LIII – Revelaciones

El cálido y agradable aroma del café predominaba en cada rincón del laboratorio, caía de manera elegante dentro de una taza donde aguardaría a su dueña, pero ésta pasaría de largo, ignorándola. La joven científica iba de un lado para otro con un sólo objetivo: Comprobar que todo estuviera listo para la investigación de ese día, la única y pequeña muestra del anticonceptivo.

Masculló, como ya se imaginó, la cantidad de polvo que contenía esa cápsula era ridículamente pequeña para el número de pruebas que deseaba hacer. La única opción que tenía, para no desperdiciar la oportunidad que Gin le había brindado, era el de separar esa cantidad en porciones más diminutas y aprovecharlas lo máximo posible, aunque para ello necesitase un milagro.

Uno de los primeros pasos que Sherry llevó a cabo fue juntar esas partículas con un fluido en el que reposaba la APTX4869 para continuación meter la muestra dentro de una mezcladora magnética, donde se agitaría y se batiría de forma vigorosa, con una velocidad y temperatura constante hasta crear la unión perfecta entre ambas drogas.

Bostezó, ahora sólo tenía que esperar los primeros resultados. Ensimismada, bajo el sonido constante de la máquina, se apoyó contra su escritorio mirando el suelo. No pudo evitar sonreír al recordar el rostro de Bourbon cuando vino a recogerla con el coche bajo la atenta mirada de su escolta; también parecía estar realmente agotado.

–¿Una noche atareada?

–Sí, pasé la noche con Vermouth.

–Ah –parpadeó sorprendida ante esas palabras –, no sabía que erais…

–¡No, por dios, no! –quería quitarle esa idea de la cabeza –. ¡Sólo era una cena!

Amplió su sonrisa al rememorar como el chico se sonrojaba ante la confusión de la científica, en el fondo no le parecía mal tipo y Conan siempre confiaba en él.

Bueno en él y también en el agente del FBI, Okiya Subaru.

¿Por qué le daba la sensación de que ya lo conocía de antes?

El FBI... según las palabras de Gin la Organización Negra estaba al tanto de las inquietudes de la policía americana, tenían un espía entre ellos y sería difícil descubrir quién, a no ser... ¿no le contó Bourbon a Kaito Kid en el tren exprés que una vez se infiltró en el FBI para corroborar la muerte de Shuichi Akai? ¿Y si volvía a estarlo pero ésta vez con la compañía de Vermouth y por eso estaba tan cansado?

El pitido de la maquina hizo que volviera en sí, regresando a su tan odiada realidad, sin más esperas, se incorporó para buscar un lápiz electrónico; con él podría manejar más fácil y cómodamente la pantalla táctil de al lado del aparato para observar los resultados.

Era raro, según los datos sólo detectaban la APTX4869… como si hubiese puesto el recipiente únicamente con eso. Extrañada repitió los mismos pasos con la poca muestra que le quedaba, atenta en todo momento por si había cometido algún estúpido error durante el trayecto.

Esperó nuevamente pero ésta vez golpeaba el suelo con el tacón, inquieta a la vez de furiosa. Por culpa del egoísmo de Gin apenas le quedaba nada. Una de las pruebas más importantes y ya le daba error… ¿Qué diablos le pasaba a esa máquina? ¿Estaba rota?

Volvió a pitar y nada, ni rastro de ella. Confusa frunció el ceño, abriendo uno de los cajones del mueble para coger una pipeta. Inspiró para concentrarse, con el delicado artilugio sacó un poco del líquido de esa muestra tan problemática para colocarla sobre una placa que se hallaba bajo la lente del microscopio, sin saber lo que le esperaba.

Ahogó su exclamación para no llamar la atención del hombre de negro pero tras esa lente la APTX4869 estaba destruyendo las pocas células que quedaban de La Femme Fatale, sin piedad alguna. ¿Qué significaba todo eso? ¿El anticonceptivo era incompatible con la APTX4869? Si eso era cierto… ¿Había estado realizando relaciones sexuales sin protección alguna?

No, no podía ser, esa opción tenía que descartarla.

–Mierda…

Instintivamente se secó el sudor con la manga de la bata, sintiendo como el calor de su propio cuerpo aumentaba. Tenía que impedir que la ansiedad se apoderase de su mente y de la situación en la que se encontraba, pero su propio cerebro la boicoteaba al recordar los estudios del reconstituyente sanguíneo: ¿Y si la volvió más fértil de lo normal?

¿Cuántos días pasaron desde esa noche?

Las miradas del FBI aparecieron en su mente; con seguridad la llevaron al hospital durante su extraño y profundo coma donde le harían un sinfín de pruebas… ¿y si una de ellas?

No podía ser, durante su recuperación si se preocupó de que no le bajara la menstruación pero Yukiko siempre le decía que no se preocupara de ello que durante el coma si la tuvo, dejando que Sherry pensara que el retraso pudiera ser un efecto secundario del antídoto.

¿La había estado mintiendo? ¿Kudo también?

Era algo difícil de aceptar pero a su vez contestaba muchas cosas.

Las medicinas prohibidas, las náuseas, el cansancio, el secretismo de Shinichi…

Le costaba respirar y un desagradable pitido que reconoció al instante resurgió de sus oídos, si no se calmaba iba a tener una ataque de ansiedad, como las que sufrió durante el duelo de su querida hermana. Tenía que calmarse, fingir que todo transcurría con normalidad bajo la incesante mirada de las cámaras de seguridad que tanto la vigilaban… sin saber que pronto iba a vivir una situación mucho más horrible al percatarse que el hombre que la escoltaba se hallaba, ahora, a su lado.

–¿Estás bien?

–S-Sí.

–Bien, porque tienes visita.

–¿Visita?

La puerta se abrió, alterando a la joven científica que abría más su temblorosa mirada al ver que se trataba de Mezcal pero lo que más la impactó era su estado: Ya no era ese hombre resplandeciente que vio durante el evento nocturno… ahora se encontraba gravemente herido, sangrando, con ambas manos esposadas hacia delante.

–¿Q-Qué ha ocurrido?

–Lo hemos interceptado –arrodillaban al científico, muy cerca de las piernas de Sherry, en forma de amenaza hacia ella–. Nos han chivado que sacó y leyó información confidencial.

–Eso es mentira.

Sacó un pañuelo del bolsillo a la vez que se agachaba a la altura de su compañero, limpiando una de las tantas heridas que esos hombres le habían propinado o incluso torturado. Miró los ojos del hombre, toda esa situación hacía que recordara dolorosamente la última vez que vio a Generic, igual de herido o incluso peor por culpa de la ira de Gin. (*)

–Eso no es lo que dice Martell.

Finalmente la mirada de Mezcal conectó con la de Sherry, entendiéndolo todo al unísono: Ese bastardo que no habló durante toda la fiesta lo había vendido, seguramente con la finalidad de obtener de manera rápida y fácil el puesto que él presidía.

–¿Y le creéis?

–Tú estuviste en esa fiesta, dinos entonces que fue lo que Martell vio.

Los dos hombres de negro se miraron, riéndose, en el fondo estaban disfrutando de la situación como los cuervos carroñeros que eran. Sherry palpó, instintivamente, el teléfono móvil que Gin le regaló tras la rígida tela de su bata, si pudiera avisarle de alguna manera... alzó el rostro para mirar de cara una de las cámaras, con el deseo que antes la aterraba; que hoy también la estuvieran vigilando y parasen esa cruel y macabra injusticia.

–Déjalo Sherry –finalmente el científico habló con una voz pausada y cansada –. Todo es mi culpa, jamás tuve que confiar en él y no quiero que te afecten mis estúpidos errores.

–Mezcal…

–Fue agradable verte, de verdad, no cometas los mismos errores que yo.

Un corto sonido metálico marcaba el final de esa trágica conversación, uno de los hombres de negro había quitado el seguro de su pistola, señalando con ella a la víctima. Ese hombre no tenía culpa de nada, incluso siendo traicionado por uno de ellos estaba cubriendo las espaldas de la científica.

–Soy su superiora –se levantaba, haciéndoles frente –, yo tomaré TODAS las represalias.

–Lo siento Sherry pero –colocaba el cañón del arma sobre la zona de atrás del cráneo, haciendo que el hombre malherido agachara más su cabeza, cerrando los ojos –, queremos que comprendas que es lo que ocurre cuando uno traspasa la línea.

–¡NO!

Un fuerte estruendo resonó en esa habitación cerrada, el mismo sonido que aquel disparo que cambió todo su destino, esa noche que simplemente quiso salvar la vida de Gin.


(*) Referencia al Fic; El error de Sherry (capítulo 39)