XIV – A contrarreloj

¿Cómo podía moverse a través de la oscuridad?

¿Qué tenía pensado para asesinar a ese político?

Conan corría entre la multitud con Jodie al lado, iluminados por la linterna del reloj de éste. Todos los agentes se movían entre la oscuridad, aprovechando la situación para llevar sus armas con el silenciador colocado, buscando a su presa solitaria.

El pequeño detective le daba vueltas al asunto, era los mismos movimientos que Pisco utilizó en aquel fatídico caso. Necesitaba un tipo de señal para que el hombre de negro se moviera ágilmente sin llamar la atención… pero no encontraba ninguna pintura luminiscente en la sala.

¿Y si no iba a atacar por ahí desde el principio?

–¿Jodie, dónde estaba el político cuando la luz se fue? –poco a poco su deducción iba encajando para encontrar la localización de Gin, seguramente Akai ya iba un paso más por delante pero no lograba contactar con él.

–Estaba dando un discurso en el escenario –intentaba orientarse, intentando que su arma no chocara con ningún civil de la sala –, aún sigue ahí vigilado por los nuestros.

Una pensamiento cruzó la mente de Conan, con qué era eso... no necesitaba estar ahí necesariamente, ya tenía el camino marcado sin necesidad de dejar pruebas, error que si cometió Pisco.

–Está arriba… por eso quería este evento, este edificio y este día… –alarmó a su compañera, seguramente no entendía que quería decir pero con tres palabras sabría a que se refería –, luces de emergencia.

–¡La rata está en la tramoya superior! –avisó Jodie por su micrófono –. ¡Disparar las señales de emergencia!

Todos levantaron las armas a la vez, detrás del telón para crear un espectáculo de luces a causa de la salida del disparo del arma. La gente aplaudía, pensando que era un número más de distracción a causa del contratiempo, sin conocer la oscura razón que se encontraba detrás de aquellas armas silenciosas.

Se escuchaban los golpes de las balas al chocar contra los puentes metálicos de la parte superior del escenario. Gin sujetó con fuerza la mano de la joven para seguir hacia adelante, atravesando la lluvia metálica que podía matarles en algún momento.

Una luz caía, detrás de otra… poco a poco el camino se volvía más peligroso para ambos, un paso en falso y caerían de varios metros de altura contra el escenario.

–Maldita sea –gruñó el chico de negro sin antes sacar el arma de su bolsillo, apuntando a la cuerda que tanto había estudiando en planos anteriores. Si fallaba sería el fin para ambos, se lo jugaba todo en un solo disparo.

No podía acercarse más, sentía como la chica que había arrastrado con él ponía la cabeza contra su fuerte espalda, temblando al sentir la adrenalina del momento por su sangre.

Entrecerró sus ojos, soltando un leve suspiró antes de apretar el gatillo. Una bala silenciosa salió de ella, partiendo la cuerda limpiamente en dos antes de sumergirse en una oscuridad absoluta. Un fuerte ruido se escuchó más abajo, junto a unos gritos de horror por el fuerte temblor de la madera a causa del fuerte choque del foco contra la persona que tenía debajo y el suelo.

Finalmente las luces se encendieron, Gin dio por hecho que algún miembro del FBI o el chico de Sherry habían dado con la fuerte de alimentación del tablón eléctrico del edificio. Una fría y macabra sonrisa apareció en el rostro del chico de negro al poder ver como su objetivo se encontraba bien aplastado junto con un gran charco de sangre.

–Por una vez tus amigos me fueron útiles –se mofó observando a Sherry, que vestía con un vestido negro que había cogido del armario de la madre de Shinichi –. Sabía que esperar hasta el último día me daría sus frutos, son tan fáciles de manipular esta policía americana…

–Entonces –abrió los ojos sorprendida, se había metido en la boca del lobo aun sabiendo todo lo que había detrás –. ¿Lo sabías todo?

–Pequeña Sherry –se rió, acercándose más a ella. Sentir que había completado con éxito la misión aumentaba su excitación –, ellos eran la última pieza.

Sherry intentó abrir la boca pero las palabras no salían, entendía perfectamente lo que quería decir, estando tanto tiempo con él conocía perfectamente su mente oscura: Seguramente la gente daría por hecho que el foco había caído por el espectáculo de las armas del FBI y para que ellos quedasen impunes no lo negarían…

–El crimen perfecto no es salir libre, si no culpar a otra persona –guardó el arma, debían salir de allí lo antes posible –. Recuérdalo siempre.

Le intentó contestar una vez más, pero observó una sombra detrás de Gin: era un miembro del FBI había llegado hasta ellos gracias a la luz, sacó su arma rápidamente para apuntarle y realizar el disparo que les daría el triunfo de la noche.

–¡Gin! –sin saber la razón, le empujó hacia un lado recibiendo ella el disparo, un dolor punzante atizó un costado de la joven haciendo que se sentara sobre sus rodillas.

El joven de negro disparo tan rápidamente hacia la cabeza de su enemigo que le impidió cualquier posibilidad de contraataque. Observó atentamente como el cuerpo del agente caía inevitablemente por uno de los lados de ese puente metálico para caer hacia el escenario. Los gritos de pánico junto con los golpes de la gente para poder huir se hacían presentes en aquella brutal cacería.

Gin se giró con rostro sereno, inexpresivo, conectando su mirada con la de ella.

–¿Puedes andar? –apartó con cuidado la mano de la joven científica para observar como ésta se encontraba manchada de sangre, el color negro del vestido disimulaba bastante bien la gravedad de la herida.

–C-creo que sí… –respiraba con dificultad, escuchando como Gin volvía a disparar su arma hacia otro agente que se acercaba con agilidad a su localización mientras con la otra mano ayudaba a levantarla, impasible –, s-solo es un rasguño…

El chico miró de reojo a su compañera, sabiendo perfectamente que mentía con descaro. Estiró fuertemente de su mano para salir de allí, los pasos se volvían múltiples por diferentes lados, si continuasen ahí acabarían acorralados.

Le costaba seguir el ritmo de Gin, corría a una gran velocidad, camuflándose en muchas ocasiones entre toda la multitud asustada, pasando desapercibido aunque fuera unos minutos gracias a su nuevo aspecto. Pudo observar a varios metros de él como una agente rubia de ojos azules intentaba comunicarse con alguien por un teléfono móvil, completamente nerviosa al contemplar como la situación se descontrolaba.

Finalmente lograron bajar a la zona del aparcamiento donde se hallaba el auto que había robado anteriormente, entrar con su porsche en esa situación era como un cartel indicando donde estaba en todo momento. Sintió como la chica caía al suelo, con seguridad, al bajarle la adrenalina sentía el verdadero dolor de la herida.

Estaba completamente pálida, jadeando de dolor. Gin se agachó a su lado, ahora que si podía diagnosticar mejor el estado de la herida, con brutalidad rompió una parte del vestido para acceder mejor a la lesión. Aunque su mirada aun se mantenía impasible veía como el tema era bastante grave.

–Sherry, súbete a mi espalda –ordenó fríamente, colocándose para que ella le obedeciera con esfuerzo. Estiró sus piernas para seguir caminando hacia el auto con ella a cuestas, pasando al lado de un auto que tenía todos los cristales tintados –. Cuenta hasta mil y más te vale no perder la conciencia.

–S-Sí… –salió en forma de susurró, apoyando su frente contra la nunca de él.

–H-Haibara… –Conan no salía de su asombro al ver la situación desde el coche que éste mismo había cruzado. Junto con Akai le esperaban para empezar la caza desde otro ángulo de la misión: la huida.

Akai no contestó, solo se limitó a coger el micrófono de su radio del auto para comunicarse con los suyos. Era muy arriesgado que apareciese de la nada delante de Gin, la vida de Kir estaría en juego y ahora la de Shiho.

–Civil herido con la presa –arrancó el coche, al ver como el chico de negro dejaba con cuidado el cuerpo de la chica en el asiento del copiloto para luego entrar en el de al lado para comenzar así su huida –. No disparéis, ahora nos encargaremos nosotros de todo.

Su mirada conectó con la del pequeño detective, que volvió a mirar totalmente serio la ventada de delante, pensativo, la caza solo acababa de empezar. Pero lo que no sabían es que el coche de Vermouth se encontraba en otra parte de ese mismo parking, lo que era el juego de dos se iba a convertir en el de tres...