No podía dejarlos así, sabiendo y con lo que paso en los capítulos anteriores… seguro varios o por no decir todos, quieren saber o matarme… sea cual sea esta es una buena forma de evitar la muerte prematura de caos… por ello… pasen y continuemos avanzando al final.

Lean, comenten y disfruten.


Capítulo 119.-El son de trompetas con su tormentoso acento

Ron: parte 7 (La armadura rota de un hermano)

Transformarse fue doloroso, mucho más que hacer una desaparición, de forma literal sus huesos crecieron, encogieron y hasta se duplicaron; la carne se desgarro reformo y creció; incluso sentido su sangre burbujear y hacerse caliente. Al final, lo logro junto con Hermione. Ella convertida en una chica llameante cubierta de círculos giratorios y el en un dragón, quemaron a Lucius hasta volverlo un hombre normal. O tan normal como podría serlo.

Si eso fue lo más extraño y aterrador de las cosas que Ron habia visto, las cosas estaban por ponerse peor.

Corrían sobre los lomos de hombres lobo, o mejor dicho él se recargaba en el cuello de un lobo gris, que era Lupin, y Sofi le curaba su adolorido cuerpo. Apenas y se volvía soportable entre más lo curaba Sofi, lo peor es que Draco y su padre, inconsciente, iban a su lado izquierdo, del lado derecho Hermione encima de Sasha.

Cruzaban el campo en dirección del castillo, esperando llegar a la parte trasera y poder descansar unos minutos, puesto que los mortifagos se retiraron a Hogsmeade luego de parar las batallas. Aun así, la guerra no estaba ganada, apenas era el intermedio y ya no podían más, estaban tan golpeados y cansados, que un ataque nuevo los llevaría a perder. Debian reagruparse y hacer un nuevo plan.

Vieron el castillo con una torre faltante, el patio destruido y muchos más daños de los que podía contar. Sin embargo, el atrayente era el gigante tendido en medio de mucho escombro.

El primero en bajar fue Draco y sin prestar atención a nadie bajo a su padre para dejarlo a un lado del muro. Mientras que a su lado Sofi le empujaba mientras Hermione tiraba, intentando bajarlo del lobo. Quería avergonzarse o siquiera gruñir, pero su cuerpo se negaba a moverse un milímetro.

- ¡Debemos llevarte a un lugar seguro! - dijo Hermione inclinada sobre su cuerpo inspeccionándolo, ella se veía mal, la piel le habia dejado de resplandecer y se veían varios cortes y moretones, incluso necesitaba ropa nueva, la que llevaba estaba ennegrecido y chamuscada. Ron le sonrió, debía cuidar de ella un poco antes que, a los demás, pero así eran ella y su hermano. Negó con la cabeza.

- ¡Solo tengo hambre! - dijo intentando aligerar el ambiente.

Funciono, Sofi y Hermione sonrieron, aunque no era del todo mentira, su estoma pedía comida, puesto cada transformación consumía mucha magia, pero al cambiar su cuerpo este le daba hambre. Un hambre bestial.

- ¿Confías en él? - pregunto Lupin parado a su lado convertido en hombre, estaba herido de una pierna, pero por lo menos se mantenía de pie - Podría ser una trampa-

Hermione miro a Draco y su padre, el chico los miro y bufo para luego adentrarse por los muros indignado por la pregunta.

-Nos ha ayudado- murmuro Hermione y suspiro -Aunque también defendió a su padre, pero eso es normal-

-Yo no confió- dijo Sofi, sin quitar la mirada por donde Draco acababa de irse. -Pero ya ha traicionado a Voldemort para salvar a los rehenes, la siguiente vez que lo vea Voldemort… seguro lo mata-

Ron intentaba levantarse, su cuerpo estaba mucho mejor, por lo menos no dolía con solo mover la punta de sus dedos, por lo que Sofi le palmeo el hombro, provocando que sintiera entumecimiento en este. Aun no pasaban los efectos secundarios. Luego la pelinegra comenzó a seguir a Draco, Hermione convoco una rama larga para que Lupin no dañara más su pierna y luego se sobo el hombro.

-Síguela y cuídala, Draco no hará nada tonto, pero ella comenzará a curar a todos y con seguridad se pondrá en peligro- dijo Hermione mientras se sentaba un momento.

-Si, lo sé bien- gruño Lupin antes de ir tras la pelinegra.

Ron miraba a Hermione, con certeza ella quería hablar con él a solas, puesto que no era normal que en medio de una guerra todo parara abruptamente; o no sin una razón concisa. Los lobos se dispersaron también adentro, mientras Hermione miraba a Ron y el a ella, con la misma pregunta en mente, pero ninguno queriendo hablar.

- ¿Por qué han parado? - se animó a preguntar Ron con la voz más baja que pudo, temiendo la respuesta.

Durante un minuto o tal vez dos no respondió Hermione, miraba el cielo y en dirección a Hogsmeade, como si supiera la respuesta y no pudiera decirla. Esperaba que no la supiera, era lo suficientemente sabe loto para que incluso ahora también predijera y adivinara el futuro. El solo sabía que su plan estaba en un punto oscuro, no comprendía nada, solo lo básico; Harry peleaba contra Voldemort, ellos defendían el castillo y al mismo tiempo intentaban diezmar las fuerzas de los mortifagos.

Lo preocupante era que ahora sin peleas en el castillo no sabía ni donde estaba Harry o que habia pasado ¿Acaso ya habia terminado con Voldemort? Por mucho que Harry tuviera una magia que no comprendía, era poco probable que acabara tan pronto, e incluso si lo hubiera hecho, los mortifagos se hubieran enfrentado en batalla o rendido.

-Reagrupémonos y …- comenzó Hermione, pero no termino la frase, ya que un murmullo se escuchó.

Salto aun cuando su cuerpo le lanzo una serie de punzadas por todos lados, aquella voz estaba llena de dolor. No eran alucinaciones de ninguno, la voz volvió a sonar, al tiempo que del bolsillo de Hermione saltaba un objeto pequeño. Era parecido a un encendedor plateado, pero este quedo flotando en el aire, desprendiendo una luz azulada y blanca, que giraba e iluminaba a su alrededor.

La voz volvió a sonar, tan llena de dolor y en un suave murmullo que apenas entendió.

-Mione- gimió Harry -Mione…lo siento amor-

Ambos reaccionaron, solo que su cuerpo no se movía como quería y no pudo acercarse a tiempo; en cuanto Hermione sujeto el encendedor, desapareció.

- ¡Hermione! - dijo Ron mirando a su alrededor, sin su magia no podía saber que pasaba o adonde se habían ido, solo que ya no estaba, que algo malo paso y por un instante su corazón dolió.

Giro para mirar en dirección de Hogsmeade, el grito que resonase por todos lados fue aterrador, doloroso y por un instante quiso caer de rodillas, ponerse en posición fetal y llorar. Olvidarse de la guerra y solo llorar sin control.

- ¡MIOOOOOOOOOONNEEEEEEEEEEEEE! -

Al mismo tiempo que el grito se expandía por todo el lugar, exploto Hogsmeade, en un tornado de fuego que giraba y subía hasta el cielo; a su alrededor giraba una onda de agua y piedras, incluso árboles y construcciones. Los mortifagos volaron lejos siendo golpeados por el mismo tornado y la fuerza que los expulsaba. A su alrededor se llenaba de relámpagos que electrizaba el aire y cada que uno entraba en contacto con algo lo destruía por completo. Una nube de polvo y truenos cubría el pico, la cúpula sobre sus cabezas vibraba, ondeaba y doblaba con la potencia, se iluminaba de un color neón con cada relámpago que lo golpeaba.

Por su mente solo paso el nombre de sus amigos, comenzó a andar hacia el tornado, sus piernas punzaban y sus pies ardían en dolor; cada movimiento le recordaba el enorme cambio que tuvo hacia varias decenas de minutos atrás. Mas no se detuvo, ando cojeando, dando saltitos, quejándose y moviéndose lo mejor posible. Tal vez se movía más lento que una babosa, pero no se detenía mientras sus ojos se anegaban en lágrimas. No podía, ni siquiera concebía el dejar de avanzar, Harry y Hermione le necesitaban.

Su pierna cedió cayendo al suelo y golpeándose las manos, la punzada subió a su cabeza tan repentino que un grito de dolor surgió, al tiempo que su boca sabia tierra y sangre.

- ¡Ron, cariño! -

Daphne, Sofi y Luna se acercaban corriendo, aunque se cubrían los ojos con las manos estiradas, pues el viento, rayos y polvo comenzaban a pegarles con fuerza. Le sostuvieron y tiraron para levantarlo.

- ¡Tengo que ir! ¡DEBO DE IR AYUDARLOS! - grito Ron al notar que lo retenían, que evitaban que avanzaran.

- ¡Eso es… un suicidio! - dijo Daphne poniéndose enfrente y tocando su pecho - ¡Es un …-

- ¡SON MIS HERMANOS! - grito Ron volviendo a avanzar. - ¡No puedo dejarlos solos… no debo de hacerlo…-

- ¡RON REACCIONA, SOLO LOS RAYOS TE ANIQUILARAN! - grito Daphne tomándolo con fuerza y evitando que avanzara.

Se vieron a los ojos unos momentos, solo fue un segundo, en que Ron se sintió dañado y herido. Luego Ron soltó sus lágrimas, con un rostro lleno de desesperación e impotencia. -Lo abandoné una vez… le di la espalda por mi egoísmo… ME PROMETI QUE NO LO VOLVERIA HACER-

Le observaron unos instantes, mientras el viento se volvía más violento y los truenos resonaban dejando un zumbido en el ambiente.

- ¡ELLOS NOS NECESITAN Y NO LOS ABANDONARE! - dijo Ron volviendo avanzar, dando un paso al costado de Daphne, tendría que pensar algo rápido para llegar a ellos, no contaba con su magia y… La mano de Daphne sujetaba su brazo con fuerza, volteo a verla la cual estaba seria. - ¡POR FAVOR…-

- ¡No llegaras a pie en tu estado! ¡Te lanzare a ellos! - gruño Daphne, se le veían los ojos llorosos y, fuera de su apariencia desarreglada y sucia, estaba firme. -Mas los rayos serán el problema, te darán de lleno en el aire si te lanzo y… tendrás que ir directo al ojo de la tormenta y averiguar cómo caer a salvo-

Se le llenaron los ojos de lágrimas, tomando el brazo de Daphne, entrelazando sus dedos y acercándose a besarla. Solo fue un leve contacto, le dolía tanto que incluso la piel de sus suaves labios le provocaron que los suyos ardieran.

-Déjenme los rayos a mí, los desviare hacia la tierra…- dijo luna avanzando y activando su accesorio -Hermione me ha explicado por años eso de la energía eléctrica y cómo funciona, aunque no entiendo como los muggles la logran controlar… confió en mi amiga. -

-Estaré preparada para cuando estén contigo- dijo Sofi con rapidez y casi sin respirar -Los curare de inmediato-

Asintió y se preparó, mirando a su novia, que parecía a punto de gritarle o de golpearlo, cosa estaba por pasar; ya que lo lanzaría con toda su fuerza hacia un tornado inmenso lleno de fuego y rayos. Luna movió las manos hacia la tierra, una cosa liquida plateada se adentró y luego de un instante, enormes lanzas de tierra y plata surgieron hacia arriba y en todas direcciones. Los relámpagos comenzaron a ir directo a ellas, mientras que abrían un pequeño espacio para que pudiera pasar.

- ¡Si no sales de ahí en 5 minutos, iré por ti! - murmuro Daphne colocándose a su espalda, iluminándose de un verde claro - ¡Y te daré una paliza por preocuparme! -

Ron solo soltó una leve risita, mientras apretaba las manos, y plegaba sus brazos a su cuerpo. Asintió, sin querer perder más tiempo. Al siguiente instante Daphne lo alzo, tal cual si fuera pluma y lo hizo retroceder pasando sobre su cabeza; pareciera que lo desnucaría en un suplex. Se encogió recibiendo otra tanda de dolor y punzadas por todo el cuerpo, sintió presión en la espalda y como sus costados parecían romperse bajo la fuerza de Daphne. Un instante después el cielo se movió rápido, su estómago se aplasto y movió dentro de su cuerpo, los dientes le chirriaron por la presión; se encontró volando entre las rocas, el fuego y rayos, mientras que el viento lo golpeaba sin compasión.

El estruendo era tal que su audición se perdió, las pequeñas rocas lo golpeaban y la humedad le empapo; otro rayo paso a su lado, dejándolo aturdido y deslumbrándolo. No veía nada y en cada momento, más y más su cuerpo recibía dolor. A pesar de que los minutos necesarios habían pasado, no habia dejado descansar sus músculos y estaba obteniendo una extensión de dolor debido a ello.

No veía el suelo, solo el torbellino de fuego y oscuridad girando a su alrededor, y no paraba, estaba en un bucle donde no tenía el control alguno; incluso de arriba y abajo, ya no sabía a donde era cada punto cardinal. Solo le quedaba algo más, un truco, algo que Harry le dio. Activo la hombrera, colocándose una armadura de cuerpo completo y poniendo el puño en su pecho, el peso de este aumento de golpe.

Descendió en picada, directo a una cúpula negra y de la cual salían ráfagas de fuego y rayos. Uno de ellos apareció delante y supo que iba directo a su pecho, el impacto fue a su cuerpo, sin embargo, cuando esperaba sentir toda esa electricidad correr por su piel y terminar con el solo hubo un leve cambio de dirección. Su armadura estaba cubierta de rayos, pero su cuerpo estaba bien e incluso la magia contenida dentro de su armadura aumento y el peso de esta también.

Atravesó la cúpula negra cubriéndose la cabeza, fue como entrar en agua oscura, sus sentidos se embotaron y por un instante fue aplastado con fuerza; al siguiente se encontró rodando en un paisaje muy diferente.

Estaba en la calle principal de Hogsmeade, con todo destruido y lleno de fuego, además de un hueco de varios metros. Estaba tan calmado, que podría bien no estar en medio de un tornado y con toda una tempestad girando a su alrededor.

Se levanto haciendo resonar su armadura y su respiración agitada, pero no era lo único que se escuchaba, el llanto desconsolado y gritos de Harry cruzaban todo.

En medio de todo ello estaba sentado, con Hermione entre sus brazos con la cara enterrada en el cuello y apretando su cuerpo con fuerza contra el suyo. Se balanceaban de adelante a atrás dando gritos de agonía, llorando y sin parecer que reaccionara a nada.

El cuerpo de Ron dejo de sentir, dejo de moverse y de pensar, gruesas lagrimas caían por sus mejillas observando a su hermano y hermana ahí a unos metros; ella tan pálida y con las extremidades lánguidas, y el desconsolado, sin control alguno y aferrándose a ella como su vida.

No supo cuándo o como termino de rodillas, sintiendo la respiración irse, como todo a su alrededor dejaba de tener forma y color, ni siquiera el tiempo o su propio cuerpo parecieron físicos. Solo quedaba el grito de Harry y el cuerpo sin vida de Hermione. El llanto de Harry era tan terrible, tan fuerte y doloroso que no lo soportaba, lo debilita, le quitaba todo y dejaba un solo y triste cascaron. Cerro los ojos con fuerza, deseando que fuera una pesadilla, que lograra despertarse y que nada hubiera pasado. Si solo al abrir los ojos estuviera en su habitación, con Harry durmiendo aun lado, Hermione entrando por la puerta para despertarlos y los tres riendo; si tan solo fuera una mentiría. Pero solo quedaba una leve llama, una débil llama titilante que bailaba rodeada de una enorme luz que se volvía gris.

Abrió los ojos de golpe y miro en dirección de ambos, tenía la boca abierta y su corazón palpitaba contra sus odios, sus sentidos parecieron regresar y tomo aire a bocanadas.

- ¡HARRY! - Grito Ron intentando llegar a su amigo, más su cuerpo se movió lento. - ¡HARRY! - Repitió levantándose y avanzando, a pesar de que su cuerpo se entumía.

A pesar de que su grito debió ser escuchado, Harry continuaba desconsolado, moviéndose con más fuerza, apretando a Hermione tanto que parecía que la quería fusionar a su cuerpo. Se acerco a pasos lentos, haciendo resonar la armadura completa y llegando a un metro de Harry.

- ¡REACCIONA HARRY! - Grito Ron inclinándose y tocando su hombro.

Solo supo que Harry levanto la vista, sus ojos eran de un rojo puro, su mueva estaba enfurecida y que la sangre brotaba de su mentón y cuello. La mano de Harry recubierta de oscuridad acaba de atravesar la armadura como si fuera mantequilla, rasguñando su cuello y barbilla. Aquella armadura habia resistido la animorfomagia y ataques potentes, y solo la punta de los dedos de Harry acababan de destrozarla y hacerla pedazos en el suelo. Habia esquivado a tiempo, o en ese momento la mano de su hermano hubiera atravesado su garganta. Tomo su antebrazo y tiro con fuerza sintiendo como cortaba más y su mano pasaba a lado de su nuca salpicando el rostro de su amiga.

- ¡REACCIONA HARRY! ¡HERMIONE SIGUE VIVA! - Grito Ron con todas sus fuerzas, en el rostro de Harry y esperando llegar a su persona. Un titubeo en los ojos de Harry y la cúpula se cuarteo, sus ojos parecían dudar y no entenderlo - ¡SU MAGIA SIGUE VIVA! ¡ESTA VIVA DENTRO DE TU MAGIA! –

Harry parpadeo mucho, tanto que su vista paso de rojo a un verde oscuro, uno que parecía no tener emociones, tal vez terror y desesperación.

- ¿Ron? - pregunto titubeando.

-Si, hermano- murmuro Ron, la voz se le habia roto y dolía su cuello al hablar – Escúchame atentamente…- no podía hablar mucho por el dolor, pero debía decirle antes de que aquella tempestad continuara destruyendo los terrenos y posiblemente el castillo - ¡Hermione vive! ¡Está viva! –

Harry lo observo retirando su mano de su cara, mirándola llena de su sangre y luego a Hermione, apretó los dientes y pareció de nuevo a punto de enloquecer. Toco el rostro de Hermione, aun lívido, con gotitas de su sangre escurriendo por la mejilla. Una leve sonrisa surgió en los labios de Harry, la cúpula negra se disolvió, todo afuera era normal, la noche seguía oscura, los fuegos se extendían y todo Hogsmeade era polvo y astillas. Pero el tornado que habia creado su amigo ya no existía.

- ¡Amor! - murmuro Harry, se acercó a su rostro y sonrió más con sus ojos regresando al verde esmeralda que lo caracterizaba. - ¡Voy por ti, Espérame! -

Ron le observo, hincándose y mirando a ambos, luego Harry le toco el hombro y un leve escozor le surgió, pero pareció mejor que hacía unos segundos. Se miraron al rostro, Harry tenía más golpes que rostro, rasguños y sangre por todos lados, tan sucio que pasaría por un pordiosero y además de eso lagrimas surgían sin que frenaran.

- ¡Ron! - soltó Harry con fuerza, le sonrió y murmuro - ¡Cuídala, no importa que pase, no importa si el mundo se desmorona, cuídala! - luego miro a Hermione y sonrió acercándose a su rostro. - ¡Volveré hermano, la traeré de regreso! -

- ¡¿De qué hablas Harry?! –

Los labios de Harry tocaron los de Hermione, un destello verde surgió y el cuerpo de Harry se desplomo de lado, sujetando a Hermione y ambos inconscientes y pálidos.

- ¡HARRY! -volvió a gritar Ron, tomando a su amigo y agitándolo, pero por mucho que lo moviera no abrió los ojos. - ¡IDIOTA!¡ERES UN ESTUPIDO! -

Se concentro y sintió sus magias, ahí estaban la de Hermione apenas siendo una leve llama, pero la de Harry tan enorme como hacia un momento y de un blanco que destellaba. Seguían vivos, inconscientes y tal vez debatiéndose entre la vida y muerte.

Ron tomo a Hermione en brazos, intentando quitarla de Harry, pero sus dedos habían quedado entrelazados y bien fijos. Aunque intento ninguno de los dos pareció ceder, como si estuvieran unidos y aun inconscientes no desearan ser separados. Bufo y se quejó de su estúpido amor, ese amor que le complicaba todo. Se echo al hombro a Harry como si fuera un saco de papas y pesaba como si fueran papas echas de hierro; mientras a Hermione sostiene en su brazo y su cabeza quedaba contra su hombro sano. Mientras sus manos seguían sujetas con fuerza.

Camino cargando con ellos, tan lento que fueron minutos en los que logro llegar al comienzo del pueblo, intentando ir al puente de piedra y cruzarlo para entrar a los terrenos. Apenas piso la piedra y ya la frente la tenía perlada de sudor, les dolía el hombro a montones y le temblaban las piernas, sin contar con que dejaba un rastro de sangre en cada paso. Mas sabía que debía continuar y tenía que llegar al castillo cuanto antes.

- ¡Cariño! -dijo Daphne acercándose, corriendo, con Daphne, Luna y Sofi detrás, las tres con los cabellos alborotados y subiendo en todas direcciones; tal cual si ciento de rayos hubieran caído cerca de ellas. Frenaron al verlo y sus muecas fueron de espanto - ¿Qué… que…-

- ¡Harry! ¡Hermione! - gimió Sofi cubriéndose la boca y los ojos llorosos.

-Están vivos- jadeo Ron continuado su camino, si se detenía caía al suelo y no podría levantarse -Hay que ir al castillo-

Las tres se miraron mientras parecían decidir si creerlo, más cuando avanzaba a trompicones y sin detenerse. Daphne se acercó y extendió las manos, Ron negó e intento sonreírle, aunque debió ser una mueca nada más con lo cansado y adolorido que estaba.

-Déjame a Hermione, yo puedo con ella- dijo Daphne suave y con un tono tierno, como solía usar cuando estaba tranquila y a solas con él. Mas volvió a negar y continúo caminando. Le observaban las tres, mientras más caminaban Ron parecía a punto de caer. -Enserio… yo llevare a uno-

-Lo siento… pero estos dos no se soltarán- dijo Ron señalando sus manos, aun cuando Harry pendía de uno de sus hombros a la mitad, sostenía la mano sobre el estómago de Hermione.

Continúo caminando hacia adelante, mirando el castillo medio derrumbado, con varias columnas de humo y fuego saliendo de ella, esperando llegar pronto a la enfermería. Daphne bufo, luego miro a su costado e hizo una seña, solo sintió algo de agua correr por su espalda, y a Sofi murmurando unas palabras. Se sintió por momentos mejor, mientras que sus fuerzas regresaban poco a poco. No dijeron anda en el trayecto, pero la mirada de Sofi fue a Daphne y señalo su mentón y cuello, para luego negar. Ron no pregunto y no le importo mucho, ya que suponía que una herida hecha por Harry en su peor momento no era algo fácil de curar.

Volvió a sentir las magias de sus amigos, parecía que la de Hermione se volvía más fuerte, alimentándose de la de Harry y está disminuyendo, al punto de que comenzaba a ser de un tamaño más normal. Eso le preocupaba, ya que, si la magia de Harry no soportaba y daba todo a la de Hermione, estaba seguro de que lidiarían con otra tormenta, una donde Hermione no pararía hasta envolver a cada Mortifago y residente del castillo.

Cruzaron el castillo y fueron directo al gran comedor, donde se adentraron por las escaleras abiertas a la mitad, las puertas dobladas y fuera de sus goznes, además de un muro desprendido, sin contar con hielo y agua en todos lados. Uno de los pilares que sostenían el techo tenía el símbolo Pendragon y Hogwarts impreso a fuego. Fueron a él y apenas lo tocaron atravesaron.

Si el castillo era silencio y quietud, dentro de la sala de menesteres era un pandemónium, gente corriendo, gente gritando y llorando, sangre en el suelo y hasta varias camillas volcadas. De un lado miraron a muchos sentados donde fuera, incluso en el suelo, golpeados y dañados, pero sin necesitar ayuda médica urgente. Del otro lado, una hilera de sabanas tenidas, todas manchadas o sucias, cada una cubriendo un cuerpo. Regreso la mirada, no queriendo pensar en ello ese momento, solo quería dejar a Harry y Hermione en una camilla y descansar unos minutos.

Encontró dos libres en cerca de la puerta, los coloco junto con ayuda de Hermione y se recargo en otra. Mientras medimagos pasaban gritando cosas médicas y además de atender a todos. Otros se dedicaban a repartir pociones comprimidas de curación y solo unos cuantos estaban sobre las camillas, tal vez agotados o…heridos.

- ¡RON! ¡HERMANO! -Grito la voz de Charlie a su derecha, su tono no indicaba nada bueno y su semblante era peor, estaba golpeado y algo herido; pero su rostro de llanto y dolor era lo que le golpeo.

Nada más lo vio sin saber que decir, además a punto de caer en posición fetal y llorar. Su hermano lloraba, estaba rojo y parecía a punto de hacer lo mismo.

- ¡Es Percy, Fred y papá! - dijo sin voz alguna. - ¡Necesitan ayuda! -

No dijo nada, solo soltó lagrimas mirando a Daphne y Luna luego se movió por inercia y ellas asintieron. Miro a Hermione y Harry, suspiro y confió en ellos, en que regresaran de donde quiera que sus magias, mentes y espíritus estuviera.

- ¡Sofi, vamos! - dijo Ron tomando su hombro. La chica asintió sin dudar y dando un último vistazo atrás y continuo a donde Charlie se alejaba, abriéndose camino.

Camino tembloroso entre los heridos, entre la desesperación, entre la muerte y la vida que se debatían en aquella sala.

Harry: parte 8 (Juicio del destrozo)

Todo se fue, no importaba, ni siquiera quería saber por qué gritaba o por porque no paraba de llorar. Solo un sentimiento quedaba adentro, la ira descontrolada, era como humo rojo escarlata llenando cada hueso, cada fibra muscular, cada tramo de si poro y piel, expulsándolo a su alrededor cubriéndolo por completo. Solo eso y Hermione, ahí estaba entre sus brazos quieta, tranquila, con su suave piel enfriándose más y más. Al contrario que su piel ardía, se incineraba desde su mente hasta su fuerza. Ya no habia más, solo quedaba polvo de lo que alguna vez fue.

Habia perdido, solo quedaba un cascaron vacío.

Y sin embargo un grito, una voz le llamaba, le alejaba más y más de Hermione. No desagua eso, no lo dejaría que se la llevara.

- ¡HERMIONE SIGUE VIVA! -

Las palabras resonaban en sus sentidos más que su propia cordura, que su propia piel y el aire que le rodeaba. Aun cuando intentaba entenderlo del todo, algo se le escapaba, como si aquella imagen de su esposa golpeada por el maleficio asesino fuera solo alucinaciones suyas.

- ¡SU MAGIA SIGUE VIVA! ¡ESTA VIVA DENTRO DE TU MAGIA! -

- ¿Ron? - pregunto titubeando.

El rostro de Ron apareció entre la oscuridad, estaba golpeado y lleno de tierra, mientras que desde su barbilla a su hombro tenía un corte que se empapaba de sangre. No sabía que paso, por porque su brazo estaba estirado y justo ahí donde el corte se mostraba. Intento entender lo que le rodeaba, pero las sombras que cubrían todo no parecían despejarse. El cuerpo de Hermione seguía en sus brazos, el temor y desesperación burbujeaba desde interior. Debía ser una de sus pesadillas, uno de los infiernos que vivía de noche y pronto despertaría.

-Si, hermano- murmuro Ron con dolor y le miraba de frente- Escúchame atentamente… ¡Hermione vive! ¡Está viva! -

Le observo intentando creerle, sabiendo que su amigo no le mentiría, pero dolía tanto y no quería sentía su magia, no lograba concebir no encontrar su magia, que fuera una mentira y toda esperanza se perdiera. Miro a Hermione al rostro, estaba apacible y tranquila, aunque con rastros de sangre y cada vez más fría y lánguida. Le acaricio con su mano intento quitar la sangre de su rastro, solo corriendo las marcas sanguinolentas por sus mejillas. Apenas cuando su mano entro en contacto con su piel, sintió su magia, la leve chispa de magia que se movía en su interior.

De golpe todo a su alrededor volvió, Hogsmeade destruido, los terrenos en llamas y el castillo semi destruido a la distancia.

- ¡Amor! - murmuro Harry al sentir como la magia de Hermione se unía a la suya, como aún estaban enlazados y se mantenía viva.

Recordó las palabras de Priscob hacía muchos años atrás, -…estarán ligados de por vida... mientras uno esté bien el otro no podrá morir... pero si los dos son atacados a la vez... los dos morirán...-

Sonrió, agradeciendo a su madre por el regalo, agradeciendo a Priscob e incluso a aquellas criaturas de las que sus anillos fueron formados. Se acerco a su rostro y sonrío mucho más pues estaba seguro de que debía hacer.

Susurro en su oído y murmuro - ¡Voy por ti, Espérame! –

Harry le miro y toco su hombro, inyectando un poco de su magia en su amigo, intentando que la hemorragia parara. Le miro serio.

- ¡Ron! - soltó Harry - ¡Cuídala, no importa que pase, no importa si el mundo se desmorona ¡Protégela hasta que regresemos! - La mirade de Ron fue de desconcierto, pero si tenía que dejar sus cuerpos a alguien, ese sería a su amigo- ¡Volveré hermano, la traeré de regreso! -

- ¡¿De qué hablas Harry?! - pregunto Ron desconcertado

Se acerco a los labios de Hermione, con una leve sonrisa le dio un beso con suavidad, cerro los ojos mientras que todo a su alrededor se sentía electrizante.

Y hacía bocabajo, escuchando el silencio, estaba sobre algo muy suave, los brazos estirados y su cuerpo se sentía mucho más ligero. No estaba completamente seguro de que él mismo estuviera allí.

Bastante tiempo después, o quizá en ese mismo instante, le vino el pensamiento de que debía de tener un cuerpo, ya que estaba tendido, definitivamente tendido sobre alguna superficie. Por tanto, tenía el sentido del tacto, y la cosa contra la que estaba tendido también existía.

Casi en el momento en que llegó a esa conclusión, Harry se dio cuenta de que estaba desnudo. Si bien podía sentir, se preguntó si también podría ver. Abriéndolos, descubrió que tenía ojos.

Yacía en medio de una brillante neblina, aunque no era como las otras neblinas que siempre había experimentado. Los alrededores no estaban ocultos por vapor nublado; más bien el vapor nublado no se había formado a su alrededor.

Se sentó. Su cuerpo parecía indemne. Se tocó la cara. Ya no llevaba las gafas puestas.

Parpadeo un par de veces, y la neblina comenzó a tomar forma, incluso a despejarse. No era Hogwarts, tampoco estaba en Hogsmeade, aquello no era el cielo y tampoco el infierno; No habia nubes y cielos azules, o una caverna llena de llamas. Era un campo, un hermoso campo verde, con un cielo oscuro y lleno de estrellas, podía oler el pasto y tierra humedad, el viento corriendo y el gorjeo de algún rio cercano. En la lejanía observaba un bosque extraño con pinos tan altos que se oscurecían en el mismo cielo, del otro lado un paraje blanco y con escarpados montes, detrás un mar de arena, pero con los colores del mar.

Lo que resaltaba adelante, era un roble titánico derribado, y con un hueco en medio, donde estaban talladas en la corteza imágenes. Esas intricadas figuras eran de todos los tiempos, aunque estos se movían y cambiaban, pudo observar a Diddy, a Priscob niño, incluso a Nikol; para luego pasar por la guerra, Hermione y Ron peleando contra Lucius, Theo y Neville con una enorme metralleta disparando a gigantes, Luna y Daphne enfrentándose en la torre, Sofi contra un lobo enorme. Dio un paso y todo cambio, en medio del tronco apareció una mesa alargada y al siguiente se llenó de personas sentadas en ella, a su espalda habia un símbolo igual de grande, aquel símbolo que habia visto anteriormente.

Aquellos sentados en la larga mesa no tenían un común, todos y cada uno era tan diferentes como el siguiente. Observo a una mujer rubia, fornida y con atuendo de vikingo con un arco y un enorme espada a su espalda; a un guerrero occidental, con atuendo mongol, portaba una armadura completa y una media vara en su cintura; otro con aspecto a emperador japones, atuendos de oro y esmeraldas; un esquimal que apenas y se le veía el rostro por sus gruesas vestimentas y sus gafas que apenas dejaban una rendija para el paso del sol; un vaquero antiguo, al estilo de las películas del oeste, y una antigua mujer con apariencia de los Apalaches que sonreía mucho; una pareja de chamanes, hombre y mujer, con su piel oscura y sus adornos africanos por el cuerpo, demostrando bastante piel; incluso un hombre con atuendo azteca con penacho escudo y un águila en su hombro y una mujer con igual apariencia solo que con el rostro pintado con colores llamativos; e incluso un par de guachos, con miradas tenaces.

Y habia más, cientos más, miles más, de todas las etnias, lugares, colores y épocas. Algunos ni los distinguía por completo, era como si fueran tan antiguos que sus formas se difuminaban entre más los veías.

Dio un paso más cerca y a su alrededor aparecieron millones de criaturas, no solo animales normales, si no animales mágicos, fantásticos y tan diversos que no podía observarlos a todos. Habia algunos que reconoció de inmediato, como el Mamulopendra o un Erumpent. Aunque le sorprendió ver un cangrejo de fuego tan grande como Harry, y un escarbato del tamaño de un dragón. Sin contar con otros que ni lograba reconocer.

Eran tantos que podría pasar todo un día viendo acabado uno y aun apenas hubiera cubierto una pequeña fracción. Y aun así dejaban un pasillo, un sendero hacia el roble caído, donde la mesa de todas aquellas figuras le esperaban.

Una de las figuras del centro estiro un brazo y dijo - ¡Ven acércate pequeño mago! -

Le observo, lo reconocería donde fuera, incluso habia visto su vida y parte de su esencia. Era como aquel chico de orejas puntiagudas y mirada roja, solo que este era viejo, el cabello lo tenía amarrado en una larga coleta blanca, con barba abundante, su nariz puntiaguda y sus labios finos formando una sonrisa burlona, que dejaba ver sus dientes. Tenía un aspecto muy despreocupado, pero con vestimenta antigua, gabardina color morado y negro, con un alón en su camisa y marcas de runas por su vestir, un cinturón bastante ancho que se les unía a pantalones abombados y que se metían a botas gruesas en las cuales terminaban en puntas redondas. En su cinturón se podía ver dos cráneos colgando, uno blanco y el otro negro con la boca abierta y cerrada respectivamente, un reloj de bolsillo, una brújula y una vaina de espada vacía.

- ¡Se Bienvenido a la corte de magia! - dijo Merlín con una sonrisa algo macabra.

Por primera vez, deseó estar vestido.

Casi al instante, como si su mente creara lo que deseaba, unas túnicas aparecieron a corta distancia. Solo estiro las manos, y estas flotaron, rodeándolo y colocándose sobre su cuerpo. Eran suaves, limpias, y cálidas. Era extraordinario cómo simplemente habían aparecido así, en el momento en que las quería.

Harry camino sin prisa, sin quitar su vista de aquellos magos, brujas, chamanes y hechiceros, de todos los tiempos y lugares. No sabía cómo verlos a todos, o sentirse por estar delante de ellos. Pero supo reconocer algunos Paracelso, Nicolas Flamel, Perenelle, Circe, Antiope, Claude Frollo, María La Negra y otros más. Incluso a una vieja Nimue, la cual tenía un aspecto alegre y con vestido verde mar, mientras estaba sentada como si no pasara nada en ese momento.

- ¡Hace varios centenares de años que ningún poseedor de magia alcanzaba el nivel necesario! - dijo Merlín con esa mirada que le daba, como si quisiera probarlo y de paso lanzarle alguna maldición. - ¡Hoy uno más se une a…-

- ¿Dónde está Mione? - interrumpió Harry con la voz más fuerte que pudo.

-Joven, debes de guardar silencio, el consejo está por admitirte- dijo una mujer que tenía un vestido del siglo XIX, aunque el vestido tenía planetas entrando y saliendo de ella. A su lado habia un asiento vacío, aunque era pequeño y parecía estar echo de oro.

- ¡Continuando! Hoy Harry James Pot…- comenzó Merlín en modo solemne.

- ¡PREGUNTE! ¿DONDE ESTA HERMIONE? – Grito Harry con todas sus fuerzas.

Durante un instante todo estuvo en silencio, Merlín le observo, parecía algo molesto, su expresión se endureció más y avanzo hacia él, el árbol volvió a deformarse creando intricadas escaleras que bajaban al sendero donde estaba Harry parado. De cerca noto dos cosas, la primera que este Merlín poseía un poder descomunal, con su simple presencia le erizo los vellos de la nuca y tuvo el presentimiento de que necesitaría protegerse con magia. Y no era del único, detrás de Merlín, cada mago estaba desplegando una intensa magia. Harry habia sentido a Diddy como una enorme montaña infranqueable; pero no era nada con todos ellos, pareciera que estaba en medio del mar, hundido enterrado hasta el cuello en el lecho marino y con todos apuntando alguna especie de arma, varita, báculo o artefacto a su persona y las criaturas a punto de lanzarse encima.

-Tú no tienes aun derecho de hablar en el consejo- dijo el guerrero azteca mientras giraba una especie de espada con piedras Macuahuitl, era negra y cada piedra tan filosa que no habia duda que le cortaría la cabeza de un movimiento.

-Pregunte otra vez… ¿Dónde está Hermione? - volvió a preguntar.

Todos se movieron y un montón de magia lo ataco, magia tan concentrada tan pura, tan inmensa que sabría que acabaría con su existencia de un golpe; Pero antes de tocarlo la magia se desvaneció, con un chasquido de dedos, todo regreso a ser el mismo lugar. Cada ser de la mesa estaba sentado, gruñendo y sin poder moverse, incluso Merlín estaba ahí casi en medio de todo, mirando hacia abajo y sin abrir la boca. Cosa extraña.

Ahora, donde antes estuvo Merlín, estaba un niño o niña, no sabía bien Harry, tenía rasgos finos y muy hermosos, con los ojos destellando en colores, el cabello al hombro y cambiando de color. sonreía como si viera a su superhéroe favorito, mientras que portaba ropas más simples que todos los presentes, solo era una camisa de franela, pantalones cortos de color negro y descalzo. podía ser bien el hijo de cualquiera de esa mesa, porque incluso por instantes cambiaban sus facciones y el color de sus tes. Lo que Harry miro en sus ojos fue algo que no esperaba, tenían la forma del mismo símbolo que estaba detrás de la mesa y aquel que vio en aquella esfera que intentaron sacar del ministerio.

Su mirada se perdió en sus ojos, no podía quitar su vista mientras cada conocimiento que sabía se trocaba y retorcida cambiando su significado, su utilidad, incluso el origen.

-Eres muy divertido ¿Quieres jugar conmigo? - pregunto.

Harry seguía igual de confundido, no podía discernir se era niño o niña, su voz era suave e infantil, tan agradable que le alivio e hizo sonreír. Solo levanto la mano y todos en la mesa se tensaron como si fuera a cometer el peor crimen del mundo. Pero solo acaricio su pequeña cabeza, era tan tierno y linda que estaba por aceptar; pero no lo hizo. Continúo acariciando su cabello que se agitaba soltando luces doradas, como si acabara de revolcarse en oro molido.

- ¡Lo siento, no puedo! - dijo Harry agachándose para observarlo. - ¡Hay alguien que debo encontrar! La he hecho pasar mucho y no puedo hacerlo otra vez, ¿Sabes dónde está Mione? -

La pequeña observo sus ojos un instante, hizo un puchero y pareció a punto de llorar. -Si te vas a buscarla, no regresaras aquí en mucho tiempo… no podremos jugar- sus ojos soltaron una lagrima.

Este rodo por su mejilla llenándose de un brillo plateado, cayendo al suelo y creando un mar de flores a su alrededor, cada criatura pareció incrementar de tamaño y fuerza. Trago duro, quería abrazarlo y decirle que se quedaría, que jugarían todo lo que quisieran; más Hermione rondaba su mente, debía encontrarla cuanto antes.

Le quito las lágrimas de sus mejillas, sintiendo los dedos electrificados y su cuerpo entumido. sonrió lo mejor que pudo y dijo -Es mi esposa, mi novia, mi mejor amiga y aquella que me a poyado desde que nos conocimos. Nunca me ha abandonado y no la abandonare esta vez… tengo que ir a ella-

Se sacudió desprendiendo más polvo dorado, con los ojos grandes y sacudiendo sus manos‑Pero aquí podrás aprender, te enseñare los secretos de la magia original, podrás utilizar la magia como tú lo desees, moverás y cambiaras todo lo que deseas solo con el movimiento de tu dedo. Te volverás mi mejor amigo y jugaremos con las entidades primordiales todos los días. -

Harry le miro con ternura, tomo sus mejillas e hizo que le mirara, sus ojos con el símbolo se expandieron y contrajo. Suspiro y tomo sus manitas con cuidado.

- ¿No quieres lo que te ofrezco? - volvió a preguntar la niña con voz tranquila, pero los ojitos llenos de curiosidad. - ¿No quieres jugar conmigo? -

-Si, pero Hermione me necesita ¿Puedes ayudarme por favor? -pregunto Harry con toda su sinceridad.

La chiquilla le vio, para luego suspirar y pensar, se puso una mano en la barbilla e inclino la cabeza. Harry aprovecho a mirar a todos aquellos en la mesa, ninguno se movía ni hablaba, tal cual, si hubieran sido petrificados, pero no. Aquel niño debía ser alguien mucho más poderoso que todos ellos o alguien que podía llevarlos a estar sentados sin chistar. Podría ser aquella misma persona que creo la esfera del ministerio y tal vez, conocía secretos muchos más profundos.

- ¡No te dejara pasar! - murmuro al final, mirando a un lado, Continuando, pensando - ¡Aun si yo te acompañara si es tu tiempo… pero creo que no… ha no se… es confuso! ¡Solo quiero jugar! -

Harry se sentó en el suelo y espero, no sabía que pasaba por la pequeña cabeza, pero algo era seguro, si aquel chico no le ayudaba, no habia forma de que encontrara a Hermione.

- ¡YA SE! - grito arrojando viento en todas direcciones, como si solo su aliento pudiera crear tifones. Se volteo de regreso riendo y extendió sus manos a Harry. Toco su pecho y surgió un destello dorado, mientras sentía algo quemar el mismo corazón de Harry, tan fuerte y potente que parecía que le saldría por la boca y respiración. - ¡Te regalo esto! ¡Así podremos jugar mucho antes! ¡Podremos ir, ver e incluso divertirnos todo el tiempo! ¡Conoceré a muchos amigos! -

No supo de que hablaba, solo observaba las dos circunferencias que se le marcaba sobre el pecho, de este salían linean todas direcciones y que se volvían alargadas y más extensas, hasta que se desvanecieron. No sabía que decir o hacer, pero la niña se giró y movió su mano.

Un portal apareció, sin marco y mostrando el otro lado.

-Sigue recto, encontraras lo que buscas- dijo el chiquillo emocionado. -Cuando lo encuentres salúdalo de mi parte y no pierdas-

- ¡Emperador, él no lo lograra…-se levantó Merlín, al instante se silenció de golpe, pues el chiquillo volteo, el cielo oscuro se volvió morado y alrededor se llenó de fuego! Por un instante su cuerpo se entumió todo y la desesperación subió por sus venas, estaba muerto, muriendo por el enojo de aquella niña.

- ¡Él ha decidido! ¿Quiénes son ustedes para contradecirlo? - pregunto con la voz infantil, pero nadie respondió. Movió otra vez el dedo y Merlín termino sentado, amordazado y con un centenar de hechizos suspendidos a su alrededor -Guarda silencio, mi amigo y yo nos estamos despidiendo-

Regreso la mirada y volvió a sonreír, el lugar volvió a ser como antes, luego la chiquilla alzo la mano y acaricio su mejilla -Ve y disfruta tu vida, te vere pronto-

Harry le sonrió, tomo su mano y asintió -Si, espero que de verdad podamos jugar mucho-

Tenía muchas dudas, preguntas y ni siquiera sabía por dónde comenzar, era un completo misterio la identidad de aquel ser y aun así lo sentía familiar. Pero no podía estar más tiempo ahí, sentía la magia de Hermione en su ser disminuir y alejarse. Se levanto y camino al portal, giro en el último momento y sonriendo pregunto - ¿Cómo te llamas? -

La chiquilla le vio y soltó una risita tierna, haciendo que la noche se volviera el día y todo se volviera más hermoso que nunca, tan cautivador que no hubiera querido marchase nunca.

-Mi siguiente nombre lo decidirás tu y ella-

Algo lo empujo, cayendo por el portal, floto durante lo que parecieron minutos, luego su espalda termino tocando el suelo de forma suave. Estaba en lo que parecía ser un lugar blanco, como una bóveda gigante pintada de forma perfecta; el suelo era otra cosa con el suelo negro, era arena de grano tan pequeño que parecía harina o polvo. Era muy suave y confortable, se hundió en ella y cada parte de su ser era abrazado en una cómoda y gigante almohada. Sus ojos se cerraron un poco, era tan placentero que el sueño le invadió y por un instante quiso dormir.

Se intento incorporar, sus brazos dolieron con solo ponerse sobre los codos, como si aquella comodidad relajara cada parte de su cuerpo al punto que hacer algo de fuerza pareciera que los rompería. Se levanto con dificultan, intentando no ceder ni al sueño, ni a esa sensación de que cada parte de su ser romperse poco a poco.

Miro a su alrededor, el portal que abrió la niña habia desaparecido, pero estaba seguro de que estaba hacia donde apareció, por lo que giro sobre sus talones y continuo recto. Los primeros veinte o treinta pasos no hubo cambios, solo una sensación de cansancio que incrementaba. Los siguientes diez se dio cuenta de cambios en su cuerpo, sus manos habían envejecido, tenía marcas de edad, le habia salido barba e incluso su el cabello le encaneció. No estaba seguro si era una ilusión o era verdad, solo que debía continuar. No supo cuántos pasos dio, solo que termino encovado, jadeando y temblando mientras caminaba con dificultad. Hubo otro cambio en su cuerpo, sin darse cuenta menguo, ahora era pequeño un infante con manitas regordetas, cara ovalada y un mechón de cabello en toda su cabeza. Aquello era tan extraño, puesto volvió a ser un niño flacucho y después casi regreso a la normalidad; aunque aún su cuerpo envejecía a cada paso.

Solo miraba hacia delante, dando un paso tras otro, a la distancia una figura se observaba, no alguien lo esperaba. Era alto, bastante alto, incluso antes de que pudiera llegar a él, noto que debía medir tanto como el doble del gigante más grande que hubiera visto. Tal vez incluso la torre más alta de Hogwarts hubiera sido pequeña a su lado. Lo interesante no era en si el, ya que solo estaba cubierto con una larga gabardina blanca con toques negros y cubriéndose la cabeza con una capucha dorada, si no las dos alas del tamaño de montañas, una tan blanca como la misma habitación y la otra negra por completo.

Si Harry hubiera estado debajo y no a una buena distancia, hubiera jurado que era un muro y no un ser. Este saco sus manos de la gabardina, mostrando que eran de hueso, tan grandes que podrían sujetar a Golgomath entre su índice y pulgar. Estiro el brazo y todo a su alrededor se movió, el polvo oscuro levantó y fue a las esqueléticas manos, se arremolino hasta formar una inmensa guadaña. Se hubiera impresionado por el tamaño, el intricado diseño o el que estuviera rematado de caras y formas humanas, incluso de criaturas.

Por un instante no se movió, luego Harry soltó aire, sintiéndose tan viejo que su voz salió débil y trémula - ¿Dónde está Mione? -

Giro la guadaña hacia Harry, el filo rasgo el lugar abriendo un agujero donde observo no solo Hogwarts destruido, sino también Londres, el archipiélago arcano, Camelot y un millar de lugares más. De un solo mandoble pudo haberlo despedazado, pero quedo suspendido a unos metros de su cuerpo, era tan grande el filo que cabría una cancha de Quidditch completa solo en la parte más delgada de su cuchilla.

-Mortal ¿No temes ante mi presencia? - pregunto una suave voz, no concordaba con la imagen, pero parecía atemporal, como si miles de personas de todas las edades lo hubieran dicho a coordinación perfecta.

Harry no contesto, no sabría ni que decir, pero recordó lo dicho por la pequeña en la otra habitación, supo que era a quien se refería -Por cierto, te manda saludo la pequeña-

La figura acerco el filo y aun si no lo tocaba, casi sintió su alma desgarrarse ante su poder. Termino inclinado sobre sus rodillas y sudando, ante un solo movimiento de aquel ser y no podría soportarlo. Harry se volvió a erguir, lo miro hacia arriba e intento ser lo más firme posible. - ¿Dónde está Mione? -

- ¡¿NO ME TEMES?! - rugieron todas las voces juntas de nuevo.

Harry no se movió, ni cuando la enorme guadaña se alzó otra vez, ni cuando la enorme figura la enfilo a su cuerpo sobre su cabeza, podría dar un tajo hacia abajo y no solo cortarlo, lo volvería nada y se perdería su ser entre aquel oscuro polvo bajo sus pies. La guadaña bajo hacia su cuerpo, con tanta fuerza y poder, que a su alrededor voces le gritaban, lloraban y chirriaba con el contacto con el aire; al mismo tiempo que a su alrededor se abrían grietas mostrando todos los lugares del mundo.

-Por que abría de temerte, eres una vieja amiga- susurro Harry cuando la guadaña estaba ya sobre su cabeza.

No hubo corte, o por lo menos lo sintió alguno que le desgarrara el alma y lo llevara morir. Solo polvo, polvo oscuro arremolinándose a su alrededor, girando y torciéndose sin tocarlo, ni siquiera parecía cerca de enterrarlo, solo giraba a su alrededor, como una corriente negra.

Se asentaron los polvos tan rápido que apenas tuvo tiempo de entender. El inmensurable ser ya no era tan inmensurable, ahora era de su estatura, parado junto a él y con la guadaña recargada en un hombro. Aun así, sus alas seguían teniendo el tamaño de un dragón. Era difícil verlo al rostro, por de alguna forma llamarlo, veía un cráneo blanco rematado con adornos negros por todos lados, desde la frente con líneas que bajaban y se ondulaban formando figuras, hasta su barbilla que parecía tener marcas de puntiagudas; pero todos esos dibujas cambiaban y eran reemplazados por otros en cada momento. Sus ojos eran diferentes, eran los clásicos huecos de las calaveras, pero ahí donde solo fuera hueso y negrura, habia dos ojos normales. Dos pares de ojos que cambiaban de color y forma; no parecía haber dos iguales, aunque muchos se parecían.

No se movió, se quedó quieto mirándolo un segundo, al siguiente su cráneo se deformo formando algo parecido a una sonrisa espectral. Harry se inclinó con respeto, estiro la mano e intento sonreír - ¡Es un honor conocerlo! -

- ¡Siempre igual! ¿Cuándo aprenderás a ir con cuidado? - dijo la figura y luego negó con la mano el saludo -Si hiciéramos eso, no podrías volver y te llevaría a mi reino-

Entonces un ruido le llegó: los pequeños y suaves golpeteos de varias cosas de algo que aleteaba, se sacudía y luchaba. Eran muchos sonidos lastimeros, pero también ligeramente indecente. Tenía la incómoda sensación de que estaba escuchando algo vergonzoso y furtivo. Giraron la mirada a su izquierda, había localizado las cosas que estaban haciendo los ruidos. retrocedió acercándose al sujeto. Las cinco formas estaban semi enterrado en la arena negra, quejándose, ahogándose e intentando subir a la superficie. Uno de ellos era un niño pequeño desnudo, la piel ajada y áspera, despellejada; y otro que parecía mucho a Tom Ryddle. Sin embargo, se fue acercando lentamente, listo para saltar hacia atrás en cualquier momento. Pronto estuvo lo suficientemente cerca para sujetar y sacar fuera de la arena, que se revolvía y arremolinaba alrededor como agua. Estaba a unos metros, podía solo estirar su mano y sujetarlos, pero no fue capaz de hacerlo. Se sintió como un cobarde. Debería ayudarlos, pero le causaba repulsión.

-No puedes ayudar. - dijo aquel sujeto. -Harry, eres un chico maravilloso, valiente y un buen hombre. Paro él se ha ganado su destino-

Harry miro el rostro desesperado de Tom y de las otras cuatro que se mantenían apenas fuera de la arena, daba movimientos bruscos, intentando escapar de aquello.

El hombre, movió la hoz, otra vez rasgueo el aire y la arena comenzó a desplazarlos, a alejarlos y llevarlos lejos de su vista. Le movió la cabeza y sonrió, o pareció sonreír -Sígueme-

Harry lo siguió cuando este se alejó a grandes zancadas llevándolo a dos sofás individuales que Harry no había notado previamente, que estaban colocados a cierta distancia. Él sujeto se sentó en uno de ellos y Harry en el otro, mirando la cara esquelética.

-Eres interesante- dijo el hombre girando la guadaña, volviéndola una pequeña hoz en su mano. - ¿Cuántas veces has estado a punto de visitarme? ¿10? ¿15? ¿200? Necesitas ser más cuidadoso-

Seguían pareciendo múltiples voces salidas de una sola bocina, pero Harry no pudo evitar sonreír ante el comentario y asentir - Si, debiera evitar estar al borde de tu dedo-

La muerte dio un golpe en su muñeca con la hoz, haciendo que sonara como metal y antes de notarlo contenía un reloj de digital de color plateado y que parecía muy caro en su huesuda muñeca - ¡Ni que lo digas! ¿Te has preguntado cuantas veces tu reloj ha estado a punto de detenerse? Siempre suena, estoy a punto de salir por ti y la alarma se apaga… es una molestia de verdad ¿Conoces el número de seres que tengo que ir a recoger? Esto es peor que ser repartidor de comida rápida en una ciudad con tránsito pesado… lo peor, no hay pizza gratis -

- ¿La muerte ocupa un reloj digital? -la curiosidad de Harry le gano.

- ¿Te gusta? Es tuyo- rio la muerte de forma extraña, luego descubrió su brazo completo, mostrando todo tipo de relojes, incluso algunos que eran de arena, de sol y hasta uno de péndulo en miniatura - ¡Es imposible tomarse un minuto en esta línea de trabajo! Así que Harry James Potter Evans ¿Qué haces aquí? A tu reloj le faltan…- miro el reloj y silbo impresionado -… un montonón de años-

-He venido por Hermione Jane Granger, ella se cruzó cuando…-

- ¡Tú y tu Mione! Son un dolor de huesos, ustedes dos son testarudos- gruño y bajo la capucha dorada, revelando que incluso tras su cráneo también aquellas marcas negras se creaban y recreaban todo el tiempo. -Déjame ver, el de ella debería estar por aquí…- rebusco en su gabardina y de un bolsillo interno saco un reloj parecido al suyo -… sipi este es-

Lo alineo con el suyo, mostrándoselo a Harry, ambos estaban perfectamente sincronizados, no entendía los símbolos en la pantalla, pero sabía que el de Hermione tenía una luz que se atenuaba y parecía a punto de apagarse.

-Odio las conexiones predestinadas- suspiro y coloco el reloj de Hermione junto al suyo, estos parecieron volverse líquidos por un momento y luego se fundieron, quedando unidos por las pantallas. -Cada vez que ocurren tengo que lidiar con un montón de falsas alarmas, con esos pequeños molestos rodando y ustedes… viniendo y queriendo recuperar a sus amados. -

-Yo… solo quiero ir a donde ella- dijo Harry intentando no sonar desesperado o aterrado.

-Si, claro que sí, siempre es igual- murmuro volviendo a bajar sus mangas ocultando los relojes -pero… ¿Estás dispuesto a vivir con ello? -

- ¿De qué habla? -

La muerte se subió la capucha y de alguna forma su rostro se volvió oscuro, solo dejando unos ojos brillosos que cambiaban de color; al mismo tiempo su guadaña regreso blandiéndose sin que la tocara, girando y terminando con la punta del filo en el cuello de Harry -Toda vida tiene una muerte, toda muerte tiene una vida… si tomas su vida, alguien deberá tomar su muerte. ¿Vivirás con ello? -

-Lo acepto-

La muerte le miro y mostro nuevamente todos sus dientes hacia arriba en una sonrisa - Por cierto… ese hechizo que has pensado por cuatro años. Es hora de que lo uses y si puedes destruir la segunda pieza de tres. Me quitara mucho trabajo de encima. -

Harry también sonrió y murmuro - Espero que luego de esos años, al fin… pueda darte la mano-

Si tenía preguntas sobre el hechizo o de lo que se refería, no pudo hacerlas, la muerte levanto ambas manos huesudas, agito la hoz a su derecha moviendo el polvo negro hacia la dirección formando una montaña en un instante. No hubo nada más que decir, la montaña de polvo oscuro le cubrió, como una enorme ola que lo llevaría a las profundidades de la tierra y; en ese instante, recordó a las criaturas con forma de Tom Ryddle, quiso correr y alejarse, pero sintió algo más. Sintió a Hermione que tras toda es montaña de arena oscura, era débil y diminuto, pero lo sentía. Donde quiera que fuera, el iría. Pero como la vez anterior solo paso sobre su persona, era la tormenta de arena más aterradora que pudiera imaginar, y solo permanencia parada en un solo lugar, esperando por volver a ver a Hermione. Y tan pronto como empezó, así termino. Se habia despejado todo un sendero donde surgieron rieles de un tren, aunque de metal blanco y negro, que se dirigían a lo lejos.

La muerte ya no estaba, solo una pequeña sombra en el horizonte. Se encamino por las vías caminando con paso seguro.

Hermione : parte 9 (Los trenes que vienen y van)

El grito seguía en su mente, continuaba y le provocaba hundirse en la oscuridad tal cual una roca en el agua. No supo que fue más frustrante y aterrador, el grito de su nombre atenuándose con velocidad o que quisiera seguir escuchando su voz.

Y cuando todo no parecía atenuarse, cuando sus sentidos se nublaron y mente se despejo, hubo un pequeño momento donde no habia nada y nadie, ni arriba, ni abajo, ni siquiera luz u oscuridad. Era pasible, tranquilo, sin problemas o nada que pudiera lastimarla. Hasta que un nombre apareció tan repentino "Harry", apenas apareció recordó toda su vida, cada momento y sentimiento, incluso la imagen de su esposo encadenado con sobras y enfrente de Voldemort. Luego no recordaba nada más.

Despertó, estaba de bocarriba, escuchando el silencio, sin poderse mover. Estaba absolutamente sola, o eso esperaba, ya que, si alguien más estuviera junto a ella, tal vez ya hubiese sonido alguno. Bastante tiempo después, o quizá en ese mismo instante, le vino el pensamiento de que debía de existir, debía de ser más que un pensamiento incorpóreo, ya que alguna superficie lisa le sostenía. Por tanto, tenía el sentido del tacto, y su vista se aclaraba más y más.

Casi al mismo instante, se dio cuenta de que estaba cubierta con algo. Le intrigaba levemente por ello, pero le intrigaba más la brillante neblina que le cubría, aunque no era como las otras neblinas que siempre había experimentado. Los alrededores no estaban ocultos por vapor nublado; más bien el vapor nublado no se había formado a su alrededor. El suelo en el que estaba parecía ser blanco, ni caliente ni frío, simplemente así, un espacio liso y blanco en el que estar.

Se puso en pie mirando alrededor ¿Estaba en alguna gran Sala de los Menesteres? Cuanto más lejos miraba, más se veía, un gran techo abovedado de cristal brillaba en lo alto bajo la luz del sol. Tal vez era un palacio. Todo estaba silencioso y quieto, tanto que por un instante inquieto a Hermione.

Giró lentamente, y los alrededores parecieron inventarse a sí mismos ante sus ojos. Un gran espacio abierto, brillante y limpio, una grandiosa sala mucho más grande que el Gran Comedor, con ese límpido techo abovedado de cristal. Estaba bastante vacío. Pero pudo reconocer un par de cosas, como los enormes arcos y, si era posible, un desnivel, en el cual vías de tren corría. Era una estación de tren, podría ser Kings Cross, aunque era la única persona allí y por lo general solía tener personas a todas horas y trenes saliendo y entrando.

Tan pronto como pensó en los trenes, la neblina se aclaró, revelando muchos más andenes. Retrocedió impresionada. Sin embargo, su espalda toco algo, haciendo que girara bruscamente encontrándose con un tren, estacionado y sin humo saliendo de la locomotora.

Se acerco a su ventana, aun si no habia vidrio alguno, adentro solo habia los mismos compartimientos que habia visto durante años, solo que limpios, tan limpios que eran blancos; afuera era otra cosa realmente extraña, las ruedas parecían contener algún tipo de arena negra. No tenía idea de donde estaba o que estaba pasando, solo que no debía estar ahí. Trago duro y se alejó de la ventana retrocediendo, entre más miraba sentía que era mucho más peligroso permanecer ahí.

Salto al escuchar pasos lentos caminando y resonando por el tren, espero sosteniendo el aliento, esperaba que fuera aliento real. Trago duro cuando la puerta se abrió, encontrándose con una cabellera desordenada y azabache, la sonrisa traviesa e incluso la misma estructura corporal. Andaba hacia ella, directo hacia ella con una maleta de mano y una sonrisa ancha, vistiendo con una chaqueta de cuero y pantalones de pana café.

- ¡Hermione! -grito otra voz, saliendo detrás y antes de que supiera una maraña de cabello rojo le cubría el rostro y unos brazos delgados le apretaban con una fuerza sobrenatural - ¡Hola, cariño, ¿Cómo has estado?!- pregunto la pelirroja a su lado.

No podía hablar, aquellos ojos verdes eran hipnotizantes y su sonrisa, de verdad eran iguales.

-Pero están… ¿Estamos muertos? -murmuro Hermione-

-Oh -dijo el hombre mirándose las manos, sonriendo y luego exagerando en una mueca de sorpresa - ¡No me habia dado cuenta! ¡Gracias por la información nena! -

-Siento que mi marido un estúpido bromista y sarcástico, siente que no tenemos mucho tiempo, cosa relativa en este punto y que no importa mucho en este lugar-

-No sé por qué, pero siento que acabas de regañarme- dijo el azabache con una sonrisa traviesa y colocándose bien los anteojos -Aun así, es un gusto conocerte linda, debimos presentarnos mucho antes y hablar contigo, pero entenderás que no fue nuestra culpa-

-Entonces … ¡Estoy muerta! - Soltó Hermione entendiendo de golpe y al momento recordó la maldición asesina dirigida a su esposo, el cómo se movió y le dio de lleno en el pecho.

-Ah -dijo la chica de cabello rojo, sonriendo más abiertamente-. Esa es la cuestión ¿no es cierto? En conjunto, querida, creo que no. Aun no del todo-

Se miraron mutuamente, la mujer era muy joven, cerca de su edad todavía sonriendo.

-¿No? -repitió

-No -dijo el azabache con una leve risa -Espero que el significado de no cambiara en estos años, sería muy problemático para nosotros-.

-Pero… -Hermione levantó instintivamente la mano hacia donde la maldición asesina le golpe, aun recordaba la electricidad y luego la sensación de vacío -Pero debería haber muerto… ¡Me dio de lleno! -

-Si y no -dijo La chica asintiendo, luego le tomo del hombro, y comenzaron a caminar. No se habia percatado de unos bancos que estaban a solo unos metros. -Tu sacrificio por mi hijo, marco toda la diferencia-

-Vamos niños, tienen que ser más considerados con Hermione, ella ha de estar muy confundida- dijo una tercera voz saliendo detrás de las piernas del hombre.

No podía ni creer lo que veía, o si es que veía algo, puede que fuera su cerebro o su alma, para ese punto consideraba cualquier cosa posible. Ya que en aquel momento estaba delante de Lily Potter, James Potter y Priscob. Los tres se vieron y Priscob avanzo, mientras le extendió la mano; ahora que lo veía era el mismo viejo duende que conoció, solo que la barba la tenía bien recortada y sus ojos, antes blanco, ahora tenían un color azul que parecían haber sido hechos con pintura.

La felicidad parecía irradiar Lily Potter era como una luz, como fuego resplandeciente. Hermione nunca había visto a alguien completa y palpablemente satisfecho.

-Explíquese -dijo Priscob, parando delante de ellas, aun sentadas, eran mas altas que el duende.

-Entonces cariño ¿Cómo le explicamos? - pregunto el señor Potter soltando una risita que le hizo regresar en sus sentidos. Se movió a un lado y se adentraron sin decir una palabra más. -Ahora, sé que tienes preguntas y que no has de entender nada, más te parece si vamos punto a punto-

Hermione vio al señor Potter, su rostro y rasgos eran idénticos a Harry, aunque su esposo era un poco más alto, con más musculatura y una mirada diferente. No solo en el color, sino también en cuanto a que Harry sus ojos parecían haber visto muchas cosas, notabas que en su interior guardaba secretos y cosas muy oscuras que jamás dejaría salir; James tenía unos ojos claros, divertidos y sin oscuridad.

-Se que soy guapo, pero no te enamores por favor- dijo el señor Potter con aquella sonrisa traviesa ensanchada.

- ¡James! - soltó la señora Potter, poniendo las manos en las caderas y alzando la ceja con el ceño fruncido, se notaba molesta - ¡Ella es la esposa de tu hijo! ¡Contrólate o eso de tortura eterna se aplicará! -

-Solo juego- dijo James sin soltar su sonrisa -Soy todo tuyo, lo sabes bien…-

-Vinieron por mi ¿Cierto? -

Hermione no sabía cómo sentirse, acababa de dejar a Harry solo, aunque consideraba que Ron y los demás lo intentarían ayudar, incluso a sobrellevar su muerte, ella sabía que le llevaría años en sobreponerse. La vida le habia quitado casi todo antes de saberlo y ahora, cuando estaba a punto de obtener una familia, una vida y un futuro, ella lo dejaba. Se molesto consigo misma, pero no se arrepentía de salvarlo.

-No mi niña- dijo Priscob con cariño -Y no, aún no está muerta. Hay mucho que hablar-

-Bien ¿Por dónde comenzar? - dijo la señora Potter con la mirada en ella, sus ojos verdes estaban igual de claros que los de James y se preguntó, si vivieran ¿Les dolería tanto como a ella notar las heridas de Harry? Y ¿Cuánto sabrían de su hijo? - No has muerto, no tal cual la palabra morir, ahora mismo estas en un limbo, un espacio entre el mundo de los vivos y el mundo de los muertos. No hay nada aquí, ni siquiera ellos están presentes. -

- ¿Ellos? - pregunto Hermione sin pensarlo.

-Tema complejo- suspiro el señor Potter, abrazando a su esposa. -Solo diré que hay magos que son escogidos para manipular la magia que baja al mundo de los vivos, y "ellos" son seres a los que… son muy conocidos y no podemos hacerlos enojar. No contamos con el conocimiento o poder para explicarlos. Pero para lo que venimos no es necesario-

-No estoy entendiendo-

-Mi niña, digamos que si tu estas aquí en el limbo, es que te has perdido, estas a punto de morir y por lo único que no lo has hecho es por tu conexión con mi niño, Harry- dijo Priscob como aquella vez en la enfermería, solo que con la voz fuerte y sin lucir tan viejo como era -Pronto se decidirá tu destino, a donde vas y si hay alguna posibilidad de regresar al mundo de los vivos. -

Seguía sin poderse mover como quería, ahora comprendía la sensación de estar donde no debía, de estar en peligro y no poder entender nada a su alrededor. Esperaba que aquellas palabras fueran ciertas, pero el hechizo le dio de lleno, Harry estaba muy herido y no creía que pudiera evitar los efectos de un maleficio asesino.

-Recuerda lo que te mencione el día que nos conocimos- dijo Priscob con una sonrisa -Los anillos …- señalo su mano y hasta ese momento se dio cuenta que el anillo estaba aún en su dedo y que brillaba con un aura dorada-… crean una conexión única entre magos, lo suyo es tan verdadero puro y fuerte, que creo una conexión entre sus almas y sus corazones irrompibles. Y estarán ligados de por vida... ahora … podría decir que también en muerte, mientras uno esté bien el otro no podrá morir a menos que los dos sean atacados a la vez. Comparten el mismo destino, su conexión ha sobrepasado lo que pensé que llegara a ser-Priscob sonrió.

Aunque su corazón bombeaba en su pecho con mucha fuerza.

-Así que aquí estamos- dijo el señor Potter sonriéndole - Aprovechando el que estas aquí para conocerte, verte y agradecerte-

-No podíamos dejar ir esta oportunidad de conocerte cariño y mucho menos de poder agradecerte todo- dijo la señora Potter levantándose, cambiándose a su lado y tomando su mano con suavidad, era muy cálida, reconfortante y casi sentía el amor que podría dar aquella mujer.

- ¿Agradecerme? -

-No tenemos mucho tiempo, nunca nos dan demasiado- dijo el señor Potter mirando hacia los rieles del tren, donde noto que estos se dirigirían a un túnel que brillaba de blanco, sonrió mucho entre una leve risa -Se acerca y muy rápido… como siempre parece imparable-

-Es porque lo es. Hasta ahora no he visto que se detenga, menos cuando se trata de usted- dijo Priscob mientras cruzándose de brazos y pareció muy orgulloso por algo - Pero eso nos deja con que tenemos unos cuantos minutos más-

- ¿No que el tiempo era relativo? - pregunto el señor Potter tan travieso como podía sonar.

- ¡James, concéntrate! - dijo la señora Potter y le miro al rostro sonriendo, luego se acercó y beso su mejilla. Sonrojando a Hermione y haciendo que se sintiera cálida -Claro que agradecerte cariño, por ayudar a Harry, por regañarlo, por compartir tu vida con la suya, por… estar cuando más solo se sentía, por evitar que la oscuridad lo obtuviera y… por amarlo-

Hermione se mordió el labio interior y presiono sus manos, mientras negaba- No es necesario, yo lo amo y solo he hecho todo lo posible. He fallado en mucho y no pude ayudarlo en mucho tiempo, le he dejado una carga que soporto solo por mucho tiempo y…-

-Eres humana, no un robot o un ser celestial… obviamente que no todo saldría bien, que querías ayudarlo y no habia forma de hacerlo bien, pero hiciste todo lo que estaba en tus manos. - continuo el señor Potter sonriendo mucho y una mirada triste apareció de la nada - Nuestro deber era protegerlo, cuidarlo, enseñarle y verlo crecer… fallamos también. Ni siquiera pudimos evitar que callera con sus tíos y los siguientes años de su vida fueran de lo peor-

-Pero ustedes si lo protegieron y su amor ha hecho que sea posible todo lo que ha logrado- intento soltar Hermione, pero la señora Potter le hizo verla y sonrió.

-Solo en el comienzo, pero vimos a Harry todo el tiempo, sabemos que es un chico que conoce la soledad mejor que nadie, que ha pasado días encerrado en un lugar pequeño, oscuro y sin una cosa que pudiera llamar suya, que ha soportado estar con personas que los desprecian y maltratan... Incluso ha llegado a vivir 11 años sin una persona que le demostrara cariño genuino. Su mentalidad de supervivencia y estancia en un lugar se trastorno, día a día hacia lo necesario para llegar al siguiente y jamás algún sitio fue un hogar. - pequeñas lagrimas salían de la señora Potter, sus manos la sujetaban tan fuerte que temblaban -Hasta que los conoció, hasta que llegaron a su vida sus dos amigos. Dos amigos que llamo familia, que sintió como su hogar y que le hacían sentir felicidad pura por primera vez-

-Pero… no fuimos los mejores para él. Ron le dio la espalda una vez… y yo…-

- ¿Y qué persona es perfecta? ¿Quién no ha hecho algo por coraje, celos o incluso envidia? - dijo James con la mirada recordando algo, tal vez el que era el atormentador del profesor Snape. -Vimos a Harry querer abandonar, querer alejarse de todo y no volver más. Pero mi muchachito aprendió a vivir sin nada, a continuar aun cuando todos a su alrededor lo señalaban y repudiaban. Y por lo único que continuaba quedándose aun si todo estaba en su contra, era por aquellos que le dieron un cariño sincero, una familia y hogar… Ron y tú se volvieron parte de él. -

-Y si hablamos sinceramente, Harry no es tampoco perfecto, ha hecho tonterías y ha tendido a dudar también. Pero aun si todo se ponía mal, aun si se enojaban y si sus pensamientos no eran los mejores, ustedes jamás dejaron de cuidarse- continuo la señora Potter mientras intentaba sonreír y no llorar -El pasado de Harry lo ha marcado mucho y lo que lo ha hecho ser como es... Lo que ha marcado su piel y lo que le ha hecho temer y amar... Lo que le hace sonreír y odiar... Sabe el dolor, tristeza y soledad que se siente al no ver a un ser amado. -

-Tal vez solo sea mi pensamiento, pero hay mucho que analizar y ver de una vida. No puedes solo concentrarte en un momento y ya... Debes ver su pasado, sus emociones, sus pensamientos, personalidad... ¿Cómo plasmar algo tan complejo? ¿Cómo descifrar y deshilar cada paso? Cuando con cada movimiento tiene tanto detrás y puede modificar todo tu futuro... Tiene un pasado, un presente y un futuro... Por lo tanto, no solo hablamos de lo que no han hecho o lo que se hará, hablamos de lo que le han dado y que es lo que les hace estar unidos. De lo que hace que ames a Harry y lo que él hace te ame-

-No es alguien tan simple... -murmuro Hermione ya también llorando a la par de la señora Potter.

-Por supuesto que no- dijo la señora Potter acariciando su cara -Pero has dado la vida por mi hijo, no pensaste en tu vida o en esos malos momentos, si no en protegerlo. Por eso te agradezco como madre, por amarlo hasta ese punto-

Hermione abrazo a la señora Potter, llorando y sintiendo que ahora comprendía un poco mejor el gran amor de madre que sentía. Sus lágrimas caían, aunque solo desaparecían en la blancura del sillón. Por un lado, se sentía cálido y otro muy frio como si un soplo gélido le recorriera la piel.

-No podemos ayudarte, ni siquiera señalarte un camino- dijo Priscob que sonreía y entrecruzaba los dedos en su regazo-pero ya no es necesario, ustedes han hecho su camino y avanzado a pasos monumentales, más de lo que creí-

No podía hablar, las palabras se atragantaban en su garganta y una sonrisa temblaba en sus labios. El corazón le latía con tanta fuerza que podría ser un paro cardiaco si estuviera en su cuerpo real. Estaba temblando otra vez, pero era muy diferente al terror que con anterioridad sintió, o mejor dicho era completamente opuesto.

-Gracias, yo… siempre me pregunte si ustedes, me querrían en la vida de su hijo. Si estuviesen de acuerdo en que me volviera su novia, su prometida y su esposa- gimió.

Ambos le sonrieron, y la mano suave de la señora Potter acariciaron su cabello y mejilla. Permanecieron en silencio unos segundos, como si esperaran algo, o sintieran algo afuera, ya que el señor Potter y Priscob voltearon con cuidado.

-Nuestro hijo te ama- dijo la señora Lily mientras continuaba mirando sus ojos -y tú lo amas. Es suficiente para nosotros y por ello también te amamos cariño-

Hermione intento sonreír, pero no podía ni controlar sus lágrimas.

El rostro del señor Potter volvió a girar la mirada hacia aquel pasillo brillante-Lo está enfrentando en este momento- dijo el señor Potter levantándose algo serio- Llegara dentro de poco y para ese momento varias reglas de la existencia se romperán, debemos estar fuera antes de que quedemos atrapados-

- ¿Atrapados? ¿Qué reglas? -

-Aún hay mucho para aprender, no olvides eso y no dejes que Harry pierda el rumbo-dijo la señora Potter con tristeza se levantó acariciando sus manos - Si hubiera la oportunidad, hubiera deseado verlos volverse familia y a mis nietos, pero nos queda poco y tendremos que rencarnar -

- ¿Volverán a la vida? - pregunto Hermione desconcertada - ¿Y Harry?

La señora Potter le sonrió con ternura mientras le besa una mejilla otra vez, haciendo que se volviera a sonrojar.

-Es nuestra decisión y ciertamente ya nos hemos despedido de Harry- dijo el señor Potter acariciando su cabello como si aún fuera una niña pequeña-El vendrá en unos momentos y si estamos aquí, podría obsesionarse con encontrarnos otra vez, esperando mucho más de lo que jamás se podrá y evitaría que continue viendo adelante-

- ¡Como madre quisiera verlo y hablar con el!¡Pero su vida es mucho más importante que eso! -Suspiro la señora Potter mientras le miraba con una mirada que le dio entender su dolor - ¡Lo único que me permite continuar, es que ha encontrado un hogar, una familia y alguien que lo ama sin reglas o limites! -

-Aun así, sigue siendo alguien que se tiraría de cabeza de una roca enorme- rio el señor Potter alejándose hacia la puerta seguido de Priscob el cual espero atrás. -Te agradecería que le enseñaras a no hacerlo-

-Pero es muy testarudo y… siempre me convence…- dijo Hermione empezando a desesperarse-… no sé qué hacer ahora. -

-Solo espera, se paciente y lo sabrás- dijo Priscob con una leve risa- Se que no hay forma de que pueda expresar lo mucho que han aprendido y crecido, pero me alegra verlo y poder decir que han heredado la fuerza de sus predecesores. Me alegro mucho haberte conocido y dejar el futuro en tus manos. Por eso he venido a verte una última vez y despedirme Hermione-

Se pararon y le dieron una mirada, no podía dejar que se fueran así, aun no entendía todo y tampoco les habia hablado todo lo que pensaba y lo que deseaba preguntarla.

-Señora Potter- comenzó Hermione intentando no sonar desesperada.

-Ya no soy la señora Potter- dijo Lily mientras le tomaba la mano y mostraba el anillo-Ahora tú eres la señora Potter y- Le observo como si estuviera muy orgullosa -La tienes- continuo Lily mirándola con una enorme sonrisa -Tienes nuestra bendición, se feliz Hermione, y has que Harry te haga feliz-

- ¡Pero tengo tantas preguntas… -Comenzó en un desesperado intento de que no se fueran

-No necesitas las respuestas- dijo James, luego le abrazo. No lo había notado, pero era igual de alto que ellos dos y parecían muy jóvenes, tanto que solo le llevaban un par de años más. -Mi muchachito tienes suerte de que lo amas, y considero que tienes el amor de mi hijo así que cuídalo-

-Considero que la siguiente era será mucho mejor-dijo Priscob sonriendo mucho - Después de todo los tienen a ustedes-

-Gracias- dijo Hermione al verlos caminar directo a la salida resplandeciente, estiro las manos, pero algo la detuvo, como si solo pasara el umbral con un dedo le llevaría lejos. - Yo haré todo lo que pueda, intentare cada día ser mejor, les prometo que Harry no tendrá que estar más solo o perder a su familia otra vez. Les prometo que derrotaremos a Voldemort y viviremos felices, seremos familia siempre-

-En vida y después de la muerte… - susurraron ambos, afuera junto a Priscob.

-… siempre, los amaremos- susurro Hermione al momento que cruzaron la luz.

-Adiós - susurro Hermione en el solitario lugar.

Sin nada que hacer o sin nadie que escuchara su voz ¿Qué le quedaba hacer? Le habían dicho nada, más estaba segura de que aquello la enloquecería. Pero antes de saberlo, pasos comenzaron a sonar, fueron un par de pasos muy suaves, casi imperceptibles. Se pregunto si Lily o James podrían regresar olvidado decirle algo, si alguien más la visitaría; parecía absurdo que eso pasara, pero no podía confiarse en nada. Pero algo salto en su corazón.

Los pasos sonaron fuertes, le hizo mirar por las vías, entonces sus lágrimas surgieron otra vez, su sonrisa fue ancha y se arrojó a su cuello mientras reía y le abrazaba. Aspiraba su aroma, sentía su mano en su cabellera e incluso como le sujetaba como si nunca lo hubiera hecho. Acababa de verlo hacia unos instantes, aunque no de la mejor forma y casi acorralado por un centenar de mortifagos; verlo tan bien como estaba era un consuelo y le hizo sentirse segura otra vez.

- ¿Que estás haciendo aquí? -pregunto Hermione con llanto mientras lo apretaba más.

-Hola amor, yo también te he extrañado mucho ¿Cómo estás? -dijo Harry entre risas mientras entraba cargándola y la puerta se cerraba a su espalda. Aquellas palabras le recordaban mucho a otra ocasión.

Aun así, Harry la miro a los ojos, ella sonrió un poco y se aferró a su cuerpo, oliendo su aroma, sintiendo su calor y su corazón palpitando. Estaba feliz y segura sin dudas, pero su mente recordó la batalla, las peleas y sufrimiento, las personas que se habían quedado en Hogwarts. Todo le llego tan de repente que soltó a Harry y dio dos pasos atrás observando sus ojos, que, aunque no era su intención, se vieron confundidos y un poco lastimados.

- ¿Qué sucede amor? - pregunto.

-No deberías estar aquí- dijo Hermione tomando su rostro y mirando sus ojos, la preocupación, miedo y impotencia le invadieron -Tu eres la esperanza de todos ¡NO DEBISTE! ¡NO POR MI! -

El pelinegro le miro desconcertado y por lo que noto, sin poder procesar cada palabra que le decía.

- ¿De qué hablas Mione? - cuestiono un muy confundido Harry, tomando sus manos en su rostro y acariciándolas con el pulgar - ¿No debí? ¿A qué te refieres? Estamos casados ¿Recuerdas? juntos en la vida y en la…-

- ¡NO! - grito Hermione, mirándole a los ojos, los cuales se veían más y más adoloridos. Pero ella no lo soportaba, no quería ni pensar en lo que tuvo que hacer Harry para llegar a ella. - ¡TU TENIAS QUE VIVIR! ¡TENIAS QUE DERROTAR A VOLDEMORT! ¡TENIAS QUE SER QUIEN CONSTRULLERA UN NUEVO MUNDO MAGICO! ¡TU TENIAS QUE…-

Tenía la respiración tan agitada, que no parecía llegarle aire a sus pulmones, aun así, no importaba, ya no en ese momento, no cuando estaban los dos ahí y sin poder hacer nada más.

- ¡NO TENIAS QUE MORIR POR MI! - Grito Hermione separándose y dando pasos hacia atrás, intentando que le dejaran de temblar las manos y la voz no se le entrecortara - ¡TENIAS TODA TU VIDA POR DELANTE Y YO…! ¡YO… YO TE LA HE ARREBATADO! –

- ¿Y tú si tienes que morir por mí? - murmuro Harry. Su mano sobo su cuello, mientras que parecía cada vez más enojado, su entrecejo se frunció del todo y una mueca muy pronunciada se perfilo en sus labios. Estaba molesto, parecía que por primera vez el enojo de su esposo era dirigido hacia ella. - ¡Tú también tienes tu vida por delante! ¿Por qué cortarla por mí? - su voz se volvió tan fuerte que de la nada grito - ¡¿YO SI TENIA QUE VERTE MORRIR?! ¿POR QUE TENIA QUE TENER UNA VIDA SIN TI? ¿POR QUE SALVARIA AL MUNDO, SI TU NO ESTAS EN EL? ¿POR QUE MI CORAZON SE TENIA QUE DESGARRAR Y DESANGRAR SOSTENIENDO TU CUERPO? ¡DIME! -dejo un momento donde su voz soltó un sonido lastimero y pareció perder la voz - ¿Por qué tenia que vivir mi peor pesadilla? –

Hermione apretó las manos a su costado, con tanta fuerza que podía haberle cortado las palmas con las uñas o incluso entumirse, temblaba y lloraba desconsoladamente. Los gritos de Harry golpean su corazón con fuerza, le dolía tanto o mas que cualquier herida y sentía como las lagrimas pesaban tanto en su rostro.

Mas a pesar de que su voz se rompiera, de que su cuerpo no pudiera moverse y de que en cada palabra surgiera dolor, dijo - Porque yo tampoco podría verte morir a mis ojos… porque una vida sin ti se volvería un segundo infierno para mí, me volvería loca y desquiciada al no sentirte. Por qué ya no tendría fuerzas para levantarme por las mañanas, porque por las noches desearía ira tu lado y no lograría ser feliz hasta estar a tu lado. ¡YA HE ESTADO SIN TI, SIN SABER DE TI! ¡SIN SENTIR TU VIDA Y ORANDO CADA SEGUNDO POR QUE REGRESARAS A MI! ¡ESOS MESES ME PARECIERON DOLOROSOS ¿QUE CREES QUE ME PASARIA SABIENDO QUE ESTABAS MUERTO?!-

Las lagrimas bajaban por los ojos de Harry, al igual que los de ella, sin control alguno, sin que pudieran detenerlos y cayendo tan sonoramente al suelo, como si fueran pesados.

Hermione no lo soporto más, avanzo y choco los puños contra el pecho de Harry, con la poca o nada de fuerza dio golpes temblando - ¿TU PESADILLA ES VERME MORIR? PUES LA MIA TAMBIEN ES VER TU MUERTE…PERDERTE…VIVIR SIN TI- Gimió Hermione dejando de pegarle, ocultando su rostro en su pecho y soltando más llanto.

Harry le sostuvo sin emitir más palabra, paso sus brazos por su espalda de forma protectora y la sostuvo contra su cuerpo con fuerza. Podía sentir su respiración, sus manos fuertes sujetándola y el calor que emanaba, tranquilizándola. Aun así, pasaron minutos, tal vez una hora o más, en los que ninguno dijo nada. Hermione no quería que le soltara. No quería pelear con él, tampoco gritarle o que le gritara porque ambos sentían lo mismo por el otro, ambos tenían la misma posición hacia al otro y sin lugar a duda estaban juntos. Comprendía el dolor de Harry por verla siendo atacada por el maleficio asesino, y también que sabía que, si él hubiera sido atacado, ella hubiera sufrido mucho; pero ambos estaban lidiando con algo que esperaba no pasara en cien o más años.

-Soy muy feliz a tu lado, mi corazón está contigo, te pertenece y siempre se quedará contigo; No importa el lugar o tiempo, estaré contigo siempre… Pero no lo vuelvas a hacer- susurro Harry depositando un beso en su cabellera -Y tampoco lo volveré a hacer-

Asintió en su pecho, pero murmuro -Claro, te amo-

-Te amo- contesto Harry levantándola del suelo, haciendo que ella enrollara sus piernas alrededor de su cadera, quedando un poco más alta y se miraran a los ojos, no era necesario decir más.

Acababan de tener su primera pelea marital y de alguna forma habia sido por que el otro no podría concebir la idea de tener que ver morir al otro. Continuaron mirándose sin hablar, la comprensión de lo que habia ocurrido se aposentó gradualmente sobre ambos en esos largos minutos, como suave nieve cayendo.

-Ya estamos aquí, todo este hecho y no podemos volver-

Un leve movimiento en la boca de Harry surgió, haciendo que abriera los ojos, notando que su esposo estaba dando una sonrisa y parecía a punto de reír. Y por un instante sintió que Harry sabia algo que ella no. - ¿Qué has hecho? -

- ¿Por qué siempre tengo que hacer algo? - pregunto Harry intentando no sonreír.

-Entonces ¿Por qué la risita? - pregunto Hermione pegándose más a su cuerpo.

Suspiro Harry -Porque …tenemos que volver-

- ¿Tenemos elección? -

Harry le sonrió- Creo que sí, si ambos decidimos regresar; lo haremos juntos-

- ¿Y luego hacia dónde? -comento Hermione sin dudar de sus palabras

-Continuar avanzando-dijo Harry simplemente. Silencio de nuevo.

-Voldemort, lo vi- comento preocupada -Su cuerpo, su forma…-

-Cierto. Voldemort ha aprisionado almas y se ha vuelto una quimera- concordó su esposo.

- ¿Podrás derrotarlo? -

-Por ti, destruiría el mundo hasta dejarlo en cenizas, acabare con cualquiera e iría a cualquier lugar -dijo Harry sin titubeos -Así que pídeme que salve el mundo porque lo conseguiré, daré todo de mi si lo anhelas ¿Dime que deseas? -

Hermione suspiró, sabía que su esposo no estaba jugando, que no eran lindas palabras y que está dispuesto a hacer de todo por ella. No creía merecer tanto, aunque ella haría lo mismo por Harry, ella esta dispuesta a dejar todo si el sí lo pedía. Abandonar ese lugar no sería ni de lejos tan duro como había sido no estar a su lado, pero era reconfortante y había luz y paz allí, y sabía que se dirigían de vuelta a la guerra y al miedo de más pérdidas. A un lugar donde solo les esperaba una batalla violenta y llena de dolor.

Harry esperaba su respuesta, pero no tenia una respuesta clara, solo que deseaba estar con su esposo, crear un futuro y para ello ese lugar era lo correcto.

- Regresemos con nuestra familia-

Harry asintió y se acerco a sus labios, ella sonrió al sentir su frente contra la de ella, su nariz rosándose con la de el y su aliento.

-Dígame una última cosa -murmuro Hermione- ¿Esto es real? ¿O ha estado ocurriendo dentro de mi cabeza? -

Harry le sonrió ampliamente, y su voz sonó feliz y fuerte en los oídos a pesar de que la brillante luz estaba entrando por las ventanas y la puerta, haciendo todo tan blanco que llegaba a ocultar cada espacio de la estacion -Por supuesto que está ocurriendo en nuestras cabezas, pero también es real. – El beso fue cálido y lleno de cariño, la luz los baño por completo y cerro los ojos. El tren sono con fuerza.

Estaba acostada con la cara pegada a una especie de plástico y manta. El olor del sangre, sudor y humo llenaba su nariz. Podía sentir el sofocante calor y un leve sudor que le recorría desde el cuello y bajaba por su clavícula, su cabello estaba sobre su frente y le molestaba. Cada centímetro de su cuerpo le dolía y el lugar donde la maldición asesina le había dado le dolía como si hubiera sido golpeado con acero. No se movió, permaneciendo en el mismo lugar intentando ubicarse, parecía haber mucho movimiento a su alrededor, cientos de personas y voces, incluso llantos y gritos.

Cuando su vista se abrió y se aclaró, noto a Harry delante de ella, tenia la cara llena de golpes que empezaban a amoratarse, rasguños sangrantes y lucia pálido. Intento mover su mano para alcanzarlo, pero estaba bien sujeta, sentía los dedos de Harry entrelazados a los suyos, obligándola a tener que hacer mas fuerza al mover su mano intentando hacer que reaccionara. Sabia que todo lo visto y escuchado fue real, o por lo menos en su mente; pero la sensación de impotencia y desesperación la urgían en tocarlo e intentar que reaccionara.

Logro levantar su brazo y con la mano libre dejarla caer suavemente sobre su mejilla, estaba fría y sudada. Su alivio fue grande cuando noto como su boca semi-abierta soltó un leve sonido y luego sus parpados comenzaron a abrirse con lentitud. Sus ojos verdes poco a poco aparecieron, notando que estaban mirándola fijamente, la sonrisa en sus labios fue ancha, antes de que este soltara un par de lagrimas que recorrieron su rostro, borrando un par de motas de sangre.

-Amor- susurro Hermione y se acercó más, aunque apenas su cuerpo respondía, estaba muy pesado, como si no lo hubiera utilizado en mucho tiempo.

-Hola- soltó Harry también moviéndose hacia ella, abrazándose y soltando un poco de la tristeza que hacía minutos los envolvió.

Se miraron por unos instantes, hasta que notaron que todo lo de alrededor dejaron de moverse o, mejor dicho, que estaban notando algo extraño pasar. Y no eran que los medimagos pasaran a su lado sin prestarle atención, o las personas en las camillas, muchas llenas de sangre y suciedad, o los llantos por todas partes.

Fue algo un poco diferente, algo que los trajo de regreso de golpea a la guerra y les hizo despabilarse.

Se oían susurros y murmullos que llenaban el aire. La voz de Voldemort resonó desde las paredes y el piso, y se dio cuenta de que estaba hablando para Hogwarts y todos aquellos que aún peleaban en el castillo lo escucharían tan claramente como si estuviera parado detrás de ellos, sintiendo su aliento en sus cuellos, como un soplo de muerte.

{-Han peleado valientemente -} dijo la voz, fría y aguda {- Lord Voldemort sabe valorar el coraje. Aun así, han sufrido grandes pérdidas. Si continúan resistiéndose a mí, todos morirán, uno por uno. No quisiera que esto pasara. Cada gota de sangre mágica que se derrama es una pérdida y un desperdicio. -}

Harry gruño, le miro y ambos lo sabían, debían dejar toda pregunta y platica a un lado, acabar la guerra era lo principal.

{-Lord Voldemort es piadoso. Mis tropas se han retirado para darles un respiro. Tienen una hora antes del alba. Prepárense para una muerte con dignidad. Traten a sus heridos. -}

Harry soto su mano con suavidad, mientras le ayudaba a intentar incorporarse, más cuando todo el mundo estaba quieto y miraba el techo con ojos llenos de terror.

{-Ahora les hablo a la orden del fénix y Pendragon, Harry Potter y Hermione Granger han muerto. Él ha venido a enfrentarse conmigo, y perdido, y los que seguirán serán sus amigos y familiares. Dumbledore también ha caído, no es más el más grande mago de esta era, así que no crean que tienen escapatoria o esperanza. Ríndanse ante mí, tienen esta hora, todo aquel que se presente a las afueras de la entrada principal, tendrá una posibilidad de perdón. Si cuando acaben con sus heridos, vengan, al término de esa hora si no han venido a verme, si no se han rendido, entonces la lucha se reiniciará. Pero esta vez yo mismo entraré en la batalla, y uno a uno les castigaré; cada hombre, mujer o niño que trate oponérseme morirá. Una hora. -}

Todo el mundo comenzó a alterarse, a gritar a entrar en pánico, a moverse y a no saber ni que hacer, muchos se quedaron estáticos moviéndose como péndulos. Otros se tiraron al suelo o se quedaron en cuclillas. Se notaba el duro golpe de las palabras de Voldemort.

Cuando al fin Hermione y Harry estuvieron parados, notaron dos cosas, la primera que nadie les prestaban real atención y segunda, que de verdad estaban las cosas mal. Daphne y Luna estaban a un lado sentadas en una abollada camilla y mirándose una a la otra, con caras que dejaban claro que algo malo estaba sucediendo.

- ¡Chicos! -dijeron las dos saltando y poniéndose de pie - ¡Que alivio! ¡Todos creímos que…-

-No, estamos bien- dijo Hermione con rapidez. - ¿Qué ha pasado? –

-Hay muchos heridos y no tenemos suficientes medimagos, no se salvarán todos- dijo Daphne con cara compungida y de impotencia.

- ¿Dónde está Ron? - pregunto Harry entre desesperado y preocupado.

Daphne y Luna se miraron sin decir palabra. Harry la vio y sin esperar más avanzaron entre la multitud de magos y brujas, entre los duendes, centauros, hombres lobo y fantasmas.

- ¡ESPEREN! - grito Luna, pero no le hicieron caso.

Faltaba una hora más o menos para el amanecer, y no podían darse el lujo de parar. Daphne y Luna les siguieron sin emitir palabra, intentaron hablar con ellos, pero ninguna pudo evitar que continuaran avanzando entre la multitud. Se apresuraron por entre las camillas, buscando un rostro conocido, o por lo menos a Ron.

Sin los destellos luminosos, ni explosiones, gritos o exclamaciones, parecía que todo habia concluido; aunque los llantos, gritos de dolor y personas muy lastimadas contaban otra historia. Incluso cuando los medimagos intentaban evitar hacer desastres, podía notar la sangre en el suelo y personas, en las batas verdes e incluso como algunas mantas estaban por completo bañadas en el líquido carmesí.

La habitación estaba repleta, que estaba siendo sofocante. Los sobrevivientes se mantenían abrazados en grupos. Los heridos estaban siendo tratados de forma rápida, pero entre avanzaba notaba la mirada que giraba ellos. Incluso vio a Firenze se encontraba entre los heridos, emanaba sangre de su costado, y se sacudía desde donde estaba tendido, incapaz de ponerse de pie. Y no era los únicos, cada criatura que observaba tenia heridos, incluso los duendes.

Los muertos se encontraban en una fila en el medio del salón. Observo que muchos tenían mantas sobre sus cuerpos, otros destapados y solo algunos más con sus familiares llorando a sus costados.

- ¡RON! - grito Harry adelante y entonces lo vio.

Su amigo estaba lloroso y pálido, tenía un corte desde su hombro hasta su barbilla, pero la sangre estaba coagulada y parecía no importarle eso; estaba siendo sostenido por su hermano e intentando llegar a las camillas donde estaban a Fred, Percy y el señor Weasley. Los tres siendo atendidos por medimagos y Sofi, mientras que la señora Weasley lloraba abrazada a Ginny y ellas a su vez abrazadas por Charlie, Bill sostenía a Ron y George. A su lado Fleur intentaba consolarlos, aunque toda la familia Weasley lloraba a mares. Y no era para menos, los tres estaban muy heridos. Una de las orejas de Fred habia desaparecido por completo, Percy daba temblores mientras sus ojos estaban en blanco y el señor Weasley tenía una abertura negruzca en su pecho.

Harry freno y entonces miro a su alrededor, sus ojos estaban asustados, aterrados y de repente, también Hermione lo estaba.

La Weasley no eran los únicos; a su costado estaba Sirius sin un brazo, siendo acompañado por Remus y Tonks que intentaban hacerlo reaccionar: los hermanos Creevey estaban en otra, donde Dennis estaba pálido y con sangre escurriendo de su boca, mientras Colin lo abraza y los medimagos negaban sin poder ayudar; incluso Dumbledore, quien tenía a la profesora McGonagall y Aberforth a su lado; Dobby estaba también entre ellos, siendo atendido por unos dos medimagos y aunque el elfo parecía estar consciente, no podía moverse; Cedricc tenía una pierna rota, Neville ambos brazo hinchados y verdes, Theo sangraba copiosamente de la cabeza, la profesora Trelawney vidrios incrustados en el rostro, Dean parte de la cara quemada y Snape gemía mientras se retorcía.

Parecía hacerse pequeño, encogerse, mientras que Harry comenzaba a temblar y ella se tapaba la boca sin saber que hacer, sin poder dejar de mirar en todas direcciones y.

- ¡Harry! ¡Hermione! - gimió Ron en cuanto se percató de su presencia. - ¡Gracias a Merlín! ¡Necesitamos su ayuda! ¡Por favor! -

No podía soportar mirar los demás cadáveres y camillas. Su esposo temblaba, parecía desesperado y gruño con fuerza atrayendo las miradas.

- ¡No los dejare morir! - murmuro luego le miro y ella sintió, sabiendo que no podría detenerlo - ¡NADIE MAS MORIRÁ POR MI CULPA! -

Harry avanzo a en medio de todos ellos, levanto las manos y por un instante todo pareció detenerse. Al siguiente bajo las manos al piso, sonó como una explosión, todo Hogwarts se sacudió y el polvo se levantó, Harry rugía, no era parcel, pero parecía que aquello provocaba que líneas de magia comenzaron a recorrer cada lugar y rincón, antes de saberlo un pequeño circulo surgió alrededor de su esposo y luego se expandió. Las líneas subían por las paredes, el techo, las camillas, los heridos e incluso cada persona presente. Sentía el flujo de magia recorriendo por su piel, como esta se inyectaba en su cuerpo y aliviaba sus dolores y cansancio. El fuego comenzó a surgir de esta y antes de saberlo, cada rincón de la sala estaba envuelta en fuego dorado, que danzaba y giraba en cada uno de ellos.

Hermione vio a Harry sudar, como jadeaba y sus manos se llenaban de un color dorado y rojizo, como tanto cumulo de magia estaban afectándolo. Solo avanzo y se colocó a su espalda, no podía proporcionarle magia, no tenía mucha, o ayuda alguna, pero su apoyo lo tenía por completo.

El fuego dorado se transformó en un torbellino, como si nunca lo hubiera notado, el dorado ya no era fuego, era agua que corría por todo el lugar, como miles de diminutas corrientes que se deslizaban por cada rincón, como viento que acariciaba su piel y polvo que se impregnaba en las heridas de cada presente. Harry gimió y noto que su cuerpo temblaba, notando que la magia que bañaba todo comenzaba a volverse inestable. No lo lograría, lo que fuera que estaba haciendo Harry empezaba a desvanecerse.

- ¡Tú puedes! - gimió Hermione, su voz sonó rara, chillona, aunque no del todo.

Ya que no era ella, el fénix rojo de Dumbledore, Fawkes acababa de entrar a la estancia y de alguna manera acababa de posarse en el hombro de Harry, chico y ave se vieron. El fénix canto extendiendo sus alas, las cuales comenzaron a desprender fuego, que se convino con el dorado. El ave, la antigua y legendaria ave que renacía estaba volviéndose de oro puro, creciendo y desprendiendo tanta magia que por un instante se volvieron un punto dorado que apenas y podía ver. El canto del ave se extendió e hizo vibrar su interior, al igual que todo dolor se apagó, su cuerpo se sintió ligero y parecía que al agotamiento se fuera.

Unos instantes después la luz atenuó, dejando a Harry jadeante en charco de sudor; Fawkes no era ya de vivos colores lucia tan pagado y viejo que este solo bajo las alas y se volvió ceniza sobre el hombro de su esposo. Harry solo estiro la mano a tiempo, donde un pequeño pollito desplumado y con una plumita roja en la cabeza caía entre la ceniza.

Miro a su alrededor, todos estaban sorprendidos, sobre todo porque cada rasguño, golpe y herida desapareció de muchos. Incluso la herida de Ron que habia dejado una cicatriz ancha y desigual por todo el largo de su cuello y mentón.

Fred respiraba más tranquilo, parpadea levantándose con cuidado, mientras una oreja de tono rojo oscuro le surgía de donde habia la habia perdido; también el señor Weasley y Percy abrieron los ojos. Lucían desconcertados y sin saber que habia pasado. Y no eran los únicos.

Sirius acababa de levantarse de golpe, con liquido negro metálico surgiendo de donde el hombro le faltaba y volviéndose un brazo; Dumbledore moviéndose en su camilla, junto con Snape, Dobby estaba temblando pero por no saber que acababa de pasar, Neville ya no tenía ambos brazos verde y se levantaba para ver a Theo que estaba a su lado sacudiendo su cabeza; Cedricc también se levantaba, la profesora de adivinación estaba consciente y parpadeando por sus lentes y preguntándose como varios trocitos de vidrios tenía sobre el vestido y Dean también, solo que tenía la piel muy rosa donde habia sido la quemadura.

-Maldito loco e idiota, lo lograste- gimió Ron caminando a Harry, mientras este se tambaleaba al levantarse. Hermione le sostuvo y Ron del otro lado, mientras Harry seguía jadeando. -Gracias hermano, muchas gracias-

Su cuerpo era el único que no habia recibido curaciones, estaba lleno aun de moretones y parecía a punto de vomitar.

-Quedamos que ya no lo harías- murmuro Hermione en su rostro.

-Lo siento- dijo Harry muy cansado, levantando al pollito en su mano y sonriéndole -Estuviste genial Fawkes, yo… apenas y pude-

Hermione, Harry y Ron se rieron un poco. Era un alivio para los tres estar juntos, y que de alguna forma superaran esa prueba.

- ¡HARRY! - Grito una voz. Alzaron la mirada, notando como Hagrid estaba a lado de una camilla, mirando en dirección a esta, donde Colin sostenía a Dennis, el cual seguía escupiendo sangre.

-TIENES QUE AYUDARLO ¡DENNIS SE MUERE! - Grito Colin enfurecido.