Separadores que encontrarás en esta historia:

FFFFF - Cuando se narra un flashback o algo relacionado con el pasado de un personaje.

PPPPP - Cambio de escena. Ya sea que los mismos personajes estén en un ambiente diferente o que se relate una situación distinta, con otros personajes y en otro lugar.

SSSSS - Un personaje está soñando.


Correr. Sin importar lo agrietado y duro que estuviera el asfalto de la calle no debía detenerse. Era más de medianoche. A esa hora, lo único que iluminaba su camino eran los postes de luz. Algunos, con una iluminación más pobre que otros, parpadeaban al ritmo de sus incesantes jadeos. Mientras continuaba su trayecto, vislumbró unos metros más adelante lo que parecía ser una zona de construcción. Se dirigió a ese lugar sin dudarlo y se escondió detrás de unas gruesas vigas de fierro, colocadas en posición horizontal sobre la tierra húmeda. Estaba asustado. Tanto como para abrazar sus piernas y hacer un intento por controlar los temblores en su pequeño cuerpo.

Hasta hace unas horas, había disfrutado de una deliciosa cena hecha por su cariñosa madre. Y ahora, ella, su padre y su hermano mayor, se encontraban tirados en una alfombra de la sala, hundidos en charcos hechos de su propia sangre y con expresiones horripilantes que reflejaban a la perfección la agonía de dejarlo solo. De pronto, el cielo comenzó a tronar, dándole un buen susto y obligándolo a agachar la cabeza sobre sus rodillas. Unos segundos después, escuchó un ruido al otro lado de la calle. Se arrastró en la tierra y se asomó por la orilla de las vigas, buscando a la criatura que asesinó cruelmente a su familia y que lo mantenía en un enfermizo estado de pánico.

Jadeaba entre susurros. Sus ojos negros; humedecidos por las lágrimas, recorrían con desesperación cada rincón de la calle vacía. Al menos, hasta que vio como un enorme contenedor de basura era lanzado hacia él, obligándolo a levantarse y a correr nuevamente. Sin mirar atrás, escuchó como varios objetos caían bruscamente contra el piso. Desde un poste de luz, hasta una de las vigas que lo habían resguardado hasta hace poco. Cuando un trozo de banqueta se estampó cerca de él, sus piernas le fallaron, haciéndolo rodar por la tierra. Nuevamente, el cielo volvió a tronar, seguido por unas pequeñas gotas de lluvia.

El chico levantó la cabeza, apoyándose en sus brazos y sin parar de temblar. Los truenos hicieron otra aparición en las nubes ennegrecidas. Pero no para asustarlo. Sino para advertirle que la tenebrosa criatura que se había tomado la molestia de perseguirlo, se encontraba parada a unos metros delante de él. Iluminada por los relámpagos en el cielo, la niña con alas de murciélago y un vestido blanco manchado de sangre se aproximó lentamente hacia el niño, quien la vio aterrorizado antes de correr de nuevo. Esta vez, hacia unas escaleras de madera que lo condujeron al segundo piso del edificio en construcción. Cuando sus pies descalzos tocaron un suelo más firme y blando que el asfalto de la calle, se sintió a salvo, apoyándose sobre sus rodillas y jadeando con más tranquilidad que antes. Creía haber perdido a la criatura que le arrebató lo más preciado en su corta existencia. Que todo terminaría si era paciente y se quedaba ahí, en silencio.

Por desgracia, ella no lo perdió de vista. Otro trueno cayó con fuerza, al mismo tiempo que la niña se le abalanzaba, tirándolo al piso y quedándose encima él. Al ver sus ojos rojos, el niño ahogó un grito, escuchando otro relámpago del cielo y sintiendo como destrozaba sus ropas, rasguñándolo. Cada vez que sus uñas se enteraban en sus brazos, piernas o pecho, para hacerle un corte en su blanquecina piel, soltaba fuertes gritos de impotencia. Al menos, hasta que, para callarlo, a la niña se le ocurrió llevar sus manos a su cuello, comenzando a quitarle el poco aire que le quedaba en los pulmones. El pequeño abrió desmesuradamente sus ojos. Aunque finalmente reaccionó y comenzó a golpearla en los brazos, su fuerza no era suficiente como para detenerla, mucho menos, para quitársela de encima. Su consciencia ya comenzaba a nublarse de a poco, sin embargo…

-¡Alto ahí! – la voz de una mujer lo despertó, seguido por el ruidoso disparo que salió de su arma de fuego.

La niña, al sentir como la bala atravesaba una de sus alas de murciélago, se apartó del chico y huyó del lugar, resguardada por la oscuridad, la lluvia y el ruido de los truenos que destellaban en las nubes.

-¡¿Te encuentras bien?! – cuestionó preocupada, guardando su pistola y tomando en sus brazos al menor, quien no paraba de toser por la falta de aire.

-¡Kushina! – gritó un hombre desde las escaleras, llegando al segundo piso con una linterna en sus manos.

Cuando iluminó al niño, ambos vieron aterrados su ropa desgarrada, las cortadas que tenía en la mayor parte de su cuerpo; incluyendo su mejilla izquierda, y las marcas de manos en su cuello.

-Dios mío… - dijo atónito. - ¿Qué pasó aquí?

-Algo lo estaba atacando. – respondió la mujer de largo cabello rojo, mirando hacia el horizonte envuelto en gotas de lluvia. – Y a juzgar por su apariencia, creo que se trataba de un demonio.

PPPPP

-¡Eso es lo más ridículo que he escuchado! – gritó A; el líder de la jefatura de policía de Suginami, golpeando su escritorio con su enorme puño derecho. - ¡Si ambos estuvieron de holgazanes en su recorrido nocturno, al menos inventen una excusa que suene más creíble!

-¡Señor, lo que acabamos de decirle fue la verdad! – replicó Kushina Namikaze, acercándose y apoyando las palmas de sus manos en la madera fría del escritorio. - ¡Y puedo asegurárselo con mucha confianza porque mi esposo viaja por todo el país para eliminar a ese tipo de engendros! ¡De hecho, si no fuera por él y por el templo de su familia, yo tampoco podría creer en su existencia!

-¡Deja de inventar cuentos de hadas y regresa a tu puesto, Namikaze! – ordenó, con una vena punzante en la cabeza y los ojos redondos y blancos.

-¡No lo haré hasta que deje de mirarme como si estuviera loca y me pida una disculpa! – gruñó la mujer, levantando su puño.

Detrás de ella, Shikaku Nara; su compañero de equipo, estaba tan avergonzado que prefirió llevarse una mano a su frente antes que intervenir en la discusión. De pronto, la puerta de la oficina fue abierta por la secretaria del jefe, quien, sin mirar a los presentes, se aproximó al escritorio y dejó caer una gran cantidad de fotografías, notas y otros documentos guardados en carpetas.

-Karui, ¿Qué es todo esto? – interrogó A con una mueca, volteando sus ojos de la montaña de papeles hacia la mencionada.

-Es la evidencia que necesitaba para creer en las palabras de Kushina y Shikaku. – dijo seriamente, sosteniéndole la mirada. – Hace años que se investigan casos como este, pero no se han podido resolver porque la iglesia no nos permite llegar a la verdad.

A entrecerró los ojos. Tomó la primera carpeta que vio y la hojeó por unos segundos. Efectivamente, había reportes de policías que describían a varias criaturas misteriosas, anexados con viejas fotografías que concordaban con las fechas de sus apariciones. Y en cada una de ellas, a duras penas se podía apreciar la figura de una mujer, sosteniendo lo que parecía ser una serpiente en su brazo derecho. Otro factor que resaltaba, era que en las familias que fueron asesinadas en aquellos años, solo sobrevivía el hijo menor, cuya custodia, en la mayoría de las circunstancias, siempre quedaba en manos del orfanato de la ciudad. Suspiró. Debía estar loco como para comenzar a creer en la existencia de demonios. Pero, si la evidencia estaba frente a él, no le quedaba otra alternativa más que aceptarla por las malas.

-Bueno… - comentó con calma. – Ya que se han puesto de acuerdo para volverme loco, les creeré por ahora. – Kushina celebró con un "¡Sí!". - Y lo primero que vamos a hacer para resolver este caso, será proteger a ese niño.

A través de la vitrina, en el lado derecho de la oficina, los adultos vieron con tristeza el semblante del pequeño. Hace unos minutos que la doctora de la jefatura había tratado sus heridas, por lo que ahora se encontraba sentado en una banca de metal, cubriéndose con una frazada grisácea.

-Hay que evitar que se lo lleven a un orfanato, de otra manera este caso también se añadirá a esta montaña de archivos.

Los ojos de Kushina no dejaron de ver al niño. Con solo pensar, en que alguno de sus hijos pudiera estar en su situación, se le rompía el corazón en pedazos.

-¡Kushina! – en eso, la puerta de la oficina fue abierta de golpe por un policía, cuyos ojos eran protegidos por unas gafas oscuras. - ¡Acabamos de recibir una llamada desde Konoha! ¡Dicen que encontraron a tu esposo enterrado en los escombros de un sanatorio!

PPPPP

Shikaku tuvo que manejar alrededor de dos horas y media para llegar al pueblo de Konoha, un lugar regido por las creencias de sus habitantes y lleno de tradiciones del antiguo Japón. Cuando el auto se detuvo en la cima de una colina, Kushina, su compañero, Karui y A no podían creer lo que miraban. El sanatorio al que Minato Namikaze había acudido hace unas horas, quedó reducido a una pila de escombros, donde un grupo de personas se ocupaba de buscar a posibles sobrevivientes.

Mientras escuchaba las sirenas de las patrullas de Konoha, la mujer de cabello rojo pisaba los trozos de concreto, vidrio y metal, aproximándose con lentitud hacía el caos generado por la gente que vivía en las cercanías. Fue entonces, que su rostro palideció más de lo que ya estaba. Frente a ella, dos hombres cuidaban el cuerpo del sacerdote rubio. Uno estaba atendiendo una llamada de su celular y el otro fumaba un cigarrillo. Ella no podía creerlo. De hecho, se negaba a hacerlo. No importaba cuántas personas se lo dijeran, ella jamás creería que su querido esposo, a quién amaba desde que era solo una niña indefensa y débil, estaba muerto.

-¡NOOOO, NOOOOOO! – sus hombros temblaron, estremeciéndose con los frenéticos gritos de un muchacho. - ¡NO PUEDE ESTAR MUERTA, ELLA NO! – arrodillado sobre los escombros, sostenía fuertemente a una chica de largo cabello negro, cubierta de tierra y polvo de cemento.

-¡InuYasha, contrólate! – le pidió la joven de cabello castaño que lo acompañaba, sosteniéndolo de los hombros. El mencionado se soltó de su agarre y continuó aferrándose a la chica de cabello negro.

-¡KAGOME, DESPIERTA! – le pidió, agachando su cabeza para ocultar sus lágrimas. - ¡POR FAVOR, ABRE LOS OJOS!

Kushina apartó la vista de aquella trágica escena. Respiró hondo. Dio unos pasos al frente y se arrodilló al lado de su esposo. Tal y como aquella jovencita de cabello negro, su rostro estaba cubierto con tierra y polvo de cemento. Llevó su mano derecha a una de sus mejillas y lo acarició con dulzura.

Apretó los labios. Podía sentir como las lágrimas amenazaban con salir de sus ojos. Quería contenerse. Ser valiente y afrontar su nueva realidad. Pero no podía. En especial, cuando la imagen de sus hijos sonrientes estaba presente en su memoria. Sollozó. Tragó saliva y se inclinó hacia el cuerpo de Minato para comenzar a llorar.

PPPPP

El chico al que rescató la noche anterior, fue el primero en bajar del taxi. El portón de la mansión Namikaze era enorme. Sin embargo, lo que más resaltaba, era el símbolo tallado en la parte superior. Una llama blanca. Antes de poder darse cuenta, la mujer policía ya había abierto la puerta, mostrándole de inmediato el magnífico jardín que rodeaba la gran casa de madera.

Era como estar en el interior de un sueño. El árbol de cerezo florecía, con el viento meciendo tranquilamente cada una de sus ramas y el columpio que llevaba colgado. Tres estanque con narcisos blancos, tenían en su interior diferentes especies de peces, con colores llamativos que lo hacían preguntarse de dónde provenía cada uno.

-¡Mamá! – exclamó de repente una niña de cabello y ojos rojizos, corriendo desde una puerta corrediza de la mansión hacia Kushina. Esta última, se arrodilló y la recibió en sus brazos, poniendo una gran sonrisa en su rostro. El niño vio la escena con curiosidad.

FFFFF

-¿Realmente vas a contarle a tus hijos lo que pasó con Minato? – interrogó Karui, sosteniendo en sus manos una carpeta. El menor, al oír su voz, fingió seguir dormido sobre la banca. - ¿Quieres que te acompañe?

FFFFF

-¡Tío Nagato! ¡Mi mamá volvió! – gritó emocionado un chico rubio; de grandes ojos azules, asomándose a la entrada y corriendo hacia el portón. Cuando estuvo más cerca de su hermana mayor, se vio obligado a detener su carrera, ya que la expresión que Kushina tenía en el rostro era inquietante y confusa.

-¿Mamá? – preguntó la niña pelirroja, viendo con dudas las lágrimas que caían sobre sus mejillas.

Quedándose en silencio y extendiendo su mano, Kushina le indicó al otro niño que se acercara a ella. Una vez que cumplió su petición, los rodeó con sus brazos y comenzó a llorar con más fuerza. Saliendo de la casa, el hombre que los había cuidado por el fin de semana observó al niño de cabello y ojos negros. Su rostro estaba muy pálido. Tanto como para tener el presentimiento de que también quería llorar.

Fin del capítulo.


Esta historia me la pidió una de mis antiguas seguidoras. Su seudónimo, era Navi Kanase. Y mientras leía otro de mis fics crossovers, me preguntó si estaría interesada en escribir un SasuHina, a lo que le respondí que si... porque nunca antes se me había cruzado aquella idea por la cabeza XD Así fue como nació "Haunted and Lost". Espero les haya gusttado este primer vistazo :) Como el primer capítulo original quedó muy largo, tuve que cortarlo en dos, cambiándole también el título. Muchas gracias por leer! Saludos a tod s y cuidense mucho! 3