Notas de las Autoras:

Querido lector, te recordamos que, debido a un excedente de capítulos en esta historia y muchas ganas de compartirlo con ustedes, hemos decidido publicar un poco más de cuatro capítulos esta semana. Este es el cuarto capítulo de la semana y el segundo del martes. ¡Que lo disfrutes!

.

El Ascenso de un Científico Loco

¡Descubriré como funciona el mundo!

Venganza

Lady Constance llegó al menos media campanada antes de lo que Rozemyne la había citado. Fran me informo que la habían llevado una de las salas de té, mientras esperaba que iniciara la reunión.

"¿Estamos seguros de esto?", pregunto Brunhilde, mirando a nuestros compañeros. "No habrá vuelta atrás."

"Lo sabemos", respondieron al unísono

"Estamos preparados..." comencé antes de interrumpirme. "Todos vienen desarmados, ¿verdad?"

"Mi manablade se quedó en mi cuarto", informo Angelica, los demás asintieron.

Había tenido que dejar a Ayame en mi habitación oculta, aunque sabía que cuando la recuperara me regañaría hasta el cansancio por haberla olvidado, otra vez.

Constance estaba esperando en la sala del té cuando despachamos a todos los grises que estaban de servicio. Briggitte vigilaba la puerta de entrada, Angélica la puerta de servicio de los grises.

Entré seguido de mis antiguos compañeros de séquito, todos en armadura. La reacción fue inmediata. Constance se puso de pie tan confundida como un shumil que ha saltado en busca de un mehren y encontrado solo una jaula de metal de la que no logra escapar.

Laurenz fue el primero en llegar a ella, inmovilizándola desde la espalda en lo que Matthias y Damuel la tomaban de ambos brazos y Hartmut colocaba un aparato antiescuchas de rango específico. Roderick la observaba a detalle haciéndola sonrojar a causa del meticuloso estudio del erudito.

"Ferdinand, querido primo, ¿puedo preguntar qué significa esto? ¡Oh, por todos los dioses, cuidado ahí atrás!"

Tuve que lanzarle una mirada de advertencia a Laurenz, quién parecía demasiado feliz para alguien que estaba llevando a cabo una venganza. Yo solo tuve que respirar con calma un momento antes de avanzar hasta quedar a dos pasos de ella. En este momento ambos teníamos una ligera diferencia de estatura que me favorecía, seguro que en un tiempo sería ella quien me tendría que mirar hacia arriba.

"Constance, he estado pensando que ahora que te irás, bien podrías, no sé, darle un poco de preferencia a mis inventos." Esto era de lo más desagradable pero ya estaba metido hasta el cuello. Adelanté mi mano y le acomodé un cabello imaginario detrás de la oreja, notándola temblar con desagrado "Entonces, ¿serías algo así como, mi socia comercial?" pregunté mirándola a los ojos en un intento de lo más extraño para ponerla nerviosa, sin mucho éxito.

"¿Qué tu qué? Ferdinand, si esto es por…"

No tuve que decir nada para que Matthias y Damuel se acercarán a sus oídos y comenzarán a susurrarle cosas en tanto Laurenz se acercaba a su cuello para oler su cabello.

Hartmut sonreía con las manos atrás antes de hacerme una seña. Suspiré sin dejar de sonreír. Por alguna razón, las chicas me habían dicho que me enfadara y tratara de no mostrarlo. Mi sonrisa se intensificó todavía más y yo comencé a delinear el cuello de su vestido e incluso la línea del escote tratando de no tocarla demasiado.

"¡Ferdinand!" gritó ella con desesperación cuando Matthias y Damuel se hicieron para atrás, permitiendo que Laurenz le dejara un beso en el cuello que le dejó una pequeña marca brillante y húmeda que desaparecería apenas la dejáramos limpiarse.

"¡Oh! ¿No se supone que es así como se maneja una negociación, prima querida?"

Esta vez no tuve que soltar ni una gota de maná para verla temblar y estremecerse, fue entonces que ella me miró con súplica.

"Esta es una broma de muy mal gusto, Ferdinand. A Rozemyne no va a gustarle nada."

"¿Tú crees? Pero no parecía molestarte nada de esto cuando eras tú quién estaba de este lado. ¿Te sientes incómoda ahora que te tenemos rodeada? ¿Te sientes asqueada de que te toque yo a ti?"

"¡Ya no suenas como una maldita niña, Ferdinand! ¡No puedes venir y tratarme de esa manera cuando empiezas a verte como un varón y suenas más atractivo que mi prometido!"

No supe que decir. Mis compañeros de venganza, en cambio, comenzaron a reírse sin pudor ni recato. Laurenz fue el primero en hablar.

"Nosotros la vimos a usted y a esas lindas asistentes suyas haciéndole esto mismo a Lord Ferdinand. Lo que, es más, mis compañeras dijeron que Lady Rozemyne se dedicó a renegar por días enteros hasta que la hicimos confesar que vio a su pequeña y atractiva asistente colgada del brazo de Lord Ferdinand en una posición nada decorosa. ¿Qué le hizo? ¿Me dejaría jugar a ser esa linda y pequeña asistente con usted, mi Lady?"

"No, no quiero y quítame el pomo de tu manáblade de encima en este momento, por favor."

"Lady Constance" dijo Laurenz en una voz que nunca le habíamos escuchado antes y que al menos a mí me hizo lamentar esta idea "esa… no es mi manáblade."

El rostro de Constance se pintó de rojo de inmediato. Su mirada parecía perturbada. Por suerte Hartmut se apresuró a tomar a Laurenz de una oreja para alejarlo de la hermana de Rozemyne antes de que esto se convirtiera en un verdadero desastre. A pesar de todo, Matthias y Damuel la seguían sujetando de cada brazo sin más.

"No sé cómo se te ocurrió que era una buena idea jugar conmigo para obtener lo que querías, Constance, pero me hiciste sentir incómodo y avergonzado por mucho tiempo cada vez que tú y tu séquito se divertían conmigo. Espero que cada vez que quieras seducir a alguien para salirte con la tuya recuerdes lo incómodo que es esto… o que siempre podrías encontrarte con alguien que, de hecho, traté de aprovecharse de la situación y las deshonre a ti y a tus asistentes."

Si bien se había mostrado aterrada cuando Rozemyne la sorprendió molestándome en el castillo, justo ahora parecía asqueada y avergonzada de verdad, incluso confundida cuando se dio cuenta de que ni Matthias ni Damuel la soltaban y estaban prácticamente colgados de sus brazos.

"Bien, tú ganas Ferdinand. Estoy arrepentida. No volveré a acosar a nadie de este modo. ¿Podrías decirles a estos idiotas que me suelten?"

Estaba a punto de hacerlo cuando Hartmut la tomó de la barbilla, obligándola a voltear a verlo a él.

"Señorita Constance, antes de que Lord Ferdinand nos de la orden de soltarla, debo dejarle un par de cosas en claro. Antes de la llegada de Lady Rozemyne al templo, hombres y mujeres éramos forzados a entregar ofrendas de flores en contra de nuestra voluntad, ahora mismo, solo aquellos dispuestos hacen este servicio. ¿Por qué se lo estoy diciendo? Porque Laurenz está más que listo para hacerle su primera ofrenda a usted. Si algo de todo esto llega a oídos de cualquier persona fuera de este lugar, nos aseguraremos de que Laurenz le de esa ofrenda de manera gratuita… y por supuesto, se nos escapará la información de que usted la pidió. ¿Estoy siendo claro, milady?"

Laurenz se asomó entre Hartmut y yo para saludar a Constance con la mano antes de lanzarle un beso. Nunca había visto a la hermana de Rozemyne haciendo un gesto más abierto de desagrado que en ese momento.

Hartmut la soltó y la mirada horrorizada de ella volvió a mí.

"Ferdinand…"

"Ya oíste. Jura en el nombre de la diosa de la luz que nunca dirás nada de esto a nadie y que, de hacerlo, Laurenz podrá tener lo que quiera contigo sin consecuencia alguna, Constance. Nosotros te liberaremos y todo quedará olvidado."

Parecía a punto de llorar, sin embargo, se tragó sus emociones e hizo el juramento. Pequeñas burbujas de luz dorada parecieron caer entonces entre Constance y Laurenz, dejando el rostro de Constance bastante pálido.

"La diosa te ha escuchado, Constance", le aseguré con la misma convicción que Rozemyne, "no estoy muy seguro de cómo funciona esto, pero si rompes tu palabra, posiblemente Laurenz aparezca frente a ti, con sus túnicas sacerdotales y más que listo para hacerte lo que quiera, así como Rozemyne aparece de improviso ahí donde los dioses consideran que ella es necesaria, así que no tientes a la suerte… querida prima."

Un gesto mío y Constance fue liberada de todo. Mis compañeros de templo salieron entonces y yo observé cómo Constance volvía a sentarse en la silla donde había estado esperando, tan desconcertada que no parecía una candidata a archiduque.

"Una cosa más, Constance" ella dirigió sus ojos hacia mí, yo solo le sonreí con esa sonrisa que me habían estado inculcando en el castillo "te dimos la hora de reunión con Rozemyne equivocada. En realidad, te queda un cuarto de campanada antes de que ella llegué. Por favor, toma un par de tazas de té y relájate. Sería… poco prudente haber solicitado una cita y luego no recordar el motivo de esta. Que tengas un día fructífero, Constance."

.

El siguiente objetivo del escuadrón de la venganza fue la pareja de asistente/erudito de Constance.

Faltaban menos de dos semanas para la Conferencia Archiducal. Lady Constance ataría sus estrellas en dicho evento para luego mudarse a su nueva Geduldh junto a sus asistentes adultos. En el caso de Alderon y Teresia, ambos habían unido sus estrellas el verano anterior, así que el tiempo apremiaba con ellos. Alerah no podría trasladarse sino hasta el año siguiente por medio de un matrimonio, seguramente arreglado.

"Deberíamos tenderles una emboscada en el castillo" sugirió Harmut luego de que todos nos hubiéramos reunido en el gimnasio, para variar.

"Rozemyne y yo tendremos que subir en los días usuales, pero no veo porque subirían ustedes."

"La verdad es que a Brunhilde todavía le cuesta un poco moverse por el castillo" confesó Brigitte.

"¿Queremos ir todos el mismo día?" Preguntó Angélica un poco perdida en la conversación.

"¡Claro que sí! ¿De que otro modo podríamos emboscar a Alderon y a Teresia?" Dijo Dirk.

"¿No bastaría con decir que vamos a los edificios de erudición y caballería? Solo tendríamos que llegar todos juntos." Insistió Angélica ahora, llamando la atención de los demás

"Angélica… de vez en cuando dices cosas inteligentes" comentó Harmut "debe ser inspiración por permanecer al lado de nuestra Santa señora."

"Bueno, pasemos al plan entonces" pidió Laurenz de inmediato "yo puedo sujetar a Teresia por la espalda y…"

"Laurenz, no puedo permitirte que hagas eso de nuevo" suspiré recordando su descaro con Constance, "vas a conseguir una muerte accidental si te dejamos aprovecharte de la situación."

Laurenz pareció desanimarse un poco en tanto los demás se soltaban riendo.

"¿Angélica y yo vigilaremos de nuevo?" preguntó Briggitte de inmediato.

"Sería lo más adecuado" comentó Damuel "Matthias y yo sostendremos a Teresia en tanto Dirk y Laurenz sostienen a Alderon."

"Si me enseñan a usar mejoras físicas, yo podría sostener a Alderon" ofreció Harmut "sería divertido ver la cara de ese payaso cuando no pueda zafarse de mi agarre."

No tenía idea de porque, pero la mirada de Harmut era divertida y peligrosa, cómo si guardara algún tipo de rivalidad o resentimiento contra el otro erudito. Tuve que preguntar.

"¿Alderón te debe algo?"

"Digamos que su boca le debe varias faltas a este mundo. No importa que tan tranquilo se muestre, nada lo va a fastidiar más que ver a varios chicos dispuestos a teñir a su amada Teresia. Es… su más grande trofeo después de todo."

Sonreí sin poder evitarlo. La idea de vengarse ya no me parecía tan mala después de todo.

"Bien, les tenderemos una emboscada mañana a la quinta campanada. Harmut, ¿puedes guiarlos?"

"Por supuesto, Lord Ferdinand. ¿Me enseñará las mejoras físicas?"

"No te dejaré descansar hoy y te despertaré mañana a la primera para que logres dominarlas lo antes posible." Su sonrisa era venenosa y su mirada predadora. Era un hombre que había esperado largo tiempo por su venganza. "En cuanto a Alerah, la dejaremos para el día previo a la ceremonia de regalo. Tenemos tiempo de sobra para ella."

Los demás asintieron sin dejar de sonreír. No sabía si todo este asunto les parecía divertido o de verdad ansiaban dar un castigo a quienes se habían metido con uno de los suyos… preferí pensar en lo último, era reconfortante y novedoso este sentido de pertenencia que no había logrado experimentar como Tetsuo.

.

El día llegó. De algún modo, entre todos nos habíamos encargado de mantener un pasillo vacío a la hora acordada. En esta ocasión todas nuestras manablade se habían quedado con Rozemyne para que 'las alimentara', las espadas comenzaban a quejarse de lo descuidados que éramos, solo era cuestión de tiempo para que Rozemyne sospechara que algo estaba pasando.

Pronto escuchamos las voces de Harmut y Alderon discutiendo sobre cuál de las dos hermanas era la mejor maestra… y a Teresia quejándose de que siguieran discutiendo sobre lo mismo luego de tanto tiempo.

"¿Cómo puedes pensar que trabajar para alguien que solo se interesa en huir en busca de calor es mejor que servir a una Santa que escucha las voces de los dioses mismos?" rugió un Harmut demasiado exaltado.

"Pues tu señora será una Santa pero es una Mestionora enana, E-NA-NA. ¿Qué tendría de divertido jugar a la niñera de tu señora?"

"Oigan, están hablando de las hijas del Aub en el castillo, si alguien los escucha, los van a… ¡KYAAAAAAA!"

Todos nos pusimos en posición de inmediato. Harmut parecía disfrutar de manera especial tener a Alderon inmovilizado contra la pared y ¿Amordazado? ¿De dónde había sacado esa tela? ¿Eran calcetines?

Por otro lado, Teresia estaba pálida mientras mis compañeros la sujetaban, cada uno de un brazo contra el muro contrario.

"No sabía que te preocupabas por la repercusión de tus acciones o las de tus compañeros dentro del castillo, Teresia."

"¡Ferdinand!" exclamó la joven con aparente alivio, mirándome como si fuera a salvarla "es un gusto verte por aquí, jejeje. ¿Podrías decirle a tus… amigos, que nos suelten por favor? Llegaremos tarde a…"

"No."

"¿No?" repitió ella conmocionada, lanzando un par de miradas de soslayo a Alderon, quién parecía bastante tranquilo en ese momento.

"Al parecer nadie les enseñó el significado de la palabra No… o lo frustrante que es toparte con alguien que lo desconoce. ¿De pura casualidad, se divertían planeando como molestarme o fue algo improvisado?"

Hubo un silencio breve, era como ver una computadora con un procesador de los 90's intentando procesar una descarga de internet en la década del 2010, todo un error de procesamiento.

"Yo nunca quise…"

"Pero lo hacías, Teresia y hasta donde recuerdo, todas las veces, de entre todas las mujeres del séquito de Constance, las únicas que se prestaban a acosarme eran Alerah y tú."

La joven por lo menos tuvo la decencia de sonrojarse antes de mirar a Alderon una última vez, derrumbándose ante nuestros ojos de un modo lamentable.

"Lo lamento. De verdad lo siento mucho, Lord Ferdinand." Dijo Teresia dando la impresión de estar de verdad arrepentida "la primera vez pensamos que sería divertido ponerte a prueba… te veías tan lindo y frágil… y mi señora quería saber que tanto te resistiría de tener contacto físico con alguien que no fuera Lady Rozemyne."

"¿Y estuviste de acuerdo?"

No respondió. Se veía de veras apenada. Luego le mandó una mirada cargada de reproche a Alderon, quién solo observaba todo sin intentar zafarse o escupir su mordaza.

"Alderon dijo que sería divertido ver qué tanto te sonrojabas la segunda vez. Yo no quería pero…"

El sonido de una risa apenas contenida detrás de una mordaza nos llamó la atención. Alderon parecía burlarse de la declaración de su esposa sin quitarle los ojos de encima, cómo retándola a seguirlo culpando.

"¿Segura de que no querías? Alderon parece creer que no tienes nada de inocente con eso."

Noté como apretaba sus puños y tensaba su mandíbula. Estaba incómoda, de eso no cabía duda.

"Dime una cosa, Teresia, y quiero la verdad. ¿A cuantos hombres sedujiste y con qué fin? Eres la mayor de las tres, me cuesta creer que la idea fuera de Constance o de Alerah."

Teresia comenzó a morderse el labio inferior y Alderon a reírse bastante. Una señal mía y Laurenz le retiró la mordaza.

"Les dije que su forma de conseguir favores les iba a pasar factura, dulzura."

"¿Y qué esperabas que hiciéramos, Alderon? Ninguno de los candidatos del sur estaba interesado en Lady Constance mientras estuvo en primero, ni en segundo tampoco. ¿De qué otra forma podía ayudarla a conseguir su meta?"

Los miré a ambos un poco enfermo. Incluso tenía la impresión de que Alderon estaba disfrutando con esto tanto como Laurenz con el castigo a Constance.

"¿Cuántos, Teresia?"

La chica bufó, volteando los ojos y tomando una actitud nada sumisa ni avergonzada, como las hijas de celebridades que pensaban que podían brincarse cualquier regla por su linda cara y su dinero.

"No lo sé, no llevaba la cuenta, pero… Alerah y yo conseguíamos todos los ingredientes para nuestras clases acosando a los aprendices de caballero de último año. Empecé a hacerlo cuando pasé a segundo y las bendiciones de Geduldh comenzaron a notarse."

"¿Ingredientes?"

"¿Tienes idea de lo caros que venden los materiales de buena calidad? Y con Lady Constance insistiendo en mudarse al sur, necesitábamos juntar dinero, no gastarlo… no volvimos a gastar una sola moneda después. También aprendí a cuáles podíamos acosar de manera segura y a cuáles no. Alderon por ejemplo. Solo tuve que molestarlo un poco y el idiota me acorraló contra la pared para besarme."

Miré al erudito a continuación. Parecía bastante orgulloso.

"Si la chica de tus sueños se lanza a tus brazos, lo justo es tomarla, ¿o no? La cachetada que me dio valió toda la maldita pena."

Algo aquí me parecía extraño. Miré a Harmut, pensando que esto no nos llevaría a ninguna parte y él solo me señaló a Laurenz con un gesto de su rostro y una sonrisa demoníaca digna de cualquier villano de series shounen.

Un acto para librarse del castigo. Empezaba a sospechar que no éramos los primeros tratando de desquitarnos con Teresia por su impertinencia.

"¿Puedo preguntar qué más conseguiste con esto, Teresia?"

"¿Para qué? ¿Me harás pagar por todo? No tienes derecho a una sola de las monedas que ahorré"

"Llámalo… curiosidad de erudito. ¿Qué más obtuviste? Pensé que tenían prisa por ir a alguna parte."

Teresia soltó un suspiro exasperado nada noble antes de barrerme con la mirada y murmurar algo que parecía un insulto. No le di importancia alguna, solo me acerqué más.

"¿Entonces?"

"Pft… además de los materiales… y el matrimonio que alejara a mi señora del Señor del Invierno, conseguí algunas guías, un par de asesorías gratuitas y… tal vez maquillaje de Immerdink y miel de Klassenberg… ¿tienes idea de lo caro que es mantener un rostro brillante y atractivo teniendo tanta competencia?"

"No, no la tengo. Pero sé a la perfección cómo debieron sentirse todos esos chicos… y que no sientes ni un poco de remordimiento por ello. Laurenz, tíñela."

"¡¿Qué?!"

"¡Oh, si! Sólo déjamela a mí, Sumo Sacerdote."

Laurenz se apresuró a acercarse a Teresia, lanzándose prácticamente de cabeza a su escote, aferrándose a su cintura antes de acercar su rostro a su cuello.

"¡Oh, dioses! ¡Hueles taaan bien! Tengo que conseguirle de eso a la chica de mis sueños." Balbuceó el peliverde, pegándose completo contra Teresia e ignorando de manera magistral la cara de asco de la chica.

Alderon dejó de reír en ese momento. Parecía asombrado de verdad, recobrándose de la sorpresa inicial cuando Laurenz atrapó el lóbulo de Teresia entre sus dientes para comenzar a jalarlo despacio.

"¡Oye, oye, sacerdote! ¡Quítale las manos de encima a mi esposa! ¡¿Me escuchaste, maldito grum apestoso?!"

Laurenz volteó a ver a Alderon con una tremenda sonrisa de pervertido que incluso Brigitte pareció temblar desde su puesto vigilando el corredor.

"¿Qué? ¿Te molesta? Pensé que estabas bien con vigilar que nadie se acercara y nadie huyera mientras ella se pegaba contra otros chicos." Se burló Laurenz, pegando su cadera a Teresia de tal forma que resultaba de lo más vulgar. Tanto que estaba a punto de detenerlo.

"¡Yo nunca disfruté de verla hacer eso! Yo solo estaba cuidando que ninguno se propasara así con ella."

Laurenz lo miró una vez más antes de subir sus manos para luego volver a meter la cara en el escote de Teresia, disfrutando demasiado que ella fuera todavía más alta que él.

"Entonces debiste pagar por sus materiales, sus tutorías, sus guías y su maquillaje. Con lo bien que huele, habría valido la pena."

Laurenz sacó su lengua para pasarla por la piel de una clavícula cuando noté que Teresia estaba a punto de llorar de verdad.

"Laurenz, suficiente. Parece que aprendió la lección."

Igual que con Constance, antes de soltarlos me aseguré de que ambos juraran por la diosa de la luz que no dirían nada de lo que acababa de pasar ni buscarían vengarse de nosotros.

Cuando los soltamos, Teresia invocó un washen sobre sí misma y Alderon se apresuró a cubrirla con su capa, mirándonos a todos como si fuéramos delincuentes peligrosos.

"Da gracias a qué decidimos tomar el asunto en nuestras manos, Alderon" escuché murmurar a Harmut "si nuestra señora se enterara de todo esto… y de cuántas veces acosaron a Lord Ferdinand, que dejáramos suelto a Laurenz sería la menor de sus preocupaciones."

Los vi palidecer, posiblemente recordando la reacción de Rozemyne cuando los encontró.

"¡Schlageziel!" gritó Angélica en ese momento y todos salimos de ahí tan rápido como pudimos.

Ese era el código para indicar que Lord Bonifatius se acercaba y ninguno de nosotros tenía ganas de ser aleccionados por mi padre adoptivo o de que se enterará de lo que estaba pasando, Alderon y yo no sobreviviríamos a ello.