El vehículo se detuvo una vez que entró al muelle de Rodorio. Aria notó mucho movimiento, hombres de un lado a otro, algunos armados, otros que tenían pinta de matones, cargueros, etc. Sin lugar a duda, esperaban la llegada de Kostas.
-Esperen aquí, iré a preparar unos asuntos. - habló Natasha desabrochando su cinturón de seguridad. - Ustedes dos, bajen del auto. Vigilen que no vayan a escapar. - ordenó a los dos matones que estaban sentados uno a cada extremo, dejando a Aria y Silvanna en el centro.
Cuando estuvieron a solas, la peli azul se relajó un poco, al menos ya no tenían una pistola en la cabeza.
-Aria… - la voz de Silvanna la hizo voltear. Si bien había dejado de llorar a mitad del camino, su voz era ronca y quebrada. - Tengo miedo. - confesó.
La chica suspiró. Sentía un nudo en el estómago por la tristeza e impotencia, ya que lo que menos quería era involucrar a alguien más, menos a Silvanna, quien lucía muy afectada por lo ocurrido y no la culpaba.
-Lo siento, cariño… - respondió abrazándola. - De verdad lamento mucho que estés aquí pasando por esto.
-Quiero volver a casa. Quiero ver a mamá. - pidió la morena llorando. Los ojos de Aria se inundaron en lágrimas.
-Mamá… está muerta, Sil. - confesó derrotada. Ya no tenía fuerzas para seguir ocultando la desgarradora verdad. La gemela se soltó del abrazo, dirigiéndole una mirada llena de confusión, miedo y tristeza. - Esa mujer… Está aliada con el hombre que la mató.
Silvanna volvió a quebrarse, llorando con mayor intensidad. Aria alcanzó a sentir como el menudo cuerpo de la adolescente temblaba. Quiso consolarla, pero ni siquiera ella tenía esperanzas de que aquello terminara bien.
-¡Lo siento! ¡Lo siento! Por mi culpa esa mujer nos trajo aquí… Nunca fue mi intención entrometerme, ni siquiera sabía que tenían una relación… - conforme los minutos transcurrían Silvanna se hundía más y más en un ataque de pánico y ansiedad por el miedo y la culpa que sentía.
-Sil, Silvanna, mírame, tú no tienes la culpa de nada cariño…
Aria trataba de calmar a la joven, sin embargo, sus intentos se vieron frustrados cuando de repente ambas puertas se abrieron. Los hombres de Natasha las sacaron del vehículo a la fuerza. Aria se removió un poco, pero evitó alterarse para no asustar más a Silvanna quien nuevamente lloraba. Natasha observaba con una sonrisa amplia el rostro lleno de miedo en la morena, sintiéndose victoriosa por su cometido. Estaba convencida de que Milo sería todo suyo una vez que matara a la mocosa.
-¡No lo puedo creer! - La voz estridente de Kostas llamó la atención de todas las personas. Aria lo miró empezando a respirar agitadamente. - Natasha, querida, veo esto y estoy sin palabras. Eres sin duda alguna mi mejor socia.
Ambos cómplices se dieron un caluroso abrazo y un beso en la mejilla a modo de saludo. Tenían cerca de un año de no verse y al ser tan buenos socios su relación era cercana. Natasha había sido la persona más eficiente con la que Kostas trabajó desde que asumió el puesto de su padre en la mafia; era astuta, inteligente, perspicaz y fiel; gracias a ella la Banda tenía ya tres años de distribuir eficazmente los cargamentos de droga en Rodorio sin ser descubiertos por la policía puesto que la rubia tenía comprado a la compañía operadora del puerto.
-Siempre te he dicho que no dudes de mis capacidades, Kostas querido. La operación de hoy está más que protegida. Cero cámaras, este puerto no ha sido intervenido por nadie y lo más importante… Te traje a esta ratoncita escurridiza. - comentó mientras se acercaba a Aria y le tomaba una de sus mejillas, apretándola, ésta solo le devolvió una mirada llena de desprecio.
-Aria, Aria… mira qué bonita te has puesto en tan poco tiempo. Nunca dejas de sorprenderme, ¿a dónde me vas a conducir? - "halagó" Kostas mientras se acercaba a la peliazul y la tomaba bruscamente por la cintura.
-Espero que al infierno. - respondió inmediatamente la bailarina mientras se removía para soltarse del agarre. Sintió repulsión con cada fibra de su ser.
Kostas la soltó de inmediato, burlón, pero en cuanto sus ojos se posaron en Silvanna, sonrió. Una sonrisa pervertida.
-Y esta es la famosa Silvannita… - se acercó a Silvanna y acarició los cabellos rizados. La morena le devolvió una mirada llena de terror. - He decir, Nat, que ese caballero tiene buen gusto, no me extraña que te botara. - Natasha arrugó el ceño ante el desagradable comentario. - Esta conejita está muy bien. - comentó intentando bajar su mano por el cuello femenino.
-Si la tocas, ¡te juro que te comeré vivo! - exclamó Aria furiosa, sin embargo, nuevamente fue sometida por el matón de Natasha.
-Aria mi amor, no seas celosa. Tú siempre serás mi única mujer. Aunque no me creas, te he sido fiel. - respondió de inmediato Kostas separándose de Silvanna. - Distribuyan el cargamento. - ordenó. - Natasha, ya tienes tu premio, ve y haz lo que quieras, yo me encargaré de mis propios asuntos.
Acto seguido, Kostas dio la orden para que empezaran a bajar los cargamentos de drogas y también, le pidió a otro de sus hombres que se acercara con una de sus armas. Cuando estuvo frente a la chica de cabellos azules, el hombre le apuntó directamente a la cabeza.
-¡Aria! - gritó desesperada Silvanna.
-Para que veas que pienso en tí, te voy a mandar a descansar para que tu adorable mamita te haga compañía. ¿Últimas palabras? - preguntó Kostas sonriente. Siempre fue la clase de hombre que se aburría fácilmente, por eso, cuando llegó al puerto y notó la carne fresca que representaba la gemelita, desechó por completo el convertir a Aria en su mujer. Honestamente, había estado involucrado con la bailarina por muchos años y quería algo fresco, algo más tierno y virgen. Por eso lo mejor sería matar a la chica y por fin vengar a su padre completamente.
Silvanna cerró los ojos en cuanto el disparo llegó a sus oídos. Sintió por un momento su mente quedar en blanco, no atreviéndose a voltear su mirada en la dirección donde Aria se encontraba, pero el pesado sonido de dos objetos causó curiosidad en ella. Todo parecía estar en cámara lenta: Aria hincada en el suelo, en shock, y los cuerpos que cayeron pesadamente eran del hombre de Kostas, quien tenía un disparo en la cabeza, así como también el hombre de Natasha quién lo recibió en el pecho.
-Wow… Este francotirador es hermoso. - susurró Catrina con adoración, desde su posición en la montaña. A su lado, Shaka sonreía orgulloso mientras acariciaba los cabellos negros que habían crecido en el último año.
Como consecuencia del disparo, el resto de los hombres de Kostas, creyendo que el disparo provino de la entrada principal del puerto, abrió fuego. Kostas y Natasha se separaron con el fin de resguardar sus vidas; llevando la rubia a Silvanna por el sector este, mientras que Kostas trasladó a Aria por el oeste. Ambos estaban asustados ya que no se esperaban ser atacados.
-En cuanto cesen los disparos, muévanse a sus respectivos puntos. Milo, Shura, ustedes también, que no los perciban. - ordenó Shaka por su comunicador.
-¡Sí! - respondieron.
-Toda marcha según el plan, aun así me preocupa, creo que deberíamos bajar a apoyar. - comentó Shaka luego de apagar su comunicador.
-No puedo bajar. - respondió cortante Catrina mientras cargaba nuevamente el arma.
A Shaka le extrañó el comportamiento de la chica. Lo primero que se le vino a la mente fue que se trataba de esas actitudes que le quedaron como secuelas por su trauma. Trató de manejar la situación tal cual la psicóloga le recomendó para esos casos.
-Catrina, ¿podrías explicarme por qué no quieres bajar? Sabes que puedes decirme lo que sea…
-Estoy embarazada. Una bala podría alcanzar al bebé. - respondió fríamente, sin embargo, el temblor en sus manos delató el nerviosismo que sentía al dar la noticia. Shaka se mantuvo en silencio unos segundos. ¿Embarazada? El silencio de Shaka no hizo más que aumentar sus nervios. - ¿Quieres tenerlo? - preguntó preocupada.
El rubio la abrazó repentinamente con fuerza. Su cuerpo estaba lleno de sensaciones extrañas, su corazón latía a mil, no recordaba haberse sentido tan vivo como en esos momentos.
-¡Claro que sí! Si tu también lo quieres, si sientes que estarás bien lo tendremos. - Catrina sonrió mientras movía su cabeza afirmativamente y sus ojos rojizos se llenaron de lágrimas. - Si… - Imitó Shaka. - Tendremos un bebé, juntos. - dijo mientras la besaba.
-Seremos una familia… - afirmó la pelinegra. Solo frente al hombre que amaba se permitía ser vulnerable porque confiaba plenamente en Shaka.
Shaka nuevamente la abrazó. Sin embargo, aún en su estado de euforia, algo en su mente hizo "clik".
-Catrina… ¿cómo aceptaste venir estando embarazada? ¡Es peligroso para tí y para el bebé! - reprendió el rubio. Definitivamente, podría sacar a Catrina de la profesión militar, pero ella siempre sería un soldado, estaba en su esencia.
La pelinegra sonrió divertida. Ya se esperaba el sermón por parte de Shaka, así que solo se sentó a escuchar su monólogo moralista mientras vigilaba la posición. También le dio la razón, Shaka adoraba que le dieran la razón, aunque se jactara de ser humilde.
. . .
El primer grupo de matones liderado por Natasha corrió hasta llegar a una bodega donde se almacenaban granos. La rubia envió a dos hombres a revisar el lugar en busca de enemigos, mientras que otros dos, se quedaron resguardando la entrada principal. En cuanto le indicaron que todo estaba despejado, entró arrastrando a Silvanna consigo. La lanzó al suelo con brusquedad, haciendo que ésta se golpeara la cabeza. Un fino hilo de sangre empezó a bajar por su rostro. Natasha por su parte respiraba agitadamente.
-No lo entiendo. ¿Cómo nos descubrieron? Me aseguré de que todo estuviera limpio para hoy. ¡Esa perra debió traicionarnos! - se quejó.
-N-Natasha… - llamó Silvanna suplicante mientras se levantaba del suelo quedando de rodillas. - ¿Por qué estás haciendo esto? Déjame ir… - pidió empezando a llorar nuevamente.
-Vaya, qué cínica eres. ¡Me quitaste a Milo! Y aún así tienes el descaro de preguntarme por qué lo hago.
-Yo no… yo no te quité nada… Por favor… H-Haré lo que quieras, pero déjame ir.
-Tú sabes lo que quiero. - respondió cortante la rubia.
-Yo… decidí renunciar a mis sentimientos por Milo, incluso antes de que hicieras esto, p-por que… Nuestro contrato terminó. Volveremos a Estados Unidos; no volveré a ver a Milo jamás… Te lo juro. - confesó. Silvanna estaba rota. Tenía miedo de ser asesinada por Natasha, temía no volver a ver a su hermana ni volver a tener la oportunidad de bailar, pero a la vez le dolía estar renunciando a lo que sentía por el Dorado de Escorpio. "Las decisiones responsables no siempre son las más felices" * Recordó las palabras que la madre de Aria solía decirles. Y ella estaba ahí, tomando la decisión más responsable para salvar su vida.
-Awww, qué tierno… - comentó Natasha burlona. - Vas a dejar ir a Milo… Sabes, dicen que soltar también es amar. ¿Lo amas? ¡Responde! ¿Amas a Milo? - exigió molesta.
Natasha supo que Milo estaba enamorado de la bailarina por la forma cálida en la que pronunció su nombre el día que la golpeó, la manera tierna en que tomó su rostro para revisar su estado, el afecto que transmitieron sus orbes morados; mientras que para ella, su mirada le dio un claro mensaje: te mataré. Y ahora, estaba ahí, frente a esa mocosa quien se hincaba frente a ella y a pesar de llevar la ventaja, se sentía completamente derrotada. Los orbes celestes reflejaron sinceridad, ternura, brillaron cuando la morena pronunció el "Sí". Ella también estaba enamorada.
Natasha sintió celos. Pese a sus noches juntos, Milo jamás la miró así.
-Mientras sigas con vida, Milo jamás será mío. Alégrate, ese lindo amor que comparten será tu muerte. - respondió genuinamente dolida. Dio la orden a sus cuatro soldados para que dispararan en contra de la chica, aprovechando que nuevamente el pánico se adueñó de ella. Iba a dejarla irreconocible.
Una vez que sus hombres estuvieron en posición, el sonido de pesados pasos fue lo único que se escuchó. No supo a qué se debió, pero Natasha los escuchó tan fuerte que fue lo único en lo que pudo concentrarse, hasta que un destello rojizo la sacó de su trance inicial para meterla en otro nuevo. Uno en el que veía a sus hombres caer muertos, uno en el que ella misma sintió su garganta abrirse de lado a lado bañando su precioso y caro vestido de copiosa sangre. Notó la presencia de Milo a su lado, quien observaba atento a Silvanna en el suelo, con los ojos cerrados, con una herida en su cabeza y lágrimas en su rostro.
-Gracias por hacer esto más fácil. - la voz de Milo era espeluznante. - Te gustará el infierno, ya estuve ahí y créeme, es el lugar perfecto para tí.
Dicho esto, Milo pasó de largo ignorando por completo a Natasha, dejándola morir desangrada. El cuerpo femenino cayó al piso convulsionando.
Las balas nunca llegaron y Silvanna reconoció el sonido hueco de los cuerpos al caer. Para cuando alzó su mirada, se topó con los orbes morados de Milo. El Caballero Dorado de Escorpio estaba arrodillado frente a ella, cubriendo con su propio cuerpo la masacre que había cometido porque Silvanna no merecía presenciar aquello. Pese a estar ambos en el suelo, no estaban al mismo nivel, Milo era más grande. La diferencia de altura fue más notoria cuando el dorado acercó su rostro quedando a tan solo milímetros; aun así, Silvanna debió levantar su rostro.
Milo tomó con delicadeza el rostro femenino.
-No te vayas, quédate. No renuncies porque yo no renunciaré a tí… Haré míos tus sentimientos y tuyos los míos. Quiero estar contigo por el resto de mi vida, Silvanna. Estoy completamente enamorado de tí. – confesó transmitiendo todo el amor que sentía por la bailarina.
Milo no pudo resistirse al precioso rostro sonrojado, aún lleno de lágrimas, era la mujer más hermosa que había visto nunca. La besó apasionadamente, liberando el miedo que sintió por perderla, el amor abrazador que le quemaba; en ese instante, la barrera etaria dejó de existir en su mente. Silvanna se dejó llevar. Sin importar cuanto lo intentara, no podría resistirse a sus sentimientos por Milo.
-Te amo Milo… - correspondió la morena en cuanto se separaron.
. . .
Hellou babies!
Este capítulo fue tan lindo de escribir. Estaba comiendo pokis de fresa, así que asumo por eso me quedó tan romántico y tierno, aunque repito, ellos han sido mi pareja favorita de entre las tres historias que he hecho.
Debo decir, que Milo se enamoró primero y más fuerte, eso es verídico jaja.
*También les comparto esta frase porque la llevo muy presente y es una constante en mi vida. Úsenla sabiamente.
Es probable que ya termine la historia para el próximo capítulo, por lo que no estoy segura de que logre subirlo para la semana entrante ya que tengo que pulirlo, así que les pido paciencia. Espero que disfruten leyendo el capítulo tanto como yo al escribirlo. No olviden sus preciados reviews porque quiero saber, con todo mi corazón, cómo les ha parecido la historia hasta este momento. ¡Nos leemos!
