Los personajes de esta historia pertenecen a la increíble Stephanie Meyer, la trama pertenece a la asombrosa autora CaraNo, Alepattz la tradujo, sullyfunes01 es nuestra prelectora, yo tengo el permiso para publicarla.

Thank you CaraNo for allowing us to share this amazing story in Spanish!


31 - ROMA EN ENERO

BPOV

"Más apretado, Bella", Kellan me dijo.

Obedecí y tiré con más fuerza. El arnés estaba jodidamente apretado, y mi expresión se lo decía, a lo que él asintió en señal de aprobación. De pie en el borde de la zona boscosa, Kellan y yo nos dispusimos por fin a entrar en las instalaciones de Aro; me moría de ganas, ¡carajo!.

"¿Recuerdas todo?", me preguntó, entregándome el auricular que me mantendría conectada tanto con Kellan como con Eric, que estaba en nuestra villa.

Asentí y respiré hondo. Conocía el plan.

No se trataba de arruinar nada para Edward y su equipo, se trataba de demostrar mi utilidad. Eso esperábamos. El plan era no encontrarnos con Edward y Adam.

"De acuerdo. ¿Cámara digital?", preguntó. Me palpé el bolsillo izquierdo de la sudadera. "¿Cuerda de seguridad?" Me giré, mostrando el bolsillo trasero derecho de mis vaqueros, donde había guardado la cuerda y el cable por el momento. "¿Mosquetones?" Bolsillo izquierdo. "Bien. ¿Y los cuchillos? Me levanté los vaqueros y mostré la navaja que llevaba en la pantorrilla. "¿Cuchillo mariposa?" Atada a mi muñeca. "¿Teléfono? En el bolsillo delantero derecho de mis vaqueros. "Y llevas el chaleco", afirmó. "¿Guantes?" Mierda. Corrí hacia el todoterreno y encontré los guantes en el asiento trasero. "Bien", se rio entre dientes. "Sigamos. ¿Micrófono?" Unido a mi otra muñeca. Lo usaría para comunicarme con Eric y Kellan. "Bien. ¿Lista?"

Respiración profunda.

Asentí con la cabeza.

"Oh, ¿y tienes el reloj?"

Otro asentimiento. En mi reloj había una pequeña linterna que tendría que utilizar una vez dentro de la casa.

Con todo en su sitio, empezamos a caminar por el bosque.

Estaba concentrado en una sola cosa: hacerlo bien.

Era una sensación alucinante.

Sentía que estuviera volando.

Veinte minutos después, Kellan señaló hacia delante y vi lo que señalaba: James y Seth. Ambos estaban de pie al borde del bosque, seguramente vigilando la zona por la que se habían adentrado Adam y Edward. Kellan y yo lo habíamos previsto, y ahora teníamos que incluirlos. Si no, no podríamos entrar.

"Eric", dijo Kellan en su propia micrófono. Él también estaba armado y preparado. "Estamos a punto de acercarnos a Seth y Hunter. Alértalos".

"Estoy en ello", oí en mi auricular.

Segundos después, Kellan y yo vimos cómo Seth y James giraban, intentando escanear la zona que les rodeaba, y era obvio que Eric acababa de decírselo.

Así que nos acercamos.

Me estudiaron durante dos segundos antes de que James hablara con Kellan.

"Cullen te va a matar".

Y le dije: "No se lo permitiré. Ahora, ¿nos vas a dejar pasar?" Ladeé una ceja.

"Cullen y Adam siguen ahí dentro", señaló James. "Dudo que quieras encontrarte con ellos".

No, no lo hago. Y no tengo planes de hacerlo.

"No me toparé con ellos", dije. "De hecho, haz como si no estuviéramos aquí y, cuando termines, dile a Edward que tú...". Señalé el agujero que habían cavado bajo el muro de hormigón: "… lo taparás. Kellan y yo nos encargaremos cuando terminemos".

Seth intentaba no sonreír, pero James se resistía. Sí, había resultado ser todo un cachorro obediente cuando se trataba de seguir órdenes. Sin embargo, podía ver que estaba intrigado. Y admitámoslo, no iba a ir a ninguna parte. Si algo había aprendido de mí, era que... que era una zorrita decidida.

"Te juro que serás mi muerte, mujer", murmuró James. "Eres tan terca como los otros Cullen".

Sonreí y le di una palmada en el hombro.

"Tal vez viene con el apellido".

Resopló.

Y eso fue todo.

Kellan y yo nos aseguramos con Eric de que todo estuviera despejado, y luego nos ensuciamos. Literalmente, al abrirnos paso por el túnel que habían cavado. Y una vez que estuvimos en el otro lado, rápidamente corrimos a través del jardín -un maldito jardín enorme, por cierto- y por suerte era medianoche, lo que nos hacía invisibles.

"¿Estás bien?" susurró Kellan mientras nos agazapábamos detrás de unos arbustos. Asentí, y él asintió una vez a su vez antes de hablar con Eric por el micrófono. "Estamos aquí, Eric. ¿Cuál es la situación?"

"Tanto Cullen como Adam están en el despacho de Aro". Mis ojos buscaron rápidamente por la ventana del tercer piso. Por supuesto no había movimiento que yo pudiera ver. "Y ha habido un cambio de planes. Cullen quiere más. Va a bajar a poner más micrófonos, lo que significa que no tiene planes que se vaya pronto". ¡Joder, Edward! "Lo bueno es que tú, Kellan, puedes usar la línea de Adam para llegar a la azotea". Vale, eso era bueno, supongo. "¿Pero Bella? Será mejor que cuides tu trasero una vez que estés adentro". Anotado. "Hagas lo que hagas, no te encuentres con Adam ahí dentro. Se volverá loco."

"Entendido", respondí en voz baja. "Entonces, ¿Adam se irá antes que Edward?"

"Afirmativo. Adam saldrá por donde entró, y Edward saldrá por abajo".

Mierda. Vale, de acuerdo.

"Muy bien, ¿puedo irme?" Kellan preguntó.

Antes de que pudiera pedírmelo, eché la mano hacia atrás y tomé la cuerda del bolsillo, asegurándome de que aún tenía la cuerda de seguirdad, y luego se la entregué a Kellan.

"Sí, puedes irte. Solo ten cuidado con gente de Aro. Están en la terraza".

"Entendido. Bella y yo nos separaremos ahora", dijo Kellan, haciéndome un gesto con la cabeza, y yo no perdí el tiempo.

Todavía ligeramente agachada, corrí la última distancia, sin detenerme hasta llegar al muro de la casa. En cuanto estuve en mi sitio, pude ver que Kellan también corría. Aunque, él se dirigió hacia el lugar donde Adam había subido, que estaba a la vuelta de la esquina. Y mientras esperaba, até la cuerda a mi arnés.

"Bella, ¿estás ahí?" Oí a Eric preguntarme al oído.

"Sí", susurré contra el micrófono sujeto a mi muñeca. "En el suelo, justo debajo de la ventana del baño".

"Bien. Cullen acaba de salir de la oficina de Aro y se dirige al segundo piso. Le pedí a Adam que pusiera micrófonos en el baño y abriera la ventana. Lo hará ahora antes de irse".

Fruncí el ceño, confundida, porque cuando habíamos salido de la villa, las cámaras nos habían mostrado que la ventana del baño ya estaba abierta, razón por la cual no tuve que aprender a forzar una maldita cerradura en dos horas, o romper la ventana para el caso. Eso me alivió mucho.

"Elabora", susurré. "Esa ventana ya estaba abierta".

"Alguien la cerró", respondió simplemente. "Supongo que alguien usó el baño y luego cerró la ventana, pero puede ser algo bueno".

"¿Cómo?" Siseé. Si no hubiera sido porque Adam iba a abrirla de nuevo, todo esto sería imposible.

"Porque significa que no están por aquí. Mi suposición es que alguien la cerró, pensando que era lo mejor si todos estaban sentados en la terraza de todos modos".

Suspiré. Para mí era descabellado. Y como dijo Eric, solo era su suposición. ¿Y si se equivocaba? ¿Y si lo cerraron porque sospechaban o habían oído ruidos aquí fuera?

"¿Estás entendiendo esto, Kellan?" Susurré.

"Sí, lo he oído. Todo irá bien, Bella. Por cierto... Estoy en el techo ahora. ¿Estás atada?"

Comprobé mi arnés una vez más, asegurándome de que todo estaba correctamente, y así era.

"Sí, estoy lista".

Respiración profunda.

Y entonces oí un leve sonido procedente de encima de mí, que me hizo levantar la vista, y vi que la ventana del cuarto de baño volvía a estar abierta de par en par. Qué bien. Sin embargo, me dio curiosidad. Me pregunté qué le habría dicho Eric para mantener a Adam en la oscuridad. Todo lo que sé es que yo habría sospechado si fuera Adam y me hubieran dicho que abriera la ventana. Pero ahora no importaba. La ventana estaba abierta y yo estaba lista para subir.

"Eric, ¿todo bien?" Preguntó Kellan. "Estoy listo para bajar la cuerda para Bella".

Miré hacia arriba, y allí estaba, en el tejado.

"Todo bien. Adam acaba de entrar en el dormitorio. Se está preparando para salir, así que date prisa antes de que la vea".

Dos segundos después, sujeté el extremo de la cuerda que Kellan había bajado y la até rápidamente a mi arnés, dándole un tirón para alertar a Kellan. Él lo entendió enseguida, y pronto abandoné el puto suelo. Mierda, aquella era una sensación que no había previsto. Menos mal que no me daban miedo las alturas. Pero, aun así, malditas mariposas.

Pasé al segundo piso, me asomé a la ventana y que me jodan si no vi allí a Edward mientras plantaba micrófonos. Iba vestido como el resto de los chicos: pantalones cargo y sudaderas ajustadas en negro y gorros. Me alegró la hora a la que llegamos, porque sabía que no podría verme aunque lo intentara.

"¿Todo bien, Bella?" preguntó Kellan desde encima de mí, y sí, agradecí que usara las dos manos cuando se trataba de mi vida colgando a casi tres pisos del suelo.

"Estoy bien", murmuré. "Unos metros más y podré alcanzar la ventana".

Unos metros más tarde, estaba allí. Primero comprobé si la ventana chirriaba, cosa que no ocurrió ya que la abrí con cuidado -gracias a Dios- y luego la abrí del todo antes de abrirme paso al interior. Los cabrones tenían razón. La ventana era jodidamente pequeña. Pero lo logré, y con algo de gracia aterricé en el suelo.

"Estoy dentro", susurré antes de soltar la cuerda. "¿Situación en el tercer piso, Eric?" Susurré a continuación, dando dos tirones a la cuerda, y Kellan la cogió, apartándola rápidamente antes de que yo cerrara la ventana.

"El tercer piso está vacío", me dijo Eric, para mi alivio. "Pero Cullen mencionó que la puerta de la oficina cruje, así que ten cuidado. ¿Y Kellan? ¿Se ha ido la cuerda y esas mierdas? Porque Adam está bajando ahora".

"Lo tengo", susurró Kellan.

De acuerdo. Este era el momento. Mi tiempo para probarme a mí misma.

"Estoy saliendo del baño". Y dicho esto, abrí lentamente la puerta y me aseguré de que no había moros en la costa antes de salir. En silencio me abrí paso por el pasillo poco iluminado, y entonces llegué a la puerta del despacho. Contuve la respiración. Muy, muy, muy despacio, tiré de la manilla. Seguía sin respirar. Y sí, la puerta crujió un poco, pero lo conseguí al cabo de un rato. No fue hasta que estuve dentro del despacho y la puerta se cerró tras de mí que pude volver a respirar correctamente.

"Estoy dentro de la oficina", exhalé, y entonces utilicé la linterna de mi reloj para mirar a mi alrededor. No veía gran cosa, pero arrastrar una linterna más grande habría sido imposible. Además, ya tenía los bolsillos llenos. "Hay un armario junto al escritorio", susurré. "¿Empiezo por ahí?"

"No", dijo Eric. "Empieza por el escritorio. El armario seguramente está cerrado, pero si hay una llave..." Se interrumpió, y lo entendí. Si había una llave, lo más probable era que estuviera en los cajones. Así que empecé por ahí. Sin hacer ruido, revisé todos los cajones. "¿Algo?"

"Papeles", murmuré, sin entender nada mientras leía. "Están todos en italiano".

Pero aun así saqué mi cámara y disparé una foto tras otra porque puede que yo no sepa italiano, pero alguien sí.

"No importa. Haz fotos de todos modos".

"Estoy en eso".

Se rio entre dientes. "Quizá Kellan tenga razón. Parece que encajas bien".

Sonreí y tomé algunas fotos a ciegas. Quizá las fotos de la oficina nos dieran algo. ¿Quién lo iba a decir?

"Pero no hay llave", suspiré en voz baja, mordiéndome el labio. Por si acaso, probé en el armario, pero Eric tenía razón: estaba cerrado. Luego me volví hacia el escritorio, revisando más papeles. No teníamos ni idea de lo que encontraríamos y, admitámoslo, Aro probablemente traería consigo lo más importante, fuera lo que fuese. Dudábamos que pudiéramos encontrar mucho aquí. No es que eso me impidiera intentarlo. Así que seguí buscando. Y entonces vi algo. Nombres. Papeles llenos de nada más que nombres, y tenían mi atención porque no eran nombres italianos. "Eric, creo que encontré algo." Inmediatamente empecé a hacer fotos, ansiosa por conseguir lo máximo posible. "Listas de nombres". Ojeé los papeles mientras mi cámara trabajaba. "Reconozco algunos apellidos. No personalmente, pero... Creo que son irlandeses".

"Toma la foto..."

Mi grito ahogado lo interrumpió.

Edward Masen.

"Ed está en la lista", susurré.

"Sigue buscando, Bella", instó Kellan. "Tendremos tiempo más tarde para comprobar los nombres".

De acuerdo. Está bien. Entendido.

"Cullen se está preparando para salir", dijo Eric. "Toda la casa tiene un micrófono ahora."

Y el orgullo me invadió.

Llámame engreída si quieres, no me importa. Mi jodido esposo lo consiguió.

Eso me hizo esforzarme más, y pasé los quince minutos siguientes sacando fotos de todo lo que pude.

"Creo que es hora de salir de aquí, Bella", Kellan dijo. "No queremos presionar, y me sorprende que el equipo de Aro no se haya ido a la cama todavía".

"Tiene razón", aceptó Eric. "Ahora solamente están ustedes dos. Por cierto, James dejó ropa para ti, Kellan".

"¿Para qué?"

"Tienes que tapar el puto hueco", Eric se rio.

"Increíble... No puedo esperar. Sarcasmo, por cierto".

"De acuerdo, he terminado", dije.

"Bien", Eric respondió en modo trabajo. "Ten cuidado cuando te salgas, Bella, lo juro por Dios..."

Lo sabía. Esto era lo que Eric temía porque ahora solo estaba yo. Adam y Edward se habían ido, y Eric no tenía ni idea de lo que estaba pasando al otro lado de la puerta. Era mucho más fácil cuando tenía a Edward y Adam para informarle. Pero sí, ahora solamente era yo. Saliendo sola y a ciegas.

"Te lo prometo", susurré, saliendo en silencio del despacho.

La suerte estaba de mi lado y entré en el cuarto de baño sin problemas.

"Baja la cuerda", dije en voz baja, abriendo la ventana.

En cuanto la cuerda estuvo bien sujeta, volví a trepar por la ventana y, mierda, cometí el error de mirar hacia abajo. Esta vez fue peor. Definitivamente peor. ¡Quizás porque iba a salir por la ventana de cabeza! Santo Dios. Respiración profunda.

"¿Estás bien, Bella?"

"Sí", exhalé temblorosamente.

"No mires hacia abajo."

Correcto. De acuerdo. Mierda.

Por suerte, Kellan me bajó al suelo con rapidez, y exhalé un enorme suspiro de alivio una vez tuve los dos pies en el suelo.

"Estoy lista", dije, sabiendo que pronto me lanzaría la cuerda.

Lo cual hizo.

"Espérame junto a los arbustos", instruyó Kellan. "Voy a bajar por el otro lado".

Lo sabía. Iba a saltar hasta el balcón del tercer piso, lo que me dio un susto de muerte, pero por lo visto ya lo había hecho antes, así que confié en él. Luego había un árbol cerca del balcón que sería su camino al suelo. Maldito hombre mono ese.

"Ten cuidado", le dije antes de correr hacia los arbustos.

Solo oí su risita.

Bastardos arrogantes.

Kellan no tardó en salir, y pronto estábamos corriendo hacia los arbustos donde teníamos la salida.

"Lo has hecho bien, Cullen", Kellan se rio mientras me retorcía por el barro. "Y tenía razón", gruñó, siguiéndome la corriente.

"¿Razón sobre qué?" Dije sin aliento, todavía radiante porque me llamó Cullen.

Intenté limpiar la suciedad, pero fue inútil. Estaba por todas partes. No es que me importara, pero no quería esa mierda en mi cara. Sabía asqueroso, joder.

"Eres una adicta a la adrenalina", gruñó de nuevo, y le tendí la mano mientras se empujaba para salir del agujero. "Igual que tu marido".

Sin palabras, le entregué la pala que James nos había dejado.

Y sí, lo sospechaba cuando se trataba de adrenalina. Es decir, no me llamaría adicta, pero disfrutaba de la emoción. Inmensamente.

Ahora mismo, sin embargo, no sentía... casi nada. Estaba un poco en blanco.

"Gracias", suspiró, secándose la frente. "Hazle saber a Eric que estamos fuera. Acabaré con esta mierda". Señaló el agujero y el montón de tierra que había junto a él.

Asentí y hablé contra mi muñeca.

"Eric, estamos fuera. Kellan está llenando el agujero y luego nos vamos de aquí."

La respuesta de Eric fue instantánea. "Buen trabajo. ¿Y Bella? Por favor, date prisa en volver a casa, porque tengo la sensación de que tienes que salvarme la vida pronto".

Solté una risita, aún sin aliento por la carrera.

"Y si no me equivoco, también eres responsable de James y Seth".

"Y de mí", murmuró Kellan.

"No se preocupen", sonreí, "no dejaré que Edward les dispare".

*O*O*O*

"Hay tantos nombres", murmuré para mis adentros, comprobando la pantalla de la cámara digital mientras Kellan conducía. Pero no entendía por qué me temblaban las manos. "La mayoría son americanos. O irlandeses... o ingleses... o lo que sea". Joder, no podía quedarme quieta. Me rebotaba la rodilla, me temblaban las manos y me zumbaba todo el cuerpo. "Lo que quiero decir es que no parecen italianos".

Kellan me miró de reojo, fijándose en cómo me sentaba.

"Lee los nombres que creas que son irlandeses", dijo pisando el acelerador.

Respiré hondo.

Mis ojos escudriñaron los nombres en las fotos que había tomado de las listas.

"Kim O'Brien, Riley Gallagher", murmuré, los ojos buscando y las manos luchando por mantenerse quietas. Muchos nombres. Harry Smith, Robert White. "Algunos nombres de mujer", me di cuenta. "Renee Dwyer. Margaret Platt. Y luego Edward Masen como dije." Jesús, tenía que haber cientos de nombres. "Chelsea Murray, Steve Murphy..."

"Mierda", maldijo Kellan. "¿Murphy? Es un apellido común, pero... Steve. Joder". Estaba confuso. "Podría ser cualquiera, en realidad, pero el padre de Sam desapareció el año pasado."

El apellido de Sam era Murphy.

"¿Se llama Steve?"

Kellan asintió. "Sam se va a volver loco".

Estaba a punto de contestar, pero sonó mi teléfono, así que lo saqué rápidamente del bolsillo y vi el nombre de Eric en la pantalla.

"Bella", respondí.

"Sí, tienes un problema en tus manos".

De nuevo estoy confundida.

"¿De qué estás hablando?"

"Bueno, Cullen y los otros regresaron. Tú no estabas aquí. James se chivó".

Mierda.

Maldito James.

"¿Qué tan enfadado está?" pregunté mordiéndome el labio.

"Menos mal que me quedan bien los moretones", dijo secamente. "Y James y Seth están encerrados en la sala de conferencias con Sam vigilándolos".

Jesús.

"Lo siento mucho, Eric..."

"No te molestes, cariño. No te habría ayudado si no estuviera de acuerdo contigo. Relájate".

"Sigue siendo culpa mía", argumenté, sintiéndome como una mierda. "Pensé que alcanzaría a Edward antes de que pudiera lanzar puñetazos".

Gemí.

Esto fue un desastre.

Sabía que Edward enloquecería, no era estúpida, pero pensé que tendría tiempo de calmarlo antes de que su ira alcanzara a su equipo.

"Ya no importa", Eric se rio. "Que sepas que va hacia ti. Probablemente te alcance en veinte minutos o algo así".

Mierda. De acuerdo. Puedo lidiar con esto. Solo tenía que asegurarme de que Kellan no estuviera aquí.

"Lo arreglaré", dije con firmeza. "Hablamos más tarde, Eric."

Después de colgar el teléfono, me volví hacia Kellan, que sonreía irónicamente.

"Puedes dejarme aquí", dije. "Whistler está en camino, y si te ve..." Me interrumpí.

"No voy a dejarte a un lado de la carretera en mitad de la noche, Bella". Puso los ojos en blanco. "Además, puedo aguantar un puñetazo o dos. No importa, porque sé que Cullen se dará cuenta de que tenemos razón. Solo tiene que dejar que la mierda se enfríe".

"No me importa", le dije. "Ya le dio un puñetazo a Eric por ayudarnos, Kellan". Esto era una locura. "Y sabes que el único lo suficientemente fuerte como para luchar contra Edward es Sam". Lo dije con tanto orgullo como desgana. Era verdad. Mi marido era un cabrón fuerte, y letal hasta decir basta. Estaba orgullosa e impresionada, pero en esta situación era una mierda. Porque... "Soy la única a la que no hará daño". Era un hecho. "Entonces, déjame aquí. Edward me verá."

.

.

.

"Sigues armada, ¿verdad?"

"Sí. ¿Pero por qué iba a necesitar algo?"

"Por protección si aparece alguien, claro".

"El camino está desierto, Kellan."

"Sin embargo..."

"Solo déjame. Tengo mis cuchillos si eso te hace sentir mejor".

.

.

.

"Con una condición".

Suspiré. "¿Qué?"

"Toma mi Glock."

"Bien."

*O*O*O*

Me paseaba. No podía quedarme quieta.

Me temblaban las manos, respiraba entrecortadamente y se me erizaba la piel.

Pasaban los minutos y seguía sin poder relajarme.

Todo era cada vez más fuerte.

Intenté respirar profundamente por la nariz.

Mierda.

Sonó mi teléfono.

"Edward".

"¿Dónde estás?", preguntó con una voz inquietantemente tranquila. "Buen movimiento dejar que Kellan se fuera, por cierto. Acabo de pasar al cabrón".

Tragué saliva.

"Sigue conduciendo", dije en voz baja. "Estoy a un lado de la carretera."

Colgó.

Sí, estaba jodida.

Un par de minutos después, vi las luces del coche de Edward.

Caminé lo suficiente para que me iluminaran.

Así lo hicieron, y Edward se detuvo a seis metros de mí.

Salió de su coche, cerró la puerta de golpe y... entonces estaba aquí.

"¿Estás herida?", gritó.

Me picaban los dedos por tocarlo.

Sacudí la cabeza.

Tenía un aspecto horrible, con una coleta desordenada y la ropa sucia, pero no, no estaba herida.

No podía hablar. Apenas podía respirar.

"Entra en el puto coche", ordenó en voz baja antes de dirigirse de nuevo al coche. "¡Ahora, Bella!"

Gemí.

No sabía qué me estaba pasando.

Pero le obedecí y pronto estuve en el asiento del copiloto.

No me miró.

Colocando su brazo detrás de mi asiento, miró hacia atrás mientras daba la vuelta al coche, y luego aceleró el motor antes de dirigirse a toda velocidad hacia la villa.

De nuevo tragué con fuerza.

Mi instinto me decía que estaba necesitada.

De algo.

Mierda, era poderoso. Surgiendo dentro de mí, haciéndome gemir de nuevo. Y me golpeó. Era la adrenalina.

"Estás bajando", murmuró, sin mirarme siquiera. "Dale una o dos horas y volverás a sentirte normal".

Respiré.

Lo observé.

Los acontecimientos de la noche se vinieron abajo.

"Edward", gemí.

Agarraba con fuerza el volante. Su afilada mandíbula, con barba de dos días, estaba apretada. Su expresión era asesina.

"¿Por qué lo hiciste?", gritó. "¿Por qué coño fuiste a la villa de Aro?"

Sacudió la cabeza.

Me froté los muslos.

Mierda.

Oh, Dios.

"Whistler".

"Cállate, Bella."

Cerré los ojos.

Me mordí el labio.

Arrugué la cara.

Estaba fuera de control.

Y entonces no pude contenerme más, así que me lancé. Lo ataqué a besos con la boca abierta. Su cuello, su mandíbula. El coche se desvió, pero no me importó. Mis manos estaban por todas partes.

"Para, nena", gruñó. Volví a gemir, incapaz de obedecer. "¡Mierda, detente!"

Con un empujón, volví a mi asiento, pero en lugar de sentir rechazo, estaba cabreada.

"¿Que pare?" pregunté incrédula. "¡La única razón por la que estoy en esta posición ahora mismo es porque te negaste a darme crédito!".

"¿Crédito por qué?", espetó. "¿Entraste allí para hacer unas cuantas fotos? Sí, Eric habló. ¡Qué estúpida eres!"

"¡No me llames estúpida!" Grité, a punto de jadear. "¡Solo quería formar parte de todo esto! Quería ayudarte".

"¡No necesitábamos tu ayuda, Isabella!", gritó, deteniendo el coche a un lado de la carretera. "¡Era un puto trabajo sencillo y lo hicimos sin ti!". Se giró en su asiento y me miró fijamente. "¿Sabes lo cerca que estuve de dispararle a James? ¿Sabes cómo me sentí cuando descubrí que Ford y tú estaban en esa casa? No, tacha eso" -se rió sin humor-, "Kellan estaba en el puto tejado. Tú estabas allí sola. Creí que me iba a dar un puto infarto".

Antes de que pudiera replicarle, salió del coche y empezó a pasear delante de él.

Lo seguí.

"Lo logré, ¿no?" Argumenté, cerrando la puerta detrás de mí. "¡Y adivina qué, conseguí mierda que tú y Adam no hicieron!" Dios, se sentía bien sacar eso. "¡Encontré papeles que tú habrías encontrado si no estuvieras tan malditamente concentrado en los micrófonos!". De pura frustración, lo empujé contra la parte delantera del coche. Sus ojos se abrieron de par en par. Sí, lo había pillado por sorpresa. "Estoy harta de que me trates como a una jodida muñeca, Edward", grité. "Te amo y adoro el puto suelo que pisas, igual que tú haces conmigo, pero parece que piensas que estoy hecha de cristal, ¡y estoy harta!".

"¿Ah, sí?" Me miró con desprecio, ya sin sorpresa, y se acercó, sin detenerse hasta que se elevó por encima de mí. "Entonces, ¿toda esta mierda era para demostrar algo? ¿Hiciste todo esto solo para hacerme ver que eres capaz de unirte?" Asentí con la cabeza. "Bueno, a la mierda con eso. ¡Haciendo esto acabas de demostrar lo jodidamente imprudente que eres!" gruñó. "Todo lo que tenías era a Kellan, y por supuesto a Eric que estaba a horas de distancia". Dejó escapar un gruñido, sacudiendo la cabeza. "¿Qué habrías hecho si las cosas hubieran salido mal?"

"Kellan estaba armado", resoplé. "Y yo también". Aunque solo con cuchillos. Mierda.

"¡Él estaba en el techo!", gritó enfadado. "¿No lo entiendes, joder? Incluso yo tenía refuerzos allí, ¡y conozco mi maldito trabajo! ¡Tú no!"

Y no tenía nada que decir.

Porque tenía razón.

"Si alguien te hubiera atrapado..." Se atragantó. Respiró hondo. Ambos lo hicimos. Luego habló sin rodeos. "No dudarían en meterte una bala en la cabeza".

Se me revolvieron las entrañas.

Y Edward retrocedió antes de volverse hacia el coche, pero yo no podía permitirlo.

"No te alejes de mí, Edward". Le agarré del brazo. "Vamos a arreglar esto ahora mismo", le dije. "Siento no haber pensado bien las cosas, pero no me rendiré. Todavía quiero ser parte de esto".

"Olvídalo".

Mi furia había vuelto.

"¡No puedes detenerme!"

"Mírame".

"No, Edward. No lo haré. Porque estaré ocupada asegurándome de estar allí la próxima vez, también".

Sus ojos brillaban de rabia.

Mi espalda estaba contra la puerta de su coche.

De nuevo se alzaba sobre mí.

"¿Sabes lo jodidamente exasperante que eres?" Volvió a hablar con los dientes apretados. "Carajo, ojalá pudieras..." Exhaló un suspiro, sacudiendo la cabeza hacia mí de nuevo. "Ojalá pudieras escuchar lo que digo y obedecer, mierda".

"¿Y tú?" Le respondí porque no creía ni una palabra de lo que había dicho. Él me conocía. Me eligió. Por lo que soy. "¿De verdad, Edward? ¿Quieres que me siente y no haga nada?"

Me parpadeó.

Pecho agitado por la ira y... frustración y... Cristo, no lo sé.

Vi fastidio y miedo en sus ojos. Ojalá pudiera leerle la puta mente.

Por un segundo se quedó quieto, pellizcándose el puente de la nariz.

Luego murmuró: "Sí que sabes cómo cabrearme". Y antes de que pudiera hacer nada, me inmovilizó contra el coche y estrelló su boca contra la mía. Con fuerza. Me encendió más rápido de lo que nunca había experimentado, y mi cuerpo estaba en llamas.

"Esto no ha terminado", gruñó contra mis labios antes de introducir su lengua en mi boca.

Le tiré del pelo, haciéndolo gruñir.

Quería gritarle, o abofetearlo, porque aunque no tenía experiencia, estaba dispuesta a aprender. Pero mi cuerpo estaba en control y decidió envolver mis piernas alrededor de sus caderas.

"Maldita mujer exasperante". Me plantó besos frenéticos a lo largo de la mandíbula y el cuello.

Haciendo caso omiso de su comentario, volví a bajar al suelo y empecé a desabrocharme el arnés.

"Cállate y fóllame", murmuré, con los ojos fijos en las correas.

"Pequeña puta exigente, ¿verdad?" Se burló mientras se desabrochaba los pantalones.

"Jodido imbécil", le respondí. No podía creer que me acabara de llamar puta. "Solo hazme un favor y mantén esa boca cerrada antes de que la golpee."

Sonrió como el cabrón engreído que es.

Pero no me importaba porque mi cuerpo seguía teniendo el control, y estaba deseando una liberación importante que, con suerte, me permitiría calmarme de una puta vez. Porque lo que estaba viviendo era una locura. Mi piel no dejaba de erizarse, mi respiración no se calmaba, y mis músculos no se relajaban. Así que me callé, me bajé los vaqueros y me di la vuelta, apoyando las manos en la ventanilla del coche.

"¿Lista para mí, princesa?", me siseó al oído, cubriendo su polla dura como una roca con mi humedad. "¿Y por qué esta posición? Quiero que me rodees con las piernas.

"Olvídalo", espeté, mirando por encima del hombro con una mirada fulminante. "Si no te importa, prefiero no mirarte ahora mismo".

Casi se me doblan las rodillas cuando presionó la cabeza de su polla dentro de mí.

En algún lugar de mi mente, registré el hecho de que estábamos a punto de hacer esto al lado de la carretera, en medio de la noche, pero estaba demasiado fuera de mí para preocuparme o hacer algo al respecto.

"Tus deseos son órdenes", murmuró. "Aparentemente."

Entonces se abalanzó sobre mí.

"¡Mierda!" Jadeé. Los ojos muy abiertos, la boca abierta.

"Maldita sea", gruñó.

Simple y llanamente, me folló duro.

Contra el coche, empujó su polla dentro de mí, dura y profunda, sin parar, sin aminorar la marcha, y la rabia, la lujuria, el deseo y la frustración rodaron en oleadas por nosotros. Sí, era una manera jodida de manejar la situación, pero nos funcionó. Por lo visto. Porque entonces la desesperación apareció y necesitábamos más y más y más y más y más y más y más profundo.

Respondí a cada una de sus embestidas.

Su agarre de mis caderas rozaba el dolor.

Golpeó ese punto, haciéndome apretarme contra él.

"Jesús".

"Whistler", gemí. Mis dedos intentaron -sin éxito, por supuesto- clavarse en el cristal de la ventana. "Oh, Dios."

La acumulación era demencial y me consumía.

Me empezaron a temblar las piernas.

Te necesito, Whistler.

"Lo sé", suspiró, y luego desapareció, solo para darme la vuelta, rodear con mis piernas sus caderas y empujarme de nuevo. Él también estaba desesperado. Yo lo estaba claramente. "Lo sé, nena".

Me besó con fuerza. Con tanta pasión.

Mis dedos estaban finalmente en su pelo, tirando y retorciendo.

"No cambies nunca, princesa", gimió en mi boca. "No cambies nunca, mierda".

"¡No lo haré!" Grité, sintiendo que mi orgasmo se acercaba. "Lo mismo va... ungh... para ti."

Yo... oh, Dios... sí, y ahí. Joder. Más fuerte. Los dos estábamos muy cerca.

"Entendido", gimió contra mi cuello. "Joder... Te amo, nena. Dios, te amo".

Más caliente, extendiéndose, por todas partes.

"Whistler", gemí, aferrándome a él. "Tú también... Cristo... ¡Yo también te amo!"

La cabeza de su polla rozó mi punto y empecé a convulsionarme.

Sí.

Me fui.

"Puedo sentirte, princesa", gruñó. "Mierda, estoy... sí..."

Los dos llegamos juntos.

Cuando nuestros orgasmos se calmaron, ambos jadeábamos y seguíamos aferrados el uno al otro.

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"Me va a matar, señora Cullen", respiró entre suaves besos en mi cuello. "No bromeo."

Me reí sin aliento mientras pasaba mis dedos entre su cabello.

"Te amo". Fue todo lo que pude decir. "Te amo mucho, cariño."

"Yo también te amo", murmuró, besándome la nariz. "Ahora cállate de una puta vez y déjame abrazarte durante un rato antes de enfrentarnos a la tormenta de mierda en la villa".

Mi chico irlandés.