Descargo de responsabilidad.
Star Wars no me pertenece, ni ninguna de las imágenes mostradas. Este fic fue creado por mí con el propósito de entretener.
Star Wars Xion 6
Al día siguiente, Anakin practicaba con su sable de luz, y Obi-Wan, que no se separaba de él desde el incidente con el consejo, era su oponente. En general, Anakin estaba satisfecho con el estilo de lucha que escogió, que era el mismo que en las películas, pues en verdad era el que más le convenía. Este estilo usaba la fuerza en todo momento, y Anakin la tenía de sobra.
Cuando hubo terminado el calentamiento, Anakin fue contra su maestro, que era capaz con el sable de luz, y romper la forma III, que usaba y que a su vez se destacaba por ser la mejor defensa, sería un entrenamiento apropiado. Por supuesto, él no se esforzaría por completo, porque al igual que todos los jedi, su maestro era un vago en la práctica con su sable de luz, y más con su condición física, si Anakin se pusiera serio, le daría una paliza severa por descuidado.
…
—Anakin, te he hecho disgustar recientemente —preguntó Obi-Wan con tono indignado, porque él estaba atacando con fuerza.
—Maestro, tenemos una guerra a las puertas, y has estado remoloneando en tu práctica con el sable, planeo darte algunos problemas, hasta que te tomes tus entrenamientos en serio, ya que no puedo obligarte a practicar —explicó Anakin. Obi-Wan rezumaba impotencia.
—Anakin, no habrá ninguna guerra, y si la hay, vas a matarme antes de que empiece —se quejó sobándose la mejilla donde tenía un pequeño corte, por lo que se había quejado de su brutalidad.
—Maestro sé que tú puedes hacerlo. Con práctica, esquivar tajos tan cargados de fuerza no requerirá que bloquees con el sable, por favor continúa —animó Anakin, sonriéndole con malignidad, mientras se preguntaba cuántas veces saldría volando antes de aprender a esquivar sus cortes devastadores, que era lo que lo metía en problemas en la actualidad.
Anakin envistió, mientras Obi-Wan le miraba amenazador. Él detuvo su tajo vertical potenciado, interponiendo su sable solo el tiempo suficiente para dejarle espacio para hacerse a un lado, y desvió el resto de la fuerza, volviendo a su defensa. Anakin no detuvo su ataque y lanzó un golpe lateral, que le fue más fácil esquivar sin hacer mucho contacto.
Anakin se convenció de que la forma V era ideal para él, porque había estado lanzando tajos potenciados desde el principio y apenas sentía nada. En cambio, Obi-Wan, que se vio obligado a recibirlos, no podía ocultar su dolor y el daño que le causaban. Él ya estaba cansado, lo único que lo mantenía en pie era el orgullo, y después de enviarlo a volar cuando no pudiera esquivarlo, Anakin planeaba terminar con esto.
Obi-Wan perdió el equilibrio y Anakin cargó su golpe para mandarlo a volar, pero la puerta de la sala se abrió y Anakin retrocedió, mientras su maestro suspiraba de alivio. Supuso que Obi-Wan agradecía no ser visto siendo enviado a volar por su propio Padawan. Pero su rostro pronto lució conmocionado al ver a la persona que entró. Anakin, que también vio quién era, se apresuró a enfundar su sable y a ponerse de forma respetuosa detrás de Obi-Wan.
—¡Anakin, no seas descarado! —reprendió Obi-Wan con un gruñido, porque hacía segundos estaba a punto de mandarlo a volar sin ninguna compasión y ahora lo usaba como escudo ante el peligro entrante.
—Maestro, por favor, cumpla con su deber —dijo Anakin entre dientes, mientras el Maestro Windu se acercaba a ellos.
Anakin ya no estaba seguro de que haber buscado una sala vacía fuera una buena idea. Si este tipo pretendía intimidarlos, ni siquiera el miedo a parecer un matón podría defenderlos, ya que aquí no había nadie. En cuanto a enfrentar a esta bestia parda, dudaba que incluso el Maestro Yoda fuera capaz de hacerlo, aunque no se dejaría intimidar con facilidad.
—Maestro Windu —dijeron Anakin y Obi-Wan al mismo tiempo, saludando con una reverencia respetuosa.
—Caballero Kenobi, joven Padawan —saludó Windu sin pasar por alto el aspecto cansado de Obi-Wan y su herida en la mejilla.
—Mi Padawan ha tenido algunos progresos recientemente, y me temo que estoy algo fuera de práctica —dijo Obi-Wan, admitiendo su culpa con vergüenza.
—No recuerdo que fueras alguien fácil de manejar, parece que tu aprendiz es sobresaliente —dijo Windu mientras sacaba su sable de luz. Anakin hizo una mueca. "Mierda", pensó Anakin. Este tipo era demasiado vengativo.
—Padawan Anakin, es muy difícil ver tus progresos, ya que en todas las pruebas solo obtienes calificaciones promedio —dijo Windu mientras revisaba su estado.
—Maestro Windu, todas esas pruebas son para los iniciados y algunos padawans que buscan un maestro. Yo ya tengo un maestro y estoy satisfecho con todo lo que me ha enseñado, por lo que esas pruebas no tienen ningún sentido para mí. Destacar sobre esos niños u otros padawans es innecesario; dejarlos lucirse es más adecuado —dijo Anakin mientras sacaba su sable de luz. Windu mostró una sonrisa que no era una sonrisa.
—Padawan Skywalker, tu confianza en tu propia fuerza me sorprende —dijo Windu de forma amenazante.
—Siempre es un placer sorprenderlo —dijo Anakin, consciente de que lo que Windu sentía no era sorpresa, él creía que era arrogancia y por eso le molestaba. Su declaración era una forma indirecta de decirle a Windu en su cara que le encantaba molestarlo.
—Maestro Windu, Anakin está un poco alterado debido… —Windu levantó la mano para detener las explicaciones de Obi-Wan, quien parecía dispuesto a suplicar perdón en su nombre.
—Caballero Kenobi, haznos espacio. Tu padawan no parece cansado y sus pequeñas provocaciones no me afectan —sentenció Windu, indicando que seguía en control y que no le cortaría la cabeza por ira, aunque era evidente que estaba molesto con él y que quería darle una paliza. Él miró a Anakin—. Padawan, en guardia. No te contengas, no hay otros estudiantes a quienes tus habilidades superiores puedan desanimar —dijo Windu con sorna.
—Como desee, maestro —dijo Anakin y adoptó la postura de la Forma V. Windu lo imitó.
Anakin sabía que él usaba su propio estilo, pero era evidente que no se lo tomaba en serio. Anakin sonrió maliciosamente en su mente. Windu quería darle una paliza, pero sus ganas de hacerlo solo eran la mitad de las de Anakin. Esta bestia parda era la que siempre lo reprendía en el consejo, ni siquiera escuchaba explicaciones, solo regañaba sin más. Y ahora, el muy cretino pensaba que podía detenerlo con facilidad.
Si Windu hubiese adoptado una postura desconocida, Anakin habría sido muy cauteloso. Pero esa postura era una declaración de que no se lo estaba tomando en serio, es decir, su guardia estaba baja. Si Anakin atacaba con todo, sin duda podría golpearlo varias veces. Aunque esta bestia parda debía ser más fuerte que Dooku, la diferencia no debía ser mucha. Anakin creía que si Dooku se atreviera a bajar la guardia ante él, le daría la paliza de su vida. Por lo tanto, este jedi rabioso al menos debía llevarse un par de golpes.
—¡Anakin, no! —exclamó Obi-Wan, quien lo conocía como si fuera su hermano, y comprendió de inmediato que no estaba planeando nada bueno.
Anakin lo ignoró y envistió con todo lo que tenía. Windu parpadeó cuando sus sables chocaron y sintió el impulso de Anakin, comprendiendo su error de inmediato. Pero ya era tarde para cambiar su forma, y recibió todo el daño del golpe con su fuerza al máximo. Para empeorar las cosas, Anakin no le permitió retroceder y adoptar una nueva postura de combate. Atacó con toda la velocidad, fuerza y agilidad que pudo desatar, y su sable quemó el costado izquierdo de Windu, seguramente dejando una fea quemadura.
Windu lo miró conmocionado mientras intentaba contener su fuerza y velocidad con todo su esfuerzo para retroceder y cambiar su forma, pero estaba atrapado en sus garras y Anakin no le daría piedad de ninguna manera. Sabía que cuando Windu se recuperara, le devolvería el favor. Por lo tanto, Anakin siguió atacando con todo.
…
Apenas un minuto después de comenzar la batalla, Windu hizo un movimiento inesperado y en un microsegundo desató un ataque de fuerza que hizo retroceder a Anakin diez pasos. Anakin no sufrió heridas ni cayó al suelo, pero cuando volvió a ver a Windu, este ya adoptaba una postura extraña y lo miraba con furia.
Anakin sonrió y volvió a su postura de la Forma V, observando el miserable estado de Windu. Tenía un corte en la mejilla derecha y un feo golpe en la izquierda, que pronto se convertiría en un gran bulto. En su costado derecho, tenía un corte y su piel había sido marcada. Pero Anakin estaba seguro de que lo que más le dolía era haber recibido más de diez ataques a plena potencia de la Forma V, en la cual él era un especialista, y sabía el daño contundente que causaba. Sin duda, a Windu le esperaban un par de días de dolor muscular.
—Padawan, ¡te subestimé! —gruñó Windu, admitiendo su error, mientras le advertía con la mirada que él también sentiría el dolor duplicado pronto.
Anakin, quien se había lanzado con todo y aún así había sido repelido en un minuto, sabía que la bestia parda no fanfarroneaba. Pero si quería golpearlo, más le valía esforzarse.
…
Dos horas después, Obi-Wan y Anakin caminaban detrás del Maestro Windu hacia el Consejo Jedi. Windu lucía una mejilla hinchada y parecía algo cansado. A pesar de esto, caminaba con paso suaves. Detrás, Anakin presentaba exactamente los mismos golpes que Windu y lucía igual de cansado. Aun así, Obi-Wan mantenía una leve sonrisa.
—Maestro, soy su aprendiz. No debería alegrarse de que un matón me haya dado una paliza —se quejó Anakin, quien había pasado dos horas luchando contra Windu y su estilo demoníaco de ataque y defensa, tan veloz y agresivo como el suyo. Además, este matón también potenciaba sus golpes, y su control sobre la Fuerza no se podía comparar con el suyo en este momento. Logró acertarle varios golpes e incluso se tomó la molestia de infligirle los mismos daños que él le había causado, bajo la excusa de medir sus habilidades. Pero no era más que pura intimidación. Sin embargo, para satisfacción de Anakin, le tomó dos horas completar su venganza y cuando lo hizo, ambos estaban demasiado cansados. Continuar sería peligroso, por lo que detuvieron el combate.
Anakin estaba satisfecho, ya que a pesar de la brutalidad de Windu, esto le serviría más que los combates con Obi-Wan. Su futuro oponente sería Dooku, un desgraciado en la misma escala que Windu, aunque había una gran diferencia entre ellos. Dooku no era rival para Windu, al menos según lo que él sabía.
—Padawan, mantén la compostura en tus palabras —dijo Obi-Wan ampliando su sonrisa de forma descarada.
…
Al llegar al Consejo, los maestros parpadearon al ver sus estados lamentables. Sin embargo, como Windu los guiaba personalmente y no decía nada al respecto, los demás optaron por ignorarlo o fingir que no lo habían notado, observando la extraña similitud entre sus heridas y las de Windu.
Una vez que Windu asumió su posición, a Obi-Wan se le asignó una nueva misión. El Consejo les informó que había habido un intento de asesinato contra la senadora a la que él conocía, Padmé Amidala, y los enviarían a protegerla, como lo habían hecho en el pasado. Como nadie le habló directamente, Anakin se mantuvo en su papel de Padawan de manera obediente. No estaba en desacuerdo con la disciplina, de hecho, valoraba las reglas. Lo que no le gustaba eran las reglas absolutas, ya que consideraba que todo en este mundo tenía excepciones.
Por otro lado, sus visiones le confirmaban que la guerra estaba comenzando y Palpatine estaba moviendo sus fichas para incluirlo en su juego, acercándolo a Padmé y obteniendo algo con lo que ejercer presión sobre él, algo que lo alejara del Consejo y lo acercara a él. La Fuerza se lo advertía y también lo sabía a través de los recuerdos de Xión.
Padmé era una de las piezas que Palpatine planeaba utilizar en su contra para mantenerlo bajo control. Aunque en una vida pasada lo había logrado, esta vez no tendría éxito, simplemente porque Anakin ya no era el mismo y, aunque debía admitir que le gustaba Padmé, no sentía una pasión desenfrenada que Palpatine pudiera utilizar en su contra. Podía ver que él y Padmé eran demasiado diferentes y que lo que admiraban el uno del otro nunca sería suficiente para una relación sincera, algo que, según los recuerdos de Xión, nunca habían tenido. Sus formas de pensar eran opuestas.
¿Qué habría pasado si ese Anakin hubiera mostrado quién era realmente? Según sus recuerdos, simplemente se asustó ante la posibilidad de que ella lo rechazara y mantuvo oculto todo en lo que creía. Nunca fue capaz de decirle hasta dónde estaba dispuesto a llegar y todo lo que haría por ella al entregarle su corazón, pero al final eso ocurrió y, como era de esperar, ella lo rechazó…
Anakin sacudió su cabeza mentalmente y forzó todos sus sentimientos fuera de su mente. La guerra se acercaba y su frustración por no poder detenerla llenaba su mente de pensamientos inútiles.
…
Después de un baño necesario y un cambio de ropa, se dirigieron a encontrarse con Padmé, la senadora de Naboo, quien los recibió en sus habitaciones en el Senado. Había venido a Curoscan para oponerse a la creación de un ejército y era una de las partes con mayor influencia en este asunto debido a los eventos en Naboo, lo cual le había otorgado gran fama y reputación.
Papmé los atendió de inmediato cuando llegaron a su departamento, recibiendo en la sala de visitas junto a parte de su comitiva. Anakin la saludó de forma respetuosa, pero con una sonrisa. No se habían visto en diez años, pero habían mantenido correspondencia regularmente.
Al ver a Papmé, ahora un poco más mayor, Anakin le dio una calificación dudosa de siete. Ella era baja, tenía buenas piernas pero era plana de pecho, sus rasgos estaban por encima del promedio, su cabello no era llamativo y sus ojos no destacaban. Era una belleza decente en el mejor de los casos, nada que le hiciera enamorarse a primera vista, aunque podría ser atractiva para un niño de nueve años con opciones limitadas. Sin embargo, el carácter moral y ético de esta mujer no debía ser subestimado, ya que ni siquiera Palpatine pudo manipularla. Por eso ahora intentaba matarla, o lanzársela encima a él, Anakin no estaba seguro, pero no importaba lo que intentara, no tendría éxito.
Mientras la saludaba, Anakin le sonrió. Su amistad había crecido en los últimos años y él le había regalado tres libros, la trilogía de El Señor de los Anillos, que sabía que le encantarían. A Papmé le había encantado tanto que incluso los había publicado, pero donó las ganancias a obras benéficas y solo aceptó enviar una copia a su madre en Tatooine, pero no colaboró con su laboratorio. Ella era demasiado estricta. A pesar de eso, le ofreció una sonrisa triste, aunque su encuentro fue formal debido a la presencia de su comitiva de Naboo y su traje oficial de senadora.
Después del reencuentro, Papmé se fue a ocuparse de sus asuntos y descansar. Anakin no podía meditar en ese momento, así que decidió observar la ciudad.
…
—¿Ella es la amiga querida que mencionaste en el consejo? —preguntó Obi-Wan a su espalda después de revisar el departamento, mientras Papmé ya dormía en su habitación tras la partida de sus sirvientes y guardias. Anakin asintió.
—Cordé, su doble, era una amiga para ella. Hoy fue asesinada y puedo sentir su dolor. Me siento algo culpable porque si hubiera llegado antes, ella no estaría sufriendo. Soy su amigo, pero… —Anakin no dijo más, él había decidido invertir su tiempo en salvar a su madre y dejado morir a la amiga de Papmé.
—Parece que tus sentimientos hacia ella no son comunes —dijo Obi-Wan con una sonrisa insinuante.
—Maestro, ella y yo no podemos estar juntos —dijo Anakin seriamente.
—Anakin, el código no exige que seamos célibes —dijo Obi-Wan.
—Lo sé, pero mis sentimientos por ella pueden ir más allá de lo apropiado si nos acercamos demasiado, y sin duda le haría daño. Me limitaré a proteger su vida y que cada uno tome su propio camino —explicó Anakin, descartando cualquier sentimiento de apego que surgiera en él. Obi-Wan negó con la cabeza.
—Es tu decisión, pero según lo que explicas, me parece prudente —dijo Obi-Wan con la mente en otro lugar.
—¿Usted no se contuvo a tiempo? —preguntó Anakin. Obi-Wan se tensó. Anakin sonrió.
—Anakin, la venganza es el camino hacia el lado oscuro —reprendió Obi-Wan indignado.
—Maestro, debería seguir su propio consejo antes de sonreír porque han golpeado a su propio aprendiz —dijo Anakin rodando los ojos. Obi-Wan carraspeó incómodo.
—Anakin, estás imaginando cosas —dijo y optó por una retirada estratégica. Anakin negó con la cabeza y continuó observando la ciudad mientras comenzaba a llover.
…
Un par de horas después de que Papmé se fue a dormir, Anakin frunció el ceño.
—¿Sucede algo? —preguntó Obi-Wan, notando su estado de alerta y cómo la Fuerza se intensificaba a su alrededor.
—Se acerca el peligro a esa habitación —dijo Anakin sinceramente. Obi-Wan parpadeó.
—¿Qué? —preguntó con cierta incredulidad.
—Hay un droide volador acercándose a la habitación. Lleva algunos insectos venenosos —dijo Anakin mientras comenzaba a dirigirse hacia el lugar.
Obi-Wan estaba aturdido. Anakin lo comprendía. Esto nunca antes había sucedido. La Fuerza no solía revelar información de esa manera. Lo que Obi-Wan desconocía era que todo esto formaba parte del conocimiento de Anakin, y la Fuerza simplemente lo confirmaba. Anakin no planeaba quedarse de brazos cruzados esperando a que todo sucediera según sus recuerdos. Odiaba no poder hacer nada para cambiar el curso de los eventos y no se quedaría quieto ahora que tenía la oportunidad de actuar.
—Maestro, hay dos personas afuera. Si me lo permite, puedo capturar a una de ellas con facilidad. Usted vigile que esos insectos no dañen a Papmé —dijo Anakin mientras se dirigía hacia la puerta. Obi-Wan pareció indeciso por un segundo, pero asintió y se apresuró a posicionarse junto a la puerta de la habitación. Anakin corrió hacia el ascensor y subió a la terraza.
Una vez en la terraza, Anakin corrió con toda su fuerza potenciada y saltó hacia el edificio de enfrente, cayendo sobre un sorprendido metamorfo como si fuera una flecha y el sujeto fuera el blanco al que la flecha era atraida.
Mientras tanto, Obi-Wan se apresuró a entrar en la habitación de Padmé y mató a los insectos que habían logrado entrar. Anakin, que estaba de espaldas sosteniendo a su capturado inconsciente, sacó su brazo de manera casual y detuvo un dardo destinado a su objetivo con la punta de sus dedos, ya que había estado vigilando al otro individuo en todo momento. El mercenario mostró sorpresa y decidió huir. Anakin entregó al asesino a las autoridades y regresó a la habitación de Padmé, donde ella estaba en ropa de dormir, siendo vigilada por Obi-Wan.
—¿Fácil? Anakin, ¡saltaste de un edificio a otro! —reprendió Obi-Wan con impotencia.
—Maestro, saltar es algo sencillo. Lo aprendí en las primeras clases —dijo Anakin, sorprendido por el descaro de Obi-Wan, quien en sus recuerdos se lanzó sobre un droide volador en medio de una calle a miles de metros de altura. Luego le arrojó a Obi-Wan el dardo que lanzó el mercenario—. El otro asesino lo tenía. Parece ser algo especial —añadió. Sabía que esto era una pista de Palpatine para que Obi-Wan descubriera el camino hacia el ejército de clones.
—Anakin, ¿estás bien? —preguntó Padmé con preocupación.
—Padmé, estoy bien, solo fue un pequeño salto, no hubo mucho que hacer. Ese tipo estará en el hospital algunos días —explicó Anakin, mirando a su alrededor y notando que no había nadie más presente.
—Con el maestro Obi-Wan aquí, los guardias están asegurando los demás departamentos —aclaró Padmé. Anakin asintió.
…
Al amanecer, Padmé fue obligada a retirarse a su planeta por orden de Palpatine. Ella sospechaba que él planeaba algo, pero los Jedi también estaban del lado de Palpatine, y ella tuvo que ceder. Convertirse en una extremista que no atendía a consejos podría afectar su carrera política, y Palpatine, sin duda, utilizaría eso en su contra.
—Anakin, me he enterado de tu hazaña de anoche. Te recomendaré para un reconocimiento del Senado —dijo Palpatine cuando todos se fueron y quedaron solos. Anakin sabía que este anciano miserable solo pretendía retrasarlo mientras tramaba su caída hacia el lado oscuro, pero no podía sentir nada más que amabilidad y halagos provenientes de él. Era como si fuera un abuelo favorito elogiando a su destacado nieto.
—Gracias, canciller, será un honor —respondió Anakin con una sonrisa. Palpatine asintió.
—¿Cómo ha estado tu situación en el templo? —preguntó con un aparente interés, y tal vez lo tenía.
—El Consejo se reunió para decidir si podían expulsarme, por décima vez, y el maestro Windu tuvo un combate de entrenamiento conmigo. Nunca antes había visto su estilo de lucha ni es ninguna forma Jedi que conozca —dijo Anakin, mostrando curiosidad. Anakin debía ser el mejor espía de Palpatine en el templo Jedi.
—¿Y qué tenían en contra tuya esta vez? —preguntó Palpatine con interés.
—He expresado públicamente mi desacuerdo con el código Jedi. Considero que es un reglamento obsoleto y el Consejo lo sigue al pie de la letra, como si tuvieran miedo de que alguien lo transgreda —explicó Anakin. Palpatine guardó un par de segundos de silencio, seguramente preguntándose cómo diablos seguía siendo parte de la Orden Jedi después de decir tantas tonterías sobre su sagrado reglamento.
—Anakin, los Jedi son ancianos y a esta edad, la gente comienza a temer el cambio. Sin embargo, no debes apresurarte en estos asuntos, porque en el futuro, y como lo demuestran tus actuales hazañas, te convertirás en uno de los Jedi más grandes que existan y el Consejo deberá escuchar tu opinión —aseguró Palpatine, aparentemente deseando que su espía no se metiera en problemas y fuera expulsado.
—Canciller, lo intento, pero había tantas cosas mal allí que simplemente me siento frustrado —dijo Anakin con sinceridad.
El canciller no perdió tiempo y procedió a darle algunos premios más para tranquilizarme y evitar que atacara nuevamente al Consejo. El anciano era rico y le hizo un cheque en blanco, por lo que Anakin era completamente sincero cuando salió de su oficina feliz como una lombriz.
…
—Anakin, ¿qué te ha dado el canciller esta vez? —preguntó Obi-Wan cuando se encontraron de nuevo. Anakin pensaba que, dado que era un espía para Palpatine, también podía serlo para la Orden Jedi.
—El canciller cree que soy un héroe y se ha comprometido a aumentar su patrocinio para mi laboratorio porque le comenté que la vida en el templo era algo aburrida —informó Anakin. Obi-Wan solo pudo parpadear—. Bueno, puede que me haya quejado un poco del Consejo, y el canciller me aconsejó que no me metiera en problemas con ellos hasta que fuera un Jedi poderoso y famoso —añadió sin darle importancia. Obi-Wan frunció el ceño en ese momento, pero luego lo dejó pasar, descartando sus sospechas. Anakin se preguntó cuántas veces tendría que hacer esto para que corriera con el Consejo.
…
En la tarde de ese mismo día, Anakin fue designado como el guardaespaldas de Padmé y viajaron a Naboo, mientras Obi-Wan investigaba al asesino que escapó. Anakin decidió ser cortés con Padmé, pero mantener cierta distancia. Mantuvo la cabeza fría y descartó cualquier sentimiento extraño que surgiera, ya que realmente no podían estar juntos. Afortunadamente, no se había enamorado de ella cuando era niño y simplemente la consideraba una amiga.
…
Su estancia en Naboo fue aburrida. El lugar solo era especial porque Padmé estaba allí, pero aparte de eso, no le interesaba, ya que todo eran paisajes naturales y a Anakin le gustaba más la tecnología. Lo bueno de estar allí fue que Anakin pudo practicar su control con la Fuerza de una forma que nunca pudo hacer en el templo, utilizándola en todo momento. Hacía trucos para Padmé, comía e incluso se bañaba, controlando las gotas de agua.
…
—Anakin, he notado que no llevas trenzas —dijo Padmé—. ¿No se supone que todos los padawan las llevaban? —agregó. Estaban en unas praderas observando a unas especies de quimeras, una mezcla desagradable de garrapatas, cervatillos y vacas.
—Los que tienen cabello sí, pero noté que el cabello corto me hacía ver inmaduro, y esa trenza era extraña, así que me la corté y dejé crecer el cabello. Obi-Wan me llevó ante el consejo, pero gané, o mejor dicho, los ignoré, ya que la trenza no está en el código y no pueden obligarme a llevarla, solo es una costumbre más —explicó Anakin. Padmé rodó los ojos.
—Tienes problemas con la autoridad —dijo Padmé.
—Para nada, me gusta el orden y la autoridad, pero cuando el orden y la autoridad se utilizan para causarme molestias por cosas triviales como un corte de cabello, es porque han ido demasiado lejos y deben retroceder —dijo Anakin.
—Anakin, ¿qué piensas de la República entonces? —preguntó Padmé—. En la actualidad, la gente dice que hemos perdido el orden y que el Senado es corrupto. La popularidad de Palpatine se debe a que promete orden en contra del caos y la corrupción —dijo Padmé haciendo una mueca.
—Una corrupción que él mismo fomenta en las sombras y un caos que él mismo provoca. Padmé, Palpatine no busca el orden, busca el control, y hará lo que sea necesario para lograrlo, incluso si tiene que destruir la República y gobernar sobre las cenizas. Si él logra su objetivo, no habrá lugar para nosotros, los Jedi, ni para la República en esta galaxia —dijo Anakin.
—¿Cómo podemos enfrentarnos a él? Incluso me desplaza de mi puesto cuando quiere, y no puedo hacer nada para detenerlo —se quejó Padmé con desesperación. Anakin se recostó sobre la hierba y miró el cielo azul.
—Padmé, ya te lo dije antes, la única forma de enfrentarlo, con todo el poder que tiene, es jugar su propio juego, y eso significa que a veces tendrás que retroceder si el juego así lo exige. Esa es la forma en que puedes ganar una posición en el tablero —dijo Anakin.
—Hemos estado siguiendo su juego durante una década, y él solo se vuelve más poderoso y gana más influencia —se quejó Padmé.
—Sí, pero ahora usará esa influencia y comenzará a desgastarse —dijo Anakin.
—Estás siendo enigmático, ¿qué estás ocultando? —preguntó Padmé, levantándose de su lado y poniéndose frente a él para mirarlo amenazadoramente. Anakin frunció el ceño.
—Te estoy ahorrando el dolor de lo que no puedes cambiar —dijo Anakin con seguridad. Padmé lo miró horrorizada e intentó correr, pero Anakin se levantó y la tomó por la cintura.
—Anakin, ¡déjame ir! —reprendió Padmé con ira.
—No puedes cambiar lo que sucederá ahora, y si actúas usando tu poder, te desgastarás en lugar de Palpatine, perdiendo así la oportunidad de usarlo en el futuro —explicó Anakin mientras Padmé pataleaba, comprendiendo que ella tenía razón y que Palpatine se había deshecho de ella para provocar una guerra.
—¡Anakin, me has engañado! ¡Suéltame! —reprochó Padmé y le dio una bofetada. Anakin suspiró y la soltó.
…
Unos minutos después, llegaron a la villa y Padmé comenzó a hacer sus maletas furiosamente.
—¿Qué has visto? —preguntó Padmé, derramando una lágrima y metiendo su ropa con más lentitud.
—La guerra comenzará en unos días —dijo Anakin.
—¡Eso es imposible! —negó Padmé con vehemencia, dejando su ropa y mirándolo a los ojos para tratar de averiguar si le estaba mintiendo.
—Padmé, te lo advertí desde el principio. Palpatine tiene demasiado poder en sus manos, ya estaba planeando esta guerra cuando nos conocimos. Sin embargo, al seguirle el juego durante estos diez años, ahora estás en una posición de popularidad similar a la suya, y tu poder político aumenta junto con el suyo porque son del mismo planeta. Aunque aprovechó tu popularidad para aumentar la suya al intentar matarte, ahora es él quien impulsa tu carrera política, quieras o no.
»Padmé, no puedes enfrentarte a Palpatine por tu cuenta, pero déjame luchar a tu lado. Ahora tengo la fuerza para hacerlo. Sé dónde golpear a Palpatine para debilitar su poder gradualmente y hacerlo más vulnerable. Con el tiempo, puedo lograr que el consejo te apoye a ti en lugar de a él. Permíteme darle la vuelta a su ejército y eliminar a sus marionetas uno a uno.
»Padmé, mi plan implicará muchas muertes en el camino, pero en este momento, el tuyo enterrará todas nuestras esperanzas, así como las de la galaxia, porque nos enviarás directo a una muerte segura al regresar al Senado —dijo Anakin. Padmé, que se preparaba para responder, quedó inmóvil.
—¿Vendrías conmigo? —preguntó Padmé bajando la cabeza. Anakin se tensó. "¿Por qué actúas de manera tímida?", reprendió Anakin en su mente y carraspeó.
—Soy tu "amigo", y fui yo quien te metió en todo este lío. Lo menos que puedo hacer si mi plan te lleva a la muerte es acompañarte —dijo Anakin. Padmé lo abrazó y lloró en silencio. "Tiene pechos pequeños, recuerda que te gustan las mujeres con pechos grandes. No hagas locuras. Recuerda que una relación entre ustedes terminará en su muerte…", Anakin pensó en todas las razones por las que no podía cruzar la línea con Padmé, pero cada vez que su razón ponía una excusa, su corazón le replicaba con una fuerte queja y un latido acelerado.
Afortunadamente, cuando su corazón estaba a punto de vencer a su razón, Padmé lo sacó de su habitación al darse cuenta de que estar solos allí no era apropiado. Anakin suspiró aliviado después de tragar saliva y corrió a meditar para liberarse de todas las emociones desatadas.
Su tonto enamoramiento también había desatado las emociones que había estado reprimiendo durante los últimos meses, cada vez que tenía una visión de la guerra inminente. Sin embargo, al mencionarla, era ignorado y terminaba en una pelea con el consejo. Definitivamente, la paciencia no era una de sus virtudes, lo cual lo convertía en un terrible negociador cuando solo tenía su palabra para convencer a los demás.
Ni siquiera Obi-Wan lo apoyaba o trataba de creerle, y eso lo llenaba de frustración. Podría hacer tantas cosas con el respaldo del consejo, pero esos ancianos simplemente lo ignoraban. Él entendía por qué otra versión de sí mismo caería al lado oscuro, ya que Palpatine no tenía que esforzarse mucho. Estaba lleno de frustración al ver cómo todo estaba fuera de su control y saber que pronto sería arrastrado a una guerra que podría evitar si solo recibiera un poco de apoyo. Esto le generaba ira, furia y una gran frustración…
Anakin desechó todo con la fuerza. Él no caería, no importaba lo que ocurriera, debía seguir adelante. Dejar de lado la frustración, la ira y la furia. Eran un ciclo destructivo que solo le traería problemas y dolor. Ante la frustración, respondería con despreocupación. Ante la ira, con humor, y ante la guerra inevitable…
Algo surgiría, la Fuerza siempre le daría una respuesta, y no creía que ahora lo abandonara. No era capaz de imitar la paciencia de Palpatine, pero sí podía controlarse a sí mismo si eso significaba que lograría sus objetivos. Por lo tanto, dejaría todo eso atrás y la despreocupación reemplazaría a la frustración. Debía seguir su propio consejo y esperar su momento.
…
Al tercer día en Naboo, Anakin sabía que la muerte de su madre ocurriría pronto y decidió comprobar lo que el consejo le había prometido. Con esa decisión tomada, y después de una actuación digna de un Oscar, Padmé decidió ir a Naboo para verificar el estado de su madre.
La nave de Padmé, guiada por Anakin, aterrizó en la granja de la nueva familia de su madre. Los habitantes de la granja de humedad salieron a ver la nave, entre ellos su madre, quien tenía heridas por todas partes y caminaba con muletas.
—¿Anakin? —preguntó Padmé al ver que él retrocedía cuando la puerta de la nave se abría.
—Padmé, por favor, tráela aquí, pero no menciones que estoy aquí. Dile que te enteraste de que estaba herida y que tienes medicamentos para ella —pidió Anakin. Padmé lo miró confundida, pero Anakin se apresuró a esconderse cuando la puerta se abrió.
Padmé bajó de la nave y su madre la reconoció. Hablaron por un momento y luego Padmé la ayudó a caminar hasta la nave, ya que su madre necesitaba apoyo para moverse. Padmé intuyó que él no quería que nadie los viera.
Al regresar a la nave, R2 cerró la puerta por orden de Anakin. Su madre miró extrañada por unos segundos hasta que Anakin salió y corrió hacia ella para abrazarla con fuerza.
—¡Anakin, vas a lastimarla…! —Las palabras de Padmé se detuvieron cuando vio la cara hinchada y los rasguños de su madre empezaron a desaparecer. En un minuto, ella estaba completamente sana, incluso más sana que la última vez que se vieron hace diez años. Su madre se separó rápidamente de él al no sentir más dolor y lo miró perpleja mientras tocaba su rostro.
—Esta habilidad es algo que he aprendido para salvar mi vida o la de aquellos cercanos a mí en momentos de vida o muerte, pero tengo enemigos y nadie debe enterarse de ello —explicó Anakin. Padmé seguía mirando a su madre incrédula y esta volvió a abrazarlo.
…
—Él dijo que pasaba por aquí por casualidad, pero yo sabía que tú le habías enviado —dijo su madre varios minutos después mientras les preparaba comida, después de liberar sus piernas y manos de un montón de vendas.
—Bueno, le dije al consejo que si no te ayudaban, haría las maletas y te ayudaría yo mismo, así que se apresuraron a brindar ayuda —dijo Anakin. Padmé lo miró acusadora, sentada frente a él en la pequeña mesa de la cocina de la nave.
—Bueno, fue algo caótico y tuve que tirar de algunas barbas y jugar algunos trucos, pero esos son detalles —dijo Anakin y su madre se rio. Padmé sacudió la cabeza imaginando el desastre.
…
Apenas un día después de llegar a Tatooine, recibieron una llamada de Obi-Wan.
—¿Anakin, qué haces en Tatooine? —preguntó Obi-Wan indignado.
—La senadora Amidala mostró curiosidad por conocer el estado de mi madre cuando le dije que había sido secuestrada por los Tusken. Ella decidió venir y no me quedó más opción que seguirla —se excusó Anakin descaradamente. Obi-Wan suspiró impotente, sabiendo que solo estaba diciendo tonterías pero sin poder hacer nada para evitarlo.
—Anakin, transmite este mensaje al consejo Jedi —dijo Obi-Wan y comenzó a explicar la situación en el planeta Geonosis, donde se encontraba y donde los separatistas estaban finalizando la construcción de un ejército de droides. Al finalizar su mensaje, fue capturado. Anakin supuso que Dooku y Palpatine querían que los Jedi llegaran allí para iniciar la guerra, y dejó que se enteraran de todo.
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Padmé no esperó a que le preguntaran y decidió ir en una misión de rescate. Anakin encogió los hombros y no protestó.
Se despidió de su madre, quien presumió de recibir tratamiento por parte de la reina de Naboo, que la curó en tan solo un día. Anakin sabía que ya no podría regresar allí, lo que le provocó una gran tristeza, pero en el camino a Geonosis meditó para recuperar la calma. Debía poner en práctica todas sus habilidades con absoluta precisión y, si las cosas salían como las había planeado, enfrentarse a Dooku.
Al llegar a Geonosis, Padmé puso en marcha su plan de rescate y Anakin la siguió hasta las colmenas donde vivían los geonosianos.
Apenas entraron, fue evidente que los estaban esperando. Anakin, no dispuesto a seguir adelante, fingió perder su sable de luz cuando comenzaron a perseguirlo y este se partió en tres partes al golpear el suelo, lo que facilitó su captura. Padmé parecía esperar más de él y se veía aturdida mientras los apresaban. Luego los llevaron a la entrada de una arena, donde fueron conducidos a una especie de coliseo. Allí les esperaba un carro de dos ruedas en el que planeaban exhibirlos.
—Anakin, ¿qué demonios fue eso? —gruñó Padmé.
—Infiltración —respondió Anakin con confianza mientras los subían al carro.
—Anakin, ¡Nos han capturado! —lloró Padmé molesta.
—Tranquila, yo cuidaré de ti —dijo mostrándole su sable roto. Los geonosianos no vieron ningún problema en dejárselo. Padmé lo miró con hostilidad, mostrándose muy ingrata. Ni siquiera le dio las gracias por ahorrarle minutos de terror al casi ser incinerada. Anakin suspiró.
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Ellos fueron llevados a unos pilares y atados junto a su maestro.
—¡Anakin! —reprendió Obi-Wan con indignación.
—Tranquilícese, maestro. La senadora Amidala ha venido a rescatarlo. Yo solo soy su guardaespaldas, y le aseguro que ella no recibirá ni un rasguño —aseguró Anakin. Obi-Wan y Padmé le miraron con ira mientras los ataban y los fragmentos del sable caían a sus pies.
Los geonosianos liberaron a tres bestias, una para cada uno de ellos. Anakin no esperó a que llegaran. Las esposas que sostenían las muñecas de Anakin se abrieron, ya que diez años de práctica trabajando con objetos microscópicos hacían que cualquier cerradura, ya fuera mecánica o electrónica, fuera inútil contra él.
Al caer las esposas, Anakin tomó su sable, que volvió a estar en una pieza, y se acercó a Padmé para cortar sus cadenas, tomarla en brazos y dar un salto hacia la cima del pilar, sentándose allí con tranquilidad.
Padmé se escandalizó cuando él la sentó sobre sus piernas, pero Anakin fingió perder el equilibrio y ella se quedó quieta.
—Maestro, Padmé ya está a salvo, ¡usted puede hacerlo! —animó Anakin mientras miraba a un desesperado Obi-Wan, que ahora tenía la atención de las tres bestias solo para él.
—Anakin, ¡baja aquí en este momento! —chilló Obi-Wan.
—Maestro, el consejo me asignó la misión de proteger a Padmé… —Anakin encendió su sable de luz y desvió un disparo de láser que vino desde la tribuna del Conde Dooku, disparado por el mercenario a su lado, que llevaba una armadura mandaloriana. Él usó una simple pistola bláster, pero había apuntado con precisión a la cabeza de Padmé, quien se estremeció.
Anakin lanzó el sable de luz a un lado sin mirar, mientras se levantaba cargando a Padmé con la izquierda.
El sable de luz voló, cortó la cabeza de una especie de rata-tigre-serpiente que se lanzó en primer lugar contra Obi-Wan, luego cortó las cadenas que lo retenían y voló hacia él, para desviar otro disparo y asegurarse en su mano.
Estas habilidades circenses no servían contra un Sith, pero en situaciones como esta serían geniales. Ya verían los droides cuando le tocara enfrentarlo.
—Tienes la puntería de un topo de arena —insultó Anakin mientras Obi-Wan lidiaba con las otras dos bestias. Anakin giró su sable de luz en su mano, sonriéndole al mercenario. La multitud entendió el gesto y vitoreó, incitando al mercenario a aceptar el reto.
Anakin apartó su sable de su mano, y este siguió girando por su cuenta, a medio metro de él. La multitud casi enloquece, exigiendo que el mercenario aceptara el duelo.
El mercenario enfundó su arma, y la multitud se apresuró a guardar silencio. El sable seguía girando a la derecha de Anakin, ya estaba a un metro de él y amenazaba con ir a cortarle la cabeza a otra de las bestias con las que peleaba Obi-Wan. El mercenario movió su mano en preparación, desenfundando a una velocidad vertiginosa, al mismo tiempo que la espada cambiaba su dirección de giro en paralelo, y su hoja pasó por delante de la cabeza de Anakin, desviando el disparo, o más bien, devolviéndolo hacia el mercenario, quien, debido a la distancia, tuvo tiempo de lanzarse al suelo. Cuando se levantó, el sable ya había bajado, cortado dos cabezas y regresado a la mano de Anakin.
—¡Dooku, necesitas mejores hombres! —se burló Anakin, mientras la multitud abucheaba al mercenario por no poder darle, a pesar de que él retiró su sable de luz para darle ventaja.
Anakin movió el brazo a su espalda y el sable desvió un disparo que rebotó en la misma dirección de donde vino y le voló la cabeza a un insecto que llevaba un rifle bláster.
Anakin sonrió. Padmé tragó saliva, ya que el disparo iba hacia su espalda.
—Tranquila, si se pone demasiado peligroso, bajamos y nos cubrimos con el pilar —dijo Anakin.
—¿Qué pretendes? —preguntó Padmé.
—Ganar tiempo sin que los míos tengan que morir —dijo Anakin, devolviendo otro disparo desde el lado de Padmé.
—Dooku, me equivoqué. Lo que necesitas son nuevos aliados —dijo Anakin.
Dooku se dio cuenta de inmediato de lo que pretendía y tuvo una discusión con el rey insecto de los geonosianos, pero este lo apartó con indignación y lo señaló mientras decía algo.
Anakin supuso que ofrecía una recompensa por su cabeza, porque al terminar de hablar, la multitud chilló de alegría y sacaron pistolas bláster para dispararle. Al principio eran unos veinte tipos, ya que las armas de los geonosianos eran diferentes y pocos de ellos tenían pistolas bláster, pero dos minutos después parecieron encontrar un arsenal, y a pesar de que ya había matado a unos diez, devolviendo algunos disparos, la cantidad de personas que le disparaban aumentó a treinta, y sin pensarlo, Anakin saltó.
Padmé gritó, pero el aterrizaje fue suave. Al empujar a Padmé contra el obelisco y quedar emparedada entre este y su espalda, la cantidad de personas apuntándoles disminuyó a la mitad, lo que le hizo más fácil desviar los disparos blásters y matar a siete enemigos en un minuto.
Después de acabar con la mitad de los enemigos de un lado, Anakin rodó con Padmé hacia el otro lado, donde los tiradores exigían que se mostrara para poder dispararle. Anakin se mostró y ellos dispararon.
—Anakin, ¿cuánto tiempo puedes desviar esos disparos? —preguntó Padmé asustada.
—Padmé, están a más de cien metros de mí, puedo estar aquí durante días. Solo finjo tener problemas para ganar más tiempo —explicó Anakin, quien no desviaba todos los disparos hacia sus atacantes, ya que si se mostraba demasiado invencible, podían enviar al ejército de droides contra él.
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Diez minutos después, el rey pareció darse cuenta del engaño y, con indignación, señaló a Obi-Wan, quien trataba de pasar desapercibido en su propio pilar a veinte metros de ellos.
—Parece que se acabó el juego —dijo Anakin con un suspiro, tomando a Padmé con su brazo izquierdo y corriendo a toda velocidad hacia Obi-Wan, quien ya corría hacia él. Se encontraron en el pilar central, y Anakin detuvo cinco disparos mientras pateaba a Obi-Wan y lo estrellaba contra el pilar central, para volver a poner a Padmé a su espalda. Mientras detenía y esta vez devolvía todos los disparos que podía, volvió a tener a sus dos protegidos cubiertos por el pilar.
La multitud rugió de furia al ver que seguía vivo y trajeron más armas, gritándole indignados que saliera y dejara de cubrir su espalda.
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Así pasaron otros cinco minutos hasta que el rey se dio por vencido y le dio permiso a Dooku para sacar los droides, pero ya era tarde. Una sombra en el cielo disparó a las puertas por donde pretendían salir los droides, y se lanzaron disparos de advertencia sobre la multitud en las gradas, que salieron volando en todas direcciones, como cucarachas escapando de su nido. Eran transportes de clones, armados hasta los dientes, que se apresuraron a crear un perímetro mientras los jedi saltaban desde las gradas hacia ellos. Los jedi habían llegado para ganar tiempo, pero Dooku había montado un circo y Anakin se había apoderado de él, convirtiéndose en el maestro de ceremonias.
Los droides que salieron por todas partes fueron abatidos fácilmente por los transportes armados. No eran un ejército capaz de enfrentarse a naves de asalto, sino infantería, y carecían de apoyo de artillería, por lo que fueron barridos sin remedio. Anakin presenció un breve enfrentamiento de sables entre Dooku y Windu, pero el mercenario intervino y Windu decidió no arriesgarse, lo que llevó a Anakin a suponer que consideraba a Dooku como un oponente al que no podía derrotar sin centrar toda su atención en él, así que se retiró.
—Anakin, déjame salir de aquí de una vez —gruñó Obi-Wan, quien estaba siendo aplastado contra el pilar. Anakin se apartó, liberándolos a ambos, y ellos le miraron con gestos de ofendida dignidad mientras se arreglaban la ropa.
—Anakin, ¿por qué me estrellaste de cara contra ese pilar? —se quejó Obi-Wan mientras otro Jedi le entregaba un sable de luz para unirse a la batalla.
—Maestro, si no hubiera hecho eso, usted habría disfrutado demasiado de la situación —explicó Anakin mientras retrocedía hacia una de las naves de transporte.
Como no había jedis muertos, las naves estaban llenas de ellos y era difícil encontrar un lugar. Obi-Wan se detuvo por un segundo y miró a Padmé, luego carraspeó incómodo y dejó de quejarse. Padmé se puso roja al darse cuenta de que haber quedado de espaldas frente a un hombre habría sido muy incómodo.
—Ven, he pensado en todo y he traído a todos a salvo —dijo Anakin al subir a la nave.
—¡Anakin, cállate! —reprendieron Obi-Wan y Padmé al mismo tiempo. Anakin se encogió de hombros.
