09
—¿Más poderosos? —susurró Krilin con incredulidad—. Eso no puede ser cierto, ¡no pueden existir seres así! ¡De seguro estaba mintiendo!
—Aunque fuera mentira, debemos suponer que esos dos serían al menos tan poderosos como él —indicó Piccolo con seriedad, observando en dirección al cadáver de Raditz—. Y apenas nos fue posible acabar con éste, y a un gran costo. Así que no podemos correr ningún riesgo.
Aquellas palabras carecían de significado para Milk, casi como si hubieran sido pronunciadas en otro idioma. La sola idea de que podría haber individuos mucho más fuertes que Goku, le resultaba casi imposible de digerir.
«Pero no hay por qué tener miedo» pensó intentando mantener la serenidad, al menos en su cabeza. «Goku revivirá, y él los derrotará; yo sé que sí»
Intentaba convencerse a sí misma de ello, casi con desesperación. Sin embargo, aunque se resistiera a aceptarlo, la verdad era que ya no se encontraba tan segura de aquella afirmación como lo podría haber estado esa misma mañana.
—Ustedes encárguense de revivir a Goku —repitió Piccolo con firmeza, sonando claramente como una orden—. Mientras tanto, yo me quedaré con su hijo.
—¡¿Qué cosa?! —exclamaron todos atónitos, en especial la propia Milk que tuvo que forzarse a salir de golpe de su ensimismamiento.
—¡¿Qué has dicho?! —espetó Milk, poniéndose rápidamente de pie. Miró directamente a Piccolo, aunque al instante también observó sobre su hombro hacia atrás, en donde Bulma seguía cargando a Gohan, inconsciente.
Piccolo se mantuvo inmutable ante sus cuestionamientos.
—Ese niño tiene un poder escondido fuera de lo común —señaló con voz calmada—. Durante la pelea con el Sayajin lo pude comprobar. Fue de hecho gracias a que pudo lastimarlo que logramos acabar él.
—¡¿Pero qué tonterías estás diciendo?! —exclamó Milk con furia, y por mero instinto avanzó hacia el frente, abriéndose camino entre el maestro Roshi y Krilin—. ¡¿Cuál poder escondido?! ¡Él es sólo un niño pequeño!
—Y aun así tiene un poder que de seguro supera por mucho al que su padre tenía a su edad —indicó Piccolo—. Los enemigos que llegarán en un año serán los más temibles que este mundo haya conocido. Necesitaremos de todos los recursos que puedan darnos la ventaja, y ese niño pude ser la clave, si aprende cómo utilizar sus poderes. Y el más indicado para enseñarle obviamente soy yo.
—¿Qué?, ¿lo quieres… entrenar? —cuestionó Krilin, bastante sorprendido por tan repentina afirmación—. ¿Hablas en serio?
—Si lo que dices es cierto, entonces yo me encargaré de entrenarlo —señaló el maestro Roshi con voz firme—. Es lo que Goku habría preferido.
—No hay tiempo para perderlo en sus absurdos entrenamientos de críos —murmuró Piccolo con voz amarga—. Necesitamos que ese niño saque todo su potencial en menos de un año, y sólo lo logrará con dureza y mano firme. Además de que ninguno de ustedes tiene el nivel suficiente para lidiar con lo que estamos hablando.
—¡De ninguna manera! —soltó Milk con fuerza, extendiendo sus brazos hacia los lados de forma protectora—. ¡Yo no permitiré que te acerques ni un centímetro a mi hijo!
—No te estoy pidiendo permiso, esposa de Goku —carraspeó Piccolo con irritación—. Me lo llevaré conmigo por las buenas o por las malas, así que háganse a un lado.
Sin más, comenzó a avanzar lentamente hacia ellos, y cada paso que daba provocaba un espasmo de miedo en todos, en especial en Bulma que tenía al niño en brazos, y en quien aquel demonio tenía puesta su atención.
Pero la única que no vacilaba ni se movía un milímetro de su posición, era Milk. La madre de Gohan se mantuvo firme en su sitio, con su expresión severa en Piccolo. Había visto con impotencia como ese Saiyajin se llevaba a su hijo sin poder hacer nada; no permitiría que pasara de nuevo.
—¡Dije que no! —exclamó Milk con aún más fuerza y convicción que antes—. ¡Yo soy su madre y no permitiré que le pongas un dedo encima! ¡Tendrás que matarme primero!
—¡Milk!, ¡no digas eso…! —murmuró Bulma con voz temblorosa, sabiendo muy que aquel individuo era más que capaz de hacer justo lo que le pedía.
—No me hagas perder el tiempo —exclamó Piccolo con dureza.
De pronto, de un parpadeo a otro, Piccolo pasó de estar de su posición original a unos metros delante, a prácticamente materializarse justo delante de Milk, tan cerca que el rostro de ella casi quedó pegado contra sus ropas. Milk se sobresaltó sorprendida, pero antes de que pudiera reaccionar de alguna forma, sintió como la enorme y fuerte mano de Piccolo se posaba a un costado de su cabeza, y la empujaba con fuerza hacia un lado. El cuerpo de la mujer salió despedido en dicha dirección varios metros, cayendo de costado al suelo, y luego incluso rodando por éste por el mismo impulso.
Aquello no había significado nada para él; lo había hecho tan fácil como lanzar una roca que le estorbaba hacia un lado.
Milk se sobrepuso lo más rápido que pudo, y se giró de inmediato en la dirección en la que había estado. Vio como Krilin y el maestro Roshi se interponían entre Piccolo y Bulma con la mayor firmeza que les era posible, que en realidad no era mucha. Sin embargo, Piccolo no necesitó pasar a través de ellos, pues de pronto con tan sólo alzar una mano, el cuerpo de Gohan se separó de los brazos de Bulma, elevándose en alto sobre su cabeza. La mujer de cabellos azules por mero reflejo saltó intentando agarrarlo en el aire, pero el cuerpo del niño estaba muy alto. Pasó luego por encima de los otros, hasta descender hacia los brazos de Piccolo, que lo sostuvo sin más.
Aquella horripilante imagen de su pequeño en los brazos de aquel demonio despertó de nuevo en el interior de Milk un fuego interno que apartó de su mente cualquier dolor, debilidad o vacilación. Y sin esperar ni un instante más, se lanzó de golpe a toda velocidad en contra de Piccolo.
—¡Deja a mi hijo!, ¡devuélvemelo! —le gritó con toda la fuerza de sus pulmones, mientras se le aproximaba.
Estando lo suficientemente cerca, se elevó y giró su cuerpo completo, lanzando una rápida patada en el aire en dirección a la espalda de Piccolo. Sin embargo, la figura de aquel hombre desapareció de un momento a otro, provocando que su pie golpeara sólo la nada. Y al instante siguiente, antes de que incluso los pies de Milk tocaron el suelo, Piccolo volvió a materializarse, pero ahora justo detrás de ella, siendo apreciable apenas en la orilla de su rango de visión.
Mientras cargaba a Gohan bajo un brazo, Piccolo dirigió su mano libre directo a la nuca de Milk, dándole un golpe fuerte y preciso en ese punto con el costado. La mujer soltó un chillido ahogado al aire, y luego se desplomó lentamente hacia el frente.
—¡Milk! —gritaron llenos de consternación Bulma y los otros, y ella fue apenas capaz de oírlos, antes de que todo se volviera negro, y su cuerpo cayera de bruces a tierra totalmente inconsciente…
Cuando Milk volvió a abrir sus ojos, lo primero que sus sentidos percibieron fue un intenso dolor de cabeza que la imposibilitó por unos segundos. Se obligó a volver a cerrar los ojos, y respiró lentamente intentando calmarse. Cuando se sintió lista, volvió a fijar su mirada, notando ahora el techo que se encontraba justo sobre ella, así como la cama en la que se encontraba. Miró con cuidado a su alrededor, tardando unos momentos en reconocer aquel espacio. Era el cuarto en la plata alta de Kame House, el mismo en donde Bulma la había estado curando más temprano.
Giró su mirada hacia la ventana abierta, por la cual la brisa del mar se filtraba. El cielo se estaba oscureciendo, y parecía que en cualquier momento el ocaso fuera a comenzar.
Eso la hizo reaccionar lo suficiente para sentarse rápidamente en la cama.
«¡Gohan! ¡¿Cuánto tiempo estuve desmayada?! No, no, ¡mi Gohan!»
Se paró con apuro de la cama, sintiendo un fuerte mareo en cuánto lo intentó, y teniendo que sentarse de nuevo unos momentos. Al dolor de su costado y el de su cabeza, se sumó además un ardor en la nunca. Las imágenes borrosas de lo que había pasado fueron poblándole su mente poco a poco con más claridad. Piccolo tenía a su hijo, ella había intentado detenerlo… y él la había atacado por la espalda.
«Ese… canalla… Kamisama, por favor, que mi hijo esté bien, ¡qué ese demonio no le haya hecho nada por favor!»
Teniendo un poco más de cuidado al momento de levantarse y al caminar, salió de la habitación, prácticamente sujetándose de las paredes para no volver a caer. Un aroma a alimentos recién preparados le llegó a su nariz; venía de la planta baja. Se dirigió entonces a las escaleras, bajándolas lentamente. Voces de los demás habitantes de la casa no tardaron en hacerse notar.
—¿Estás segura que podrás reparar esa cosa, Bulma? —escuchó pronunciar a Krilin.
—Si dejan de interrumpirme lo haré —respondió ahora la voz de Bulma con severidad—. Esto debe funcionar así… o quizás así… Qué mecanismo tan complejo…
—Yo digo que mejor dejes eso un momento para que podamos comer algo —propuso a continuación el maestro Roshi—. Anda, linda, que la comida ya está lista.
Milk bajó el último escalón, y su presencia se hizo notar de inmediato en la sala. Bulma se encontraba sentada en la mesa del centro, con un destornillador en su mano, y sobre la mesa tenía regadas varias partes de un aparato, el cual parecer era el que el supuesto hermano de Goku usaba, si no se equivocaba. El maestro se encontraba sentado cerca de ella, aunque su atención estaba más puesta en el televisor encendido, mientras que Krilin, con un delantal rosado y con flores, al parecer servía los platillos de comida en la mesa el comedor.
Los tres dejaron lo que hacían y desviaron su atención directo hacia ella.
—Milk, ya despertaste —señaló Bulma, parándose rápidamente—. ¿Estás bien? No debes forzarte.
—¿Cuánto tiempo estuve inconsciente? —exigió Milk de golpe, ignorando sus comentarios.
—¿Cuánto tiempo? Pues algunas horas, me parece —le respondió el maestro Roshi—. Ya casi anochece. Será mejor que te…
—¿Y Gohan? —cuestionó Milk desesperada, sin importarle ninguna otra cosa que pensaran decirle—. ¿Dónde está Gohan? ¿En dónde…?
Milk miró a su alrededor, aún aferrada a la esperanza de que su pequeño estuviera por ahí en algún rincón, o incluso afuera jugando en el agua o la arena, o durmiendo en alguna de las otras habitaciones. Lo que fuera que le indicara que no había ocurrido lo que ella tanto temía.
—Lo siento, Milk —murmuró Krilin apenado, avanzando unos pasos hacia ella—. Piccolo se lo llevó con él. No pudimos hacer nada para detenerlo.
—No… no… mi Gohan… —sollozó Milk con voz quebrada. Sus piernas le fallaron en ese momento y cayó sin más de rodillas al suelo. Llevó de inmediato las manos a su rostro, comenzando claramente a llorar; de tristeza, pero también de rabia, de frustración.
—Milk, no… no te pongas así —pronunció Bulma con preocupación, aproximándosele. En un momento los tres se pararon a su al rededor—. Sé que es difícil por todo lo que has tenido que pasar en sólo un día, pero es importante que te mantengas fuerte. Si no lo haces, te enfermaras, y es lo que menos quieres en estos momentos.
Los llantos de Milk se fueron calmando, aunque no por completo. Retiró tras unos momentos sus manos de su rostro, y comenzó a tallárselo con algo de desesperación para limpiarse las lágrimas lo mejor posible.
—Es verdad —masculló despacio—. No puedo dejarme decaer ahora. No cuando mi hijo me necesita.
—¿Qué dices? —preguntó Krilin, un poco confundido por ese comentario.
Milk, estando aún de rodillas en el suelo, alzó su mirada suplicante hacia ellos. Sus ojos seguían brillosos por el llanto, pero en ellos se percibía una intensa decisión.
—Por favor, se los suplico… ¡ayúdenme a rescatar a Gohan de las garras de ese monstruo! ¡Ayúdenme a salvar a mi hijo, se los ruego!
