LIV – Inquietudes
–¿Sabes qué, Sherry?
La joven científica abrió lentamente su azulada mirada, girando la cara hacia el origen de esa oscura voz, sintiendo como su mejilla era acariciada por unas blandas almohadas de plumas. Sin darse cuenta estaba rememorando al detalle uno de sus peores recuerdos; un recuerdo que enterró con terror y desespero en lo más profundo y recóndito de su subconsciente.
Todo era exactamente igual: la calidez de las sábanas, los muebles blancos de madera, aquella ostentación pura y dura... incluso la fría mirada que la esperaba al final del trayecto. Como aquel día Vermouth se hallaba sentada a su lado jugando, entre sus finos dedos, con una pequeña y ensangrentada bala que reconoció al instante.
–Las balas de plata son valiosas pero difíciles de encontrar –rozaba contra sus labios aquella pequeña pieza para colorearlos con la sangre, potenciando así su gran belleza extranjera –, pero tú me has dado la más valiosa de todas... ¿Qué pensarán los altos cargos cuando se enteren de tú embarazo con Gin?
Sherry intentó incorporarse u hablar pero una fuerza invisible se lo impedía, sólo podía contemplar como esa mujer sonreía muy cerca de su rostro. Comenzando a dibujar, con esa misma pieza, un frío pero lento recorrido sobre la pálida piel de su tan odiada presa, para finalmente terminar sobre la zona del útero donde presionaría con suma violencia, hiriéndola de gravedad.
–¡Me muero de ganas de ver como ambos os pudrís en el infierno!
–¡NO!
Se incorporó rápidamente entre la absoluta oscuridad de la noche, sin querer había asustado a Haro que la protegía durmiendo a su lado. Bajo el silencio jadeaba, acongojada, sintiendo como ahora el cachorro lamía, con cariño, una de sus manos para calmarla junto con un gemido de pena.
Los primeros rayos de luz iluminaron cada una de las flores de los cerezos que llegaban a su apogeo y, con ello, la primavera se hacía cada vez más presente en las transitadas calles de Beika. Era una bella advertencia de lo que estaba por llegar... ya que, como su símbolo indicaba; la flor de Sakura era el espíritu japonés de la belleza de la vida, pero también de la muerte.
El olor del desayuno calmó un poco los temores de Shiho, observando como Bourbon se servía su propia ración, tranquilo... el tiempo pasaba de manera lenta, poniendo a prueba la paciencia de la joven ante la urgente necesidad de confirmar sus peores sospechas.
–Tienes que comer –se sentó frente a ella, ignorando el canal de noticias –, estuviste dos días inconsciente a causa del fuerte shock.
–Simplemente no tengo hambre.
Bourbon suspiró, cuando quería esa mujer era muy terca.
–Sé que viviste una situación bastante traumática –entendía perfectamente las circunstancias de Sherry; muchas noches su propia mente le atormentaba sin cesar, rememorando una y otra vez el día que se encontró el cuerpo sin vida de Scotch frente a Rye –, pero debes creerme cuando te digo que tú no tuviste la culpa de la muerte de Mezcal.
Realmente fue un movimiento muy mezquino por parte de la Organización matar a ese pobre hombre frente a la joven científica, una tortura de dos víctimas en el que Sherry se llevó el daño más difícil de borrar: el psicológico. Era un método cruel pero efectivo, seguramente con el fin de que la chica se aislase de los demás, manipulándola con el temor de que otros sufrirían el mismo destino que su difunto compañero si se relacionaban con ella.
–Escúchame Sherry, desgraciadamente seguirán queriendo torturarte de mil formas distintas, estuviste escondida bajo la protección del FBI y siempre te lo recriminarán... muchos miembros no están conforme con tu regreso.
–Lo dices como si yo hubiese decidido estar con ellos cuando, en realidad, fue al revés.
–Perdona si sonó como un reproche pero lo único que quiero decirte es que...
–¿Crees qué para mi era cómodo estar con ellos? –cortó la frase de su compañero, apretando los puños bajo la mesa, cerca de sus piernas –. Te recuerdo, que tanto mi vida como la de mi hermana quedaron totalmente destruidas por culpa de esa gente.
La famosa cuarentena en Tottori que duró un interminable año era imposible de olvidar, sobre todo, las largas noches en las que compartía cama con su querida hermana, escuchando como Akemi lloraba en silencio para que Shiho no la escuchase... pero ella también lo hacía, en su interior, sufriendo juntas el dolor de un corazón roto.
Bourbon suspiró nuevamente, no sabía cómo manejar la situación pero al menos se alegró al ver que la chica comenzaba a comer... aunque sólo fuera darle un pequeño sorbo al café. Como símbolo de paz imitó el gesto, escuchando finalmente las primeras noticias de la mañana... poco a poco los nombres de los representantes de cada partido político iban saliendo a la luz.
Quedaba semanas para las votaciones pero los altos cargos de la Organización ya movían sus fichas, entre las sombras, llevando de cabeza a toda la policía secreta de Japón. Saboreó un sándwich sin dejar de repasar, mentalmente, cada uno de los movimientos de Vermouth junto con la sección de reconocimiento que ésta lideraba; lamentablemente en su última cena con ella no pudo sonsacar gran cosa pero algo logró, no cómo el FBI y su gran velo de secretismos.
Instintivamente miró hacia su compañera que también escuchaba con atención las noticias.
¿Antes de infiltrarla le hablaron de él?
¿O prefirieron que esa fuera su decisión?
–Desconocía que te interesase la política, Sherry.
–Y no me interesa –parpadeó, recordando la fotografía que encontró en la gabardina de Gin, si quería confirmar esa información debía de ir con cautela, aprovechar que en esa casa estaban ellos dos solos –. Sólo es curiosidad... durante la fiesta, en el ascensor, uno de los hombres de mi escolta comenzó a hablar de un político en concreto.
–¿De quién?
–Hitoshi Sakaguchi.
–Vaya, entonces ese hombre de negro trabaja para Gin.
–¿Por qué lo dices?
–Por lo poco que sé... –colocó una de sus manos en la barbilla, pensativo –, es que Gin mató hace un par de meses al hermano mayor de ese político por órdenes directas de Rum o de esa persona, puede ser que descubriera algo de la Organización.
–¿Cómo sabes tú eso?
–Sherry, lo mató delante de las mismas narices del FBI e hizo que ellos cargaran con la culpa sin salir herido –tenía que admitir que ese cuervo era letal –, la Organización se jactó de ello durante semanas.
Shiho sonrió con desdén, obviamente salió ileso de esa noche porque ella fue su escudo.
–Entonces... ¿crees que se va a presentar?
–Seguramente, para rememorar la memoria de su hermano.
Sherry bajó la mirada mientras calentaba las manos con el calor de su taza, algo no cuadraba... según Okiya esa muerte fue el primer movimiento para el nuevo formateo pero, por lo visto, no era ninguno de los espías de la Organización dentro del parlamento. Si Bourbon estaba en lo cierto, ¿Qué fue lo que descubrió ese político para que un hombre como Gin fuera en su caza?
Lo único que podía confirmar, por el momento, es que Hitoshi Sakahuchi sí era de uno de los objetivos para el formateo. Ahora, vendría la parte más complicada: Advertir al FBI para que lo salvasen... ¿Pero cómo lo haría?
Miró el reloj de pared, se estaba haciendo tarde.
–¿Sobre qué hora nos iremos?
–¿A dónde?
–A los laboratorios –se mofó, cruzando los brazos –. ¿A dónde iría sino?
–De eso nada, tienes que descansar y los de arriba me lo han permitido –sonrió, echando hacia atrás la silla para comenzar a recoger la mesa –. Además le debes un buen paseo a Haro después de estar dos días contigo en la cama.
Nota de la autora: ¡Por motivos de vacaciones el próximo capítulo se subirá el lunes 10 de Julio!
