Capitulo 2
"Cleptomania"
2 años después...
Los asistentes se encontraban sentados en sus respectivas sillas formando un círculo. Uno a uno, expresaban sus sentimientos, se felicitaban por sus logros y se animaban mutuamente cuando alguien se quebraba por una reciente recaída...
Ahí se encontraba Azuza, quien luchaba fervientemente contra el deseo de apoderarse del estrado principal. Incluso ya tenía un nombre para él... Y quién sabe, quizá se vería bonito en su sala de estar. Removió sus manos con nerviosismo, pues cuando tales pensamientos llegaban a su mente, una sensación de cosquilleo recorría sus palmas.
—¿Qué nos dices de ti, Azuza? —preguntó el facilitador del grupo.
—Ehh... —por fin su tentación era cortada por la voz de la razón.
—No has compartido nada con el grupo desde que te uniste... ¿Podrías contarnos un poco sobre tu lucha? —animó en tono amable.
Ella dudó un momento, cohibida por la forma en que los demás la miraban...
—Azuza es una gran patinadora... Solía competir mundialmente —el hombre dio una breve introducción sobre lo poco que se sabía sobre ella, y así pudo continuar con su presentación—. Cuéntanos... ¿Qué haces ahora?
—Soy... Azuza Shiratori, y... —los asistentes la miraron con atención.
—Y... soy cleptómana —soltó con pesadez.
—¡Hola Azuza! —afirmaron al unísono.
—Hice patinaje de combate toda mi vida... Pero después de la veta, yo... Hago Roller Derby* —explicó.
—¿Roller Derby? ¿No es un deporte algo agresivo para una señorita? —comentó uno de los asistentes.
En efecto, lo era... Pero las apariencias pueden engañar... Verán.
Azusa medía 156 cm, era pequeña, veloz y asombrosamente letal en el hielo. De apariencia inocente y mirada astuta, su abundante cabello esponjado hacía ondas castañas hasta su cintura y un bonito flequillo caía sobre sus expresivos ojos verdes. Su manera de vestir, un tanto infantil, con todos esos moños, vuelos y mangas esponjadas, era otra forma de enmascarar perfectamente una personalidad un tanto desequilibrada.
Era una joven... diferente.
/flashback/
–
—¿"Diferente"? —cuestionó el empresario.
La maestra de preescolar temía no expresar los problemas de la pequeña sin ofender al señor Shiratori, cuya agenda ocupada no le daba tiempo de atender los asuntos de su hija por más de 30 minutos.
—Ella... no sé cómo explicarlo ... ella roba cosas —dijo con cautela la educadora.
—¿Las roba? —dijo confundido— ¿Cómo es eso? Si es una niña, además no tiene necesidad de robar... le he dado todo lo que pudiera desear.
La educadora trató de suavizar la noticia.—Su hija es sumamente inteligente, es... brillante de hecho. Pero tiene problemas para desenvolverse con sus compañeros.
—No entiendo —el padre de Azuza miraba su teléfono móvil con el aviso de una nueva emergencia de negocios.
—La última vez que fue suspendida fue porque le gustó mucho el lápiz de uno de sus compañeros, ella lo nombró "Norberto" e inmediatamente declaró que era suyo... se desató una gran pelea... y si no hubiese sido porque el intendente pasó por ahí, el pobre niño no podría venir a tomar clases por estar en cuidados intensivos —la mujer se estremeció.
—Son solo niños, estas cosas pasan siempre —al hombre se le estaba agotando el tiempo.
Una actitud tan liviana requería un poco más de firmeza.
—La conducta de Azuza no es algo normal, señor Shiratori. El alumno estaba en segundo año, ella es de preescolar, su agresión no es algo dentro de los parámetros naturales, es evidente que la niña tiene mucho resentimiento dentro de sí.
El hombre suspiró—Le recuerdo que Azuza y yo perdimos a su madre hace un año, estamos lidiando con esto a nuestra manera, creo que es una niña con voluntad que sabe lo que quiere y está dispuesta a conseguirlo, es un rasgo de familia... qué puedo decir —trató de bromear con sorna, sin mucho éxito.
Carraspeó, intentando volver a la seriedad.
—Le conseguiré tutores y lo mejor en psicología —sacó su libreta bancaria, llenando los primeros renglones de lo que sería un generoso cheque— Y quizá... Otra donación a su institución caería bien a este problema.
—Usted no entiende, señor Shiratori, la junta directiva de padres la quieren fuera del colegio, creen que es peligrosa para el resto del alumnado.
—¿Peligrosa? ¡TIENE 4 AÑOS! —protestó indignado.
—Le sugiero que consiga algo para arreglar la conducta de Azuza, no lo sé, pase más tiempo con ella que en sus negocios, inscríbala en algo en lo que sea buena... déle una madre y vuélvase a casar... Pero HAGA ALGO.
/
El magnate de industrias discográficas, Shiratori, aún miraba al vacío cuando se percató de que casi llegaban a su destino. El chofer tuvo que toser para hacerlo volver en sí y pudiera responder a la pregunta que venía formulándose hace unos minutos, sin ánimo de respuesta.
—¿Quiere que me quede aquí señor o paso a recogerlo cuando la reunión termine? —cuestionó de nuevo.
-Eh... quédate cerca, Albert... no lo sé... quizá termine antes —anticipó.
... "reunión"... Se repitió a sí mismo, desconcertado.
—Normalmente no llevas a tus hijos a las reuniones —pensó al ver a su niña de 4 años alistarse para bajar.
En realidad, esa no era una reunión de trabajo, aunque Shiratori solía verlo todo bajo el lente empresarial, aquello no dejaba de ser una cita, viera por donde lo viera. Acomodó nerviosamente el nudo de su corbata y tragó antes de salir.
Repasó sus motivaciones para pensar en el negocio del noviazgo con Noriko, una famosa patinadora artística que recientemente quería aprovechar su popularidad para incursionar en el mundo de la música.
Recordó la forma como ella había negociado el pasar tiempo con sus respectivos hijos,
"para que se conocieran mejor" como una señal de compromiso más serio por parte de los dos. Al hombre no le parecía una buena idea, pero su psicólogo insistió sobre la necesidad de salir en citas como parte de la aceptación hacia el final de un duelo, y también sus recientes problemas con Azuza.
Una niña tan imperiosa que comenzaba a somatizar la pérdida de su madre en un extraño impulso por apoderarse de cualquier objeto de su interés. "Ella necesita una motivación, tiene que enfocar su energía y agresión en algo productivo para que pueda desarrollarse óptimamente", podía escuchar al profesional repetir la frase en su mente, una y otra... y otra vez.
—¡Yuhuuu! ¡Por aquí! ¡Cariño! ¡Aquí!—
Cuando llegaron a la pista de la plaza, una mujer joven y elegante ya los estaba esperando, saludaba de forma energética e informal desde la mesa donde estaba dispuesta una pizza y algunas bebidas. Shiratori y su hija se miraron, y el hombre apretó una vez mas el nudo de su corbata antes de acercarse.
-Pero qué adorable niña tienes! —Exclamó Noriko— ¡Mírala! ¡Es bella como una muñeca! ¡Te dije que siempre deseé tener una niña?... ¡Vestirla con hermosos vestiditos y jugar a tomar el té!— Azuza se petrificó al ser estrechada por una completa desconocida con un perfume tan empalagoso como sus palabras. Molesta, se acomodó el vestido y afianzó su agarre en "Teddy", su inseparable oso de peluche. El señor Shiratori no era muy bueno para esa clase de interacciones sociales... Había que decir que no era el mismo desde que perdió al único amor de su vida. Buscó a la persona faltante entre la multitud. —¿Y tú muchacho? —preguntó.
La rubia dio un sorbo a la pajilla de su bebida e hizo una exclamación de sorpresa, como si hubiese recordado algo. —¡Oh! Mikado está por allá—señaló a la pista de hielo— Está en su práctica de patinaje, lo traigo todos los días de 3 a 7.
¿4 horas? ¿Tanto tiempo? - cuestionó el hombre.
—Esto no es un pasatiempo, querido. Si quieres ganar, debes trabajar. Tú sabes de esas cosas—guiñó de forma coqueta.
La pequeña Azuza rara vez se asombraba con las cosas que veía. Estaba acostumbrada al lujo y al esplendor. No se emocionó en el zoológico de Nueva York y apenas se había divertido en Disneyland. Pero ni Noriko ni su padre olvidarían nunca su mirada brillante al ver esas navajas deslizarse en el hielo. —¿Quieres intentarlo, pequeña?—animó la rubia de empalagoso aroma.
El hombre se puso nervioso por las conductas de Azuza, al no saber a ciencia cierta qué las detonaba. —No lo sé, Noriko. Parece peligroso...—dijo.
—¡Tonterías! Yo patiné antes de hablar, y reconozco a una entusiasta cuando la veo. ¿Qué dices, pequeña?—animó.
Azuza tembló un poco al no saber nivelarse correctamente, dio un paso hacia el frente y cayó de bruces.
Los niños de la práctica, más experimentados, se burlaron al verla. Shiratori se paró de su lugar, dispuesto a caminar sobre el hielo para levantarla, pero Noriko se lo impidió.
—¡Vamos, pequeña Azuza! ¡Tú puedes lograrlo!—animó desde las gradas.
La pequeña apoyó sus manitas en el hielo, recogió a "Teddy" y se incorporó, deslizándose torpemente hacia la fila de los practicantes y estos no tardaron en incomodarla aún más.
Una de ellas, la más alta... y con el leotardo más brillante se le acercó tirando de su coleta. "Esta práctica es solo para avanzados", dijo en tono infantil y despectivo.
"Los principiantes entrenan de 2 a 3", acusó otro niño.
"No tienes la ropa adecuada para la práctica", molestó uno más.
"¿Por qué no sueltas ese estúpido oso? Así nunca podrás patinar bien "
, la chica del leotardo brillante parecía tener una especie de liderazgo sobre todos ellos...
Azuza estaba acostumbrada a las burlas... e hizo lo posible por mantenerse al margen hasta que...
Hasta que algo llamó su atención.
"Humberto", dijo señalando el brillante collar de la líder del bullying.
"¿Eh?" dijo ésta, confundida.
"Quiero ese collar, se llama 'Humberto' ¡Y ahora es mío!", exclamó la pequeña.
Aquello parecía una oportunidad para lucirse. La niña sonrió con malicia. "Si lo quieres, tendrás que seguirme el paso", dijo, deslizándose magistralmente por toda la extensión del hielo.
Azuza dejó a Teddy de lado, se acomodó los patines y con la mirada fija en el objetivo echó carrera hacia la niña. Con una habilidad instantánea y milagrosamente adquirida, la niña se desplazó con una fuerza que hizo a las afiladas navajas agrietar la pista, dejando a todos los espectadores estupefactos.
La niña líder se asustó de su perseguidora y aumentó la velocidad de su trayectoria. Sin percatarse del muro frente a ella, terminó por estrellarse en el tope de la pista, llorando y sobándose su inflamado chichón en la frente mientras Azuza intentaba quitarle el dije de la cadena.
Nadie podía creer lo que había pasado.
-¡Oh!... A eso te refieres con que tu pequeña tiene problemas -entendió la elegante mujer mientras daba otro sorbo a su bebida.
Shiratori dimensionó por primera vez hasta dónde podían llegar las frustraciones de Azuza.
Por su parte, esa niña tímida de 4 años acomodó el dije en su cuello como prenda de triunfo y de nuevo volvió a la torpeza inicial de su inseguro desliz patinando noviciamente, como si nada de aquel circo hubiese pasado.
En un mal movimiento, tropezó, pero sus pequeñas rodillas no alcanzaron a tocar el suelo cuando algo o alguien, la sujetó protegiéndola del impacto.
"Oye, pequeña... ¡eso fue muy peligroso!", dijo el joven Mikado con una voz infantil tan cantarina y melosa como la de su madre.
La ayudó a ponerse de pie y le sonrió con amabilidad, convirtiéndolo sin anticiparlo en un nuevo objeto de sus manias.
—"Gilbert"— lo señaló sin más.
Amable, pero confundido, el niño procedió a corregirla. —"Mi nombre es Mikado, mucho gusto"—
—¡Gilbert! —contestó con necedad.
—¿No entiendes lo que tienes, Shiratori? ¡La niña tiene talento natural! Es una gran oportunidad para que canalice su agresión—explicó la condecorada patinadora.
—Pero, ¿patinaje de combate? ¿Eso siquiera existe?—
—Es una subdivisión especial del patinaje, pero te aseguro que le veo futuro a esa niña. Créeme Shiratori, ella mejorará si se concentra en el hielo, podrá progresar y tendrá éxito.
El hombre dudó un segundo—No lo sé, Noriko, no estoy seguro.
—¡Mamá! ¡Esa niña está loca!—Lloriqueaba Mikado al tratar de quitársela de encima.
—¡Oh, querido! ¡Mira lo bien que se llevan los niños! ¡Podrían competir en pareja!—
/Fin del flashback/
Sí, cuando Azuza quería algo, no había poder en la tierra que le impidiera conseguirlo.
Hasta que "Charlotte", su último gran capricho, apareció y sus ganas de obtenerlo le costo todo lo que amaba en el mundo.
Fin del capitulo 2.
Tuve una especie de efecto Mandela. Verán, cuando pensaba en este par de patinadores, yo tenía un recuerdo de que ellos eran equipo porque Azuza se había apoderado de él, como lo hacía con todos sus objetos. Solo así podía explicarme por qué siempre los veíamos juntos. (Salvo en ese episodio de relleno cuando Azuza se apodera de Kunno). Pero la verdad, a ese raro emparejamiento no le encontré mucho sentido.
En fin.
Parece ser que nada tiene sentido con estos dos, están tan locos y tan poco desarrollados en la serie que pensé que era una oportunidad perfecta para crear una historia dentro de los estándares del "canon" que pudiera desarrollarlos más extensamente como personajes y explorar una relación que puede evolucionar y que considero linda dentro de mi mente.
La historia tiene mezclas de "Deslizando a la Gloria", "Chicas sin Freno" y, sobre todo, las vidas de Sergei y Ekaterina, la pareja de patinadores con la historia de amor más hermosa y trágica de todos los tiempos :3 (es un hecho de la vida real) por si gustan investigar.
En fin, no sé qué tan extensa se vuelva.
Quizás solo sean unos pocos capítulos, pero espero que disfruten y me dejen sus comentarios sobre qué esperan que pueda pasar con estos dos.
Por si no lo sabían, "La Última Flor de Cerezo" ha sido actualizada y está llegando ya a su gran final :') ¡Ay qué emoción!
Estén atentos a los proyectos que siguen.
