Descargo de responsabilidad.
Star Wars no me pertenece, ni ninguna de las imágenes mostradas. Este fic fue creado por mí con el propósito de entretener.
Star Wars Xión 4
En la noche del siguiente día, tras la victoria de Padmé, se celebró un funeral simbólico para Qui-Gon, pues había sido un héroe que sacrificó su vida por los habitantes de Naboo. Los habitantes solicitaron permiso al Consejo Jedi para realizarle un funeral allí. Para esto, construyeron un muñeco con su apariencia y lo pusieron en una pira. Obi-Wan, quien estaba seguro de que su maestro sobrevivió o algo parecido, no estaba contento con eso.
…
—Y este es el héroe de Naboo —dijo Palpatine, acercándose a él al terminar el funeral, al que asistieron los maestros Jedi, por lo que no parecían muy convencidos de que Qui-Gon siguiera existiendo.
Anakin estaba con Padmé y sus sirvientas, y Padmé se apresuró a asegurarlo frente a ella y mirar a Palpatine amenazadora. Palpatine sonrió, no había forma de que él no supiera que ella era la reina.
—Solo pretendo saludar a nuestro héroe, seguro no hay nada malo en ello —dijo Palpatine, más para Anakin que para Padmé y sus sirvientas.
—Senador Palpatine, la reina dice que usted es un inútil, y que solo quería lucrarse con la desgracia de Naboo. Si pudiera, lo despediría y lo investigaría por vago —dijo Anakin con el ceño fruncido. Obi-Wan, que se acercaba para saludar y hacer las presentaciones, pareció dudar en acercarse, pero ya estaba a solo unos pasos, por lo que no pudo huir. Palpatine se rio.
—Joven Skywalker, ya me habían dicho que su inteligencia no era común. ¿Qué opina usted? —preguntó Palpatine.
—Opino lo que veo —dijo Anakin con tranquilidad—. En el Senado, cuando todos gritaban y parecían mercenarios borrachos, usted era uno de los pocos que guardaban silencio. No creo que sea usted inútil, solo que su Senado es inútil. También opino que es inteligente, pues pudo pensar que podrían tomar ventaja gracias a la situación y tratar de aumentar su poder. Aunque estoy de acuerdo con Padmé, su plan era muy malo, nombrarle canciller no haría nada para resolver la situación de Naboo, su Senado es un circo y cambiar al cirquero no tendría ningún efecto práctico, porque son los mismos monos —concluyó Anakin.
—¡Anakin! —exclamó Obi-Wan, que acababa de llegar hacía unos segundos y no encontraba cómo cerrarle la boca, desde el momento en que dijo que el Senado era inútil, y ahora que había llamado monos a los senadores, él estaba escandalizado. Palpatine lo ignoró y suspiró con tristeza.
—Me temo que mi joven amigo ha presenciado un espectáculo lamentable, por lo que entiendo su forma de pensar. Sin embargo, ese día fue desfavorable, había demasiadas tensiones e intereses en conflicto. Me temo que fue uno de los peores días del Senado. Pero espero que nuestro joven héroe no nos juzgue por haber tenido una mala presentación.
»Ahora que a duras penas he logrado conservar mi puesto después de esos desafortunados sucesos, aunque me he ganado la enemistad de su majestad, espero tener la oportunidad de demostrarle que puedo ser contundente con mis acciones. Como estarás cerca, es posible que te invite en uno de estos días a algunas de las sesiones del Senado. No queremos que nuestros futuros Jedi tengan una mala opinión del Senado —dijo Palpatine con tono diplomático.
—Claro, si los Jedi lo permiten —dijo Anakin mirando a Obi-Wan.
—Los maestros deben decidir sobre ello —dijo Obi-Wan evadiendo cualquier responsabilidad.
—Por supuesto —dijo Palpatine y le colocó una mano en el hombro para despedirse. Él era capaz de controlar el lado oscuro y ocultarse a la perfección. A pesar de sus sentidos superiores, Anakin no lograba captar nada de él.
…
—¡Anakin! —reprendió Padmé cuando estaban en su habitación, que ahora era la suya—. Palpatine es muy peligroso, es una serpiente que se oculta bajo la piel de un ratón. Antes no podía verlo, pero ahora, con solo haber averiguado un poco sobre su vida, lo veo con claridad. No debes tratar de jugar con él —aconsejó con preocupación.
—Así que averiguaste que mató a toda su familia para quedarse con su fortuna —dijo Anakin. Padmé lo miró con los ojos muy abiertos y luego miró a su alrededor.
—No te preocupes, Palpatine no tiene espías aquí y no hay micrófonos —dijo Anakin sentándose en la cama y dando palmaditas a su lado para que Padmé se sentara. Padmé se sentó, mordiéndose los labios.
—Padmé, Palpatine es malvado, ambos lo sabemos, y ambos sabemos que no podemos tocarlo. Ni siquiera los Jedi estarían dispuestos a creerme si les digo algo, y si Palpatine se entera y viene por mí, y me mata, ellos ni siquiera sospecharán. Además de malvado, Palpatine es un político experto y tiene mucha experiencia manipulando a las personas. Por eso, la única forma de enfrentarlo ahora que todos están en sus manos es seguir su juego, obtener beneficios y actuar con determinación cuando llegue el momento.
»Por todo esto, puedes enfrentarte a él, pero siempre recuerda no llegar a los extremos, pues Palpatine lo usará en tu contra, y todos tus amigos te darán la espalda. Perderás a los que quieres si caes en sus manos —aconsejó Anakin.
—Por eso le has dicho que la razón por la que estoy enojada con él es porque creo que no hizo su trabajo y porque creo que trató de ganar poder usando a Naboo —dijo Padmé con comprensión. Anakin asintió con una sonrisa—. Y ahora fingirás que te gusta estar a su lado para que él confíe en ti —dijo Padmé. Anakin negó con la cabeza.
—Padmé, él nunca confiará en nadie. Lo que pretendo es acercarme a él para darle la impresión de que puede usarme. Eso hará que me incluya en sus planes, pero cuando intente ponerme en el tablero, jugaré por mi cuenta —explicó Anakin.
—Eso hará que quiera descartarte de inmediato —dijo Padmé con miedo. Anakin se rio.
—No planeo convertirme en una pieza que él pueda desechar a su gusto —dijo Anakin. Padmé lo abrazó.
—Ani, eres muy valiente —alabó Padmé.
—No, Padmé, solo planeo sobrevivir, ser fuerte y poder defender las cosas que quiero —explicó Anakin con sinceridad, pues si al final fallaba, no dudaría en huir.
…
Un mes después, Anakin estaba en el Templo Jedi y no se le permitía salir de allí, aunque era el padawan de Obi-Wan y no un iniciado como los aprendices Jedi. Aun así, Anakin recibía clases con los demás iniciados, aunque no tenía un grupo y tampoco se acercaba a ellos. Eran niños de entre siete y trece años, y aunque había mayores, los idiotas lo miraban por encima del hombro, como él mismo lo hacía. Tratar con niños, fingiendo interés por sus tonterías y problemas, le causaba fastidio e incomodidad, pero tratar con adolescentes y sus múltiples problemas hormonales le daba repelús.
De hecho, se preguntaba si un día de estos sus hormonas le atacarían y se convertiría en un descerebrado persiguiendo adolescentes. Él tendría que esperar para saber eso. En la vida de Xión, su adolescencia e infancia eran un mal recuerdo para él.
Mientras pensaba, la clase actual llegó a su fin. Aunque no era una repetición de la clase anterior, lo que estaban explicando era demasiado similar a lo que ya habían aprendido en clases anteriores. Era como si un día aprendieran a sumar en la tabla del dos y al día siguiente estuvieran con la tabla del tres. Para un niño, esto sería un mundo nuevo, pero él no era un niño. Si le presentaran la tabla del dos, entendería que lo importante era el proceso de suma y no los números en sí, por lo que podría llegar a la tabla del diez mil sin ningún problema.
Por eso, aunque la clase no fuera repetitiva, seguía siendo lo mismo que la vez anterior, y Anakin comprendió por qué era una tortura para un genio estar en la clase de personas comunes. Era como meter a un universitario con niños de preescolar. Simplemente se aburriría hasta la muerte.
Anakin no causó problemas en clase. Ya había preguntado si podía recibir clases más avanzadas o avanzar de nivel, pero los Jedi no lo permitieron. Solo Obi-Wan podía enseñarle más y él era un hombre de reglas que no se saltaría ni una. Por lo tanto, estaba atrapado allí y no haría la vida difícil a un montón de mocosos solo porque se sentía infeliz o aburrido. Si hiciera eso, sería como esos maestros desgraciados que, en su vida anterior, venían a descargar sus frustraciones en sus alumnos. "Miserables bastardos", pensó Anakin recordándolos. Él deseaba que cayeran en el universo de Warhammer 40k y nacieran como ciudadanos normales con una secta de Nurgle cerca.
Mientras Anakin lanzaba maldiciones a sus antiguos maestros, llegó al lugar donde tendría la siguiente clase: un salón circular donde practicaban habilidades Jedi básicas, como telequinesis o percepción con sables de práctica y robots. También entrenaban en la forma uno de combate, que era la más básica a la hora de emplear el sable de luz.
La clase sería en media hora y los demás niños aún no habían llegado, así que Anakin se sentó y metió la mano en su bolsillo para sacar unas cien pequeñas perlas de un par de milímetros de diámetro. Las dejó caer y las sostuvo con el uso de su telequinesis. Para un Jedi, el tamaño del objeto a mover era importante, y cualquier niño podía mover esas pequeñas esferas como si fueran polvo. Anakin también podía hacerlo desde su primer intento, pero sostenerlas no era su objetivo.
Las perlas formaron órbitas a su alrededor, lo cual era difícil ya que chocaban unas contra otras, pero Anakin las recogía y las devolvía a su lugar. Un día, esta sería una habilidad muy impresionante, pero por ahora solo era una habilidad en desarrollo.
…
Media hora después, los niños iniciados ya estaban allí y algunos de ellos señalaban y susurraban cuando las esferas caían, riéndose porque Anakin no podía sostener cosas tan pequeñas. Anakin los ignoró porque estos niños ni siquiera deberían poder sostener dos de esas esferas como él lo hacía. Además, seguramente morirían en las Guerras Clon. Lo peor en una guerra era ser un novato que se creía superior, y eso es lo que eran estos niños.
Cuando el profesor llegó, Anakin guardó las esferas en un pequeño paquete en su bolsillo y prestó atención a la clase. El profesor, que también era un Jedi, saludó de forma respetuosa y los iniciados lo imitaron. Luego les dio un ejemplo levantando veinte ladrillos pequeños y moviéndolos para construir varias cosas, como paredes o edificios, o simplemente haciéndolos flotar.
Después llegó el turno de los iniciados y el profesor sacó varios juegos de ladrillos. Los iniciados pasaron en grupos de cinco y Anakin estaba en el primer grupo. Él levantó cuatro ladrillos y jugó con ellos alrededor sin ningún problema, dejando caer el quinto cuando el profesor se lo acercó para que intentara sostenerlo.
Por supuesto, Anakin podía sostener más ladrillos. En este momento, ya llevaba un mes practicando la telequinesis y estaba desarrollando sus propias habilidades. Si quisiera, podría sostener cuarenta de esos ladrillos y hacer malabares con ellos. Sin embargo, no estaba mostrando todas sus habilidades, simplemente estaba en una clase de niños y no quería sobresalir en exceso. Se ajustaba al promedio en todos los casos y el promedio ahora eran cuatro ladrillos. El profesor le indicó que siguiera esforzándose y pasó al siguiente niño.
Al final de la clase, todos sus resultados fueron promedios, y cuando el profesor los despidió, él fue el primero en salir.
—Iniciado Anakin, espere —llamó el profesor, y los niños cuchichearon con curiosidad, pero ninguno se atrevió a quedarse más de lo que podían arrastrar sus pies.
El profesor no cayó en ninguno de sus pequeños trucos, e incluso los más remolones ya habían salido cuando decidió hablar. El profesor era un humano de unos treinta años, con apariencia promedio que no dejaba ninguna impresión.
—Iniciado Anakin, quisiera hacerte una evaluación personal. ¿Estás de acuerdo? —preguntó el profesor. Anakin hizo una reverencia.
—Adelante, maestro —dijo Anakin con curiosidad. El profesor caminó hacia el centro de la sala y tomó los ladrillos y otras herramientas de clase del pedestal. Luego sacó un grupo de ladrillos.
—Por favor, levanta todos los que puedas —indicó el profesor, y Anakin levantó una mano para alzar los veinte ladrillos.
El profesor parpadeó y rápidamente sacó otro juego de ladrillos. Anakin comprendió lo que quería y de una vez levantó los cinco juegos de ladrillos, sacándolos de sus estuches y luego alzándolos con su telequinesis. Tuvo que usar las dos manos para maniobrar y cerrar los ojos para concentrarse, ya que esto ya no era un juego para él. El Jedi estaba aturdido.
—Gra… gracias, iniciado Anakin, eso será todo —tartamudeó el profesor, y Anakin lo ayudó a guardar los ladrillos en la maleta. Luego el profesor se despidió y se marchó.
Anakin regresó a su pequeña habitación, ya que las clases del día habían terminado.
Al llegar a su habitación, Anakin se quitó la ropa y se quedó en ropa interior para sacar las esferas. Esta vez era un paquete completo de unas quinientas, y las hizo flotar a su alrededor. Esta vez, él solo las sostenía, no las movía en órbita, y debido a su pequeño tamaño, era más fácil que sostener cuatro ladrillos de un kilo cada uno, ya que cada esfera pesaba solo dos o tres gramos.
Las esferas cubrieron todo su cuerpo, dejando un espacio de un centímetro entre ellas y su piel, así como entre ellas y el suelo. Anakin hizo algunos estiramientos y comenzó a hacer ejercicios de cardio durante media hora, asegurándose de que ninguna esfera tocara su cuerpo durante los saltos, ni las paredes ni el suelo. A la mitad, tuvo unos quince minutos de ejercicios de fuerza y al final otros quince minutos de ejercicios de cardio. No iba a permitir que su cuerpo fuera un desastre, al igual que Qui-Gon, y como sabía que se avecinaba una guerra, no iba a ser perezoso.
Luego de sus ejercicios, se dio un baño y regresó a su habitación para meditar hasta la medianoche, en busca de alguna respuesta por parte de Qui-Gon y para entrenar su habilidad de visión del futuro. Aunque no había recibido ninguna clase sobre videntes, la Fuerza misma ya le había confirmado algunas cosas y, siguiéndola, podía vislumbrar algunos sucesos lejanos o cercanos que ocurrían a su alrededor. Sin embargo, sentía que algo no estaba bien, era como si no tuviera la señal adecuada, todo aparecía borroso y no lograba entender nada.
…
Después de meditar sin obtener ningún resultado, Anakin cayó rendido y se despertó al día siguiente para darse un baño y prepararse para la escuela. Sin embargo, su rutina se vio interrumpida cuando al abrir la puerta se encontró con Obi-Wan y Jadle.
—Maestro —saludó Anakin a Obi-Wan—. Maestra Jadle —saludó haciendo una reverencia. Obi-Wan hizo una pequeña mueca.
—Anakin, entra —dijo Obi-Wan. Anakin asintió y los tres entraron, sentándose en círculo sobre una alfombra en el centro de su pequeña habitación.
—Maestro, llegaré tarde a clase debido a esta interrupción —advirtió Anakin. Obi-Wan se removió incómodo. Jadle se dio cuenta de su incomodidad y mostró una leve sonrisa.
—Anakin, ¿por qué ocultas tus habilidades a tus maestros en tus clases? —preguntó Obi-Wan, yendo directo al grano.
—Nunca he hecho tal cosa. De hecho, ya te había dicho que mis habilidades superaban por mucho a las de los niños de mi clase, y me dijiste que no podías hacer nada al respecto debido a las reglas que debemos seguir.
»Tampoco me he negado a mostrar mis habilidades a mi maestro, simplemente no quería que un montón de niños se agolparan a mi alrededor. Lo hago por su propio bien, ya que mis habilidades solo interferirían con su aprendizaje. Nuestra experiencia de vida y conocimientos no son los mismos —explicó Anakin detalladamente.
—Cuando me lo dijiste, revisé tus evaluaciones, pero eran promedio —se quejó Obi-Wan.
—¿Me culpas por no haber verificado los datos que obtuviste? —preguntó Anakin levantando una ceja. Obi-Wan parecía no saber qué decir. La maestra Jadle volvió a mostrar una leve sonrisa.
—Caballero Kenobi, primero comprobemos las cosas —dijo Jadle tanto como consejo como para poner fin a la discusión. Obi-Wan se mostró algo avergonzado.
—Anakin, muéstranos lo que estabas haciendo cuando tu maestro de clases entró a tu salón —dijo Obi-Wan.
—Ah, él lo notó. ¿Un Jedi sensor? —preguntó Anakin con curiosidad.
Eso podría serle útil, con su gran afinidad con la Fuerza. Su principal talento era su extraordinaria percepción. En los recuerdos de Xión, Anakin no confiaba plenamente en la Fuerza y había rechazado esta ventaja, pero ahora no pretendía hacer lo mismo. Aceptaría visiones, presentimientos y todo lo que pudiera brindarle una ventaja. Incluso practicaría la curación y el movimiento espacial. Todas las ventajas que pudiera obtener serían pocas.
Jadle simplemente asintió. Anakin suspiró mentalmente por su falta de colaboración, pero metió la mano en su bolsillo y sacó cien perlas, colocándolas en órbita a su alrededor. Una de las esferas cayó de inmediato y Anakin la volvió a levantar. Obi-Wan tocó una de las esferas, que salió de su órbita y luego regresó a ella.
—Anakin, ¿cómo haces eso? —preguntó aturdido.
—Convoco a la Fuerza a mi alrededor y le pido que sostenga las esferas por mí, así no tengo que concentrarme en ellas y mi mente está libre para otras tareas más importantes. Esta es una habilidad en la que he estado pensando, pero por ahora solo está en sus inicios. Debería ser capaz de sostener unas diez mil esferas para que esté completa —explicó Anakin.
Jadle tomó una esfera que cayó y la hizo flotar haciendo círculos alrededor de su mano. A Anakin le había llevado una semana lograr eso. La experiencia definitivamente marcaba la diferencia. Obi-Wan también intentó imitarla, pero la esfera se tambaleó y cayó. Era mejor que cuando Anakin lo intentó por primera vez, pero no mucho.
—Maestro, tu control de la Fuerza apesta —dijo Anakin. Obi-Wan lo miró molesto y no volvió a intentar mantener la esfera en órbita.
—Es una interesante aplicación de la Fuerza. Me gustaría ver el uso completo de esta habilidad —dijo Jadle. Anakin asintió y Jadle le hizo un gesto de aprobación a Obi-Wan. Obi-Wan lo miró a él.
—Anakin, a partir de hoy, no tendrás que regresar a las aulas. Yo me encargaré de impartirte las enseñanzas. ¿Estás de acuerdo? —preguntó Obi-Wan.
—Sería bueno y menos aburrido. En el último mes, incluso he sentido la necesidad de participar en algunas de las cosas que dicen los niños en clase —confesó Anakin. Obi-Wan hizo una mueca.
—Anakin, ¿por qué no hablas con tus compañeros de clase? —preguntó Obi-Wan con un suspiro.
—Maestro, si lo metieran en un salón con un montón de infantes, ¿sentiría la necesidad de hablar con ellos? —preguntó Anakin.
—No…
—Y eso que usted es una persona sociable. Yo ya soy un asocial, y me resulta difícil relacionarme con los adultos. Fingir que me interesan los asuntos de unos niños solo para iniciar una conversación con ellos es demasiado para mí —dijo Anakin con sinceridad. Obi-Wan lo miró de arriba abajo. Anakin supuso que diría algo en respuesta, pero Jadle interrumpió.
—Padawan Anakin, pareces estar interesado en las habilidades de un Jedi sensor, y podría clasificarme como una. A partir de ahora, puedes asistir a las clases que imparto como mi ayudante —ofreció Jadle. Anakin asintió rápidamente, aunque entendió que esta era una propuesta para intentar que se relacionara con otros iniciados. A él no le importaba, ya que realmente necesitaba conocer más sobre las habilidades de un Jedi sensor, ya que esta habilidad le brindaría una mayor ventaja contra Palpatine.
—Muy bien, entonces comencemos —dijo Jadle levantándose.
…
Un mes después, Anakin ingresó a una clase práctica impartida por el Maestro Yoda, siguiendo a la Maestra Jadle, quien les mostraría a los niños una representación gráfica de una pareja de trolls. Anakin se divirtió pensando en eso mientras observaba a los pequeños mocosos…
El corazón de Anakin dio un salto al ver a una de las niñas, un bebé de unos cuatro años de edad de la especie togruta, con su distintiva pigmentación blanca en el rostro y la piel naranja. Anakin miró a Jadle a su lado, que caminaba hacia Yoda como si nada, y el Maestro Yoda le daba la bienvenida. No disimuló su sorpresa, no había forma de que estos dos Jedi sensores no se dieran cuenta de su reacción.
Anakin ya se había delatado, así que no ocultó su mirada hacia la bebé, Ahsoka. Por supuesto, los Jedi normales eran reclutados a una edad temprana, y esta pequeña Ahsoka debía tener al menos unos cuatro años. Ella era Ahsoka. Ahsoka Tano, la Ahsoka de las Guerras Clon. Xión era fan de Star Wars desde las primeras tres películas, pero no le gustaban ninguno de los personajes originales, excepto R2D2. Luego llegaron las precuelas y su personaje favorito fue Anakin, y Darth Vader. Pero fue por Anakin que le gustaba Darth Vader. Sin Anakin, Darth Vader le daba igual. Obi-Wan tampoco estaba mal, y se convirtieron en sus dos personajes favoritos.
En cuanto a los personajes femeninos, no le gustaba ninguno, y tampoco sentía atracción por las twi'leks y las togrutas como Shaak Ti, que despertaban ciertos instintos bajos. Por eso, al terminar la saga de las precuelas y comenzar The Clone Wars, solo quería ver a Anakin y a Obi-Wan.
Ver a los otros Jedi era genial, pero ellos eran sus favoritos, y eran a quienes esperaba ver en primer lugar en la película de presentación de la serie, y así fue. El problema fue que después de una breve introducción, apareció un pequeño bicho naranja y parlanchín que se aferró a su personaje favorito como una garrapata. Era mal educado, hablaba mal y era presumido…
Era una criatura terrible, y se llamaba Ahsoka Tano. Xión había mandado todo al diablo, pensando que era otro personaje femenino insoportable. No había ninguno de esos en Star Wars hasta ese momento, al menos ninguno que no tuviera su contraparte masculina, como Luke y Leia, pero estaba seguro de que este pequeño bicho naranja llamado Ahsoka Tano sería el primero de su tipo.
Aun así, apagando la parte de su cerebro que veía al pequeño bicho naranja parlanchín, siguió mirando hasta que, unos minutos más tarde, parpadeó cuando el pequeño bicho naranja se convirtió en una persona. Una persona más real que cualquier otro Jedi, dándole la misma impresión que Anakin tuvo cuando apareció por primera vez.
Al terminar de ver la película, él tenía tres personajes favoritos de Star Wars, y al finalizar la primera temporada, Ahsoka ya estaba al mismo nivel que Anakin. Luego, al concluir The Clone Wars, sin ninguna duda, Ahsoka era su personaje favorito en todo Star Wars. Amaba a Ahsoka porque Ahsoka era Anakin, pero un Anakin que logró avanzar sin caer. Donde Anakin falló, Ahsoka se hizo más fuerte y decidida. Ella era lo que Anakin nunca podría ser. Era humana, como Anakin, pero también era una heroína sin igual.
Anakin parpadeó. Los pensamientos de Xión sobre él mismo le incomodaban un poco, pero sonrió al mirar a la bebé Ahsoka. Ir a abrazarla y pedirle un autógrafo, sin duda, le causaría terror, y Anakin no quería molestarla. Además, tenía cosas que hacer, así que se apresuró a ayudar con las herramientas de la clase, que eran ladrillos, mientras Jadle y Yoda, el par de trolls verdes que lo observaban atentamente mientras miraba a Ahsoka, daban la introducción a la Fuerza para la clase práctica.
Por lo que escuchaba, esas palabras eran para dar confianza a esos niños y alejar las dudas de sus mentes. Las dudas eran verdaderamente un gran enemigo para un Jedi, eran las dudas las que limitaban su poder. Por eso los irrazonables Sith también podían obtener un gran aumento en sus habilidades al sobrecargar sus emociones y despejar sus mentes de cualquier duda. Ellos simplemente alzaban la mano y proclamaban los resultados al mundo. Pero estos niños no eran Sith y tendrían que avanzar poco a poco mientras se conocían a sí mismos y despejaban su mente de dudas.
Jadle y Yoda comenzaron la práctica y entre los dos realizaron algunos malabares para relajar a los niños, mientras les entregaban tres ladrillos a cada uno y les pedían que los levantaran con la telequinesis.
Los niños levantaron el primer ladrillo con cierta dificultad, algunos levantaron dos… Ahsoka tenía problemas con el segundo ladrillo y el primero se le cayó al suelo. Estaba nerviosa…
Anakin miró a un niño que había levantado dos ladrillos y estaba intentando levantar el tercero, pero eso no fue la razón por la que observó a esa criatura salida del infierno. Lo que lo hizo mirar fue que esa pequeña bestia gris con cara de pescado se estaba riendo de Ahsoka, y eso la hizo sentir avergonzada.
"Este pez se cansó de vivir", pensó Anakin con ira, pero respiró hondo para calmarse, ya que ambos trolls percibieron sus emociones y no le permitirían dañar al bicho gris. Anakin sacudió la cabeza en su mente. Eso era una sobrecarga emocional, y él dejó ir todo con la Fuerza y sus ganas de trinchar al pescado y hacerlo a la parrilla se desvanecieron.
"Entiendo", pensó Anakin. Hasta el momento, no se había encontrado con alguien que le gustara demasiado, ya que él era Anakin y cuidaba de sí mismo con esmero. Obi-Wan estaba bien, y aunque había hecho amistad con Padmé y confiaba en ella, además de que era la persona que mejor lo conocía en este mundo, no era alguien con quien compartiera intereses o se sintiera identificado. Pero esta era Ahsoka Tano. Ella era un icono para Xión tenía fuertes sentimientos por ella, igual que él por su madre. Esta era una verdadera prueba de control, y ya había fallado un par de veces…
Ahsoka volvió a perder el control y los niños de la clase se rieron al ver lo nerviosa que estaba. "Estos niños deben ser Sith infiltrados", pensó Anakin, y ya no pudo soportarlo más. Si no intervenía, iba a hacer algo muy feo con estos engendros de niños.
—Maestra Jadle, ¿puedo ayudar? —preguntó Anakin haciendo una reverencia para intervenir por primera vez en una clase desde que era el ayudante de Jadle.
Jadle, que estaba ayudando a un niño dándole algunos consejos, asintió con calma. Anakin no esperó a que le dijeran a quién ayudar y se dirigió directamente hacia Ahsoka. Se arrodilló frente a ella y ella lo miró parpadeando con sus grandes ojos azules. Era el bebé más lindo que Anakin había visto en su vida, pero sacudió la cabeza en su mente.
—Hola, Ahsoka. Soy el ayudante de la Maestra Jadle —dijo Anakin, tomando un ladrillo—. ¿Quieres aprender un truco? —preguntó Anakin con una sonrisa. Ahsoka parpadeó y Anakin decidió que era un sí, por lo tanto, asintió y le mostró el ladrillo.
—Mira, es un ladrillo común —dijo Anakin, mostrando el ladrillo por todas partes—. Parece un ladrillo común —dijo Anakin y probó su peso—. Pesa como un ladrillo común —lo lanzó al aire y luego lo atrapó—. Tiene la misma capacidad de vuelo que un ladrillo común —dijo y, con un rápido movimiento, golpeó en la cabeza al niño pez que estaba al lado de Ahsoka, el mismo que se había reído en primer lugar y ahora prestaba atención a la explicación de Anakin. El niño pez parpadeó al darse cuenta de que Anakin lo había golpeado.
—Parece que también golpea como un ladrillo normal —dijo Anakin, y el niño pez volvió a parpadear, pero Ahsoka se rio.
—No me golpeó —dijo el niño pez con confusión, mientras tocaba su frente. Anakin frunció el ceño y le dio otro golpe al niño pez, quien tampoco pudo defenderse esta vez.
El golpe sonó fuerte y algunos niños voltearon a ver. El niño pez se asustó por el ruido y se apresuró a tocar su frente, pero estaba bien. Ahsoka también lo miró confundida, porque el golpe había sonado fuerte, pero el niño pez no parecía haber sufrido daño. Anakin también miró de cerca y luego miró el ladrillo.
—Este ladrillo está defectuoso, permíteme usar otro —dijo Anakin tomando otro ladrillo—. Para evitar contratiempos, esta vez nos saltaremos las pruebas y vamos directo al truco —dijo Anakin, y el niño pez y Ahsoka prestaron atención.
Anakin sostuvo el ladrillo entre sus dos manos y después las separó, y el ladrillo flotó en el aire.
—¡Magia! —declaró Anakin. El niño y Ahsoka parpadearon.
—No es magia, es la Fuerza —dijo Ahsoka.
—No es magia, es la Fuerza —dijo el niño pez. Anakin lo ignoró y miró a Ahsoka frunciendo el ceño, mientras sostenía el ladrillo.
—No, lo que ustedes hacen es la Fuerza, lo que yo hago es magia —aseguró Anakin, y señaló su cabeza—. Lo que ustedes hacen viene de aquí, lo piensan y lo intentan, entonces puede que lo logren o no. Lo que yo hago viene de aquí —dijo señalando su corazón—. Y mi corazón no piensa, solo lo hace, por eso es magia —sentenció Anakin—. Miren —dijo y cerró los ojos, volteando la cabeza hacia otro lado y dejando caer el ladrillo, que flotó frente a él.
Los niños no entendieron, y Anakin volvió la cabeza. Era muy difícil explicarle a unos niños que no debían intentar usar la Fuerza, ellos debían usarla, porque la Fuerza era parte de ellos, como sus manos. Ellos no intentaban usar sus manos, ellos las usaban. Intentar usar sus manos era algo que solo alguien discapacitado pensaría. Anakin pensó unos segundos, luego sonrió.
—Ahsoka, mira —dijo Anakin y aplastó el ladrillo entre sus manos, pero en lugar de estallar o convertirse en polvo, se transformó en muchas pequeñas tablas finas que formaron un círculo. Luego cambiaron de forma y se convirtieron en una flor, después en un gran felino poligonal, un perro, un gato, nuevamente una flor y luego un gato, mientras los fragmentos se acercaban a las manos de Ahsoka. Anakin permitió que sus manos se unieran a las suyas.
—¿Qué quieres que sea ahora? —preguntó Anakin.
—Un gato grande —dijo Ahsoka y los fragmentos formaron un gato esponjado—. Una casa, una flor, un círculo… —ella se concentró en las figuras y continuó ordenando cambios, mientras el niño pez se reía y ella se emocionaba aún más. Pero el niño pez dejó de reírse repentinamente y Ahsoka demandó cinco cambios más antes de mirar qué había sucedido. Alzó la vista para ver a los niños a su alrededor mirándola con asombro. Ahsoka lo miró a él sin comprender, hasta que Anakin levantó las manos y Ahsoka dirigió su mirada hacia la flor que sostenía entre sus manos, utilizando los fragmentos y su propia telequinesis.
—Tú también puedes hacer magia —dijo Anakin con una sonrisa.
Ahsoka se sorprendió y la flor poligonal se deshizo y cayó al suelo. Anakin extendió la mano y las múltiples láminas pequeñas volaron hacia él, volviendo a formar un ladrillo en su mano. Anakin le lanzó el ladrillo a Ahsoka, quien lo suspendió en el aire levantando su mano con decisión. No había dudas en sus ojos cuando miró sus otros dos ladrillos y utilizó su otra mano para levantarlos con telequinesis. Luego sonrió, descartó dos ladrillos sin darles importancia y se quedó con uno para aplastarlo…
—¡No, espera!... —el ladrillo se deshizo en polvo.
Por supuesto, cambiar la estructura de una masa de material requería más que telequinesis. Ahsoka tosió con el rostro lleno de polvo. El niño pez, que se había acercado más, también estaba cubierto de polvo y después de parpadear, comenzó a reírse. Ahsoka observó el aspecto de ella misma, el de Anakin y el del niño pez, y también se echó a reír. Anakin suspiró y extendió la mano para reunir todo el polvo y reformar el ladrillo.
—¡Magia! —exclamó Ahsoka y Anakin asintió, dividiendo nuevamente el ladrillo en esferas pequeñas.
Los niños a su alrededor no pudieron contenerse y corrieron para acercarse. Con Ahsoka comprendiendo que la Fuerza era parte de ella y realizando una multitud de trucos, los demás niños siguieron su ejemplo y pronto los ladrillos flotaban por todas partes, superando incluso a su antigua clase.
…
Después de tres horas, la clase terminó, pero los niños seguían entusiasmados y le ayudaban a recoger los ladrillos. Sin embargo, el niño pez encontró el ladrillo que lo golpeó dos veces y que Anakin había descartado por estar averiado. El niño pez lo levantó y lo examinó por todas partes, pero no encontró nada extraño. Los otros niños también recordaban que el ladrillo le había golpeado dos veces sin hacerle daño y observaron con interés. Finalmente, el niño pez decidió probar golpeándose él mismo en la frente con el ladrillo.
—¡Ay! —chilló cuando el ladrillo dejó una marca roja en su frente y seguramente se le estaba formando un chichón.
Ahsoka y los demás niños se rieron al ver que habían sido engañados, y el niño pez se olvidó de su dolor y se rio con ellos. Anakin, quien fingía recoger ladrillos pero tenía toda su atención en el niño pez, sonrió satisfecho, ya que el niño había recibido su merecido. Él no podía golpear a un niño, pero el niño podía golpearse a sí mismo y nadie le reprendería por la falta de luces del mocoso.
Jadle, que esperaba a Anakin junto al maestro Yoda, esbozó una pequeña sonrisa. Yoda no aprobaba la venganza, por lo que masticó su saliva con evidente decepción, aunque no le reprendió, ya que sabía que Anakin negaría todo descaradamente. Anakin se apresuró a guardar el resto de sus cosas y se despidió de los niños con una reverencia…
Ahsoka lo abrazó y Anakin parpadeó. Luego sonrió y le dio palmaditas en la espalda. Pero luego los otros niños también lo abrazaron y a Anakin le dio un tic en el ojo. «Aléjense de mí, montón de bichos feos», reprendió Anakin en su mente y se apresuró a alejarse con propiedad hacia los dos trolls verdes, que parecían tener algo que decirle. Anakin se preguntó si recibiría un sermón sobre los apegos.
…
—Transmutación de materia —dijo el maestro Yoda mientras caminaban. Anakin hizo una mueca.
—No, yo diría reorganización de materia. La transmutación requeriría una manipulación a nivel atómico y lo que hago es simplemente una consecuencia de la técnica que estoy desarrollando. Además, aún se me dificulta la reorganización de la materia, ya que depende de la densidad y consistencia del material. La arcilla es fácil de manipular, pero los metales, mejor ni hablar —explicó Anakin.
—¿Has dominado por completo la habilidad que estabas practicando? —preguntó Jadle. Anakin asintió.
—Reorganizar materia viva, fácil sería, según tu descripción —acusó Yoda.
—Solo alguien sin conocimientos en biología y genética diría eso —dijo Anakin. La materia viva tiene sus propias reglas, no puedes simplemente moldearla y darle forma como si fuera arcilla, eso daría resultados espantosos —añadió Anakin, mirando al maestro con desagrado por haber sugerido esa idea. Yoda ignoró su incomodidad y siguió caminando. Este troll verde creía que podía molestarlo sin enfrentar consecuencias.
—Por supuesto, intentar reorganizar materia viva sería una idea muy insensata, especialmente cuando puedes influir en la fuerza para que lo haga por ti —dijo Anakin, y el troll verde se sorprendió tanto que dio un paso en falso. "Sigue molestando y morirás antes de tiempo", pensó Anakin con satisfacción. Yoda notó la sonrisa en su rostro y comprendió que lo habían troleado. El maestro Yoda lo miró con algo muy parecido a la ira.
—Tienes conocimientos profundos, joven padawan —intervino Jadle rápidamente para evitar una pelea—. ¿Cómo aprendiste la reorganización de materia? Eso va más allá de la telequinesis.
—Mi maestro me lo enseñó —respondió Anakin.
—Obi-Wan no posee ese tipo de conocimientos —murmuró Yoda de mal humor, su casi infarto le había dejado con las emociones descontroladas.
—Él conocía los fundamentos, y mi imaginación hizo el resto —explicó Anakin.
Anakin también le había enseñado a Obi-Wan, pero él sabía que la reorganización de materia era algo cercano a ser tabú y no era bien visto. Lamentablemente, no podía borrar lo que había aprendido de su mente, por lo que tendría que vivir con ese conocimiento. Saber que uno de los caballeros jedi más apegados al código había aprendido algo que desafiaba las reglas seguramente alteraría las emociones de Yoda nuevamente, pero Anakin guardaría eso para decírselo en otra ocasión cuando Yoda viniera a molestarlo con tonterías. Por ahora, sonrió con malicia.
Yoda no pasó por alto esto y pudo percibir que Anakin tenía más recursos a su disposición, lo cual generó un destello de temor en sus ojos.
—Padawan Anakin, es difícil hacer que los iniciados comprendan que la fuerza es parte de ellos. Incluso algunos caballeros jedi no lo entienden y siguen viendo a su mayor aliado como algo externo a ellos mismos —dijo Jadle. Anakin era consciente de esto y asintió.
—Lo he notado. Aunque son traídos aquí a una edad temprana, ya tienen nociones de lo que es un ser vivo y ven la fuerza como algo externo y extraño —dijo Anakin. Él sabía esto, por lo que decidió brindarle un enfoque adicional a Ahsoka para que no tuviera problemas al practicar con la fuerza.
—La niña es importante para ti. Has querido facilitarle el camino —dijo Yoda. Anakin percibió que esto era una declaración neutral, incluso se podría decir que estaba de acuerdo.
—Ella será la más grande de todos los jedi, la única persona a la que admiraré en este mundo —dijo Anakin sin ocultar nada. Tal vez esa declaración alejaría a Ahsoka de él, pero tal vez sería lo mejor. Jadle asintió y Yoda masticó su saliva, probablemente conteniendo algún comentario sobre la imprevisibilidad del futuro.
—Entiendo —dijo Jadle—. Tu conexión con ella es profunda, incluso ha superado el idioma —agregó.
Anakin parpadeó. El niño pez repetía todo lo que decía Ahsoka, pero no era solo para llamar la atención, él no entendía lo que ella decía. Superar la barrera del idioma requería más que una simple admiración, era más como un vínculo, y para que funcionara, ella debía aceptarlo. Entonces, a ella también le agradaba…
—Eres bueno enseñando —alabó Yoda, haciendo sonar todas las alarmas en la mente de Anakin. Frunció el ceño y el suspiro abatido de Jadle confirmó todo lo que necesitaba saber.
—¡Ni hablar! ¡Absolutamente no! —reprendió Anakin.
No había forma de que lo obligaran a dar clases a un grupo de niños. Jadle miró a Yoda con el ceño fruncido y Anakin comprendió que ella estaba tramando algo, pero Yoda arruinó sus planes. Anakin miró amenazadoramente a los dos maestros. Yoda masticó su saliva, pero Jadle sonrió.
—Padawan Anakin, el Caballero Obi-Wan ha dicho que quieres un laboratorio y acceso a la holonet —dijo Jadle.
Esta vez fue Anakin quien dio un paso en falso al darse cuenta de que estaban intentando sobornarlo. Yoda suspiró. Anakin estaba indeciso. Ya había rechazado rotundamente la propuesta, por lo que su dignidad se vería afectada si retrocedía por un soborno…
—Quizás debamos dividir esta negociación en partes —amenazó Jadle.
—¡Acepto! —exclamó Anakin. Después de todo, su dignidad no le proporcionaría un laboratorio ni acceso a la holonet, cosas que necesitaba para empezar a construir algunos artefactos y obtener ventajas tecnológicas. Jadle aceptó satisfecha.
…..
Con el trato hecho, en un mes Anakin tenía su laboratorio y acceso a la holonet. También cumplió su parte del trato, aunque no fue tan fácil como enseñar al grupo de Ahsoka, ya que tenían una relación especial. Sin embargo, había hecho buenos avances y, tras varias repeticiones, los iniciados más jóvenes ya no estaban en su lista. Siguió con los de su misma edad, luego los adolescentes y, por último, los padawan y los jedi más obstinados. Según la edad de sus discípulos, Anakin utilizaría métodos más exigentes, pero eso sería en el futuro. Por ahora, tenía una cita con Palpatine, quien había cumplido su palabra y logrado que el Consejo Jedi le permitiera visitarlo.
…
—Senador —saludó Anakin con una reverencia respetuosa al entrar en la oficina de Palpatine, siendo guiado por su asistente, una especie de demonio azul. En este mundo, la gente no le daba mucha importancia a los cuernos.
—¡Anakin! —exclamó Palpatine con alegría al verlo—. Por favor, pasa —dijo levantándose de su sillón detrás de un gran escritorio. Anakin se acercó y Palpatine le tendió la mano. Anakin la estrechó y observó la oficina, que tenía algunas plantas y una decoración sutil. No era lujosa, pero cada detalle era de alta calidad, lo que implicaba que Palpatine era muy adinerado.
—No está mal —dijo Anakin sinceramente—. No es mi estilo pasar el día en una oficina, pero esto es genial —añadió, observando las decoraciones y las vistas de la ciudad detrás del escritorio de Palpatine.
—Tengo algunas comodidades —admitió Palpatine con una sonrisa, mirando la ciudad junto a él—. A diferencia de ti, me han dicho que la vida de un jedi es austera, ya que no se les permite tener posesiones —comentó Palpatine. Anakin descartó sus palabras con un gesto.
—Son detalles menores que solo preocupan a aquellos de baja inteligencia. Ya tengo mi propio laboratorio porque soy un prodigio —dijo Anakin—. Aunque obtener financiamiento será un desafío —añadió levantando una ceja con una expresión insinuante. Palpatine sonrió, pero no cedió a su intento de obtener dinero de él.
—Si ya te han proporcionado un laboratorio, supongo que también tienes equipos. ¿Para qué necesitas dinero entonces? —preguntó Palpatine con interés.
—Los jedi no comprenden la necesidad de avances científicos. Para ellos, un laboratorio se limita a crear chips y programas, lo cual es una tragedia para el desarrollo del conocimiento —explicó Anakin, dejando el tema de lado—. ¿Y qué hacen en este lugar además de gritarse como mercenarios borrachos? —preguntó Anakin, resignándose a no obtener dinero. Palpatine asintió y volvió a su escritorio para darle una lección magistral sobre el funcionamiento del Senado.
…
—Entonces, en realidad no somos una democracia —dijo Anakin, comprendiendo muchas cosas sobre este mundo. Eran pocos los mundos de la República que empleaban el voto popular para elegir a sus gobernantes, y los senadores del Senado Galáctico eran designados a dedo. La democracia solo se aplicaba en las votaciones del Senado, lo que explicaba por qué fue tan fácil para Palpatine autoproclamarse emperador y también por qué siempre había oposición en su gobierno.
—¿Te parece mal? —preguntó Palpatine.
—La democracia y la libertad están sobrevaloradas, al igual que otros principios. La gente no sabe lo que quiere —dijo Anakin con sinceridad—. El orden es preferible al caos que antes presencié —agregó—. En general, parece que vivimos en una galaxia pacífica donde un pequeño ejército sería suficiente para mantener el orden. El principal problema en esta galaxia es la desigualdad. Es extraño que nadie haya aprovechado eso para iniciar una rebelión, pero supongo que en este momento no tiene sentido para mí. Debería concentrarme en mí mismo —concluyó pensativo. Palpatine lo miró con interés.
—Parece que tienes tus propios planes —dijo Palpatine. Anakin se recostó en su asiento y encogió los hombros.
—Puedo sentir el peligro acercarse. Algunos maestros jedi también, pero ellos lo ignoran todo y no creen en sus visiones del futuro. No estoy de acuerdo con eso, y no voy a morir por su negligencia. Me tomaré en serio mis propias percepciones de la realidad —dijo Anakin.
—Interesante —dijo Palpatine con curiosidad—. Ya había oído hablar de que los jedi pueden ver el futuro. ¿Podrías ver el mío? Sería útil para mi trabajo en el Senado —propuso Palpatine. Anakin rodó los ojos.
—Senador, no soy un mago de espectáculos, y la Fuerza no es magia. Está vinculada a las personas. Si hay peligro en la galaxia, puedo sentirlo porque la Fuerza nos rodea a todos. Incluso puedo sentirlo si hay un peligro inminente cerca de mí. Pero la Fuerza no otorga poderes mágicos ni permite ver el futuro a voluntad.
»Por lo tanto, planes como ganar la lotería usando la Fuerza o predecir eventos políticos están condenados al fracaso. Aunque si la persona a la que se mira tiene una gran afinidad con la Fuerza y no sabe cómo ocultar su presencia, podría hacerse algo similar a lo que menciona.
»También he oído hablar de algunos rituales de otras órdenes de usuarios de la Fuerza, pero si mencionas algo así en el Templo Jedi, el Maestro Yoda se pondría furioso, siempre está detrás de mí dándome consejos tontos —dijo Anakin con fastidio—. En fin, ya conseguí mi laboratorio, aunque a un precio alto y desagradable. Pero ahora necesito dinero y he descubierto una laguna en las reglas para obtenerlo —dijo Anakin mirando al senador con una sonrisa—. Si me ayuda y nos descubren, es posible que el Maestro Yoda te visite, junto con la encantadora presencia del Maestro Windu.
»Pero si las cosas se tuercen en el futuro, como creo que sucederá, puedo asegurarme de que este a salvo —propuso Anakin—. Le aseguro que si las cosas se tuercen tanto como advierte la Fuerza, nadie en esta galaxia estará seguro —añadió con seguridad.
—Bueno, meterme con el Consejo Jedi podría significar el fin de mi carrera política —dijo Palpatine sopesando las opciones—. Pero mi vida también es valiosa para mí —dijo pensativo. Luego sonrió—. Aunque podría hacerlo si cierta senadora recibe algunos buenos consejos sobre mí —propuso Palpatine. Anakin lo miró como si fuera estúpido.
—Senador, Padmé ya tiene una opinión formada sobre usted y lo considera una persona ambiciosa que sacará provecho de cualquier situación. En cambio, me considera su amigo y aunque no esté de acuerdo con mis ideas, ella cree que todavía tengo salvación.
»Sin embargo, si hablo bien de usted, a quien ella considera una causa perdida, en realidad sería como hablar mal de mí y también me ganaría su enemistad. Padmé es una persona decidida y no teme trazar líneas claras. Si no lo ha notado, ella puede ser extremadamente implacable y yo no quiero perder amigos, sino ganarlos —explicó Anakin. Palpatine suspiró con pesar.
—Mi joven amigo, temo que tienes razón. Creo que me hubiera ido mejor con ella uniéndome a aquellos a quienes ella criticaba ese día —se quejó Palpatine. Anakin asintió en acuerdo.
—Bueno, no ha perdido del todo. La fama de Padmé puede brindarle apoyo político, y ella no le odia. Simplemente no moverá un dedo para apoyarlo. Usted puede aprovechar su fama y la situación en Naboo, como lo ha hecho hasta ahora. Además, si me apoya en mi empresa, obtendrá un respaldo sólido en situaciones problemáticas. Podríamos decir que sería una asociación 50-50 —dijo Anakin. Palpatine volvió a reflexionar, sosteniendo su barbilla.
—Mi joven amigo, como pensé, tienes un don para la política —elogió Palpatine. Anakin lo miró con espanto y Palpatine se rio—. ¿Puedo saber cuál es tu propuesta sin comprometerme? —preguntó Palpatine. Anakin asintió y sacó una unidad de información que le entregó a Palpatine. Palpatine la tomó y la introdujo en su terminal.
…
Veinte minutos después, Palpatine había terminado de revisar todo.
—¿Un libro? —preguntó como si esperara algo mucho más escandaloso.
—No me mire a mí, yo solo quiero dinero para asegurar mi propio futuro y el de las pocas personas que me caen bien o que podrían caerme bien en el futuro —dijo Anakin mirando a Palpatine—. Soy la víctima aquí —añadió con un suspiro.
—¿Significa eso que no somos amigos? —preguntó Palpatine con decepción en su voz.
—Senador, las palabras bonitas no son suficientes para hacer amigos. Si fuera así, el Maestro Yoda sería mi mejor amigo. Las acciones son lo más importante y las de él siempre me causan molestias —se quejó Anakin con sinceridad. Palpatine se rio.
—Quieres que publique este libro y done sus ganancias a tu laboratorio —dijo Palpatine.
—El libro tiene potencial, pero como todo en la vida, necesita un respaldo adecuado, y su imagen en este momento es muy popular. También la de Padmé, pero ella entiende poco de negocios y seguramente me delataría ante el Consejo, arruinando mis planes y poniendo en riesgo mi propia vida. Ella es una gran amiga, pero no piensa en los beneficios y eso es algo terrible. No quiero que me pase lo mismo que a usted —dijo Anakin, y Palpatine hizo una mueca.
—Sí, debí limitarme a gritar también —se quejó Palpatine—. Está bien, como has dicho, parece tener potencial. Terminaré de leerlo y luego nos reuniremos de nuevo. Anakin asintió.
—Compartiré el treinta por ciento de las ganancias para el pago de editores o cualquier otra cosa, pero la historia es inamovible y no se agregarán personajes ni ideas. El editor solo es una formalidad. Si se hacen películas o juegos, me reservo el derecho de aprobación, así que debes asegurar un buen respaldo legal en todos los aspectos. Debes tener esto en cuenta si aceptas mi propuesta —dijo Anakin.
—Lo tendré en cuenta —dijo Palpatine, y la reunión no duró mucho más.
…
Mientras regresaba al templo, Anakin pensó que su relación con Palpatine sería la que menos problemas le causara. Podía quejarse de los Jedi con él, lo cual haría que a Palpatine le cayera mejor. Los tratos comerciales y ocultos tampoco serían un problema, sin mencionar la desobediencia a las reglas…
«Soy un mejor candidato para los Sith que el Anakin en los recuerdos de Xión», pensó Anakin aturdido, pero él también era diez veces más despreocupado y se encogió de hombros. Estaba seguro de que el Maestro Yoda se infartaría si conociera sus pensamientos y Windu sacaría su sable de luz de inmediato.
