XX – San Valentín (Noche)
–Salud.
Dos copas chocaban, a causa del tímido brindis que se realizaba en una de las mesas de aquel costoso restaurante de Beika. Ran sonreía, con un destello de ilusión en su brillante mirada sin dejar mirar a Shinichi que le devolvía la sonrisa de una manera más picara.
–Me alegro que hayas vuelto –rompió el silencio la joven mientras cortaba la carne del exquisito plato con un cubierto de plata –. Aunque sea solo para unos días.
–Ya que me lo suplicabas de esa manera –se burlaba dulcemente de su compañera –, he podido apartar el caso por estas fechas.
–¡Yo no te he suplicado!
Estaba sonrojada, cayendo de cabeza a la provocación del joven detective. Aún su corazón latía nervioso al saber que éste había reservado una habitación en ese mismo hotel en el que se hallaban, si su padre supiera donde estaba de verdad iría rápidamente a por él con una pistola en mano.
No podía evitar recordar la cara de Sonoko, ilusionada, escuchando atentamente
Como su fiel amiga explicaba la pequeña cita que iba a tener, probándose sus mejores vestidos para aquella ocasión. Seguramente ahora estaría cotilleando con el resto de la clase por teléfono y creando su coartada…
–¿Estás bien?
–Ah, sí, no te preocupes –sonrió, todavía más al pensar el esfuerzo que había hecho éste para poder verla, el consejo que le dio la pequeña Haibara apareció en su mente –, solo he recordado una cosa que me dijo una nueva amiga que tengo.
–¿Amiga? –arqueaba la ceja sin saber a quién se refería –. ¿Ha llegado alguien nuevo a la escuela? –esperaba que no fuera así, ya era lo suficientemente desagradable la visita de Gin al parvulario para que apareciese otra persona al instituto Teitan.
Ran negó con la cabeza, para luego dar un pequeño bocado al delicioso plato que tenía en su lado. No pudo evitar cerrar los ojos para deleitarse del sabor de aquella carne de alta calidad que pocos podían pagar, bueno, una noche era una noche.
–Se llama Ai Haibara –se sorprendió al ver como el chico escupía un poco de la copa al atragantarse súbitamente.
–¿T-te ha dado un consejo?
La joven parpadeó un par de veces, sorprendida.
–¿La conoces?
–N-no –intentaba rectificar su error, le había sorprendido que aquella mujer le hubiese dado un consejo con lo distante que era con ella –. Solo me sorprende la confianza que has cogido con una persona que conoces en tan poco tiempo.
–Vosotros los hombres, sois más desconfiados –mostraba rostro digno, molesta por las palabras de Shinichi.
–¿Se puede saber que te dijo?
–A veces los actos más importantes no son los que se ven a simple vista –se sonrojaba levemente, mirando hacia un lado –. Me hizo entender que aunque no te vea no significa que no estés pensando en mí o… que no me quieras –se sonrojó todavía más al recordar la declaración en Londres.
–R-Ran…
Ninguno de los dos hablaba, dejando que el murmullo de los demás comensales les envolviera. Shinichi paladeaba su plato, esas palabras no eran propias de ella, como se imaginaba llevaba muchos días extraña… pero, sobre todo, más tensa con él.
La velada siguió tranquila, sonrientes, con bromas de por medio mientras ella le ponía al día con todo respecto a su vida y las clases que se perdía. Shinichi le escuchaba atentamente, con su barbilla apoyada sobre la palma de la mano, aunque en el fondo sentía preocupación por la joven científica.
¿Esa frase, lo había aplicado con Gin?
Desde que le contó la verdad en el río…
Ambos se levantaron, pagando él la cuenta. El silencio del ascensor era tenso por los nervios de ella, era un paso tan grande para la relación. Shinichi mantenía su mirada al suelo, apretando suavemente la mano de la chica, acariciando su dorso con el pulgar.
Shiho, no, Sherry estaba formada por varias capas que él pudo ir conociendo con el paso del tiempo: La Sherry testaruda, la fría y manipuladora, la amable y empática… la inteligente aunque tan asustadiza… pero, ¿esa con la que estaba hablando todo este tiempo, quien era?
–A veces los actos más importantes no son los que se ven a simple vista.
El detective conectó su mirada con la de su pareja, por unos instantes no se había percatado de la cantidad de personas que habían subido en el mismo ascensor durante su estado ausente.
–¿Cuándo dices que te lo dijo? –seguía acariciando los nudillos de la chica, su mano era tan distinta a la de la científica. Ella las tenía suaves y cuidadas mientras las de Ran eran fuertes y con algunas rozaduras a causa de los extenuantes entrenamientos de Karate.
–¿Eh?
–El consejo de Ai Haibara.
–Ah –miraba hacia arriba, intentando recordar –. Me acuerdo bien que fue antes de que ella tuviera una cita, cuando volvieron con Conan de la excursión del parvulario… esa niña te gustaría –sonrió nuevamente –. Tiene dos dedos de frente para la edad que tiene.
Shinichi ladeó su sonrisa, si supiera que esa chica en verdad tenía dos años más que ella… Ahora que lo pensaba no sabía la edad de Gin, pero si tenía una relación con ella tampoco debían de tener mucha diferencia de edad… aunque eso en la vida dentro de la Organización tampoco debía importarles mucho a sus hombres.
Su corazón dio un vuelco, su cabeza conectaba una vez más todas las piezas de aquella conversación. La conversación en el río, el consejo de Haibara, los comentarios tensos y distantes hacia él… y si…
Y si con quien estaba hablando… ¿Era la Shiho enamorada?
Sus latidos resonaban contra su pecho, de una manera casi dolorosa. Sentía como la sangre de sus venas se enfriaba mientras sus pupilas se contraían a causa del terror de aquella idea.
¿Ella estaba tensa porque cada vez que estaba a su lado le hacía darse cuenta de que todo aquello del pasado estuvo… mal? ¿Y si subconscientemente, en su cabeza, se sentiría confusa de sus sentimientos hacia Gin? Akemi se sacrificó para ser el motivo de ruptura de aquella relación, y ahora con todos los últimos acontecimientos… se la había servido en bandeja de plata. ¿Por eso quería tanto estar sola? ¿Por una parte le asustaría esa soledad, pero por otra necesitaba esa calma para poner en su sitio sus sentimientos?
–¿Shinichi… estás bien?
Sabía la razón de su preocupación: En el espejo del lujoso elevador contemplaba su rostro, pálido, con algunas gotas de sudor en la frente. Intentó hablarle, dejar esa cita para otro momento pero la melodía de su teléfono móvil hizo ese trabajo por él.
–¿Sí? –por Dios que fuera ella, que todo estuviera bien. ¿Por qué la dejó sola?
–Lo siento chico –la voz de Akai le contestaba, no le importó el cambio de voz del niño ya que conocía la verdad de su estado –. Cita anulada, Jodie está de los nervios junto con Shiho y yo no puedo dejar mi posición –el corazón de Kudo se detenía, temiéndose la razón por la que él no podía ser visto –. Se ha encontrado cara a cara con Gin hablando con la chica, ha escapado.
