02
—¡Milk! ¡Ya volvimos! —escuchó que pronunciaba en alto la voz de Goku desde el recibidor, sobresaltándola un poco.
—¡Ya voy! —le respondió Milk desde la habitación, en donde estaba terminando de vendar su mano herida. Le había colocado además una pasta hecha con hierbas medicinales que servía al mismo tiempo de antiséptico y analgésico para el dolor, que Goku solía usar cuando se lastimaba entrenando. Olía muy fuerte, pero la venda ocultaba bien el olor.
Por mero reflejo intentó ocultar su mano tras la larga manga de su camisa cuando salió del cuarto y se dirigió al comedor. No quería que Goku notara el vendaje y tener que explicarle lo que había intentado hacer; resultaba muy embarazoso el tan sólo pensarlo.
Cuando ingresó al comedor, Goku y Gohan se encontraban ya sentados en la mesa. No le sorprendió ver a su esposo engullendo felizmente de cada plato, pero si a su pequeño sentado en su respectiva silla, pero con la cabeza agachada apenas tomando pequeños bocados.
—¿Gohan? —pronunció Milk con ferviente preocupación, y se aproximó rápidamente hacia el pequeño, poniéndose de rodillas a su lado. Notó de inmediato que sus ropas se encontraban húmedas y un poco sucias. Tomó entonces con delicadeza el rostro del niño y lo giró hacia ella. Sus ojos estaban enrojecidos; era claro que había estado llorando—. ¿Qué te pasó, mi pequeño? —pronunció ansiosa, rodeando al chiquillo con sus brazos.
—Parece que estuvo jugando con algunos animales del bosque —indicó Goku aún con medio bocado sin tragar—, y casi cayó por una cascada.
—¿Por una cascada? —exclamó Milk con alarma—. Gohan, ¿cuántas veces te he dicho que no te alejes tanto de la casa? —añadió justo después con ese tono firme y duro que tanto hacía que tanto padre como hijo se estremecieran de miedo.
—Lo siento, mami… —pronunció el niño de cuatro años con un hilito de voz, agachando su mirada apenado—. Perdóname…
Milk soltó un suspiro, dejando escapar gran parte de su enojo en él. Le era un poco difícil mantenerse enojada con Gohan en cuanto ponía esa carita de cachorrito arrepentido. Además de que Milk sabía que no lo hacía con mala intención ni con el deseo de desobedecer. Sólo quería acompañar a su papá en su entrenamiento.
—Bueno, lo importante es que estás bien —pronunció despacio, tomando al pequeño en sus brazos para sentarse ella en la silla y colocar al niño en su regazo. Éste pegó su rostro contra su pecho, como si quisiera esconderlo—. Pero estás muy alterado —señaló Milk, recorriendo sus dedos con dulzura por sus cabellos oscuros—. Quizás sea mejor que te quedes aquí hoy conmigo.
Al pronunciar aquella sugerencia, miró hacia Goku, esperando escuchar su opinión. Éste tardó un poco en notar que lo miraba, y al hacerlo se apresuró un poco a terminar de tragar antes de hablar.
—Está bien, si crees que es lo mejor —respondió al tiempo que se aproximaba otro tazón de arroz—. Aunque es una lástima, esperaba poder presentárselo al maestro Roshi y a los otros.
Milk eso lo entendía. Era casi absurdo que Gohan tuviera ya cuatro años y sus amigos aún no lo conocieran. ¿Habría sido en parte culpa de ella? ¿Había sido demasiado sobreprotectora con él durante sus primeros años, no dejando que se separa de su lado ni un momento, temerosa de que cualquier cosa le pasara? Bueno, si consideraba que ese día le había dado la espalda por un momento y se había ido al bosque y casi cayó por una cascada… quizás ser un poco sobreprotectora no estaba de más.
—Yo… estoy bien, mamá —pronunció Gohan entre pequeños sollozos, separando su rostro de ella para poder mirarla—. En serio. Yo quiero ir… —añadió justo después, pasando sus manitas por sus ojos para tallar cualquier rastro de lágrimas.
—Ay, mi pequeño Gohan —pronunció Milk despacio con una pequeña sonrisa, volviendo a recorrer su mano por sus cabellos.
—¿Qué te pasó? —escuchó que Goku pronunciaba de pronto—. ¿Te cortaste cocinando?
Milk se giró hacia él, y notó que miraba justo a la mano que había colocado sobre la cabeza de Gohan; su mano vendada.
Por mero reflejo la apartó, ocultándola detrás de su espalda.
—Ah, sí —mintió esbozando una sonrisa nerviosa, y se apresuró al instante a cambiar de tema—. ¿Qué les parece si mejor voy con ustedes?
En cuanto Gohan escuchó aquello, sus ojos parecieron brillar de alegría. Milk se preguntó si era porque le alegraba que fuera con ellos, o por el mero hecho de que eso significa que sí podría ir al viaje que le habían prometido.
—Por mí está bien —contestó Goku entre bocados—. Pero, ¿no habías dicho que tenías muchas cosas que hacer hoy?
—Bueno, supongo que podría hacerlas cuando volvamos —respondió Milk con tranquilidad, encogiéndose de hombros—. Si ambos me ayudan un poco, claro…
—Sí, cómo tú digas —asintió Goku, y un segundo después dejó sobre la mesa el último de los platos y se puso rápidamente de pie—. Entonces, ¿nos vamos de una vez?
—¡Sí! —pronunciaron Milk y Gohan al unísono, alzando un puño al aire con ánimos.
Y unos minutos después, la familia completa se encontraba ya montada en la nube voladora, Goku sentado al frente y Milk detrás de él con Gohan en su regazo, emprendiendo el viaje a toda velocidad hacia la Kame House. El sol brillaba con fuerza, pero el clima era de hecho bastante agradable.
Luego de estar tanto tiempo en las montañas, ver nuevos parajes era para Gohan algo inhóspito, y miraba a todos lados con su carita llena de curiosidad, mientras su madre lo sujetaba firmemente para que no se le ocurriera acercarse demasiado de la orilla de la nube. Milk se tomaba el tiempo para explicarle y señalarle todo lo que veían, en especial cuando dejaron atrás la tierra firme y debajo de ellos sólo se vio el azul del mar. Tuvieron la buena fortuna de incluso pasar cerca de una manada de ballenas que asomaron parte de sus cuerpos a la superficie, soltando chorros de agua al aire. Algunas de esas gotas llegaron a tocarles el rostro a Milk y Gohan, y ambos rieron con alegría.
—Hacía tiempo que no paseábamos los tres juntos en la Nube Voladora —mencionó Milk entre risas, inclinando un poco el cuerpo hacia adelante para apoyar su frente contra la espalda de su esposo—. Pero quizás debamos pensar pronto en adquirir otro medio de transporte, ¿no te parece, Goku?
—¿Otro transporte? —preguntó Goku confundido, volteándola a ver sobre su hombro—. ¿No te gusta la Nube Voladora?
—La Nube Voladora está bien. Pero debemos de pensar a futuro, cuando la familia sea más grande —mencionó Milk, esbozando una pequeña risa nerviosa. Sus mejillas además tomaron un notorio color sonrosado.
Goku no pareció entender del todo su comentario.
—¿Te refieres a cuándo Gohan crezca? —señaló, mirando distraído hacia el cielo.
—No… o bueno, sí. Pero hablo más de cuando tengamos más miembros. Tú me entiendes, ¿verdad?
—No estoy seguro —rio Goku, al parecer algo divertido—. Pero si es lo que quieres, podemos buscar algo. Quizás el Maestro Karin nos pueda dar una nube más grande.
—Ay, Goku. Eres tan ocurrente —pronunció Milk entre risas, dándole un par de palmadas en la espalda. El guerrero, sin embargo, evidentemente siguió sin entender.
