Nada de Crepúsculo me pertenece, la historia es de Sthepenie Meyer y yo solo lo utilizo con fines de entretenimiento.

Summary: Secuela de perdida en crepúsculo. Y de ese modo el león se caso con la oveja. ¡Qué oveja tan estúpida!¡Qué león tan morboso y masoquista!¿Qué hago resolviendo sus problemas?

Advertencia: Todos los personajes pertenecen a Meyer, excepto Hannah James, Danielle James y Charles.

Advertencia 2: Algunas frases orignales del libro Amanecer apareceran en la historia.


Parte XXI

No puedes evitar que el pájaro de la tristeza vuele sobre tu cabeza, pero sí puedes evitar que anide en tu cabellera. —Proverbio chino

La niebla había cubierto la mayor parte de los arboles al otro lado del rio, me sentía en paz observando como lentamente los rayos de un desviado sol parecía querer romper el encanto, se respiraba tranquilidad en la parte trasera de la mansión, en comparación con la locura que se estaba viviendo al interior de la casa, era mejor estar solo que escuchar los intentos de no salir a matar a nadie que señalara a Bella.

Lo único malo del encantador paisaje, era el condenado frio que me tenía envuelta en una manta, como si fuera un gigante burrito de un restaurante mexicano, eso me recordaba que poco había salido por Forks, me había limitado a visitar algunos sitios, como la casa de Charlie, la jefatura de policía, la reserva de los indios y el supermercado… ni siquiera había vuelto al Lodge, tampoco a la secundaria de Forks y dudaba mucho que Ángela todavía estuviera en el pueblo.

Sin embargo, la idílica mañana fue interrumpida por unas pisadas suaves, eso era lo malo de vivir con vampiros, a pesar de creer que había pasado desapercibida o que había sido ignorada, mi linda y hermosa suerte jamás me abandonaba. Aunque sabia que no era Edward quien venia hacerme compañía, de haberlo sido, ya me hubiera saludado como solo él sabia.

— Buenos días —saludo Jasper trayendo una pequeña bandeja en las manos—. ¿Apuesto a que no has desayunado?

— Gracias —dije con las mejillas entumidas del frio—. Dime que Alice no me despellejara por esto.

— Claro que no —dijo Jasper divertido, mientras se sentaba a mi lado con cuidado para no regar nada—. Ella misma superviso tu desayuno, no quería que Edward metiera sus manos.

El desayuno tenían buena pinta, unos panqueques con sirope, unos rollitos de canela y jugo de naranja, lo único que le faltaba era una rosa para rematar, daba la impresión que era una muestra de tregua y por consiguiente, además como estaban las cosas era mejor estar en paz antes que el bebe, decidiera salir al mundo por su propios medios.

— ¿Por qué te levantaste tan temprano? —pregunto Jasper mirando al otro lado del rio—. ¿Estas preocupada?

— Por muchas cosas —admití dándole un sorbo al jugo—. Las cosas ahora serán complicadas… ¿No te parece un poco raro saber la verdad y no ponerte como un loco histérico?

Jasper sonrió con ese aire misterioso, que te ponía los pelos de punta.

— La verdad no, quizás un poco curioso —contesto Jasper concentrando su mirada más allá de los arboles—. Aunque admito que si le echas mucha cabeza, es lo mismo cuando te preguntas por la existencia y lo que habrá cuando mueras de una vez por todas, así que evito eso y no es agradable tener un agujero en el estomago y sentir que eres una cosa insignificante comparado con todo.

— Es cierto —coincidí pensando que el desayuno era una fuente de levantar ánimos—. A veces pienso que hay algo raro en mi cabeza, que todos pensaran que mi mente esta peor que un laberinto sin salida, además de que necesito un buen manicomio.

— ¿En verdad, no existen los vampiros? —pregunto Jasper con un tono de desilusión.

— Me temo que no —conteste negando con la cabeza—. Todos existen en libros y en el cine. Aunque el peor de todos es Dracula, asusta más que todos los Vulturis juntos.

Jasper sonrió divertido negando con la cabeza, tal vez mi mente retorcida trajera a colocación a Dracula, haciendo que este se pusiera de parte de los Cullen y sacara pitado a los Vulturis, directo a su mazmorra en Volterra.

— Quizás en verdad existan y no te has dado cuenta —dijo Jasper con un tono esperanzador.

— Ya el mundo estaría informado —replique dejando los panqueques por la paz—. En el mundo real, hay demasiada propaganda entorno a ustedes; primero los libros, luego las películas y todo el mercado de colmillos plásticos que puedas encontrar en Halloween, solamente son personajes folklóricos que existen en la imaginación de algunos retorcidos escritores.

— ¿Somos los más malos después de Dracula? —inquirió Jasper mirándome con esperanza.

— Son los más buenos que han descrito hasta ahora —conteste dándole cuenta al ultimo panqueque—. Aunque antes de ustedes estaban los vampiros de Fell´s Church.

— ¿Esos quienes son? —dijo interesado Jasper.

— Bueno no me hagas caso —dije restándole importancia al asunto—. Después de todo, echaron a perder su historia.

Antes de que Jasper, siguiera insistiendo que en la vida real los vampiros existían, un aullido rompió la quietud del lugar y eso conllevaba ha algo… Leah había hecho aparición en escena, solamente para amargarle la vida a Jacob Black. Jasper se levanto del césped de un solo tirón y empezó a desarrollar toda la paranoia de una película de terror.

— Solo es Leah —dije con tranquilidad mientras terminaba con el desayuno.

— Seguramente mandada como espía —dijo Jasper cruzándose de brazos—. Esa chica tiene serios problemas.

— No muchos —dije tratando alzar los hombros—. Solo que no ha sido comprendida, ¿Cómo te sentirías siendo el fenómeno entre los fenómenos y además, despojarte de tu pudor al tener que ver como todos tienen que cambiar de fase?, yo ya estaría de los nervios.

— Pero si… —insistió Jasper que seguía en sus trece.

— Esto no va pasar a mayores —dije desenvolviendo la manta de mi cuerpo—. Ella solo juega con las cartas que tiene y créeme que estará mejor aquí que con su propio infierno personal.

— No me digas, que próximamente se nos unirán los Vulturis en signo de paz —dijo Jasper con sarcasmo.

— Eso no te lo puedo asegurar —dije levantándome del césped con su ayuda.

Ambos nos apresuramos para entrar a la casa, no fuera que los papeles se invirtieron y ahora la manada comandara un ataque suicida como si fuera ayudar en algo la situación; Jasper se fue a unir a las fuerzas de resistencia que miraban por la ventana, yo me tomaría mi tiempo lavando los platos del desayuno, mientras me dedicaba a perder el tiempo silbando alguna cancioncilla que le pondría los pelos de punta a Edward.

— ¿Qué pretendes? —pregunto Alice provocándome un gran susto.

El tenedor que sostenía en la mano derecha, cayó al lavaplatos causando un estruendo, me lleve la mano al pecho para calmar mi desbocado corazón, ya me estaba comportando como una paranoica dentro de una casa embrujada.

— ¡Rayos, Alice! —replique frunciendo el cejo—, ¿Acaso pretendes matarme de un susto?, dado que Edward no lo ha conseguido a punto de rabietas.

— Hannah —dijo Alice negando con la cabeza—. No te desvíes de lo que te he preguntado, sabes que no es el mejor momento para tirar tu sarcasmo, ellos no pueden saber nada.

— Pero Jasper, si —dije en un tono mordaz.

— Él lo comprende —replicó Alice mirándome con ojos entornados—. No comprendes el peligro que corres, diciendo cosas que podrán perjudicarte en un futuro.

— ¿Qué clase de peligro? —pregunto terminando de lavar el tenedor—. Vamos Alice, cuéntame lo que me va suceder en un futuro, tengo derecho a saberlo, ni creas que me comí el cuento de que el peligro ha pasado, he visto como te paseas mirándome como si en cualquier momento, fuera a caer en el piso por culpa de un infarto fulminante.

— No va suceder nada —dijo Alice con un tono misterioso—. Lo único que necesito, es que los guíes en la dirección correcta cuando la sentencia caiga sobre nuestras cabezas, pero no de esta forma equivocada.

Observe Alice con detenimiento, algo estaba sucediendo y estaba segura, casi nunca Alice me había hablado de esta forma, como si le disgustara que yo dijera unas cuantas cosas por ahí y ayudara en un desarrollo prematuro de la historia, seguramente era algo sumamente grave y que no le debía gustar mucho, debía estar pensando en una forma de evitarlo, ese algo debía estar relacionado con mi futuro en la historia.

Me detuve a pensar con profundidad, los últimos acontecimientos en que se había envuelto mi vida giraba entorno a un peligro, además de lagrimas y penas, me mordí el labio sabiendo que en un lugar escondido estaba la respuesta de la enigma, sin duda los Vulturis tenía que ser la herramienta que ejecutaría una acción horripilante… ¿Pero quien moriría a parte de Irina?

— Solo mantén la boca cerrada —dijo Alice dando la media vuelta para marcharse.

— Sabes que eso es imposible —rebatí haciendo que se detuviera—. En vez de lograr algo, encerrándome y cosiéndome la boca para no hablar, solo voy a conseguir llamar más la atención… Edward pensara que esta sucediendo algo.

— Un problema que se puede solucionar —anuncio Alice alejándose a paso humano.

Me quede mirando la puerta por donde se había marchado Alice, no entendía nada de lo que acaba de suceder, desde cuando me trataba de una forma tan despectiva, cuando había demostrado una gran alegría con mi llegada a Forks, me sentía como Bella, cuando le dejo esas enigmáticas palabras en el Mercader de Venecia… ¿Acaso para mi también era la prueba?, ¿También tendría que descifrar un mensaje clave?

Entonces, sentí un retorcijón en mi estomago como si me hubiera comido un cangrejo vivo, mis rodillas cedieron ante el dolor y caí cerca al lavaplatos apretando los ojos como si fuera ayudarme a que se disipara con facilidad, pero el dolor iba en aumento y sentí una nauseas horribles, parecía como esos asesinos primerizos que vomitan hasta lo que no tienen para expresar su culpa.

— Alice —dije entre una mezcla de gemido y suplica.

Apenas dije esa palabra, la puerta de la cocina prácticamente giro fuera de sus goznes, sentí unos brazos fríos que me alzaban del suelo, no era Alice, ella sabia que esto iba a pasar y prefirió hacer caso omiso a lo que sentía, bien, ¿Cómo me sentía?, sentía como si me hubieran pegado un puntapié en el estomago, estaba a punto de vomitar el desayuno que había ingerido hacia unos minutos.

— ¿Estas bien? —pregunto la voz de Carlisle.

— No lo creo —conteste a duras penas—, voy a devolver todo.

— Por aquí —dijo Carlisle dándome vuelta para mirar el lavaplatos.

El olor a jabón produjo una reacción en cadena, era asqueroso utilizar donde lavaban los platos como sanitario, el buen Carlisle sostuvo mi cabello mientras pasaba el tormento, no entendía de que iba esto; ciertamente, yo gozaba de una salud de hierro, eran muy pocas las veces que me había enfermado: a los ocho años de varicela, a los doce de una enfermedad tropical pescada en un viaje al Caribe, a los veinte una mano rota por la mala cabeza… ¿Ahora esto?

— Ya paso —dijo Carlisle abriendo la llave para lavar mi desastre.

— Siento que el mundo da vueltas —murmure sosteniendo mi cabeza.

Carlisle me reviso meticulosamente la cabeza, hundiendo sus dedos helados entre mi cabello, parecía que estuviera buscando un tumor en la cabeza… ¿Qué ocurría? ¿Por qué me sentía enferma?... de pronto no volví a ver el rostro de Carlisle y lo único que fui consciente, fue que caí como un fardo en sus hombro derecho.

Minutos o quizás horas después, abrí mis ojos con un molesto parpadeo, no estaba en la sala, tampoco en la habitación de Edward, mas bien parecía una habitación entre un estudio y a un paso de ser un cuarto de hospital; me levante de lo que parecía ser una mesa para cirugías y el mundo decidió dar vueltas nuevamente.

— No te levantes tan rápido —dijo la voz de Alice empujándome hacia la mesa de cirugía.

— No quiero acostarme —masculle sacando los pies fuera de la camilla—. Además, estoy bien y no necesito una enfermera.

Puse los pies en suelo firme, desde un principio debía saber que era una pésima idea, mis rodillas aun seguían débiles sin ninguna razón aparente, así que de nuevo aterrice en tierra o mejor dicho sobre baldosa firme.

— Suéltame —dije cuando Alice tomo unos de mis brazos para ayudarme—. Yo puedo levantarme sola, no estoy lisiada

— ¿Todavía sigues enojada conmigo? —pregunto Alice con un matiz de orgullo en su voz.

La observe con recelo desde el suelo, la verdad no sabia que sentía en esos momentos y tampoco sabia que estaba sucediendo, no se suponía que debía hacer algo por que las cosas fueran de otro modo, en vez de estar tirada en el suelo enferma y tal vez con los días contados, por culpa de una ridícula disputa.

— Un poco —dije levantándome del suelo mientras me apoyaba en la camilla—. ¿Cuándo vas a decirme lo que pasa?, si me voy a morir un día de estos, no trates de protegerme, llevo lidiando a la muerte desde que tenía cinco años.

— Intento protegerte —mascullo Alice mirándome con culpa—. ¿Vas enojarte conmigo por eso?

— Yo no necesito protección Alice —rebatí sentándome de nuevo en la camilla—. Hay que ser realistas, soy humana y los humanos morimos de diferentes maneras, ¿Qué tengo?

— Gripe estomacal —respondió Alice mordiéndose el labio inferior—. Te estuvo esperando con paciencia, nunca perdió la esperanza de pescarte.

— Genial —dije tumbándome en la camilla—. Alguien debió haber estado incubando el virus.

Unos pasos llegaron a la habitación con premura, ni siquiera hice el intento de levantar la cabeza, parecía como si estuviera viviendo todo aquello que me había perdido en los anteriores libros; la habitación olía a lejía y algún producto de limpieza que utilizaban en los hospitales, el recién llegado intercambio palabras con Alice, aun seguía sintiendo esas nauseas y sin ganas de comer nada.

— ¿Cómo te sientes? —pregunto Jacob bajando para situarse a la altura de mis ojos.

— Horrible —dije cerrando los ojos—. ¿Qué haces aquí? ¿No deberías estar afuera esperando un ataque sorpresa?

— Leah y Seth, están vigilando —informo posando una mano caliente en mi frente—. No querían dejar subir a nadie, pasaste medio muerta por la sala en brazos del doctor.

— No exageres —dije esbozando una sonrisa—. Solo me desmaye.

— Pues no parecía un desmayo —replico Jacob con un tono preocupado—. Hasta Edward se asusto al ver que parecías más muerta que viva, Bella intento levantarse y el resto se quedaron como lo que son, unas estatuas.

— Solo es gripe estomacal —conteste soltando un suspiro—. Mañana estaré como nueva y podre salir de este reclusorio.

El silencio decidió hacer acto de presencia, eso significaba que era temporada de vampiros y de humanos que apoyaban a los vampiros, fruncí el cejo, bien, Alice no podía quejarse, no había cambiado en nada la situación, los lobos querían acabar con los vampiros y a mí con ellos, al menos nadie iba morir por eso.

— No podre salir —dije rompiendo el silencio—, o más bien nos impiden la salida.

— Si —dijo Jacob quitando su mano de mi frente—. Parece que ni siquiera tú te salvas.

— Que gran noticia —masculle—. Ahora he cambiado de raza.

— Así son las cosas —confirmo Jacob en un tono bajito—. Ellos creen que te vas a poner de parte de los vampiros.

Observe a Jacob y me parecía mentira que estuviera cumpliendo su promesa, me sentí aliviada por ello, ya no tendría que lidiar con nada más que sobrevivir al cambio que iba sufrir Forks, claro además de aportar claridad, cuando Alice decida que es hora de marcharse para buscar pruebas a favor de su familia. Levante la vista y la aludida seguía en la misma habitación, como si estuviera perdida en medio de una jungla, debía estar sintiéndose fatal por no decirme nada, todo seguramente llevada por el instinto de protección para que no me encontraran los Vulturis.

— Pareces triste —comento Jacob atrayendo mi atención.

— Es por que Alice esta celosa —dije esbozando una sonrisa.

— Claro que no —respondió Alice seguramente mostrando su lengua en mi dirección.

— Sabes que voy a morirme, Jacob —dije haciendo caso omiso a los quejidos de Alice.

— Estas de broma —menciono Jacob frunciendo el cejo.

— Solo es una fatalista —intervino Alice haciendo sonar sus pasos por la habitación—. No vas a morirte, solo es una gripe. Mejor me voy, lo más posible es que continuemos esa discusión.

Alice abandono la habitación con dramatismo. Jacob se levanto de su posición y me dedico una mirada de recelo, seguramente no sabia como proceder ahora que las cosas estaban claras, se veía a leguas que se moría por seguir insistiendo en el tema, pero por otro lado temía que lo rechazara una vez más, cargando el peso de sus frustración en los nuevos miembros de su manada.

— ¿Cómo esta Leah? —pregunte llenando el silencio.

— Amargándome la vida —soltó Jacob con una sonrisita—. Te manda saludes. Pero es no es la cuestión, ¿Qué sucede realmente Hannah?, en nuestra ultima conversación tenia unas buenas preguntas, que te encargaste de callar.

Decidí levantarme y enfrentar la situación al menos sentada, a estas alturas no entendía por que Edward no sabía hasta los pormenores de mi vida, pero sabia igual que Bella y los demás; cual era la insistencia por saber que había sido de mi o como se había desarrollado mi vida en la niñez.

— ¿Qué quieres saber? —pregunte apoyando mis manos en el borde de la camilla.

— ¿De que va todo este misterio? —inquirió Jacob lanzándome una mirada con los ojos entornados—. Alcance a escuchar parte de la discusión con Alice.

— Te refieres a mi prematura muerte —complete al ver que se negaba tocar ese punto—. De algún modo lo se, Alice sabe algo y se niega a decírmelo. Además Jacob, cuando decida contare algo de mi vida, por ahora confórmate con saber que gracias a sus decisiones, vamos a pasar un buen periodo aquí encerrados.

Jacob negó con la cabeza, seguramente no se había planteado, que era el único humano saludable y comestible a la redonda.

— Puedes venir con nosotros —sugirió señalando con su cabeza hacia la puerta.

— Confió en ellos —dije con firmeza—. Por más que necesiten sangre para vivir, no son capaces de ponerme un dedo encima.

— Y si todo ese rollo que dices, es mentira —replico Jacob tratando de bajar la voz—. Si deciden tomar tu sangre mientras duermes…

— No lo harán, son vegetarianos –dije negando con la cabeza—. Existen otros modos de hallar una solución pacifica.

— ¿Tú? —pregunto Jacob enarcando las cejas—. Ellos te han declarado otro Cullen más, si pones un pie fuera, te darán caza.

— ¿Quién lo dice? —dije enarcando una ceja—. Sam; pues no me voy a quedar aquí de brazos cruzados y dejar que lleven a extremos esta situación.

Jacob negó con la cabeza, aun enferma no me daba por vencida, las cosas quizás tomaran un rumbo interesante si yo metía mis manos en esto, seria la última vez que intervendría y luego me haría la de la vista gorda con las situaciones futuras, Alice no podía culparme por intentar reconciliar dos puntos de vista diferentes.

— Dudo que lo hagas cambiar de parecer —dijo Jacob con un tono serio.

— No se pierde nada con intentarlo —rebatí mordiéndome el labio inferior por las nuevas posibilidades.

— El chupasangre no te va dejar salir de casa —menciono Jacob haciendo ver los obstáculos.

— Quien dice que tiene que saber lo que planeo —replique tratando de no pensar en ello.

— Lee mentes —recordó Jacob usando un tono de conspiración—. Y la tuya no esta a salvo.

Solté un suspiro, mientras reprimía las nauseas que me invadían nuevamente, inoportuna gripe estomacal.

— Tu me vas ayudar —dije esbozando una sonrisa.

— ¿Estas proponiéndome algo arriesgado? —pregunto Jacob fingiendo estar pensándolo—. Hecho, cuando comenzamos…

Un aullido largo y agudo nos interrumpió en la conspiración.

— Maldita sea —bufo Jacob apurándose hacia la salida.

— Los delegados de Sam —mencione quedándome sola para planear mi siguiente paso en esta historia.


Hola a todos los lectores de esta historia... ¿Cuantos días han pasado? diez, al menos no es el mes que me demoraba anteriormente; De todo corazon muchas gracias por los mensajes de apoyo a esta historia... ya vamos por los 439 y faltan 61 para llegar a los 500... muchisimas gracias pro su paciencia y su tiempo por seguir esta historia y tambien a los que me continuan leyendo desde perdida en Crepusculo. Se que le prometi al review 400 que una sopresa llegaria a su correo, mil disculpas pero el correo ha decidido por cuenta propia negarme el acceso o quizas es el internet haciendo unas cuantas dasagradables bromas.

Por otro lado, me ha parecido demasiado extraño que les haya gustado el capitulo anterior, considerando que no aporta mucho a la historio, la verdad debo encontrarme desfasada o algo por el estilo, por que perdido el hilo de la trama que ando escribiendo. La verdad me siento frustrada escribiendo el libro de Jacob, es divertido leerlo, no es divertido tratar de amoldarlo al punto de vista de Hannah, de hecho estos ultimos dias estoy viendo a Hannah como una figura de acción de los comics, asi que continuara sin convencerme ningun capitulo, hasta que haya un poco de acción bien desarrollada.

SDPYR: no se te hace que la repentina relacion de Leah con Hanna es parecida al extraño acercamiento de Jacob cuando Bella estaba embarazada?, la verdad Hannah se siente un poc identificada con Leah, ella lo dijo en capitulos anteriores y no es nada extraño, la quileute tambien siente una extraña empatia que veremos capitulos posteriores; No entiendo que Edwar se esta poniendo celoso y no de Jacob... puedne explicarme; ¿Seth no era el lobo color arena? creo que si, la verdad no se, tendre que corregir ese pequeño desfase en la .

Bueno, por ahora es todo, al menos la relacion de Hannah y Jacob es más sana, esperemos que la imaginación este dispuesta a colaborar y la proxima vez haya uncapitulo más decente, no les parece un poco rara la actitud de Alice, ¿Que estara tramando o evitando?, por cierto nunca habiamos visto a Hannah enferma, asi que esperemos que el proximo capitulo la gripe estomacal ya no este.

Hasta una proxima oprtunidad... Hasta entonces.

;) Kathyarius