12
Milk pasó tres días yendo sobre la pista de Piccolo, usando como guía los escasos flashazos de su ki que logra captar y que le ayudaban a trazar un posible rumbo. Aunque al inicio parecía que estaba yendo prácticamente a ciegas, hubo un momento en que dicha presencia comenzó a volverse más tangible, y lograba percibirla por mayor tiempo.
«Me estoy acercando» concluyó con seguridad, lo que la motivó a seguir avanzando.
Pasó en su camino por un par de pueblos, en los que aprovechó para tomar algo de comida y descansar. Eso le ayudó a reponerse un poco de sus heridas y recuperar fuerzas. También preguntaba a las personas si habían visto a un hombre de piel verde y a un niño pequeño de cabellos negros por los alrededores, pero nadie podía darle ninguna información. Era de esperarse; Piccolo Daimaku había pasado cinco años sin ser visto por nadie, así que de seguro se mantenía alejado de las ciudades y pueblos en general. Pero si era el caso, ¿de dónde obtenía el alimento para Gohan? ¿O lo estaba alimentando siquiera?
Cada día que pasaba la angustia por su hijo aumentaba más y más.
La mañana del tercer día, luego de una noche irregular de sueño bajo las estrellas, emprendió temprano su viaje. Al intentar enfocarse en volver a sentir la presencia que había estado siguiendo hasta ese momento, le sorprendió de hecho ser capaz de percibirla mucho más clara que antes. Aún la sentía lejana, pero estaba ahí, y no se desvaneció luego de un tiempo.
«¡Es él! ¡Está muy cerca!»
Motivada por ese pensamiento, emprendió el viaje sobre la Nube Voladora a toda velocidad en la dirección que aquella presencia le marcaba. No se detuvo en todo el día; sólo siguió y siguió recto y sin desvío. A mitad del camino la presencia iba y venía, pero no importaba. El camino ya estaba marcado claramente en su cabeza como un mapa.
Cuando ya se encontraba cerca, comenzó a considerar la posibilidad de que eso que había estado siguiendo todos esos días no fuera Piccolo. Por un lado era una presencia bastante grande, tanto como la de Goku, y no había otro guerrero en la Tierra que se le pudiera equiparar de esa forma. El maestro Roshi bien lo había mencionado el otro día; ambos eran los guerreros más fuertes del mundo.
Sin embargo, teniendo ya su presencia tan constante delante de ella, pudo darse cuenta de que no sentía temor o desosiego como esperaba que se sentiría al percibir un ki malvado. Recordaba a Goku mencionar ese término en alguna ocasión: "ki malvado." Pero si en verdad existía algo como eso, no estaba segura que lo que sentía encajara en esa descripción.
Si no era Piccolo, habría estado siguiendo una pista errónea todo ese tiempo, y lo peor era que ya no tendría idea de dónde dirigirse a continuación. Pero era mejor que ya no pensara en eso. Descubriría dentro de poco si se trataba de él o no.
Justo cuando comenzaba el atardecer de tercer día, Milk y la Nube Voladora arribaron al punto justo en el que había percibido aquella presencia. Era al parecer un valle semidesértico, con altos riscos alrededor, pero en general parecía ser una gran planicie de tierra, con sólo algunas esporádicas muestras de verde. El lugar además parecía totalmente solo; desde las alturas, no veía en lo absoluto a una sola persona, ni siquiera de algún animal.
Y lo que más le inquietaba era que esa presencia que había estado siguiendo hasta ahí, extrañamente se había desparecido abruptamente de sus sentidos un par de minutos antes de que arribara, como si de repente apagaran una bombilla y la dejaran a oscuras.
Su primera idea fue que se había movido a otro sitio, pero pensó que no debía haber ido muy lejos. Comenzó entonces a enfocarse de nuevo, inspeccionando el entorno que la rodeaba en busca de esa presencia… pero no encontró nada. Todo ese espacio parecía abrumadoramente vacío.
—¿A dónde fue? —cuestionó con frustración y rabia. No podía ser que lo hubiera perdido por completo así. Tenía que estar por ahí, tenía que…
—Con que eres tú, Esposa de Goku —escuchó que pronunciaban a sus espaldas, tomándola por sorpresa.
Milk se sobresaltó, y rápidamente se giró con todo y la Nube Voladora, contemplando de inmediato para su asombro la silueta de justo la persona que estaba buscando, levitando en el aire a menos de un metro de ella, con su turbante y capa, y ésta última siendo agitada levemente por el aire. Aquel ser de piel verde la observaba fijamente con expresión aburrida, como vería a una simple alimaña en el suelo.
Milk creyó estar más que lista para encararlo, pero en cuanto lo vio ahí delante de ella… sintió que todo su cuerpo se paralizaba.
—Sentí que un poder insignificante se acercaba, aunque lo hacía con rapidez —indicó Piccolo con seriedad—. Supuse que era alguno de los estúpidos amigos de Goku que venía a darme problemas. Pero no creí que fueras tú.
«¿Sintió que me acercaba?» pensó Milk sorprendida, aunque al instante se reprendió a sí misma en silencio. Por supuesto que la había sentido acercarse; él también podía sentir el ki como Goku, era lógico que la sentiría cuando se aproximara. ¿Cómo había sido tan descuidada?
—¿A qué has venido? —exigió saber Piccolo brusquedad, cruzándose de brazos—. No tengo tiempo que perder con basuras como ustedes. ¿No deberían estar reuniendo las Esferas del Dragón?
Milk tragó saliva, respiró hondo, y se forzó a recobrar lo más posible su compostura. Se paró firme sobre la Nube Voladora, e intentó mantener la mirada fija en aquel demonio verde.
—¡Vine… por mi hijo! —gritó con fuerza intentando parecer firme, pero su voz igual le tembló un poco—. Dime dónde está Gohan. ¡Vengo a llevarlo a casa conmigo!
Piccolo soltó una pequeña carcajada astuta.
—No me hagas reír. ¿No quedó claro lo que les dije el otro día? Yo lo entrenaré para hacerlo un peleador mucho más fuerte, incluso que el inútil de su padre. Así que no me molesten más con eso. Verás a tu hijo en un año, luego de que acabemos con los Saiyajins.
—¡Mi hijo no peleará con esos individuos! —exclamó Milk rotundamente—. Y en especial él no entrenará con un monstruo como tú. ¡Yo no lo permitiré!
—¿Qué no lo permitirás? —masculló Piccolo con sorna—. ¿Y cómo lo harás exactamente?
Milk guardó silencio unos momentos. Sintió como una gota de sudor le recorría la frente y se deslizaba por un costado de su cabeza. Luego, alzó sus brazos adoptando una posición de defensa, y fijó su mirada directo en él. Piccolo pareció un poco extrañado al ver esto, aunque más bien parecía incrédulo de que en verdad estuviera haciendo lo que parecía que estaba haciendo.
—¡Vamos Nube Voladora! —gritó con fuerza, y la nube avanzó de golpe hacia el frente, directo hacia Piccolo. Esperaba que su velocidad pudiera tomarlo por sorpresa y poder atacarlo. Por supuesto, ese plan no funcionó.
No sólo Piccolo logró esquivarla con suma facilidad, sino que además se las arregló para estirar su brazo hacia ella y tomarla firmemente de sus ropas. Así que mientras la Nube Voladora siguió de largo, su ocupante se quedó atrás, con Piccolo sujetándola firmemente en alto con una mano, y los pies de Milk colgando en el aire con nada más que aire entre ella y el suelo debajo.
Milk exclamó con susto al notar esto y por mero instinto se aferró con ambas manos al brazo de Piccolo, siendo esté su único soporte para no caer.
—No sé qué mosca te picó, Esposa de Goku —masculló Piccolo con ligera rabia—. Pero como dije, no tengo tiempo que perder con sus tonterías. Regresa por dónde viniste y no vuelvas a molestarme, ¿está claro?
—¡No lo haré! —exclamó Milk con fuerza, y aún en su posición se las arregló para alzar su pierna lo suficiente para darle una patada a Piccolo directo en la cara. La cabeza del demonio se hizo ligeramente hacia atrás, teniendo la planta del zapato de Milk contra su cara—. De ninguna manera dejaré a mi hijo contigo —añadió Milk con firmeza—. ¡Prefiero morir a saber que él está solo contigo!
—¡Como gustes! —espetó Piccolo con fuerza, fijando sus ojos molestos en ella.
Antes de que Milk pudiera reaccionar, Piccolo comenzó a descender rápidamente, mientras aún la sujetaba firmemente de su camisa. En cuestión de segundos ya había descendido hasta el suelo, con el cuál Piccolo no tuvo reparó en estrellarla con fuerza. Milk sintió una larga oleada de dolor recorriéndole el cuerpo al sentir como se estrellaba contra el duro piso de tierra y roca. Y una vez que Piccolo la soltó, ella se quedó unos segundos ahí recostada de espaldas, adolorida y aturdida.
Piccolo se paró firme a su lado.
—¿Con eso has tenido suficiente? —le preguntó con sequedad—. Ahora ya no me molestes.
Milk forzó a su cuerpo a sobreponerse al dolor, y comenzó poco a poco a alzarse. Ante la mirada un tanto incrédula de Piccolo, la mujer logró pararse de nuevo, y rápidamente adoptó su posición de defensa.
—Dije que no dejaré a mi hijo contigo —susurró Milk despacio entre suspiros—. Si tengo que morir para protegerlo de ti, ¡qué así sea!
Sin más, se lanzó de lleno en su contra, comenzando a lanzarle sin la menor vacilación rápidas y certeras patadas y golpes, haciendo lujo de todo lo que su entrenamiento le permitía. Sin embargo, resultaba abrumadoramente insuficiente. Piccolo lograba esquivar y cubrir cada uno de sus ataques con suma facilidad, sin que su rostro se mutara ni un poco.
—Pero qué obstinada eres, Esposa de Goku —masculló con molestia, y tras darle unos segundos para que siguiera atacando a sus anchas, en un momento atrapó su puño con una mano, apretándolo con sólo la suficiente fuerza para provocarle dolor.
Milk gritó en alto al sentir como los huesos de su puño crujían ligeramente ante la presión de esos poderosos dedos. Cayó de rodillas al suelo, e intentó jalonear su brazo para librarse de aquel mortal agarre, sin resultado.
—Pude ver claramente cuáles eran tus habilidades en el torneo de hace cinco años —le indicó Piccolo con indiferencia—, y no me impresionaron en lo absoluto. Tu nivel es demasiado bajo para enfrentarte con alguien como yo. Sólo das lástima.
Soltó su puño en ese instante, pero antes de que Milk pudiera sentir aunque fuera un poco de alivio por esto, Piccolo dirigió su pie derecho directo hacia ella, pateándola en su barbilla. Milk fue empujada hacia atrás, cayendo de espaldas al suelo. Ese golpe la había dejado casi inconsciente, pero aún se mantenía lo suficientemente despierta.
—Que eso te sirva de lección —declaró Piccolo con voz severa—. Ahora vete de regreso a tu casa, y no vuelvas a intentar una tontería como ésta.
Se dio en ese momento la media vuelta y comenzó a elevarse en el aire. Sin embargo, sus pies apenas y se habían levantado unos centímetros del suelo, cuando sintió un pequeño tirón hacia abajo que lo detuvo. Al voltearse, para su sorpresa pudo ver la mano de Milk, con sus dedos fuertemente aferrados a su capa. La mujer, de rodillas en el piso, lo miraba con sus ojos entrecerrados y ligeramente apagados.
—No lo haré… ¡no lo haré! —le gritó con todas las fuerzas que tenía—. Así tenga que perseguirte día y noche por el resto de mi vida, lo haré… hasta que salve a mi hijo. ¡Nunca te librarás de mí! ¡Lo juro!
—¡Eres una estúpida! —espetó Piccolo, ya para esos momentos claramente harto de todo eso.
Se giró entonces rápidamente, zafando su capa de los dedos de Milk, y con el mismo giro estiró su pierna hacia ella para volverla a patear. Milk logró hacerse para atrás lo suficiente para esquivar esa primera patada, pero no lo suficiente para la segunda que le dio directo en un costado de la cabeza. En esa ocasión su cuerpo entero salió rodando hacia un lado por la tierra varios metros.
Sus ropas y cabello se cubrieron de polvo, e incluso un poco de éste le entró por la nariz y boca, haciéndola toser con desesperación.
—Si tanto vas a insistir en importunarme, será mejor que te elimine de una buena vez —mencionó Piccolo, alzando en ese momento su mano derecha con la palma totalmente abierta en su dirección. Milk alzó con debilidad su mirada hacia él, y pudo notar como una esfera de energía con un fulgor dorado y purpura se formaba en su palma, tan brillante como el sol mismo—. Para que así ya no me molestes, y tus amigos te revivan junto con Goku. Así que adiós, Esposa de Goku…
Y sin más, la esfera de energía salió disparada de la mano de Piccolo, y se dirigió directo hacia Milk. Ésta se quedó inmóvil, viendo como aquel fulgor abrazador se acercaba más y más, tanto que lograba percibir su calor y sentirse rodeada por su luz.
Sabiendo que le sería imposible esquivarlo, se limitó a sólo cerrar los ojos y esperar. Una lágrima se resbaló por su ojo, recorriendo su mejilla.
«Gohan… Goku…»
