de ellos. El que pasara luego se lo diría. Ahora el chico lloraba sobre su hombro y le sostenía con fuerza, pues temblaba mucho.
-Bien echo Neville- murmuro Harry -Lo has hecho estupendo-
Neville
Aturdido; con algo presionando su espalda, astillas, polvo y posiblemente tinta estaban sobre su rostro; se arrastraba por entre la madera, el metal y la piedra. Intentando alcanzarlo, mientras buscaba al mismo tiempo su varita, escuchaba las explosiones, y su grito en algún lado, mas no estaba seguro de dónde se encontraría entre todo el escombro.
Y pensar que aquel lugar, era el hogar de su novia.
Cerro los ojos un momento, recordando como comenzó, tal vez aquello le daría una pista de donde estaba.
El aire frio y pesado de la noche le golpeaba, su nariz se llenaba de ese aire a pasto y tierra mojada mientras caminaba junto al señor Lovegood que estaba callado, taciturno y caminando solo por memoria muscular. Llevaba ya mucho tiempo de esa forma, pues desde la boda no parecía el mismo hombre y ¿Cómo serlo? Cuando su única hija estaba en manos del mayor criminal de todos los tiempos. Y para desgracia de Neville, el no pudo ni mover un dedo cuando ella fue raptaba.
Aun se preguntaba si tuvo tiempo para impedirlo, si hubiera estado en mejores términos con Luna, ella le hubiera comentado o estaría acompañándola por lo menos. Sin embargo, no podía cegarse, si hubiera sido Harry, Hermione o Ron, pudiera haberlo impedido. Pero solo observo mientras temblaba.
Bien se lo dijo Harry muchos años antes, que una batalla no era como lo real, que era un momento de vida o muerte y que solo una decisión cambiaria todo. Y el no pudo tomar esa decisión.
Nunca podía hacer nada bien.
Desde niño, su abuela siempre esperaba lo mejor y siempre que sobresaliera en todo. Sin embargo, él era el "pobre mete patas Neville", que desde que tenía memoria tiraba todo, rompía todo, olvidaba todo y no lograba ni recordar llevar su capa a clases. Hasta su tío y su abuela pensaron que era un squib por un tiempo, hasta que lo lanzaron de una ventana y reboto en el suelo.
Fuera de eso su mayor logro había sido no matar a Harry con las branquialgas, no, su mayor logro era que Harry, Hermione y sus amigos lo apoyara y le ayudara a mejorar.
Claro que entre todos ellos era el peor. Harry era muy bueno en casi todo y nunca se dejaba derrotar; Hermione era la más lista que conocía y su carácter era envidiable; Ron podría no ser tan listo, e incluso a veces glotón, pero en estrategia nadie le ganaba; Daphne tenía un encanto que hacía a cualquiera hablar y hacer lo que quisiera; a Theo ni se le podía comparar, experto en pociones, casanova y listo; Sofí era una chica guapa y muy tierna, experta en medimagia y que estaba para ayudarlos siempre; y… Luna, su Luna, excéntrica, risueña, pura bondad y nunca dejándose guiar por sus ojos si no por su alma.
Y luego estaba "mete patas Neville" ¿Qué tenia de bueno? Un nerd de Herbología lo encontrarían en cualquier lugar, ni siquiera necesitaban ir muy lejos, con buscar en la biblioteca tendrían suficiente. Ni siquiera sabía bien porque Luna se fijó en él o porque eran novios. El día que ella le confeso sus sentimientos se puso tan nervios que solo asintió, sin saber que pasaba hasta que ella le beso.
Le encantaba estar entre ellos, disfrutar de sus días de colegio, de trabajar e intentar demostrar que había cambiado. ¿Pero a quien engañaba? Tan pronto pensaba que lo observaban con otros ojos, volvía a estar colgado de la asta del castillo, siendo la burla de todos.
Era cierto que avanzo mucho, pero debió de matarse practicando hechizos, quedarse hasta tarde aprendiendo cada uno y luego recitándolos en su mente más de un millón de veces. Hasta que se le grabaran a fuego. Se esforzaba hasta que sus manos temblaban y que su cuerpo se negaba a continuar. Pero aun con todo ello no lograba alcanzarlos. Era como caminar con pesados grilletes, mientras ellos corrían a toda velocidad.
No culpaba a nadie más que a si mismo por su debilidad.
Las palabras de Harry le martillaban una y otra vez "Si me sucede algo, tu debes terminar con Voldemort", eso lo ponía a temblar y paralizarse. No le gustaba pelear, no le gustaba tener duelos y odiaba pensar en lastimar a alguien. Por ello disfrutaba estar en el invernadero, donde lo que más podía olvidar era regar a las plantas y en lugar de hacer daño el daba vida a las plantas.
¿Qué pensaría Harry si le dijera eso? Con seguridad se decepcionaría y lo que menos deseaba era ello.
Además, si había algo por lo que pelear en ese momento, debía recuperar a Luna y si para ello debía hacer lo que odiaba y llevarse al extremo de romperse, lo haría.
-Lo siento- dijo Neville viendo el gran edificio de tres pisos ya verse más grande y como los cardos dirigibles pasaban a su lado. -No pude hacer nada… solo… no pude protegerla como merecía-
El señor Lovegood no dijo nada, el silencio fue como un cubo de hielo pesado y duro cayéndole en el estómago. En cuanto llegaron a las escaleras para entrar, freno y dio media vuelta para marcharse.
-Pasa y toma algo caliente- dijo el señor Lovegood tomando su hombro- Luna no dejaba ir a nadie sin que tomara algo caliente, algo que los reconfortara-
Vio muchas veces el interior, de lo que parecía una desarreglada imprenta, donde múltiples tomos del Quisquilloso colgaban del muro y todos enmarcados en hermosos cuadros con diferentes elementos. Vio uno que estaba enmarcado con zanahorias, y que el titulo decía "Terror en el campeonato de Quidditch". Los últimos siempre tenían un título relacionado con Harry, como aquel sujeto volando sobre el Big Ben y con marco de lo que parecían mini escobas. Los últimos, sobre el ataque al tren, sobre el que el Auror Externo no estuviera presente y ahora uno que decía "Caída de Voldemort: Esta cerca" no tenía marco, solo tenían un clavo cruzando el título.
Subieron a la segunda planta donde estaba la salita, cocina y lo que podría ser un guardarropa y baño. Sin decir palabra acepto un te extraño que le ofreció, le echo demasiada azúcar, para nivelar en nivel de lo agrio que estaba.
-Lu siempre hablaba de ti- dijo de la nada el señor Lovegood mirando su te sin tocar – Ella, decía que eras un chico bondadoso, lleno de carisma y amor por tus amigos. Que tu valentía y coraje… sobrepasaba el de cualquier otro… me conto que te enfrentaste a Harry-
Neville sintió las orejas y la cara caliente, y no por el té -Si, una vez, termine petrificado en el suelo por Hermione-
-No esa vez- dijo el señor Lovegood- dice que le rompiste la nariz-
Ahora le quemaba todo el rostro- Me… descontrole-
-Dijo que fue por defender el honor de tus padres… más que el tuyo propio- continuo como si fuera una entrevista.
-No quería pelear…- dijo Neville demasiado bajo -… no con Harry, que ha sido muy bueno conmigo. Pero… empezó a atacar a mis padres, a decir cosas que me enfurecieron… porque ellos son héroes-
Paso unos minutos más donde el sonido de grillos y cardos dirigibles sonaba alrededor.
-Igual que tu- dijo el señor Lovegood estirándose sobre la mesa de te y tocando su hombro - No te culpo por … lo de Lu, ella… regresara a mí al final. Sin embargo, temo que tú te culpes por ello y eso te afecte de sobre manera-
-Claro que me culpo ¿Por qué no lo haría? Yo estaba a metros de ella, unos pasos y pude pelear, pude tomar su lugar, pude…- comenzó Neville apretando la taza y mirando su interior, como ese contenido verde trasparente le mostraba el enojo de sus ojos - ¡NO DEBI DE TENER MIEDO! ¡SI FUERA HARRY PUED HABER ECHO ALGO! -
El señor Lovegood se movió levantándose y caminando a una vieja repisa, sacando algo y se lo dejo en la mesa de té. No levanto la vista sentía vergüenza de sí mismo y de aun siendo un Gryffindor, un Pendragon tuviera miedo.
-Todos tenemos miedo, quien no lo tenga es muy estúpido o no entiende la gravedad de lo que sucede- dijo arrimando las cartas nuevamente. Las observo con rapidez, todas eran cartas, y algunas tenían maldiciones otras amenazas y críticas, y aquella encima, era una clara amenaza de muerte- ¿Crees que no tengo miedo? ¿Qué Lu no teme? ¿Qué los Pendragon no sienten miedo? ¿Crees que Harry no ha tenido miedo? -
Su mirada se observó mejor en la taza, y por un instante en su mente aparecieron imágenes. Aquella vez que estaban todos en el elevador del ministerio, en que Harry golpeo el muro y tembló, se notaba el miedo y como le empezaba a afectar. O en el puente mientras tenia a todos rodeándolos luego de su travesía en el archipiélago, temblaba, pensaba que, de emoción, pero sus ojos demostraban miedo.
-Exacto- dijo el señor Lovegood sin que el respondiera- Todos tenemos miedos y debilidades, nadie es perfecto y aquellos que crean serlo son quienes más miedos y debilidades tienen. Mi esposa siempre le dijo a Lu, que las personas deben de sentir miedo, pero no dejarse controlar por él, deben mantener la calma y buscar la raíz de ese miedo. ¿Qué es lo que hace que temas? -
Cerro los ojos, recordando a su abuela, el cómo esperaba lo mejor de él y siempre le exigía tener el orgullo de un Longbottom, porque si no el orgullo y memoria de sus padres se perdería.
-A no ser suficiente- dijo Neville al abrir los ojos- A… no lograr lo que se espera de mi-
-Bueno, la gente espera mucho de todos, piensas e imaginan como deben ser las demás personas. Pero… ¿Eso es lo que esperas de ti mismo? - pregunto el señor Lovegood.
Levanto la vista, mirando al hombre cansado e intentando dar una leve sonrisa.
-Solo quiero paz, no tener que pelear y poder estar feliz junto a mi familia, mis amigos- dijo Neville soltando unas gruesas lágrimas, estas recorrieron su rostro y terminaron creando ondas en el té.
- ¿Qué quieres de ti mismo? - repitió la pregunta.
Cerro los ojos con fuerza, reflexionando, pues él dijo lo que quería, lo que deseaba, pero la pregunta del señor Lovegood era más profunda, más interna, más delicada.
-Ser lo suficiente para que todos se sientan orgullosos de mi- dijo Neville recordando a sus padres, el sentimiento cálido, ardiente y que le lleno el día que le abrazaron, que lloraron juntos y que le dijeron que estaban orgullosos de él.
En ese momento no podía creer que su sueño más anhelado estuviera pasando, que al fin todo estuviera bien y que podría contarles todo de sí mismo. Y toda esa felicidad era proporcionada por Harry, que no se detuvo a ver si obtendría algo de él o sus padres y que les libero de la maldición que se autoimpusieron.
Aquel sentimiento quería volverlo a sentir, esta vez no solo de sus padres, si no de su abuela, de su familia, de sus amigos y… de Harry que siempre creía en su potencial. Pero, sobre todo, querer sentir esa euforia y calor de haber logrado algo por sí mismo y que demostrara que no era el viejo "mete patas Neville".
-Sentirme orgulloso de mi -termino.
-Debes de estarlo- dijo el señor Lovegood levantándose y dándole un abrazo – Tu corazón es tan grande que no desea dañar a nadie, eres tan puro y noble que teme dañar. Pero sobre todo debes sentirse orgulloso, que eso no te impide ir con tus amigos a pelear, a defenderlos y protegerlos, incluso proteger vidas a costa de ellos. Si Lu se vuelve una Longbottom… estaré orgulloso de que seas su marido. Pero tienes razón, quien debe de estar orgulloso de quién eres tú y nada más que tu-
No dijeron nada al separarse, Neville se quedó un rato pensando en ello, en sus palabras y lo que decía. Sobre todo, en acabar su té, que ahora tenía un sabor muy raro, entre lo amargo, azucarado y salado no esperaba que a su estómago le callera tan bien.
-Me tengo que ir- dijo Neville levantándose, mirando por la ventana. -Debo ir a ayudarlos-
-Por supuesto- dijo el señor Lovegood llevándolo a la puerta- Y… te pido un favor, como padre…- se miraron el pórtico. -Salva a Luna, cueste lo que cueste-
-Se lo pro…-
¡BAAMMMM!
Fueron lanzados hacia afuera, mientras oscuras sobras pasaban por la casa, al ser tan negras no las vio venir en la noche y ahora la casa estaba ardiendo. Saco la varita, pero una ráfaga de luces rojas se dirigió a la casa. Tomo al señor Lovegood, tiro de su ropa y lo lanzo lejos, mientras levantaba la varita para protegerse. Fue muy lento, la siguiente explosión envió toda la casa por todos lados. Algo pesado y duro lo golpeo, perdió la sujeción de la varita y su cara fue empujada contra la tierra, con tal violencia que por un momento su cuerpo quedo aplastado.
Su mente se nublo y se comenzó a oscurecer, mientras este se dejaba llevar.
- ¡AYUDA! - Escucho gritar al señor Lovegood, sus ojos se abrieron y se levantó la cara de la tierra.
Aturdido; con algo presionando su espalda, astillas, polvo y posiblemente tinta estaban sobre su rostro; se comenzó a arrastrar por entre la madera, el metal y la piedra. Intentando alcanzarlo, mientras buscaba al mismo tiempo su varita, escuchaba las explosiones a su espalda, y su grito desgarrador en algún lado, mas no estaba seguro de dónde se encontraría entre todo el escombro.
Neville giro la cabeza, notando una gran parte del muro sobre su espalda, no podía moverlo solo y su fuerza no sería suficiente. Necesitaba la varita, pero entre la oscuridad y con todo ese escombro no la encontraría nunca. Su mente entro en pánico, su pecho dolía con fuerza, pues no respiraba y se mareaba con rapidez, estaba temblando y con miedo, necesitaba ayuda o moriría. No podía solo, él no podía, pensaba mientras que ocupaba toda su fuerza para quitar aquello de su espalda, mas no encontraba forma.
- ¡AYUDAME, AYUDA! -
"Tranquilízate" dijo la voz de Harry en su mente, algún recuerdo pasado, mientras su entrenamiento pasaba, no recordaba cuando "Respira, recuerda pase lo que pase no dejes de respirar y luego concéntrate en lo que está sucediendo"
Intento tomar aire, fuera con la boca o la nariz, pero su mente estaba bloqueada y no lograba hacerlo, su visión estaba oscureciéndose y sentía que se desvanecería. Neville no encontró otra forma, con el espacio que tenía estrello su cabeza contra el suelo, un punzante dolor le llego a la frente y su mente se despejo, al fin sus pulmones recibieron aire y jadeo con fuerza. Continúo respirando, de forma lenta y soltando el aire entre temblores y de paso escupiendo saliva y sangre.
"Recuerda" volvió a resonar en su mente esta vez la voz de Hermione "La varita es tuya, te pertenece, puedes convocarla si no la pierdes de vista, solo necesitas tomar la decisión de atraerla e imaginar con claridad"
Miro los escombros y estiro la mano, se imaginó su magia saliendo de la palma y buscando en todo el lugar, al principio nada paso y su temor fue que estuviera rota. Pero no, estaba lejos, pero sentía la conexión con su varita.
-ACCIO VARITA- grito Neville por la adrenalina de encontrarla.
Se acerco con rapidez y en un momento la tenía entre sus dedos, la apunto detrás de su nuca y dijo -DEPULSO- El peso voló lejos, el muro cayo destruyéndose y levantando el polvo, brasas y metal.
"Si sufres un ataque, lo primero es revisar la herida, que tan grave es y luego tratarla" dijo la voz de Sofí mientras que se forzaba por recordar "Hay múltiples hechizos para parar sangrados, también entablillar e incluso para cerrar heridas, no olvides que la magia no curara todo de golpe, debes tener sumo cuidado"
Se reviso las piernas, parecían bien y móviles, sus brazos de igual manera, solo tenía una leve cortada en un costado, que sangraba, pero no lo suficiente para ser letal. Se coloco la varita en la herida y murmuro el único hechizo que se le ocurrió- incendio- una llama surgió de la punta de su varita quemando piel y parando el sangrando. Jadeo y soltó un grito, mordiéndose el labio para soportar el dolor y al tiempo sintiendo como la sangre le recorrió la boca. Paro sangrando y sudado.
Se quedo pasmado al siguiente minuto, la voz del señor Lovegood ya no salía de ningún lugar. Miro el destrozo, piezas por todos lados, nada más que fuego y escombro por todos lados. Esperaba que escucharan desde la madriguera, pues las sombras estaban dirigiéndose a ese lugar y era más o menos una docena.
Abrió la boca para gritar y buscar al señor Lovegood, peor una voz le detuvo.
"Piensa en lo que primero debes de hacer, luego de ahí piensa en tus pasos, debes pensar siempre dos pasos delante y dos detrás" decía Ron en su mente, aun con claridad, tal vez era el golpe, pero mientras le ayudara, aceptaría esa herida si salvaba al señor Lovegood "Debes recordar siempre, siempre, pensar en que tu enemigo no dudara en hacer lo más atroz que se te ocurra. Es un hecho que el tomara ventaja de ti"
Tenía razón, no podría darse el lujo de llamar la atención. Entonces cerro los ojos, expande tu magia, se dijo a sí mismo y con una ráfaga comenzó a lanzarla en todas direcciones, esperando ver como lo hacía Harry, Hermione o Ron. Incluso si fuera solo por ese momento. Y ahí estaba el señor Lovegood tirado, a no más de diez metros de donde estaba. Lo alcanzo de inmediato, entre tropiezos y jadeos por su herida
- ¡No tan rápido! - Una enorme garra paso por su pecho, apenas tuvo tiempo de inclinarse y evitarla. Pero su camisa perdió varios pedazos y sentía el escozor del arañazo que se llevó.
Miro a su enemigo, era un Zouwu, tenía cadenas en su cuerpo y un Mortifago lo montaba. Esta tenía una careta y no podía oír bien su voz, pero se notaba joven.
-Longbottom ¿Cierto? - dijo el Mortifago con una leve risa -Tu y el viejo están en la lista… doble paga para mí, tu cabeza vale diez veces más que la de Lovegood. -
Se enfoco en su magia, el señor Lovegood corría peligro y él era el único que podría ayudarlo. También debía advertir a la fiesta que corría peligro, pero antes tenía que pasar al Mortifago, y los Zouwu no eran fáciles de perder, podían recorrer distancias en velocidades increíbles. Si se movía mal, podría perder la cabeza de forma literal.
"No dejes que te intimiden, recuerda que la mayor arma no siempre son los músculos" dijo la voz de Daphne, recordaba aquella vez que le defiende de un par de alumnos "Las palabras pueden hacer maravillas, si sabes ocuparlas"
-Veo que estoy acabado- dijo Neville bajando la varita, señalando su bolsa - ¿Puedo guardarla? Me daré por vencido, pero no quisiera que se rompiera-
-Me dijeron que eras duro de roer y un guerrero… veo que eres escoria débil- rio el Mortifago e hizo un gesto de que lo hiciera.
Metió la punta de la varita en su bolsillo, descubriendo el mando de su segunda varita, fue suficiente para que la tomara, girara por el suelo en dirección del señor Lovegood, quedando encima de él y lograra apuntara una hacia el Zouwu y el otro a su espalda.
-Mala jugada Neville- rio el Mortifago, dio un golpe a el Zouwu que soltó un chillido y se movió a su espalda.
-Protego- Dijo a tiempo. Se creo una barrera en cada lado, mientras que el observaba las garras golpear la protección. Se giro y lanzo otro y otro Protego, cuatro capas de protecciones les separaban.
-La mala jugada fue, subestimar a Pendragon- dijo Neville con las garras del Zouwu rasgando la superficie de sus protecciones.
Levanto al señor Lovegood, que tenía una marca roja en su rostro, también parecía que una pierna estaba rota y que sangraba de un brazo. No pesaba tanto como creía, lo coloco sobre su hombro y pensó en ir a la madriguera, pero se detuvo. Respira, concéntrate, piensa en que pasara si voy y planea dos pasos delante, se dijo Neville a sí mismo.
Si de desaparecida hacia la madriguera, con el Zouwu persiguiéndole estaría llevando un peligro más a la boda, y en cambio sí solo eran Mortifagos, los Pendragon podrían encargarse sin problema. Después de todo eran los mejores. Si se desaparece para llevar al señor Lovegood lejos, le seguiría, y entonces tendría tiempo para checar lo, para cerrar sus heridas y distraía al Mortifago lo suficiente. Como lograr el objetivo de llevarse lejos, de inmediato le llego la respuesta.
-Eres tan inútil como tu Voldy- dijo Neville encontrando que no tartamudeo o incluso que tuvo dificultades al parecer seguro, aunque temblara -Ven y encuéntrame, para que te de una paliza que recuerdes-
Desapareció, pensando en el campo lejos donde antes los hombres lobo se encontraban, un segundo después estaba entre árboles y junto a un riachuelo. Bajo al señor Lovegood y le reviso la pierna, colocándole una férula, su hombro era atravesada por un metal, el cual saco y limpio y paro el sangrado. Su cabeza no le dio tiempo revisarla. Miro una sombra de color roja y dorada acercarse. Subió de nuevo al señor Lovegood, cuando escucho un sonido fuerte, un rugido y tuvo tiempo para saltar a un lado y quitarse de las garras.
-Los Zouwu viajan grandes distancias en cuestión de minutos- dijo el Mortifago entre risas- A donde vallas yo estaré ahí- levanto un pedazo de su camisa blanca llena de sangre.
-Confringo, reducto- dijo Neville apuntando a las cadenas, el Mortifago movió su propia varita y los hechizos volaron en direcciones opuestas.
-No lograras nada, inútil-
-Tal vez no- dijo Neville con una débil risa -Pero por ahora, deberás alcanzarme-
Volvió a desaparecer, y llegar a las afueras del Lago Grasmere donde alguna vez paseo una vez; era un plato de agua oscura y salpicada por las estrellas, en ese momento durante la noche daba un reflejo perfecto del firmamento. Neville queo encima d una formación rocosa. Volvió a revisar al señor Lovegood, tardo unos minutos, no era para nada bueno en la medimagia, pero Sofí les había enseñado lo básico, los suficiente para que saber que varios Desmaius le habían golpeado y un Enervate normal no servirían.
En ese valle, observo la figura larga moverse con velocidad y acercarse como si fuera una serpiente reptando con total velocidad por la orilla del lago. En un movimiento se echó al hombre al hombro y lo aseguro con una cuerda, para tener las manos libres, termino justo cuando apuntaba la varita a las cadenas que mantenían encerrado al Zouwu.
-FINITE, CONFRINGO- grito Neville, más el Mortifago volvió a repelerlos.
- ¿No sabes otra cosa Neville? - pregunto con una voz divertida.
-Si, se desaparecer- gimió Neville, antes de volver a ver unas garras a cada lado de su cuerpo y el desaparecer.
Viajo a varios lugares cono Edimburgo, la calzada de los gigantes, Conwy Polperro, la península de Lleyn y hasta la isla Skye. Toda la noche y parte del día, se la paso escapando y atacando, moviéndose y cuidando al señor Lovegood, cuando el día se alto se sentía cansado ya agotado, ahora el Zouwu tardaba muchos minutos en alcanzarlos, donde recuperaba magia y descansaba, no los suficiente, pero era mejor que nada.
Y por mucho que pensara ir a la madriguera no pondría pensar en que pasaría al llegar, de cualquier forma, no sabía si continúan en ese lugar, si la batalla los llevo a refugiarse en Camelot o en Hogwarts, y en cualquiera de aquellos dos lugares era imposible aparecer. Aunque llegara a ellos, aquel sujeto no se cansaba, estaba necio de atraparlo. Viajo por todo Reino Unido, perseguido, descansando e intentando perder al Zouwu, intentando barias cosas; Desde embarrarse con lodo, hasta introducirse al agua, pero aquella criatura no perdía rastro, con parecía más rastrear su sangre que su olor.
Ya cuando la tarde comenzaba a mostrar colores de rojizos, su magia estaba por agotarse, sus ojos y cuerpo pesaban, además de que un constante mareo por las desapariciones echas. Eran tantas que no lograba ni recordar todos los lugares en que apareció.
Estaba en el Distrito de los Picos, esperando para saber si por fin perdió al Mortifago o si por lo menos se cansó el Mortifago de perseguirlo. Pero no, desde lo alto observo esa línea de color dorado y velocidad ir hacia él.
- ¡MALDITA RATA! ¡DEJA DE CORRER! - grito el Mortifago cansado y harto. - ¡ACASO NO TIENES AGALLAS! -
Se preparo para otra desaparición, más su mente no se concentraba, no podía tomar la decisión de donde viajar, estaba cansando, hacía unos cinco o quince minutos que llevaba esperándolo y aun así no lograba recuperarse. El Zouwu giraba a su alrededor, listo para atacar y solo le quedaba continuar huyendo.
"No temas a tu poder Nevi" rio la voz de Luna en su interior "Tienes un poder que ninguno de nosotros logra obtener, solo falta que tú lo aceptes"
"Eres nuestro orgullo hijo" sonó la voz de su padre en su cabeza. "Sin importar nada"
"Te amamos mucho, y no hay nada que nos haga más feliz que tu" la voz de su madre.
-Pensé que solo era por el golpe- jadeo Neville con las rodillas temblando, y mirando a su adversario. No le gustaba pelear, no podía concebir dañar a un ser vivo, prefería huir a ser malvado; pero si para proteger a los que amaba debía hacerlo, no huiría más, pues siempre dolía sentirse débil, más le dolía mas no poder ayudar y proteger a su familia
-Ahora conocerás al real Neville Longbottom-
El Zouwu se movió, pero Neville grito, levanto las manos con la varita en cada mano, las movió y una lluvia de hechizos comenzó a salir de ellos. Una ráfaga tan velos con tantos colores y velocidades que los sorprendió. Él se desconectó mientras lanzaba un hechizo detrás de otro, sin control, sin que hablara y sin molestarse en moverse del lugar, solo la varita. Cuando reacciono, estaba parado junto al Zouwu que estaba con las cadenas rotas y volviéndose polvo, el Mortifago en el suelo, con la máscara abajo y con miedo.
Stanley Shunpike temblaba y gateaba lejos de Neville, mientras que soltaba alaridos de miedo. Ahora entendía por qué la resistencia de que viajara en Zouwu y también por que tanto tiempo logro perseguirlo. El autobús noctambulo le había capacitado para ello. Neville avanzo y Stan grito, para luego desaparecer.
Reacciono al darse cuenta de que no hirió al Zouwu, ni a Stan, de alguna forma solo lo había ahuyentado, sus rodillas se doblaron y callo de boca, jadeante. El señor Lovegood ni se movió, solo quedo tendido sobre su cuerpo aun inconsciente. Era necesario llevarlo con un medimago, pero en ese momento, no podía ni hacerse una imagen clara de San Mungo, Hogwarts ni otro lugar.
El Zouwu le rondo, con un leve gruñido, esos ojos le observaron y abrió las fauces. Comida de Zouwu, se dijo Neville entre risas para sí mismo. Pero este le lamio el rostro y le acaricio con su hocico antes de acostarse a su lado y ronronear.
- ¡Oh! - dijo Neville, al notar que pasaba.
Tardo unos minutos más, en los que su conciencia parpadeo, para luego levantarse con dificultada. Esperaba que el Zouwu se marchara, pero este se quedó quieto mirándolo.
- ¿Puedes ayudarme a ir a Hogwarts antes de que te vayas? - pregunto Neville sin magia para viajar.
El Zouwu dejo su cuerpo en el suelo e inclino la cabeza. En un par de minutos, veía pasar el paisaje con rapidez a su costado, como si fuera por un túnel enorme por el que pasaban. El señor Lovegood estaba bien sujeto al cuerpo de la criatura, el solo esperaba no desvanecerse antes de llegar.
Al salir por Hogsmeade, cruzaron la calle principal de dos zancadas, llegando al puente de piedra, no podría pasar las protecciones del castillo, pero tenía una forma de entrar. Neville no tuvo ni que decirlo, el Zouwu parecía saber que deseaba hacer. Se movió a la derecha adentrándose por la sala de menesteres. Saliendo a la cocina, donde apenas y entraba el largo de su cuerpo, derribando la mesa, haciendo un desastre en la sala y saliendo al castillo cruzando los pasillos bajando sin importar el ruido y desorden que creaban al pasar. Hasta que llego al pasillo del gran comedor.
El Zouwu freno asustado y se erizo, frente a él estaban sus amigos. Hermione, Ron, Daphne, Sofí, Theo, los gemelos y Dumbledore. Comenzó a golpearse contra los muros y ponerse agresivo, tenía que bajarse de la criatura. Mas no fue necesario, Daira avanzo en las sombras rugió furiosa y se erizo igual. Al instante el Zouwu se enrosco en sí mismo y se quedó quieto con miedo de la dragona.
Se deslizo de costado junto con el señor Lovegood y los miro cargando al hombre inconsciente.
-Necesita ayuda- dijo en voz baja.
De inmediato Dumbledore le quito al hombre de los brazos. Lo siguiente que supo fue que Sofí le abrazaba y daba un beso en la mejilla-Es un alivio, estas bien- se movió para checar al señor Lovegood, luego fue Daphne -Has peleado bien, ahora ya estas con nosotros ya todo paso-, y Hermione que le abrazo mucho -No sé qué paso, pero con seguridad fuiste el más valiente-, Ron y Theo se apresuraron a poner un brazo en cada lado y sostener su peso. -Tu eres el hombre Neville, mira que domar un Zouwu- Theo se rio -Debiste habernos invitado a ver la paliza que les diste-
Neville solo a tino a soltar en lágrimas y dejarse llevar. Lo colocaron en la escalinata de la salida, mientras que le revisaban la cabeza y la herida de un costado.
-Profesor, lleve el señor Lovegood con madame Pomffrey, yo revisare a Neville- dijo Sofí, arremangándose. Señalo a los gemelos entregando unos pergamino -Tráiganme esto-
Salieron corriendo.
-Harry, él debe estar molesto- soltó Neville de repente - Desaparecí y el necesitaba que todos…-
-Calla- dijo Daphne inclinándose a mirarlo - Nosotros pensábamos que estabas con el señor Lovegood, animándolo de su depresión-
-Si alguien debiese estar enojado eres tú- le secundo Hermione acariciando su mejilla- Nos recordamos que tú siempre estas, sin importar la situación-
-Pero Harry, él dijo que necesitaría de todos y yo…-
-El viene en camino hacia aquí- dijo Ron con una gran sonrisa- El mismo te dirá lo que piensa Ahora cuenta que sucedió-
