El tiempo parecía ser cada vez más lento.
El único cambio notable fue cuando Kirishima le contó que Mina había accedido a ser su novia e inclusive habían comenzado a vivir juntos volviéndose inseparables después de eso.
Bakugo se burló con disgusto cuando regreso a su apartamento ese día luego de haberlo visitado. Al final no había necesitado de su ayuda, lo cual pareciera ser una broma cruel considerando como termino todo con Momo.
Nunca debieron cruzar palabra.
Eso era lo que se repetía constantemente cuando pensamientos de ella entraban a su radar; cosa que provoco que esos últimos meses su humor empeorara; lo que significaba que la pareja que encontró en su sofá acurrucada viendo una película después de que llegara de su doble turno tendría que lidiar con su frustración.
— ¿No pueden ustedes dos ser asquerosos en la habitación de Denki? Este es un espacio común — se quejó tomando una cerveza de la nevera y cerrando la puerta más fuerte de lo necesario.
— Wow, amigo. ¿Qué se arrastró hasta tu trasero? —
El rubio no sabía lo que había ocurrido entre él y Yaoyorozu, no necesitaba que lo compadeciera... por otro lado Kyoka no requería de esa información para sospechar sobre lo que había pasado. Era la suficientemente inteligente para deducirlo y el que no dijera nada en todo ese tiempo no significaba que él no pudiera sentir el calor de sus ojos perforando agujeros en la parte posterior de su cráneo.
Se giró para lanzarle su mirada más amenazadora.
Parpadeó sorprendida antes de doblarse, un ceño fruncido estropeando su bonito rostro y Bakugo estaba a dos segundos de gruñirle para mantener su mirada juiciosa a raya cuando Denki se aclaró la garganta y se levantó del sofá.
— Bien, tengo asuntos en el baño que atender, vuelvo en un segundo— rodeando con cuidado a su compañero, por una vez sintiendo su mal humor y eligiendo no participar.
En cuanto se quedaron solos, Bakugo se volvió hacia la novia de su amigo.
— ¿Tienes un problema conmigo, sparkle? — espetó y ella juntó las cejas antes de ponerse de pie y caminar hacia él.
— Sí, en realidad —
Bueno, debería haber esperado esa respuesta, pero la idea de que la mujer relajada fuera capaz de tener problemas con cualquiera todavía era motivo de sorpresa.
— El que Denki no me haya dicho nada todavía quiere decir que no está enterado, pero puedo ver perfectamente que algo paso contigo y la chica de la apuesta, ¿es que acaso se enteró de su asqueroso plan? —
— Ahórrate tu sermón, lo que fuera que te haya dicho pikachu es completamente erróneo —
— Vaya, así que fuiste capaz de deducir que es erróneo el mentirle a alguien. La pobre mujer probablemente lloro cuando se enteró de que solo era una pieza en su tablero —
El recuerdo de ella conteniendo sus lágrimas vino a él.
Fue como una puñalada aguda en su pecho y ocultó su mueca de dolor detrás de un largo trago de cerveza.
— No es asunto tuyo — gruñó y ella entrecerró los ojos.
— Supongo que no, pero entre más tiempo pase sin que hagas algo solo será peor —
No lo dejo agregar algo más y se volvió para dejarse caer en el sofá justo cuando Denki salía del baño.
— ¿Todo bien? — preguntó, notando el humor sombrío que se había apoderado de la habitación.
Ella le dedicó una suave sonrisa y asintió y Bakugo puso los ojos en blanco mientras se dirigía a su dormitorio.
— De perlas — gruñó antes de cerrar la puerta.
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Yaoyorozu resistió un gemido miserable mientras presionaba su ceño molesto con el dorso de su mano.
Su compañero Todoroki, se sentó frente a ella y él no notó su descontento o no le importó mientras continuaba contándole como las ganancias de su departamento iban en aumento, sin detenerse ni siquiera cuando miró su reloj de manera notoria, por tercera en un transcurso de cinco minutos.
Había decidido salir de su casa después de semanas de llanto y autocompasión por ella, acordó consigo misma que era el momento de recomponerse, esa era la razón de su visita a esa cafetería.
Y aunque necesitaba un cambio de aire, no estaba lista para compañía, eso lo tenia muy claro, pero tal parecia que la persona delante de ella no la dejaría sola.
Eso habia sido lo de los ultimos dos meses. Estaba agradecida con él por haberle dado ese aviso, pero su relación de no citas estaba al rojo vivo y el no parecía captar la indirecta.
Intento distraídamente mirar a su alrededor para ver si reconocía a alguien en la cafetería que pudiera rescatarla.
Aun así, no contaba con la conexión de ese carmesí brillante absorbiendo el negro de sus ojos. No pudo evitar suprimir un quejido al darse cuenta de que Katsuki no apartaba su mirada desde el otro lado de la habitación.
No lo había visto desde que lo echó de su habitación, aunque supuso que debería haber esperado encontrarse con él más temprano que tarde; el área que frecuentaba no era tan grande después de todo.
Ella quería apartar la mirada, pero obstinadamente mantuvo la cabeza erguida y como él era tan obstinado como ella, tal vez más, tampoco rompió el contacto visual.
Los dos se miraron el uno al otro durante largos segundos antes de que su atención se desviara brevemente hacia Todoroki. Estudió al otro hombre por un momento, como si lo estuviera evaluando y luego una sonrisa de suficiencia curvó sus labios.
La expresión de su rostro cuando su atención volvió a ella fue exasperante y ella resopló eligiendo dar la vuelta antes de morder el anzuelo.
Había terminado con él.
No estaba dispuesta a abrir la puerta de nuevo. Incluso si ver esa sonrisa traviesa de él hacía que las mariposas en su vientre revolotearan, no admitiría que extrañaba su presencia.
No lo haría.
— Es suficiente— murmuró para sí misma sacando su teléfono del bolsillo mirando la pantalla en blanco. — Tengo que volver a casa. Le prometí a Mina que hoy sería una noche para nosotras —
Una mentira descarada, pero no podía perder otro momento aquí con él, especialmente ahora que sabía que Katsuki también estaba aquí.
Todoroki hizo una pausa antes de moverse para ayudarla a recoger sus cosas, para su frustración.
— Caminare contigo —
Un trueno en el momento oportuno hizo saltar a muchos clientes de la cafetería, incluida Yaoyorozu y miró por la ventana para ver que el cielo se había oscurecido, las nubes cargadas de lluvia se encargaron de advertirle del mal tiempo que estaba por venir.
— Oh, um, realmente no tienes que... —
— En realidad, tengo el auto estacionado afuera, el caminar era una excusa para seguir pasando más tiempo a tu lado, ahora que parece que la lluvia puede caer en cualquier momento, se ha convertido en mi nueva excusa— dijo mientras tomaba su libro de texto y se dirigía hacia la salida.
— De verdad no tienes que preocuparte, no parece que vaya a comenzar pronto — trató de no gimotear, pero estaba segura de que sonó más malcriado de lo que pretendía — No necesito que me acompañes a casa. Soy perfectamente capaz de hacerlo por mi cuenta —
Mientras decía esto, una gota de agua golpeó su frente y el cielo se abrió en el siguiente instante.
— Justo a tiempo— dijo Todoroki y en el momento en que trato de tomar su mano para dirigirla hacia su auto, una llamada entro evitando así el contacto.
Logro echar una mirada, si su memoria no fallaba la terminación de esos números dictaba que era uno de los socios. Escucho una queja por lo bajo seguido de una especie de disculpa para ir a atender el teléfono.
Ella solo asintió.
Vio cómo se apartó un poco y unos segundos después regreso para nuevamente disculparse y comunicarle que al final no podría llevarla, lo requerían en la oficina. Solo atino a mostrarle una sonrisa de comprensión y espero a que se marchara para por fin soltar el aire acumulado.
Por una vez los Dioses estaban de su lado.
Felizmente comenzó a caminar a paso apresurado, si seguía teniendo algo de suerte, tal vez no llegaría tan empapada a su hogar, pensando en eso, noto como de poco a poco las calles comenzaron a vaciarse y gracias a las nubes, había oscurecido más rápido de lo normal.
El viento junto con las pequeñas gotas hacía una danza que a su piel logro ponerla de punta. No esperaba ese cambio de clima tan drástico. Un impermeable no habría estado mal.
Trato de seguir metida en sus pensamientos, pero unos pasos la sacaron de ello, volteo para ver a la persona que se acercaba, pero no noto a nadie.
Con algo de desconcierto aferro su bolso a su cuerpo y su paso comenzó a ser más rápido.
Realmente parecía como si fuera entrada la noche.
A pesar de que intento controlarse, aun podía escuchar los pasos acercándose, esto lo único que logro fue que su tensión aumentara hasta que finalmente y sin darse cuenta estaba corriendo sin mirar atrás.
Y finalmente sucedió, su zapato se enganchó en el pavimento irregular y ella se estremeció cuando su tobillo rodó dolorosamente.
Un silbido escapó de sus dientes apretados cuando trató de caminar sobre su tobillo herido y cojeó solo unos pocos pies antes de sentir un aroma familiar detrás de su espalda.
— ¿Necesitas ayuda, peach? —
Su pecho se contrajo y aunque se había prometido jamás volver a llorar frente a él, las lágrimas comenzaron a brotar. No sabía si era por el alivio de saber que solo era él o tal vez no termino su duelo y el tenerlo tan cerca hacía que no pudiera controlar sus sentimientos.
Intentando contenerse y con el ceño fruncido, se alejó lo más que pudo para después tratar de levantarse, acción que solo logro hacerla caer de bruces.
Él solo la atrapó fácilmente antes de que pudiera hacer contacto con el suelo.
— Aléjate de mí — espetó forcejeando en sus brazos y haciendo una mueca cuando sus movimientos causaron un dolor agudo en su pie lesionado.
La forma en que puso los ojos en blanco la hizo enfurecer y le habló como si estuviera regañando a un niño petulante.
— Vamos Momo, claramente estás herida. Solo déjame ayudarte —
— No. Para empezar esto es tu culpa. ¡Como se te ocurre acecharme de esa forma! ¡¿Tienes idea del miedo que me hiciste pasar?! —
Él parpadeó con los ojos muy abiertos por un momento antes de sacudir la cabeza y soltar un largo suspiro de sufrimiento.
— No estoy... no puedes... oh, por el amor de Dios, ¿sabes qué? —
Antes de que ella pudiera reaccionar, él le quitó el bolso de las manos y la tomó con el otro brazo, alzándola sin esfuerzo hasta que la colgó del hombro.
Su protesta se convirtió en un grito de asombro cuando él se adentró en la tormenta que había comenzado mientras estaba en el suelo, empapándolos a ambos en el proceso y cualquier otra cosa que tuviera que decir murió en el siguiente trueno.
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Llegaron a su apartamento en menos de diez minutos y él abrió la puerta de una patada antes de depositarla suavemente en el sofá.
Ella estaba haciendo pucheros en este punto, con los brazos cruzados y la barbilla levantada imperiosamente, pero él la ignoró a favor de cerrar la puerta con llave y buscar algunas toallas en el armario del pasillo.
—Deberías haberme llevado a mi casa —la escuchó decir con un resoplido de indignación y la miró por encima del hombro.
— Demasiado lejos, la lluvia se habría vuelto desagradable para cuando te llevara de regreso —
Su ceño fruncido no disminuyó en intensidad.
— ¿Me dirás ahora porque estabas siguiéndome? — Ella chasqueó.
— Solo quería asegurarme de que llegaras bien, el clima parecía que empeoraría en cualquier momento y decidiste aventurarte sola hacia una caminata de treinta minutos para llegar a tu hogar —
— Entonces no me queda más que agradecerte por esta torcedura de tobillo, de no haber sido por ti no tendría este daño —
— Esa no fue mi intención, no quería incomodarte ofreciéndome a llevarte, como dije antes, quería asegurarme de que llegaras a salvo —
Un creciente fastidio comenzaba a brotar de su pecho, no podía creer lo que estaba saliendo de su boca — Nuestros amigos están juntos ahora. Ya no hay razón para que pierdas el tiempo conmigo —
Hizo una pausa en su búsqueda, admitiendo en silencio que ella tenía razón, incluso si sus motivos no eran tan misteriosos como le gustaba pensar que eran.
Sacudiendo la cabeza, se volvió y se acercó a ella lentamente con una toalla seca en la mano.
— Soy un buen tipo, ¿recuerdas? No necesito una razón para ayudar a una dama en apuros —
Él le ofreció la toalla y ella la miró por encima de la nariz antes de arrebatársela con una burla.
— Qué noble de tu parte —
Él entrecerró los ojos y abrió la boca para responder a su broma cuando ella se inclinó y comenzó a pasar la toalla por su cabello, poniendo fin efectivamente a la conversación.
Suspirando con cansancio, la dejó con eso, simplemente sacudiendo sus propios pinchos marchitos antes de meterse en su habitación y hurgar en algunos cajones.
Cuando volvió a la sala de estar, ella parecía un poco menos enojada, aunque todavía un poco rígida mirando alrededor del apartamento con curiosidad.
— Sabes, pensé que este lugar sería mucho más desordenado de lo que es — dijo pensativa y él gruñó mientras arrojaba lo que estaba cargando en el sofá junto a ella.
— Que haya hombres viviendo aquí no significa que debería estar hecho un asco — hizo un encogimiento de hombros y luego señaló la ropa que había dejado — No estoy seguro de cuánto tiempo estaremos atrapados aquí esperando a que pase la tormenta. Supuse que no querrías sentarte con la ropa mojada —
Sus cejas se juntaron mientras consideraba la camisa y los pantalones cortos mientras él esperaba que se burlara con disgusto y le hiciera algún insulto mordaz a su sentido de la moda, pero en lugar de eso, lo sorprendió al recoger las prendas.
— Eso es muy considerado...Gracias —
— Bienvenida... — contesto apenas audible mientras salía de la sala nuevamente.
Eso le permitió a ella tener la privacidad que necesitaba y sin pensarlo mucho más, se quitó la camisa empapada por la cabeza y la arrojó al fregadero.
Sin prestar más atención, no se dio cuenta cuando Katsuki regreso para avisarle que estaría cambiándose en su cuarto. Dejando que un ligero rubor cubriera sus mejillas al ser descubierta cambiándose; apartó la mirada rápidamente cuando él la miró de frente, pero no antes de que él la sorprendiera mirando descaradamente su mitad superior desnuda.
Sonriendo, se abstuvo de hacer comentarios; aunque disfrutara inmensamente provocar su ira, todavía estaban en términos inestables y no quería que ella lo alejara por su vergüenza cuando finalmente tuviera la oportunidad de hablar con ella después de todo lo que había sucedido.
Retirándose a su habitación, se puso un par de joggers y una camiseta sin mangas antes de esperar lo que pareció una eternidad para que ella le diera luz verde para regresar.
Cuando finalmente le dijo que estaba decente, él volvió a entrar en la habitación y cualquier cosa que fuera a decir para burlarse de ella por tardar demasiado murió en sus labios cuando la vio por primera vez.
No se veía como su yo normal; su cabello era un desastre, el maquillaje desgastado por la lluvia y su típica ropa fresca que le sentaba perfectamente fue reemplazada por una vieja camiseta de él que era dos tallas más grandes para ella, lo que provocaba que la camiseta cayera por uno de sus hombros.
— ¿Qué? — preguntó ella moviéndose nerviosamente cuando su mirada permaneció fija en su cuerpo por mucho tiempo y él volvió en sí mismo con una sacudida alejándose antes de que notara cuán afectado estaba por su apariencia.
— Nada — murmuró. Desesperado por una distracción, dijo un poco más fuerte — Me temo que no tengo muchos bocadillos. Hay un poco de cerveza sobrante en el refrigerador si quieres —
—¡No! —
Su repentino grito lo hizo saltar y él la miró con los ojos muy abiertos cuando su expresión se volvió tímida.
— Um, no, gracias. Aún recuerdo el amargo sabor recorriendo por mi garganta —
Él la estudió por un minuto antes de esbozar una sonrisa.
— No me digas que tienes miedo de volver a dar un espectáculo de danza... —
Ella resopló e hizo un puchero, negándose a mirarlo a los ojos y sin darse cuenta confirmando sus sospechas.
—¡No es así! — espetó y él levantó las manos en un gesto apaciguador incluso cuando no pudo borrar la sonrisa de suficiencia de su rostro.
— No dije nada... — Se acercó para sentarse frente a ella en la mesa de café, solo mantuvo los brazos cruzados a la defensiva sobre el pecho y la barbilla inclinada hacia arriba con resolución — Aunque parece razonable — trato de mantener su tono casual y ligero.
Cuando ella siguió sin responder ni mirarlo a los ojos, exhaló bruscamente por la nariz y se pasó una mano por el cabello húmedo.
No estaba seguro de por qué, pero sentía que necesitaba decir algo para mantener la conversación. Se dio cuenta de que no le gustaba que ella lo congelara así; él preferiría que le gritara en lugar de un tratamiento silencioso.
— No es nada de lo que avergonzarse. Créeme, hay cosas más estúpidas de las que temer —
Eso hizo que volviera la cabeza para mirarlo, que no era exactamente lo que él buscaba, pero al menos ya no lo estaba ignorando.
— Oh, sí, ¿tipo duro? ¿Y a qué le tienes miedo? —
Se negó a encogerse ante su intensidad, en vez de ello la enfrentó de frente con los hombros rectos mientras la miraba directamente — A las tormentas —
Ella se congeló, parpadeando ojos imposiblemente grandes hacia él, como si no entendiera completamente lo que había dicho.
No dijo nada
Si lo que había dicho es verdad, debería estar aterrado y no en una plática normal en estos momentos.
Él se encogió de hombros, tratando de ignorar la mirada inquisitiva que no dejaba de picarle.
— Un rayo puede caerte en cualquier momento — Espero a que agregara algo, pero nada salió de sus labios. Decidió volver a encontrarse con sus ojos y la intensidad con la que lo veían le afecto. No esperaba esa reacción.
—Saliste detrás de mí... — La voz de Momo se escuchó en forma de susurro.
Fue su turno de no agregar más. Sintió que las palabras sobraban y dejo todo implícito en el aire.
La sala quedo en silencio y afortunadamente, era uno cómodo. Todo se sentía natural.
Pasaron unos minutos de esa forma, disfrutando genuinamente de la compañía del otro; Katsuki calmo lo suficiente sus pensamientos como para volver a ser coherente y en ese momento, viéndola tan descuidada y feliz, se dio cuenta de que había cometido un error colosal.
Exhalando un suspiro, se frotó la nuca, hundiendo los hombros hacia delante pensando ahora cuidadosamente en las palabras siguientes que elegiría para disculparse. El recuerdo de ella llorando aun lo perseguía y el hecho de que fuera el causante no lo hacía mejor.
— Escucha... Momo... yo- —
— No —
Él ladeó la cabeza con curiosidad cuando ella lo cortó con la palma de la mano levantada.
Sus cejas se arrugaron en un pequeño ceño fruncido, como si supiera lo que estaba tratando de decir y sacudió la cabeza para detenerlo.
— ¿Podemos simplemente... no? No quiero hablar de eso ahora —
— Pero- —
— Por favor, Katsuki. No estoy lista para hablar de eso. Al menos dame un poco más de tiempo —
Era lo último que quería hacer; era un hombre paciente cuando se trataba de cuidar borrachos, pero le gustaba enfrentar los problemas de frente y no sabía si podría soportar mantenerse alejado mientras resolvía sus problemas.
Pero la mirada en sus ojos le contuvo la lengua. Él la había lastimado y merecía sudar como venganza por usarla como lo había hecho.
Su yo más joven le escupiría por ser tan cobarde y para ser honesto, su yo actual también quería patear su propio trasero, pero le daría esto si eso es lo que necesitaba.
— Bien —
Observó cómo ella se desinflaba con una sensación de alivio por su aquiescencia, cayendo de nuevo sobre los cojines del sofá, haciendo una mueca de dolor cuando el movimiento empujó su tobillo.
Frunció el ceño.
— ¿Aun duele? —
Asintió y él se acercó arrodillándose para examinarlo, pasando las palmas de sus manos por sus pantorrillas desnudas para acunar su delicado pie. Curiosamente no se apartó de él, permitiéndole girar el musculo herido de un lado a otro con movimientos suaves sintiendo su mirada pensativa sobre él incluso mientras se concentraba en su tarea.
— No soy un experto, pero me he roto suficientes huesos en mi vida para saber que no necesitas ir al médico —
Permaneció cuidadosamente callada, dejándolo pasar las yemas callosas de sus dedos sobre el tierno arco de su pie para probar su movilidad y silbando cuando su tobillo herido protestó.
Dejó caer su pierna al instante siguiente, pero no se movió de inmediato de su lugar en el suelo, simplemente apoyó las manos en los muslos y pensó por un momento antes de soltar que podía ir a buscar unos analgésicos.
Ella consideró su oferta por un segundo, pero negó con la cabeza en silencio, él finalmente la miró a los ojos con una ceja curiosamente arqueada.
La mirada que ella le estaba dando era indescifrable, algo pesado se apoderó de los dos mientras más se miraban. Fue cuando Katsuki trató de traer ligereza a la situación haciendo una broma.
— ¿Necesitas que lo bese mejor? —
Era la apertura perfecta para que ella lo pateara con su pie bueno y lo regañara por ser imprudente y él habría aceptado amablemente su ira. Habría significado que estaban en camino de regreso a una apariencia de normalidad.
En cambio, continuó mirándolo con esos alargados y hermosos ojos suyos durante varios momentos antes de asentir lenta y minuciosamente con la cabeza. No se había dado cuenta de que había estado conteniendo la respiración hasta que todo se le escapó como si ella le hubiera hundido su pequeño puño en el estómago, dejándolo sin aliento.
Había un desafío allí y estaba lejos de negarle algo en ese momento.
Deslizando sus manos nuevamente, levantó su pie hasta que pudo presionar un beso contra el hueso de su tobillo, logrando escuchar su respiración entrecortada. No había tenido la intención de ir más allá, pero en el momento en que sus labios tocaron su fragante piel, no se atrevió a alejarse.
— ¿Algún otro lugar que necesite mi toque curativo? —consiguió susurrar mientras subía por su pierna, deteniéndose en la curvatura de su rodilla.
Asintió de nuevo, siendo esa su señal para que su boca se torciera contra su pierna.
— Palabra mágica, peach—
Se mordió el labio entre los dientes antes de que pareciera estar considerando sus opciones para llegar a una resolución y exhalar una sola palabra.
— Por favor —
