14
Los días siguientes, Milk apenas y se levantó de la cama. Pasaba gran parte del tiempo recostada, pero no dormía. Sólo permanecía ahí quieta, con su cabeza contra almohada, su mirada fija en la pared, y su pijama para dormir como único cambio.
A pesar de que le había insistido a su padre para que se fuera y la dejara sola, Ox-Satan se rehusó y se quedó todo ese tiempo ahí para cuidarla. No había mucho que el viejo rey podía hacer por ella, además de prepararle de comer e intentar incitarla a levantarse; en eso último no había tenido tanta suerte. Milk en efecto sólo se levantaba a comer, pero no a la hora en que su padre le servía la comida, sino prácticamente hasta que el temblor de sus entrañas provocado por el hambre se volvía insoportable. Y aun así, sólo comía unos cuántos bocados en silencio, y luego volvía a tirarse en la cama.
Ox-Satan se sentía destrozado de ver a su hija en ese estado. Él entendía el sufrimiento por el que pasaba, pero sabía bien que esa rutina no sería nada sano para ella a la larga.
¿Qué debía hacer? ¿Forzarla a levantarse y seguir adelante? ¿O darle tiempo y esperar a que ella sola recupere su brío? No tenía idea, y eso lo hacía sentir casi un fracaso como padre. Tal vez si él fuera más fuerte habría podido hacer algo para salvar a su nieto, y ahorrarle todo ese sufrimiento a su hija. Pero la realidad era que toda esa situación los superaba a ambos.
Sólo les quedaba esperar a Goku…
Una mañana, al igual que en las anteriores, Ox-Satan preparó temprano el desayuno: huevos, salchichas, arroz, carne… La casa entera de impregnó con el delicioso aroma de los alimentos, y eso de alguna forma alejaba las malas energías; al menos un poco.
—Milk, el desayuno ya está listo —indicó con fuerza mientras llamaba con sus grandes nudillos a la puerta de Milk. No recibió ninguna respuesta del otro lado, pero eso ciertamente no le sorprendió.
Ox-Satan suspiró con resignación y se dirigió él mismo a la mesa para comer. Sin embargo, se acababa de sentar y de dar el primer bocado de su plato cuando escuchó que la puerta de la habitación se abría. Se puso de pie por mero reflejo, algo alarmado, pero sintió un pequeño destello de júbilo en cuanto notó la silueta de su hija asomándose al comedor.
Milk tenía su pelo totalmente suelto y desalineado, y dos marcadas ojeras decoraban sus ojos. Su pijama estaba desacomodada, con la parte superior cayendo un poco hacia un lado y dejando a la vista parte de su hombro; ni siquiera parecía estar bien abotonada. Se veía muy mal… pero al menos estaba levantada. Y que lo hubiera hecho justo cuando le llamó debía ser una buena señal.
—Milk —pronunció Ox-Satan con emoción—. Ven, siéntate a comer, por favor.
Ella avanzó con paso lento y la mirada distraída hacia su silla.
—Gracias, papá —pronunció despacio mientras se sentaba. Comenzó entonces a servirse de los diferentes complementos, pero sintiéndose casi como si sus manos lo hicieran en automático, y en realidad su mente estuviera en otro sitio.
Una vez que tuvo todo servido en su plato justo delante de ella, tomó ambos cubiertos y se dispuso a comer. No obstante, se detuvo al último momento y alzó su mirada precavida hacia las dos sillas vacías de la mesa; la silla en dónde Goku usualmente se sentaba, y la otra que le pertenecía a Gohan.
Casi pudo ver por un instante la silueta de ambos ahí sentados, comiendo animosamente, sonriendo y alabando lo buena cocinera que era. Podía aún escuchar sus risas, incluso percibir sus aromas, mezclándose con la comida.
Sintió una vez más que el llanto amenazaban con apoderarse de sus ojos, pero fue la mera sensación pues estos permanecieron secos. Había llorado ya tanto que no le quedaban más lágrimas que derramar. Así que se forzó a simplemente comer en silencio. Su padre intentó sacarle un poco de plática, como siempre, pero ella se limitó a sólo responder con pequeños movimientos de su cabeza, o gruñidos que apenas lograban identificarse como palabras.
Cuando estaba por terminar, todo indicaba que se repetiría lo mismo de las veces anteriores: se pondría de pie, se dirigiría a su cuarto, y no saldría de él hasta varias horas después, sino es que hasta la noche. Por fortuna, algo ocurrió antes de eso que hizo que ese plan cambiara un poco.
El sonido de un motor y un propulsor aproximándose en la distancia captó su atención, e hizo que ambos miraran al mismo tiempo en dirección a la ventana. Ox-Satan se levantó y se asomó para ver hacia afuera. En el cielo logró ver la forma de una nave que se dirigía rápidamente hacia ellos.
—Oh, parece que alguien viene —indicó Ox-Satan —. Quizás sea uno de los amigos de Goku.
Aquello pareció encender algo en el interior de Milk y sacudirla de su letargo. ¿Venían a informarles de algo? ¿Sobre Goku? ¿Sobre Gohan, quizás? Ese pensamiento la forzó a sobreponerse, pararse rápidamente y dirigirse a la puerta. Poco le importó que fuera vestida en pijamas y con los pies descalzos. Ox-Satan se apresuró a alcanzarla.
La nave de color amarillo con el logo de la Corporación Cápsula a un costado no tardó mucho en llegar hasta las inmediaciones de la casa, y descender lentamente desde el cielo hasta estacionarse delante de ésta. Milk y Ox-Satan observaron atentos mientras bajaba. Cuando estuvo a la altura suficiente, pudieron notar por el cristal de la cabina que el vehículo estaba siendo piloteado por Bulma.
—Hola, ¿cómo están? —saludó en alto la chica de cabellos azules, mientras bajaba por la escalerilla de la nave.
—Bulma, buenos días —le saludó Ox-Satan con entusiasmo—. Qué alegría verte. ¿Vienes a visitar a Milk?
—Algo así —susurró Bulma despacio, dejando entrever que había otro motivo detrás de su presencia. Avanzó con cuidado hacia la dueña de la casa, se paró delante de ella y la observó con una compasión que a la receptora de ésta le pareció casi ofensiva—. ¿Cómo has estado, Milk?
Milk guardó silencio y desvió su mirada hacia otro lado. Con tan sólo ver su aspecto debía ser más que lógico que no estaba para nada bien.
—¿Ocurrió algo? —preguntó con ligera exaltación, omitiendo el responder a su pregunta.
—No, todo está bien —se apresuró Bulma a aclarar, esbozando una sonrisa que intentaba parecer despreocupada—. Sólo vine porque… bueno…
Bulma introdujo en ese momento su mano en el bolsillo de su saco, sacando de éste el radar del dragón.
—Ese día, cuando estuvimos en Kame House… bueno, Goku mencionó que además de la Esfera de Cuatro Estrellas había encontrado y guardado otras dos. Ya hemos decidido comenzar con la búsqueda de éstas como habíamos quedado, así que quise venir a ver si podían darme las dos que tienen. Así todo será más sencillo…
—¿Quieres decir que apenas están comenzando a reunirlas? —cuestionó Milk de golpe, su rostro y voz reflejando notoria molestia—. ¡¿Pero qué han estado haciendo?! ¡Dijeron que las reunirían para revivir a Goku cuánto antes!
—Milk, cálmate —le susurró Ox-Satan despacio, colocando una mano sobre su hombro. Milk lo miró, y luego a Bulma. Las expresiones de preocupación en ambos dejaron claro que, quizás, había explotado de más sin darse cuenta.
Respiró lentamente intentando calmarse, y agachó su mirada abatida.
—Lo siento, Bulma —susurró despacio.
—Descuida —asintió la joven científica—. Sé que nos hemos tardado un poco en comenzar a reunir las esferas, pero lo que pasa es que tuvimos que tomarnos un tiempo para encontrar a Yamcha, Tenshinhan y Chaoz e informarles de lo que le pasó a Goku, además de lo que ocurrirá en un año. Tuvimos que darle prioridad a eso, ya que era necesario informarles también de los planes de Kamisama.
—¿Kamisama? —preguntó Milk confundida, alzando su mirada de nuevo—. ¿Qué planes?
—Ah, es verdad —susurró Bulma—. Cuando Krilin te llevó a Kame House se fueron rápido, y ya no pudimos contarles. Resulta que Kamisama en persona ha aceptado entrenar a los muchachos en el Templo Sagrado, el mismo sitio en donde Goku entrenó hace ocho años.
—¿Qué?, ¿de verdad? —exclamó Ox-Satan con asombro. Y aunque Milk no pronunció palabra, su rostro igualmente se veía azorado por lo que escuchaba.
—Sí, en serio —pronunció Bulma con entusiasmo, asintiendo con rapidez—. Al parecer Kamisama se enteró del gran peligro que se acerca a la Tierra, y quiere que sus mejores guerreros estén listos para defenderla. Así que todos se están dirigiendo ahora mismo a la Torre Karin para subir hasta allá. ¿No es grandioso? Ahora todos se volverán mucho más fuertes. Y con la ayuda de Goku cuando reviva, de seguro podrán acabar fácilmente con esos Saiyajins. Y no hay que olvidar que en esta ocasión incluso Piccolo peleará con ellos…
Bulma calló de golpe al darse cuenta de que acababa de mencionar el nombre de Piccolo, y por mero reflejo llevó ambas manos rápidamente a su boca, cubriéndola. Al echar un vistazo a Milk, la expresión dura de su rostro dejó claro que aquello no le había agradado ni un poco.
—Yo, lo siento —susurró Bulma, nerviosa—. Sólo decía que…
—No importa —masculló Milk despacio, agachando su mirada—. Las Esferas del Dragón deben estar en la bodega —indicó a continuación, señalando con una mano hacia la pequeña construcción adyacente a la casa. Al verla, Bulma la reconoció de inmediato; era la choza en la que Goku vivía la primera ver que se conocieron—. ¿Puedes ayudarla a buscarlas, papá?
Sin esperar respuesta, se dio media vuelta y comenzó a caminar al interior de la casa.
—Seguro —susurró Ox-Satan, comenzando a dirigirse al lugar marcado junto con Bulma—. Espero puedan reunir rápidamente las demás esferas para traer de vuelta a Goku. Su presencia sí que nos hace falta.
—Bueno, con la Esfera de Cuatro Estrellas y estas dos ya tendremos tres, así que sólo necesitaremos buscar las otras cuatro. El problema es que por experiencia sé muy bien que estas búsquedas por el mundo entero nunca resultan sencillas y rápidas. Y ahora encima ni Yamcha ni Krilin podrán acompañarme por estar entrenando. Pero el maestro Roshi, Puar y Woolong accedieron a ayudarme, y creo que Launch también irá, si Tenshinhan logra convencerla. Así que estaremos bien. La buena noticia es que no hay prisa, ya que tenemos todo un año hasta que sea necesario revivir a Goku…
—¡¿Qué cosa?! —escucharon ambos un fuerte grito proveniente de sus espaldas, haciendo que se detuvieran a mitad del camino a la bodega. Al girare, ambos vieron cómo Milk salía disparada del interior de la casa y corría frenética hasta pararse firme delante de Bulma con postura claramente amenazante—. ¡¿Cómo que todo un año?! ¡¿Qué quieres decir con eso?! —exigió saber con agresividad.
—Ah, cierto… eso tampoco lo sabías, ¿verdad? —murmuró Bulma, sonriendo levemente, nerviosa—. Lo que pasa es que Uranai Baba nos informó que Goku aprovechará todo este año para entrenar también en el otro mundo, así que nos pidió que no lo reviviéramos hasta que los Saiyajins llegaran.
—¡¿Cómo que se quedará en el otro mundo a entrenar?! —exclamó Milk exasperada—. Si él murió. ¿Cómo es que va a entrenar?
—No entiendo muy bien qué pasó, pero al parecer Kamisama lo dio su cuerpo o algo así, e irá a entrenar con un tal Kaioh…
—¡¿Pero acaso él sabe lo de Gohan?! —espetó Milk de golpe, interrumpiéndola—. ¡¿Cómo puede quedarse todo un año dejando a su hijo en manos de Piccolo Daimaku?! ¡¿Es que ninguno le explicó la gravedad de la situación?! Se supone que lo revivirían lo antes posible para que él pudiera rescatar a Gohan. ¡¿Ahora me dices que se quedará en el otro mundo todo un año?! ¡¿Qué pasará con mi Gohan?! ¿Qué pasará conmigo…?
—Milk, cálmate por favor —intervino Ox-Satan de nuevo, tomándola de los brazos para apartarla de Bulma.
—En verdad no sé qué decirte, Milk —le respondió la mujer de cabellos azules, intentando permanecer calmada pese a esa reacción tan adversa—. No sé si Goku sepa o no de lo ocurrido con Gohan, pero… entiendo que esa persona con la que entrenará es alguien muy importante del otro mundo. Así que lo más seguro es que cuando reviva será mucho más fuerte que nunca. Eso será primordial para acabar con los Saiyajins…
—¡¿A mí qué me importan los Saiyajins cuando mi hijo está en tanto peligro?! —gritó Milk con furia. Sus puños se apretaron, sus dientes rechinaban, y su mirada crispada estaba clavada como dagas en el suelo—. Ese… Goku… ¿cómo puedes…? ¿Cómo me dejas…? ¡Agh!
Soltó un fuerte gritó de frustración al aire y entró de nuevo al interior de la casa, azotando la puerta detrás de ella. Bulma y Ox-Satan la observaron en silencio.
—Discúlpala, Bulma —comentó el hombre grande de barba, apenado—. Esto… no ha sido nada fácil para ella.
—Descuide, Ox-Satan —respondió la joven a su vez, negando con la cabeza—. Será mejor que tome las esferas y me vaya antes de seguirla perturbando más de lo debido.
«O que termine haciéndome daño» pensó Bulma para sus adentros.
Con la ayuda del radar, no tardaron mucho con dar con las dos Esferas del Dragón guardadas en la bodega. Justo como Goku había comentado, eran la de tres y seis estrellas. Junto con la de cuatro que Gohan llevaba en su gorro el día que visitaron Kame House, tendrían ya tres.
—Será mejor que me vaya de una vez y me reúna con los demás —indicó Bulma mientras ambos salían de la bodega y se dirigían a su nave.
—Gracias por todo su esfuerzo, Bulma —indicó Ox-Satan con optimismo—. Goku es muy afortunado de tener amigos como ustedes que harán todo para poder revivirlo.
—Es lo menos que le debemos luego de todo lo que ha hecho por nosotros…
Antes de poder terminar su frase, ambos miraron con sorpresa y confusión como la puerta de la casa se abría y Milk salía rápidamente por ésta. Sin embargo, en esos momentos se veía totalmente distinta. Se había cambiado de ropas; ya no tenía aquella pijama amarilla, sino que se había puesto su traje azul y rojo de combate, el mismo que Bulma recordaba haberle visto usar en el torneo de hace cinco años. Y en esos momentos se estaba sujetando el cabello en una cola con una cinta roja, y miraba con decisión y dureza hacia el frente. Esa expresión demacrada de su rostro, casi enferma, se había esfumado por completo.
Parecía casi una persona totalmente diferente a la que habían visto hace un momento.
—¿Milk? —preguntó Ox-Satan—. ¿Qué haces?
—Papá, por favor cierra bien la casa cuando te vayas —indicó la mujer con tono sorprendentemente calmado—. No sé cuándo volveré, pero de seguro será en mucho tiempo.
—¿Qué dices? Pero, ¿a dónde…?
—¡Nube Voladora! —gritó Milk con fuerza al aire, y la nube dorada no tardó en acudir a su llamado como las veces anteriores.
—¡Espera! ¡¿A dónde vas, hija?! —exclamó Ox-Satan, apresurándose a alcanzarla, pero no antes de que Milk saltara y se montara sobre la nube.
—Voy a la Torre Karin —respondió Milk con seriedad, mirando fijamente hacia el horizonte—. Subiré al Templo Sagrado para entrenar con Kamisama como los demás.
—¡¿Qué?! —soltaron Ox-Satan y Bulma al mismo tiempo al aire, llenos de asombro.
—Pero… ¿qué dices, Milk? —masculló Bulma—. ¿Acaso piensas tú también pelear con los Saiyajins?
—Nada de eso —se apresuró Milk a aclarar—. Lo único que yo deseo es salvar a mi hijo. Y si Goku en serio piensa quedarse todo un año en el otro mundo, ¡entonces yo le pediré a Kamisama que me entrene para poder derrotar a Piccolo Daimaku!
Aquella respuesta no ayudó a amortiguar la confusión de sus oyentes, sino más bien la acrecentó. Pero antes de que cualquiera pudiera decirle algo más, una más que decidida Milk se puso en marcha.
—¡Andando, Nube Voladora! ¡A la Tierra Sagrada de Karin!
La nube arrancó de golpe, dirigiéndose sin más espera hacia el cielo.
—¡Espera, Milk! —le gritó Ox-Satan a sus espaldas, pero de nada sirvió. Milk y la Nube Voladora se perdieron rápidamente en el firmamento.
Ox-Satan habría dado cualquier cosa para que su hija recobrara su ánimo y saliera de la cama. Sin embargo, no estaba convencido de que ese fuera el motivo correcto para ello…
