El Ascenso de un Científico Loco.
¡Descubriré como funciona el mundo!
Bendiciones, veneno y debut
"Milord, ¿está usted listo?" me preguntó un asistente a lo cual asentí. Había memorizado la partitura de la canción que debía tocar con Rozemyne. Estaba verificando la afinación de mi harspiel cuando comencé a notar sombras yendo y viniendo por el pasillo.
Quería ignorar la agitación para concentrarme en el pequeño concierto con el cual me había comprometido, sin embargo, la asistente de Lady Rozemyne entró de inmediato a la habitación donde estaba preparándome para salir. Su rostro atemorizado y pálido dándome un mal presentimiento apenas verla.
"Milord, necesitamos que revise a Lady Rozemyne en este momento. Tiene dificultades para respirar."
Mi cuerpo se movió antes de que pudiera registrarlo siquiera. Cuando volví a tomar consciencia de mis actos, ya me encontraba revisando a Lady Rozemyne. Su pulso era errático al igual que su respiración, la cual era superficial. Su rostro entero se veía tan pálido, que era imposible notar sus labios y un sudor frío perlaba su frente.
"¿Quién le sirvió la comida?" pregunté de inmediato.
Los asistentes comenzaron a verse unos a otros, palideciendo de pronto.
"Milord, temo que la asistente que se ocupó el día de hoy de la comida de Lady Rozemyne no está aquí."
"¡Encuéntrenla! ¡Qué alguien revise los trastes de Lady Rozemyne en busca de veneno y llamen a Aub Eisenreich de inmediato." Empecé a hiperventilar sin darme cuenta. Ya había perdido a mi hermana pequeña una vez, no podía perder ahora a Rozemyne, no podía permitir que…
"¿Hermanito, está todo bien?"
Por alguna razón me sentí aliviado al escuchar la voz de Justus en la puerta. Voltee de inmediato. Gudrun estaba con él. Yo solo negué con la cabeza, preocupado. Sabía que era envenenamiento, pero no tenía idea de cómo tratarla en esta ocasión. Me sentía superado e impotente.
"Madre nos dio permiso de ir a desearte suerte, pero no te encontramos en la habitación donde debías prepararte" me explicó Gudrun conforme ambos entraban, deteniéndose a dos pasos de nosotros.
"¿Ferdinand, qué…?"
"Está envenenada, solo… no puedo determinar cuál veneno utilizaron… ¡no puedo revisarla de manera adecuada! Yo…"
Justus me hizo a un lado de inmediato, colocando una mano en la frente de Rozemyne y la otra atrás de su nuca.
"De esta manera verificas su temperatura. Está muy fría a pesar de estar sudando. Con esta mano debes inyectar una pequeña cantidad de mana y dirigirla a lo largo de su propio flujo de mana, es incómodo, pero es la única manera de verificar su comportamiento. Lo que le haya ingerido, está descontrolando su mana de un modo extraño." Me explicó Justus.
"Milord, encontramos los platos de Lady Rozemyne."
"Milord, Aub Eisenreich está aquí."
"Milord, la asistente que atendió a Lady Rozemyne está muerta. Los guardias encontraron su cuerpo hace un momento. Hay un líquido café viscoso escurriendo por su nariz y sus oídos."
¡¿Qué demonios estaba pasando ahora?! ¡¿Porqué?!
"Ferdinand, ¿qué le sucede a mi hija?" preguntó el Aub en cuanto llegó a la habitación. Los sirvientes y mis hermanos nos movimos para hacerle un camino hasta el diván donde Rozemyne se encontraba desmayada. Sus labios estaban comenzando a tomar una coloración azul que me tenía demasiado preocupado.
"Envenenamiento, Aub, Eisenreich" logré contestar luego de recomponerme.
"El veneno interfiere incluso con el flujo de mana de Lady Rozemyne" explicó Justus para apoyarme.
"Acaban de informarnos que la asistente encargada de la comida de Lady Rozemyne murió, milord" dijo Gudrun de inmediato "por fortuna, acaban de traernos los platos. Mis hermanos y yo haremos las pruebas necesarias para poder desintoxicarla de inmediato."
Aub Adelbert nos miraba a todos con los ojos muy abiertos. Su postura resaltaba cuan agobiado se estaba sintiendo, además de un fuerte cansancio. El Aub se tomó la frente, frotándola una y otra vez en lo que alguien le llevaba una silla en la cual se dejó caer casi de inmediato. Yo solo miré a mis hermanos y los dos parecieron entenderme, caminando de inmediato a una pequeña mesa donde colocaron los trastes y comenzaron a hacerles todo tipo de pruebas. Tendría que pedirles que me instruyeran en eso después.
Yo por mi parte coloqué una de mis manos en la nuca de Rozemyne y traté de dirigir mi mana tal y como Justus me había indicado. Habría querido hacer una prueba con alguno de mis hermanos, una prueba de control con la cual hacer una comparativa, pero no había tiempo… y de hecho, no fue del todo necesario. Podía sentir la corriente del mana de Rozemyne corriendo y frenando como si se tratara de una zona de rápidos peligrosos dentro de un río. Al menos, eso fue lo que me recordó. La sensación del mana de Rozemyne tirando y deteniéndose era más sobrecogedora que incómoda.
Cuando tuve una idea de en donde estaba el problema tomé mi propio mana de regreso. Mis hermanos corrieron en ese momento conmigo. Justus sacó un vial de su cinturón y remojó una tela con él, frotándola de inmediato en el interior de la boca de Rozemyne. Lo observé frotando sus labios, sus dientes, su lengua e incluso más adentro, luego de colocó el trapo en la boca y agregó cerca de la mitad del vial.
Gudrun no tardó en revisar las manos de Rozemyne con los mismos aparatos que había usado para revisar sus trastes. La vi hacerle un waschen de inmediato en las manos y hasta los hombros, después sacó un vial diferente y comenzó a frotar con esa solución y un trapo diferente debajo de las uñas, en las muñecas y dentro de los codos.
Yo tomé una toalla que había cerca y comencé a secarle la frente y el rostro. No había mucho que pudiera hacer por el momento.
Pronto sus labios comenzaron a volver a su color normal. Aun podía notar sudor aquí y allá, aunque en menor cantidad. Su respiración comenzó a regularizarse y sus latidos a estabilizarse. Para alivio de todos, Rozemyne abrió los ojos, moviendo uno de sus brazos con torpeza hasta alcanzar la tela en su boca y sacarla con no poco esfuerzo.
"¡Rozemyne!" gritó el Aub, cayendo de rodillas de la silla y tomándola de las manos sin dejar de mirarla a los ojos. Su mascara noble cayó a pedazos en ese momento. De haber estado solo mis hermanos con ellos en la habitación, es posible que el hombre comenzara a llorar, sin embargo, teniendo tantos pares de ojos y oídos a nuestro alrededor, debió refrenarse.
"¡Levanten una herramienta antiescucha de rango específico ahora!" exigió el Aub. Gudrun fue la primera en reaccionar, colocando el aparato para que un cubo de mana delimitara un área.
Mis hermanos y yo salimos entonces. Rozemyne me miró luego de contestar algo, diciendo algo más a lo que el Aub me miró de nuevo, haciéndome una seña de entrar en el rango antiescucha.
"Rozemyne quiere seguir adelante con la presentación" me dijo Lord Adelbert. Sus palabras parecieron congelar la sangre en mis venas. Mis ojos se posaron de inmediato en Lady Rozemyne con confusión y preocupación a partes iguales.
¿Cómo puede seguir pensando en eso? ¿Está loca acaso? ¿Dónde está su instinto de autoconservación?
"Ferdinand… dame… una bendición… por favor… necesito que nos presentemos… no… el ducado, necesita esto."
Quería gritarle. Quería jalarle las mejillas y llamarle la atención por ser tan imprudente, pero eso no era posible.
Apreté las muelas con fuerza para no decir nada, caminando hasta ella y revisando su mana una vez más. El problema de flujo seguía ahí. ¿Una bendición sería suficiente para ayudarla? No, lo que fuera que le hubieran hecho, su cuerpo estaba demasiado debilitado. Una oración no sería suficiente. Entonces lo recordé, las pociones nutritivas. Necesitaba darle una bendición que le ayudara a desatascar y regular de nuevo su flujo de mana y una poción nutritiva que la ayudara a recuperar sus fuerzas.
"¿Puedes ayudarla, Ferdinand?" me preguntó el Aub. Podía notar que él estaba tan en contra de esto como yo mismo, pero algo de lo que ella le había dicho lo tenía convencido de seguir adelante.
Suspiré resignado. Lady Rozemyne debía tener sus razones para decir que era algo necesario para el ducado.
"De acuerdo… le daré una bendición de sanación y una poción nutritiva para ayudarla a aguantar, sin embargo, Lady Rozemyne debe ser enviada al templo inmediatamente después de la presentación. Me quedaré con ella hasta que las clases den comienzo y no pueda seguir postergando mi asistencia."
Aub Adelbert asintió. Rozemyne me sonrió. La herramienta de Gudrun fue desactivada y mis hermanos nos miraban a todos con sus sonrisas nobles y… ¿sabían lo que había pasado ahí dentro?
"Justus, ¿podrías darme una poción nutritiva para Lady Rozemyne, por favor?"
"¡En seguida, Ferdinand!"
"Aub Eisenreich, ¿sería tan amable de dar un pequeño discurso? El doble del tiempo estándar de los saludos de primera reunión estaría bien …para terminar de atenderla nos vendría bien en este momento."
"¡Por supuesto, Ferdinand! Haré lo posible por darles tiempo. ¡Gudrun, avísame cuando estén listos!"
"¡Cómo Aub ordene!"
Mi hermano no tardó nada en darle la poción a Lady Rozemyne y yo le di la bendición de inmediato. Cuando volví a verificar su flujo de mana lo notaba más equilibrado. Todavía podía sentir algunas zonas donde parecía descontrolarse, pero eran mínimas.
"Ferdinand, quédate un momento aquí con Lady Rozemyne. Justus y yo te ayudaremos haciendo algunas preguntas a los asistentes afuera."
"Gracias, Gudrun."
Mis hermanos salieron junto al resto de los asistentes y yo me quedé ahí, sentado al lado de la pequeña niña por la cual ahora tenía la oportunidad de ir a estudiar a la Academia Real.
Unos segundos después de que las puertas se cerraran, la pequeña mano de Rozemyne se cerró sobre la mía, llamando mi atención. Ella me sonrió aliviada antes de llevar una mano a su frente y tomar aire, sentándose con tanta dificultad como si se tratara de una anciana.
"¡Espera, espera! Déjame ayudarte. Tu cuerpo todavía no está bien."
Cuando al fin estuvo sentada me jaló junto a ella. Cuando me soltó, comencé a frotar círculos amplios en su espalda, tal y como mi mamá en esta vida y en la anterior hubieran hecho al encontrarme enfermo, eso pareció calmarla.
"Ferdinand, ¿podrías hacer eso de nuevo?"
"¿Qué cosa?"
"Lo que hiciste en mi cuello. Era reconfortante."
Lo pensé un poco, mirando a la puerta con algo de duda.
"¿Estás segura, Milady?"
Ella solo asintió, sonriéndome y dedicándome una mirada que me hizo sentir un poco culpable. Yo no era nadie para hacerla sentir a salvo, pero…
"Sé que no debería… pedirte eso… pero me sentí mejor hace un rato. Reconfortada."
Fue como si hubiera barrido mis dudas. Sin dejar de frotar su espalda, dejé que un poco de mi mana se colara en ella, sorprendiéndome al notar que incluso sus mejillas recobraban el color y su sonrisa se ampliaba casi de inmediato. Habría seguido dándole de mi mana si un par de toques en la puerta no nos hubieran interrumpido. En ese momento retiré mi mano y me paré junto a ella.
"¿Qué sucede?" pregunté.
Justus entró en ese momento, sonriendo luego de vernos y acercándose apenas un par de pasos.
"Todo listo, Ferdinand. Milady. Avísenme en cuanto estén listos para…"
"Estamos listos" declaró Rozemyne con una sonrisa noble en el rostro y una chispa en sus ojos de algo que no pude definir. Sus ojos de luna se posaron en mi entonces. Sentí que un sonrojo comenzaba a formarse de manera absurda en mi rostro, luchando con todas mis fuerzas para no dejarlo que se mostrara, sintiendo la punta de mis orejas calentarse en ese momento.
"¡E, estamos listos!" grité nervioso, provocando que Justus cubriera su boca para no dejar escapar una risilla burlona, "iré por mi harspiel y…"
"Nada de eso. Escolta a Lady Rozemyne, yo llevaré tu harspiel y Gudrun avisará al Aub que están listos. Suerte, hermanito."
"¿Eh?... yo… gracias."
Y sin más dilaciones, Lady Rozemyne bajó del diván con tanta naturalidad como si nada hubiera pasado, tomando el brazo que le estaba ofreciendo y comenzando a caminar al mismo paso que yo.
Oh Rey y Reina que gobiernan desde las alturas. Oh cinco pilares que los sirven, por favor, se los suplico, déjennos terminar con esto y volver a salvo al templo.
"Lamento ponerte otra vez en estas situaciones, Ferdinand" se disculpó en voz tan baja que dude de que hubiera hablado, "Prometo compensarlo"
"¿Por qué necesita seguir con esto?" le pregunté a cambió "No necesitas hacer esto por mí, me las arreglare en la academia. Lo primero es que se recupere."
"No es solo por ti, Ferdinand. Si, lo estoy usando para elevarte, pero no es solo por ti" respondió sin mirarme.
"Entonces ¿Qué es tan importante que ignoras tu salud?" la miré con discreción. La necesidad de apretar sus mejillas estaba creciendo. Ella sonrío con una nota de tristeza, sin responderme.
"… mi hija y su erudito, presentaran una oración para los estudiantes" escuché que decía Aub.
"Te lo diré en el templo" prometió mientras subíamos al escenario.
Acepté de mala gana. Exigirle una respuesta no era una opción. Ella siempre podía ordenarme que no preguntara.
Recibí mi harspiel de Justus y su música le entregó el suyo a Rozemyne, quién me miró indicándome que iniciara.
Las notas bajas comenzaron a inundar el lugar, llenando el salón de anticipación. El harspiel de Lady Rozemyne entonces comenzó con notas agudas y medias. Más que un dueto yo la estaba acompañando. Me di cuenta de que no me estaba elevando más allá del nivel que recibiría un asistente. No me estaba poniendo a su nivel, aunque parecía haber estado tentada a hacerlo a juzgar por la primera partitura que recibí.
La voz cantante de lady Rozemyne se alzó junto a la bendición que explotó de su anillo mientras narraba como la pareja suprema había tomado a Mestionora, la diosa de la sabiduría bajo su protección, otorgándole sus bendiciones. La joven diosa había sobrevivido, incluso si Glücklietate la tenía en la mira. Canté con ella en las partes donde la partitura indicaba. Si tuviera que interpretarlo, diría que era una conversación entre Mestionora y Airvermeen.
En algún momento ella dejó el instrumento de lado y se dedicó solo a cantar, guiando la bendición como si danzara sobre los reunidos, mientras que yo seguía tocando ahora la línea melódica completa. Mientras me concentraba únicamente en la melodía, la cual me resultaba conocida a momentos, me di cuenta de que era una mezcla de tres canciones distintas de mis días como Tetsuo, unidas con melodías que no me eran familiares… nuevamente me asombró el nivel de Rozemyne.
Cuando la canción llegó a su final observé a los nobles por un momento antes de devolver mi harspiel a mi hermano, quien parecía estar esperando. Lord Adelbert nos agradeció la canción que inspiraba a los niños a dar lo mejor durante sus años escolares. Esa era la señal para retirarnos.
No esperé que el carruaje estuviera listo para partir, formé mi propia highbeast y monté a lady Rozemyne en ella en una especie de montura inglesa, usando mi propia capa para cubrirla del frio. Sin las alas, podía usarla como un caballo normal, corriendo bajo los árboles antes de elevarme. Ella se abrazó a mi pecho, para evitar caer. Sentí mis orejas calentarse cuando me di cuenta de que ella me veía como un refugió.
…debería haberme quedado claro con las últimas noches.
Cuando llegamos al templo la tomé entre mis brazos, observando como la fiebre parecía regresarle. La llevé hasta sus aposentos y la encargué a sus asistentes mientras yo mismo me cambiaba en mis aposentos a las túnicas azules del templo.
La puerta se abrió y Vilma avisó que la Sumo Obispa estaba lista para recibirme. Tomé a Dan y Marina, los únicos dos sacerdotes grises que conocían mi identidad y que ahora eran mis asistentes, y fui a su habitación. Ella estaba sentada en la mesa. El té y las galletas estaban preparados y una herramienta de evita de escuchas se había activado.
Ordené a todos que despejaran la habitación y esperaran fuera hasta que los llamara, me había dado cuenta de que Lady Rozemyne hablaría con más facilidad si estábamos solos.
Me senté frente a ella y esperé a que hablara, no quería presionarla. Estuvo en silencio durante mucho tiempo, con sus ojos fijos en el té cuando por fin habló.
"Antes de que Ventuchte de dos giros a su tela, Angriff se retirará. Es necesario que aquellos que han dejado la protección de Wiegenmichte reciban la protección de la pareja suprema y la guía de Mestionora para que superen el juicio de Glücklietate" frunció el ceño antes de mirarme "No sé que significa. Es como, tengo toda esta información en mi cabeza, he estado tratando de organizar mis pensamientos, pero es como si alguien jugara conmigo."
Básicamente, era una profeta, pero ella no lo sabía. Apreté el puente de mi nariz tratando de suprimir el creciente dolor de cabeza.
Los dioses parecían ser un concepto abstracto para la magia. La mitología de este mundo me recordaba vagamente a la de las antiguas civilizaciones de mi vida pasada ya que explicaban el cambio de las estaciones haciendo uso de estas deidades y el templo usaba a los dioses como se esperaba de una iglesia, afirmando que eran reales y se les debía rendir tributo, pero solo eran historias viejas.
El mana era necesario para la tierra, por eso los nobles eran nobles así que no estaban usando a los dioses para mantenerse en el poder como había pasado en varias culturas en la Tierra, sin embargo, alguien quería usar a Rozemyne para afirmar que los dioses existían, solo no entendía porque o para qué. Para comenzar los nobles despreciaban el templo. Había algo, una pieza que me faltaba para entender esto. Por otro lado tenía sentido para mí que alguien quisiera deshacerse de ella para evitar que el templo tuviera valor, pero…
"Lady Rozemyne, ¿Qué hay de su título? ¿Cómo lo consiguió?"
"¿No lo sé?" la miré sin dar crédito a su respuesta que había sonado más como una pregunta "Un día, poco después de que llegué a Eisenreich escuché que apareció un trombe. Mi tío es el comandante de caballeros. Yo estaba con él cuando un ordonnaz llegó. Recuerdo haber pensado, me gustaría ofrecer una oración por su seguridad y un momento después estaba frente a la orden. Mi tío entro en pánico, pero lo único que pude hacer fue rezar."
"¿Fue igual en las otras ocasiones?" le pregunté, ahora más confundido.
"Similar, sí. Siempre que pensaba sobre algo así, aparecía en esos lugares, pero siempre tenían que regresarme de forma normal. Comenzaron a llevarme con ellos después de eso, decían que era más seguro de esa forma."
"¿Qué pasa con tus bendiciones?" le pregunté "¿Cómo te las arreglaste para darlas antes de tu bautizo?"
"Con esto" señaló su brazalete "lo tenía conmigo cuando llegué a Eisenreich"
Me paré a su lado, observando el diseño y analizándolo. El brazalete era elegante y delicado. Era obvio que había sido diseñado para ella. Dejé pasar un poco de mi mana por el brazalete para estudiarlo, un momento después observé con pánico como se soltaba y crecía hasta ser demasiado grande para ella.
"Ferdinand ¿Cómo hiciste eso? Nadie había podido quitármelo."
"No lo sé…" la observé un momento, arrodillándome a su lado antes de volverle a poner el brazalete. Fue necesario dejar pasar mi mana para cerrarlo de nuevo "Mantengamos esto en secreto. El brazalete parece tener muchos encantos protectores, si descubren que pueden quitártelo de esta forma…"
"No diré nada" prometió acariciando mi cabeza, haciéndome notar que había estado conteniendo la respiración "Ferdinand, ¿puedes quedarte a mi lado esta noche?"
La miré un momento "Lo hare. Igual debo vigilar tu estado."
Lady Rozemyne sonrío y se lanzó a mis brazos, pidiendo gyu por un momento, antes de volver a llamar a sus asistentes. Esa noche sus asistentes ni siquiera intentaron detenerla cuando me jaló a su lado y me pidió que le cantara para dormir.
Le canté y froté su espalda mientras dejaba que un poco de mi mana escapara, ayudándola a dormir.
"¿Qué haré contigo?" pregunté a nadie en realidad cuando se quedó dormida.
Como su erudito y asistente necesitaba mantener una distancia con ella, cosa que esta niña estaba haciendo muy difícil. Me trataba como a un hermano mayor, aunque técnicamente era mi prima, algo así. No entendía del todo las relaciones nobles.
"Lord Ferdinand, ¿necesita ayuda para levantase?"
"Hoy no, Fran. Solo por esta ocasión. Me quedaré con ella." Respondí quitando el cabello qué se le había ido a la cara, "Rozemyne actúa como una bebé cuándo esta asustada y hoy estuvo muy cerca de subir la imponente escalera." Expliqué abrazándola un poco más cerca de mí.
Yo también necesito sentir que sigue viva.
A la mañana siguiente me pidió que la acompañará al castillo para recibir los saludos nobles de los niños, algo necesario. La hice prometer qué volveríamos al templo apenas los recibiera y accedió.
Más pronto de lo que me gustaría fue mi momento de partir. Esperé hasta la mañana de la ceremonia de avance. Lady Rozemyne me había hecho prometer qué no volvería hasta la ceremonia de dedicación en el templo. Me pidió que disfrutara de la escuela, que hiciera muchos amigos. Aunque esas amistades eran en esencia pura política.
No me interesaba de verdad. Cuando llegara el momento, buscaría una esposa para cumplir la promesa a mi madre. A mis madres, pero buscaría alguien a quien amar, no por cuestiones políticas.
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Notas de una de las Autoras:
¡Nuestra pobre Rozemyne! le está yendo terrible con todo esto del veneno y ahora que Ferdinand se va, la cosa se pone complicada, es un mini Ewigeliebe que no está muy seguro de como proteger a su señora porque va empezando su vida en Yurgensmith, esperemos que encuentre el modo.
Si llegaste hasta aquí, muchas gracias por darle una oportunidad a esta historia. No olvides dejar algún comentario que nos alegrará enormemente la semana y nos ayudará a seguir adelante con este proyecto.
SARABA
