Hola hermosas, muchas gracias por estar pendientes a la lectura, quiero pedir una disculpa porque ya había leído y corregido los errores del capítulo, sin embargo la página no me permitió grabar y no tuve tiempo de volver a leer y corregir lo que estaba mal redactado o escrito, espero me comprendan.

La historia es sin fines de lucro y los personajes no son de mi propiedad. Gracias por leer.

LÍNEAS DEL TIEMPO

5

LÍNEA 3

Anthony caminaba hasta su despacho, quería dejar todo en regla antes de partir, sabía que su "tío abuelo" se preguntaría por ellos y él no quería que se preocupara, así que se aseguraría de dejar todo claro por medio de una carta. Él desde hace tiempo sabía que aquel "leñador" era verdaderamente su tío, hermano de su madre, sin embargo había mantenido el secreto junto con los Cornwell porque quería evitar que los representantes del clan se enteraran de la lejana relación que mantenían gracias a su despreocupada manera de ser.

-Anthony necesito hablar contigo. – Dijo Elisa de manera autoritaria, segura de que de esa forma podría conseguir hablar con él. Anthony rodó los ojos al escucharla hablar.

-Muy bien Elisa, yo también necesito hablar contigo. – Le dijo Anthony dispuesto a poner de una vez en claro todas las cosas.

Estaba desesperado porque los días pasaban y ella seguía convencida de que contraerían matrimonio. El rostro de Elisa se iluminó cuando escuchó las palabras del rubio y de inmediato caminó hasta donde estaba él para seguirlo hasta el despacho.

-Que bueno que por fin me das la oportunidad de ponerte al tanto de los preparativos de la boda. – Dijo Elisa segura de que era eso de lo que quería hablar antes de entrar al despacho, mientras Anthony como el caballero que era le daba el paso.

-Siéntate por favor Elisa. – Le dijo apartando la silla que estaba frente a su escritorio. Elisa se sentó con elegancia y superioridad. Anthony la observaba y sentía que se enfurecía cada vez más tan solo de ver su actitud altiva y desdeñosa.

-El sacerdote ocupa que vayas hoy mismo para poder correr las amonestaciones, dice que no has ido a verlo y que necesita…

-No voy a ir Elisa… ya te lo dije una y mil veces. – Le dijo Anthony mientras se sentaba frente a ella. Elisa guardó silencio repentinamente al verse interrumpida en sus palabras.

-Pero Anthony… es necesario que lo hagas. – Dijo Elisa intentando bajar un poco la guardia, tal vez si se portaba más tranquila y "sumisa" podría hacer que Anthony hablara con el sacerdote. – La fecha se está acercando y falta muy poco para que seamos marido y mujer. – Dijo la morena con insistencia buscando la manera de convencer a Anthony para que buscara al religioso.

-Elisa, desde hace mucho te dije que yo no tengo intenciones de casarme contigo. – Dijo Anthony mirándola fijamente a los ojos. Elisa lo miró con sorpresa, no era la primera vez que se lo decía, pero si era la primera vez que se lo decía sin gritarle. Hasta ese momento creyó sus palabras.

-Pero Anthony… estamos comprometidos… - Dijo Elisa con las palabras atoradas en su garganta, sintiendo unas enormes ganas de llorar por lo que Anthony le decía, era la primera vez que se lo decía con paciencia, con calma y no ofuscado y con gritos. – Sabes que los deseos de la tía Rosemary eran que nosotros nos casáramos… - Dijo de nuevo la joven con los ojos llenos de lágrimas. Anthony la miró fijamente y por primera vez sintió lástima por ella.

-Elisa ese compromiso no podrá realizarse. – Dijo de nuevo Anthony sin dejar de hablar con calma a pesar de las ganas que tenía de gritar con todas sus fuerzas.

-Pero…

-No Elisa… no me casaré contigo y ni tu madre ni el inútil de tú hermano harán que cambie de opinión. – Dijo Anthony una vez más sin dejar de mirarla. Los ojos de Elisa se encontraron con la determinación de los azules de Anthony.

-¿Por qué? – Preguntó Elisa con dolor. - ¿Es por ella…? – Se atrevió a preguntar con temor, sabía que así era, pero también sabía que estaba muerta y sabía bien que si hablaba mal de ella de nuevo esta vez no la contaría. Había algo en la mirada de Anthony aquella mañana que le advertía que esta vez hablaba decidido.

-Sabes bien que no es por ella Elisa. – Le dijo Anthony intentando controlar sus sentimientos al hablar de su amada Candy. – Ella ya no está aquí con nosotros. - Aclaró de nuevo, seguro de que su decisión no tenía nada que ver con el amor que aún sentía por su pecosa muerta.

-Por eso… tú tienes que rehacer tú vida, tienes que casarte, tener hijos y yo puedo ser esa esposa que tú necesitas… - Le dijo Elisa con paciencia, como si realmente fuese esa mujer que él necesitaba. Anthony la miró a los ojos, si no la conociera tan bien pensaría que hablaba en serio. Pero jamás confiaría en ella de nuevo.

-Elisa sabes bien que para ello tiene que haber un sentimiento de por medio y yo no te amo… - Dijo Anthony dispuesto a librarse de ella de una buena vez.

-¡Pero yo sí! – Dijo Elisa levantándose de su lugar, comenzando a perder la paciencia por la negativa de Anthony. - ¡Mi amor será suficiente para los dos! ¡Te lo prometo! – Decía Elisa rebajándose de nuevo por un poco de amor de parte del rubio.

-El amor tiene que ser de dos vías Elisa y para mí no es suficiente que "tú me ames". – Le dijo irónico mientras se levantaba también de su asiento.

-¡Anthony yo te amo! – Dijo Elisa corriendo hasta donde estaba él, colocándose de rodillas para suplicarle que se casara con ella.

-Elisa por favor, ¡Eso no es amor! ¡Es solo un capricho! – Le dijo Anthony zafando su mano cuando ella trató de tomarla para besarla.

Elisa lo miró con odio, todo el amor que había reflejado en sus ojos segundos antes se transformaba en una ira profunda contra él.

-¡Tendrás que casarte conmigo! ¡El tío abuelo te obligará a hacerlo! – Dijo levantándose de su lugar al ver que era imposible convencerlo. Anthony sonrió de lado, sabía bien que tarde o temprano saldría su verdadero temperamento.

-Vaya, ya te habías tardado. – Le dijo Anthony con sarcasmo. Elisa lo miró levantando una ceja, se sentía superior a él, se creía superior a él y a todos los que habitaban aquella elegante mansión que ella deseaba para sí.

-El tío abuelo me apoya y él te obligará a cumplir con ese compromiso. – Dijo de nuevo la joven, cruzando los brazos segura que así sería. Anthony sonrió de lado.

-El tío William no volverá hasta dentro de unos meses, hablé con él y sabe que no estoy dispuesto a casarme contigo y me ha dado la libertad que requiero para hacer con mi vida lo que me plazca. – Dijo Anthony ante el descontento de Elisa, quien lo miraba con la boca abierta ya que ella creía que su madre tenía bien controlado al joven patriarca del clan.

-¿Y qué vas a hacer? ¿Irte a la guerra igual que Archivald para evitar que nos casemos? – Preguntó Elisa como si fuese una broma su comentario.

-Aunque lo digas de broma, tanto Stear como yo hemos sido convocados al frente, creo que pronto será convocado tú hermano. – Dijo Anthony haciendo como que mostraba una carta del ejército americano.

-¡Eso no puede ser posible! ¡Ustedes tienen dinero! – Decía Elisa molesta. - ¿Y si mueres? – Preguntó Elisa preocupada, no por él sino por la herencia que se perdería como legítimo heredero de la fortuna Andrew. - ¿Qué pasará con la herencia? – Preguntó sacando por fin a relucir su verdadero interés. Anthony sonrió de lado, asqueado porque por fin Elisa sacaba el cobre que ella intentaba ocultar bajo la chapa de oro falsa que poseía.

-No te preocupes, el dinero no es importante para mí. – Dijo Anthony seguro de ello, sabía bien que los bienes materiales un día se perderían. – Además el tío William un día se casará y tendrá hijos así que le he cedido toda mi fortuna a ellos. – Dijo ante el asombro de Elisa, quien no podía imaginarse perder de esa forma ese dinero.

-¿¡Qué estás diciendo!? – Preguntó Elisa molesta por su decisión.

-Lo que escuchas. – Dijo Anthony con firmeza. – A partir de hoy todos los bienes materiales que yo poseía están a nombre de mi tío William. La mansión de las Rosas y la de Chicago le pertenecen a él y el dinero que me corresponde de la herencia de mi madre e incluso de la de mi padre la he cedido a sus hijos. – Dijo Anthony con satisfacción, le causaba una enorme satisfacción el ver que jamás se había equivocado y que las intenciones de Elisa era que iba tras su dinero y no tras ese amor que siempre le había proclamado desde que era una chiquilla. Tal vez en su tiempo había tenido un sentimiento por él parecido al amor, pero desde la llegada de Candy y la evidente preferencia que tenía él por la pecosa había hecho que todo el cariño que había sentido por él se convirtiera solo en ambición.

-¡Estás loco! – Dijo Elisa molesta con él. - ¡Completamente loco! – Volvió a gritar acercándose a él para que escuchara bien su frustración.

-No más que tú Elisa. – Le dijo Anthony a ver que se acercaba a él nuevamente. – Tú y tú familia están completamente locos si creían que me iban a convencer que mi madre había hecho tal compromiso. – Dijo para sorpresa de Elisa, quien lo miró con una mirada filosa llena de rabia y rencor. – Ella quería que yo fuera feliz y definitivamente una mujer tan ambiciosa y egoísta como tú, no es mi felicidad. – Le dijo mirándola fijamente a los ojos.

Una bofetada se incrustó en el rostro de Anthony, una bofetada que Elisa se había atrevido a darle por la humillación que sentía de haberla llamado interesada, si lo era, pero no le daría el gusto de aceptarlo. Anthony sonrió satisfecho por la reacción de la joven. La tomó de la muñeca con fuerza y la obligó a dejar el despacho, llevándola tras de él sin soltarla.

-¡Suéltame maldito! – Le decía Elisa molesta, caminando detrás de él a paso veloz, mientras desde lo alto de la escalera dos Stear veían como Anthony caminaba jaloneando a Elisa de la muñeca. - ¡Espero que te maten! – Decía Elisa molesta, palabras que le dolían decir en el fondo sin embargo no se arrepentía de decirlas.

-¡Espero que sí! – Le dijo Anthony ya cuando la terminó de sacar de la mansión. - ¡Espero que lo hagan si con ello es la única forma de no volverte a ver en la vida! – Le dijo molesto con los ojos encendidos.

-¡Maldito! – Le dijo Elisa molesta una vez más.

-¡Bruja! – Le dijo Anthony antes de cerrar la puerta en sus narices. - ¡Esa mujer tiene prohibido poner un pie en esta casa! ¿Entendieron? – Le dijo Anthony a sus empleados, quienes lo veían hasta cierto punto agradecidos por lo que había hecho. Los empleados estaban hartos de las actitudes de la morena y de su familia y jamás habían visto que Anthony la tratara de esa manera, sabían que había sido muy paciente, sin embargo aquella mañana había llegado a su límite por fin y ellos se encargarían de evitar que regresara.

-Sí señor. – Dijeron todos con una sonrisa reflejada en sus rostros, una sonrisa que intentaban no fuera una carcajada por lo que acababan de apreciar. Anthony miró hasta lo alto de las escaleras y pudo apreciar que su primo y el otro Stear estaban ahí y lo habían visto todo.

-Te juro que jamás pensé que vería a Anthony perder así los estribos con una dama. – Dijo Stear mayor sorprendido por lo que había visto.

-Te juro que yo tampoco, sin embargo estoy feliz que lo haya hecho. – Dijo el menor con una sonrisa. – Elisa y su familia han sido una piedra en el zapato desde siempre, sobre todo Elisa quien más de una vez se ha burlado de la muerte de Candy y Anthony se había contenido bastante. – Dijo de nuevo el joven inventor.

-Se lo tiene merecido. – Dijo el inventor mayor, quien sabía bien que Elisa en todas las líneas que había visitado era un ser despreciable y lleno de ambición, pero en ninguno había visto que obtuviera su merecido.

Anthony entregó los papeles en los que dejaba estipulado qué hacer con sus propiedades y los ponía en manos de George, quien era el encargado de administrar los negocios. Había dado instrucciones a los empleados para que el único que podría entrar a tomar posesión de la mansión de las rosas fuera su tío William y nadie más.

-¿Ya arreglaste todo? – Preguntó Stear a su primo, quien se encontraba de nuevo en el despacho pensativo.

-Casi… - Dijo Anthony con una mirada melancólica, una mirada que su primo conocía muy bien. – Necesito ir a despedirme de ellas… - Dijo con nostalgia. Stear asintió.

-También yo necesito despedirme de Archie. – Dijo con el corazón estrujado, dudando por un momento si lo que estaban haciendo era lo correcto.

-¿Dónde está Stear? – Preguntó Anthony de nuevo, refiriéndose al extraño visitante que habían tenido días atrás.

-En su habitación. – Respondió Stear aun sintiéndose extraño por la identidad del mayor. - ¿Crees que sea cierto lo que dice? – Preguntó Stear de nuevo dudando de él.

-Tú eres el hombre de ciencia igual que él, Stear. – Dijo Anthony a su primo, quien lo miraba fijamente a los ojos. – Además, nos ha dado pruebas invaluables de que realmente eres tú de otra línea del tiempo. – Agregó el rubio una vez más. Stear asintió resignado, tenía cierto temor ya que se había llegado el tiempo para irse para siempre de ese lugar.


Los primos Andrew cabalgaban hasta el cementerio de la familia, cada uno con sus pensamientos fijos en lo que dejarían atrás, preguntándose si lo que hacían era lo correcto y qué pasaría con todo esto si estaban de regreso.

-Si no resulta regresaremos ¿verdad? – Preguntó Stear joven a Stear. Anthony sonrió con ironía.

-Siempre los puedo regresar si las cosas no salen como lo esperamos. – Respondió el mayor mirando a los dos más jóvenes.

-¿Tú que dices Anthony? – Preguntó Stear menor a su primo, quien lo miró con nostalgia.

-No lo sé Stear, después de la discusión que tuve con Elisa le aseguré que jamás volvería. – Dijo Anthony desmontando su corcel.

-Tienes razón, tú no tienes mucho ánimo para volver. – Dijo Stear pensando en la tumba de su hermano.

-Cómo tú lo has dicho Stear, ellos estarán en nuestros corazones. – Dijo Anthony seguro de ello. Stear asintió suspirando.

Los tres jóvenes se detuvieron frente a las tumbas de las personas que tanto amaban y que se les habían adelantado en el camino. Aquel camposanto resguardaba a los antepasados de ellos, antepasados que se habían ido hacía muchos años y de los cuales algunos aún seguían viviendo en otra línea del tiempo.

Anthony se paró frente a la tumba de su madre y limpio el polvo que se acumulaba encima de ella.

-Madre, sabes que jamás podré olvidarte. – Le dijo con melancolía. – Te llevaré siempre en mi corazón, pero he decidido seguir un nuevo camino. – Decía con nostalgia, sintiendo un dolor en su pecho pero al mismo tiempo un alivio. Stear lo animaba. – Y sé que estarás conmigo en cualquier lugar en el que yo esté. – Dijo de nuevo, suspirando por aquella despedida que no sabía si sería permanente, sin embargo en el fondo de su corazón deseaba que realmente lo que Stear les había propuesto resultara. Caminó unos pasos más adelante. – Pecosa. – Dijo al llegar a la tumba de su amada Candy. – Mi amor por ti fue el único motivo por el cual no me fui de este lugar. – Decía con las lágrimas brotando de sus ojos. – Pero cada día, cada mañana me costaba mucho venir a verte, te pido perdón si no lo hice lo suficiente. – Dijo de nuevo con la voz entrecortada. – Sé que te alegrará saber que por fin he decidido avanzar y continuar con mi vida, sé muy bien que la promesa que nos hicimos un día quedó en el olvido, pero sé que tú no lo has olvidado. Estarás siempre en mi corazón, viajarás conmigo en mi memoria y en mis recuerdos y jamás, jamás, voy a olvidarte. – Le dijo a la tumba que guardaba los restos de su pequeña y amada Candy. Stear lo miraba con un nudo en la garganta, imaginándose lo difícil que era para él dar ese importante paso.

Una a una se fueron haciendo las despedidas, y Stear los veía a lo lejos respetando su privacidad, sintiendo que su corazón se estrujaba porque de una u otra forma las personas en las lápidas eran su familia, familia que si bien en su línea del tiempo la mayoría vivía, el pensar en perderlos le dolía en el alma, había algo que se entrelazaba dentro de él simplemente con estar ahí. Una lágrima rodó por su mejilla al imaginar que aquellos dos que caminaban entre las tumbas tendrían una nueva oportunidad en otra línea del tiempo, en donde buscaría juntarlos con los seres que tanto amaban y que por capricho del destino en sus líneas del tiempo habían sido separados repentinamente.

-Estamos listos. – Dijo Anthony al llegar hasta Stear. Stear miró a su contraparte y le sonrió asintiendo que también él estaba listo para emprender camino.

-Bien porque me deben estar esperando desde hace días. – Dijo Stear nuevamente. Anthony lo miró una vez más con interrogación y Stear menor negó simplemente al descubrir lo despistado que era, justo como lo era él.

-¿Quiénes te están esperando? – Preguntó Anthony de frente, ya no quería mentiras ni engaños de parte de nadie y buscaba la verdad, sabía que su primo sabía algo. Stear mayor sonrió apenado rascándose la nuca.

-En la otra línea del tiempo me esperan mi primo Anthony, Candy su esposa, mi sobrino Alexander su hijo. - Dijo señalando a Anthony, quien abrió los ojos confundido al pensar que la Candy que mencionaban era la Candy que le habían dicho había perdido a su Anthony.

-¿Su hijo? – Fue lo que más había sorprendido al rubio. – Dijiste que Candy había perdido a Anthony en esa línea del tiempo.

-Es verdad. – Dijo Stear explicando despreocupadamente, sabía bien que no se molestaría después de haberlo visto tan decidido a dejar todo y sobre todo dejar de ver a la odiosa de Elisa.

-¿Entonces? – Preguntó Anthony confundido. Stear más joven miró a su primo y sonrió.

-Lo que sucede es que algo me dice que jamás vino a buscar a su primo. – Dijo Stear con una sonrisa mirando a su yo mayor. Stear sonrió porque sabía que su contraparte lo había descubierto un día después de que había llegado. - ¿No es así? – Anthony lo miró esperando su respuesta.

-Me atrapaste. – Le dijo a su otro yo. Anthony lo miró esperando una explicación. – La verdad mí llegada a esta línea del tiempo es para seguir el plan que se le ocurrió a mi sobrino Alexander. – Dijo Stear dispuesto a confesar realmente sus planes. – Mi primo Anthony se encuentra en la línea del tiempo uno, él, su esposa, su hijo y yo pertenecemos a la línea central o la línea dos si así lo prefieren, la línea uno es la línea donde Candy te perdió a ti… bueno perdió a su Anthony… - Dijo Stear extendiendo su explicación. – Candy línea uno, yo línea dos y ustedes línea tres. – Dijo señalando a cada uno.

-¿Y por qué tú eres la dos? – Preguntó Stear Joven.

-Simplemente por el salto cuántico en el que estamos ubicados. – Respondió Stear. – Ustedes se encuentran a los extremos de mi línea de tiempo. La uno a la izquierda y la tres a la derecha. – Explicó sin complicarse mucho, creía que ya todo estaba muy complicado para seguirlo haciendo.

-¿Entonces si no buscabas a tú Anthony, me buscabas a mí? – Preguntó Anthony quien escuchaba atento a sus explicaciones.

-Efectivamente. – Respondió Stear sin dejar de caminar hacia su laboratorio. – Lo que sucede es que semanas atrás mi sobrino Alexander, que es mi conejillo de indias y además es el hijo de Candy y Anthony de mi línea del tiempo. – Explicó de nuevo el mayor. – Estuvo haciendo algunos viajes sin mi consentimiento y en ellos vio a un Anthony solitario sin su Candy y en otro a una Candy triste y muy sola también. – Dijo de nuevo el inventor omitiendo que Candy tenía el corazón roto. – Y su idea era juntar a los que en nuestra línea de tiempo representan a sus papás para que así pudieran ser tan felices como eran los suyos. – Terminó de decir el mayor, mientras miraba que Anthony y Stear lo miraban fijamente.

-¿Entonces este es un plan de un niño que en otra línea me tiene como padre? – Preguntó Anthony con duda. Stear asintió.

-Vamos Anthony, no perdemos nada con ir. – Dijo Stear al ver que su primo comenzaba a dudar de hacer el salto cuántico. – Además muero por ver a Archie y pelear nuevamente con él. – Dijo el inventor con una sonrisa de súplica al mayor. – Y sé que tú te mueres por ver cómo sería Candy siendo una dama. – Dijo Stear de nuevo. Anthony lo miró con un brillo muy especial, imaginándose nuevamente el rostro de Candy, ese rostro que solo vivía en su imaginación y que jamás en esa línea del tiempo podría constatar.

-Ya les dije que si no funcionan las cosas los puedo regresar. – Dijo Stear tranquilamente. – Lo único malo que tendrías que regresar a soportar a Elisa, porque algo me dice que a pesar de que la corriste no se dará por vencida. – Dijo de nuevo el inventor señalado que la morena iba en compañía de su madre y su hermano a la puerta principal de la mansión.

-¡Es una…! – Dijo Anthony aguantándose las ganas de insultarla.

-Tranquilo Anthony, los empleados se encargarán ellos mismos no la toleran y si lo hicieron era porque pensaban que era tú prometida. – Dijo Stear tranquilizando a Anthony para que no diera la cara a esa familia, ya había dejado instrucciones a sus empleados y sabían bien que las cumplirían al pie de la letra, ya era cuestión de que regresara su tío para que decidiera qué hacer con esa familia.

-Todavía estamos a tiempo. – Dijo Stear abriendo la puerta de su máquina, la cual seguía en el mismo lugar sin haberse movido o regresado a su laboratorio en Lakewood de la línea dos, lo que le confirmaba que efectivamente como lo había pensado después de un tiempo Alexander era el que había programado su regreso.

-Bien. – Dijo Anthony ya decidido, pero aún con el temor que sentía en su corazón porque todo fracasara. Ambos Stear sonrieron agradecidos por su decisión.

-¿Es todo lo que llevarán? – Preguntó Stear mayor al ver que su contraparte llevaba demasiado equipaje.

-Es todo lo que necesito para trabajar, además ahí no tendré mis cosas. – Dijo Stear comenzando a preocuparse por lo que tenía en su laboratorio.

-No te preocupes Stear, en unos momentos más te aseguro que te convencerás que todo esto no es necesario. – Le dijo el mayor sacando de la cabina todo lo que creía innecesario.

-¿Solo esto? – Preguntó el menor al ver que solo le había dejado la maleta que llevaba su ropa y el maletín en el que creía llevaba el dinero que habían decidido llevarse con ellos.

-Te aseguro que si en un momento no ves algo de lo que necesites yo mismo te vuelvo a traer, además tal vez necesiten volver por los demás maletines de dinero. – Dijo el mayor intentando convencerlo de llevar solo eso lo que había seleccionado.

-Vamos Stear. – Dijo Anthony comprendiendo que era mucho que lo intentaba llevar con él. – Stear tiene razón, con la ropa y el dinero por el momento es suficiente. – Dijo siendo ahora el rubio el que lo convencía de irse ligero. – Además no es como si no siguieras inventando en donde estés. – Dijo de nuevo para convencerlo de que dejara sus inventos los cuales de todas formas no funcionaban del todo bien.

-Muy bien. – Dijo Stear ya más convencido por su primo. Stear mayor asintió agradeciendo al rubio.

-Bien entonces adelante. – Dijo Stear mayor con una gran sonrisa, emocionado por haber convencido a los dos Andrew desaparecidos de la línea del tiempo uno viajar con él hasta ese lugar.

Anthony y Stear veían sorprendidos la especie de cápsula en la que los hacía entrar, ninguno de los dos había notado aquel aparato que estaba escondido detrás de las cosas que el joven inventor ya no utilizaba y que tenía como desperdicios. Stear mayor veía con orgullo como admiraban su gran obra maestra, la primera que funcionaba a la perfección y de la cual se sentía verdaderamente orgulloso.

Los dos jóvenes observaron cómo cuidadosamente el mayor ponía la misma fecha en la que estaban y el mismo año, mirándose confundidos uno al otro, sin embargo seleccionó un botón en el cual decía línea uno, moviéndolo de la que decía línea tres.

-¿Esta es la línea del tiempo de la cual vienes? – Preguntó Stear a su contraparte.

-Efectivamente, esta es la línea del tiempo en la que vivo. – Dijo de nuevo mientras buscaba en sus bolsillos todas sus pertenencias, debía de estar seguro de no dejar absolutamente nada de su tiempo en ese tiempo. Una vez que se aseguró que todo lo que había llevado estaba con él, sacó su celular y miró la hora. Stear y Anthony lo veían aún sin comprender el uso de aquel aparato, ya que para ellos era una cámara fotográfica muy pequeña o un reloj de bolsillo demasiado grande. – Bien asegúrense de donde puedan porque esto se mueve bastante. – Dijo Stear mirando los ojos nerviosos de sus tripulantes.

La máquina encendió y después de unos momentos comenzó su travesía para dar el salto cuántico hacia la línea del tiempo que había sido señalada por Stear, mientras los dos jóvenes cerraban sus ojos cegados por la luz tan intensa que desprendían los controles de la máquina. Después de algunos minutos comenzaron a sentir que el bamboleo de aquel artefacto comenzaba a detenerse.

-Estoy completo. – Dijo Stear menor tocándose por todas partes su cuerpo para asegurarse que había llegado completo. Anthony lo miró incrédulo.

-¿Qué dices Stear? Tal vez seguimos en Lakewood. – Dijo Anthony escéptico por lo que acababa de suceder, él únicamente había sentido que la máquina se movía más de lo que le hubiese gustado, pero fuera de ahí creía que estaba donde mismo.

-Hombre de poca fe igual que Grandchester. – Dijo Stear ofendido de nuevo por haber dudado de él. – Efectivamente seguimos en Lakewood, pero… - Dijo el mayor con una sonrisa, seguro de que se sorprenderían con el resultado. – No es el Lakewood que ustedes recuerdan. – Dijo de nuevo el inventor abriendo la puerta de su máquina para dejarles observar el lugar en el que estaban.

-Es mi laboratorio. – Dijo Stear quien fue el primero que se salió de la cápsula.

-Es nuestro laboratorio. – Dijo Stear mayor con una sonrisa. Anthony observaba todo detenidamente, buscando que realmente no fuese el laboratorio de su primo en su línea de tiempo.

-¿Por qué está todo abandonado? – Preguntó el inventor observando que todo a pesar de estar acomodado lucía como que hacía años no lo habían utilizado. - ¡Mi auto! – Dijo Stear al ver su automóvil, el cual había estado reparando días atrás. – Espero que aquí si funcione. – Dijo cuando lo vio completamente limpio y armado.

-Créeme ya funciona. – Dijo el mayor, dando a entender que él lo había reparado, solucionando todos los problemas que tenía de mecánica y que hacía tiempo no le reparaban.

-Esto es imposible. – Dijo Anthony mirando todo a su alrededor. No estaban las cosas en el lugar que estaban cuando entraron a la cápsula, la máquina no estaba tan escondida entre tanto desperdicio de metal y chatarra, el auto de Stear estaba limpio y armado, no había manchas de aceite regadas y además el candado que habían puesto por dentro para asegurar el viejo garaje de Stear era diferente, sin embargo el mayor había notado que el vehículo no estaba precisamente como él lo había dejado días atrás.

-Te dije que era posible. – Dijo el mayor. Stear más joven estaba maravillado, sujetándose la cabeza emocionado porque sabía que por fin uno de sus inventos funcionaba.

-¿Cómo es posible? – Preguntó Stear a su contraparte. - ¿Cómo funciona? ¿Dónde pones el combustible? – Preguntaba maravillado. El mayor lo miró con una sonrisa viendo que tal vez el menor a pesar de ser un hombre de ciencia igual que él no tenía muchas esperanzas de que funcionara su máquina.

-Funciona con energía solar. – Dijo Stear señalando los paneles solares que estaban en la parte superior de la máquina. – Recargué la batería hoy por la mañana aprovechando que había sol. – Dijo simplemente como explicación.

-¿Y por qué no crear una máquina que viaje al pasado? – Preguntó Anthony interrumpiendo la explicación en la que Stear había caído. – Así podría viajar al momento en el que Candy perdió la vida. – Dijo pensando que sería mucho mejor para él recuperar a su Candy que intentar conquistar a una Candy que jamás había visto. Stear mayor suspiró melancólico.

-Porque aún no se descubre cómo viajar al pasado. – Dijo Stear con tranquilidad en respuesta a la pregunta del rubio menor.

-¿Cómo también puedes viajar al futuro? – Preguntó el joven Stear emocionado.

-La verdad no, pero técnicamente sería más fácil viajar al futuro que al pasado. – Dijo de nuevo el mayor. - Viajar al futuro, en teoría, no es tan difícil, imagina que viajaste desde la Tierra a un agujero negro. Luego pasas solo 10 segundos cerca de dicho agujero negro y regresas a casa. Ahora, cuando regresas a la Tierra, han pasado más de 10 segundos y, desde su perspectiva, ha viajado hacia adelante en el tiempo. - Explicó Stear a ambos.

-Así que podemos esperar que la civilización en la Tierra continúe desarrollándose tecnológicamente hasta el punto en que podamos enviar a alguien a un agujero negro por un minuto o dos, luego esa persona puede regresar y preguntarle a la gente de la Tierra un par de cientos de años en el futuro cómo viajar en el tiempo. – Dijo Stear joven comenzando a emocionarse con el mayor, quien lo veía asombrado por lo rápido que había comprendido.

-Un momento. – Dijo Anthony confundido con todo lo que los dos inventores hablaban. – Yo no entiendo nada de eso, lo que si entiendo es que estoy en otro lugar que no es mi lugar, pero al mismo tiempo sí lo es. – Dijo Anthony mirando por la ventana que la mansión de Lakewood era exactamente la misma, pero las flores del portal de las rosas estaban brillantes.

-Te dije que seguíamos en Lakewood. – Dijo Stear palmeando el hombro de Anthony. – Solo que aquí la mansión está deshabitada. – Agregó para que ni Anthony, ni Stear se emocionaran por ver ya a Archie y a Candy.

-¿Abandonada? – Preguntó Stear confundido. – Pensé que las cosas estaban así porque yo… - Dijo costándole trabajo decir que estaba muerto. El mayor negó.

-Esto está abandonado por lo que tengo entendido desde la muerte de Anthony. – Dijo Stear, quien era lo poco que había averiguado con Candy antes de partir a buscar a su otro yo y su primo. – Tengo entendido que después de eso, Candy, Archie y tú viajaron a Londres para estudiar. – Dijo de nuevo el inventor mayor.

-¿Al San Pablo? – Preguntó Anthony, él se había negado a irse de Lakewood después de la muerte de Candy. Stear asintió.

-Nosotros no fuimos. – Dijo Stear confirmando algo que Stear mayor ya suponía.

-¡Alto ahí! ¡Salgan con las manos en alto! – Se escuchó de pronto afuera del garaje, Anthony y ambos Stear se miraron confundidos por lo que sucedía afuera.

-Dijiste que estaba abandonado. – Dijo el menor a su contraparte.

-Abandonado por la familia, pero los guardias y la servidumbre siguen habitando este lugar. – Dijo el mayor levantando los brazos como si ya estuvieran afuera.

-¿Qué haremos? – Dijo el menor, ya que sabía que si salían nadie les creerían que eran Stear y Anthony Andrew ya que todos sabían que habían muerto en esa línea del tiempo.

-Es mejor que yo salga. – Dijo el mayor quien estaba dispuesto a dar la cara por los otros dos. - ¡Un momento por favor! ¡No dispare! – Decía el mayor con nerviosismo, jamás le habían apuntado con un arma y jamás había sido descubierto en todas las veces que había ido.

-¡Levante las manos! – Decía el hombre con la escopeta apuntando a la puerta del garaje.

-Tranquilo. – Dijo Stear saliendo con las manos en alto mientras los dos jóvenes se quedaban en el interior del garaje con temor de que algo malo le sucediera al mayor. – No hay ningún problema. – Dijo de nuevo el mayor dando la cara al viejo guardia que estaba de pie frente al garaje encañonándolo de manera retadora.

-¡Patrón! – Dijo de pronto el hombre quien de inmediato bajó el arma y se acercó a Stear para saludarlo con una reverencia. - ¿Por qué no dijo que vendría? ¿Cuándo llegó? ¿La niña Janis viene con usted? – Preguntaba una pregunta tras otra, demostrándole al inventor que lo habían confundido con su padre, hasta cierto punto no le dio ninguna gracia que eso sucediera ya que él no estaba aún tan viejo. – Siento mucho lo del joven Alistear, no había tenido tiempo de darle el pésame. – Dijo de nuevo el mayor tomando la mano de Stear quien seguía sorprendido por todo.

-Tranquilo, no pasa nada. – Dijo Stear con una sonrisa intentando calmar sus nervios. – Pero afortunadamente mi hijo Alistear está muy bien. – Dijo Stear ante el asombro del guardia. – Todo fue una confusión y hace unos días llegó ya recuperado. – Dijo de nuevo para poder hacer que Stear saliera del garaje. El guardia lo miró con nostalgia y compasión al creer que se había vuelto loco.

-Buenas tardes. – Dijo el joven Stear saliendo del garaje para que no tacharan de loco a su contraparte.

-¡Señorito Alistear! – Dijo el guardia con sorpresa, poniéndose frente a él para después hincarse e intentar besar su mano.

-De ninguna manera Benicio. – Dijo Stear reconociendo al viejo guardia que cuidaba los alrededores de la mansión. – Levántate, gracias por tu cariño. – Le dijo Stear conmovido porque jamás llegó a pensar que aquel hombre que hacía las rondas todos los días por los grandes terrenos de los Andrew le tuviera tanto aprecio. Stear mayor y el menor se miraron como poniéndose de acuerdo sobre qué decir de Anthony.

-¡Que gusto que esté con nosotros! – Decía el buen hombre con una gran sonrisa en su rostro. – La señora Andrew y su hermano deben estar muy contentos de que haya regresado con vida después de haberlo creído muerto. – Dijo de nuevo el señor.

-De hecho ellos todavía no se enteran Benicio. – Dijo Stear mayor. – Nosotros venimos para arreglar lo de las tumbas de mi hijo y mi sobrino… - Dijo de nuevo aventurándose a decir otra mentira más, quería que Anthony también regresara de la muerte de una vez por todas.

-¿Su sobrino? – Preguntó Benicio confundido, sabía bien que al único sobrino que podría referirse era a Anthony.

-Anthony tampoco está muerto Benicio. – Dijo Stear intentando convencer al mayor.

-¡Pero si yo mismito lo vi tendido en el pasto! – Dijo Benicio asegurando a Stear que Anthony sí había muerto. – Cuando se lo llevaron a la mansión aún respiraba, pero con mucha dificultad. – Dijo de nuevo, con la mirada perdida en el suelo, demostrando el dolor que representaba para él esos recuerdos. – Ya después la señora Andrew nos avisó de su muerte. – Dijo seguro de que así había sido. Stear pensaba qué decir para que le creyera.

-Lo que sucede es que se lo llevaron muy grave a Chicago. – Dijo Stear para convencerlo. – Pero como no reaccionaba el médico le dio pocas esperanzas de vida, sin embargo salió adelante y viene también conmigo para visitar la tumba de su madre. – Dijo de nuevo. Benicio lo miraba incrédulo por sus palabras.

-Buenas tardes Benicio. – Dijo Anthony frente al viejo guardia, quien soltó su escopeta de pronto al ver frente a él al joven Brower, aquel chico que era muy amable con todo el mundo especialmente con él, quien había sido mucho tiempo el encargado de cuidar a su fiel Pegaso.

-¡Señorito Anthony! ¿¡Es usted!? – Preguntaba el buen hombre quien se hincaba para mirarlo desde abajo. Anthony sintió remordimiento por hacerle creer a ese bueno hombre que podría apreciar quería bastante al Anthony de esa línea del tiempo, algo que en su línea del tiempo no era posible ya que él se había alejado de todos después de la muerte de Candy y jamás había vuelto a ser el chico noble y tierno que había sido hasta ese fatídico día. - ¡Esto es un milagro! – Dijo Benicio de nuevo al ver que la sonrisa de Anthony realmente era la misma, sus ojos, su cabello e incluso su voz, no podía negar que era el mismo joven pero más alto y con más edad.

-Levántate Benicio. – Dijo Anthony conmovido con el viejo guardia, ayudándolo a ponerse de pie junto a Stear menor.

-El ama Andrew estará muy feliz cuando lo vea. – Decía caminando con ellos hacia la mansión.

-Benicio, queremos ir a Chicago de inmediato. – Dijo Stear mayor, olvidando que había dicho que iban a arreglar unos asuntos relacionados a la muerte de los dos Andrew.

-No creo que pueda en este momento Patrón. – Le dijo Benicio rascándose la frente.

-¿Por qué lo dices? – Preguntó Stear confundido, él había puesto suficiente combustible en el stearmóvil y lo había arreglado para que no tuviera ningún problema.

-Porque hace unos días descubrimos que alguien se había estado metiendo al garaje del joven Alistear, por eso yo estaba resguardándolo con la escopeta, para así atrapar a los culpables, pero debo haberme quedado un momento dormido porque no me di cuenta cuando ustedes llegaron. – Dijo avergonzado por tener que decir eso, pero realmente no recordaba haberse quedado dormido.

-¿Y entonces por qué no nos podemos ir? – Preguntó Stear menor.

-Porque los muchachos y yo le quitamos al automóvil algunas piezas para evitar que se lo robaran. – Dijo de nuevo el guardia. Anthony y Stear se miraron decepcionados.

-No te preocupes Benicio, Stear y yo lo arreglaremos. – Dijo el inventor mayor para reparar el automóvil. – Solo danos las piezas y lo haremos de inmediato.

-Será mejor que primero coman y luego se pongan a trabajar. – Dijo Benicio invitándolos una vez más entrar a la mansión. Los tres jóvenes se miraron, efectivamente los tres tenían hambre.

Los tres jóvenes comenzaron a caminar hasta la mansión, Anthony tenía ganas de ver de cerca el portal de las rosas y el enorme jardín que años atrás se había secado en su línea del tiempo, todo porque él había perdido el interés por volver a cosechar una rosa.

Caminaban entre las rosas y Anthony inhalaba con gusto aquel aroma que tenía grabado en su memoria, aquel aroma que lo llevaba a recordar a su dulce Candy.

-¡Es una Dulce Candy! – Dijo sorprendido al ver el rosedal que se extendía por varios metros del jardín.

-¡Es verdad Anthony! – Decía Stear igual de maravillado que Anthony por tan hermoso lugar, nada que ver con su mansión de Lakewood, ya que tiempo atrás aquella mansión hacía mucho tiempo que se había dejado de llamar la mansión de las rosas.

-¡Señorito Anthony! ¡Señorito Stear! – Dijo Dorothy con los ojos bien abiertos al ver que la joven mucama que laboraba ahí se paraba de golpe sorprendida al ver a los dos jóvenes olfateando entre las rosas.

-¡Dorothy! – Dijeron los chicos al mismo tiempo que veían como la pelirroja caía desmayada al suelo.

-Estas muchachas de ahora, no puedes ser menos escandalosas. – Decía Benicio caminando hasta la mucama para ver si se encontraba bien. – Le resultó más sorpresivo a ella que a mí. – Dijo de nuevo el antiguo capataz mientras Anthony y Stear miraban al inventor mayor advirtiéndole que todo era una mala idea.

Continuará…

Hasta aquí llegamos con el capítulo de este día, por fin Anthony y Stear se trasladaron a la línea principal dispuestos a conocer a Candy y Archie, sin embargo tenían que encontrarse con algunos problemillas por ahí. Ojalá que el capítulo haya sido de su agrado, muchas gracias por seguir la historia.

TeamColombia: Hola hermosas, me alegra saber que les está gustando la historia y más que están al pendiente de la actualización, espero continúen hasta el final. Les mando un fuerte abrazo a cada una de ustedes.

lemh2001: Hola amiga cómo estás? Espero que muy bien. Terry como siempre queriendo reclamar algo como suyo sin aún serlo, seguía sin aceptar que había perdido a la rubia. Creo que la ventaja que Candy no está sola y puede comprobar ahora sí con hechos que no está mintiendo jijiji. Muchas gracias por leer amiga, te mando un fuerte abrazo, saludos y bendiciones.

Julie-Andley-00: Hola hermosa, me alegra que te esta historia te parezca entretenida, ese es el objetivo principal de cada historia que leemos. Muchas gracias por leer hermosa y por dejarme un comentario. Te mando un fuerte abrazo.

Mayely León: Hola hermosa, muchas gracias por estar al pendiente de la historia, me alegra que te estés divirtiendo con lo que va sucediendo. Te mando un fuerte abrazo, saludos y bendiciones.

Cla1969: Ciao bella, sono totalmente d'accordo con quello che dici, è molto complicato giocare tra le righe del tempo, soprattutto se questo è successo nella vita reale, non importa quanto tu provi a sistemare tutto, c'è sempre qualcosa che è fuori posto , come dici tu uno spazio Grazie mille per aver letto bellissimo, ti mando un grande abbraccio.

Rose1404: Hola hermosa, me alegra saber que tienes un tierno compañero de lectura, lo bueno que te permite leer, dale un fuerte abrazo a ese pequeño hermoso. Muchas gracias por darme tu punto de vista, de ninguna manera tienes por qué disculparte por tu opinión, pienso que tienes todo el derecho de preferir a uno u otro personaje y todas las demás debemos respetar tú decisión, todos tenemos esa libertad y ojalá que todos la respetáramos. Muchas gracias por continuar con la lectura, me alegra saber que te gusta y estás al pendiente de la actualización.

Stefanny93: Hola hermosa, bienvenida a la lectura muchas gracias por agregarla y por seguir mi historia, te invito a seguir y leer las demás que tengo, todas terminadas. Como autora tengo la obligación de advertir que todas y cada una de ellas son clasificación M, espero que no te moleste o no te sientas incómoda con el relato adulto. Muchas gracias por tu comprensión.

Muchas gracias a todas y cada una de las lectoras que están al pendiente de la historia, muchas gracias por leer.