Oh por Dios. ¿Qué demonios con el sombrero "seleccionador"? se supone que debe ayudarme, no causarme una crisis de identidad. ¿Cómo puedo decidirlo en este momento?, Harry se debatía en su mente.
Todo lo que sabía de ese nuevo mundo lo había aprendido de aquel descomunal hombre amable llamado Hagrid, que verdaderamente no era mucho más allá del hecho de que era rico y que todo su dinero se hallaba en una bóveda protegida por duendes, todo muy normal. También de sus amigos que lo miraban expectantes (o quizá era muy pronto para llamarlos así), cuyas opiniones de las casas eran completamente opuestas.
Es el momento, no puede darle más rodeos al asunto, todos observaban impacientes, tanto el alumnado como los maestros, ya que su nombre no pasaba desapercibido en el mundo mágico.
-Yo...- Susurró Harry para que solo el sombrero seleccionador lo pudiera escuchar. - Slytherin.- Sentenció, lo había hecho, un suspiro salió de sus labios al escuchar al andrajoso sombrero vociferar: ¡SLYTHERIN!
La mesa slytherin celebró y recibió al nuevo seleccionado, mientras en las demás mesas (incluso las de los profesores) reinaba el silencio. Definitivamente la fama de la casa de las serpientes no era la mejor quizá. Todo el mundo lo sabía, por supuesto todos menos el niño que vivó, que de Slytherin provino el mago tenebroso más despiadado y poderoso de todos los tiempos, quien le dejó esa cicatriz y asesinó a sus padres cuando era a penas un bebé; Lord Voldemort.
Draco recibió a su amigo alegremente, lo había conseguido. Su padre se enteraría de eso en su próxima carta, al fin estaría orgulloso de él, al fin le sería útil. En realidad el pequeño Malfoy no tiene idea de porqué su padre tenía la necesidad de que hiciera amistad con el famoso Potter, pero seguramente tendría que ver con sus planes (de los que por supuesto, no le cuentan al rubio menor) sobre mantener vivo el linaje puro de los magos y deshacerse de los despreciables y, en palabras de Lucius Malfoy, traidores de la sangre; los sangre sucia.
La selección llegó a su fin, y después de algunas palabras y advertencias sobre el bosque prohibido y ciertas zonas del castillo a las que era rotundamente peligroso ir, el director, el mago de barba larga dio por iniciado el banquete.
Frente a Harry apareció un festín increíble, además del hecho de que este apareciera por arte de magia, el de cabello azabache se maravilló con la variedad de alimentos de los cuales, Draco le insistió podía comer todo lo que el quisiera. Con los Dursley solía comer las sobras, pero estas no siempre saciaban su hambre, era tan pequeño y delgado debido a esto, que se veía incluso menor de lo que debería.
A penas podía con la emoción de todo lo que estaba por venir, pero no podía evitar pensar en el pelirrojo que, debido a la posición de su mesa, le daba la espalda, por lo que Harry tuvo imposible encontrarse con su mirada.
Aunque en el fondo temía ver decepción, aunque a penas se estaban conociendo, Ron y su familia le parecieron la familia con la que siempre soñó, tan colorida y cálida. Quizá había perdido su amistad, pero no se quedaría de brazos cruzados. Ambición. Una de las virtudes de la casa slytherin. Harry Potter hará hasta lo imposible para que Ron vuelva a confiar en él.
En cambio con Draco, a pesar de su generosidad hacia él, sentía deber estar más alerta, pues sus comentarios hacia Ron y su familia no le pasarían desapercibidos. El mismo no era el resplandeciente ejemplo de amabilidad, por supuesto tenía sus defectos, pero si Malfoy se lo permite, lo ayudaría a convertirse en alguien menos prejuicioso.
- Vámonos Potter, no te quedes atrás - Draco lo tiraba de su túnica para que le prestara atención. Harry no tenía idea de cuanto tiempo llevaba perdido en sus pensamientos, pero más de la mitad del alumnado había abandonado el gran salón, era hora de ir a sus dormitorios.
Genial, un dormitorio. Harry nunca había tenido una habitación, solo aquel pequeño espacio bajo las escaleras en casa de sus tíos.
La llamada "sala común" de Slytherin era preciosa. A diferencia del resto del castillo, ésta se veía mucho más refinada, decorada de verde y plata, con piso y detalles de mármol.
- Sinceramente esperaba más, mi habitación en la mansión es mucho más grande que esta sala - Draco no parecía impresionado a diferencia de Harry, miraba todo con su pequeña ceja alzada.
El prefecto les dio unas últimas indicaciones y entonces pudieron subir a sus habitaciones.
Primero se les habían asignado habitaciones diferentes, pero Draco logró ser reasignado a la habitación de Harry ( para sorpresa del moreno, pero prefirió no preguntar el cómo, ya que era feliz de tener a su nuevo amigo a metros de distancia).
Ya en sus respectivas camas, a punto de dormir, los recién llegados tuvieron una pequeña conversación nocturna, aprovechando que sus otros dos compañeros de cuarto se encontraban dormidos.
-Oye Draco.
Malfoy le contestó perezosamente - ¿Si, Potter?-
-Bueno...en primer lugar deja de decirme Potter por favor, soy Harry, solo Harry.-.
-Eso será complicado Pot...Harry. Pero está bien, trataré de recordarlo. Ahora duerme, mañana temprano comienzan las clases.- Draco puso la sábana sobre su cabeza, tratando de dormir.
-Gracias...- Susurraba Harry - Gracias por ser mi amigo.- Finalmente se dio la vuelta y pronto quedó rendido por completo.
Bien, Draco comenzó a sentirse un poco culpable, pese a no haber hecho nada malo, todavía. Bueno, iniciar amistad con el no era precisamente por cuenta propia, y le intrigaba las razones de su padre, pero debía ser lo correcto si el patriarca de los Malfoy lo decía. Lo mejor sería no tomarle mucho afecto a Potter quizá. Mañana después de clases le escribiría a su padre para recibir instrucciones. Cerró los ojos, y debido a la ansiedad que no le permitía conciliar el sueño, logró dormir un par de horas antes de que saliera el sol.
Mientras tanto lejos de las mazmorras, en alguna habitación de Gryffindor, Ron dormía roncando sonoramente, después de que sus hermanos hablaran con el, aconsejándole o más bien ordenándole que no continuara su amistad con el recién seleccionado Slytherin Harry Potter.
