Nada de Crepúsculo me pertenece, la historia es de Sthepenie Meyer y yo solo lo utilizo con fines de entretenimiento.
Summary: Secuela de pérdida en crepúsculo. Y de ese modo el león se casó con la oveja. ¡Qué oveja tan estúpida! ¡Qué león tan morboso y masoquista! ¿Qué hago resolviendo sus problemas?
Advertencia: Todos los personajes pertenecen a Meyer, excepto Hannah James, Danielle James y Charles.
Advertencia 2: Algunas frases originales del libro Amanecer aparecerán en la historia.
Parte XL
Inspirado en Lose my mind – The Wanted
Quedarme en la retaguardia era algo que nunca me había gustado. Bien, lo había aceptado en la adolescencia, pero ahora no, supongo que ninguna de mis razones me haría volver a casa de los Cullen. Solté un suspiro cargado de resignación, estaban pasando cosas realmente extraordinarias con los vampiros, de aquello me había estado enterando por Seth que ocasionalmente hacia guardia durante el día en casa del jefe Swan.
Los vampiros llegaban según la precisión de su encuentro con los Cullen, sabía lo que estaba pasando allí, tenía informantes que me ponían al día, sin estar dependiendo de Edward o Bella, quienes se habían negado a darme detalles de lo que estaba aconteciendo, decían que era por mi salud mental, pero en el fondo no querían que me involucrara con los sórdidos detalles para derrotar a los Vulturis.
Bella estaba progresando en sus intentos por expandir su descubierto escudo, al parecer Kate había optado por métodos poco ortodoxos que no consiguieron la aprobación del Edward, pero ella tenía que hacerlo por su bien, mientras yo me estaba perdiendo toda la acción, en verdad estaba con bastante frustración.
— ¡Ey! —llamo Leah sentándose a mi lado—. Hoy me toca cuidarte. Así que no me recibas con esa cara aburrida.
— Me alegra verte —dije observándola con una sonrisa—, ¿Ya te cansaste de hacerle la corte a los invitados?
— Puaj —repuso Leah con un gesto de asco—. Primero muerta.
— No creo que sean tan malos —comente esperando que la chica saltara de indignación.
— No lo dirías, si vieras las nuevas adquisiciones —rebatió Leah perdiendo la paciencia—. Acaban de llegar dos versiones de Drácula a la cueva.
Solté una risita, Leah odiaba a los Cullen y sus amigos, pero decidir entre volver a la manada de Sam o quedarse en la cueva de los vampiros, era seguro que prefería lo último.
— Esto no va terminar nada bien —musito Leah empuñando sus manos—. Vamos a morir por culpa de esa niña.
— Siempre puedes elegir no pelear —comente alzando los hombros—, tienes la opción.
— Como si pudiera elegir —rezongo Leah—. Estoy atada a las decisiones del macho alfa, así que si Jake va a la pelea, el resto le acompañamos.
Estire los labios como si estuviera meditando algo importante, ese era el mayor inconveniente de las manadas, aunque estaba segura de que Jacob no los obligaría ir a enfrentarse con los Vulturis, estaba casi segura que les había sugerido quedarse en la reserva en caso de que los nativos necesitara de su protección, de modo que aquella razón no era válida, había algo más debajo de esas palabras, aun Leah quería demostrar que ser mujer no le impedía ir a darle unas cuantas tundas a los vampiros.
— Supongo —repuse dándole poca importancia—. Seguramente te morías por escapar de las sanguijuelas por un rato.
— Supones bien —se mofo Leah—. Ahora me pregunto, porque ellos te han dejado atrás como un cachorro herido.
— Porque soy un humano común y silvestre —conteste a su pregunta implícita—. Sabes bien que algunos no se alimentan de sangre animal, así que para evitar una persecución y la muerte de un testigo por mi culpa, mejor me quedo en casa con Charlie…
El resto de mi respuesta quedo ahogada por un claxon de un auto rojo que se acaba de estacionar sobre la calle, reconocía aquel trasto, era el nuevo auto de Jacob, lo tenía en el taller la tarde que le di un puñetazo a Jessica en la playa; a decir verdad muchas veces me olvidaba de lo vivido anteriormente, como si el nacimiento de Nessie hubiera partido en dos la historia que estaba viviendo atrapada en mi cabeza.
— Hola —saludo Seth desde la puerta del copiloto—. Me encargaron de traerte esto Hannah.
Observe el auto con una ceja alzada, ¿A quién se le había ocurrido esa idea?
— Vaya —silbo Leah con una risa—. Jacob debe estar loco de atar, si deja a Billy sin auto para venir al pueblo.
— Ya lo creo —murmure sorprendida.
— En realidad, ha sido idea de Jacob y Edward —dijo Seth bajándose del auto y entregándome las llaves.
— No debería extrañarme —dije soltando un suspiro—. Creí que todo este tema de que los humanos somos frágiles ya estaba pasado de moda.
Ambos hermanos intercambiaron una mirada, sin comprender de qué estaba hablando.
— Bueno, piensan que como Jacob ha utilizado mucho el auto —confeso Seth con un poco de vergüenza—. El olor de los lobos podría minimizar un poco la cacería de los invitados.
— Oh —dije sin mucho entusiasmo—. Ahora comprendo porque no me han dejado la ducati.
Una sonrisa por parte de Seth rompió toda incomodidad generada por el encargo de los Cullen, supongo que sería muy útil si deseaba pasearme por el pueblo en busca de nuevas aventuras, al menos no se habían olvidado de mí con facilidad. Una mujer nativa y con rasgos muy parecidos apareció en el porche para observarnos con seriedad.
— Ya que todos están aquí, supongo que almorzaran —dijo Sue poniendo sus manos en la caderas y observo a Leah con determinación—. Y no acepto, un no por respuesta.
— Creo que no puedo escaparme de esta —murmuro Leah acongojada.
Todos entramos a casa tras Sue, era bastante raro y peculiar ver a la mujer en todo momento dentro de casa, aunque yo había insistido en colaborar con los oficios, me vi expulsada de la cocina con argumentos como: lograste que mis hijos volvieran o evitaste una guerra entre lobos y vampiros, simplemente la más aterradora de todas, Charlie siente como si Bella hubiera regresado a casa. Lo único bueno de todo aquello, era que no iba morir envenenada por Charlie Swan.
Al caer la tarde, Leah y Seth se despidieron de su madre, quien me recomendó a Charlie. Sin necesidad de observar por la ventana, supe que el nuevo guardia estaba apostado en alguna parte de la casa o quizás a pie del árbol que daba a la ventana del antiguo cuarto de Bella, no sabía quién vendría hoy, casi siempre se cambiaban los turnos cada tres días, aunque Seth y Leah eran los que más merodeaban la casa, Jacob no había querido aparecer desde los acontecimientos en casa de los Cullen, parecía que en verdad temía estar a solas conmigo, como si de repente fuera hacer una aparición sorprendente los miedos que tanto lo perseguían.
El televisor fue encendido de un momento a otro, esa era la señal de que Charlie había llegado, lo más seguro era que pondría en marcha el microondas y se tomaría en paz la cena que Sue había dejado en la nevera. Me tire a la cama como si fuera una prisionera que podía disponer de todos los lujos de una casa, realmente no me apetecía bajar y hacerle conversa al jefe Swan, aprendí con los días que era mejor estar sentada mirando por la ventana que ser ignorada por los deportes.
Me dedique a observar el bosque que estaba más allá de la propiedad de los Swan, preguntándome que sería de aquella casa cuando Charlie faltara, seguramente desde algún remoto lugar del planeta los Cullen mandarían alguna persona que se hiciera cargo de todos los efectos personales de Charlie y cuando ninguno de sus compañeros de estudios estuviera aún vivo, volverían fingiendo ser otras personas o quizás primos, tal vez…
— Novios que se han fugado de algún pueblo perdido —musito una voz aterciopelada al otro lado de la ventana.
Quise soltar un grito de espanto, pero Edward ya había entrado en la habitación como por arte de magia y puso una mano en mi boca, aquella escena la había vivido alguna vez, si, cuando el vampiro decidió raptarme para saber si se estaba volviendo loco o en realidad estaba enamorado de mí y recordaba lo asustada que había estado pensando que había llegado la hora de morirme.
— Había olvidado lo dramática que te pones —susurro Edward destapando mi boca—. Ahora no vayas a gritar, por favor.
— ¡Casi me matas del susto! —repuse temblando de la furia—. ¿Es que nunca puedes entrar por la puerta como una persona decente?
— No creo que a Charlie le haga gracia —dijo Edward sentándose en el alfeizar de la ventana—. Pensara que estoy engañando a Bella contigo.
— Claro, como no se me había ocurrido antes —dije con evidente sarcasmo—. Este encierro me va volver un poco bruta.
Edward soltó una risita un tanto irritante, no entendía la gracia de su chiste privado y tampoco me interesaba saberlo, me levante de la cama y fui a sentarme en la mecedora que dominaba un poco la habitación, me sentía un niña bastante rebelde con los "adultos responsables" que la habían encadenado en una casa bastante aburrida.
— No vamos a comenzar de nuevo —soltó Edward—. Es por tu bien, al parecer la antigua Hannah hace su aparición, ya me estaba preguntando si el papel de pacificadora iba durar toda la vida.
— Ya sabes, por lo que dijo Eleazar —repuse encogiendo los hombros—, podría ser tu temor más infundado.
— Ya lo creo —aseguro Edward tomando puesto ahora sobre la cama de Bella—. Te dije muchas veces que me hacías poner un poco ansioso, sueles meterte en demasiados problemas y me siento un tanto inútil cuando no pides ayuda.
Ahora era mi turno de reírme, pero no podía hacerlo, desde nuestra conversación en el hospital de Chicago, nunca había escuchado a Edward decirme tan claramente que le preocupaba verme envuelta en problemas y al parecer mi actitud se lo estaba poniendo un tanto difícil, creo que la antigua Hannah estaba rondando por ahí esperando su oportunidad para atacarlo.
— Y yo me siento inútil, por no poder ayudarles —confesé con un puchero digno de Alice.
— Hannah, debes comprender —repitió Edward un tanto ansioso—. Si mueres por nuestra culpa, creo que no podre perdonármelo.
— Espero que no te culpes si muero de vieja —dije levantándome de la silla para sentarme a su lado—; la verdad es que los extraño, me siento bastante rara volver al sitio donde todo comenzó. Ya sabes como si estuviera recogiendo mis pasos antes de morir.
Edward paso un brazo por mis hombros como si quisiera consolarme de mi futura muerte, sentía en verdad que estaba recogiendo mi pasos, estos momentos con el vampiro no se habían vuelto a repetir desde su boda con Bella, supongo que un hombre casado no puede estar persiguiendo a mujeres con síndrome de locura, por más que estas puedan ser amigas de su esposa, era toda una odisea.
— ¿Quién hará guardia hoy? —pregunte para olvidar asuntos tan serios como mi futura muerte.
— Seré yo —contesto Edward con un tono un tanto mustio—. Era el turno de Jacob, pero sabes lo duro que le resulta separarse de Nessie.
— Supongo —dije un tanto molesta—. Creo que le da miedo verme, ¿Sabes algo de eso?
Edward negó con la cabeza, seguramente debía saberlo, él leía la mente de casi todas las personas que estaban en su casa, Jacob tal vez le había suplicado no contarme nada acerca de sus pensamientos más profundos, pero suponiendo nuestra última conversación estaba segura que aún seguía molesto por que no le deje tomar sus propias decisiones.
— Es hora de dormir —comento Edward levantándose y dándome la espalda para mirar por la ventana.
— Ni creas que me cambiare contigo en la habitación —dije soltando una risita para molestarlo—. Gracias a Dios en esta casa existe un baño.
Una risita del vampiro me acompaño fuera de la habitación, me escondí en el baño por unos minutos y normalice mi respiración, tome la pijama que había está utilizando los últimos días y agradecí mentalmente que Alice no había comprado nada comprometedor. Después de enjuagarme la cara tres veces volví a la habitación, no sin antes gritar escaleras abajo un escueto "Buenas noches Charlie" y recibir un "Igualmente".
Edward había cambiado de posición cuando entre a la habitación, me sentía como Bella, tratando de ocultar su presencia en casa, definitivamente parecía como si me hubiera devuelto a crepúsculo, solo que esta vez tenía la cama arreglada de tal forma que sentía el cansancio de no estar haciendo nada en todo el santo día, me extendí sobre ella y me acomode entre las mantas para dormir, en casa de Charlie las pesadillas se habían terminado completamente.
— ¿Quiero preguntarte algo? —suspiro Edward apagando las luces del cuarto.
— Claro —repuse somnolienta—, pero no esperes confesiones íntimas de mi parte.
— Ya me lo suponía —dijo Edward sentándose cerca a mis pies—. ¿Aun continúas con esa teoría de tu muerte, supuestamente vista por Alice?
— No es una supuesta visión de Alice —conteste con seriedad—. Alice lo ha visto y ha tratado de ocultarlo. Edward ya te explique el por qué debo morir y parece que te has olvidado con facilidad de todo lo que hablamos en la biblioteca ese día, debo volver a donde soy y muriendo es el único medio.
— Pero no moriste la otra vez, ¿Cómo pudiste regresar? —inquirió Edward observándome con seriedad.
Creía que esa parte estaba más que clara o eso suponía, pero al parecer Edward me la ponía difícil.
— Estaba muy agobiada con la boda —le recordé—. No morí porque mi propia conciencia me mando de regreso al mundo real y regrese debido al estrés con todo lo relacionado a los compromisos antes de la boda, no entendí como resultaron ilesos de un casamiento como el de ustedes, supongo que es cosa de vampiros.
— Más bien diría cosa de Alice —confeso con un tono plano—. Eres la chica más rara que he conocido después de Bella y aun no puedo creer todo lo que me dijiste esa vez en la biblioteca, no puedo asimilarlo, me niego que mi vida sea algo imaginario.
Podía comprenderlo, era duro aceptar que todo lo que creías ser verdadero, de un momento a otro era mentira, lo último que necesitaba era que se embarcaran en un misión suicida con los Vulturis para probar que eran personajes imaginarios y no de carne y hueso.
— Hablando de todo un poco —dije interrumpiendo su monologo masoquista—. Hoy llego el auto de Jacob y supongo que me darás una explicación del por qué ese coche.
— Creo que Seth debió decírtelo —comento Edward moviéndose con rapidez al cabecero de la cama—, el olor de los lobos disimulara tu efluvio de los vampiros que no son como nosotros. Es todo lo que podemos hacer por ti, no quiero que te ataquen, aunque le hemos prohibido acercarse a esta casa, así les parezca interesante el olor.
— Eleazar pudo haber agregado algo terrorífico al asunto —medie—. Pudo haberles mencionado que en ella habita una humana que puedo enloquecerlos de miedo hasta que deseen estar ardiendo en una hoguera.
— No creo que sea un asunto para reírse —musito Edward—, la verdad es que no desearíamos que otros vampiros supieran algo de tu don. Supón que te podrían secuestrar y transformarte y luego usarte como un arma arrojadiza contra alguien.
— Esos amigos a los que te refieres, son las más modernas versiones de Drácula —adivine—. Bueno viniendo de ellos, tal vez creo que tu concejo es lo mejor.
— Por lo menos existe algunos a los que tienes miedo —soltó Edward sin evitarlo.
— Claro que le tengo miedo a algunos —rebatí—. Solo que me hago la dura para que no se me note.
— No tienes remedio —murmuro Edward divertido.
En algún punto de mi conciencia, supe que termine cerrando los ojos y escuchando una melodía parecida a una nana y entonces mi subconsciente comenzó a navegar como un barco sin rumbo, algunos sueños comenzaron arremolinarse en mi cabeza, como si fueran pequeños mundos perdidos en mi mente…
Una luna redonda estaba enmarcada sobre un cielo tachonado de estrellas, sus rayos tímidos se arrojaban sobre un particular sitio que al parecer pocos humanos tenían la oportunidad de apreciar. Era un lugar muy parecido a la plaza San Marcos en Venecia, solamente y a diferencia de ella, una fuente algo ruidosa dominaba la explanada, las palomas aun revoloteaban aunque era bastante extraño para ser de noche.
Al otro extremo de la fuente, una sombra aparecio de repente, podía vislumbrar desde mi distancia que era un hombre, un joven adulto que se había equivocado de vestimenta, llevaba un frac y un sombrero demasiado inglés para un paraje como aquel, parecía una especie de espía tras las sombras de las aguas, como si estuviera ansioso de develar su identidad.
Observe hacia abajo y pude notar que yo igualmente estaba vestida inapropiadamente para la ocasión. Un vestido entallado se deslizaba por mi cuerpo, era tan negro como la noche y aunque no podía ver las uñas de mis pies, las manos delataban un rojo sangre bastante escandaloso para combinarlo, de hecho todo esto parecía como si fuéramos actores de una obra de teatro, listos para lanzarse a la escena.
El hombre emergió entre las oscuras sombras con suspenso, sentía la respiración atragantarse entre mi garganta, se me hacía algo conocido y pude notar que tenía el cabello del color del trigo y sus cabellos ensortijados que se escapaban del sombrero, le daban un aire de ángel espectral, como las estatuas vivientes entre los mausoleos de los mortales.
Entre parpadeo y otro, el hombre avanzo con rapidez, su mano blanca se estiro hacia mí como si fuera la invitación a un baile, toque su mano fría como si estuviera muerto, la melodía de un violín se coló en la escena, los dos cuerpos comenzaron a danzar sobre el duro suelo que comenzaba a llenarse de copos de nieve, seguramente por eso, el extraño personaje estaba tan frío como el hielo.
Unos pasos más aquí y allá, la música cesaría en unos cuantos instantes y el misterioso personaje tendría que darme la cara, era bastante confuso estar en unos brazos conocidos pero a la misma vez ausentes, una floritura parecía ser el final de la pieza musical, terminamos conmigo casi cayendo al suelo y el extraño personaje sosteniéndome con firmeza.
— ¿Puedo saber quién eres? —pregunte al hombre.
— Tú me conoces desde hace mucho tiempo —respondió con una voz aterciopelada—. Estamos destinados a estar juntos, para siempre y por toda la eternidad.
El sombrero se levantó unos cuantos centímetros y pude ver unos colmillos afilados saliendo de sus labios listos para atacar, no podía creer en lo que se había convertido, un pinchazo en mi garganta, hizo que soltara su nombre al aire…
— Charles…
Hola a todos, antes de volver a mi trabajo habitual quise dejar este nuevo capítulo, en parte resarciéndome por mis largas ausencias; espero que les haya gustado, aunque son pocas las personas que aún siguen esperando, de verdad muchas gracias por todo el apoyo que aún está ahí.
Espero volver pronto y creo que ya se imaginaran que viene a continuación, la recta final de la historia de Hannah con los vampiros… Si mis lectores, ya estamos sobre el final del fic, así que vayan apostando que pasara al final con el personaje principal… ¿morirá o vivirá?
No siendo más y eso porque tengo sueño y son la una y diez de la madrugada… nos vemos en una próxima oportunidad
Hasta entonces…
;) Kathyarius
