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A pesar de su marcada decisión, lo cierto era que Milk no estaba segura de cómo exactamente encontraría a Piccolo y Gohan, así que su primer instinto fue volver al campo de batalla donde los había visto por última vez. Cuando llegó a aquel sitio ya era de noche, y sólo la luz de la luna y las estrellas alumbraban aquel campo.

Sobrevoló los alrededores a bordo de la Nube Voladora, esperando divisar entre las sombras algo que le diera algún tipo de pista, aunque ella sabía que aquello era bastante improbable. El cuerpo de Raditz seguía ahí en el suelo, justo donde lo habían dejado más temprano; con todo y ese gran agujero atravesándole el torso, causado por la misma técnica que había acabado con la vida de Goku.

Milk se preguntó qué sería de él. ¿Acaso serviría de alimento para las bestias del campo? Le parecía un final apropiado para alguien que en tan sólo unos minutos de conocerlo le había causado tanto dolor. Pero, por otro lado, era el hermano de Goku, o eso había afirmado. ¿Qué habría hecho él si estuviera ahí?

«Probablemente, a pesar de todo, habría querido enterrarlo o cremarlo» concluyó con bastante seguridad. Ese era el tipo de persona que Goku era.

No podía hacer mucho para hacer lo segundo, pero quizás podría hacer algo con lo primero, considerando que ya había un gran agujero en el suelo a sólo un par de metros de ellos. Así que, aunque algo reticente, se tomó el tiempo para cargar aquel pesado cuerpo en su espalda y dirigirlo hacia el cráter.

«Hago esto por Goku, no por ti» pronunció en su mente, aunque las palabras iban dirigidas al hombre muerto en su espalda.

Cargarlo no resultó una tarea sencilla, pero al final pudo llegar hasta la orilla del cráter y arrojar el cuerpo hacia el interior. Éste rodó por la lateral hasta llegar al fondo. Milk descendió también, dispuesta a ponerle un poco de tierra encima, pero nada más. Notó al estar abajo los restos de metal y circuitos regados por todo el fondo, y lo que parecía ser una parte más grande de una estructura redonda.

«¿Su nave?» se preguntó Milk con curiosidad. ¿Había sido destruida durante el entrenamiento? Era probable.

No le dio mayor importancia a ello, y se concentró de nuevo en cubrir el cuerpo con tierra para dejarlo totalmente sepultado. Fue una tarea cansada, en especial considerando que no estaba en su mejor momento tras todo lo sucedido ese día, pero logró completarla.

Una vez que terminó, se quedó de pie sucia, sudada y cansada a lado del bulto en el suelo, y se tomó incluso un minuto para decir unas palabras.

—Desearía que hubieras sido un hombre de bien como lo era tu hermano. Así, de habernos conocido en otras circunstancias, podríamos haber sido hermano y hermana, o incluso amigos. Pero supongo que el cómo fuiste no es del todo tu culpa, sino resultado de cómo te criaron y enseñaron. Quizás te hizo falta en tu vida el amor de una verdadera madre, o la guía de un padre, o alguien que te enseñara las cosas que en verdad son importantes. En ese sentido, lo siento mucho por ti. Pero con más razón, prometo con todas mis fuerzas que no permitiré que Gohan se convierta en alguien ni remotamente parecido a ti. Tenga o no sangre Saiyajin, él es mi hijo…

Concluido con su funeral improvisado, salió del agujero y se montó de nuevo en la Nube Voladora. Observó a su alrededor, sólo contemplando la noche y las estrellas. No sabía hacia dónde ir ahora; ni siquiera conocía en qué dirección se había ido Piccolo con su hijo. ¿Cómo lo encontraría?

«Si pudiera sentir su ki como Goku lo hacía» pensó con frustración. Aunque, haciendo memoria, sí que podría intentarlo.

Goku en una ocasión intentó enseñarle a hacer justamente eso, unos años atrás antes de que Gohan naciera. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que pensó en aquello, pero se esforzó en hacer memoria. Se sentó en la Nube Voladora con sus piernas cruzadas, sus ojos cerrados, y comenzó a respirar lentamente, intentando calmar su espíritu.

Aquel día de hace años, ambos se encontraban en la Montaña Paoz, el sitio que no hace mucho habían convertido en su hogar. Ambos se pararon en un claro del bosque, y Goku le había indicado que igualmente cerrara los ojos, y despejara su mente. Que se enfocara únicamente en "sentir" lo que le rodeaba. Milk hizo justo lo que le dijo, pero en el fondo aquello le resultaba un poco absurdo, y lo único que lograba sentir era un poco de frío.

—Ya hemos intentado esto varias veces, y sigo sin sentir nada fuera de lo normal, Goku —le comentó con algo de frustración, abriendo ligeramente uno de sus ojos—. ¿Por qué es importante que yo haga esto?

—Por seguridad, supongo —comentó su esposo—. Así si un enemigo se aproxima, podrás sentir su presencia a tiempo y no te tomará por sorpresa. Además que un mejor control y conocimiento del ki te ayudará a aprender nuevas técnicas, como volar.

—Volar suena bien, pero no sé si yo pueda hacer todas esas cosas que tú haces.

—Yo estoy seguro que sí —respondió Goku con optimismo—. Tienes buenas habilidades, sólo necesitan pulirse.

—Hablas como todo un maestro.

—¿Tú crees? —rio Goku, al parecer divertido por el comentario.

Milk volvió a cerrar los ojos y respiró con profundidad. En verdad no creía poder ser capaz de hacer lo que le decía, o incluso no estaba siquiera segura de estar interesada en verdad. Ahora que estaba casada, y sabía que tendría un bebé, su interés por las artes marciales había disminuido. Ahora le preocupaban cosas como aprender a cocinar mejor, tener la casa ordenada y acondicionada para la llegada de su bebé, y todo lo que esto conllevaba.

Sin embargo, aquello parecía ser algo importante para Goku (o algo así), así que no le hacía daño intentar complacerlo un poco.

Intentó despejar su mente, y concentrarse en sus alrededor. En la sensación del viento contra su piel, los sonidos de los animales o las hojas meciéndose, el olor del río que corría no muy lejos de su posición. Sentía todo eso con claridad, pero nada parecido a cómo Goku le describía que debía sentirse la presencia de alguien… hasta que de pronto surgió algo.

Fue como un pequeño cosquilleo en la parte trasera de su nuca, pero esa no era del todo la palabra adecuada para describirlo. Al sentir eso, no pudo evitar abrir sus ojos y girarse rápidamente.

—¿Sentiste algo? —le preguntó Goku con curiosidad.

—No estoy segura —susurró Milk, un poco desconcertada.

Intentó enfocar sus sentidos en la dirección justa en la que pensaba haber percibido aquello, aislando cualquier otro estimulo. La sensación volvió, con más claridad, acompañada además del sonido lejano de pisadas.

—Es un dinosaurio —le informó Goku a sus espaldas.

—¿De verdad? —preguntó Milk, sorprendida. Goku asintió.

—Muy bien, te percataste de su presencia antes de que sus pisadas se hicieran notorias.

—¿Estás seguro que no fue sólo coincidencia?

—Podemos intentar otra cosa para verificarlo. Quédate aquí, cuenta hasta diez, y yo me esconderé por los árboles. Tú intentarás entonces encontrarme sintiendo sólo mi ki, ¿qué te parece?

Milk rio divertida por la repentina sugerencia.

—¿Me estás pidiendo que juguemos a las escondida?

—¿Qué son las escondidas? —preguntó Goku, parpadeando confundido.

—Nada, olvídalo. Hagamos eso entonces, pero no me lo pongas fácil.

Milk se cubrió los ojos con sus manos, y comenzó a contar lentamente hasta diez. Llegó a escuchar escasamente a Goku moviéndose, el sonido de ramas agitándose, y luego nada. Para cuando llegó a diez, en efecto no había rastro alguno de su esposo en ningún lado, como si en verdad nunca hubiera estado ahí en primer lugar.

«Muy bien, ahí vamos»

Comenzó a caminar con paso cauteloso, internándose entre los árboles. Recorría su mirada en todo su alrededor, esperando distinguir en alguna dirección el llamativo traje anaranjado de Goku, pero no tuvo suerte. Al parecer en efecto se había escondido muy bien.

—De acuerdo —murmuró despacio para sí misma—. Vamos entonces a intentarlo…

Como un momento antes, se paró firme, cerró sus ojos y comenzó a respirar. Similar a hace un rato, las sensaciones, sonidos y olores se hicieron presentes, pero nada fuera de lo común; al menos un inicio. Tras unos momentos, el mismo cosquilleo de hace unos momentos volvió, pero en la misma dirección que antes por lo que supuso que se trataba del dinosaurio. Intentó aislar eso junto con todo lo demás.

Para su sorpresa, conforme más se concentraba, más pequeños cosquilleos iban aparecieron, como pequeñas luciérnagas revoloteando en un espacio completamente oscuro, y le tocaban levemente su piel como pequeñas chispas. Eran sensaciones más pequeñas a las del dinosaurio; ¿otros animales, quizás? ¿Pájaros? ¿Peces? ¿Insectos…? No sabía si seres como esos podían también tener un ki que pudiera ser percibido de esa forma.

Y de pronto, de entre todas esas sensaciones pequeñas, una más grande se hizo presente, resaltando tanto como el sol mismo entre las luciérnagas. Milk abrió sus ojos rápidamente, sorprendida. Esa sensación tan grande había venido…

—¡Arriba! —exclamó en alto, alzando su mirada sobre su cabeza. Y ahí mismo, a varios metros de altura, de pie sobre una rama, pudo distinguir la silueta de Goku, que la miraba hacia abajo con una amplia sonrisa.

—Lo lograste, felicidades —exclamó Goku con entusiasmo.

—¿En serio lo logré? —susurró Milk, aún sorprendida—. ¿Pero cómo lo hice si tuve tantos problemas en un inicio…?

—Y que logras hacerlo una vez, se vuelve casi instintivo —le respondió Goku, y al instante se dejó caer, descendiendo justo a su lado—. Con el tiempo tu cuerpo lo hará por sí solo, sin que tengas que enfocarte demasiado.

—Entiendo —susurró Milk despacio, esbozando una pequeña sonrisa—. Muchas gracias por enseñármelo, Goku. Aunque no creo tener que usar esto de nuevo en realidad…

Al parecer se había equivocado con esa afirmación. Pues ahora, estando ahí sobre la Nube Voladora, volvió hacer justo lo mismo que hizo en aquel momento: cerró sus ojos, respiró lentamente, e intento expandir su consciencia a su alrededor, pero bastante más lejos.

Goku tuvo razón al decir que sería más sencillo las siguientes veces, pues a pesar de que no lo había hecho en mucho tiempo, pudo ajustar sus sentidos para percibir todas esas múltiples sensaciones que la rodeaban. Tardó un poco en poder aclarar su mente lo suficiente, pero tras varios intentos las mismas luciérnagas que había percibido aquella vez volvieron a aparecer. Y en cuanto más intentaba expandir sus sentidos, más se hacían presentes; algunas más grandes que otras, pero la mayoría siendo apenas pequeños brillos apenas apreciables.

Ninguno de esos era Piccolo. Él sería en todo caso más grande y resplandeciente, como había sido Goku. Pero de seguro su ki transmitiría también una sensación desagradable y sofocante; aquella presencia que la hiciera sentir de esa forma, tendría que ser él.

Estuvo ahí varias horas sin percibir lo que buscaba. Se sentía frustrada, y en más de una ocasión se inclinaba por dejar eso de una buena vez y volver a casa. Estaba cansada, sentía sueño y hambre, además de que la noche en ese sitio percibía más fría que en casa. No obstante, el imaginarse a su hijo herido o sufriendo, la motivaba a seguir intentándolo. Tenía que estar en alguna parte, tenía que poder encontrarlo. Si no era capaz ni siquiera de hacer algo como eso, ¿cómo pensaba rescatar a su pequeño…?

Tras un largo tiempo, algo surgió. Fue muy breve, apenas un pequeño destello que fue apreciable por su consciencia en una muy pequeña fracción de segundo, pero que no pasó desapercibida para ella pues, como había pasado con Goku, resaltó bastante entre las demás presencias.

Se giró rápidamente en la dirección donde la había sentido e intentó enfocarse sólo en esa dirección, sin éxito alguno. Por más que lo intentó, no pudo volver a sentir lo mismo.

«Pero fue en esa dirección, estoy segura de eso» se dijo a sí misma, intentando convencerse.

No sabía si lo que había sentido era Piccolo, o incluso si en verdad había sentido algo. Pero era la única pista que tenía. Si se dirigía en esa dirección, quizás empezaría a percibirlo mejor conforme se fuera acercando. Era arriesgado, y si no tenía razón terminaría dando vueltas por el mundo entero buscando una aguja en un inmenso pajar.

Pero estaba más que decidida a hacerlo.

—Andando, Nube Voladora —ordenó con seriedad, y su transporte comenzó a moverse justo en la dirección marcada, alejándose en la noche de aquel sitio.