Dr. Stone no me pertenece es propiedad de Inagaki y Boichi, yo sólo tomo prestado a los personajes para fines de esta historia.

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Parte I. Desentrañar el misterio.

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—No puedo creer lo que hay en este lugar. —Chrome se quejó y volteó hacia su compañera, esperando una confirmación de su parte.

Kohaku sólo se encogió de hombros al considerar que ya nada podría sorprenderle más, ella y Chrome estaban en el mundo humano desde hacía un par de días y prácticamente habían visto de todo en los mortales.

—¡Por Dios! ¿quieres cambiar ya esa cara Kohaku? —él se quejó de la reciente actitud de su compañera.

—Trabaja Chrome, no hemos recibido un solo reporte tuyo en todo este tiempo. —miró fijamente a su amigo para después negar una y otra vez a manera de desaprobación.

Se suponía que como Ángeles, su misión era recopilar toda la información posible de la situación de los humanos en la tierra, sin embargo Chrome no pareció muy comprometido en su labor y más que recolectar información sobre la causa de la decadencia en los hombres, prefirió saciar su propia curiosidad por las creaciones y el conocimiento de la humanidad.

—Deberíamos al menos disfrutar un poco de esto, no hemos estado en la tierra desde que las guerras bélicas terminaron, y créeme que ese no fue un buen panorama. —Ginro, otro compañero en la guardia celestial comentó.

La devastación y la desesperanza alcanzaron cifras alarmantes en ese entonces y nadie pudo culpar a los ángeles por pensar que el día del gran juicio final había llegado para la humanidad. Sin embargo, como en ocasiones anteriores, Dios les otorgó a sus creaciones otra oportunidad.

Ginro, como el pequeño holgazán que siempre fue, estuvo a punto de dar un sermón sobre aprovechar la ocasión y dejar el trabajo por un rato. Sin embargo se tragó su diatriba ante la mirada poco indulgente y amenazante de su hermano Kinro.

Kohaku se negó a permanecer más tiempo en ese bar, así que tomó la decisión de delegar la vigilancia del lugar a Kinro mientras ella monitoreaba el resto de la ciudad.

Se disculpó con sus hermanos alegando que los vería más tarde esa noche y se encaminó a la salida.

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El aire frío de la noche le dio la bienvenida y le otorgó la tan ansiada paz que ella no pudo encontrar en el interior de ese contaminado nido de mundanidad.

—Es peligroso salir de noche, Leona. —habló una voz detrás de ella. El cálido aliento rozó su oreja y la hizo temblar.

Kohaku se tensó cuando el cuerpo del invitado no deseado se pegó al suyo de manera que no pudo ignorar su presencia, ni las sensaciones que le produjo dicha cercanía.

— ¿Tú de nuevo? —ella trató de fingir indiferencia en su tono de voz.

No hubo dudas sobre la identidad del sujeto, no cuando su aura, el maldito timbre de voz y ese molesto apodo con el que la llamó se encargaron de delatarlo.

—Eso suena como un reclamo. —Senku susurró con picardía provocando otro estremecimiento en ella.

—¡Ja! Eres muy atrevido, Demonio. Podría terminar contigo ahora mismo.

Una socarrona sonrisa surcó la comisura de los labios de Senku pero no dignificó la amenaza de Kohaku con una respuesta, en cambio, se perdió en su hechizante aroma. Nunca estuvo así de cerca con un ángel, y en retrospectiva, ni siquiera sabía que se podía estar de esa manera con uno.

La premisa fue realmente interesante.

— ¿Qué es lo que quieres? —insistió Kohaku.

Otro silencio.

Él suspiró de nuevo su cálido aliento, esta vez sobre la mejilla de Kohaku y ella cerró los ojos casi por instinto ¿Qué le sucedía? ¿Por qué reaccionaba así tan de repente por esta criatura?

Ella trató de recuperar el aliento que no sabía que le faltaba y fue entonces que pudo sentir el aroma de su acompañante, un aroma diferente al que desprendían sus demás hermanos; diferente al de Chrome, al de Kinro, Ginro y al de Ukyo.

El aroma inundó sus sentidos y comenzó a abrumar su mente, un viejo truco que los demonios usaron para hacer perder la cordura a sus víctimas y sujetarlas a su merced.

Kohaku reconoció con vergüenza que ese sucio truco estaba funcionando en ella cuando una sensación extraña comenzó a recorrer su cuerpo y enajenar sus pensamientos y voluntad.

Estaban demasiado cerca.

Senku no pudo seguir reprimiendo la imperante necesidad de ir más allá y lentamente descendió hasta su cuello para dejar un húmedo beso en él, esto hizo a Kohaku tensarse ante la incertidumbre de las intenciones del molesto e insistente demonio; sin embargo el hecho de que la sensación de su contacto le agradara le perturbó aún más.

—Detente —ordenó apartándose de él. Kohaku lo enfrentó, tratando de ignorar la mirada oscura llena de algo que no supo cómo identificar, pero que de nueva cuenta la hizo estremecerse—. ¿Qué estabas haciendo? —se tocó el cuello y sintió la humedad en sus dedos, eso no podía ser saliva ¿o sí?

A él se le escapó una risa y ella frunció el ceño con evidente molestia al no comprender lo gracioso en toda esa situación, la risa de Senku creció exponencialmente y reverberó en las sucias paredes de ese oscuro callejón. La diversión fue tal, que las lágrimas amenazaron con salir de sus ojos.

—Eso Leona, es sólo uno de los muchos placeres que se pueden experimentar —Senku hurgó desinteresadamente el interior de su oreja con un dedo—. Seguramente, como un Ángel, es algo que tú querido jefe nunca te ha permitido tener. Algo egoísta ¿no crees?

—No te atrevas a blasfemar de esa manera sucio Demonio. No sabes de lo que hablas. —Kohaku le envió una mala mirada.

—Tonta, sé de lo que hablo y por la manera en la que reaccionas con mi presencia estoy Diez mil millones por ciento seguro de que tengo la razón —una sonrisa jactanciosa se patentó en el semblante de Senku al reconocer su victoria en los ojos del Ángel—. No siempre fui un demonio así que sé cuáles son las reglas del gran Jefe.

Como un Ángel caído convertido posteriormente en un Demonio, Senku sabía a la perfección todas las imposiciones y absurdas reglas que el gran creador tenía para limitar a sus subordinados. Estatutos que olvidó una vez llegó al mundo mortal y comenzó a vivir entre los humanos. Él era un Demonio con intereses poco ortodoxos para los de su clase, él no tenía un pecado asignado como los demás, pero fue el encargado de tomar almas a cambio de un poco de su sabiduría y conocimiento.

—¿Por qué sigues molestándome? Mis hermanos y yo podríamos exterminarte si así lo quisiéramos. —Kohaku impuso mayor distancia entre ambos.

—¿Entonces por qué no lo has hecho ya? —bufó divertido—. Es porque todavía sigues "embelesada" conmigo ¿Cierto?

Kohaku realmente quiso golpearlo en ese momento por repetir semejantes palabras, y en todo caso, quiso golpearse a sí misma por dejar salir semejante declaración el día que se conocieron. El recuerdo de ese idiota ayudándola y ahuyentando a otro demonio de ella todavía seguía vívida en su memoria.

Fue en un momento de debilidad debido quizá a esa extraña y atrayente aura en el demonio, que terminó por expresar lo cautivada que se sintió por él en semejante situación. Aún así, Senku no perdió la oportunidad para molestarla por semejante desliz cada vez que se encontraron.

A pesar de ser un ángel, Kohaku era una criatura muy voluble y él disfrutó sobremanera esa faceta en ella, así como el adorable puchero en sus labios a consecuencia de su molestia.

—Dije que me cautivó tu manera de resolver las cosas, no que tuviera un absurdo embelesamiento contigo, escoria. —se cruzó de brazos para recalcar lo indignada que estaba por tan absurda conjetura.

—Eso es un alivio. Para los Ángeles, Demonios e incluso los mortales el amor no es más que un sentimiento ilógico e innecesario que sólo acarrea problemas.

—¿Amor? —ella estaba realmente confundida con el término.

Y Senku supo entender dicha expresión en su semblante.

—¿No conoces el amor, Leona? —las cejas del Ángel se fruncieron aún más y a él le causó gracia dicha ignorancia en ella—. No me sorprende, tu jefe se encargó de eliminar todo vestigio de dicho sentimiento en las nuevas generaciones después de "el gran incidente".

¿El gran incidente? Ella no supo a lo que él se refería.

Con una sonrisa de suficiencia, Senku le dió la espalda a Kohaku, dignificando una última mirada hacia ella por sobre su hombro, para después alejarse por el oscuro callejón.

Reconoció que ella era una criatura interesante y eso despertó aún más su curiosidad.

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Ukyo miró de nueva cuenta a su compañera, reconociendo lo distraída que estaba ese día en particular así como los anteriores a ese; sin embargo tanto él como los demás seguían sin una explicación para semejante actitud en ella. Entonces lo mejor fue adjudicar dicho comportamiento a la impresión de estar en el mundo humano.

—Será mejor que regreses. —le dijo. Ukyo no vió la necesidad en mantenerla activa si no estaba realmente comprometida con la labor de su misión.

Kohaku lo miró como si no entendiera lo que él le estaba diciendo y de hecho no lo hizo, ni siquiera había escuchado lo que Ukyo le dijo.

—Dije que te retires, no nos sirves si no tienes la mente en el objetivo. —habló otra vez, en esta ocasión con un tono y mirada impasible en su angelical rostro.

Ella no rechistó ante las órdenes de Ukyo, tal vez lo que necesitaba era aclarar su mente y ya, caminar un poco por las enredadas calles de la ciudad o subir a uno de los edificios para contemplar el panorama desde arriba. Lo que fuera, Kohaku sólo quería despejar sus recientes pensamientos sobre el encuentro con ese atrevido Demonio.

Lo que le recordó...

—Ukyo ¿Qué es el amor? —preguntó, esperando realmente una respuesta antes de marcharse.

Pero no la obtuvo, de hecho, lo único que Kohaku recibió de su compañero fue una mirada de confusión.

Las palabras de Kohaku resonaron en la mente de Ukyo un par de minutos más, era la primera vez en mucho tiempo que otro ángel le cuestionaba algo como eso.

Él pareció pensarlo un poco ¿Amor? Imposible, era ilógico pensar en ese sentimiento tan mortal, un ángel no podía estar cuestionando eso.

—Es un sentimiento propio en los mortales. —se limitó a decir como una verdad absoluta.

—¿Nosotros no podemos tener ese sentimiento?

—Lo tenemos, pero en nuestro caso ese amor se llama devoción. —para dar énfasis a sus palabras, Ukyo miró al cielo.

Sí, ellos podían sentir amor, pero era una clase de Amor muy diferente a la de los mortales. Los Ángeles sólo podían sentir la devoción propia hacia el gran jefe.

Esa respuesta no fue la que Kohaku esperaba y no la convenció del todo. Sin emitir algún otro cuestionamiento, se despidió de Ukyo y se marchó hacia las calles de esa inmensa ciudad, necesitaba respuestas y las necesitaba ya.

Sabía de dónde podría sacarlas, pero la sola idea de recurrir a "ese sujeto" le hizo dudar, aunque también despertó otra sensación que la dejó intranquila.

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Rastrear la esencia de un Demonio fue relativamente fácil, Kohaku pudo sentir tenuemente el aura de esa pequeña escoria palpitar en algún lugar. Sus pasos la llevaron a un pequeño y concurrido parque, sin la intención de ser notada por los demás, ella ocultó su presencia de los ojos mortales.

Haciendo uso de su excelente visión, notó esa extraña y ridícula cabellera sobresaliendo de una de las bancas. El idiota estaba leyendo un libro, o al menos fue la impresión que le dió a Kohaku desde su posición a un par de metros de distancia.

Por un segundo dudó en acercarse ¿Qué esperaba de todos modos? Había una escasa posibilidad de que el sujeto respondiera a sus interrogantes y ella lo sabía, esa escoria podría usar cualquier artimaña para evadirla, o en el peor de los casos, engañarla.

Pero la curiosidad ganó por sobre sus dudas y Kohaku se acercó a él muy cautelosamente.

—Demonio. —medio gruñó.

Él levantó la perezosa mirada de la página del libro que sostenía en su mano cuando la sombra de Kohaku le obstruyó parte de la luz del sol. Y al reconocerla, la criatura frunció el ceño.

—Senku. —podría no haber reparado en absurdos formalismos, pero necesitaba dejarle a ella en claro cómo debía llamarlo cuando se dirigiera a él.

El apelativo "Demonio" no le gustó.

— ¿Senku, es así como te haces llamar? —cuestionó incrédula y burlona.

— ¿Qué es lo que quieres, Leona? —ambos podrían jugar el mismo juego.

Senku ignoró olímpicamente la pregunta de Kohaku y observó satisfactoriamente la reacción de molestia en ella ante semejante apelativo. Fue algo casual que se convirtió en un hábito para Senku. La actitud hosca y fiera de esta linda criatura encajaba mejor con ese animal.

— ¡Oye no me llames Leona!

Senku sonrió con ganas al saber que había logrado su objetivo de fastidiarla y esperó algún otro insulto por parte de ella, pero eso no sucedió de inmediato.

Fue decepcionante.

—Eres… eres… un bastardo con cabeza de cebollín. —fue lo único que se le ocurrió a Kohaku en ese momento.

Senku se encogió de hombros para restar importancia al pobre y patético intento de la mujer.

El silencio expectante se prolongó más de lo necesario y sumió a ambos en un ambiente incómodo. La mirada gélida y cautelosa le dejó en claro a Senku que ella no lo soportaba del todo, y si así era entonces ¿Qué estaba haciendo ahí?

— ¿Y bien? Te quedarás de pie observándome toda la mañana o piensas decirme a lo que has venido, porque estoy seguro de que tu presencia no es una casualidad ¿o sí? —Senku cerró de un golpe el libro al comenzar a perder la paciencia por tal escrutinio—. ¿Acaso me extrañabas? —preguntó con una voz sugerente que estremeció visiblemente a Kohaku.

Quería verla nerviosa de nuevo tal como la noche anterior cuando le besó el cuello, y al parecer lo consiguió con tan sólo usar ese absurdo timbre de voz. Kohaku era un misterio que Senku estaba dispuesto a desentrañar para saciar su propia curiosidad.

Ella supo que era un completo error recurrir a él por respuestas y esta actitud sólo confirmó ese pensamiento. Siendo un poco más sensata, tomó la decisión de retirarse del lugar y regresar con sus hermanos.

Pero la curiosidad persistió y se dijo que no le daría el gusto a esta criatura de intimidarla con artimañas baratas.

La penetrante mirada de Senku estaba en ella una vez más, aguardando por lo que fuese que ella dijera. El instinto de peligro se activó, pero en última instancia Kohaku decidió ignorarlo para encontrar la respuesta que estaba buscando.

—Quiero respuestas —replicó tajante—. La noche anterior mencionaste algo acerca de lo problemático que era el amor ¿Qué es eso de todas maneras, por qué es tan ilógico e innecesario según tú y a qué te refieres con el "Gran incidente"?

Eso pareció atraer la atención de Senku, quien por fin dejó a un lado el libro para enviarle una mirada perpleja.

— ¿Me buscaste por respuestas? —la vió asentir. La situación en sí no podría ser más absurda, sin embargo tras unos minutos de contemplación algo hizo clic en su cabeza. Sacaría provecho de esto—. Podría darte las respuestas que quieras, pero sólo si vamos a un lugar más privado. —medio ronroneó.

"Problemas" pensó Kohaku, en esa propuesta había algo malo.

—Me niego.

—Bien Leona, entonces quédate con la duda.

—¡No me digas Leona, me llamo Kohaku! y te exijo que me digas todo lo que sabes.

Senku ladeó la cabeza y cruzó una pierna sobre la otra, se recargó en la banca usando como único apoyo sus brazos y hurgó en el interior de su oreja con desinterés ante la exigencia.

Bien, ahora sabía cómo se llamaba esa peligrosa fiera, lo siguiente en su lista de cosas por hacer sería convencerla de acompañarlo a otro lugar, moría de ganas por tenerla solo para él.

Contrario a lo que se esperaría, Senku nunca fue un Demonio codicioso, ni mucho menos se dejó llevar por la lujuria… al menos así fue hasta que conoció a este testarudo y peligroso ángel.

—El trato es este, te diré todo lo que tú quieras sólo si me acompañas a un lugar —la vio titubear en cuanto las palabras abandonaron su boca, una mala señal — . A menos que me tengas miedo ¿Me tienes miedo Kohaku? —el tono adquirió un tinte cínico y al mismo tiempo dejó entrever un reto implícito en él, Senku quería provocarla para hacer que ella aceptara.

—¡Ja! No te tengo miedo. —su boca se mantuvo en una firme línea, depositando así todo su coraje para aparentar confianza.

Senku sonrió con sorna al saber que había alcanzado su objetivo y se levantó sin decir nada más. Comenzó a caminar esperando a que ella lo siguiera, pero su sonrisa de suficiencia se borró cuando se percató de que Kohaku no estaba siguiéndole el paso.

Frustrado y resignado, no miró atrás para salvaguardar el orgullo que le quedaba. Fue cuestión de un par de minutos para que ella le diera alcance.

Fue un hecho, el pequeño juego había comenzado.

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N/A:

Está cosa rara tiene una segunda parte… que subiré quizá la próxima semana :3

Y pues nada, quería escribir esto… no salió como quería pero bueno u.u

Estoy abusando del Ooc para fines de este Shot así que una disculpa si se siente muy fuera de lugar…

Oh! Se me olvidaba… la clasificación del Shot cambiará a M cuando suba la segunda parte 7u7 así que ya están avisad s n.n

Sé que ya es muy tarde pero últimamente no he tenido mucho tiempo libre en las mañanas así que me quedan estas horas para tratar de escribir algo u.u

Y bueno, espero que les gustara y me dejen saber sus opiniones al respecto. También disculpen los errores que pueda tener la ortografía y redacción… es que la dislexia no ayuda mucho XD

¡Hasta la próxima!