Cinco de la mañana, aunque en el fondo del mar no notas mucho el paso de las horas.

No aguantaba más los ronquidos de Scorpius, y ahora avanzaba como un zombie por un pasillo blanco y rojo, de metal oxidado. Giré una rueda enorme y abrí una puerta pesadísima.

Lo primero que vi fue una barandilla, y lo primero que hice fue apoyarme en ella porque creí que iba a desmayarme entre el sueño y el mareo. La barandilla me ofrecía una vista completa de la Sala 1, la sala más grande de todo el submarino, que ahora estaba completamente desierta.

"Por esa puerta llegamos al submarino hace dos días" pensé, señalando mentalmente una compuerta redonda de tamaño gigante, y volvieron a mi mente los gritos de Rose: "¡HUGO! ¡NO, NO, NO! ¡HUGO!", y sus gritos se clavaron en mis entrañas como si lo estuviera viviendo de nuevo.

No sé cuánto tiempo estuvimos los tres abrazados, ahí de pie en medio de la Sala 1. Sé que perdimos de vista a Madame Tussauds y a Donno. Y a Saribaa, que se llevaba a Minnie a que la viera la señora Bones. Básicamente, perdimos de vista el mundo entero. En algún momento, Rose preguntó por Moon. Yo no contesté, y en su lugar pregunté por Yosh. "¿Yosh? Creí que estaba con vosotros...".

Aparté la vista para espantar los recuerdos, y fue entonces que vi a Rose, de espaldas a la barandilla en la que yo estaba apoyado, pero al otro lado de la sala. Se encontraba absorta, en el Gran Ventanal, admirando la fauna marina.

"Siempre la primera en levantarse, y la primera en llegar a clase" pensé mientras avanzaba hacia el ventanal "Gracias a eso sobrevivió a la explosión de la Torre de Ravenclaw".

"Creíamos que estabas muerta" había dicho Scorpius con lágrimas en la cara.

"Lo estaría si no hubiera bajado al Gran Comedor antes que nadie. Sentí que algo iba mal... No sé cómo explicarlo. Por el camino me encontré a la señora Bones. Me obligó a no decir nada y me llevó directamente al submarino. Parece que Trelawney había tenido una premonición esa misma mañana, pero nadie le había creído nada. Pues tenía razón, y la señora Bones ya estaba preparando pociones curativas.

"Y quién mejor para ayudarla que tú" dije yo.

Me situé detrás de Rose, frente los peces del Gran Ventanal.

—Seamos francos —dije— Ninguno de estos bichos le llega a la suela a nuestro calamar gigante.

Desde el cristal, vi como mi prima esbozaba una sonrisa cansada.

—No, pero yo me estoy haciendo muy fan de estas medusas. Quiero una de mascota.

—Le puedes regalar otra a Minnie cuando se despierte —dije yo.

Por la expresión de Rose, adiviné que ella casi no se acordaba de Minnie. Y eso no era normal en ella. Era preocupante.

Rose notó mi preocupación.

—Estoy bien, Albus —me aclaró— Bueno, no del todo. ¿Te puedo contar un secreto?

Asentí.

—Estamos un poquito jodidos ahí arriba.

—¿Faltan vendas?

—Si fueran solo las vendas... Faltan hojas de díctamo para las pociones, faltan calderos porque ya nos han explotado cuatro por la presión, y nos hace falta un congelador gigante para meter todos los cadáveres que tenemos acumulados. Pero eso no es lo peor. Lo peor es la comida.

—¿Qué tiene que ver la comida?

—No sé si te has dado cuenta, pero lo único que hemos comido desde que escapamos de Hogwarts es tostadas, zumo de calabaza y hojas de rúcula.

—Tres veces al día durante dos días, sí.

—Eso era lo único que encontramos en la despensa del submarino: una jarra de zumo, una hoja de rúcula y dos tostadas. McGonagall lo ha estado multiplicando todo con un hechizo para que podamos comer. Y eso no es todo. He oído a Adler y a Brönn decir que se nos está acabando el agua, y el agua sí que no se puede multiplicar.

Yo pensé en lo mucho que estaban trabajando Rose y todos los profesores, y se me hizo un nudo en el estómago muy grande.

—Rose... Todo esto es culpa mía.

Rose ladeó la cabeza para mirarme, pero yo seguí con la mirada perdida en los peces del Gran Ventanal.

—¿Tú eres el que ha disparado y descuartizado a toda esa gente que tenemos herida en la enfermería? —dijo mi prima arqueando una ceja— No sabía que tuvieras esa vena psicópata.

Yo fui a replicar algo, pero entonces nos dimos cuenta de una cosa: Los peces del Gran Ventanal habían desaparecido. En su lugar había un montón de burbujas que se movían a toda velocidad.

—¡Nos estamos moviendo! —dijo Rose.

—Pero ¿Por qué...?

¿Por qué movernos ahora? No nos habíamos movido desde que escapamos de Hogwarts. Aquello no tenía ningún sentido.


La enfermería estaba en el primer piso, igual que en Hogwarts, pero ahí terminaban las similitudes. Parecía un hospital de guerra, y daba mucho miedo. Había sangre en el suelo y en las cortinas blancas que tapaban todas las camillas. También había gente gritando de dolor, y además había cadáveres. Yo no los veía, pero el olor era inconfundible. Inundaba la sala allá adonde fueras.

Pasé junto a la pequeña Carina Malfoy, que a pesar de las quemaduras ya se estaba recuperando y me detuve al fin junto a Minnie Goodwin, que dormitaba como una niña desde hacía más de cuarenta y ocho horas. Era horrible verla así tan seria y con el ceño fruncido, porque no parecía ella. Minnie era capaz de hacer sonreír a Moon cuando está tan cabreada que se pone a practicar el bombarda en los gnomos de su jardín.

—Se pondrá bien —me aseguró una voz a mis espaldas. Era Saribaa. Llevaba la túnica pintada de verde manzana, como la señora bones, y el pelo rizado recogido en un moño.

—¿Cómo lo sabes? —dije, sombrío.

Ella ladeó la cabeza, como mirando hacia algo invisible.

—Ya perdí a Aicha. No pienso perderla a ella también.

Y se marchó a atender a otros pacientes.

—¡Potter! —dijo entonces la señora Bones apareciendo con su sonrisa bonachona —¿Qué le trae por aquí?

A mi no paraba de sorprenderme lo bien que estaba llevando el apocalipsis nuestra enfermera, y lo agradecí enormemente, porque de pronto me olvidé que estaba en un hospital de guerra y creí estar en Hogwarts otra vez.

—Rose me ha pedido que suba estos frasquitos de sangre de salamandra y se los entregue a usted...

"Porque cuando a Rose se le mete algo en la cabeza... No va a parar de interrogar a McGonagall hasta que le cuente a dónde vamos en submarino con tanta prisa".

—Estupendo —dijo la enfermera— Justo lo que necesitábamos.

—Oiga, señora Bones... ¿Usted dónde estamos exactamente? Es que ninguno de los demás profesores nos lo ha dicho.

—En el Mar Mediterráneo, si no me han informado mal. Nos aparecimos aquí desde el lago negro el mismo día que zarpamos. No me preguntes si fue adrede porque no lo sé.

—Y ¿Por qué hemos estado parados hasta ahora?

—No lo sé, Potter. ¿Por qué no le pregunta a la señorita Weasley? Estoy segura de que a estas alturas ya le debe haber sonsacado la respuesta a alguien.

Me guiñó un ojo y siguió su camino a toda velocidad, antes de que pudiera hacerle más preguntas.

—Yo sé por qué nos estamos moviendo —dijo una voz que sonó como un susurro.

Junto a la camilla de Minnie estaba la de Gloria Hurtado, una chica de quinto, de origen español, que tenía un buen agujero donde antes había tenido el ojo izquierdo.

—¿...Gloria?

—Nos van a desterrar, Albus —dijo Gloria seriamente, y esta vez su voz sonó como un augurio, y una lágrima salió del único ojo que le quedaba—Oí a Adler contárselo a Longbottom cuando estuvieron aquí hablando, y yo me hice la dormida. Nos van a desterrar. Dijeron que somos demasiadas bocas que alimentar. Nos llevan a tierra para deshacerse de nosotros.

—¿No estarías alucinando? —dije solo para calmarme a mi mismo.

—Ni por asomo.

—Estás en shock —dije yo— Necesitas descansar.

Y me fui.

—¡Vamos a morir Albus! —aulló Gloria a mis espaldas— Lo siento en cada centímetro de mi cuerpo ¿No lo ves? ¡Vamos a morir todos!


Scorpius Malfoy me encontró sollozando, escondido junto a la entrada a la Cámara de los Secretos, aunque yo todavía no sabía que aquel viejo lavamanos era la entrada a la Cámara de los Secretos.

—¡Aquí estás, Potter! ¡Mira que eres nenaza! Parker te anda buscando por todo el maldito castillo.

Yo no tuve fuerzas ni para decirle que me dejara en paz. Él se dio cuenta de ésto. Suspiró, y puso una cara como si le fueran a dar arcadas.

—Mira, Potter... Yo soy el primero que se va a reír de ti cuando te vea haciendo el ridículo encima de una escoba, pero no quiero que Gryffindor pierda este partido, pienses lo que pienses. Así que levanta el culo de una vez, y demuestra que sabes atrapar un estúpida snitch. Cuatro años de clases de vuelo te tienen que haber servido para algo.


A las cinco en punto, me llevé los dedos al pecho, que es lo que hago cuando estoy a punto de enfrentarme a algo importante, y me puse en pie. La Sala 1 estaba vacía otra vez. Lysander Scamander apareció en la Sala 1 como un reloj.


En mi cabeza siempre suena Rise de John Dreamer cuando Albus se despierta a la mañana en el submarino y se encuentra después con Rose junto al ventanal. Siento que esa canción le pega mucho a la escena. Espero que os haya gustado. Nos vemos en el próximo.