LI – Primer contacto (intromisión)

–¿Seguro que no quieres tomar nada?

Sherry negó con la cabeza como respuesta. Había estado esperando el regreso de su compañero afuera, en todo momento, sin traspasar el umbral que separaba la estancia de él con el pasillo del hotel, cumpliendo así la orden que Gin le encomendó.

Agradecida tomó la carpeta que contenía todos los documentos de su padre: uno de esos papeles podría tener la respuesta que tanto necesitaba. Era como si, desde el más allá, sus padres aún seguían cuidando de ella, guiando cada uno de sus pasos.

–Podríamos seguir charlando.

–Es tarde, necesito descansar.

–¿No puedo convencerte?

–Buenas noches, Mezcal.

Sonrió en forma de despedida, girándose para marcharse de allí, tanta insistencia comenzaba a incomodarla. Agradeció que por fin entendiese sus negativas al comprobar que el hombre ya no le seguía, cerrándose la puerta del ascensor para ir al último piso.

Utilizó la llave para entrar, parándose de golpe enfrente de la puerta del comedor al escuchar como Gin alzaba la voz junto con el sonido del televisor de fondo: Por como entonaba la conversación estaba de muy mal humor.

–La cámara de los representantes ya está en marcha sólo falta que tú te encargues del de los consejeros, incluso para tus capacidades Vodka no es tan difícil hacer un puto formateo.

La joven científica apartó la mano del pomo de la puerta. Sin soltar la carpeta no pudo evitar recordar con mirada vacía la última conversación que tuvo con Okiya Subaru:

–Las elecciones están a la vuelta de la esquina –Okiya ocultaba su mirada bajo el brillo de sus gafas –. Necesitamos que una vez estés dentro nos saques cierta información.

–¿Información? ¿Sobre qué?

–Shiho… ¿les has escuchado decir alguna vez el termino formateo?

Ésta parpadeó ante la pregunta de Jodie, solo ellos tres se encontraban en aquella sala.

–Shiho –Jodie volvía a repetir el nombre de la chica de forma cálida, quería que la joven volviera a confiar en ella una vez más –, necesitamos tu ayuda, ahora más que nunca.

–Algo escuché, pero no sé de qué se trata –suspiró, sincerándose, sabía que Okiya usaba la presencia de Jodie para sacarle esa información –. Lo escuché una vez de una llamada que recibió Gin, pero él no se encargaba de ello.

–Lo hace Rum.

Ambas chicas giraron sus rostros hacia la localización de Okiya, al escucharle.

–Cuando comienza las elecciones ellos se encargan de infiltrar a uno de los suyos en el partido político ganador para así poder tirar de temas que a ellos les interesa modificar u eliminar –explicaba el hombre con los brazos cruzados –. Lo mismo ocurre en la cámara de los consejeros, pero lo que desconocen esos espías es que durante la disolución de las cámaras ellos también lo harán.

–¿Los asesinan?

–Por eso lo llaman formateo –en su mente recordaba la misión donde murieron muchos de sus hombres –. Pongo la mano en el fuego que la primera fase del plan era el político que Gin mató esa noche que te llevó con él, aunque desconocemos la razón por la que lo llevaron a cabo tan pronto.

Un fuerte escalofrío atizó la espalda de la científica. Por eso tenía tanta prisa con su plan y los antídotos, sin oportunidad de errores: Rum estaba detrás de esa misión.

–No entiendo como entro yo aquí, tú mismo lo has dicho de eso encarga Rum, no Gin.

–Entrarás –corregía Jodie levantando un dedo como si fuera a explicarle algo divertido, orgullosa con el plan del FBI –. Cuando estés con ellos Rum no querrá quitarte los ojos de encima, por ello, transferirá esa carga al tercero en el cargo: Gin y su división.

Shiho tragó saliva, no lo tenía muy claro, Gin era muy receloso con lo suyo.

–¿Queréis que descubra quienes son los espías?

–Si no lo haces seguramente utilizaran ese poder para crear una ley que nos compliquen el poder estar aquí, incluso de incógnito –contestaba ésta vez Okiya –. Quieren eliminar la plaga que somos para ellos de un sólo y eficaz golpe.

–Todos dependemos de ti –la mujer cogía una de las manos de la joven para calmarla –, consigue aunque sea un nombre, sólo te pedimos eso.

–Lo intentaré… pero no os puedo prometer nada.

–Otra cosa y jamás lo olvides.

–¿Qué?

–El día de las elecciones, no te vistas de negro.


Respiró profundamente mientras volvía a la actualidad, escuchando con atención la tensa conversación que Gin mantenía con su subordinado. Aún con tantas palabras en clave y sus tecnicismos se podía entender de que algo no iba bien… ¿pero el qué?

–Espera un momento, tengo una llamada por la otra línea –colgaba, mirando el teléfono móvil en silencio –. ¿Te está pareciendo una llamada interesante, Sherry?

Ésta exhalo en forma de quejido al ver como la puerta se abría de un sólo golpe, para ser recibida por una mirada fulminante por parte de Gin, helando cada milímetro de su piel.

–No quería molestarte –susurraba, observando como éste se había acomodado durante su ausencia: sólo llevaba puesto el pantalón, incluso caminaba con los pies descalzos –, si tanta privacidad quieres haberte quedado en tu casa.

–No me cabrees más de lo que estoy.

–Entonces no pagues tu mal humor conmigo.

Agradeció que el teléfono móvil volviera a sonar, utilizándolo como una buena excusa para poder marcharse de allí, encerrándose en la habitación junto con sus miedos de que Gin comenzara a sospechar de ella.

Quería tumbarse pero encima de la cama se hallaba un portátil encendido, como una prueba, estratégicamente preparada para ella. Lo reconoció al instante y sabía a qué venía ese gesto. No quería acercarse a ese condenado aparato, o como ella lo llamaba: la caja de Pandora que jamás debió de abrir. (*)

Se sentó frente el tocador, aliviando sus piernas mientras dejaba los documentos sobre la misma. Mirando su reflejo aún recordaba las pocas carpetas que pudo examinar de ese ordenador: daba igual los diferentes archivos que abriese siempre había algo peor que la anterior, sin rastro de esperanza para la gente de a pie… pero lo que nunca podría olvidar fue cuando vio el nombre falso que su hermana utilizaba antes de morir.

Si por ella fuera lanzaría ese ordenador por la ventana,

Era muy tentador pero mejor no cabrear más a Gin.

Gracias al reflejo del espejo pudo ver con comodidad como el asesino entraba en la habitación, al cabo de un rato, cerrando la puerta más tranquilo para colocarse tras la espalda de la chica.

Sin los guantes puestos podía sentir la cálida piel de Gin acariciado sus hombros hasta su espalda, intentando acceder a la cremallera del vestido. Sherry se levantó, como respuesta, para permitir que le quitara la prenda mientras seguía mirando el espejo.

–¿Crees que no sé qué tus amigos del FBI están intranquilos? –por primer vez, después de esa llamada su voz se mostraba serena, descendiendo su mirada a la vez que lo hacia la cremallera –. ¿Te han pedido que los ayudes después de lo que le hicieron a Akemi?

–Gin… yo no…

Seguía con rostro tranquilo mientras acariciaba los hombros de la chica, bajando hasta los finos brazos. Con unas de sus piernas pateó del suelo el vestido de Sherry para alejarlo más de ellos, dejándola sólo con la ropa interior.

–Aunque me cueste admitirlo, tu captura fue demasiado fácil, ¿no crees?

Una de sus manos se enredaba entre los cortos cabellos, tirando de ellos para que ésta levantara el rostro. No la hacía daño, conocía perfectamente los límites del dolor de Sherry. Tiró un poco más para acceder mejor al cuello donde marcaría un suave mordisco, deleitándose del gemido que ella daba como respuesta.

Tenía que controlarse, más de lo normal, para no dejar ninguna marca en la piel, hasta que llegara el día en que todos supieran que Sherry volvía a ser de su propiedad.

–¿Qué quieren saber?

–No sé de qué me estás hablando, Gin.

–Mientes.

Con la mano que tenía libre se dedicó a colarse bajo el fino tanga, entrando en el interior de la científica con unos de sus dedos, disfrutando de la calidez y la humedad de la excitación de Sherry.

–Te lo volveré a repetir –susurraba, cerca de la oreja –. ¿Qué quieren saber?

–No sé nada –intentaba reprimir un gemido al sentir como acariciaban su interior, tenía que mezclar la verdad con la mentira para poder confundir a Gin, aunque fuera sólo esas últimas horas de la noche –. Desde que me desperté me han tratado con cierta distancia, sólo se limitaban a mirarme y si me acercaba a ellos cesaban las conversaciones… parece que algo ocurrió mientras estaba dormida y no sé qué es –Gin tiró un poco más del cabello mientras continuaba con la intromisión, en el interior de la joven –. ¡Te juro que no sé nada!

Emitió un leve jadeo de placer, no aguantaba más como jugaba con ella en ese extraño interrogatorio. Las piernas comenzaban a no soportar su peso, estaba agotada y no sabía cuánto tiempo de más podría aguantar de pie, entre los fuertes brazos de él.

Seguramente Gin percibió ese dato porque comenzó a empujarla, por la espalda, con mano firme para que Sherry se tumbara contra el mueble: Compartiendo así el peso para que pudiera descansar.

Sherry sentía como una fría mirada la sometía tras su espalda. La fuerte erección de Gin encerrada en el pantalón hacia participe, contra su cuerpo, de una excitación que el hombre de negro tenía que mantener a raya si quería obtener sus tan deseadas respuestas.

–Parece que estoy relacionada con algo tan horrible –las lágrimas emanaron de sus ojos al recordar las frías miradas de los agentes de FBI ante ella –, que me han querido alejar de ellos. ¿Cómo crees que me van a pedir algo si no eran capaces de mirarme a la cara?

Gin finalmente salió del interior de Sherry, para recoger las lágrimas de ésta con el pulgar y saborearlas con la boca: por el momento había pasado la prueba.

–No me defraudes, Sherry.

Comenzó a buscar entre sus bolsillos, sacando una pastilla que ambos conocían a la perfección y que necesitaban para continuar con sus más profundos deseos.

Para ese cuervo aún quedaba mucha noche para disfrutar.


(*) Nota: Es el portátil que Sherry utilizó a espaldas de Gin en el fanfiction ''El error de Sherry'', con él pudo obtener más fácilmente el archivo que necesitaba para falsificar la defunción de Shinichi Kudo. (capítulos 41-42)