XLV – Cruzando el umbral
¿Cuánto tiempo había pasado? ¿Días?
Sin relojes ni ventanas era muy difícil controlar la noción del tiempo en aquella pequeña estancia, la única decoración que se podía apreciar en una de las cuatro paredes era un fino espejo, aunque la deducción de Sherry indicaba en que realmente se trataba de una ventana falsa que utilizaban para observarla como un ratón de laboratorio.
Inspiró, colocando su espalda contra la fría pared, recordando como una de estas salas vivió el momento de su fuga y ahora su regreso. Necesitaba saber que todo estaba bien, que no había puesto en peligro a ningún ser querido…
Un pequeño movimiento en la puerta hizo que la joven dirigiera su cansada mirada hacia ésta para ver como un joven de piel oscura y cabello dorado se asomaba con cautela, por si la chica aprovechaba ese momento para atacarle de algún modo y escapar.
Finalmente sus miradas conectaron, apareciendo una sonrisa sincera en el rostro de él en forma de saludo y muestra de paz.
–Hola, Sherry.
–¿Bourbon? –parpadeaba, perpleja, sin entender porque estaba él en vez de Gin –. ¿Qué haces aquí?
–Vengo a rescatarte, no creo que quieras pasar más días aquí encerrada –alzó la mano en gesto de ayuda pero lo único un consiguió es que la joven se apartara, desconfiada –. Entiendo tu malestar por la espera, pero hemos tenido que seguir los mismo protocolos de siempre, comprende que debíamos observar como reaccionaba todo tu entorno con tu desaparición y más si estabas bajo la protección del FBI.
–¿Y los niños?
–De eso no debes preocuparte, ya estabas dada de baja antes de todo esto –él se encargó de esa parte, infiltrándose como un profesor más –. No ha saltado ningún tipo de alarma ya que nadie del parvulario a preguntado por ti.
–Entonces…
–Por lo que yo sepa no ha habido ninguna baja.
Colocó la mano sobre su pecho suspirando aliviada al comprobar que, como predijo Subaru Okiya, no había ningún peligro con su historial. Aunque no le gustara para nada ese hombre, las pequeñas reuniones que tuvo con él a espaldas de Shinichi le habían dado la seguridad que necesitaba para volver con la Organización que tanto la buscaba.
–Estarás bajo mi tutela –volvió a sonreír para que la chica regresara a la conversación –, como puedes recordar no quise hacerte ningún daño durante nuestro encuentro en el tren y continuará siendo así.
¿Ah, por eso Gin no había logrado la supervisión?
Teóricamente, la última vez que se vieron se llevó varios disparos de recuerdo.
Sintió un escalofrío en la espalda haciendo que se acobijara un poco más con su abrigo, ahora maltratado y descuidado por el paso de los días, ocasionando que el chico malinterpretara el gesto. Nuevamente se acercó, intentando que no se sintiera como una presa acorralada.
–Se hace tarde, al salir verás bastantes miembros interesados en tu seguridad –cambiaba de tema mirado el reloj de su muñeca, adornando su nueva situación; a partir de ahora la joven sería vigilada 24h por bastantes miembros de la Organización, lo mismo que hicieron con su difunta hermana –. No interactuarán directamente contigo pero nos acompañarán hasta que lleguemos a mi casa, simplemente ignóralos.
Sherry asintió con la cabeza mientras se colocaba detrás de él para seguirlo hasta donde tenía aparcado el coche. Agradeció el aviso de su compañero nada más salir de su jaula, el contraste de varios hombres y mujeres de negro contra la blancura del edificio la inquietó por unos segundos. Como sugirió su compañero lo mejor era agachar la mirada para continuar con su camino.
A diferencia de Shiho, Bourbon si miraba de reojo cada una de las caras, contando el número de personas que los escoltaban. ¿Cuáles de ellos seguían las estrictas ordenes de Gin? ¿Y de Rum? Con más estuvieran con ellos menos habrían en la misión de purga de espías que Gin le comentó. Sin saberlo el regreso de Sherry les habían brindado una oportunidad muy valiosa y siempre se lo agradecería en nombre de todos los NOCS que compartían el mismo fin: destruir desde dentro esa oscura institución. Habían logrado lo imposible, abstraer los ojos del segundo al mando hacia otro objetivo, haciéndoles ganar un valioso tiempo que aprovecharían cada segundo.
Un día más para ellos significaba un día menos para la Organización.
El trayecto en coche fue tranquilo, por sorpresa de Sherry era de noche y no dejó de contemplar como la luz de la luna les iluminaba hacia ese futuro desconcertante. Sin poder acceder a Gin sería más difícil entregarle los antídotos.
Seguramente estaría buscando una solución rápida, ¿no?
¿O lo tenía difícil si se trataba de una orden directa de Rum?
El bloque de pisos de Bourbon se encontraba en un barrio tranquilo, mientras se bajaba del coche Sherry observaba como la escolta no se encontraba cerca de ellos, nada hacía parecer que los habían estado siguiendo desde el inicio del viaje.
–Nos estarán observando desde los edificios más colindantes, si no traspasas la línea no tendrás que preocuparte por ellos –contestaba a la pregunta interna de la chica, cerrando de un solo golpe el maletero –. ¿Entramos?
–Como si tuviera otra opción.
–Cuando aprobaron mi petición aproveché tu tiempo de cuarentena para acondicionar la habitación de invitados para ti, espero que no te falte de nada… –no pudo evitar sonreír ante el mordaz y irónico comentario de la chica, ni ante esa situación perdía la dignidad –, es la primera puerta a la derecha, entra, la de enfrente es mi habitación.
La casa era pequeña pero acogedora,
No se sentía como si hubiese perdido su libertad.
Shiho contemplaba el escritorio, sin saber que esa misma habitación fue una vez la del fiel amigo de Bourbon; Scotch. Abstraída en sus pensamientos y bajo la atenta mirada del él, acariciaba con las puntas de sus dedos el fino y delicado tacto de la madera mientras se dirigía al armario. Melancólica recordaba que ya no tenía nada que guardar, todas y cada una de sus pertenencias se encontraban a salvo en casa del profesor.
Al menos quedarían rastros de su antigua vida entre sus seres queridos.
¿Qué estaría haciendo ahora Shinichi? ¿Estaría disgustado con ella?
¿O indignado con el FBI pero sobre todo con Okiya?
–También me he encargado de tu ropa.
Sherry parpadeó confusa, volviendo una vez más en si, observando a Bourbon.
–¿Cómo?
–No quería que te faltara de nada, compruébalo –sonrió.
Abrió la puerta, dudosa, estaba en lo cierto: varias prendas de ropa la esperaban en el interior. Tristemente el color negro del que tanto había huido predominaba ante los demás. Con recelo levantaba una a una cada prenda, examinándolas sin bajar en ningún momento la guardia ante el hombre de negro.
–¿Cómo conoces mis tallas?
–Digamos que tengo una buena "intuición".
–¿Intuición? –Repetía, incrédula ante la situación –. Siempre escuché de ti, te describían como una persona muy observadora y que nunca saben que planeas… pero esto ya es otro nivel.
Fruncía el ceño, sin dejar de examinar las pocas piezas que quedaban para poder llegar al final de la barra de metal, pero un vestido negro en concreto hizo que soltara un leve sonido de sorpresa, entendiendo por un segundo a que se refería con; la intuición.
Sentía como los latidos de su propio corazón provocaba que le temblaran ambas manos, ante una mirada de melancolía: ese vestido se lo regaló la misma Yukiko Kudo pocos días antes de su partida y que nunca encontró la ocasión para poder ponérselo. Aún recordaba sus charlas, como ambas tenían el mismo gusto por los diseñadores y la moda.
Entonces toda esa ropa, el calzado y los accesorios…
¿Lo había comprado todo ella?
Una pequeña sonrisa apareció en su rostro después de mucho tiempo, sin dejar de acariciar aquella fina prenda de ropa, era una manera muy cariñosa de decir que aún estaban con ella a pesar de todo, sin rencor por una marcha sin despedida alguna.
Pero que, sobre todo, confiara en el hombre que estaba justamente a su lado.
