Disclaimer: One Piece y todos sus personajes le pertenecen a Eichiiro Oda, lo demás son puras divagaciones mías.

Notas de la autora: Estoy un poquito nerviosa por este capítulo. Mientras lo escribía, literal tuve un ataque de llanto. En serio que me afectó muchísimo. Después de terminar de escribir, me sentía tan agotada que lo único que pude hacer fue acostarme en la cama y tratar de regular mis emociones.

Advertencias: Mención a intentos de suicidio.

Canción: Somewhere over the rainbow-Israel Kamakawiwo'ole

Lo que tuvimos que hacer

Capítulo 9: Over the rainbow

Gris…

El sonido intenso de una tempestad azotaba el techo y las ventanas de una pequeña cabaña.

Miedo…

El frío y la oscuridad eran cosas que lo atemorizaban a niveles que nadie podría imaginar.

Llanto…

Se sentía solo y desamparado. El calor de sus lágrimas bajaban por sus mejillas.

—¿Mami?

La voz de un pequeño sollozante rebotaba entre las paredes de la cabaña vacía.

Lo último que recordaba era la imagen de una cereza en el fondo de un vaso repleto de líquido. Una voz masculina lo instaba a llegar a la fruta y para eso, debía tomar todo el contenido del recipiente. Al sabor dulce de la cereza le siguió una oscuridad absoluta y después de eso, la nada.

Lo primero que sintió al despertar fue una fuerte presión sobre sus brazos, al mismo tiempo una calidez inusual que se posaba sobre su espalda y mejilla.

Usopp abrió los ojos lentamente solo para sentir que la luz le hacía daño y que la cabeza le dolía y le punzaba como nunca antes en la vida. Se revolvió un poco tratando de desentumecer su cuerpo, pero la presión seguía presente. Le tomó poco más de un segundo caer en cuenta de que algo o alguien se aferraba a su cuerpo con fuerza y se paralizó del miedo.

No pudo controlar el ritmo de su respiración y unas ganas inmensas de llorar le azotaron el pecho. Estuvo a punto de dejarse llevar por el pánico, pero una voz conocida resonó a su lado.

—¿Estás bien?

Usopp, al escuchar a Zoro hablarle con tanta suavidad y dulzura, empezó a sollozar. El muchacho se limitó a abrazarlo con uno de sus brazos mientras que con la otra mano le acariciaba la cabeza. El moreno relajó los músculos y escondió el rostro en el pecho de su amigo. Se quedaron en esa posición y en completo silencio durante varios minutos. El uno porque no sabía lo que debía decir o hacer y el otro por miedo.

No podía recordar nada, o casi nada de la noche anterior. Las imágenes en su mente eran todavía muy confusas y temía enfrentarse a lo que sea que hubiese ocurrido. Para ese momento sus ojos ya se habían acostumbrado a la luz y lo que podía ver no le agradaba para nada. Tenía algunas heridas en sus brazos y en sus uñas podía notar un ligero rastro de sangre. Usopp se separó del cuerpo de su amigo y Zoro, que aún lo abrazaba fuertemente soltó el agarre.

—Debo irme. —dijo Usopp con un nudo en la garganta y unas fuertes ganas de vomitar, aunque en realidad no sabía si era producto de la resaca o de la ansiedad. Lo único cierto era que sentía tanta vergüenza que no podía mirar a Zoro a la cara ¿Qué estaría pensando con respecto a él? Lo único que recordaba era haberla estado pasando bien en compañía de sus amigos, entonces ¿Por qué todo se sentía tan raro? ¿Por qué sentía que algo había sucedido después de… Un pensamiento lo aterrorizó ¿Qué tal si habría sufrido un ataque de ansiedad en presencia de ellos?

—Te llevo a tu casa. —Lo agarró de la muñeca y sintió nuevamente el relieve de las cicatrices sobre sus dedos.

Usopp se alarmó y con una fuerza que ni siquiera él sabía que tenía, apartó el brazo haciendo que Zoro se sobresaltara.

—¡No me toques!

Por primera vez en lo que llevaban de conocerse, Zoro pudo ver una tristeza infinita en los ojos de Usopp.

—Está bien, no te toco, pero déjame llevarte a casa. —alzó las manos para indicarle que estaba tomando distancia.

—Lo siento, no quise…

A juzgar por la actitud de Zoro, el hecho de que hubiera tenido uno de sus ataques le parecía cada vez más real. Tuvo miedo, demasiado miedo. La última vez que alguien lo había visto en ese estado, con excepción de Kaya, había sido lo peor de su vida. Recordó las risas de la noche anterior, las bromas, la sensación de alivio a la que su cerebro se abandonó después de los primeros tragos. ¿Por qué no podía ser todo tan sencillo como eso? Usopp deseó volver a estar ebrio.

—No te disculpes, entiendo. —No entendía nada.

—Es que yo… Es que… No sé cómo decirlo…

—Tranquilo, no me debes explicaciones.

Usopp acortó la distancia y volvió a refugiarse entre los brazos de Zoro. No supo bien el por qué de sus acciones, pero una parte de él le gritaba insistentemente que su amigo se alejaría de él al igual que cierta persona de su pasado. El terror de la pérdida se hizo presente con la fuerza de una tormenta y se aferró aún más al abrazo.

—¿Puedo quedarme aquí por un tiempo? Luego puedes deshacerte de mí, pero dame tiempo.

Zoro lo abrazó con fuerza.

—¿Por qué dices eso? No voy a dejarte nunca…

—Lo siento… No quería que me vieras así —La sonrisa amplia de Usopp contrastaba con los ojos hinchados y tristes que portaba. —, pero bueno ¿qué esperaba? creo que una parte de mí sabía que esto iba a pasar.

Zoro se mantuvo en silencio, era muy extraño todo lo que estaba sucediendo, hace nada Usopp estaba destrozado y tras algunos minutos había logrado recomponerse, además, le dedicaba esa sonrisa que solo lograba estrujarle el corazón.

—Bueno, es hora de que me vaya. ¿Nos vemos el lunes? quizás no. Sé que tal vez…

—¿Quieres venir a desayunar con nosotros?

—No quiero causarte más molestias. —Usopp acarició la tela del hoodie que cubría sus brazos.

—No eres una molestia.

—¿Por qué haces esto? —Agachó la cabeza, no podía seguir resistiendo mucho más tiempo.

—¿Qué cosa?

—No sigas fingiendo. Soy un desastre y…

—Todos somos un desastre.

—No como yo. —El brazo empezó a escocer y Usopp lo apretó con fuerza.

—Todos somos un desastre. —repitió mientras tomaba la mano de Usopp y la depositaba sobre la gran cicatriz en su pecho.

—Eso fue un accidente.

—En parte… No te he contado todo.

—No, no no… ¡NO TIENES QUE HACERLO! —Usopp cubrió sus oídos con las palmas de sus manos mientras movía la cabeza de lado a lado. Su respiración comenzó a tornarse errática.

—Yo era apenas un niño de dieciséis que empezaba a descubrir su sexualidad y Mihawk, mi entrenador, se aprovechó de eso. —Zoro apartó las manos de Usopp para que pudiera escucharlo mejor.

—Hablo en serio, no tienes que… —Usopp no pudo seguir hablando, la mirada fija de Zoro lo intimidaba y lo hacía sentir seguro a partes iguales.

—Pasábamos tardes enteras haciendo el amor en las duchas del gimnasio y yo me enamoré irremediablemente. Vivía por y para él. Él sabía que yo era capaz de hacer cualquier cosa por tener aunque sea un poco de su atención… —Suspiró profundamente. —. Empecé a escapar de casa, fui a fiestas y empecé a beber alcohol. Mi padre estaba desesperado, creo que incluso se arrepentía de haberme adoptado a mí, justo a mí. Al chico gay con problemas de alcohol.

—Zoro…

—Todo se fue a la mierda cuando lo descubrí en el sauna con otro muchacho casi de mi edad y cuando lo confronté, solo dijo que se aburrió de mí. Usopp, el mundo se me derrumbó. Quise morirme y me fui a beber como un idiota, después agarré el auto de mi padre y… No me preguntes cómo pasó, porque tampoco yo lo sé, pero de alguna manera mi padre y mi hermana terminaron en el auto conmigo. Chocamos gravemente y… Mi hermana casi muere… por mi culpa —La voz de Zoro empezó a quebrarse. —, mi padre también recibió mucho daño, y yo…

—No sigas, no tienes que seguir si no quieres… —Un par de lágrimas escaparon de los ojos desesperados de Usopp.

—Nunca pude perdonarme. Hasta hoy me pregunto, ¿por qué? Mi padre y mi hermana me perdonaron, me consolaron, me aceptaron por quien era —La carcasa siempre dura de Zoro se rompió.

—¿Por qué me cuentas esto?

—Porque quiero que sepas que siempre habrá personas que nos quieran, que nos acepten, que nos perdonen incluso cuando nosotros mismos no podamos hacerlo. En ese accidente una parte de mí murió, pero mi padre, mi hermana y Franky pudieron rescatar a este lío de persona que soy hoy —Tomó un poco de aire. —. Mis cicatrices son como un recordatorio de lo que no debo hacer, aunque no siempre funciona. —dijo para después sonreír con un poco de tristeza. Su vista se desvió momentáneamente al anillo de su mano derecha.

Usopp bajó la cabeza. En realidad no sabía qué decir. A pesar de que se daba cuenta de lo duro que debió ser para Zoro, aún no lograba procesar la información del todo.

—¿Vamos a desayunar? —Zoro tocó el hombro de su amigo y le brindó una gran sonrisa.

De la tormenta solamente quedaba el aroma a lluvia y tierra mojada. Las nubes grises se dispersaron por completo dejando al descubierto el bonito color azul del cielo y los girasoles alzándose a lo alto llenaban de color toda la pradera.

Los colores vibrantes llamaban la atención de un pequeño Usopp que corría alegremente por el campo, esquivando flores gigantescas y riendo a carcajadas. Una voz dulce y femenina gritaba tras él, ella también reía.

Un abrazo cálido rodeó su abdomen y el perfume suave y reconfortante de su madre inundó todos sus sentidos.

—¿Por qué te gustan los girasoles? —preguntó el pequeño.

—Debe ser porque son amarillos. —Una voz llena de cariño respondió.

—¿Te gusta mucho el amarillo?

—El día en que naciste te envolvieron en una mantita amarilla, entonces desde ese día se convirtió en el color de mi felicidad.

—¿Cuál es el color de la tristeza?

—Todos los colores son hermosos.

—¿En dónde están todos los colores?

—¿Estás bien? —Franky palmeó el hombro de Usopp.

—¿Qué? — Parecía como si hubiese despertado de un sueño profundo.

—No has tocado el encebollado*.

¿En qué momento habían llegado al restaurante?

—Lo siento… —Usopp se encontró con la mirada preocupada de Zoro y volvió a mirar al plato.

—¿No te gusta?

—No me gusta la cebolla. —Trató de desviar la atención de su amigo.

—Dame eso. — Zoro no esperó a que Usopp respondiera, simplemente tomó el plato de sopa y empezó a quitarle las cebollas.

Franky no pudo evitar alzar una ceja, sin embargo, no dijo nada. Después tendría la oportunidad de conversar con Zoro. ¿Qué había pasado entre ellos en la madrugada?

—No te preocupes, yo puedo hacerlo solo. —La pierna derecha del joven se movía frenéticamente.

—Voy a enseñarte a preparar un buen encebollado, si no te gusta, podemos cambiar de platos.

—¡No! Soy muy especial con la comida…

—Entonces voy a preparar el mío y si te gusta, te lo preparo igual.

—Está bien, pero suelta mi plato.

—Ya casi termino de quitarle las cebollas.

—Chicos, voy a pedir un par de cervezas, ya vuelvo. —Franky empezaba a sentir que estaba sobrando en el lugar, y lo comprobó cuando ni Zoro ni Usopp repararon en lo que había dicho.

—A mi me gusta ponerle mostaza, pimienta, un poco de sal, unas gotitas de aceite y mucho limón.

—No me gustan las cosas agrias.

—Le voy a poner una mitad para que lo pruebes, y luego ya pones el limón a tu gusto, ¿Te parece?

El moreno asintió y Zoro le extendió la cuchara.

—Sabe bastante bien. —admitió después del primer bocado.

—¿Verdad? no puedo creer que nunca hayas probado esto.

—Bueno, el nombre siempre me hacía retroceder, pensaba que era una sopa de cebollas y… ¡agh! —Hizo una mueca, Zoro solamente rió.

—Me alegra ver que estás mejor.

Usopp se quedó en silencio, pero ya no se sentía triste ni ansioso. Estar cerca de Zoro empezaba a causarle paz.

—¡Llegaron las cervezas! —Franky anunció su llegada con antelación, algo le decía que por el momento era mejor así.

—¿Quién puede seguir bebiendo al día siguiente de haber bebido?

—Es la manera más fácil de quitarse la resaca, un par de cervezas y un encebollado… Eso despierta al más muerto de los muertos. —Zoro rodeó a Usopp por los hombros.

—¡That's right! —Franky tomó el vaso de Usopp para servirle un poco de cerveza.

—Yo paso —dijo un poco alarmado. —, creo que prefiero una soda de limón.

—En serio, no tenías que molestarte en venir hasta aquí. Te aseguro que estoy mejor.

Zoro y Usopp caminaban por la calle que llevaba a la casa del moreno.

—No es una molestia, además, tengo que comprar algo por el camino.

Usopp sonrió. Sabía que era una mentira.

—Gracias. —Suspiró al ver el jardín de su casa y un dolor en el pecho lo azotó en cuanto notó la ausencia de flores y pasto…

—Bueno, me despido, como te dije, tengo que ir a comprar algo. ¿Vas a estar bien?

—¡No!

Zoro se sobresaltó.

—Es decir, si… Voy a estar bien, pero… ¿En verdad tienes prisa por comprar tus cosas?

—No tengo prisa.

—¿Quieres un café?

—Ahora que lo mencionas… El café de la otra vez estuvo delicioso.

Usopp dio un pequeño sorbo de café y movió la cabeza negativamente.

—Me falta un poquito de azúcar.

Zoro lo miraba de reojo mientras Usopp trataba de poner la cantidad exacta de endulzante al café. Recordó que la primera vez que tomaron café juntos había hecho lo mismo, solo que en ese entonces el acto había pasado totalmente desapercibido.

—¿Siempre eres así con el café?

—¿A qué te refieres?

—Olvídalo.

—¿Te molesta?

—Para nada… Solo me preocupa un poco.

—No debes hacerlo.

Zoro suspiró. No sabía cómo abordar el tema. Tenía miedo de empeorar las cosas y más cuando parecía que Usopp se había recuperado.

—¿Recuerdas lo que te dije en la mañana?

—¿Del encebollado? —Usopp sabía a lo que Zoro se refería, pero no estaba listo para confrontarlo.

—No… —Era hora de dejar de hacerse el tonto. —. Me refiero a que todos somos un desastre pero…

—Zoro… no quiero hablar de esto.

—Debe haber algún tipo de doctor que te ayude con lo que sientes…

—Se llaman psicólogos. — dijo un tanto molesto.

—¡Eso! Quizás uno te pueda ayudar con…

—Visito a mi psicóloga una vez al mes desde hace tres años… —Usopp tragó saliva y respiró profundo antes de seguir hablando. —. Antes de eso estuve internado en un centro psiquiátrico por un año y medio.

—No entiendo… — Definitivamente no estaba preparado para escuchar algo como eso.

—Te conté que mi madre enfermó y que yo pasé mucho tiempo en el hospital cuidando de ella.

—Si, me acuerdo de eso.

—Yo solo tenía quince años cuando ella enfermó… —Suspiró. —. Tres años aproximadamente fue lo que mi madre soportó y aunque ella se esforzaba en que yo tuviera una vida normal, simplemente no pude. Cuando ella murió fue un gran golpe para mí —Se cubrió los brazos. —. Creo que ya sabes lo que hice. Kaya me encontró en la bañera y llamó a emergencias.

—¿Después de eso te internaron?

—¡Ojalá! Tuve varios intentos y… Fue una época muy confusa en mi vida, no recuerdo muchas cosas, y lo poco que recuerdo no es nada agradable. — Extrañamente no le costó contarle esa parte de su vida, sentía que podía confiar en Zoro.

—No sé qué decirte.

—No digas nada… no tienes que decir nada. El primer año visitaba a mi psicóloga cada semana, pero con el pasar del tiempo… Supongo que he ido mejorando.

Usopp mezcló el café con lentitud mientras miraba el remolino que se creaba dentro de la taza durante algunos minutos.

—¿Puedo preguntar algo? — Zoro rompió el silencio.

—Claro. —Un dejo de voz abandonó sus gruesos labios.

—¿Qué te pasó anoche?

Usopp dejó de prestarle atención al café y miró a Zoro directo a los ojos.

—No recuerdo nada de lo que pasó, pero muy seguramente tuve un ataque de ansiedad.

Zoro se fue de la vivienda al atardecer y Usopp se quedó en el jardín hasta ya no ver la silueta de Zoro en el horizonte. En cuanto entró al hogar, un nuevo recuerdo lo asaltó:

—Los colores viven en el arcoíris y, después de la lluvia cuando hace sol, los colores bajan a visitarnos.

—Entonces voy a hacer que los colores siempre bajen para verte feliz.

—¿Y cómo vas a hacer eso? El arcoíris vive en el cielo.

—Entonces iré más arriba que el arcoíris.

—Te gusta pintar, ¿verdad mi amor?

—Me gusta muchísimo pintar. Quiero ser un pintor famoso y…

—¿Me pintas unos girasoles?

Continuará

Tengo muchos sentimientos entremezclados, así que vamos por partes.

En este capítulo, precisamente en la parte del encebollado, en verdad que no pude evitar poner una de mis experiencias personales. Admito, con mucha vergüenza, que nunca había comido un encebollado hasta los 19 o 20 años y eso que prácticamente es uno de los platillos insignia en mi país. La primera vez que comí esta sopa fue literal como vieron a Usopp. Estaba con resaca y Nazg (Mi actual esposo, en ese tiempo mi peor es nada) prácticamente me llevó a rastras a comer uno. Él, con su infinita paciencia, sacó las cebollas de mi plato y me dirigió en la preparación final de la sopa y pues… Me hice adicta. Han pasado más de 10 años de aquello y actualmente como un encebollado por semana y más aún cuando la noche anterior me pasé de copas (Se los recomiendo muchísimo, eso revive muertos)

Por otro lado, lo de Usopp nuevamente me hizo llorar. No pensaba poner el flashback de su madre, pero fue imposible. ¿Qué creen que va a pasar después de esto? Prácticamente Usopp se vio obligado a contarle a Zoro sus secretos, además descubrimos que tiene una persona en su pasado que lo abandonó por esta razón ¿Alguien tiene idea de quién podría ser?

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Nos leemos luego.


Glosario

Encebollado: Caldo de pescado que contiene albacora, yuca, tomate, cebolla morada y varias especias. Es originario de la costa Ecuatoriana y según sus habitantes, esta sopa es un remedio casero contra la resaca. (Y que funciona muy bien, por cierto)