El Ascenso de un Científico Loco

¡Descubriré como funciona el mundo!

¿Qué me Ocultas?

Había querido ir al templo apenas regrese a Eisenreich.

Me nombraron el mejor!'

Aun si las clases no eran realmente complicadas, eso era un gran honor. Considerando el tiempo que tuve para prepararme en comparación con mis compañeros, no podía evitar sentirme orgulloso.

Lady Rozemyne me envió una carta después de la ceremonia para felicitarme. Había escrito que celebraríamos juntos después de la fiesta para vivir la primavera y me pidió que me quedara con mi familia antes de partir a la ceremonia de oración.

Además de mi obvio deseo de ver a mi señora, había otro motivo por el cual tenía que ir al templo. Tenía una carta de la profesora Hirschur para ella.

Cuando se lo comenté a madre, me dijo que ella la enviaría ya que no sabía si era un asunto urgente o no. Me recordó, sin embargo, que la profesora era una noble de Eisenreich. La profesora Hirschur visitaría el ducado durante el verano por lo que era probable que el asunto no fuera importante, de lo contrario Hirschur hubiera solicitado un permiso después de la graduación, mientras los estudiantes seguían en la academia y los exámenes extraordinarios no iniciaran.

Aun así, yo estaba un poco preocupado por mi señora, sobre todo porque Hartmut se tomó muy mal su negativa a tomar un asistente que no fuera un sacerdote antes de tener que elegir estudiantes para asistir a la academia.

El pelirrojo renunció a su vida como noble y había entrado al templo como un sacerdote. Según parecía, Hartmut tenía suficiente dinero como para emanciparse y poder pagar su vida como sacerdote azul. Cuando se anunció la razón por la cual Harmut no volvería a terminar sus estudios ese invierno, alguien murmuró que era un desperdicio considerando que el maná del chico estaba en la parte media baja de un archinoble.

Sabía que no le haría nada a Lady Rozemyne.

En mi cabeza Hartmut era como uno de esos fanáticos que tenían la posibilidad de conocer a su idol. Él no le haría nada, pero… aun así estoy preocupado.

'Damuel es hijo de un soldado y el padre de Tuuri es un soldado también… creo que podrían contenerlo de ser necesario.'

Otra de mis preocupaciones se debía a que Damuel, Tuuri, Dirk, Philine y Conrad habían sido ascendidos a túnicas azules bajo la tutela de mi Lady, por lo cual mi señora ahora estaba ocupada entrenándolos.

Le ofrecí mi ayuda en ese rubro, pero dijo que como Sumo Obispa esa era su responsabilidad. Considerando que se dedicó a enseñarles el ritual de dedicación durante el invierno, ahora debía estar explicándoles como seria la ceremonia de oración.

Podría volver a sugerirle que me dejara asistirla cuando la ceremonia de oración terminara. No tenía razón para sobrecargarlos. Podíamos enseñarles los rituales de temporada según se fueran necesitando.

Los días pasaron con tranquilidad y como no tenía mucho que hacer, Justus comenzó a instruirme sobre venenos y antídotos. También me dio clases sobre medicina.

Comenzaría a ver esto durante mi cuarto año, pero como alguien parecía estar tras la vida de mi señora, era mejor versarme en estos temas más pronto que tarde.

Gudrun se encargó de entrenarme para evitar que mis expresiones se mostraran en mi rostro. Aún era muy descuidado, así que no desaprovecharía esta oportunidad.

No tan pronto como me hubiera gustado llegó la fiesta para vivir la primavera. Sonreí con ironía recordando lo mucho que mi vida había cambiado en tan poco tiempo.

'Pensar que hace tan solo un año fue mi bautizo.'

Por lo general me sentaría con Lady Rozemyne en la mesa de la familia archiducal, pero por alguna razón que no entendí, me senté junto a mi familia en el lugar designado para ellos. Como archinobles de una rama cercana a la familia archiducal estaban muy cerca de la misma.

Observé entonces a los candidatos a archiduque. Algunos estaban sentados junto a sus esposas. La casa archiducal era en verdad muy grande. Me recordó a las familias reales de mis días como Tetsuo.

Observé entonces a la mayor de los hijos de Aub. Este sería el último año de Lady Georgine como una candidata a archiduque de Eisenreich, ya que se mudaría a Ahrensbach tras su matrimonio con el siguiente archiduque de dicho ducado el próximo mes.

Según me habían dicho, los matrimonios entre candidatos solían realizarse en la soberanía en tanto la ceremonia era guiada por el Sumo Obispo Soberano, pero debido a la guerra, la ceremonia de matrimonio sería en la frontera con Ahrensbach oficiada por Lady Rozemyne.

Fue en ese momento que noté la mirada nerviosa en el rostro de los hermanos mayores de mi señora. Ellos me hicieron un gesto para que me acercara. Antes de poder hacerlo la puerta se abrió y entró el Aub junto a su primera dama, Lady Verónica.

"Las corrientes puras de Flutrane, la diosa del agua, han arrastrado a Ewigeliebe, el dios de la vida, y ha rescatado a Geduldh, la diosa de la tierra. Bendito sea el derretimiento de la nieve", Declaró el Aub, marcando el inicio de la fiesta. "Primero, anunciaré a nuestros estudiantes de honor", continuó Lord Adelbert.

Paseó sus ojos por la sala observando con una sonrisa a los nobles presentes, deteniéndose en mí un momento antes de dirigir sus ojos a sus hijos, volviendo a mí. La confusión se mostró en su mirada solo un segundo, tan rápido que dudé de mi vista.

"Este año fueron treinta y dos los hijos de Eisenreich que se ganaron los elogios y reconocimientos como estudiantes de honor, ¡El triple que en años pasados!", celebró el Aub "Además, mi hija mayor, Georgine, fue declarada como la mejor del curso de candidato a archiduque, mientras que Ferdinand obtuvo el mejor entre los estudiantes de primer año."

Sentí mis orejas calentarse cuando los reunidos celebraron mi logro y el de Lady Georgine. Mis padres me instaron a no quedarme atrás. Mis hermanos habían sido estudiantes de honor en sus respectivos cursos.

Los eruditos otorgaron regalos a los estudiantes de honor, en tanto Lady Verónica le entregó a su hija una feystone de todos los colores del arcoíris.

"Felicidades, hija mía. Pronto partirás a mi antigua Geduldh que pasará a ser tu nueva Geduldh. Espero que este regalo te resulte útil."

"Gracias, madre" creo que nunca había visto a Lady Georgine sonreír tan suavemente como en ese momento "¡lo atesorare!"

"Ferdinand, creo que no hay mayor logro que el tuyo. Pese a tus circunstancias únicas obtuviste un gran honor. Felicidades. Que este regalo te sea útil" me felicitó la primera dama, obsequiándome una piedra igual a la que recibió Lady Georgine.

"Se lo agradezco, Lady Verónica. Es un honor recibir un obsequio como este."

"Talentos como el tuyo son importantes. Escuché que muchos alumnos obtuvieron reconocimientos y mejoraron sus puntuaciones gracias a tu guía. Mi hija Constance y mi hijo Sylvester fueron dos de ellos. Tienes un gran futuro, Ferdinand."

Me sentía feliz y avergonzado en partes iguales, pero también un poco triste debido a la ausencia de mi señora. No pude evitar preguntarme porque no estaba aquí. Mis pensamientos comenzaron a desviarse trayendo con eso muchos escenarios que no me gustaron nada.

Apenas la fiesta terminó, regresé al templo con un mal presentimiento, encontrándome con la ausencia de Lady Rozemyne.

Sus asistentes grises estaban en la oficina junto a sus asistentes azules. Les pregunté por el paradero de nuestra señora. No me gustó nada que intercambiaran miradas sin responderme.

Fue Brunhilde quien por fin se decidió a explicar. "Lady Rozemyne partió a la ceremonia de oración la semana pasada."

"¿Qué…?" pregunté "Debería iniciar la próxima semana ¿Por qué no me espero?" les pregunté.

"Dijo que tenía algunas cosas que hacer y le tomarían más tiempo, por lo cual debía partir antes…" me dijo Tuuri "conocemos la ceremonia, así que no entendemos porque decidió irse así."

Apreté el puente de mi nariz para contener el dolor de cabeza que estaba surgiendo. Lady Rozemyne no hacía nada sin un motivo, pero aún había algo que me molestaba "De todas maneras ¿Por qué no fueron con ella?"

"Nos pidió que nos quedáramos para cumplir con algunos pendientes, como la reunión con los comerciantes y para comenzar nuestras lecciones" Philine habló. La duda debió mostrarse en mi rostro, porque esta vez fue Damuel quien me respondió.

"Lord Bonifatius va a instruirnos. Nos dará un entrenamiento superficial sobre defensa personal. Nuestra señora nos señaló a Brigitte, Matthias, Laurenz, Dirk, a usted y a mí para recibir un entrenamiento más similar al de los caballeros. Mi padre y el de Tuuri también nos entrenarán. Lady Rozemyne lo arregló."

"Somos sacerdotes, ¿por qué necesitamos ese entrenamiento?" pregunté. En todo caso, yo sería un aprendiz de erudito.

"Hace tres semanas, alguien entró al templo" fue Brigitte quien me explicó. Su voz estaba oscurecida por la ira "nuestra señora usó una gran cantidad de maná para protegernos formando un escudo de viento."

"¡Y aun así se fue sola!" grité, había comenzado a hiperventilar.

"No, no se fue sola. Una de sus primas la está acompañando, además de algunos soldados que contrató" Conrad me calmó.

"¿Qué prima?" pregunté tratando de recordar. No conocía a toda la familia archiducal de Eisenreich y eso me preocupaba bastante, sobre todo porque nadie parecía faltar.

"No lo sabemos" Fue Hartmut quien habló ahora. Parecía más tranquilo que la última vez que lo vi "Sin embargo, dijo que tardaría poco más de un mes en volver. Debemos asegurarnos de aprovechar correctamente la amabilidad de nuestra señora".

"¿De qué hablas ahora?" le cuestioné, mirando a todos, esperando una respuesta.

"Lady Rozemyne contrató maestros para nosotros." Explicó Grettia, "vendrá un erudito para enseñarnos cómo manejar el papeleo de manera correcta y la forma de preparar pociones.

"En general no es algo que los sacerdotes y doncellas debamos saber," continuó Muriella cuando Grettia se quedó tiesa en su lugar a raíz de los nervios que debían suponerle que todos la estuviéramos mirando "pero ya que es por el bien de Lady Rozemyne, nos enseñarán lo básico para manejar la salud de nuestra señora".

"También vendrán un asistente femenino y uno masculino. Ya que, para protegernos, Lady Rozemyne no aceptará asistentes que no sean sacerdotes hasta que cumpla nueve, necesitamos ser capaces de servirla de forma adecuada en caso necesario. Muriella, Brunhilde, Tuuri, Grettia, Philine, Hartmut y yo nos encargaremos de aprender esas lecciones." Finalizó Roderick "Le dijimos que era excesivo, que podíamos aprender de los sacerdotes grises, pero dijo que, ya que estábamos aquí por su egoísmo, se encargaría de orientarnos de manera correcta."

Respiré hondo un par de veces tratando de calmarme.

'¿Por qué Rozemyne sigue olvidando que es una niña?'

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La mañana siguiente, Lord Bonifatius llegó al templo y comenzó a darnos el entrenamiento básico de la primera campanada a la segunda.

'¿Entrenamiento básico? ¿En serio? ¿Alguien le explicó que somos niños? Si estuviéramos en Japón alguien habría llamado a las autoridades. Esto fue más pesado que los entrenamientos medios que me ponían en el gimnasio cuando empecé rutinas para mantenerme sano y a mi madre lejos.'

Estaba agotado cuando terminó. Ni una sola vez en este mundo había hecho nada físico. El mayor ejercicio de mi vida fue caminar hasta la capital desde Wolf y antes de eso, buscar hierbas medicinales en el bosque o cazar alguna feybeasts.

'Aunque esas caían en mis trampas.'

Desayunamos todos juntos y de la segunda campanada y media a la tercera campanada y media recibimos clases del erudito, tomando un descanso para comer. Trabajamos nuestras tareas asignadas por ser sacerdotes hasta la quinta campanada. Cuando nos dividimos en dos grupos, la mitad tomó clases de asistencia y el resto de caballeros… Justo ahora envidiaba a Conrad, al tener solo siete años estaba exento de estas clases.

Volví a comer con ellos y después de que me bañaran, caí rendido. Estaba tan cansado que me dormí de inmediato.

Los siguientes días la rutina se repitió. Las clases de erudición se alternaban con clases de negocios que el señor Benno guiaba.

Me recordé cada mañana que hacía esto para poder proteger a Milady. Ella ya me veía como un lugar seguro, debía asegurarme de serlo.

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El primer día de la fruta desde que regresé al templo se sintió como una burla. Me dolía tanto el cuerpo que no pude salir de mi cama hasta pasada la segunda campanada. Cuando madre me preguntó por qué entrenaba tanto, tuve que contarle lo que había pasado en el templo aunque no tenía los detalles.

Tres semanas después ya estaba un poco acostumbrado a la rutina, pero tan pronto como Lord Bonifatius notó que nos adaptamos, intensificó sus clases.

"Mi hermano se parece más a un noble Dunkelfelger qué a un noble de Eisenreich" me comentó padre, disculpándose "Como su adorada sobrina le pidió que los entrenara, eso es lo que está haciendo. No importa que solo sean sacerdotes y doncellas, los hará capaces de enfrentar al Señor del Verano."

"¿Eso fue lo que dijo?" mascullé sin poder levantarme "¿Tan siquiera hay un señor del verano en Eisenreich?" cuestioné.

"Últimamente aparece uno en el sur. Los eruditos están investigando porque, pero todavía no tienen una respuesta" se lamentó "De todas maneras, le diré que baje la intensidad esta semana. La boda de mi sobrina es el próximo día del agua, debo recordarle qué eres el Sumo Sacerdote y estarás ahí."

"Le agradezco, padre."

Los primeros días el entrenamiento no se suavizó nada. Fue a media semana, cuando el carruaje con los instrumentos divinos partió a la frontera, que la intensidad al fin disminuyó en el entrenamiento. El día de la tierra partí en highbeast hacia la frontera. Me quedaría en una mansión giebe. Se supone que me encontraría con Lady Rozemyne en ese lugar.

Llegué cerca de la tercera campanada. Mis asistentes grises habían partido dos días atrás para llegar a la mansión y preparar el lugar donde me quedaría esta noche. Comí solo por primera vez en mucho tiempo y eso se repitió en la cena. No podía dormir hasta asegurarme de que Milady estuviera bien. Sus asistentes grises ya tenían su habitación preparada, lo que significaba que dormiría aquí.

Fue poco después de que la séptima campanada sonara cuando llegó. La escuché incluso antes de verla.

"Lamento mucho los inconvenientes con mi cambio de horario. Me tomó más de lo que esperaba terminar."

"Entiendo que debe ser difícil para alguien tan joven. Giebe me informó. ¿Desea cenar o subirá a su habitación ahora?"

"Iré a dormir, yo…"

"Mi señora." La llamé.

No giró a verme de inmediato, haciendo que la preocupación creciera aún más en mi pecho. ¿Qué había pasado con la niña que me tacleó una semana después de no verme?

"Ferdinand, ¿no deberías estar dormido?" me preguntó con una sonrisa en el rostro "¿Hay algo que pueda hacer por ti?"

"Eso debería preguntarle yo, Milady" estaba muy lejos de mi como para observarla en detalle y ella no se acercaba "Marco, por favor sirve la cena de Lady Rozemyne y retírate. Yo me encargaré de ella y avisaré a sus asistentes para que la lleven a su cama."

"Como ordene, mi Lord" respondió el hombre haciendo una ligera reverencia antes de obedecer.

"Esto no es necesario. Ya cené, Ferdinand."

"¿Exactamente cómo lo hizo si sus chefs están aquí, Milady?" cuestioné, pero no obtuve respuesta. "Entiendo. Entonces, con su permiso."

Sin dejar que reaccionara me acerqué a ella, cargándola antes de llevarla al comedor.

No pude evitar fruncir el ceño. No la había visto en dos meses, pero parecía haber perdido mucho peso. La senté en su silla y me senté frente a ella, observándola ahora con más atención.

En definitiva, no solo bajó mucho de peso, también tenía marcas oscuras bajo sus ojos, apenas visibles bajo una capa de maquillaje que comenzaba a desvanecerse, pero estaban ahí. Algo había cambiado con ella en estos meses que no la vi, pero no entendía que era.

"¿Por qué se fue sola a la ceremonia de oración?" le cuestioné colocando una herramienta de evita de escuchas. "¿Por qué no me esperó?"

"Tenía algo que hacer…"

"¿Qué?"

"Yo… no puedo decirte."

"¿No puedes o no quieres?"

No me gustaba nada su actitud esquiva. Estaba preocupado por ella y su negativa a hablar me irritaba. La vi dejar sus cubiertos en su plato y bajar las manos. Seguía negándose a mirarme.

"… no puedo. Lamento haberte preocupado, pero deberíamos ir a dormir ahora." Levantó su rostro por primera vez, regalándome una sonrisa que no era aquella a la que estaba acostumbrado "Partiremos temprano."

"Al menos termina de cenar."

"No tengo hambre, Ferdinand. Te lo dije, ce…"

"¡Rozemyne!"

Me sorprendió mi tono y el golpe que di a la mesa.

Ella se encogió por la sorpresa y la vi temblar de miedo. Me acerqué a ella avergonzado por mi arrebato, arrodillándome frente a ella para tomar sus manos y buscar sus ojos a fin de que me mirara, sin conseguirlo.

"Me disculpo. No deseaba asustarte o levantar tanto la voz. Es solo que estoy preocupado por ti, Rozemyne. ¿Por qué no lo entiendes?"

La vi respirar un par de veces. Su cabello aun tapando su rostro antes de elevarlo y mirarme.

"Lo entiendo, pero en verdad estoy bien. ¡Créeme!"

Su voz. Su tono. Sus ojos. Algo era diferente, pero no lograba descubrir que cosa.

Lady Rozemyne cambió demasiado en solo dos meses. No podía leer nada en sus ojos y su sonrisa era muy similar a la sonrisa noble de Lady Georgine.

Lo odié.

Sé bajó de la silla con delicadeza, sus movimientos parecían incluso más delicados qué la última vez que la vi. Me tomó un momento percatarme de sus intenciones porque se movía sin hacer ruido. Cuando fui consciente de lo que estaba pasando, ella ya había ocultado su rostro en el hueco de mi cuello.

Su fragancia también era diferente. Estaba acostumbrado al aroma floral y cítrico de su rinsham y el jabón experimental, pero ahora olía a hierbas. Hierbas y flores.

"Estoy bien, Ferdinand. Lo prometo. Lady Verónica se está encargando de mi educación de dama, ¿has visto lo elegantes y hermosas qué son mis hermanas? Me volveré una joven hermosa como ellas, pero la preparación es difícil. Como no tengo madre, necesito ser mejor que ellas. Más hábil. Más elegante. Más lista."

La apreté entre mis brazos y sentí su cuerpo tensarse un momento antes de relajarse.

"Como no tengo madre, mi formación inició mucho después de lo que debería y como soy la Sumo Obispa, necesito esforzarme más. Debo aprender las clases de una semana en un par de días."

"No se fuerce demasiado. Si hay algo que pueda hacer, dígamelo"

"¿Te volverías mi Dios Oscuro?" preguntó y traté de mirarla, pero no pude. No me soltó "Es una broma. Pensé que, si no soy capaz de conseguir un compromiso y tú tampoco lo consigues, podríamos casarnos. Yo cuidaría de ti, Ferdinand. Pero solo si es necesario, no quiero obligarte a tomar a alguien como yo como tu diosa de luz."

"Si eso pasara estaría honrado de ser su dios oscuro, sin embargo, no quiero que me elija solo porque se siente responsable de mí."

"Ferdi… ¿puedo dormir contigo hoy? Te he extrañado mucho y he tenido muchas pesadillas últimamente. Prometo que saldré de tu cuarto antes de que alguien lo note."

Quería responder qué sí. Me sentía cálido con sus palabras, pero ella era mi señora. Hacer tal cosa podría dañar su reputación y todo el esfuerzo y dedicación que estuvo poniendo en sus clases hasta ahora serían inútiles.

"La llevaré a sus aposentos y me quedaré con usted hasta que se duerma. Prometo que, cuando vuelva al templo, dormiré con usted. Solo una noche, ya que debo monitorear su salud" agregué, aunque sabía que no debía.

"Gracias… ¿te importa si me quedo así un poco más?"

"No" La apreté con algo más de fuerza, sin cambiar mi posición "Milady ¿por qué no me esperó? Dijo que celebraríamos juntos".

"Lo haremos. Solo tuve que posponerlo un tiempo" Su voz sonó avergonzada.

Comencé a acariciar su espalda dejando escapar un poco de mi maná. Ya era una costumbre hacer eso cuando ella se mostraba asustada o triste. Ahora parecía un buen momento para hacerlo.

Lady Rozemyne ni siquiera probó su cena, en algún momento se quedó dormida mientras me abrazaba.

Conforme su cuerpo se aflojaba sobre mí, la tomé en brazos y comencé a subir las escaleras con ella. No entendía porque, pero estaba seguro de que había llegado a esta hora para evitar que la viera.

Después de entregarla a sus asistentes y antes de salir de su habitación, revisé su temperatura. Estaba un poco fría, pero nada alarmante. Su flujo de maná, por otro lado, me recordaba a un río tranquilo con algunas rocas que en realidad no alteraban la corriente.

Su mano buscó la mía en sueños cuando me alejé de ella, de forma similar a como lo hizo ese día de invierno. Busqué a tientas la piedra de mi highbeast y me concentré en darle la forma de un gato de peluche… similar al que había tenido cuando era un niño en mi vida pasada.

Incrusté en el peluche una herramienta para evitar que perdiera su forma y se lo di a Milady, quien lo apretó de inmediato contra su pecho.

'Quizás sea una buena idea hacerle un peluche con mi maná… parece que la ayuda a dormir.'

Esa noche soñé con una Lady Rozemyne adulta. Sus ojos se arrugaban felices mientras la escoltaba en su ceremonia de graduación.

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Notas de una de las Autoras:

A alguien aquí le están pasando factura algunas de sus actividades. ¡Pobre Rozemyne!

En esta línea, Ferdinand no es el que está sufriendo como hijo de Adalbert, pero tampoco quisimos dejar a Rozemyne sufriendo sola.

Por cierto, tenemos capítulo extra el día de hoy. Una pequeña (de verdad pequeña) side story que esperamos disfruten y les den una visión más amplia de lo que sucede.

SARABA