LVII – Las sombras que acechan
–Lo sabe.
Conan paró su camino, girándose para encontrarse de cara con un Akai acompañado de Jodie. Un día más había decidido visitar a sus padres en aquel piso franco, preparado únicamente para ellos. Desde que Shiho regresó a la Organización el apellido Kudo podría aparecer nuevamente de sus labios a través de los extenuantes interrogatorios que los hombres de negro tendrían preparados para ella.
Lo mejor era hacer caso a las órdenes de Akai, de ese grupo numérico, era el único que sabía lo que podía llegar a hacer esa oscura institución para mantenerse aún bajo la sombra del anonimato.
–¿Saber qué?
–Que está embarazada.
El pequeño parpadeó un par de veces atónito por las palabras de su compañero, extrañamente lo comentaba con voz calmada a contraste de Jodie; ella sí que le miraba con nerviosismo, aunque lo intentase enmascarar tras el brillo de sus gafas.
–¿Cómo lo sabes?
–La interceptamos ayer accidentalmente –ésta vez quien hablaba era la mujer de cabellos dorados –, por suerte Bourbon nos vio enseguida y la tapó con el paraguas para que no nos viera… con la escolta que tiene era muy arriesgado que mostrase alguna expresión que nos delatase.
–Salía de una farmacia –proseguía el agente del FBI –, esperamos a que se fuera para preguntar a la dependienta que había comprado, me gusta la confidencialidad que tenéis los japoneses… si no fuese por la placa de Jodie no hubiera hablado.
–Entonces…
–Iba a saberlo de un momento a otro, sólo alargamos lo inevitable.
–Ahora nos preocupa que… –murmuraba Jodie tapándose la boca con la mano –, lo sepa alguien más.
–¿Bourbon?
–No, ese día alguien les estaba persiguiendo.
–¿Quién?
–No llegamos a verle.
Ambos agentes se miraron entre sí, fuera quien fuese no parecía una amenaza pero aun así…
–Y… ¿cómo está?
–Se la ve exhausta pero está sana –sonrió levemente Akai para calmar la intranquilidad del niño, sin dejar de observar como Jodie se retiraba de allí para hablar con Yukiko –. Bourbon cuida bien de ella.
–¿Vas a decirme ya que estás planeando?
–Todavía no, lo lamento pequeño detective.
–No entiendo, siempre hemos trabajado juntos –se mostraba frustrado –, ¿Por qué ahora es distinto?
–Pronto lo entenderás.
Conan suspiró, ensimismado en sus más profundos pensamientos… hacía una hora que había dejado ese lugar para dirigirse al parvulario. Apretó con fuerza las asas de la mochila que cargaba, no podía hacer nada más con ese cuerpo, sólo ir de un lugar a otro, siendo un espectador más del plan de Shuichi Akai junto con sus agentes del FBI más cercanos.
¿Por qué está vez lo mantenía al margen?
¿Qué era esa pared que los separaba?
–¡Conan!
–Hola Ayumi –sin darse cuenta ya estaba dentro del edificio, era increíble lo que el subconsciente de una persona podía llegar a hacer como piloto automático –. ¿Todo bien?
–Bueno con las lluvias de ayer tenemos que comprobar que las jaulas del patio están bien.
–¿Te lo ha mandado la profesora?
–Sí, Genta y Mitsuhiko están con otra tarea.
–Entonces déjame acompañarte.
–¡Claro!
–Vaya, ¿me puedo unir yo también?
Esa tercera voz provocó instintivamente que las pupilas del pequeño detective se contrajeran, adaptando una postura defensiva a la vez que se giraba ante él, Jin dibujó una mueca en su rostro. En aquella sala el tiempo se detenía, lentamente… escuchando como su propia respiración se volvía cada vez más profunda ante la presencia del frío asesino.
–Ayumi –rompió ese efecto óptico, con la mayor calma que podía permitirse –. Ves con Mitsuhiko y Genta, nosotros nos encargaremos de ello.
–Pero la profesora me lo encargó a mí…
–¿Y por qué no vas a mirar cómo están las flores? –quería alejarla de él lo máximo posible, tratándose de Gin, estar los tres juntos no era nada bueno... –, era algo que se encargaba Haibara y tú sabes cómo lo hacía, antes de que se marchara.
–De acuerdo.
Un gran peso desaparecía de su cuerpo al ver como la pequeña accedía a su petición, yéndose hacia la puerta contraria a la suya. Volvió a girarse, para encontrase de nuevo cara a cara con su mayor enemigo... pero éste simplemente alzó los hombros, divertido.
Una vez en el patio ambos accedieron a la jaula donde se hallaban los conejos conviviendo en armonía con las gallinas, de reojo observó cómo Jin apartaba a uno de los animales de una patada.
–Sigo sin entender qué diablos vio Shiho en ti.
–Vaya, ¿ahora la llamas por su nombre real? –sonrió con desdén ante ese acto, pateando ahora la paja empapada, sin sacar las manos enguantadas de los bolsillos –. Te sorprendería saber todo lo que puedo llegar a ofrecerle.
–No creo que se pueda comparar con lo que le quitaste –imitó el gesto, fulminándole con la mirada a la vez que agradecía que el patio estuviera completamente vacío –. ¿Crees que no sé la razón por la cual no me has matado todavía? ¿Cómo quedó psicológicamente Shiho cuando mataste a su hermana? –recriminaba cada uno de los actos del asesino, pensando que sentía la joven científica cada vez que veía el arma que terminó con la vida de Akemi –, sabes que está al límite y si yo muriese en tus manos ella no lo resistiría… porque es lo único que sabes hacer con ella, destrozarla.
Con gran presteza una de las manos de Jin aprisionó el cuello de Conan, estampándolo contra la pared, aun siendo un niño controlaba su reducida fuerza con gran destreza. Sin apretar, disfrutaba experimentar cada latido de la vena aorta de su enemigo entre sus dedos.
–Vaya, y yo que había venido de buena fe.
–¿Tu de buena fe? –hablaba con dificultad, forcejeando para que le soltase –. No me hagas reír…
–Ya que te gusta meterte en relaciones ajenas –impasible sacaba con la otra mano su teléfono móvil, pulsado varias veces para que en la pantalla apareciese una fotografía que horrorizó más al pequeño detective: se trataba de Ran –, permíteme que yo me entrometa en la tuya.
–Ella no tiene nada que ver con nosotros.
–Sí que tiene –ladeó levemente el rostro, sin ceder ante los inútiles esfuerzos para que lo soltara –, tu querida novia está conectada con Kogoro Mouri y contigo, Shinichi Kudo.
–¿K-Kogoro?
–Sí, alguien peor que yo está muy cerca de él –entrecerró su mirada, intentando entender qué diablos pretendía Rum con ello –. Si vuelves a tu estado original él te encontrará muy pronto y me pondrías en un gran compromiso, pero si la elimino… todos los hilos se cortarían en el acto.
–¿Q-Qué es lo que quieres?
–Sólo dos cosas y accederé a que la escondas.
Finalmente soltó al niño, dejando que éste cayera sobre el mullido heno a causa de la humedad. Tosía de manera aparatosa mientras acariciaba los pequeños moretones del cuello por la fuerte presión de su captor.
–¿Qué pretende el FBI? –analizaba cada milímetro del detective, recordando lo que Sherry le comentó en el hotel –. ¿Qué les pasa ahora por la cabeza a esas ratas americanas?
–Lamentablemente para ti, preguntas a la persona equivocada.
–¿Ah, sí?
–Sí.
Jin chasqueó la lengua al cabo de unos largos minutos, aunque le fastidiase admitirlo el chico no mentía. Decepcionado se agachó, muy cerca del rostro de su archienemigo del cual tenía un plan diseñado especialmente y únicamente para él.
–Bueno, ahora sólo nos queda lo segundo.
