16

El grupo decidió pasar esa noche en tierra firme, y comenzar la escalada de la torre al día siguiente estando ya más descansados. Milk ignoraba si aquel había sido su plan desde el inicio, o se trataba de alguna cortesía hacia ella en específico considerando que sería la primera vez que haría la tortuosa travesía. Si acaso se trataba de eso último, dudaba que la iniciativa hubiera venido de Tenshinhan o del tal Yajirobe, considerando el recibimiento que le habían dado.

Al menos parecía que Yamcha y Krilin se encontraban más abiertos a su presencia en ese sitio, y se portaban en especial mucho más amables con ella; de hecho, quizás demasiado. Milk se sentía un poco incomoda por estas atención, en especial viniendo de Krilin. Pero esto no era debido a él, sino más bien a sí misma, y todas las molestias que le había causado anteriormente al amigo de Goku, hasta haberlo casi obligado a tener que ir a salvarla de morir en las garras de Piccolo Daimaku.

Aunque claro, a Milk no se le olvidaba que la había golpeado de una muy mala forma en aquel momento para calmarla, lo cual no era precisamente un recuerdo muy alegre. Quizás era eso lo que causaba que el joven guerrero se sintiera hasta cierto punto apenado con ella. O quizás, al no estar Goku, sentía de forma injustificada que tenía cierta responsabilidad de cuidarla en su lugar.

Además de Krilin y los otros, a Milk le sorprendió ver que aquella mujer muy amable llamada Lunch estaba también ahí. Recordaba haberla visto en el torneo de hace cinco años acompañando al Maestro Roshi, aunque… hubiera jurado que la recordaba rubia. No estaba segura de por qué estaba ahí, aunque de seguro no era para intentar subir la torre con ellos. Como fuera, ella se portó muy amistosa con todos, en especial con ella, y se encargó por sí sola de prepararles la cena a todos.

Ya de noche, todos se sentaron a comer alrededor de un agradable fuego, justo al pie de la torre, y en compañía de sus dos anfitriones: Bora y Upa, dos residentes locales de la Tierra Sagrada de Karin, que para sorpresa de Milk conocían muy bien a Goku.

—Es un verdadero honor conocerte —le dijo Upa con entusiasmo, un joven alto y fornido de piel morena y cabello oscuro, sentado a su lado mientras ambos comían de sus respectivos platos. El chico pareció particularmente emocionado en cuanto Krilin le informó que era la esposa de Goku—. Goku es por mucho la persona más increíble que he conocido. Es quizás el mejor amigo que he tenido en toda mi vida. Y el escuchar que se casó y ahora hasta tiene un hijo, me llena de una enorme alegría.

—Gracias —asintió Milk, sonriéndole con gentileza—. Me alegra escuchar que más personas tengan tan buenos sentimientos por Goku. Lamentablemente él…

No terminó su frase, pero Upa no tuvo problema en saber de lo que hablaba.

—Sí, Krilin nos contó lo ocurrido —pronunció con seriedad—. Pero no hay de qué preocuparse, pues también nos dijo que lo revivirán con las Esferas del Dragón muy pronto. Así que no hay por qué estás tristes. Cuando era niño, el malvado de Tao Pai Pai vino hasta aquí, y asesinó a mi padre a sangre fría sin que Goku o yo pudiéramos hacer algo.

Al pronunciar aquello, se giró hacia el hombre de gran tamaño y cuerpo fornido sentado a su lado, que contemplaba en silencio el fuego danzante de la fogata.

—¿Eso es cierto? —susurró Milk, sorprendida por aquella afirmación.

Upa asintió.

—Pero Goku se esforzó en reunir todas las Esferas del Dragón para poder revivirlo. Incluso se enfrentó él solo a toda la Patrulla Roja para lograrlo. Él no tenía que hacerlo; ni siquiera nos conocía a mi padre o a mí. Pero aun así lo hizo. Me prometió que lo reviviría, y lo cumplió.

Los ojos del muchacho brillaban de emoción al rememorar todo aquello. E inevitablemente Milk se sintió contagiada por aquel profundo sentimiento.

—Sí, Goku era ese tipo de persona —susurró despacio, con su mirada pensativa en el fuego.

Su esposo era definitivamente alguien excepcional que dejaba huella en todo aquel con el que cruzaba camino. ¿Cuántos más que habría conocido a lo largo de sus aventuras por todo el mundo aún lo recordarían con la misma alegría?

—Le debemos demasiado a Goku —pronunció Bora con voz grave—. Si pudiera, iría yo mismo a reunir las esferas con tal de revivirlo, así como él hizo conmigo. Sin embargo, tengo una obligación con mi pueblo y con esta tierra.

—No tienes que preocuparte por eso, Bora —indicó Yamcha con solemnidad—. Bulma y nuestros demás amigos se encargarán de esa tarea.

El hombre de piel morena asintió, y luego añadió:

—Lo importante ahora será que todos ustedes se preparen para enfrentar la amenaza que se avecina. Debo confesar que siento envidia de que todos ustedes hayan sido invitados a entrenar con el mismísimo Kamisama. Es un honor con el que muy pocos mortales han sido bendecidos.

—Yo quisiera ser lo suficientemente fuerte para poder ir también —pronunció Upa con ligera frustración, mientras fijaba su atención en la torre que se alzaba sobre ellos—. Pero aún me falta mucho para alcanzar el nivel suficiente para poder siquiera escalar la torre hasta la cima.

Aquel comentario captó la atención de Milk. Aquello que Tenshinhan y los demás le habían dicho más temprano sobre que no era nada sencillo escalar la torre, aún resonaba en su mente.

—¿Qué tan alta es? —preguntó de pronto, mirando también hacia arriba. En la oscuridad de la noche y el cielo estrellado, apenas se lograba distinguir la larga forma recta que se perdía en el firmamento—. ¿Cómo cuánto toma llegar a la cima?

—Nosotros la escalamos hace como seis años, antes del último torneo —comentó Krilin—. En aquel entonces nos tomó como… un día entero llegar al final.

—¡¿Qué?! —exclamó Milk, atónita—. ¿Un día entero? ¿Sin parar?

—Quizás un poco más —secundó Yamcha, asintiendo.

—Por eso te dije que la primera vez es demasiado difícil, en especial si no eres lo suficientemente fuerte —indicó Yajirobe desde el otro extremo de la fogata—. Así que será mejor que cambies de opinión mientras puedas.

—Ya dije que lo haré —contestó Milk con firmeza… aunque no tanta como antes.

La sola idea de escalar aquello todo un día entero sin descanso, hacía que su cuerpo le temblara un poco. Pero no podía creer que en serio fuera tan alta. De seguro sólo estaban exagerando, o querían asustarla.

—¿Y ustedes tienen que volver a subirla con sus propias manos aunque ya la hayan subido anteriormente? —preguntó Milk con curiosidad.

—Según Yajirobe, eso dijo el Maestro Karin —comentó Krilin con tranquilidad—. Supongo que es su manera de hacernos entrenar desde ahora, y comprobar que no hemos perdido habilidad estos años.

Milk asintió. Guardó silencio unos instantes, mientras tomaba pequeños bocados de su plato y contemplaba el fuego. Justo como habían dicho más temprano, todo aquello parecía en efecto una prueba para ganarse la aprobación del Maestro Karin, y sin ella no podrían entrenar con Kamisama. Sonaba lógico. Como bien Bora había dicho, no cualquier mortal había tenido el privilegio de ver con sus propios ojos el Templo Sagrado y entrenar con Kamisama en persona. Y por supuesto, Goku había sido uno de esos pocos elegidos.

—¿Cómo es el Maestro Karin? —preguntó Milk con curiosidad. Había escuchado a Goku mencionarlo en un par de ocasiones, al igual que a todos ahí. Pero aunque había tenido la oportunidad de conocer incluso a Kamisama durante el combate de Goku y Piccolo en el último torneo, el famoso Maestro Karin seguía siendo todo un misterio.

Sabía que había sido uno de los tantos maestros que Goku había tenido de niño, que su hogar estaba en la cima de la torre que llevaba su nombre, que era quien cultivaba esas semillas del ermitaño que ayudaba a recuperar energías y que Goku comía a veces, y que además era la persona que le había dado la Nube Voladora luego de la que anterior hubiera sido destruida. Pero eso era básicamente todo lo que sabía. Desconocía todo lo demás; cómo era físicamente, su personalidad, o qué tan fuerte era. Y él saber que era justo él quien les daría el permiso de subir al Templo Sagrado, hacía que le diera mucha curiosidad por saber cómo era.

—Bueno, él es… —pronunció Krilin pensativo, mirando al cielo—. Es… —soltó de pronto una risilla divertida—. Bueno, ya lo conocerás.

—Si es que logra llegar a la cima —comentó Yajirobe con su boca repleta de comida al hablar.

Milk lo miró de reojo con enojo. Aquel individuo le resultaba ciertamente un pesado, y una persona muy desagradable. Si él había sido capaz de escalar la torre, entonces ella también lo haría. Tenía una motivación muy grande que la empujaba a hacerlo.


A pesar de que la idea era que usaran esa noche para descansar, Milk no la tuvo fácil para conciliar el sueño. Lo cierto era que desde lo ocurrido con Goku, Raditz, y en especial su enfrentamiento con Piccolo, había tenido serios problemas para dormir. Y la tensión que sentía con respecto a la travesía que le esperaba el día siguiente, no ayudaba a que se relajara.

Entrada la noche, se sentó en sus tendidos y se quedó unos momentos quieta, contemplando las sombras. Todos se habían recostado alrededor de la hoguera, ahora apagada, sobre sabanas y cobijas que Upa y Bora les habían prestado. En la oscuridad de la noche no los distinguía a todos, pero sus estridentes ronquidos dejaron en evidencia que ellos no compartían su insomnio.

Pero claro, ese tipo de cosas eran el pan de cada día para todos ellos.

Se levantó sin hacer ruido y decidió dar un paseo. No quería alejarse demasiado, pues no sabía si podría encontrar el camino de regreso en la oscuridad. Sólo anduvo alrededor del claro de la torre, admirando las estrellas, pero en especial pensando.

«¿Estaré haciendo lo correcto?» se cuestionó a sí misma. «No soy una guerrera; no como Goku y los otros. Mi fallido intento de derrotar a Piccolo debería habérmelo dejado claro. Me dije a mí misma que dejaría todo esto para concentrarme únicamente en ser una esposa y madre, y ahora…»

Se detuvo unos instantes, en un punto cerca de los árboles circundantes. Pasó sus dedos lentamente sobre los nudillos de su mano derecha. Debajo del vendaje, sus heridas aún le dolían.

«¿Pero qué alternativa tengo? No puedo dejar a Gohan con ese monstruo. Confié ciegamente en que Goku siempre estaría con nosotros para protegernos, y quizás ese fue mi error. Goku…»

Alzó su mirada pensativa hacia el cielo sobre ella, perdiéndose entre los miles de puntos brillantes.

—Me haces tanta falta, Goku… —susurró despacio para sí misma, pero deseando en serio que sus palabras llegaran de alguna forma a esa persona.

—En cuanto subamos, tú tienes que volver a Kame House —escuchó de pronto que alguien pronunciaba cerca de ella, haciéndola estremecerse un poco y ponerse en alerta.

Rápidamente volteó a su alrededor, intentando detectar de dónde había venido aquello.

—No sé cuánto tiempo tardemos en bajar —prosiguió la misma voz, grave y seria—. No tiene caso que te quedes aquí a esperarnos. Estarás más segura con el Maestro Roshi. Yo iré a buscarte en cuanto todo esto termine.

Milk logró ubicar que aquella voz provenía de entre los árboles a su diestra. Por mero reflejo sus pies se aproximaron en dicha dirección, asomándose sutilmente desde detrás de un tronco. Cuando la luna alumbró lo suficiente, logró distinguir vagamente entre los árboles, a unos cuantos pasos de ella, las siluetas de dos personas.

«Son… ¿Tenshinhan y Lunch?» pensó sorprendida al reconocer al hombre alto y fornido de cabeza rapada, y a la mujer pequeña y delgada de cabellos azules. Ambos estaban de pie uno frente al otro, algo alejados del campamento para que quizás nadie escuchara su conversación. Y claro, ignorantes de que en efecto alguien sí los escuchaba en ese mismo instante.

—Yo haré todo lo que tú me digas, Tenshinhan —pronunció Lunch con voz suave, esbozando una gentil sonrisa—. Y te esperaré el tiempo que sea necesario. Pero… —la mujer bajó su mirada, notándose apenada—. No puedo prometer que lo haré cuando… bueno, tú sabes… cuando cambie

—Lo sé —susurró Tenshinhan con firmeza—. Por eso quiero que me dejes hablar con tu otro yo.

Lunch alzó rápidamente su mirada sorprendida hacia él.

—¿Estás seguro? —Tenshinhan asintió como respuesta—. Está bien…

No muy convencida, Lunch tomó un mechón de su cabello y lo acercó a su nariz, rozándola varias veces con éste hasta que el inevitable estornudo llegó, fuerte y muy estridente. Al instante mismo en que estornudaba, el cabello de Lunch cambió de golpe de azul a rubio. Y no sólo eso, pues en cuanto alzó su rostro y su mirada se fijó en Tenshinhan, su expresión entera parecía diferente. Era el mismo rostro, pero mucho más severo, duro y enojado…

—¡No me iré a ningún lado! —exclamó Lunch con fuerza a tono de reclamo, encarando a Tenshinhan de frente—. Ni creas que te esconderás de mí. Si insistes en subir a esa torre, te perseguiré hasta la cima, ¿me oíste?

—No seas obstinada —le respondió Tenshinhan, inmutable ante sus palabras—. Ya hablamos de esto. La amenaza que se acerca a este mundo es más grande que cualquier otra cosa que hayamos enfrentado; más que incluso Piccolo Daimaku. Necesitamos enfocarnos sólo en eso.

—¡A mí no me importa el mundo! —gritó Lunch con convicción, agitando una mano hacia un lado—. Y yo sé a qué a ti tampoco. Tú mismo lo dijiste: no eres un sujeto bueno que se preocupe por los demás. Tú sólo quieres ser el más fuerte, ¿no es cierto?

Tenshinhan guardó silencio unos instantes y agachó su mirada hacia el suelo.

—Es verdad —pronunció en voz baja—. A mí lo que más me interesa es superar a Goku. Pero estos enemigos son incluso más poderosos que él o Piccolo. Así que debo realizar el mismo entrenamiento que Goku hizo con Kamisama. Es la única forma en la que podré llegar a superarlo de una vez por todas.

—¡Ya deja esas tonterías de una vez! —le gritó Lunch claramente furiosa. Aunque, en su voz se notaba algo además del enojo: frustración, tristeza… miedo—. Si esos sujetos fueron capaces de incluso matar a Goku que era el más fuerte del mundo… no quiero ni imaginarme lo que te podría pasar si acaso los enfrentas. Así que por favor, sólo vayámonos lejos; sólo los dos juntos. Dejemos que Goku se encargue de esto cuando reviva, por favor. Podemos tener una vida tranquila y pacífica sólo los dos con todo el dinero que he ahorrado. Te trataré como un rey, y no tendrás que entrenar ni pelear nunca más. Sólo di que sí y te daré todo lo que tú quieras… por favor, Ten…

La voz de Lunch se había ido quebrando conforme llegaba al final de su discurso, hasta estar al borde soltarse llorando. Milk reconoció de inmediato el sentimiento genuino que la invadía. En verdad le preocupaba la seguridad de Tenshinhan; la seguridad del hombre que amaba.

Tenshinhan la observó en silencio; de seguro mil cosas le pasaban por la cabeza en esos momentos. Cuando al fin logró reaccionar, se aproximó hacia ella y colocó sus manos sobre los hombros de la muchacha, con una delicadeza que Milk jamás hubiera adivinado que ese hombre tan tosco pudiera demostrar.

—Si esos individuos invaden la Tierra, no habrá lugar alguno en el que podamos escondernos —susurró Tenshinhan despacio—. Y aunque no fuera así, no puedo simplemente apartarme de las peleas y tener una vida tranquila. Eso no es para mí.

—¡¿Por qué no?! —exclamó Lunch, alzando su mirada suplicante hacia él—. ¿Por qué eres tan cabeza dura…?

Esas lágrimas que hasta ese momento sólo habían amenazado con salir, ahora sí comenzaron a asomarse.

—En algo te equivocas —dijo Tenshihan de pronto—. No es del todo cierto que no me preocupo por los demás. Es verdad que hasta hace poco había vivido preocupado únicamente por mí y por hacerme más fuerte. Pero tú, Chaoz, el Maestro Roshi… todos se han convertido en personas muy importantes para mí.

—¿Yo también? —susurró Lunch, sonando entre sorprendida y emocionada por aquello.

Tenshinhan asintió.

—Te prometo que no moriré, de ninguna forma. Derrotaré a esos Saiyajins con mis propias manos. Luego de eso, iremos a donde tú quieras. Pero por ahora, debes ir con el Maestro Roshi. Ayúdale a reunir las Esferas del Dragón; necesitarán toda la ayuda posible para reunirlas antes de un año.

—¿Sabes? Con esas esferas podríamos tener una gran riqueza, un castillo enorme y no preocuparnos por nada —propuso Lunch con una sonrisilla pícara.

—Sé que bromeas —indicó Tenshinhan, sonriendo también—. Yo sé que así como yo cambié, tú también has comenzado a preocuparte por los demás.

—Cállate, no sabes nada —pronunció Lunch avergonzada, girándose hacia un lado—. Pero está bien. Haré lo que me dices… Pero te juro que si te mueres, o si no vienes a buscarme cuando acabes con esos idiotas Saiya lo que sean, ¡no te lo perdonaré ni en un millón de años! Y te perseguiré hasta el mismísimo infierno para hacerte pagar, ¿oíste?

—Lo entiendo —respondió Tenshinhan, aún con una sonrisa divertida en los labios—. Te prometo que no pasará. Sólo espera un poco.

El rostro entero de la muchacha rubia brilló de emoción mientras contemplaba fijamente al formidable guerrero ante ella. Sin decir nada, cerró lentamente sus ojos, y alzó un poco más su rostro hacia él. Sin necesidad de pronunciar palabra alguna, la invitación que le hacía se volvió evidente, y Tenshinhan al parecer la entendió muy bien. Sin apartar las manos de sus hombros, se inclinó hacia ella, aproximando su rostro hacia el suyo hasta que sus labios se unieron en un pequeño y delicado beso debajo de la luz de las estrellas.

Milk se sobresaltó y se ocultó rápidamente detrás del tronco, apartando además su vista de aquella escena. Sentía su propio rostro ardiendo un poco, y su corazón latir con fuerza en su pecho.

«Creo que esto es algo que no debería haber visto» pensó totalmente apenada. «Mejor me voy antes de que me descubran»

Comenzó entonces a avanzar con mucho cuidado de regreso al campamento, procurando hacer el menor ruido posible.