-¿Esto es realmente necesario? - preguntó con su ceja izquierda temblando.

-Deja de quejarte, gaki, es el disfraz perfecto - le respondió con una sonrisa pervertida, lo cual hizo que la ceja izquierda de su acompañante temblara todavía más.

-No me engañas, ero sennin. Ninguna mujer que se aprecie iría contigo. Lo juro. Cuando volvamos a la aldea, me las vas a pagar.

El peliblanco se rió de forma pervertida sin sentirse amenazado en absoluto.

Naruto, el godaime Hokage, se había visto obligado a usar una variante de su jutsu sexi para pasar desapercibido en su misión real. En su mente, ya estaba buscando la forma de garantizar la seguridad de los baños termales de mujeres para que Jiraiya no pudiera espiarlas. Sí, ese sería un castigo más que adecuado por lo que el sapo pervertido le estaba obligando a hacer.

Lo único bueno de todo ese viaje era que el sannin le estaba enseñando el rasengan. Gracias a sus clones de sombra, confiaba en que antes de volver al pueblo ya hubiera logrado completar la técnica.

Tardaron una semana en lograr obtener la ubicación de Tsunade. Para entonces, el rubio ya había completado la segunda etapa y estaba con la tercera, la cual estaba siendo más difícil de lo que había pensado.

Ambos se separaron para abarcar más terreno en la búsqueda, aunque el ojiazul sospechaba que la auténtica razón de su padrino era pasar un buen rato con mujeres. Durante el viaje el jinchuriki usó su autoridad de hokage para cortar al peliblanco en sus travesuras, algo que no le hizo mucha gracia al hombre.

Conociendo un poco los hábitos de la mujer, decidió probar suerte en uno de los múltiples casinos de la ciudad. Debido a los detectores de chacra, los guardias del lugar le pidieron que deshiciera el henge.

No le hizo gracia pero lo hizo. Dió gracias a cualquier deidad que estaba en los cielos porque nadie lo reconoció y, dado que era un shinobi y por tanto adulto, le permitieron entrar siempre y cuando no usara ningún jutsu dentro del establecimiento.

Después de un rato de buscar en el lugar, el casino era bastante grande y había mucha gente, decidió tomarse un descanso y probar suerte. Había llevado algo de dinero consigo por si acaso, ya que el dinero de uso para la misión lo tenía Jiraiya. Si era sincero consigo mismo, no sabía si había sido una buena elección.

Lo primero que probó fueron las tragaperras, ya que lo consideraba el juego más fácil del lugar. La primera vez sacó algo de dinero, ya que consiguió un premio menor. La segunda vez no consiguió nada, al igual que que la tercera. En su cuarta tirada consiguió el premio gordo, para su sorpresa y los que estaban cerca de él. Gracias a eso se embolsó medio millón de ryos y el gerente le animó a jugar en otra cosa.

Encogiéndose de hombros, se acercó a una de las ruletas. Después de ver cómo funcionaba el juego, apostó al 3, 9 y 27. Para sorpresa de muchos, incluido él mismo, la bola cayó en el 27. Jugó otras tres veces más, acertando otras dos veces.

El gerente, viendo que ahí estaba teniendo más suerte que en las tragaperras, decidió guiarlo a la mesa de poker, allí el casino no perdería dinero si ganaba.

Al principio no participó. No sabía nada sobre el poker. Un rato más tarde, tenía una comprensión básica del juego y decidió involucrarse. No le importaba perder algo de dinero, entre las tragaperras y la ruleta, había ganado casi 8 millones de ryos.

Resultó que su suerte en el juego también se aplicaba a las cartas, por lo que venció a todos los que estaban en la mesa sin siquiera intentarlo. Viendo que no quedaba nadie, y que Tsunade no estaba allí, cogió su dinero y se fue al siguiente casino.

Ocurrió casi lo mismo en los tres centros que visitó después del primero, llegando a ganar más de 50 millones de ryos. Se preguntó ociosamente si su suerte en el juego era una compensación por su vida miserable. Se encogió de hombros, no iba a cuestionar su buena suerte, menos cuando estaba haciendo una fortuna en tan poco tiempo.

Sin saber dónde podría estar el peliblanco y con hambre, entró a un bar-restaurante a comer algo. Definitivamente era su día de suerte, ya que nada más entrar pudo ver a la persona que estaba buscando.

-Tsunade - la llamó.

La mujer rubia lo miró sin mucha importancia.

-¿Te conozco? - preguntó mientras seguía bebiendo su sake.

-No, pero tengo que hablar contigo - respondió sin preocuparse y mientras se sentaba enfrente de ella.

-¿Y qué quieres? - cuestionó, hastiada, no estaba de humor para lidiar con un mocoso.

-Se necesita de tus servicios en la aldea. Recientemente tu ex compañero de equipo, Orochimaru, atacó la aldea, dejando a muchos heridos. Necesitamos que vueltas y los cures - la ojimiel iba a protestar, pero el chico no había terminado de hablar - También me gustaría que implantes tu idea de un médico por equipo. Creo que sería muy útil, especialmente para los equipos genins.

-Mira chico. No pienso volver al pueblo, así que has venido en vano, y mi idea fue descartada por sensei. Dudo mucho que el nuevo hokage siquiera piensa en implantarla tampoco - resopló en la última parte.

-Oh, cierto, mi error. No te he dicho quién soy - murmuró para sí mismo, aunque obviamente ambas mujeres lo escucharon - Disculpe mis modales. Soy Naruto Uzumaki, godaime hokage, y sí quiero que implantes tu idea. Además, no puedes negarte a volver. Oficialmente eres una kunoichi de Konoha, por lo que no puedes negarte a una orden mía, por no hablar de tu juramento hipocrático.

La Senju se tensó mientras que su acompañante estaba perpleja. No le echaba al rubio más de 13 años. Era imposible que fuera el hokage.

-Chico, no me mientas. Eres demasiado joven para ser hokage - refutó la sannin.

-No miento. Te diría que le preguntes a Jiraiya sensei, pero no sé dónde está ese viejo pervertido ahora - murmuró entre dientes lo último.

Como si alguien lo hubiera llamado, dicho hombre entró en el local.

-Tsunade, ¡cuánto tiempo sin vernos!, ¿qué tal has estado?

-Hablando del pervertido - murmuró el ojiazul en voz baja, pero sus acompañantes femeninas lo escucharon.

-Jiraiya, este mocoso dice que es el nuevo hokage. ¿A que eso es mentira? - expuso la mujer de coletas.

-Lamento decir que no. El gaki fue nombrado godaime hace poco más de una semana - respondió el sabio sapo, dejando impactadas a las dos mujeres.

-Sé que has sufrido mucho, Tsunade, pero ten en cuenta que muchos shinobis han pasado por cosas igual o peor que tú y han seguido adelante. Puede que Konoha te traiga muchos recuerdos trágicos, pero es tu hogar y su gente necesita tu ayuda. Sin ti, tal vez alguien tenga que pasar por lo mismo que tú, perder un hermano, una pareja o ambos. Si después de curar a los heridos sientes que no puedes quedarte, eres libre de irte, pero al menos ayuda a que otros no tengan que pasar por lo mismo que tú. Tienes tres días para arreglar todo lo que tengas que hacer. Si al final no vienes con nosotros, te marcaré como una ninja desaparecida en cuanto vuelva a estar en la aldea - con esas palabras dichas, el jinchuriki salió del local, había perdido el apetito.

El pervertido estaba triste por su compañera de equipo, pero su ahijado tenía un punto. Con una mirada triste y esperando que tomara la decisión correcta, abandonó el lugar y siguió al hijo de su estudiante.

-¿Qué vamos a hacer Lady Tsunade? - preguntó la pelinegra.

-No lo sé Shizune. No lo sé - respondió aturdida.

Tonton miraba triste a su dueña e intentaba darle sonidos de aliento, aunque no parecía funcionar. La mente de la rubia estaba en crisis. Por un lado su deseo de no volver a ese pueblo, y por el otro la idea de que alguien más tuviera que sufrir lo mismo que ella solo porque decidió que sus problemas eran más importantes que los del resto.

En otro lugar, más concretamente en la sala del consejo de Suna, los miembros del consejo habían pedido la presencia de los hermanos Sabaku para hablar con ellos de la situación con respecto al nuevo tratado con Konoha.

-Os preguntaréis por qué estáis aquí - empezó el portavoz del grupo, a lo cual los tres asintieron en silencio - Debido al ataque fallido a Konoha, hemos quedado bastante debilitados, por lo que es imperativo que restauremos nuestra alianza con ellos. Como podéis imaginar, esto no será nada fácil debido a que fuimos nosotros quiénes la rompimos, por lo que hemos llegado a un acuerdo de lo que podemos ofrecer para asegurar nuestra buena voluntad.

Hizo una pausa, dejando que los hermanos lo asimilaran. Temari y Kankuro ya estaban imaginando por dónde iban las cosas. Gaara era el único que no sabía. Solo recientemente había cambiado y no entendía de esas cosas.

-Creemos que un matrimonio político sería lo mejor para garantizar que hacemos esto de buena fe. Así que te hemos seleccionado a ti, Temari, para que seas la novia, ya que tu linaje asegura nuestra buena voluntad a la causa - terminó y todos esperaron sus reacciones.

La rubia estaba furiosa. Sabía desde que era pequeña que era una posibilidad que la usaran para un matrimonio político, pero esperaba casarse con alguien de su aldea, no de una que recién habían traicionado. Temía que su futuro esposo la tratara como una esclava y ella no pudiera hacer nada debido a que se rompería el tratado.

El usuario de títeres estaba entre molesto con esos hombres y preocupado por su hermana, ya que tenía los mismos pensamientos que ella. Nadie podía saber lo que pensaba o sentía el pelirrojo. Era como un lienzo en blanco.

-¿Quién será el novio? - sorprendentemente la pregunta vino del jinchuriki.

-No lo sabemos. Konoha será quien lo designe - respondió el portavoz.

-Eso no me sirve. No aceptaré que cualquiera se case con mi hermana.

Toda la sala estaba sorprendida porque el ojiturquesa protegiera a su hermana, incluidos sus hermanos.

-¿A quién sugieres? - preguntó uno vacilante.

-A aquel que me derrotó, Naruto Uzumaki.