Salir del Le Grand Paris con el prodigio del pavo real oculto entre la ropa hizo sentir a Marinette como cómplice de un delito grave. Más aún porque Félix no le quitaba la mirada analítica de encima y llegó a temer no poder salir de ahí con el prodigio o sin una buena explicación que no debía a nadie, ni siquiera a él. Sin embargo, Marinette supone que el anillo lo ha dejado satisfecho por el momento. Prueba de ello es que pudo salir de ahí sin más altibajos que una conversación de lo más llanamente política con el Alcalde. No supo ni qué decir, pero se esforzó en sonar interesante y entendida del tema. Ella no está muy segura de que su compañía vaya a ganarle puntos a André Bourgeois, pero Cloé y él no son precisamente personas con quien quiera enemistarse. Así que prefiere darles gusto mientras no se vuelva un inconveniente para ella.

— No comprendo porqué te comes la cabeza por eso, Marinette. Eres capaz de muchas cosas, sólo se trata de personas apreciando tus cualidades —le recuerda Luka de camino a uno de sus inusuales días de vida escolar—. ¿Por qué no habrías de merecer una distinción de esa magnitud?

Bendito Luka y sus palabras de ensueño que él califica de su opinión genuina y honesta. A veces Marinette se pregunta por la razón de no haber podido enamorarse de este chico desde el primer encuentro, hace ya unas cuantas vidas. Ah, no, a ella le gustan los complicados con vidas conflictivas. Nada más atractivo que eso, nótese el sarcasmo. Aunque a veces le hace sentir mal por no poder corresponderle como le gustaría, siempre puede contar con Luka. Por ejemplo, hoy se ha ofrecido a acompañarla a la escuela, diciendo que es como acompañar a su hermana. El detalle es que Juleka no deseó hacer mal tercio y terminó marchándose por su cuenta. Aunque la hermana de Luka está agradecida con Marinette por haberle ayudado a no reprobar algunas materias y de paso introducirla un poco al mundo del modelaje, ella prefirió dejar a su hermano a solas con su amiga. Marinette entendió la indirecta. Supone que la relación que llevan Luka y ella sugiere a leguas algo más que una amistad común y corriente. Sin embargo, ambos ya abordaron este asunto con anterioridad y terminaron admitiendo que el que se diera algo más entre ellos era altamente improbable en esta etapa de su vida. No querían arruinar lo que sea que tengan. Antes tienen un convenio de colaboración que ninguno deseaba sacrificar por algo más. Buen pretexto para ocultar que la química entre ellos no es suficiente para tentarlos, o al menos eso opina Marinette. Anarka opina que son muy jóvenes aún y que no necesitan apresurarse. Las cosas se aclararán a su debido tiempo. Los padres de Marinette van por la misma línea. Mas Marinette no se siente satisfecha consigo misma, aunque ya no se siente tan culpable. Y cómo no, lo ha intentado sin la sombra de su enamoramiento por Adrien nublando su juicio y honestamente lo ha disfrutado bastante, lo cual es todo lo que podía hacer por ambos llegados a este punto de su relación. Una que parece que terminará casi de la misma manera que la primera vez. Se consuela a menudo diciéndose que nada se puede hacer contra el hecho irrevocable de que no están destinados él uno con la otra. Ni ella se lo cree, pero es más fácil vivir con eso, incluido Luka.

— Lo sé, Luka, pero te digo que la hermana gemela de Madame Agreste me dio algo muy, pero muy importante. ¿Sabes que pudo haberse guardado el regalo para que no saliera de la familia y darme algo menos, ah, personal? Eso hubiera sido mejor que dármelo, lo admito. Finalmente ella tiene un heredero, su hijo, a quien corresponde más que a mí esa distinción, como le llamas. Debo reconocer que lo que hicieron está fuera de lugar —asegura Marinette con vehemencia y otra vez ahí se anida en su pecho la culpabilidad de no poder revelar a Luka todo lo que sabe.

— No obstante, se mostró de acuerdo en entregártelo, tal y como quiso Madame Agreste que fuera. Saben que eres especial y confían en ti, Marinette. ¿Qué más puede ser? No me extraña que sepan apreciar lo asombrosa que eres —replica Luka de vuelta y agrega con diversión—. A menos que quieran que seas parte de la familia y se están asegurando de que no tengas escapatoria. Los herederos lo querrán devuelta de una manera u otra —le guiña el ojo sugestivamente—. Tranquila, sólo bromeo —añade de inmediato al ver la expresión que se dibuja en el rostro de su amiga—. Dudo que te hayan confiado una reliquia familiar, ¿o sí?

Marinette está a nada de gritarle que lo que las hermanas Graham de Vanily le han confiado se acerca prácticamente a eso. También se contiene en asegurarle que no tiene idea de las implicaciones que sus palabras tienen de ser ciertas, lo cual le aterra. Sin embargo, calla antes de siquiera articular el primer sonido. Lo hace porque en su campo de visión aparece una playera hawaiana roja que se roba toda su atención. Una mirada de soslayo hacia Luka le sigue y de súbito ambos están sincronizados para intervenir en la prueba que Marinette creyó que no tendría oportunidad de pasar esta vez.

— ¡Espere, monsieur! No es adecuado cruzar la calle en este momento —exclama Marinette al tiempo que alcanza su brazo y Luka se interpone entre el supuesto anciano despistado y la calle que está a poco de cruzar.

Lo hacen espontáneamente. No se detienen a pensar, ni planear nada antes de actuar. Simplemente Marinette vio la situación, sintió un déjà vu demasiado fuerte. Luka sintió el cambio en su melodía personal y reaccionó en respuesta. En resumen, su actuar se dio sólo. Marinette no se detiene a apreciar la situación. Muchas cosas están pasando diferente esta vez. Los macarones no salieron volando directo al suelo porque los lleva a resguardo en su mochila. Tampoco ella jaló del anciano como si sus vidas dependieran de llegar al otro lado. En cambio está acompañada y su acción coordinada con su compañero de armas en turno es tan buena que logran evitar una acción imprudente y exagerada consiguiendo el mismo resultado. Alguna vez Marinette se caracterizó por resolver su vida como si se tratara del fin del mundo, pero concluyó hace tiempo que no era necesario ser tan dramática. Sentó cabeza y comenzó a pensar fría y calculadoramente cuando no le quedó otra que procurar no cometer otro error por mínimo que fuera, cuando el siguiente que cometiera le costaría el fin del mundo. Fue de gran ayuda tener a su lado, casi hasta el final, la disposición de F…

— Gracias, jóvenes —empieza el anciano con una sonrisa de saber más que los demás, se le nota complacido—. Es impresionante que hayan desarrollado la opción menos drástica, menos costosa, mediante un entendimiento sin palabras.

La incomodidad de Marinette la devora. La primera vez el Maestro Fu ni siquiera mencionó algo de su modo de actuar. La prueba la ha tomado completamente desprevenida… otra vez, aunque ahora ha arrastrado consigo a Luka en el intento. ¿Irá a pasar Adrien por lo mismo otra vez también? ¿Qué traerá esto para el futuro?

— No fue nada, monsieur. Tenga más cuidado la próxima vez —contesta Luka muy tranquilo.

A Marinette la carcome la indecisión. Desearía no dejar escapar su oportunidad de hablar con el Maestro Fu ahora que lo tiene al alcance de la mano, pero no sabe qué tanto debe revelar en público, en particular delante de Luka. Su amigo es de absoluta confianza, ni lo duda, pero esto es delicado. El futuro depende de que ella no lo arruine de ninguna manera, de que no vuelva a cometer ni un solo error por más insignificante que parezca.

— ¿Desea que le acompañemos a su destino, monsieur? —empieza esperando poder darse a entender—. Puede que necesite ayuda más tarde.

El hombre la observa detenidamente, como estudiando o sopesando algo sin dejar de sonreír. Una vez llega a la conclusión de lo que sea que haya descubierto en ella, le da un trozo de papel doblado.

— Vengan a visitarme. Me encantará poder agradecer a ambos el gesto de hoy. Que tengan un buen día, jovencitos —declara y luego se aleja de ellos con lentitud.

Luka la mira inquisitivo. Marinette no puede evitar regalarle su mejor sonrisa. Quizá en esta vida al fin pueda hacerle partícipe de sus secretos y no ocultarle nada. Luka se lo merece, merece saber un par de cosas y más. Sólo queda esperar y ser paciente.

— Sé que tenemos clases —se excusa ella guiñándole un ojo—, pero viste que al señor le hubiera venido bien un poco de ayuda —alza el papel como si fuera un pase doble para el cine o un cupón que le gustaría cambiar lo antes posible—. ¿Después de la escuela? Hoy no tengo entrenamiento por la tarde.

— Después de la escuela —acepta Luka aparentemente comprendiendo en su totalidad aquello de lo que ella está hablando.

— Bien —Marinette se asegura de cambiar el tema para evitar preguntas antes de tiempo—. Me tienes en ascuas, Luka. ¿Jagged Stone ya te contactó?

De tan sólo ver la expresión en los ojos de Luka, porque el chico se caracteriza por ser muy tranquilo y relajado, Marinette ya se puede ir dando una idea. Con todo, le presiona el resto del trayecto a su escuela para que le cuente todo con lujo de detalles. Se había prometido que Luka encontraría la verdad más importante para él de una u otra manera. Así que está más que contenta con que eso ya esté en marcha. Algún día sus padres, o alguno de ellos, se lo contará y entonces Marinette podrá respirar un poco mejor.

— Verás, me citó ayer. Eso ya lo sabes. Me trató extraño, como si mis logros le dieran un motivo para sentirse orgulloso. Me propuso…

Ninguno, o quizá Luka no quiere señalarlo, repara en la limosina que se encuentra aparcada del otro lado de la calle, como esperando algo. Tampoco alguno señala el que la misma tome el mismo destino que ellos en cuanto empiezan a ganar distancia de ella, aunque a diferente velocidad.

Al llegar a la escuela y despedirse de Luka, Marinette se sintió extraña en medio de compañeros de clase a los que apenas trata. Sin observar a su alrededor, de lo contrario hubiera notado una limusina, ingresa al salón dispuesta a pasar el día como si siempre asistiera ininterrumpidamente. Sin embargo, su suerte tiene otros planes. Cloé le hace señas al verla entrar para que tome asiento con ella y su amiga Sabrina, a la que conoce muy poco. Marinette quiere rehusar, pero la hija del Alcalde no encuentra reparos en recordarle que no conoce a nadie más que a ella en la clase.

— Salvo quizá Adrikins —observa sin más.

— ¿Quién? —pregunta Marinette al reconocer el apodo ridículo.

Su sorpresa es malinterpretada por su interlocutora que casi chilla indignada cuando obtiene de Marinette la aclaración de que el modelo y ella no habían coincidido ni una sola vez en un set.

— Eso se arregla hoy mismo, Marinette. Cuenta conmigo —asegura Cloé haciendo su objetivo personal enmendar ese desperfecto cuanto antes y presentarlos a la menor oportunidad.

— No hace falta, Cloé, en serio —quiso asegurarle Marinette al tiempo que se pregunta por la asistencia inesperada, para ella al menos incluso anticipada, de Adrien a la Françoise Dupont.

¿De qué se había perdido por haber faltado tanto tiempo? De lo que sí puede estar segura es de que no le hace falta el modelo en su vida y se guarda para sí el comentario de que no desea de regreso nada de lo que inevitablemente está asociado con él. Sin Adrien no hay tartamudeo, obsesión por información que no tiene tiempo de utilizar, esfuerzos inútiles por ser vista, ni un blanco pintado en su espalda para Lila y sus mentiras. Quizá hay más cosas, pero Marinette sólo alcanza a pensar eso en el momento. Su intriga por la presencia anticipada de Adrien en un salón de clases es mayor. Con todo, puede arreglárselas para no distraerse y el resto del día se encarga de que Cloé no tenga oportunidad de nada hasta el final del día, cuando ya no tiene excusa que valga para escapar. Todo lo contrario, hay una oportunidad perfecta.

— Anda, que llueve a cántaros —exclama Sabrina.

Marinette olvidó por completo que precisamente hoy debía traer un paraguas consigo. Por lo que al comprobar que Sabrina no se equivoca, ella se maldice bien y bonita para sus adentros. En esta vida ni siquiera hay una excusa, en la forma de una disculpa, para que Adrien le deje el suyo. Viendo la situación, Cloé se apresura a dar alcance a Adrien y presentarle a su más reciente amiga con la excusa de saber si le sobra un paraguas, lo cual es absurdo. Como es de esperarse del cándido e inocente Adrien Agreste que no tiene uno extra consigo, éste se ofrece a dejarle el suyo. El modelo está por pasarle el mango del paraguas a una Marinette reticente cuando otra mano se adelanta con el propio.

— Perdón por llegar tarde, Mari. La lluvia fue un inconveniente. ¿Nos vamos? —saluda Luka con su sonrisa de siempre.

Marinette sonríe nerviosa ante la situación. Cloé la observa como queriendo enterarse de lo que está sucediendo sin poder entender nada. No hay nada qué interpretar. Adrien permanece con el brazo extendido sin saber bien qué decir. Luka parece no encontrar problemas en la situación. Sabrina sólo ríe por lo bajo.

— Ah, no es como si llevara mucho esperando, Luka —se las arregla Marinette para salir del atolladero—. Estaba en la mejor compañía. Ellos son Cloé Bourgeois, Sabrina Raincomprix y Adrien Agreste, mis compañeros de clase. Chicos, él es Luka Couffaine —agregaría que es hermano de Juleka, pero en esta vida ella no repite año. Y como además siente la necesidad de aclarar algo que no quiere que se malentienda, agrega—. Él es mi mejor amigo y mi compositor personal.

— ¡Con que eres tú! ¡Amo tu música! —exclama Cloé sin esperar a más—. Haces que lo que sea que haga Marinette sobre el hielo tenga un efecto impactante. ¡Estoy segura que cualquiera te quiere en su equipo después de escucharte! Mi padre quisiera comisionarte algo…

Mientras Luka agradece el cumplido tratando de negociar la oferta y Adrien agrega su propio comentario al respecto, Marinette intenta acomodar sus atolondrados pensamientos con miras a no cometer una torpeza debido al bochorno. Si puede decir que su torpeza está casi curada desde que se dedica de lleno al patinaje artístico, algo en ella le ha de quedar porque sale a flote cada vez que se encuentra distraída o nerviosa. Sus esfuerzos por tranquilizarse resultan vanos, porque de inmediato el mayor de sus temores se personifica en la persona que menos desea ver en estos momentos. La razón simplemente es que no ha decidido cómo tratar con él y la dificultad que representa.

— Adrien, no te esperaremos todo el día —su voz se deja oír desde la limusina que espera al modelo—. ¿Quieres despedirte ya de tus amigos? Mi tío se lo va a pensar mejor si nos retrasamos.

Félix Fathom se hace notar a la distancia. Adrien brinca ante la amenaza, se disculpa con el trío y se apresura a abordar el vehículo. Marinette palidece, más aún cuando Félix le dedica una mirada calculadora y se señala la mano para luego hacerle la señal de un dos. Marinette no puede reprimir su asombro, aunque de inmediato se da una zape interno. No debe darle entender que sabe más de lo que aparenta. Félix sólo sonríe altanero antes de moverse al interior, escapando de su vista. La sensación de que algo no cuadra y se le está escapando es demasiado abrumadora para ella como para ignorarla. Regresa a su sinfín de misterios sin resolver. ¿Estaba el primo de Adrien de visita por estas fechas en su otra vida? ¿Es posible que Gabriel Agreste haya dejado salir a su hijo mucho antes de perder a su esposa? ¿Sucumbió Madame Agreste antes de tiempo? ¿En serio le dejaron a Adrien asistir a una escuela pública sin más? ¿Qué más ha cambiado desde que regresó y sin que ella pueda comprobarlo? ¿Se hizo Félix con los dos anillos de su familia así de fácil? Una mano en su hombro interrumpe su hilo de pensamientos.

— Eres valiente, Marinette. Podrás con lo que sea —le susurra Luka al oído.

Marinette traga grueso antes de proceder. Bendito Luka tan sensible y perceptivo.

— Nosotros también debemos irnos, Cloé, Sabrina. Me alegró conocer a tu amigo de la infancia, Cloé. Se nota que es un buen chico, cuídalo mucho. Nos vemos mañana —se despide alejándose en compañía de Luka hacia un sitio que quizá le dé las primeras respuestas a su dilema existencial.

§

— Bienvenidos, me llamo Wang Fu. Por aquí me conocen como Maestro Fu —los recibe el Maestro Fu con una sonrisa amable—. Pónganse cómodos. En un momento estoy con ustedes.

Marnette lo observa con atención con la esperanza de poder ver a Wayzz flotando cerca de él. No tiene éxito tratando de avistar al kwami. La clínica es tal y como la recuerda. Luminoso, espacioso y fresco, el lugar le trae a la mente algunas conversaciones serias con su propietario. Marinette intenta no actuar como si fuera ignorante, dentro de poco se confesará sin reservas y eso significa que fingir no le conviene. A su lado Luka parece genuinamente nada familiarizado con su entorno. Parece que sí se trata de la primera oportunidad que él tiene de estar aquí. Marinette experimenta desencanto. Albergaba la esperanza de no estar sola en esto, pero tal parece que Luka no la acompaña sabiendo de qué va la situación. Cuando el Maestro Fu regresa con un juego de té y la tetera humeante, Marinette decide que no se puede andar con rodeos. No obstante, Fu le gana.

— Fue muy amable de su parte ayudarme hace poco —reitera lo que ya les hizo saber de otra manera—. Su trabajo en equipo es admirable.

Lo que le sigue es una breve presentación de parte de Marinette y algunos comentarios de Luka y Wang Fu. La conversación se vuelve amena e informal, pero Marinette no duda ni por un segundo de que los está evaluando. Hawkmoth está por empezar su periodo más activo y el Maestro Fu necesita portadores que le ayuden en su tarea. Marinette debe asegurar que Luka y ella sean de los seleccionados.

— Mi madre siempre habla maravillas de la acupuntura china —por alguna razón que no sabría identificar, Marinette y Fu se han enfrascado en una conversación sobre la medicina tradicional que él practica—. No es algo que haya probado, pero ella dice que es genial.

— Todo se basa en canalizar la energía correctamente —explica el Maestro con una sonrisa misteriosa que podría indicar el doble sentido de sus palabras—. La teoría es interesante, pero hay que vivirla para realmente entenderlo.

— No te vendría mal una sesión o dos, Marinette —interviene Luka—. Últimamente te siento muy estresada y preocupada. Tu melodía ha dejado de ser clara y honesta. Si quieres ser la siguiente campeona del Grand Prix, necesitas relajarte también, no sólo entrenar. ¿Usted qué opina, Maestro Fu?

— Eso amerita agendar una sesión, Luka. Creo que puedo hacer algo al respecto —acepta Fu la petición implícita—. Veré qué días aún quedan libres. Por lo que entiendo, llevamos prisa.

Es entonces que Marinette se sabe descubierta. ¿De qué? Ésa es una buena pregunta.