¡Hola! ¡Un gusto saludarles de nuevo! Gracias por sus comentarios, ¡y sobre todo por su preocupación por los rubios! Aquí les comparto un capítulo más. Vuelvo a recalcar que este es un Anthonyfic, y que la historia original pertenece a Mitzuki e Igarashi, y que ésta es una adaptación de mi autoría, ¡hecha por amor a nuestros queridos rubios! Y sin fines de lucro. ¡Un abrazo!

"UNA DECISIÓN DE VIDA"

CAPÍTULO V

Afuera, Anthony llegó al garaje de la mansión y buscó su auto. Desde que cumplió los 16, el tío abuelo William le había enviado como regalo de cumpleaños un Cadillac 1912, color azul - el primer auto del mundo con arranque eléctrico, sin uso de "crank" o polea -, el cual había aprendido a manejar con la ayuda de su primo Stear, y que ahora atesoraba como el último regalo de su tío William Albert.

Sus primos lo alcanzaron cuando, tras ajustar la palanca curva sobre su timón y presionar un botón a nivel del piso con su pie izquierdo, Anthony se inclinó a presionar un botón más con su mano en la parte frontal del vehículo, puso retroceso con la pequeña palanca que asomaba en el suelo, y justo cuando retrocedía, sus primos llegaban corriendo a la entrada del garaje, y él se detuvo un segundo para que se subieran, luego moviendo la pequeña palanca lateral que aparecía a mitad de la larga base tubular que sostenía el redondo timón en sus manos, aceleró con ésta y cruzó con el timón, llevando el lujoso vehículo hacia el caminó principal dentro de la mansión, y al salir de ésta por el Portal de las Rosas, aceleró al máximo de su velocidad, llegando, ya entrado el camino, a casi los 100 km/h que el motor del Cadillac le podía dar.

"Anthony! ¡No tan rápido!" protestó Archie en un cruce a dos millas de la propiedad, donde casi levantó las ruedas de uno de sus lados. "¡Si morimos los tres, no podremos ayudar a Candy!" le recordó.

"Lo siento, Archie", le dijo su primo, disminuyendo su velocidad, pero solo un poco a 80 km/h. "¡No puedo creer lo que ese infeliz hizo!" dijo con total furia. "Si le hizo daño a Candy de alguna manera, ¡lo voy a matar!", dijo golpeando el timón con su mano dos veces.

"¡Cálmate, por favor!" le dijo Stear, reprendiéndolo. "¡Para aquí, Anthony, y deja que yo maneje! ¡PARA AQUÍ!" le gritó.

Con un destello de sensatez, Anthony furioso disminuyó la velocidad y se hizo poco a poco a un lado del camino y bajándose a toda velocidad, cambió su lugar con su primo como copiloto. Stear tomó el volante y siguieron su camino. La propiedad Legan estaba ya cerca.

"Es que no es posible, Archie." Anthony continuó indignado, volviéndose a su elegante primo que viajaba en los asientos de atrás. "Ayer-" se detuvo de pronto, dándose cuenta de su casi desliz. "Ayer jamás hubiese creído que podría atreverse a tanto. De sospecharlo antes, hubiese intentado sacarla antes de allí."

"¿Antes?" Preguntó un sorprendido Archie.

"Sí." Dijo Anthony viendo que su falta de control estaba afectando su discreción. "Candy no podría quedarse allí para siempre." Se justificó. "Todos sabemos que los Legan son una pésima opción de trabajo para ella."

"Es verdad." Concordó su primo mayor al volante. "Prepárate, Anthony, ya casi llegamos."

El vehículo asomó por el ingreso principal a la mansión Legan y al llegar frente a su puerta principal y detenerse, los tres muchachos se apresuraron a bajar y a dirigirse corriendo a la puerta de la mansión. Sin embargo, cuando Anthony se acercaba a la puerta decidido a abrirla él mismo, por el rabillo del ojo vio la figura del amable señor Whitman en uno de los extremos del jardín, llamándole con la mano. Para desconcierto de sus otros dos primos, el joven Brower no llegó a la puerta, sino que regresó sus pasos y bajando otra vez la escalinata, saltando con habilidad los últimos peldaños, corrió por el jardín hacia su buen amigo. Sus primos le siguieron por inercia.

Al llegar junto al amable anciano de cabello y bigote cano, "¡¿En dónde está Candy?!" le pregunto de inmediato el joven rubio, con la respiración agitada. "¿Está ella bien?" continuó al ver la expresión apenada del señor Whitman.

"Me temo que no, joven Andley." Le dijo con pesar el señor Whitman. "Vengan, está ahora en la habitación de Mary. No quiso quedarse sola en los establos. Dorothy la acompaña."

Los tres primos siguieron en silencio al anciano con los nervios a flor de piel, y tras todos entrar por la parte trasera de la mansión, el anciano señaló hacia una puerta al final del pasillo. Anthony se aproximó y sin dudarlo tocó. "¿Se puede pasar?" dijo el muchacho un tanto inseguro. Su respuesta fue un llanto angustioso del otro lado de la gruesa puerta, un llanto lastimero que rompió en mil pedazos su joven corazón y el de sus primos.

Stear y Archie se miraron angustiados, mientras Anthony recostaba su frente y sus manos sobre la puerta, cerrando sus ojos con dolor. Luego de un momento, recordando su prioridad, el joven rubio trató de recobrar la entereza antes de volver a tocar - su dolor era lo último que su pecosa necesitaba en ese momento-. Anthony se irguió y con una mirada férrea volvió a tocar. "Candy, necesitamos saber que estás bien." Le dijo. "Los tres hemos venido a verte." Le dijo gentil, recordando que era un asunto de amigos, al tener a sus primos con él.

Luego de un momento, la puerta se abrió y el rostro de una apenada Dorothy le sonrió, manteniendo la puerta entreabierta. "Joven Anthony." le dijo, "Discúlpenos, pero Candy no se siente bien. Necesita descansar."

La expresión de Anthony se volvió decidida. "Lo sé, Dorothy, pero ahora lo importante es aclarar lo sucedido y asegurarnos de que Candy esté bien. Permíteme pasar, por favor. Solo queremos ayudar", insistió.

La joven pelirroja dudó un momento, pero luego asintió. Apartándose, abrió finalmente la puerta para él. Anthony volteó a ver a sus primos y con una mirada les pidió que esperaran. Ambos asintieron comprendiendo su silenciosa petición. Si había alguien que podía hacer que ella se expresara, ese era su primo menor.

Al entrar, la penumbra en la pequeña habitación le sorprendió. La cortina de la ventana estaba corrida, y al enfocarse en la pequeña cama junto a la pared, la escena le rompió nuevamente el corazón. Su adorada Candy permanecía de espaldas a él, recostada en la cama. Su cabello estaba suelto, y parecía que aún estaba en camisón, cubierta solo por un pequeño poncho. Dorothy al ver su expresión, salió de la habitación, cerrando la puerta tras de sí.

El joven buscó entereza dentro de su propia flaqueza, y se aproximó despacio, hincándose junto a su lecho. "Candy, amor", le dijo suavemente, tocando su hombro con gentileza. La muchacha se retrajo de su toque, ocasionando que un terrible temor creciera en su pecho.

Anthony se aproximó nuevamente, esta vez sentándose en la cama junto a ella. "Candy, sé que estás asustada, pecosa," le dijo suavemente, "pero quiero ayudarte. Y para hacerlo, debo saber qué sucedió. No importa lo que sea, Candy, lo resolveremos juntos."

"No hay un 'juntos' ya." Le dijo con una trémula voz la jovencita.

"Siempre habrá un 'juntos' para nosotros, pecosa." Le dijo con convicción el rubio. "Ven", insistió, "déjame verte."

Con mucho cuidado él tomó sus hombros y la hizo girar en la cama para ver su rostro. Su corazón latió aliviado al ver que su rostro no tenía marcas visibles, solo sus ojos hinchados y rojizos por el llanto. Su mirada esmeralda le era esquiva, sin embargo. El muchacho le sonrió con ternura.

"Candy…" le dijo acariciando su rostro con ternura. "Sé que ha sido duro, pecosa, pero la tía Sarah ha dicho muchas cosas que yo sé no son verdad."

Sus ojos verdes, llenos de dolor, se enfocaron en los suyos de inmediato "¡Anthony!," dijo sentándose de pronto, "¡tú sabes que yo jamás entraría a su habitación! ¡Tú sabes que jamás lo haría!" dijo angustiada y sin dudarlo se abrazó a él con desesperación, comenzando a llorar con total abandono entre sus brazos. Anthony la estrechó contra su pecho con fuerza y trató de mantener la calma, convirtiéndose en un bastión de fortaleza y confianza, al cual ella pudiera aferrarse en tan duros momentos. Intentó controlar él mismo su respiración agitada y también su creciente cólera. Si tuviera al infeliz de su primo frente a él en ese momento, no respondería de sus acciones. "Yo jamás lo aceptaría, Anthony…" ella sollozó. "Jamás…"

"Lo sé, pecosa…. Lo sé…" la consoló.

"Anthony… ¡lo siento tanto…!" lloró más.

"Shhh…, amor, calma," besó sus dorados cabellos, "Estoy seguro de que todo esto es otro ardid de Neil, y de alguna manera también de su hermana. Pero lo importante ahora eres tú, pecosa." Apartó un poco a la joven de sí y sacó su pañuelo de su chaqueta y comenzó a secar con cariño sus lágrimas. Candy se calmó un poco, al sentir sus atenciones.

"¿Te sientes mejor?", le dijo gentil luego de un rato, al ver que ella tomaba el pañuelo y lo hacía ella misma, recobrando la calma. Ella asintió.

Anthony acarició su brazo, "Crees que puedes contarme ahora qué pasó?", le dijo con cuidado.

Candy miraba a su pañuelo entre sus manos pensativa, y luego de una pausa, también asintió.

Y así, en la quietud de esa habitación en penumbra, Candy encontró finalmente la fuerza para narrarle a alguien lo sucedido. Le contó llorando cómo tras ellos despedirse, se cambió a su pijama y se fue a acostar, como siempre. Y lo próximo que supo fue que despertó en la cama de Neil, con él abrazándola, estando ella sin su pijama, y sin ropa interior, mientras Elisa entraba a la habitación montando un escándalo terrible por encontrarla en la habitación de su hermano.

"Al principio pensé que era una horrible pesadilla, el sueño aún me pesaba y no entendía nada…" le dijo ella aún abrazada a él, mientras el acariciaba su espalda, "pero cuando también llegó la señora Sarah y comenzó a gritarme de esa manera tan horrible, y el idiota de Neil le dijo que se casaría conmigo para reparar su falta, porque yo anoche me le había ofrecido y él no había podido resistirse, yo empecé a llorar y a gritar asustada y en medio de las recriminaciones de Elisa, la mamá de Neil le dijo a Mary que me llevara al establo y que me encerraran allí. Que se aseguraran de que no fuera a ninguna parte…" la pecosa lloró.

La sangre le hervía a Anthony al escuchar aquello, pero no dijo nada y siguió escuchándola.

"Mary me ayudó a colocar mi pijama otra vez y… mi ropa interior", dijo avergonzada, "pero cuando íbamos al establo, con ella ayudándome a caminar porque me sentía muy mareada, le rogué que me trajera aquí con ella. No quise regresar otra vez sola al establo."

"Candy…" le dijo el muchacho sintiendo tanto dolor como ella, si no más. "No te preocupes, amor." Le dijo tomando su triste rostro entre sus manos. "Yo resolveré todo esto, lo prometo. Por supuesto que no te obligarán a nada con ese infeliz. No temas. Primero lo mato." Le dijo con total certitud.

"Anthony…" ella se preocupó.

"Cariño… con lo que me dices… ¿Tú estás bien?" dudó un momento en explicarse "¿Te duele algo? ¿Te lastimó de alguna manera?"

Candy se sonrojó, y bajando su vista negó con la cabeza.

"Amor…" continuó el gentil muchacho, levantando su mirada al alzar con su mano su barbilla. "No porque dude de ti, Candy - que te quede claro, amor -, sino porque debemos tener la certeza de que no pasó a más. Me permitirías llamar a un médico de confianza y… - lo siento amor -" susurró, "¿asegurarnos que no te lastimó?" Concluyó con súplica en sus preocupados ojos azul cielo.

Candy leyó el significado en su mirada y su preocupación, y comenzó nuevamente a llorar amargamente, mientras Anthony la abrazaba. "Por favor, amor." Le suplicó el angustiado joven.

Abrazada a él, Candy disminuyó su llanto y considerándolo, asintió sin decir nada otra vez.

"Candy…" Anthony besó su coronilla dorada teniéndola en su abrazo protector, "todo estará bien, pecosa. Ya pasará." Le dijo suavemente. Su novia le abrazó con más fuerza al escuchar sus palabras, y el joven cerró fuertemente sus ojos azul cielo con dolor.

Cuando Anthony finalmente salió de la habitación, Candy se había quedado dormida. Se había quedado con ella, acariciando su cabello dulcemente hasta que el cansancio finalmente la venció, se sentía aún mareada.

Sus primos se aproximaron a él al verlo salir.

"Anthony, ¿cómo está?" Dijo Stear preocupado.

"¿Qué sucedió? ¿Está ella bien?" preguntó Archie también muy preocupado.

Anthony suspiró y los llamó más cerca de él y conversó en voz baja con ellos por algunos minutos en privacidad. Los rostros de sus primos cambiaban de horror a indignación y luego a furia y tristeza, terminando en profunda determinación.

"¡Si dices que no recuerda nada, eso quiere decir que le dieron algún tipo de somnífero!" dijo indignado Stear.

"¡Es muy posible! ¡No podemos permitir que esto quede así, Anthony!", protestó Archie.

"No, por eso quiero pedirles que revisen los establos. Candy mencionó que siempre toma un poco de agua antes de dormir", dijo Anthony frotando su ceja con una mano, preocupado, y luego tapando sus ojos por un breve momento con ella, exhaló cansado, mirándolos. "No se me ocurre otra explicación más que esa", concluyó mentalmente exhausto.

"Tienes razón, revisaremos de inmediato. Vamos, Stear." Archie se volvió a su hermano. El joven de lentes asintió y ambos salieron corriendo del lugar.

Anthony se aproximó a Dorothy que esperaba junto al señor Whitman y ahora también a la señora Mary y otras dos mucamas al inicio del pasillo. "Gracias por estar pendientes de Candy." Les dijo. "Mis primos y yo se los agradecemos mucho", afirmó. "Candy ahora duerme. Está muy afectada. Estamos seguros de que se trata de una canallada de nuestro primo." Luego se volvió a la joven pelirroja de trenzas. "¿Dorothy?"

"¿Sí?" respondió atenta la joven mucama, con preocupación.

"¿Podrías quedarte con Candy y por ningún motivo dejar que ningún miembro de la familia Legan entre con ustedes?"

Ella lo pensó un segundo, pero luego asintió decidida. "Por supuesto, joven Anthony", respondió.

"Gracias." Todos la vieron entrar y cerrar la puerta tras de sí.

"Señora Mary, ¿podría permitirme el uso del teléfono de la casa sin que nadie de la familia se enterase?"

"Claro, joven Andley, lo llevaré por la escalera de los empleados. Por aquí, por favor".

"Muchas gracias." dijo el joven.

Cuando la señora Legan bajó de su vehículo dos horas más tarde, luego de ignorar al chofer que le abrió la portezuela y el saludo del mayordomo que le abrió la puerta principal al ingresar a su mansión, la dama con expresión enfadada se dirigió con decisión hacia el segundo piso y siguiendo uno de los largos pasillos, se detuvo y abrió la puerta de una de las habitaciones, luego de unos momentos volvió a salir, para dirigirse al otro extremo de la casa y, sin tocar, entró a otra habitación. "¡Elisa!" dijo al ingresar a esa segunda recámara.

La arrogante joven se levantó con sorpresa de su lugar frente al espejo donde sonreía perdida en sus propios pensamientos. "Mamita." Le dijo, poniéndose de pie.

"¿A dónde fue tu hermano?"

"No lo sé, mamá. Solo vio llegar a mis primos por el camino principal y tomó sus cosas y se marchó en su vehículo por la parte de atrás. No sé a dónde."

La señora Legan caminó hacia el ventanal. Y vio hacia afuera. Había un segundo vehículo ahora estacionado junto al que habían traído a los muchachos. "¿Y Candy?"

"Supongo que está en los establos, como ordenaste. ¿Qué dijo la tía abuela, mamita? No dejará que Neil cometa esa locura, ¿cierto? - ¿Enviará lejos a Candy? ¿La desterrará? -" preguntó esperanzada. En su mente retorcida solo pensaba en quitarla de en medio entre su Anthony y ella. Nunca se mostraban cariñosos cuando la visitaban con sus primos, pero ella estaba segura de que se gustaban.

"Algo así." La fría señora dijo con un rostro serio. "La enviará como sirvienta a la mansión Cornwell de Singapur en Asia. Ven. Le daré el aviso de inmediato. Es mejor así, que no lo sepa tu hermano."

Elisa sonrió con malicia. "Te acompaño, mamita." Dijo con alegría. "Quiero ver la cara que pone la sinvergüenza." Y la que pondrán los tontos de nuestros primos al saberlo. Pensó la heredera Legan con secreta delicia. Ambas salieron de la habitación.

Cuál fue su sorpresa al llegar a los establos, y encontrar el lugar desierto, solo con la cama deshecha y el ropero abierto, vacío. "¿Pero en dónde está? ¡Dije que la encerraran!" dijo de pronto la señora enfadada, pensando en que iban a rodar varias cabezas por esta desobediencia. Y caminando de vuelta hacia la casa, seguida por Elisa, ambas se detuvieron al ver salir del área de habitaciones de empleados a Anthony y a Archie, conversando con el doctor Gregory Harris, doctor de la familia Andley en ese condado.

Candy, ya vestida y con un abrigo, ayudada por Dorothy y Stear, se veía a lo lejos subiendo a la parte de atrás del vehículo azul de Anthony, estacionado al frente.

"¡¿A dónde creen que la llevan?!" exclamó enfadada Sarah Legan.

Al notarlo, Anthony fue a su encuentro impidiendo su paso en el sendero hacia ellos, mientras a sus espaldas, tras acomodar despacio a las dos damas, Stear subía al lado del piloto y encendía el vehículo. Varios bultos y una maleta que ella asumió eran las cosas de Candy se notaron acomodadas en el lugar del copiloto al girar Stear el vehículo y dirigirlo a velocidad lenta camino hacia la salida.

"¡Pero ¿qué hacen?!" Preguntó la mujer confundida. "¡¿Qué pretenden hacer con mi empleada?!"

"¡Lo que debió hacerse desde hace mucho, señora!" Le dijo Anthony enfadado. "¡Candy se marcha de aquí!"

"Pero Neil y ella-" objetó la señora Legan.

"¡Neil y ella nada!" le dijo Anthony difícilmente conteniéndose. Sus ojos azules afilados como navajas se posaron en ella y luego en la figura detrás de su tía política. Eliza palideció de pronto y retrocedió sin querer un paso, pero luego se abrazó a sí misma y levantó su rostro, altiva, sosteniéndole la mirada.

"Anthony, te advierto que la tía abuela me dio instrucciones precisas de cómo tratar este asunto", dijo enfadada su tía política "¡Y tú no tienes ni la injerencia ni la autoridad para inmiscuirte así en los asuntos de mi familia!"

"¡Tengo toda la injerencia y toda la autoridad para hacerlo, tía Sarah!" le respondió de vuelta. "Y solo le advierto de una vez por todas, que si vuelvo a ver a su hijo merodeando a Candy o intentando fingir con sucias artimañas que tiene alguna potestad sobre ella, como lo intentó hacer hoy, fingiendo un encuentro furtivo que jamás existió…" La dama se sorprendió al oírlo.

"Pero ¿qué dices?" preguntó la dama. "¡Pero si yo misma los vi!"

"Candy fue drogada para poderla llevar inconsciente a la habitación de Neil, tía Sarah. Echaron una sustancia en su vaso de agua, en su mesa de noche, para que la bebiera." El muchacho vio a Elisa al decir esto último y pudo ver la sorpresa y culpabilidad en su rostro al reconocer lo sucedido. "¿No es cierto, Elisa?", presionó él con certeza.

"Yo…" La muchacha dudó, "¡No sé de qué hablas! ¡Miente, mamita!"

"El doctor Harris es mi testigo en eso, reconoció la sustancia en el medio vaso de agua que olvidaron quitar de la mesa de noche de Candy, y declarará en cualquier corte lo sucedido de ser necesario. Tenemos el nombre del medicamento también. - No debiste dejar tirado el frasco que usaste entre la paja del establo, Elisa -" le sonrió irónico el rubio. La joven se asustó, confirmando su sosprecha. "Solo es de ir con el boticario para corroborar quién compró la sustancia en el pueblo. Así que dile a tu hermano," le dijo furioso, "que se cuide. Porque las paredes tienen ojos y oídos a dondequiera que se haya ido a esconder. Y que lo voy a encontrar." Le prometió.

"¿Es eso cierto, Elisa?" la señora Legan se volvió hacia su hija. "¡¿Ustedes prepararon toda esta farsa para que Neil exigiera casarse con esa mocosa sin mi autorización?!" dijo furiosa.

Elisa sudó acorralada. "Mamita… yo en realidad no quería que Candy se casara con Neil, ¡pero él insistía en que la amaba…!"

¡Platz!

La bofetada que se escuchó hizo brincar hasta a Archie y al doctor que veían la escena a distancia.

"¡Elisa, vete a tu habitación AHORA!" le gritó su madre, señalando a la casa. Y con lágrimas contenidas, la pelirroja esquivó a Anthony y se fue corriendo de vuelta a la mansión llorando.

Sin importar lo increíble de la escena, el alto muchacho miró a la contrariada señora Legan con la misma frialdad que había visto a su hija antes, "Nos retiramos." Le dijo simplemente y dándose la vuelta, caminó hacia el doctor Harris y su primo que le esperaban a mitad del camino.

"Vámonos de aquí." Les dijo con seriedad a sus acompañantes. Y los tres hombres fueron al frente de la mansión y subieron al segundo vehículo que aún permanecía en el lugar, mientras la señora Legan se dirigía indignada también a su residencia. Al subir los caballeros, - Anthony en el lugar del copiloto -, el chofer de los Andley esperándolos dentro del vehículo Benz negro, preparó el auto para encenderse y luego bajándose fue al frente del vehículo e hizo girar el "crank" o polea, hasta encender el motor. Teniendo cuidado de que no revirara, ya que a veces el motor al no encender empujaba la polea en sentido contrario, pudiendo quebrarle la mano o el brazo, si no tenía cuidado. Al tener el motor encendido, el chofer subió nuevamente al vehículo y avanzaron.

Al salir el segundo vehículo de los terrenos Legan, en lo único que Anthony podía pensar era en que el mequetrefe de Neil se le había escapado. Al llegar sólo había podido pensar en su novia, y no se arrepentía de eso, Candy era, por supuesto, su prioridad, pero al ir a buscarlo, tras hacer la llamada telefónica en el despacho del difunto tío Richard - una llamada en la que pidió que uno de los choferes de la mansión Andley de emergencia fuera a buscar al doctor Harris al pueblo y lo llevara inmediatamente a la casa Legan, - no logró encontrarlo por ninguna parte, informándole la servidumbre que el moreno había salido intempestivamente llevando una maleta de ropa consigo y lo habían visto sacar dinero de la caja fuerte de la mansión.

"No desesperes, Anthony," le dijo su primo Archie, desde el asiento de atrás donde viajaba junto con el doctor. Al ver el silencio en que había caído su primo, el joven Cornwell dedujo dónde estaba su preocupación, ya que era la misma que la suya. "Neil es un cobarde, y en algún punto aparecerá otra vez."

Anthony asintió sin decir nada. Desde el asiento del copiloto el joven rubio se volvió al doctor.

"Doctor Harris," le dijo, "no sabe cuánto le agradezco su apoyo en estos momentos. Sé que estaba ocupado, pero espero no le hayamos causado muchos inconvenientes. Ahora mismo pasaremos a dejarlo en su clínica otra vez."

"Descuide, joven Brower." Le sonrió el hombre de gentil expresión, ya entrado en sus sesentas. "Lamento lo ocurrido con la jovencita, y como le comentaba, cuente conmigo si requiere que lo corrobore más tarde."

"Gracias", le dijo el rubio. "En cuanto a sus honorarios-", comenzó.

"No se preocupe por eso ahora. Creo que tienen asuntos más importantes qué tratar, y descuide, como siempre, cuentan con mi total discreción."

"Se lo agradecemos mucho, doctor Harris." Le dijo Anthony nuevamente.

"No se preocupe, doctor, yo puedo costearlo", habló ahora Archie, junto a él. "Mañana mismo le haremos llegar sus honorarios como siempre."

Anthony sonrió a su primo. En realidad, el joven Brower no contaba con mucho efectivo en ese momento y lo que tenía ya lo tenía comprometido.

El doctor asintió. "Muchas gracias, joven Cornwell. No es necesario que sea de inmediato, pero se le agradece."

Continuará…

¡Espero se sientan mejor ahora!

¡Gracias por sus comentarios al capítulo anterior, amigas! ¡Gracias Cla1969 (¡Sí, se explicaron varias cosas en un solo capítulo! Y sí, espero que este capítulo te haya tranquilizado respecto a lo sucedido. ¡Ya viste lo que tenía en mente la señora! Y siento que Albert no aparezca en esta historia… pero me pareció muy posible porque África es bastante peligrosa, sobre todo en esa época. ¡Un gran abrazo y gracias por leer y comentar, querida Cla!), a Anguie, Sharick, Guest 1, Guest 2, Guest 3 (Sí, ¡merecen serlo! ¡Y sí también! ¡Un abrazo!) y a GeoMtzR (Cierto, aún la discriminación entre clases continúa, Georgy. No es fácil de enfrentar. ¡Y Los Legan siempre viendo donde hacen el mal! A ver cómo les va con eso. ¡Un gran abrazo, amiga!) y gracias Mayely león (Espero el capítulo también te haya tranquilizado. ¡Un gran abrazo y gracias por leer y comentar! Tarde, pero ¡siempre bienvenida! ¡Ji, ji ji!) ¡Igual a ti, Julie!

¡Gracias a todos por leer! ¡Espero les haya agradado el capítulo! Entiendo que fue una situación muy difícil de enfrentar, pero muy posible, dadas las circunstancias de la época. ¡Ojalá me compartan qué les pareció! ¡Un abrazo a todos!

¡Bendiciones!

lemh2001

17 de agosto de 2023

P.D. La continuación se publicará este sábado. ¡Hgs!