XI – Cuenta atrás

–¿Mañana tienes una cita?

Ran sonreía con dulzura a la pequeña científica aunque ella contestó con pura indiferencia al tapar la boca con el nivel del agua de aquel cálido baño que compartían. Sus ojos no miraban a un punto fijo, se hallaba ausente en sus pensamientos.

Lo que la pequeña no sabía es que Mitsuhiko había quedado en privado con Ran esa misma mañana para tener información de una cita perfecta. No le hacía gracia tener que quedar con ese niño con la situación actual, pero mejor era eso a que viniese cada día a su casa hasta recibir una respuesta positiva con Gin rondando por allí.

Para suerte de ella pudo adelantarlo en vez del día de San Valentín, ese día sería una locura y necesitaba ayudar al pequeño detective en sus problemas amorosos aunque a ella le doliese…

–No es una cita.

Ran parpadeó, sorprendida por la fría respuesta de la niña, en verdad pocas veces se comportaba infantilmente, siempre parecía más adulta que ella. Se recogió el cabello húmedo en un recogido para disfrutar mejor de la sensación del agua caliente en su piel.

–¿No te gusta Mitsuhiko?

–No me interesan los niños.

–¿Vaya Ai, te gustan más mayores que tú? –soltó una cálida risa que hizo que la niña la mirase por el rabillo del ojo fríamente –. En verdad, te pega, eres muy madura para los chicos de esa edad.

La estudiante se mordió el labio, unas motas de tristeza aparecían en su mirada.

–La verdad es que yo también tendría que mirarme a uno más maduro –se cogía ambas piernas bajo el agua, para apoyar su cabeza en las rodillas –, los chicos hasta cierta edad solo piensan en ellos mismos… Shinichi solo piensa en sus casos…

–No tiene nada que ver –suspiró ante el patético comportamiento de la chica, odiaba ver lo débil que era y lo poco que se espabilaba –. Los hombres, sin importar la edad que tengan, siempre pensaran en ellos mismos.

–Ai…

La pequeña salía del agua, para secarse los cabellos y su pequeño cuerpo. Abrió la puerta sin antes dirigir una última mirada a la joven que la miraba. Iba a ser el primer y único consejo que le daría a esa chica que tanto le recordaba a su hermana.

–A veces los actos más importantes no son los que se ven a simple vista.

La chica sonrió, no le salían las palabras y, por una extraña razón, sintió algo de celos en aquellas palabras… pero seguramente serían imaginaciones suyas… la pequeña científica se vistió para salir al comedor donde se encontraba Conan viendo las noticias de la televisión.

–¿Qué tal el baño?

–Interesante.

El detective siguió con una mirada confusa como ésta se dirigía a su habitación, con una sonrisa burlona dibujada en sus labios. Preguntándose sobre qué habían hablado esas dos mujeres tan distintas en el baño.

Haibara cerró cuidadosamente la puerta para tumbarse en su futón, dándole una última mirada a su teléfono móvil… aun viviendo con ellos y compartiendo habitación se seguía sintiendo muy sola, sin tener a quien llamar…

No sabía bien cuando se había dormido, pero para cuando abrió los ojos las luces del sol la deslumbraron, escuchando la tranquila respiración de Ran a su lado en la cama que se encontraba en un puesto más alto que la suya. En parte, agradecía poder dormir tranquilamente bajo el mismo techo que Kudo.

–¿Has dormido bien? –esa voz apareció detrás de ella al cerrar la puerta, para dirigirse a la cocina, la pequeña reaccionó con un pequeño bote de sorpresa.

–Conan, la próxima vez que me aparezcas por la espalda sin avisar, te golpearé en tus partes –amenazó, mirándole a los ojos –, te lo juro.

–En serio, tu buen despertar siempre me sorprende –sonrió divertido al ver como poco a poco Haibara volvía a ser la misma, preguntándose si con Gin era igual –. ¿Vuelves al laboratorio?

Haibara le miró, por el rabillo del ojo, dirigiéndose a la cafetera donde ya estaba preparado el café para conseguir el calor que le faltaba para empezar el día. Vertió con delicadeza su dosis diaria en una de las tazas de porcelana para darle un pequeño sorbo.

–No, he quedado con Mitsuhiko –explicó, agradeciendo esa sensación de calidez en su cuerpo –, ¿tú qué haces tan pronto levantado?

–Yo también he quedado –se sentó a su lado, tecleando algo rápidamente en su teléfono móvil –, hoy hay una reunión en el FBI y me han invitado.

–¿El FBI?

Conan levantó sus hombros, si ella no le contaba nada él haría lo mismo. Jodie junto con Akai le esperaban para comenzar el plan de cómo cazar al mejor asesino de la Organización y uno de los contactos directos con el líder. Aun estando en estado infantil seguía siendo muy ágil y capturarlo con tantos niños de por medio era muy arriesgado.

El pequeño detective volvió en si al escuchar como la pequeña dejaba la taza en la mesa de la cocina para lavarlo, cuando ella quería era tan sigilosa como los hombres de negro.

Bueno fue uno de ellos, ¿no?

Los dejó a causa de la muerte de Akemi.

Pero ahora sabiendo toda la verdad que había…

¿Volvería con ellos? O peor aún, ¿volvería con Gin?

–Conan, me voy ya.

–Que vaya bien la cita.

–¡Que no es una cita!

Conan sonrió, victorioso, pocas veces podía hacer rabiar a aquella mujercita tan orgullosa de pasos dignos, como si llevara una corona sobre sus rojizos cabellos que no debía dejar caer. Miró un último vistazo al reloj que colgaba de la pared, ya era la hora.

Un coche blanco le esperaba a las puertas de los despachos Mouri, reconoció el modelo, era el de Jodie. En su interior le esperaba junto con Akai sin el disfraz y James Black, una vez subido arrancaron para alejarse de allí lo antes posible.

–¡¿Entonces sabías que Sherry estuvo con Gin?! –Jodie no pudo poder ocultar su rostro de sorpresa mientras conducía a gran velocidad a su pequeño cuartel de Japón –, no me creo que en todo este tiempo protegía a la chica de ese asesino, pensaba que estaba con Vermouth.

–Cuando logré infiltrarme ya estaban juntos –explicaba sin ganas, mirando el paisaje de su ventana –, intentaban ocultarlo pero hasta en ese mundo los rumores son la comidilla de todos y pocos se atrevían a acercarse a ella por miedo a recibir un disparo de él.

Conan se mantenía en silencio, recordando las lágrimas de ella. Seguramente por eso no quería contárselo a nadie y lo ocultaba en lo profundo de su corazón aun siendo una gran carga para ella... para no ser señalada y valorada por ese maldito pasado que no podía dejar atrás.

–Entonces –el pequeño detective interrumpió aquella tensa conversación, mirando a su compañero de asiento que casualmente era Akai –, ¿creéis que va a ser está noche?

–Sí –contestó Akai, haciendo que los demás estuvieran atentos a esas palabras –, según Kir su fecha límite es esta noche. Por el momento nadie sospecha nada pero si en algún caso no se llevara a cabo le buscarían –se mofó –, y en su estado actual no le iría bien.