(Perspectiva n°2)

21:00 hs.

-Hay que empezar a prepararse para la fiesta -dijo Justin. Estaban en su habitación, aun vestidos como esa tarde, recostados en sus camas y usando sus varitas para hacer volar una Quaffle por la habitación, que se iban pasando unos a otros.

-Qué fastidio -dijo Hannah. La chica de Hufflepuff no dormía en esa habitación, claro, pero solía ir allí a pasar el rato. -Las demás chicas están maquillándose hace horas. Yo ni siquiera me he duchado aún.

-No quiero ir -dijo entonces Ernie, para sorpresa de todos.

-¿Qué? -Justin se sorprendió tanto que olvidó mantener el encantamiento para que la Quaffle levitara y esta cayó al suelo-. ¿De qué hablas? Dijiste que irías.

-No tengo ganas -dijo él, cortante.

Ernie lucía muy distinto ese día. El chico rubio y de sangre pura solía ser muy entusiasta. Un poco pomposo a criterio de algunos, pero siempre tenía los ánimos en alto. Pero hoy había olvidado afeitarse, algo muy raro en él, y no había hecho sus deberes en todo el día.

Hannah se lo quedó mirando. Era su mejor amiga, así que lo conocía muy bien.

-Estoy segura de que no iba en serio lo del "conductor designado"…

-Claro que iba en serio -farfulló él-. Y es humillante. Aunque quizás lo merezco… Supongo que soy de esa clase de personas que cuando beben se ponen… imbéciles y violentas. No quiero ser así. No puedo creer que actué de forma tan estúpida la otra noche… Cada vez que lo recuerdo siento vergüenza de mí mismo.

Cuando los alumnos mayores de Gryffindor invitaron a los de Hufflepuff a la fiesta de esa noche, les dijeron dos cosas: Una de ellas fue que avisaran a los de Durmstrang, cuya mayoría dormía en su casa esos días; y la otra que Ernie Macmillan solo podía ir si accedía a ir como "conductor designado", a pesar de que no hubiera ningún vehículo que conducir. Era una forma de decirle implícitamente que no podría beber nada de alcohol en toda la noche, un castigo por haber provocado al calamar gigante durante la fiesta en el barco de Durmstrang.

-¿Pueden creer que me obligarán a usar esto si decido ir? -agregó, tristemente.

Sostenía una insignia enorme y plateada hecha por Fred y George que decía: "CONDUCTOR DESIGNADO". Esta no solo era horrible, si no que se leía a kilómetros de distancia, como si anunciara a gritos que él no tenía permitido divertirse.

-Imagino que la encantaron también, ¿verdad? -preguntó Justin, negando con la cabeza.

-¿Esperabas menos? -respondió él-. Si bebo una sola gota de alcohol en toda la noche empezará a emitir zumbidos muy fuertes y luces de colores, por lo que me dijeron, alertando a todos para que me saquen de la fiesta a patadas en el culo.

-Malísimo -se quejó Hannah-. Pero deberías ir igual. Nosotros te apoyaremos, Ernie. Estaremos sin beber también, para acompañarte…

Justin empezó a toser. Parecía haberse ahogado.

-Hannah, no creo que eso sea necesario… -dijo el chico, muy sorprendido-. ¿…verdad?

-Beban tranquilos, no se preocupen por mí. Yo no iré. Está decidido.

Ernie se recostó en la cama y se quedó mirando al techo con tristeza. Alzó su varita para hacer levitar la Quaffle nuevamente.

Hannah y Justin compartieron una mirada. Eran sus dos mejores amigos y quizás los únicos de todo Hogwarts que no lo habían odiado esos últimos días. A donde quiera que el chico iba, la gente lo empujaba, le metía el pie o le lanzaba encantamientos resbaladores, provocando que cayera varios tramos de escaleras y desparramara sus libros por el suelo de todos los pasillos, continuamente.

-¿Sabes? Tengo algo que quizás podría hacer que la gente olvide lo que hiciste -comentó Hannah entonces.

Justin y Ernie pusieron atención.

-No es nada, es una tonta poción que preparé por error mientras mezclaba ingredientes tratando de hacer el último trabajo de Snape -Hannah empezó a buscar su caldero bajo la cama. Cuando lo encontró, metió la mano en él y sacó del interior varios frascos llenos de pociones, hasta que dio con una de color amarillo fuerte.

-¿Se trata de una poción desmemorizante? -preguntó Justin, impresionado-. ¿Para que la gente olvide lo que hizo Ernie el miércoles? ¿Una especie de amnesia colectiva?

-Ya quisieras -Hannah le sonrió-. No soy tan lista, tonto. Es solo un elixir para inducir euforia, pero quizás funcione. Este es el plan: podemos meter esto en el ponche que llevarán los de Slytherin. Lo sé, no suena bonito, pero hará que todos estén más felices. ¿Saben cómo funciona esto? Lo bebes y te pone feliz, así de simple. Todos pasarán un rato más agradable, y cuando la fiesta esté en su momento máximo y todos lo estén pasando genial podemos correr la voz de que fue Ernie el que preparó la poción e hizo que todos se lo pasaran mejor. ¡Y entonces todos estarán agradecidos con él y lo aceptarán de vuelta!

Ernie y Justin se miraron entre sí.

-¿Crees que funcione? -preguntó Justin.

-No tiene ningún contra-efecto al mezclarla con alcohol, ¿verdad? -Ernie lucía muy preocupado-. No quiero volver a ser culpable de casi causar la muerte de las tres escuelas juntas, tres días después. No me ayudará mucho a que la gente me acepte otra vez.

-Claro que no pasará eso, conozco bien esta poción -dijo Hannah.

-¿Qué tanto?

-Leí sobre ella… ¿Qué más necesito?

Ernie lo dudó unos instantes, muy nervioso. Pero finalmente asintió con la cabeza, incorporándose en la cama con un suspiro.

-De acuerdo -dijo-. Quizás funcione. Espero.

-Y podrás pasar un buen rato bebiéndola tú mismo -dijo Justin, sonriendo con una expresión ingenua y tratando de darle ánimos a su amigo-. Aunque no puedas beber alcohol, la poción te pondrá feliz.

-¿Cómo voy a beber la poción si no puedo beber alcohol y la vamos a meter en el ponche?

-Oh… -Justin se rascó la cara, asintiendo lentamente-. Tienes razón… Qué cosas, ¿eh?

-Descuida, separaré un poco para ti -Hannah le guiñó un ojo-. ¿Vamos a cambiarnos o qué?

-¡Sí, vamos! -Justin recogió la Quaffle del suelo y le dio una palmada de ánimos a Ernie, sonriendo ampliamente.

Este también sonrió, apoyando una mano sobre el hombro de cada uno de los otros dos.

-Gracias, amigos, son lo mejor -les dijo entonces, luciendo mucho más contento-. ¡Vamos a prepararnos para esta fiesta!

-Ven aquí, pgrrecioso

Krum se acercó a Harry por detrás. Este estaba inclinado hacia adelante, buscando un libro en una de las estanterías de la biblioteca. No había nadie más por allí, siendo tan tarde ya…

-Esto te va a gustar.

Krum abrió los dedos de su mano derecha y la dirigió hacia el trasero de Harry, apretándole un glúteo entero con fuerza. Entonces, Harry se giró hacia él con una sonrisa boba en el rostro.

-Oye, lindo, ¿qué haces por aquí…? No te había visto.

-Vengo a cogerrrte ese culo herrmoso que tienes, Potter -dijo Krum, mirándolo mientras se relamía los labios con deleite-. Aquí tengo tu grregalo de cumpleaños -se apretó el enorme bulto con la mano ahora, y Harry se quedó mirando su paquete boquiabierto por la sorpresa.

-No es mi cumpleaños, pero, ¡madre mía! -Harry se llevó ambas manos a la boca, impresionado-. ¡Qué paquete!

-Ven que te lo hago contrra la estantegrría.

Harry se bajó los pantalones y se apoyó contra la estantería de libros, de espaldas a él, sacando cola. Krum lo tomó por las caderas y apoyó su pene contra él a través del pantalón.

-¡Mmm…! ¡Qué duro pedazo! -canturreó Harry, con voz gay.

-Espera a tenegrrlo dentrro -dijo Krum con un gruñido. Sacó su enorme pene de sus pantalones y empezó a masturbarse. Cuando quedó erecto, lo dirigió al agujero anal de Harry y empezó a abrirlo con él.

-¡Ohhhhh! -gemía Harry, con voz afeminada-. ¡Ooooohhhh!

Krum lo penetraba salvajemente ahora, abriéndole todo el ano con el pene. Harry estaba duro también, y Krum podía verle el pene erecto allí delante. Se lo agarró con la mano y continuó penetrándolo por detrás. Harry alzó una pierna y la apoyó en el estante inferior de la biblioteca.

-¡Ayyy, ábreme todo, divino! -gritó Harry, volviéndose hacia él para darle un beso en los labios…

-¿Viktor?

-¡Ahhh! -con un grito, Krum abrió los ojos.

Todo estaba oscuro. Estaba en su cama, en la habitación de Cedric, en la casa de Hufflepuff. Aquello había sido un sueño. Claramente.

-¿Todo bien?

-Sí, solo egrra un sueño -confundido, Krum se estrujó los ojos con los dedos-. ¿Qué horra es?

-Vamos, se hará tarde para la fiesta de Gryffindor. Tenemos que prepararnos. Solo se puede entrar hasta las once y media.

Krum se desperezó y empezó a buscar su ropa, para cambiarse. ¿Por qué había soñado con que se follaba a Harry Potter? Ni él lo sabía. Nunca lo había mirado de esa forma antes…

En fin. Se puso en marcha, tras Cedric.

-Oye -le dijo entonces, con una sonrisita-. ¿Cgrres que haya tiempo pagrra un grrapidito antes de ir?

Cedric se volvió hacia él con la misma sonrisita afeminada que Harry había adoptado en el sueño, solo que ahora era la vida real.

-Eres todo un travieso, ¿eh?

Cedric se acercó a él y empezó a besarlo en los labios. Krum le devolvió el beso, y juntos cayeron hacia atrás, sobre la cama…

22:00 hs.

-Aquí está la poción.

-¡Salud, amiga!

-¡Salud!

Angelina y Alicia bebieron sus pociones hasta el fondo. Estaban solas en su dormitorio de la torre Gryffindor. Habían estado abajo con Fred, George y los demás, y ahora acababan de subir para prepararse con sus nuevos aspectos, en total secreto.

Empezaron a mutar, de a poco. Sus rostros se fueron transformando hasta que Alicia quedó convertida en una chica rubia y flaca y Angelina en una morocha muy atractiva de senos y trasero enormes.

-¡Wow! -dijo Alicia, mirando a su amiga-. ¡Sí que te ves como toda una Madame TittyLust!

Angelina se acercó al espejo de cuerpo completo del dormitorio para inspeccionar su nuevo aspecto.

-¡Increíble, amiga! ¡Tu hermana se ha pasado!

-Sí, ¡qué increíble! -Alicia, con su nuevo aspecto de una chica desconocida por ellas, estaba muy entusiasmada-. Me dijo que son de dos clientas que fueron a hacerse la manicura esta tarde, allí en el Callejón Diagon. Le pedí que me mandara uñas de una que estuviera muy, muy sexy para ti, y de alguna cualquiera para mí. Al final me mandó un par de uñas para ti y un cabello para mí. Temí que se hubiera confundido, porque en la carta ponía que eran dos clientas de manicura, pero esta está bien, ¿no?

-Sí, has quedado bonita también -Angelina le sonrió con su nuevo aspecto atractivo y sensual, apretando sus nuevos pechos enormes con las manos, para sentirlos; era una chica de unos veinte años ahora-. Se le habrán perdido las otras uñas y recogió algún cabello del suelo de la parte de la peluquería a último momento. ¡Pero estás muy bien! Serás una buena manager.

-¿Tú crees?

-¡Sí, claro! Ahora vamos a maquillarnos. ¡Tenemos mucho que hacer!

-Recuerda beber la poción cada una hora -le dijo Alicia-. Es lo que dura el efecto. Yo me encargaré de calcular los tiempos que suba cada chico al dormitorio para que entre medio de cada turno de sexo tengas tiempo de beberla. Son las diez en punto, así que tendrás que beberla de nuevo a las once.

-De acuerdo.

-De esa forma, nadie tiene por qué ver quiénes somos realmente en ningún momento. ¡Seremos dos extrañas en la torre Gryffindor vendiendo sexo!

-¿No sospecharán que somos nosotras cuando entren a este dormitorio? Es el nuestro.

-Ya lo pensé. No usaremos este dormitorio. ¡Usaremos el dormitorio desocupado!

-¿El de hasta arriba de todo, que este año quedó vacío? ¡Qué gran idea! Espero que tenga sábanas limpias…

-¡Las tiene! Subí esta tarde para revisar.

-¡Wow! ¡Sí que pensaste en todo! Por eso eres la mejor, amiga.

Ambas se acercaron para abrazarse.

-Casi me cago encima cuando vi a esa mete-narices de Tracey Davies hace un rato en el pasillo… No crees que nos haya oído, ¿verdad?

-No, yo creo que no. Hemos tenido cuidado al hablar de nuestro secretito. Olvídate de Tracey. Y recuerda: a partir de ahora tenemos que referirnos la una a la otra por nuestros nuevos nombres, tendremos que tener cuidado con eso. ¡No lo olvides! Somos Madame TittyLust y… mmm… ¿cómo me llamaré yo?

Alicia analizó su nuevo aspecto en el espejo: era una chica rubia de cabello corto, por los hombros, y ojos de color marrón claro, con el cuerpo muy delgado.

-¿Qué tal Lindy?

-¡Lindy es perfecto! -dijo Angelina, asintiendo mientras la miraba de arriba a abajo.

Alicia sonrió ampliamente mientras miraba a su amiga también.

-Y no he conocido a nadie que se parezca más a una "Madame TittyLust" como esta morocha. ¡Por Merlín, qué cuerpazo! Ya quisiera yo…

Ambas rieron.

Sin dejar de reír y hacer comentarios sobre sus nuevos aspectos, las dos chicas disfrazadas con poción multijugos sacaron sus maquillajes y empezaron a pintarse.

23:00 hs.

La música ya estaba encendida. Lee Jordan estaba tras su set de DJ, apretando botones en su consola. George recibía a las chicas de Beauxbatons, que entraban todas juntas en ese momento. Cedric y Krum ya estaban allí, peinados y perfumados y con ropa muy a la moda, bebiendo tragos de vodka de fuego con jugo de naranja.

-Miren, allí viene el ponche -dijo Hannah. Los tres amigos de Hufflepuff estaban juntos cerca de la chimenea. Ernie portaba la enorme insignia de "CONDUCTOR DESIGNADO", y todos los que le pasaban por al lado reían al verla y le dirigían muecas burlonas.

-Es tu momento, amigo -dijo Justin, mientras sostenía un vaso de cerveza de manteca en la mano, dándole una palmada en la espalda.

-¿Yo seré quién la ponga? -preguntó Ernie en voz baja, asustado-. ¿Y si alguien me ve?

-Por eso debes ponerla tú -le susurró Hannah-. Si alguien te ve y dice algo, ahora o más tarde, solo debes decir que pusiste un poco de elixir para inducir euforia, para que todos lo pasen mejor. Pero es mejor si nadie te ve aún.

-Sí, de esa forma haremos que todos lo sepan una vez que ya estén todos felices y pasándolo genial -Justin le guiñó un ojo.

-De acuerdo… -nervioso, Ernie tomó el frasco de las manos de Hannah y miró hacia el ponche, que en ese momento varios chicos de Gryffindor volcaban sobre una fuente de cristal enorme. La bebida de color rosado, traída a la fiesta por los de Slytherin, fue llenando la fuente hasta el tope.

-¡Hola, chicos!

Ernie se llevó un sobresalto. Pero solo era Susan, otra de sus mejores amigas.

-Wow, miren quién vino -dijo Justin, sonriendo ampliamente-. Pensé que estarías con Terry toda la noche.

-Terry y yo terminamos -anunció ella, sonriente también.

-¿Quééééé? -Hannah abrió mucho la boca.

-Sí, no era para mí.

-Pensé que había sido muy valiente al nadar en el Lago Negro para salvarte la otra noche -dijo Justin.

-Sí, también me pareció lindo eso -Susan se encogió de hombros-. Pero somos muy diferentes.

-Así que estás libre esta noche… -Justin se llevó su vaso de cerveza de manteca a la boca, entrecerrando los ojos mientras la miraba.

A su lado, Ernie miraba hacia el ponche, nervioso. Estaba atento a la conversación. Sabía que su amigo había empezado a sentir cosas por Susan recientemente, así que de seguro aquella noticia le habría encantado.

-De acuerdo, voy a ir ahora -dijo Ernie, tomando aire-. Deséenme suerte.

-¿Suerte con qué? -preguntó Susan, sin entender.

-Ya te contamos -le dijo Hannah.

Se quedaron viendo cómo Ernie se acercaba a la mesa del ponche, fingiendo que miraba la decoración y las luces alrededor. Estaba por llegar cuando alguien lo detuvo, colocando una mano sobre su pecho.

-No pensarás en humedecer esos labios, Ernie, ¿verdad? -era Fred Weasley, que acababa de aparecer sosteniendo tres vasos de cartón vacíos con una mano y un trozo de pergamino amarillento abierto que lucía como un mapa en la otra-. Recuerda que tienes que conducir esta noche -apuntó la insignia que él mismo había hecho, que Ernie llevaba en el pecho, sobre su saco de color beige.

-Solo vine por uno de estos… -Ernie estiró una mano hacia un costado del ponche y tomó un bocadillo de la mesa. Se lo llevó a la boca mientras miraba a Fred fijamente. Luego de tragarlo, dijo: -¿Todo bien?

Fred sonrió. Guardó el pergamino en su bolsillo y le dio una palmada en el hombro con la mano libre.

-Sigue por el buen camino, Ernie -le dijo, y se acercó a la fuente de cristal para llenar los tres vasos con ponche hasta arriba. Luego se retiró de allí.

Ernie lo observó caminar de espaldas a él hacia el centro de la sala circular. Luego miró furtivamente alrededor, para asegurarse de que nadie mirara… Finalmente, con disimulo, sacó el frasco de la poción del interior de la manga de su saco, lo descorchó rápida y ágilmente y lo vertió por completo dentro del ponche, sin que nadie lo hubiera visto, por lo que creyó.

Volvió a guardar el frasco con una sola mano dentro de su manga, ahora vacío. Se acomodó el cuello de su saco y se marchó de regreso con sus amigos, mientras observaba la decoración otra vez, fingiendo interés en esta.

-Listo, ya está -le dijo a Hannah, al llegar a su lado.

-¡Perfecto! -dijo ella-. Mira, te guardé este poco a ti.

Sacó otro frasco más pequeño, donde había un poco de la poción amarillenta. Justin había ido a servir tres vasos de ponche también, y regresó enseguida con ellos.

-Aquí están -dijo, repartiéndole uno a Susan y otro a Hannah-. Esto nos pondrá felices, ¿verdad?

-Más de lo que es normal al beber alcohol -dijo Hannah, con una sonrisa y levantando su vaso en alto-. ¡Por una noche feliz!

Susan y Justin levantaron sus vasos también, para brindar. Ernie, fiel a su promesa de no beber alcohol, levantó el frasquito con la poción, aunque vigilando alrededor de reojo, con temor de que alguno de los gemelos Weasley lo viera brindando.

-¡Por una noche feliz! -dijo Susan, muy sonriente.

Los cuatro amigos brindaron y bebieron la poción y el ponche.

Se hicieron las once y media, y entonces se oyó la voz de George Weasley resonando sobre la multitud. Lee había bajado la música para que se lo pudiera oír claramente:

-¡Bueno, chicos y chicas, ya está todo listo! ¡BIENVENIDOS A LA GRAN, GRAN FIESTA DE GRYFFINDOR! ¡PÓNGANSE EBRIOS Y DISFRÚTENLA!

Hubo un griterío general de júbilo y entonces la fiesta empezó. Bajaron las luces y la música sonó más fuerte que antes. El grupo de amigos observó cómo la mayor parte de los invitados iban hacia la mesa del ponche, que de pronto se había convertido en el punto de mayor convocatoria para servirse bebidas.

-Creo que me siento más feliz -dijo Susan, sosteniendo su vaso de ponche y sin dejar de sonreír-. ¿Ustedes no?

-Sí, creo que yo sí -dijo Justin, que miraba cómo se armaba fila alrededor del ponche.

Ernie observaba muy nervioso. No dejaba de pensar en el barco de Durmstrang y lo que había pasado allí. ¿Funcionaría? ¿Todos lo amarían luego de saber que habían estado felices y con muchos más ánimos gracias a él? Todo el mundo quería beber el ponche, todos estaban allí, rodeando la mesa... Pronto, todos estarían bajo los efectos de su poción.

-¡A bailar! -dijo Ernie entonces, asintiendo con la cabeza y sonriendo finalmente, mirando a sus amigos con convicción. La convicción de que todo estaría bien.

Los cuatro gritaron felices. Se pusieron a bailar en un círculo, al ritmo de la pegadiza música que estaba haciendo sonar Lee Jordan.

00:00 hs.

La fiesta ya estaba a pleno. Había alcohol por todos lados, gente bailando y chocándose entre sí, vasos de cartón del ponche tirados por el suelo y luces parpadeantes que destellaban al ritmo de la música. Todos lucían felices, definitivamente, ya fuera por efecto de la poción de Ernie o no.

-¿Y quién es esta Madame TittyLust? -preguntó Cormac McLaggen, en un rincón oscuro y apartado, pasando los barriles de cerveza de manteca y cerca de las escaleras que subían a los dormitorios de las chicas.

La chica rubia con la que hablaba bebió de forma casual su trago antes de contestar.

-Lo descubrirás una vez que hayas subido -le dijo de forma misteriosa-. Recuerda mantener la discreción, por favor.

-Sí, claro -Cormac miró por sobre el hombro y bajó la voz, acercándose más a ella-. Oye, Lindy, ustedes no están haciendo nada ilegal aquí en Hogwarts, ¿verdad? No recuerdo haberte visto por aquí antes…

-Menos preguntas -le dijo ella, clavando sus ojos castaños en él-. ¿Subes o no?

-Sí, sí, aquí tienes -Cormac sacó un Galleon dorado para pagarle-. Oye, tengo un amigo, Zacharias, que estará interesado también. ¿Madame TittyLust hace turnos dobles?

-No, solo de a uno -dijo la supuesta Lindy-. Pero puedo guardarle a tu amigo el turno que empieza luego del tuyo, si me pagas ambos ahora.

-De acuerdo, aquí tienes -Cormac le dio otra moneda de oro y la chica anotó los nombres de ambos chicos en un trozo de pergamino que sacó del bolsillo trasero de sus jeans-. ¿Solo tengo que subir al dormitorio más alto y ya?

-Golpea la puerta cuatro veces y di la contraseña de tu turno, que es "fresas" -explicó ella.

Cormac asintió varias veces. Parecía nervioso.

-Fresas. De acuerdo, allí voy.

Y el chico desapareció escaleras arriba hacia los dormitorios de las chicas. El encantamiento de la escalera había sido desactivado, así que no se convirtieron en un tobogán cuando subió por ellas. El chico subió hasta arriba de todo de la torre Gryffindor, donde Madame TittyLust lo esperaba para ofrecerle el servicio completo.

Alicia se guardó el pergamino en el bolsillo trasero de los jeans otra vez. Todo estaba funcionando a la perfección. Se había puesto un poco nerviosa, pero había representado muy bien su rol de manager. Ahora su amiga disfrutaría del sexo que tanto andaba necesitando, y obtendría oro a la vez. Luego repartirían las ganancias, un treinta por ciento para ella. La verdad es que el oro le vendría bien, había varias cosas que tenía ganas de comprarse…

Mientras pensaba en esto, sintió una mirada sobre ella. Tenía una habilidad única para percibir cuando alguien la miraba. ¿Quién era…?

Recorrió la sala común con los ojos, pasando la vista entre los cientos de adolescentes que se embriagaban y bailaban sobre la pista de baile, hasta que lo encontró: Harry Potter la miraba a los ojos fijamente desde una distancia considerable, a través de todo el mundo. La estaba mirando a ella, definitivamente, no era una equivocación. Y con mucho interés…

¿Sospecharía que andaba en algo raro? ¿Acaso su plan acabaría nada más empezar, segundos después de que subiera el primer cliente de la noche? Harry Potter… ¿Por qué la miraba así…?

Oh, no… Ahora se acercaba a ella.

Tranquila, Alicia, pensó, luchando por mantenerse serena. Tú no eres Alicia Spinnet, eres Lindy, una desconocida, y no tienes idea de por qué este chico se ha acercado a hablarte. Muéstrate esquiva y fría y haz que se marche de aquí. Harry Potter es un mago que llama mucho la atención y no lo queremos por aquí…

-¿Verity? -dijo Harry, al llegar ante ella.

En ese momento, Alicia sintió una gran confusión. ¿Quién rayos era "Verity" y por qué Harry la llamaba por ese nombre…?

Oh, no, pensó entonces, entendiéndolo. La chica en la que estoy transformada… Esta chica rubia y desconocida de Londres, cliente de una peluquería del Callejón Diagon, quizás no sea tan desconocida después de todo…

No le quedó alternativa. Tendría que fingir que lo conocía de algún lado y ver qué pasaba.

-Oh… Hola, Harry -le dijo, nerviosísima.

-¿Qué estás haciendo aquí? -le preguntó él, que parecía sorprendidísimo-. Es decir, qué sorpresa… ¿Qué haces aquí, en Hogwarts?

Mmm… Alicia no era nada estúpida. Conocía muy bien a los hombres, y conocía esa mirada que Harry tenía en ese momento. Esta no es una chica cualquiera para él, pensó enseguida, atando cabos en su mente. Esa mirada… No, no. Esta es una chica con la que Potter tuvo algo, o que bien le gusta… ¿Qué hago? ¿Qué hago…? Lo que necesito es que se vaya de aquí, que no llame la atención de la gente…

-Oh… bueno, yo… Lo siento si mi presencia te incomoda, Harry…

Eso es. Tenía que recabar más información antes de elegir una reacción para el sorpresivo encuentro. Sugerir que su presencia "quizás" le incomodaba a Harry era una forma de estar prevenida por si la relación no había acabado bien entre ambos. Y, al mismo tiempo, le permitiría dar marcha atrás fácilmente si resultaba no ser así. Después de todo, él parecía muy sorprendido de verla allí en Hogwarts.

-No, claro que no -dijo él, con el ceño fruncido-. Me sorprende, nada más…

Maldito Harry Potter, pensó Alicia. ¿Es toda la información que me darás sobre tu relación con la tal Verity? ¿Solo un "me sorprende", y te quedas mirándome, inquiriendo una reacción de mi parte? Bueno, al demonio, no tengo paciencia para esto. Es hora de improvisar. Veamos qué pasa.

-He venido por ti, Harry -le dijo entonces, cambiando su postura-. Lo siento, pero tenía que verte. Tenía que venir a decirte que te amo.

Al carajo. A la mierda con esto. Quizás el "te amo" había sido demasiado, pero era mejor asegurarse. Sabía perfectamente que Harry estaba loco por Hermione Granger, porque Katie se lo había dicho esa tarde. Además, los había visto juntos un rato atrás, en la pista de baile. Si le decía esto de seguro lo espantaría de inmediato, por temor a causarle problemas con Hermione.

Harry se quedó mirándola como si estuviera por darle un ataque.

-¿Qué estás diciendo?

¿Acaso tienes cerilla en el oído, o simplemente retraso? ¡Dije que te amo, imbécil! ¡Que te vayas de aquí si no quieres arruinar tu noche con Hermione!

Decidió ser más directa. Lo tomó de ambas manos y lo miró a los ojos.

-Vine a buscarte para decirte que te amo, Harry, que te necesito. Lo siento, pero no puedo estar sin ti. Quiero que regreses conmigo. Deja todo esto atrás y vuelve conmigo, Harry… Por favor… Te lo suplico… Te extraño muchísimo…

Estaba jugándosela al asumir que Harry había tenido de hecho algo romántico con esta chica, pero daba igual. Si no era así, de igual manera Harry tendría que huir espantado para evitar problemas. Su actuación fue tan buena que hasta consiguió soltar algunas lágrimas. Alicia estaba orgullosa de sus dotes actorales, siempre había sido capaz de auto-provocarse el llanto aunque no se sintiera triste en absoluto.

-Habíamos acordado quedar como amigos… -le dijo él-. Dijiste que solo había sido algo de unos días, que no tenía que hacer tanto drama…

¡Bingo! Harry sí que tuvo algo con esta perra.

-¡Mentí, Harry! -le dijo ella, fingiendo el llanto-. ¡Mentí, porque no quería admitir la verdad! ¡Sabía que eras demasiado bueno para mí, Harry…! ¿Quién soy yo? ¡No soy nadie…! Pero tú… Y estar contigo fue tan hermoso… ¡Por favor, Harry, regresa conmigo…!

Sí, eso era. Apelar a la fama de Harry para inducir que esta chica tenía algún tipo de sentimiento de inferioridad en una relación con él de seguro funcionaría, porque era la clase de chico que resultaba "demasiado bueno" para muchas chicas.

En ese momento, vio que Hermione se acercaba a ellos. Se quiso morir…

Esto es el fin, pensó entonces, abatida. Ahora sí que se armará un buen lío, sobre todo si Hermione conoce a la chica… ¡Qué imbécil eres, Harry! ¡Acabas de arruinarlo todo para ambos…!

No había forma de que una escena de celos entre ambos no llamara la atención sobre ella y su presencia en esa fiesta.

-Hermione… Recuerdas a Verity, imagino…

-Sí, claro que la recuerdo.

Qué bien, Harry. Presentarle a tu ex a tu chica actual. Impresionante jugada…

-Hola, Hermione -dijo Alicia, limpiándose las falsas lágrimas de la cara.

-Mejor me voy, los dejaré tranquilos -dijo Hermione, y se dio la vuelta.

¡Sí! Así es, Hermione. Vete de forma discreta, sin gritar ni armar un escándalo. Con perfil bajo, así es…

Harry quiso ir tras ella, pero Alicia estiró una mano y lo detuvo. No podía permitir que se fuera muy rápido. Era la típica situación donde el chico persigue a la chica y luego, cuando finalmente la alcanza, ella se gira y empiezan a los gritos a todo pulmón, llamando la atención de todo el mundo… Sí, la bomba estallaría, no había dudas de eso. Pero lo importante era que estallara lejos de ella, de Alicia, lo más lejos posible. Que no llamara la atención sobre ella.

Cuando vio que Hermione estaba lo suficientemente lejos, lo soltó.

Harry se volvió para despedirse.

-Lo siento, Verity. Pero tú y yo terminamos. Lo lamento en el alma, porque eres una gran persona, pero yo amo a Hermione.

Sí, sí, ya vete, pensó Alicia. ¡Largo de aquí! ¡Ve por tu chica, imbécil!

Pero fingió algunas lágrimas más, para que fuera creíble.

-Lamento que hayas viajado hasta aquí… No soy tan bueno como crees. Y tú sí que eres alguien. Eres alguien genial, una de las personas más perfectas que haya conocido, de hecho, y mereces a alguien perfecto también… Yo iré a buscar a Hermione. Lo siento mucho, de verdad… Te deseo lo mejor.

¿Seguirás hablando sobre cómo irás a buscar a Hermione o de hecho lo harás?

Finalmente, Harry se fue de allí.

¡Por fin…!

Alicia se limpió las lágrimas y miró alrededor. No parecían haber llamado la atención de nadie. La mayoría de la gente alrededor estaba en lo suyo, bailando y bebiendo ponche.

Se alejó rumbo al baño, para retocarse el maquillaje. Cuando estuvo adentro, se miró en el espejo y empezó a hacerlo, sumida en pensamientos…

Aquello había estado cerca… Tendría que tener mucho cuidado a partir de ahora, mantener un perfil bien bajo y alejarse sobre todo de Harry Potter, operar lo más lejos posible de él, escondiéndose de su vista en todo momento…

Consultó la hora. El turno de Cormac ya estaba por terminar. Tenía que localizar a Zacharias Smith para pasarle la contraseña del siguiente turno, que ya estaba pago.

01:00 hs.

Ernie y sus amigos seguían bailando juntos. Ellos bebían vaso tras vaso de ponche. Él no había bebido una gota de alcohol, pero aún así se sentía muy feliz y entusiasta gracias a la poción. Justin había estado toda la noche tratando de entablar conversación con Susan, ahora que sabía que estaba libre nuevamente. Mientras los dejaba hablar, y para no interrumpirlos, Ernie entabló conversación con Hannah.

-¡Me lo estoy pasando genial! -le dijo alegremente.

-¡Yo también! -dijo ella-. ¿A que estas fiestas son geniales? ¡Dumbledore debería permitir que se hagan legalmente! ¡Que no acaben nunca!

Mientras charlaban de las distintas fiestas que habían tenido lugar esas semanas, Ernie sintió que su amiga se ponía cada vez más ebria. Hannah le rozaba el cuerpo mientras bailaban y le agarraba el brazo para mantener el equilibrio. Le preocupaba que estuviera bien, porque eran mejores amigos desde que había entrado en Hogwarts, prácticamente hermanos.

-Creo que la poción funcionó excelente -dijo Hannah, tomándolo del brazo nuevamente en medio de un ataque de risa que no había sido causado por nada relacionado con su conversación-. ¡Me siento tan feliz…! -entonces se quedó mirándolo a los ojos fijamente.

-¿Ocurre algo? -preguntó Ernie, confundido. Hannah lo miraba con sus ojos azules fijos en los de él. ¿Qué le pasaba?

-Creo que te amo -dijo Hannah entonces, como si estuviera descubriendo esa impactante revelación al mismo tiempo que la decía en voz alta.

-¿Qué? -Ernie frunció el ceño-. ¡Creo que no te oigo bien…! ¡La música…!

Pero Hannah se había abalanzado sobre él y lo besaba en los labios con total descontrol.

Justin y Susan, que bailaban tomados de la mano junto a ellos, se detuvieron en seco y se quedaron mirándolos con los ojos muy abiertos.

Justin tenía los ojos tan abiertos que parecía que se saldrían de sus cuencas en cualquier momento. Ernie estaba paralizado, con ambas manos en alto y apoyadas en los hombros de Hannah. Ella le quiso rodear el cuello en brazos, pero entonces Ernie la apartó de encima suyo con suavidad.

Se quedó mirándola petrificado. Le había cortado el beso.

-¿Qué fue eso? -le preguntó, en shock.

Hannah lo miraba fijamente sin parecer ser capaz de encontrar respuesta para esa pregunta.

Y entonces, sin más, la chica rubia de Hufflepuff se dio la vuelta y empezó a correr lejos de él.

-¡Hannah, espera! -Ernie fue tras ella, chocándose con todo el mundo en su camino.

-Wow, eso fue… inesperado -dijo Justin, que los seguía con la mirada-. Y aun así…

-Sí, lo sé -Susan se sentía como si estuviera bajo los efectos de algo extraño, pero era incapaz de descifrar qué-. ¿No te sientes como si quisieras hacer algo loco también, igual que Hannah…?

-¡Sí, eso mismo! -cuando Justin se volvió hacia ella otra vez, había algo rojizo en sus ojos. Todo ante él parecía verse doble, como si estuviera drogado. Le costaba mantener el equilibrio… -Esto no es cosa de la poción esa… ¿verdad?

-No tengo idea, pero Hannah dijo que solo era un elixir para inducir euforia -dijo Susan-. Eso no es una droga, ¿no?

-No que yo sepa…

Justin se pasó los dedos por la cara. Se sentía agotado de pronto. A su alrededor, la música golpeaba su cerebro como un martillo gigante. Las luces parpadeaban dejándolo ciego. El suelo vibraba por los bajos de los parlantes. Su garganta estaba ardiendo. Todo el ponche que había bebido parecía estar causando en él un efecto impresionantemente exagerado.

-Tengo ganas de hacer algo loco -repitió entonces. Pero no pensaba en besar a Susan. Eso había sido antes, antes de sentir todo esto. Ahora quería algo más… Algo que fuera aún más loco…

-¿Y si te chupo la verga delante de Colin Creevey? -preguntó Susan entonces, mirándolo con la misma expresión de locura que había tenido Hannah antes.

Aquel comentario habría causado un efecto diferente en Justin en otro momento, pero no fue así ahora. Justin puso la misma cara, abriendo mucho sus ojos enrojecidos, mientras asentía, como si aquella fuera la mejor idea del mundo.

-Me encanta… -le dijo, sintiendo que su mente flotaba a metros de distancia de su cuerpo-. Aun así… ¿por qué Colin Creevey?

-No lo sé, es que… es tan pequeño.

Y ambos empezaron a desternillarse de la risa como si hubieran contado el mejor chiste en la historia de la magia. No podían parar de reír. Les dolían las costillas. Sentían que sus cuerpos explotarían.

-¿Estamos drogados?

-No lo sé… -dijo Susan, limpiándose las lágrimas-. Quizás sí…

-No vamos a hacer lo de Colin… ¿o sí?

Entonces dejaron de reír y se quedaron mirándose fijamente.

-Sí… Sí, claro -dijo Susan.

Tardaron unos diez minutos en encontrar a Colin. La pista de baile parecía moverse bajo sus pies. Chocaban con el resto de la gente, y todos parecían estar sintiéndose como ellos. Igual de raros, igual de confundidos, como si quisieran cometer actos locos…

-¡Ahí está! -dijo Susan, aferrando el brazo de Justin y señalando hacia adelante. Colin Creevey estaba en una butaca, en una zona oscura donde algunos adolescentes se besuqueaban, bajo el refugio de la oscuridad. Colin estaba con un chico de Durmstrang que no conocían, sentados juntos y hablando, con vasos de ponche en la mano.

-Vamos a hacerlo -dijo Justin, tomando a Susan de la mano y caminado hacia allí.

Fue una locura total. Corrieron entre la gente hasta llegar ante Colin y se pusieron de pie frente a él y el chico de Durmstrang. Ellos se los quedaron mirando, ya sin hablar.

Y entonces, Susan se volvió hacia Justin, llevó sus manos hacia su entrepierna y le bajó la cremallera del pantalón de jean.

Colin Creevey abrió mucho los ojos y se quedó mirando cómo Susan sacaba el duro pene de Justin fuera de su pantalón y lo masturbaba a pocos centímetros de su cara. Luego, la chica se puso de rodillas y se metió el pene de su amigo en la boca, para empezar a chupárselo delante no solo de esa pareja sino también de otros chicos y chicas que estaban por allí, bailando y charlando.

Varias personas se quedaron mirando fijamente cómo Susan chupaba el pene de Justin, mientras él le acariciaba el cabello y cerraba los ojos, moviendo la pelvis hacia atrás y hacia adelante…

-¡Ohhhh! ¡Oh, qué increíble! ¡Ohhh! -Zacharias estaba penetrando a Madame TittyLust por el ano, en cuatro patas.

Ella tenía los ojos en blanco y sus gigantescas tetas bailaban en todas direcciones. Su cabello negro estaba todo despeinado y sus gruesos labios rojos estaban abiertos, con la lengua un poco afuera. La chica parecía estar gozando como nunca en su vida.

Justin sacó su pene de la boca de Susan y se masturbó sobre su cara, empezando a eyacular. El semen salpicó toda la cara de la chica y quedó chorreando por su nariz, sus labios y su mentón. Los que estaban alrededor miraron la escena y luego continuaron bailando, casi como si no hubiera ocurrido nada raro allí.

Colin Creevey observó aquello atentamente y con mucha curiosidad. Luego se volvió hacia el chico de Durmstrang y empezó a besarlo en los labios. Este respondió devolviéndole el beso y dirigiendo una mano hacia su trasero para acariciárselo.

-Te quedan… dos minutos… para que termine tu turno -anunció Madame TittyLust, ahora boca arriba con las piernas abiertas. Zacharias estaba encima suyo, moviéndose a toda velocidad.

-De acuerdo… ahí voy… ahí voy… -jadeaba el chico, exhausto-. ¡Ohhh, aquí va…! ¡Aaaaahhhhhh!

Acabó dentro de la morocha, moviéndose desenfrenadamente sobre su atractivo cuerpo desnudo.

-Ufffff…

Su pene seguía dentro suyo, eyaculando más y más… Luego de que acabó por completo, la chica se apartó de él y se sentó al borde de la cama.

-Esto me ha gustado… -decía Zacharias, abrochándose el cierre del pantalón. Le costaba hablar, mientras luchaba por recobrar el aliento. -Bueno… hasta luego.

-Adiós -dijo ella, saludando con una mano y con una sonrisita.

Observó cómo se marchaba del dormitorio.

-De acuerdo, hora de prepararse para el siguiente turno -sin perder tiempo, Angelina sacó un espejito del cajón de la mesa de luz más cercana y lo usó para examinarse en él. Empezó a peinarse y a retocar su maquillaje, mientras esperaba a que Alicia enviara a alguien más.

02:00 hs.

-¡Hannah, espera!

Ernie finalmente la había encontrado, en la otra punta de la fiesta. Ella parecía estar buscando la salida, pero sin éxito.

-¿Cómo rayos se abandona esta sala común? -preguntó la chica, con fastidio-. ¡No puedo encontrar la puerta!

-No es una puerta, es un retrato -le dijo Ernie, llegando a su lado-. Pero no te vayas. Estaba buscándote.

-No quiero hablar contigo.

-Tú fuiste la que me besó.

-¡No tengo idea de por qué hice eso! -dijo Hannah, consternada-. Solo sentí un loco impulso… Me siento muy extraña.

-¿Estás bien?

-Sí, sí, es que… -Hannah tenía los ojos enrojecidos. Los entornó y se quedó mirando a Ernie de forma rara, como perdida. Bajó la voz. -¿Crees que la poción me hizo esto?

-¡No, no es posible! -dijo Ernie, muy preocupado-. ¡Yo la he bebido también y me siento fantástico! Y muy feliz, de hecho. ¡Sí que hizo bien su efecto conmigo! Ven, vamos a bailar…

Quiso tomarla del brazo, pero ella se zafó.

-No quiero bailar contigo. Tú eres mi amigo. No quería hacer eso… Ahora me siento muy mal…

Hannah trastabillaba en el lugar. Los chicos amontonados a su alrededor los empujaban al tratar de abrirse paso hacia la pista de baile. Nadie parecía estar muy diferente a Hannah: Todos en el baile tropezaban, luchaban por mantener el equilibrio y tenían los ojos enrojecidos. Además, la gente se comportaba de toda clase de maneras absurdas todo alrededor: algunos bailaban de formas muy alocadas, otros se volcaban vasos de cerveza de manteca sobre la cabeza a propósito; y algunos, como había hecho Hannah, besaban a desconocidos o a personas al azar sin ningún motivo aparente.

-¿Dices que solo me besaste porque la poción te hizo hacerlo? -le preguntó Ernie, entrecerrando los ojos, muy preocupado.

-Claro… -Hannah abrió grandes sus ojos azules, mirándolo fijo-. No creerás que siento algo por ti… ¿verdad?

-¡No! No, claro que no… Yo estaba seguro de que debió ser un efecto del alcohol, o de pociones, o drogas… -Ernie alzó los hombros, como si esas fueran nimiedades-. Ya sabes, esas cosas -y lanzó una risita muy forzada.

-Eres mi mejor amigo… como un hermano…

Hannah estaba muy ebria. Apoyó su mano en el pecho de él para sostenerse, mientras la gente que le pasaba por al lado la empujaba por accidente.

-¿Quieres irte de aquí? -le ofreció Ernie-. Te llevaré de regreso a nuestra sala común, para que vayas a dormir.

-No quiero irme a dormir -dijo Hannah, estirando las sílabas al hablar-. ¡Quiero bailar! ¡Iuuuuupiiii!

Y empezó a saltar y agitar los brazos en el aire al ritmo de la música. Ernie se quedó muy sorprendido al observar aquello.

-¡VOY A BAILAR! -gritó Hannah, riendo sin control, y dejó que una multitud de chicos de Durmstrang que bailaban en fila todos juntos la arrastraran al medio de la pista de baile.

-¡Hannah! -gritó Ernie, pero ya la había perdido de vista. La chica desapareció en medio de la multitud de hombres de la escuela nórdica, que saltaban y cantaban a gritos la canción que estaba sonando en ese momento.

¿Qué le pasaba a todo el mundo? Aquello no era solo por el alcohol, estaba seguro… La poción que había colocado en el ponche había tenido alguna clase de efecto adverso que estaba haciendo que todo el mundo se comportara de las formas más extrañas…

-¡TENGO QUE DECLARARLE MI AMOR A HARRY POTTER! -gritó alguien a su lado. Ernie se volvió para ver cómo Pansy Parkinson luchaba por librarse del agarre de su amiga de Slytherin, que la sujetaba por los hombros.

-¡No lo hagas, amiga! -le gritaba esta, tratando de detenerla-. ¡Tú estás saliendo con Michael Corner!

-¡YA NO! -gritó ella, desaforada-. ¡LO ACABO DE MANDAR A LA MIERDA! ¿DÓNDE ESTÁ HARRY?

-¡Es que no puedes ir con él, amiga, porque… porque…! -la amiga de Pansy la tomó por los hombros y la forzó a enfrentarla-. ¡PORQUE YO TE AMO!

Ernie observó la escena muy sorprendido.

-¡¿QUE TÚ ME AMAS?! -gritó Pansy, atónita-. ¿ES DECIR QUE ERES TRANSEXUAL?

-¡CREO QUE SOY DEL COLECTIVO LG… LGB… TQ…TKM… ESA COSA! -la amiga de Pansy tropezó hacia atrás y cayó al suelo desmayada. Pansy se puso en cuclillas sobre ella, gritando con preocupación. -¡ESTOY BIEN! -dijo la chica entonces, alzando un pulgar desde el suelo y sonriendo mientras se ponía de pie. -¡LO SIENTO, PANSY, NO SIENTO NADA POR TI, CREO…! ¡DE PRONTO SENTÍ GANAS DE BESARTE, NO ENTIENDO QUÉ ME PASA…!

-¡NECESITO IR A BUSCAR A HARRY! ¡ESPÉRAME! -y con esas palabras, Pansy abandonó a su amiga, que ya había conseguido ponerse de pie.

Ernie caminaba entre la gente, confundido, observando las escenas que tenían lugar todo alrededor… Gente que le daba nalgadas a otra gente y luego huía corriendo, como niños pequeños… Otros que discutían a gritos por desencuentros amorosos que parecían ser todo un escándalo y que se habían originado por cosas como las que ya había visto recién: besar a alguien de improvisto, o abandonar a la pareja propia para ir a buscar a otra con quien no tenían nada que ver… La gente estaba haciendo esas cosas por toda la sala común, y no parecía haber motivos para ello…

A menos que, claro, una vez más fuera culpa de él…

¿He arruinado otra fiesta, otra vez?, pensó Ernie, con horror. ¿Acaso soy el culpable de otro desastre como el del miércoles pasado…? ¡Pero si yo solo quería ser aceptado, solo quería que la gente se divirtiera y fuera feliz! ¿Por qué…?

Mientras tanto, escaleras arriba, Madame TittyLust recibía a su nuevo cliente.

-Hola, ¿qué tal? -saludó Seamus, muy nervioso-. Dije bien la contraseña, ¿verdad? "Manzanita"…

-Adelante, ponte cómodo -dijo esa chica madura, de tetas y trasero gigantescos, que jamás había visto antes.

Seamus estaba tan intrigado… ¿Cómo había entrado esa chica mayor en Hogwarts para ofrecer sus servicios sexuales allí? Había dado con ella de casualidad, porque Dean había hablado con la otra desconocida rubia que estaba en la fiesta, mientras le servía unos tragos, y ella le había ofrecido aquello… Dean ya había subido, y ahora Seamus lo estaba haciendo también. No tenía mucho oro, así que solo le había pagado una mamada, que era más barata.

-Bien, esa contraseña es la de mamadas -dijo Madame TittyLust, clavando sus ojos marrones en él-. Bájate los pantalones.

Obediente, Seamus se desabrochó el pantalón negro y se lo bajó hasta las rodillas. Luego se bajó el bóxer. La chica le indicó por señas que se sentara en la cama.

-Ponte cómodo -le repitió, mientras caminaba hacia él colocando una pierna delante de la otra de forma muy sexy. Tenía zapatos de taco, que hacían ruido en el suelo.

Se sentía tan nervioso, era su primera vez con una prostituta…

Madame TittyLust se arrodilló junto a la cama, le tomó el pene con una mano y empezó a masturbarlo. Luego clavó sus ojos en él y se lo quedó mirando mientras lo dirigía a su boca lentamente…

-Oh… -Seamus se estremeció por completo. La verdad es que apenas tenía algo de experiencia sexual, adquirida el miércoles pasado en la fiesta de Durmstrang con Daphne Greengrass. Pero incluso aquello había sido muy rápido y torpe. Ahora que esta chica madura y mayor le sostenía el pene con la mano y acercaba sus labios pintados de rojo a este, sentía que era incapaz de durar nada, ni cinco segundos, ante esa situación tan caliente…

Dicho y hecho, la chica apenas se metió su pene en la boca y le dio un par de lamidas que sintió que todo su cuerpo se tensaba al extremo, producto del fuerte placer…

-¡Mmmmm… Ohhh…! -sin poder controlarlo, Seamus eyaculó enseguida en la boca de Madame TittyLust. No duró ni un minuto por reloj. Ella le siguió chupando el pene de todas formas, tragando su semen…

-Eso fue rápido -comentó la chica, relamiéndose el semen de los labios, mirándolo con una sonrisita.

-Diablos -se quejó él, avergonzado-. Lo siento, no tengo mucha experiencia…

-No hay problema -ella acentuó su sonrisa-. Mira, solo por ser tú, te ofrezco una segunda mamada gratis. Conozco un hechizo para revitalizar esto -señaló su pene, que ya estaba flácido.

-¿De verdad? -dijo él, muy sorprendido. Observó cómo ella apuntaba su pene con su varita y lanzaba un hechizo que lo puso totalmente duro y activo otra vez.

Se sintió súper caliente, aun más que antes. Madame TittyLust, aquella desconocida prostituta que estaba buenísima, acababa de decirle que solo por ser él le regalaría una mamada gratis… ¡Qué increíble!

Muy feliz, Seamus observó cómo la chica se la empezaba a chupar otra vez. Y se dejó llevar, disfrutándolo todo otra vez, y esta vez durando mucho más…

03:00 hs.

Todo era un descontrol. Cho Chang prácticamente masturbaba a Roger Davies en medio de la pista de baile, tocándole todo el pene con la mano dentro de su pantalón; Hannah se comía a besos a Crabbe, y ni siquiera recordaba cómo había ocurrido eso; Neville se besaba con una chica de Beauxbatons que no dejaba de susurrarle cosas calientes al oído…

-Voy a pggrovocar que me acabes toggo adentro -le susurraba la chica, que hablaba inglés con un acento bastante peor que sus compañeras-. Y lueggo te enseggaré cómo me sagle tu semen pogg fuegga de la lèvre vaginale

Neville la oía y asentía con la cabeza con los ojos muy abiertos, como si tuviera miedo.

Ginny y Luna, por otro lado, discutían cerca de la zona del orificio del retrato.

-¡No sé por qué lo hice, de verdad! -decía Luna, llorando-. ¡Solo sentí deseos de besar a Padma, así que lo hice! ¡Ya deja de atacarme por eso!

-¡Pensé que yo era tu pareja, Luna! -gritaba Ginny, fuera de sí.

-¡Y yo pensé que teníamos un acuerdo de ser libres…!

-¡Eso fue porque era Melanie Sanders de quien estábamos hablando en ese momento, pero ahora…!

-¡¿Es decir que si la chica está buenísima estás de acuerdo con ser una pareja abierta, pero si la chica no te gusta entonces no?! -gritó Luna, tan alterada que no parecía ella misma. Ginny no la había visto ponerse así nunca.

-¡PUES NO! -gritó Ginny-. ¡ESTOY CANSADA DE QUE MIRES A OTRAS CHICAS, LUNA! ¡TÚ NO TE TOMAS LO NUESTRO EN SERIO…!

-¡QUIZÁS YA NO QUIERO TENER NADA "NUESTRO"…! ¡QUIZÁS QUIERO SER DUEÑA DE MI PROPIO CAMINO! ¡VIKTOR TENÍA RAZÓN!

-¿Viktor…?

Pero no alcanzó a preguntarle a qué se refería con eso, porque Luna ya se había metido al orificio del retrato y le dio un tirón con todas sus fuerzas para abrirlo. Desapareció a través de este y hacia el pasillo del séptimo piso.

Cuando el retrato se cerró tras ella, Ginny se quedó mirando hacia allí. Parecía como si estuviera por llorar, pero no lo hizo. No solía llorar nunca. En cambio, cerró los ojos con fuerza, los abrió de nuevo y se marchó hacia las escaleras de los dormitorios de las chicas, empujando a todo el mundo a su paso.

Escaleras arriba, Angelina, con su personalización de Madame TittyLust, estaba sentada sola en la cama. Hacía un rato largo que Alicia no enviaba a ningún chico… ¿Qué estaría pasando? ¿No estaba consiguiendo a nadie? Había empezado tan bien, llenándola de clientes, y ahora…

Mientras tanto, Justin y Susan tenían sexo de una forma desquiciada. Estaban en un dormitorio de la torre, ella sentada sobre él de espaldas, y él la penetraba mientras le daba nalgadas suaves. El trasero desnudo de Susan se hundía sobre su pene y la chica lanzaba gritos de placer que hacían eco por todo el dormitorio.

En otra habitación, Krum y Cedric se habían metido para tener sexo también. Pero, al entrar, resultó que el dormitorio estaba ocupado.

-¿Nos dejarían tener sexo en paz? -dijo Colin, que estaba en cuatro patas mientras el chico de Durmstrang le sostenía las caderas por detrás, totalmente desnudo.

Krum se quedó mirando la escena con los ojos como platos. Parecía hipnotizado…

Tenía tantas ganas de cometer una decisión estúpida…

Sin saber lo que hacía, empezó a avanzar hacia ellos.

-Vamos, Vik, está ocupado… -empezó Cedric, pero quedó enmudecido al ver que este llegaba a donde estaba Colin y empezaba a desabrocharse el pantalón… Pero le pasó de largo. Era el chico de Durmstrang el que lo había atraído así: su antiguo compañero de escuela, Gudmung.

Krum tomó al chico por la cara con ambas manos y empezó a besarlo en los labios. Gudmung respondió devolviéndole el beso con mucho vigor. Parecía como si hubieran tenido sentimientos mutuos en el pasado y de pronto estos hubieran resurgido de forma incontrolable.

Cedric quedó boquiabierto, mirando la escena pasmado. Aparecieron lágrimas en sus ojos, y entonces se dio la vuelta y se marchó de allí. Colin seguía en cuatro sobre la cama, con la cabeza vuelta hacia ellos, inseguro de si seguir allí esperando o vestirse.

-Hannah, por favor… -Ernie iba tras su amiga por todos lados. No tenía nada más que hacer, ya que Justin y Susan habían desaparecido juntos escaleras arriba buscando algún dormitorio libre, dejándolo solo. Así que ahora se dedicaba a evitar que Hannah besara chicos al azar. En este momento, había soltado a Crabbe y trataba de que uno de Durmstrang le prestara atención.

-Estoy pasándolo bien… -dijo la chica rubia, sonriendo con cara de ebriedad-. Quiero chupar penes, Ernie…

-No, tú estás ebria -Ernie la tomó por los hombros y la apartó del chico de Durmstrang, que pareció decepcionado-. Vamos, Hannah, ven conmigo…

-¿Me dejarás chupártelo a ti? -preguntó ella, abrazándolo por los hombros y mirándolo con una gran sonrisa.

-No, dijiste que éramos hermanos, ¿recuerdas? -le dijo Ernie-. Soy el conductor designado, y es mi responsabilidad que no hagas más locuras esta noche…

-Vamos a la zona de las butacas -le dijo Hannah, que solo se sostenía en pie por la ayuda de Ernie-. Te chuparé toda la verga… Será un gran incesto…

-Te llevaré a las butacas, pero para que te sientes y te quedes allí tranquila -dijo él, firme y responsable-. Hasta que se te pase esto…

Hannah se soltó de él y entonces empezó a gritar a todo pulmón, enfadada.

-¡TÚ NO VAS A IMPEDIR QUE ME DIVIERTA, ERNIE!

-Hannah, por favor…

-¡HANNAH NADA! -gritó ella, histérica-. ¡HANNAH LA VERGA, ¿ME OYES?!

En ese momento, Lee Jordan hacía un efecto de transición entre dos canciones, con un trago de vodka en la mano y asintiendo con la cabeza al ritmo de la música; y hubo un espacio de unos segundos donde el volumen fue muy bajo, por lo que el grito de Hannah fue perfectamente audible para todos los que estaban en toda la fiesta:

-¡TÚ PUSISTE ESA POCIÓN DENTRO DEL PONCHE, ERNIE, ASÍ QUE SI AHORA ESTOY ASÍ DE LOCA NO VENGAS A DECIRME QUE…!

Al oír eso, Lee detuvo la música por completo. La gente dejó de bailar. La mayor parte de los presentes giraron la cabeza hacia ellos, sorprendidos.

-Un momento -dijo Cormac McLaggen, dejando de bailar y mirándolos con los ojos enrojecidos-. ¿Por eso es que todos estamos actuando de forma estúpida y tomando toda clase de decisiones idiotas? ¿Porque Ernie Macmillan puso una poción dentro del ponche?

Ernie se quedó inmóvil, boquiabierto. Todos en la sala común ahora lo miraban fijamente, todos con sus ojos enrojecidos y sus rostros cansados. Alguien encendió las luces. Ya no sonaba música. Todos habían dejado de bailar y charlar y reinaba el silencio. Y todos lo miraban fijamente a él.

-Esto no es lo que parece -murmuró Ernie, aterrado, en su propia defensa.

-¡POR TU CULPA ME HE PELEADO CON MI NOVIA! -le gritó un chico de Ravenclaw, enfadado-. ¡Y ESTÁBAMOS JUNTOS HACÍA UN AÑO YA! ¡YO NO QUERÍA BESAR A ESA FRANCESA, SOLO SENTÍ UN IMPULSO…! ¡PERO AHORA ENTIENDO, FUE POR TU POCIÓN QUE SENTÍ ESO!

-¡MUCHAS PAREJAS SE HAN ROTO ESTA NOCHE! ¡Y ES TU PUTA CULPA, ERNIE MACMILLAN! -gritó alguien más.

-¡Yo he permitido que un montón de chicos de Durmstrang me tocaran el trasero por diversión! -gritó Lavender, enfurecida-. ¡Y ahora me siento una puta! ¡Y ha sido tu culpa, Ernie! ¡ERES UN ARRUINA-FIESTAS!

-¡Y yo le chupé la verga a mi mejor amigo, y ni siquiera soy gay! -gritó un chico de Slytherin.

-¡YO VOMITÉ SOBRE LA JARRA DE SANGRÍA Y NO LE HE DICHO NADA A NADIE! -gritó Leanne.

Fred, que había estado besándola, se apartó de ella y empezó a escupir, al tiempo que una chica de Beauxbatons que sostenía un vaso de vidrio escupía un montón de sangría al suelo, con asco.

-¡Y YO SENTÍ UN LOCO IMPULSO POR ELIMINAR EL ENCANTAMIENTO REPELE-PROFES HACE CINCO MINUTOS, ASÍ QUE LO HICE! -gritó Anthony Goldstein-. ¡Y LUEGO EMPECÉ A LANZAR FUEGOS ARTIFICIALES CON MI VARITA POR LA VENTANA, PORQUE RECORDÉ QUE EN EL BARCO DE DURMSTRANG SE HABÍAN VISTO MUY BONITOS Y ME PARECIÓ QUE SERÍA MUY DIVERTIDO! -acto seguido, el chico rompió en carcajadas y cayó desmayado al suelo, sobre la pista de baile.

-¿Qué hizo qué…? -exclamó George, abriendo los ojos de par en par.

En ese momento, el retrato de la Dama Gorda se abrió con un golpe sordo y tres figuras adultas ingresaron por él: la profesora McGonagall, el auror llamado Dawlish y el mismísimo Ministro de la Magia, Cornelius Fudge.

-Estamos jodidos -se oyó la voz de George, resonando sobre el silencio.

-¡¿QUÉ DEMONIOS ES ESTO?! -gritó McGonagall, fuera de sí-. ¡ESTO ES… ESTO ES…!

Sus ojos pasaron por la imagen de los adolescentes de las tres escuelas sosteniendo bebidas de todo tipo en sus manos, algunos desmayados en el suelo y las butacas, otros abrazados a alguna persona que claramente habían estado besando segundos atrás, algunos incluso semidesnudos; como era el caso de Parvati, que se había bajado su top negro hasta la cintura y estaba en sostén.

McGonagall no podía hablar. Estaba tan horrorizada que parecía que iba a desmayarse ella también.

-Lo sabía… -Fudge curvó su boca hacia abajo, con una mezcla de indignación y regocijo simultáneos-. ¡Le dije a Dumbledore que esto pasaría! ¡Le dije que sus alumnos están fuera de control, que la escuela necesita mano dura! Pero él insistió tanto en que no habría más fiestas que hasta decidió marcharse del castillo esta noche, asegurándome que no había necesidad de que yo estuviera aquí porque todo estaría tranquilo, que no había necesidad de que incluso él estuviera aquí… ¡Pues se equivocó! ¡Todos son testigos del desastre que es Hogwarts hoy en día! Miren a estos alumnos… Tantos menores de edad ebrios, hasta en el suelo…

-Esto es colmo -dijo McGonagall, cuando finalmente consiguió hablar-. ¡¿QUIÉN ES EL CULPABLE DE ESTO?! ¡ALGUIEN SERÁ EXPULSADO ESTA MISMA NOCHE! ¡TENGO EL PODER DE HACERLO EN AUSENCIA DEL DIRECTOR, Y EXPULSARÉ POR LO MENOS A UNA PERSONA POR ESTO!

Todos en la sala común guardaron silencio y la observaron aterrados. Nadie dijo una sola palabra.

-¡TENDRÁN QUE DARME ALGÚN NOMBRE, PORQUE ALGUIEN TENDRÁ QUE PAGAR LAS CONSECUENCIAS! -McGonagall estaba totalmente desquiciada-. ¡QUIERO SABER QUIÉN HA ORGANIZADO ESTA FIESTA CLANDESTINA!

Fred y George tragaron saliva al mismo tiempo, con esfuerzo. Miraron a los de Slytherin con temor. Se acercaron el uno al otro y se murmuraron al oído de forma inaudible para el resto:

-Si esto es el fin, hermano, quiero que sepas que ha sido todo un honor…

-El honor ha sido mío.

Pero nadie los delató. Ni los de Slytherin, ni nadie más. Todos los invitados de la fiesta estaban en total silencio. Nadie contestó la pregunta de McGonagall. Ron y Fleur habían dejado de besarse y estaban tomados de la mano. Ron al menos se sentía aliviado de que Harry hubiera desaparecido con Hermione escaleras arriba un rato atrás, según había visto, justo a tiempo para cumplir su objetivo con ella antes de que toda la fiesta se fuera al carajo, con el mismísimo Ministro de la Magia allí.

-¿NO DIRÁN NADA? -bramó McGonagall, colérica-. ¿NADIE SABE QUIÉN ORGANIZÓ ESTO? ¡LAS CONSECUENCIAS SERÁN TERRIBLES PARA TODOS A MENOS QUE DIGAN UN NOMBRE!

-Esta jovencita parece estar bajo los efectos de algo más que alcohol -exclamó el Ministro, con espanto, sacudiendo el hombro de una chica de Beauxbatons que se había semi-dormido en una butaca. Ella abrió los ojos y le sonrió, y luego le lanzó un besito y cerró los ojos de nuevo.

-¿BAJO LOS EFECTOS DE QUÉ COSA…? -parecía que a McGonagall le daría un ataque-. ¡¿QUIÉN HA ESTADO REPARTIENDO SUSTANCIAS PROHIBIDAS AQUÍ?! ¡QUIERO NOMBRES YA MISMO! ¡¿QUIÉN?!

Nadie dijo nada. Ernie se sentía nerviosísimo. Pensó que todos empezarían a apuntarlo con el dedo, a acusarlo…

Pero no. Se equivocó. Una vez más, nadie dijo nada. Todos allí estaban apoyándose mutuamente, encubriéndose entre sí. Nadie iba a delatar a Ernie, por muy enojados que estuvieran con él por haber colocado una poción en el ponche. Todos debían saber que si decían su nombre él sería expulsado, y por eso estaban en silencio.

Sintió algo horrible en el estómago. Sus compañeros, incluso los de Slytherin, eran buena gente. Nadie quería venganza, incluso pensando que él había arruinado su noche y quizás mucho más que eso, provocando peleas entre todas las parejas…

Entonces, Ernie se arrancó la placa de "conductor designado" del pecho y la sostuvo en su mano.

La placa de la responsabilidad…

Tomó aire y con valentía dio un paso al frente.

-¿Qué haces? -le preguntó Hannah, consiguiendo suficiente lucidez para entender su movimiento.

-Haré lo que vine a hacer aquí esta noche… -le susurró Ernie, el único allí que no estaba ebrio-. Salvarlos a todos y reivindicar mi nombre…

Entonces, caminó hacia McGonagall y el Ministro, que lo miraron con la ira aún fija en sus rostros.

-Yo hice todo, señora subdirectora y señor Ministro -declaró Ernie, para sorpresa de todos-. Yo organicé esta fiesta y convoqué a todos aquí esta noche.

Fred y George compartieron una mirada de asombro.

-No… -dijo Fred en voz baja, paralizado por la sorpresa.

-Yo coloqué una poción en el ponche que hizo que todos acaben así -continuó Ernie, señalando a los que estaban semi-desmayados-. Es todo mi culpa, profesora. Castígueme a mí únicamente. Nadie más tuvo nada que ver con esto… Todo lo hice yo.

Sabía que lo expulsarían, pero no le importó. Lo hizo por sus amigos y compañeros. Para arreglar sus errores. Para madurar como persona. El miércoles anterior había provocado un desastre que pudo acabar con la vida de alguno de ellos, y hoy haría lo que fuera posible por mostrarles que él no era así. Era un mago de honor. Ante todos, se convertiría en un héroe, sacrificándose por ellos; aunque tuviera que ser expulsado y no pudiera volver a verlos…

-Muy bien -dijo McGonagall, mirándolo con frialdad-. En ese caso, señor Macmillan, me temo que está usted expul…

Pero Fred y George dieron un paso adelante, impidiéndole acabar la frase.

-¡No es cierto, profesora!

-¡Está tratando de salvarnos a nosotros! ¡No fue su culpa!

-¡Sí, nosotros lo organizamos todo!

-¡Expúlsenos a nosotros! Ni siquiera nos importa, la verdad.

-No, a la mierda el colegio -dijo Fred, cruzándose de brazos y con cara de rebeldía.

McGonagall abrió los ojos con mucha sorpresa y furia. Ernie también los miró muy sorprendido.

-Pues bien, señores Weasley -McGonagall cambió de objetivo, ahora observándolos a ellos-. En ese caso, el señor Macmillan no será expulsado. Ustedes dos, en cambio, suban ahora mismo a hacer sus maletas, porque…

Pero entonces otra voz resonó en la sala. Alguien más se abrió paso entre la multitud para enfrentarse a los adultos, y esta vez la sorpresa fue aun mayor, porque nadie se esperaba que una total desconocida que no recordaban haber visto antes en toda su vida de pronto fuera a sacrificarse para salvarle el culo a los gemelos Weasley.

-Están encubriéndome a mí, profesora -dijo la chica rubia de cabello corto que solo aquellos que habían subido a ver a Madame TittyLust reconocieron, avanzando hasta el frente de todo-. Yo soy la auténtica culpable de todo esto.

Todos empezaron a murmurar con asombro mientras la miraban. El Ministro de la Magia frunció la frente, confundido. McGonagall inclinó la cabeza de lado mientras miraba a la chica.

-Recuerdo perfectamente a todos y cada uno de mis alumnos, a todos los que han pasado por Hogwarts desde que trabajo aquí -dijo la profesora-. Pero no tengo idea de quién eres, jovencita.

-Mi nombre es Verity -dijo ella entonces, fría y seria-. Y nunca estudié en Hogwarts. Soy la hija Squib de Madam Rosmerta.

Todos volvieron a murmurar entre sí. El murmullo era en tonos de sorpresa, y en simultáneo. Ron miró a Fleur con el ceño fruncido y luego miró hacia adelante otra vez, muy confundido.

-Mi hermana es practicante de las artes oscuras y yo soy su asistente -finalizó la chica, que iba caminando por la sala común mientras miraba alrededor con total tranquilidad, como si estuviera paseando por allí despreocupadamente, observando la decoración.

Cormac abrió grande la boca, sorprendido.

-¡Lo sabía…! -dijo, negando con la cabeza-. ¡Sabía que estabas aquí por algo ilegal!

-Madre santa… -dijo Fudge-. ¡Pero claro! ¡He sabido que la hija de Rosmerta ha huido para volverse Mortífaga! ¿Es decir que esa eres tú…?

-¿No oye, Ministro? ¡Soy Squib! La Mortífaga es mi hermana, y yo la ayudo -la chica caminó hasta la chimenea y tomó algo de encima de esta, distraídamente, como si estuviera comentando algo totalmente casual mientras paseaba por allí-. Ambas somos seguidoras del Señor de las Tinieblas y estamos tratando de traerlo de regreso a la vida…

Ahora empezó a caminar delante de la chimenea, examinándola con total calma.

-Ninguno de estos chicos tuvo nada que ver con todo esto -continuó-. Yo lo organicé todo y puse una poción en el ponche… Por eso he venido a Hogwarts esta noche… Mi plan era intoxicarlos a todos y que luego mi hermana pudiera usarlos para realizar un embrujo de magia negra muy avanzada…

Fudge abrió grandes los ojos. A su lado, el auror Dawlish sacó su varita mágica sin dejar de mirar a la chica, listo para atacar de ser necesario.

-Claro que han frustrado mis planes, lamentablemente, y mi hermana ya no vendrá esta noche… Estos mocosos ya no nos sirven. Tendremos que buscar víctimas en otro sitio para el embrujo…

-El único sitio a donde usted irá será Azkaban, jovencita -dijo Fudge, volviéndose hacia su auror-. ¡Arréstela, Dawlish!

-Enseguida, señor.

Pero ella empezó a reír.

-¿De verdad creen que será tan fácil? -les dijo, con una mueca burlona.

-Entréguese con las manos en alto -dijo Dawlish, apuntándola con su varita-. Está dentro de una propiedad donde nadie puede aparecerse ni desaparecerse. No tiene escapatoria. Alce las manos y no se mueva o me veré obligado a lanzarle un maleficio.

-Ustedes los aurores son tan soberbios… -dijo ella, acentuando su sonrisa. Pareció obedecer, poniendo ambas manos en alto, pero entonces dijo-: Adiosito.

Y entonces abrió su mano, para saludar. Se había metido dentro de la chimenea sin que nadie se percatara de ello. Y al abrir su mano algo cayó de ella: un polvo color verde esmeralda…

-¡CALLEJÓN DIAGON! -gritó entonces.

Y quedó envuelta por un fuego también verde esmeralda antes de que Dawlish pudiera reaccionar. La chica giró a toda velocidad en la chimenea, envuelta en el torbellino de fuego, y desapareció de la sala y de la vista.