-¿Estáis mal de la cabeza o es que finalmente los años os han alcanzado?, lo que estáis proponiendo es una locura - proclamó a voz en grito el maestro de espías.

-Creo que te estás confundiendo. Esto no es una propuesta. El consejo dictaminó que Naruto Uzumaki sería el godaime hokage - expresó Homura con autoridad, ganándose un gruñido del peliblanco.

-Es muy joven - protestó el sanin.

-Somos conscientes. Desgraciadamente, ninguno de los candidatos propuestos pareció convencer a todos. Naruto, aunque tampoco lo hizo, fue el que más se acercó - explicó Koharu.

El invocador de sapos volvió a gruñir. No quería que su ahijado se viera puesto en esa situación tan joven. Él sabía que algún día sería hokage, es más, animaba al chico en su meta, pero no estaba de acuerdo con que lo fuera con solo 13 años. Era demasiada responsabilidad.

-Tu aceptación o no es irrelevante. La única razón por la que te hemos avisado es porque se espera que tú le des la noticia y lo prepares lo más posible antes del anuncio - dijo Danzo.

-¿Cuándo? - preguntó el hombre derrotado.

-En una semana. Esperamos que le des el entrenamiento más completo posible, Jiraiya, no por nada eres uno de nuestros mejores shinobis - habló el halcón de guerra.

-Supongo que también tendré que instruirlo en política y esas cosas - expresó con un suspiro el peliblanco.

-No será necesario. De eso se encargará Hiashi. Solo avísale al chico que se espera que se presente en el complejo Hyuga mañana a primera hora. Durante esta semana se espera que Hiashi le enseñe etiqueta, política y todo lo que él crea conveniente para convertirlo en un hokage apto, mientras que tú le entrenarás por la tarde para que sea lo más fuerte posible.

Otro suspiro salió de la boca del sanin. Esto no le gustaba para nada, pero no es como que tuviera voz en el asunto. Resignado, salió de la sala para buscar a su discípulo, ni siquiera se molestó en despedirse de las viejas momias, como él los denominaba.

No tardó mucho en encontrarlo. El rubio estaba en el campo de entrenamiento de su equipo. Había creado un montón de clones y estaba enfrentándose a todos a un mismo tiempo. Desde lejos se podía ver las fallas en su taijutsu. Eso sería lo primero que arreglaría.

-Ey, gaki, ven aquí. Tengo que hablar contigo - llamó Jiraiya al chico.

-¿Qué pasa ero sennin? - le preguntó después de despedir a sus clones y acercarse.

-Tengo algo muy importante que hablar contigo, así que cállate y escucha - le ordenó y el ojiazul asintió - A partir de mañana, por la mañana irás al complejo Hyuga, donde Hiashi te educará en etiqueta, política y esas mierdas, y por la tarde entrenarás conmigo. No esperes que sea blando contigo.

-Eh, agradezco el entrenamiento, la verdad es que te iba a pedir ayuda para entrenar, pero no entiendo por qué tengo que aprender sobre esas cosas aburridas. Además, mi equipo volverá a estar completo en un par de días y tendré que volver con ellos - comentó el jinchuriki un poco confundido.

El peliblanco suspiró. Por un lado, estaba feliz de darle la noticia al chico de que había cumplido su sueño, pero por otro lado, estaba molesto con toda la situación, haciendo que no quisiera darle la noticia.

-Mira, Naruto, no te voy a mentir. El consejo ya ha decidido quién será el godaime hokage - le informó.

-Oh - fue todo lo que dijo.

No estaba feliz de que reemplazaran tan rápido a su figura de abuelo y, aunque el hombre era un pervertido, tenía sus ventajas decir que estaba siendo entrenado por el hokage.

-Felicidades. Estoy seguro de que jiji estaría feliz de que lo reemplaces.

El maestro de espías frunció el ceño. Él no quería ese puesto, pero lo hubiera preferido antes de que su ahijado tuviera que lidiar con él tan joven.

-Yo no soy el futuro hokage - refutó, ganándose un ceño fruncido del más joven.

-¿Entonces quién es? - preguntó confundido.

Esperaba que fuera una buena persona o, hokage o no, le gastaría bromas hasta que renunciara y pusieran a alguien adecuado.

-Tú - le respondió sin rodeos.

-Déjate de bromas, ero sennin, no es el momento - le regañó molesto.

-No estoy bromeando. El consejo te eligió a ti. De ahí que tengas que estudiar con Hiashi y entrenar conmigo. Tenemos una semana, así que ni se te ocurra perder el tiempo.

El cerebro del Uzumaki se apagó por un segundo. Ser hokage era su sueño y, aunque proclamaba siempre en voz alta que lo conseguiría, muchas veces se cuestionó si realmente lo lograría.

Diablos, él sabía que el teme tenía muchas más posibilidades de convertirse en hokage que él, e incluso si lo consiguiera, pasarían años antes de eso. Sencillamente no tenía sentido lo que le estaba diciendo y, sin embargo, lo emocionaba sin poder evitarlo.

Jiraiya observó con cierta fascinación los cambios en la expresión y comportamientos de su alumno. Primero estaba en shock total, con la boca y los ojos abiertos a más no poder. Luego, poco a poco, su boca se cerró y los ojos volvieron a la normalidad, pero su expresión era seria, incluso solemne. No fueron ni dos segundos después que una sonrisa empezó a formarse en sus labios hasta que cubrió toda su cara y empezó a saltar y gritar.

-Lo hice. Lo hice. Voy a ser hokage - proclamaba en voz alta.

Si no fuera porque el lugar estaba apartado del pueblo, estaba seguro que todo el mundo se habría enterado de su nombramiento antes de la ceremonia, y eso no era lo mejor.

Justo cuando iba a pararlo y avisarle de que no debía decírselo a nadie, se detuvo y miró en dirección al monumento hokage.

-Lo hice jiji, al final seré tu sucesor. Espero que puedas verme desde sea que estés. Te haré sentir orgulloso sin importar qué - dijo en un tono bajo.

Era muy consciente de que su forma de actuar no era la mejor, pero tampoco era del todo verdadera. Había llevado una máscara desde que era pequeño para evitar que la actitud de la gente lo dañara tanto. No estaba seguro si el viejo lo sabía o no, pero una cosa era segura, daría lo mejor de sí mismo para no deshonrar a los hokages anteriores.

Una suave sonrisa apareció en el rostro del peliblanco. Estaba muy orgulloso del chico. Sabía que sería un gran hokage.

-Bueno, no perdamos más tiempo. Aunque originalmente planeaba empezar tu entrenamiento mañana, creo que podemos usar las pocas horas de luz que le queda al día. ¿Qué dices? - le propuso con su típica sonrisa.

Él asintió de inmediato, su cara seria y determinada. No iba a fallar. El fracaso no era una opción. En el mismo momento en que miró la cabeza tallada de su figura de abuelo, le prometió ser el mejor hokage que jamás hubiera existido, tal como lo hacía cuando estaba vivo, y él nunca faltaba a su palabra.

Sabía que sería duro, no solo el entrenamiento, también las clases con el padre de Hinata. Nunca le gustó estudiar, pero si era necesario para ejercer su papel como líder de la aldea, estudiaría todo lo que hiciera falta.

-No te fallaré jiji - se dijo a sí mismo.

En otra parte de Konoha, un hombre se encontraba solo en su despacho, una foto en su mano. En ella el hombre se encontraba con su mujer y sus dos hijas. Esta foto en concreto se tomó poco después del nacimiento de su segunda hija.

-Hanako, te prometí que protegería a nuestras hijas. Puede que no haya sido el mejor padre, pero no fallaré en mi promesa - pronunció con solemnidad.

Besó suavemente la imagen de su difunta esposa, y volvió a guardar la foto en su escritorio.

Esa misma mañana había empezado sus planes, el día siguiente empezaría la fase dos, y si todo iba según lo había planeado, en poco más de una semana el consejo de ancianos votaría a favor de su idea y en unos meses su hija mayor estaría completamente a salvo.