L - Primer contacto (familia)
Un teléfono móvil.
Shiho acarició la pequeña pantalla del teléfono móvil que tenía entre sus manos, permitiendo que Gin subiera lentamente la cremallera del vestido de gala que llevaría durante la fiesta, sintiendo el frío trayecto por toda la espalda. Uno de los pequeños obsequios era ese pequeño aparato de última tecnología, aún no se podía creer que tuviera uno ahí mismo, en su poder y más viniendo de Gin.
–No te confíes, es una línea privada conmigo no vas a poder llamar a nadie más.
–¿A quién iba a llamar?
–Sabes perfectamente a quién me estoy refiriendo.
La joven científica agachó la mirada mientras se mordía el labio suavemente, en su interior quería preguntarle si Shinichi estaba bien, por qué no había una fotografía de él con los demás niños… pero, como todo acto ésta tendría su consecuencia que, perfectamente, podrían ser dos: La primera que Gin se cabreara profundamente contra ella por preguntar por él o la segunda, que se burlara nuevamente de ella, pero en ambas opciones y con seguridad no se lo iba a decir.
–¿No eran dos cosas? –intentaba cambiar de tema, como respuesta Gin le entregaba una tarjeta de color negro, reconociéndola al instante –. ¿Mi antigua tarjeta de debito?
–Poco a poco iré devolviéndote tu deseada libertad, de momento será la económica.
–¿Tendrá fondos? –una pequeña sonrisa burlona aparecía en el rostro de la chica –. ¿No habrán descontado de mi sueldo todo el material que destrocé el día que boicoteé la investigación de la APTX4869?
–Vaya que si te lo descontaron.
Sherry no pudo evitar ampliar su sonrisa, sin dejar de mirar la tarjeta se colocó un mechón de sus cabellos tras la oreja.
–Gracias por guardarla después de tanto tiempo.
Alzó su rostro al sentir como Gin acariciaba suavemente su mejilla, sentía el frío tacto del cuero de los guantes contra su piel provocando que se sonrojara ante ese gesto.
–Me tengo que ir –intentaba controlar sus propios latidos del corazón –. Mezcal debe de estar preguntándose donde diablos estoy.
–Sherry –éste le miraba con rostro sereno, guardando ambas manos en los bolsillos de la gabardina que tanto le caracterizaba en ese mundo de corrupción –. Pase lo que pase, si Mezcal entra en su habitación no entres con él.
–¿Por qué no?
A veces se sorprendía ante la ingenuidad e inocencia de Sherry.
–¿Tengo que recordarte como perdiste tu virginidad? (*)
Nada más entregar su invitación la recibieron con una gran sonrisa, era un salón muy amplio para un evento tan privado. Como predijo, nada más entrar, su escolta y los invitados vestidos de negro se entremezclaron entre ellos, creando así un camuflaje perfecto.
Se acercó a la zona central que consistía en varias mesas alargadas donde el buffet libre de alta cocina se hacía presente de forma muy elegante. Sherry nerviosa apretó su bolso, buscando la ubicación de su antiguo compañero pero no había ningún rastro de él, todas las caras de aquel recinto eran desconocidas para la joven.
Colocó su mano sobre el pecho, agobiada, aunque todos los participantes de ese lugar compartían el mismo fin no conocía a nadie de ahí. Agachó el rostro, provocando que su mirada quedara oculta bajo el flequillo; tanto Rum como Gin le habían dicho que toda esa gente era su verdadera familia pero aun así Sherry no podía evitar sentirse muy sola. Además, ¿Quién de ahí conocía su traición y quién no?
Sintió como una mano tocaba su hombro con plena confianza.
–¡Sherry! –sonrió Mezcal al encontrarla, pero ésta misma se borró al ver la postura de la chica –. ¿Estás bien?
–Sí –volvió en si, escuchando de nuevo el murmullo constante de la gente, se alegraba de verle.
–Estoy sentado con un compañero, vente.
Sherry asintió, observando como la guiaban hacia una mesa redonda, alejada del gentío. Por suerte, quienes la vigilaban mantenían una distancia considerada, sin romper él espejismo de que ella se encontraba completamente sola en aquella fiesta.
Seguramente ese gesto era otra orden establecida por Gin desde la comodidad de su habitación.
No pudo evitar observar como un hombre les estaba esperando, sentado. Según la percepción de Sherry esa persona tenía que tener más o menos la edad de su compañero. Se sintió sorprendida al ver como, ese mismo hombre, le miraba de arriba a abajo con frialdad, como si estuviera haciendo un examen mental sobre ella. Cosa que no agradó para nada a la joven científica.
–Sherry, te presento a Martell.
Sherry hizo una pequeña reverencia en forma de saludo, mostrando sus respetos como media japonesa que era. Recordaba la invitación y como ese nombre aparecía en ésta: él era el motivo de la fiesta.
–Martell ella es Sherry, jefa de laboratorios y líder en la investigación de la APTX4869.
–Ah, es un placer conocerla al fin en persona.
Rió en su interior, ahora sabiendo quien era la trataba de igual a igual, incluso con más educación. Decidió restarle importancia al feo acto de antes, no era la primera vez que le ocurría ni sería la última, muchos en el gremio pensaban que la persona que ocupaba ese cargo era alguien de una edad adulta, no una adolescente de dieciocho años para diecinueve.
–El placer es mío –finalmente se sentó con ellos, iniciando así la velada, relajándose mientras ignoraba una fina copa de champán que le colocaba un camarero sobre la mesa en forma de bienvenida –. Lamento la tardanza, tuve un pequeño lio con la habitación.
–¿En qué habitación estás?
–En una de las suites principales, en la última planta.
–Impresionante.
Alzó los hombros para restarle importancia, sin saber porqué el olor de la bebida burbujeante le estaba provocando unas ligeras nauseas. Con elegancia apartó la copa de su lado, tenía que centrarse a por lo que había venido.
–¿Pudiste traerme los apuntes?
–Claro, están en mi habitación –sonrió, dando un sorbo a su bebida –. Luego de la fiesta acompáñame un momento y te los daré.
–De acuerdo.
El aviso de Gin apareció en su mente, al parecer iba a tener razón y todo.
–No pude con la curiosidad y les eché un vistazo.
–¿Los has leído?
–No pude evitarlo al ver que estaba firmado con el nombre de tu padre –por primera vez sentía que había hecho algo prohibido por cómo le miraba su superiora, incomodándose un poco –. Soy gran admirador de sus experimentos, sobre todo de los trabajos que creó y comercializó durante su estancia en la farmacéutica Shirohato.
–Ya… era una farmacéutica muy conocida por sus grandes curas a precios económicos.
–Eso decía mucho de él –sonrió amablemente, intentando que su compañero entrara en la conversación pero éste sólo se limitaba a escuchar –. Es una pena que quebrara, tengo la sensación que los bocetos de esos papeles eran la idea principal de la Silver Bullet.
Sherry parpadeó, entonces lo que Gin arrancó del libro principal antes de dárselo era la idea original de la APTX4869 para que no interfiriera con su prototipo, pero si ese era el modelo que él se tomó ahora no le quedaba otra que investigarlo para crear su propio antídoto.
¿Tan distinta era la Silver Bullet de la APTX4869?
¿Qué tanto llegó a desviarse de la idea original?
Intentaba concentrarse con la conversación de su compañero, escuchar cada una de sus ideas, pero con cada minuto que pasaba se encontraba cada vez peor… sin saber por qué las náuseas iban a más, destrozando su estómago con una terrible acidez. No sabía si era por la presión constante de estar ahí, observada en todo momento por el séquito de los altos cargos o el saber que Gin esperaba su regreso.
–¿Te encuentras bien?
–Llevo unos días exigiéndome demasiado –se pasaba la mano por la frente, en parte no le estaba mintiendo –. Disculparme un momento, necesito un poco de aire fresco.
–Claro.
Sherry se levantó elegantemente, sujetando la falda de su vestido para que no se viese nada. Necesitaba salir de allí antes de vomitar, pasando al lado de las mesas donde reposaba la comida sin saber que eso complicaría más su misión… al oler los diversos platos de allí, mezclados entre sí, provocarían que las ganas de vomitar aumentasen.
Milagrosamente y sin saber cómo, llegó a tiempo a los baños, vomitando en uno de ellos de manera escandalosa. Por un momento pudo descansar, aliviada, sintiendo los cinco minutos de paz que su cuerpo le regalaba por vaciar el estómago, sintiendo en sus piernas el agradable y frío tacto del suelo. Respiraba agitadamente, al final la presión de hacer dos investigaciones a la vez estaban haciendo mella a su salud… jamás llegaría a imaginarse que la causa era la pequeña vida que seguía creciendo en su interior, ajeno al todo el peligro que vivía su madre.
Exhaló algo más tranquila, incorporándose con cuidado mientras se arreglaba un poco la forma del vestido. Una vez fuera abrió uno de los grifos, mirando su rostro en el espejo, tenía el rostro sonrojado por el esfuerzo. Se refrescó las manos, debía de admitir que ahora se encontraba mucho mejor.
–¿S-Sherry?
Ésta giró su rostro hacia la voz encontrándose, cara a cara, con una antigua y fiel compañera de laboratorios. Tragó saliva sin saber muy bien que decir, la última vez que la vio fue la noche de su fuga, dejándolos atrás en una investigación sin futuro… ella en cambio al ver que si se trataba de su superiora se abalanzó hacia ésta en forma de abrazo que sorprendió a la joven científica.
–Dios mío… no me lo puedo creer –sollozó entre los brazos de Sherry –, pensé que te habían matado…
La joven científica entristeció su mirada, acariciando la espalda de su compañera para intentar calmarla. Pensaba que iba a culparla, llamarla traidora o simplemente gritarle por su egoísmo durante ese tenso día del boicot, cuando Gin se la llevó de mala manera hacia la sala de las calderas.
Pero ahí estaba… llorando entre sus brazos.
–Cómo puedes ver estoy bien, tranquila.
–Ese día nos separaron a todos... –sollozó, intentaba explicar el traumático recuerdo entre lágrimas –, lo quemaron todo...
–Lo sé, todo irá bien –susurraba –, me alegra ver que tú también estás bien.
–Dios mío… estás viva…
Sherry cerró los ojos, sin romper el íntimo abrazo, permitiendo que las lágrimas de la mujer reposaran sobre su hombro sintiendo como algo se removía en su interior… por primera vez, desde que regresó, sentía una cálida sensación en su corazón: No estaba tan sola entre tantos cuervos, sí que había gente que la quería y que se preocupaba por ella, hasta tal punto de llorar entre sus brazos sin vergüenza alguna.
Como su fuera un miembro más de su familia.
Sonrió, por segunda vez iba a tener que darle la razón a Gin.
(*) Nota: Gin se burla de la situación del FanFiction del ''Error de Sherry'', cuando no la dejó salir de su habitación para pasar la noche juntos. (capítulos 10-11)
